De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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Étiqueta más repetida en el blog Código Abierto

Esta es la última entrada del blog Código Abierto de 20Minutos.es Esta aventura comenzó el día 2 de diciembre del año 2011 con el texto Código abierto para una nueva era. Y acaba exactamente un año y medio después, con este texto de despedida. Ha sido una época intensa, convulsa, emotiva e indescriptible. La relación de la cabecera 20Minutos.es con Código Abierto con ha sido amable, cordial y respetuosa. Podría haber sido mucho más fructífera, sin duda. Y tal vez no haya sido lo suficientemente valorado mi entusiasmo y (excesivas) horas de trabajo. Pero 20Minutos.es ha respetado siempre el contenido de este blog. No he sufrido ningún intento de censura. Salvo pequeños detalles muy puntuales – un mínimo cambio de titular – nadie intentó que cambiara una coma. El equipo de 20Minutos.es ha mantenido muy alto el listón de la libertad de expresión y la ética periodística. Existen muy pocos medios a la altura ética de 20Minutos.es. Se merecen todo nuestro respeto.

El balance de Código Abierto es, en mi opinión, extraordinario. En el año 2012, el blog tuvo 342.775 usuarios únicos. Cierto: no es un número elevado para 20Minutos.es, aunque sí para cualquier blog. Sin embargo, lo cuantitativo no expresa la riqueza de la experiencia, de la comunidad creada, del contenido republicado o de su relevancia global. Código Abierto ha sido una pequeña linterna que ha iluminado rincones invisibles, ignorados por los apresurados medios de masa que apenas vislumbran las cantidades, el número total de visitas. Gracias a su licencia libre – y a su relevancia y/o calidad – mis entradas han sido republicadas constantemente en lenguas como el inglés, portugués, francés, alemán o italiano. ¿Cómo se calcularía la relevancia y lo cualitativo en un medio? Que se lo cuenten a Materia, que gracias a potenciar las republicaciones se han convertido en la web líder de ciencia en lengua española en menos de un año.

Gran pregunta. Lo cuantitativo, desde el pasado diciembre, empezó a preocupar a Melisa Tuya, la competente y atenta coordinadora de los blogs de 20 Minutos. Intercambiamos muchos mails sobre ello. Mis argumentos eran simples. Tal vez no yo no necesitase muchos más lectores. Simplemente quería mantener mi comunidad. Una comunidad, bastante influyente, por cierto. Una comunidad que dialogaba (y mucho) alrededor de un contenido diferente, relevante. No vi clara la opción de bajar el listón del contenido para transformarlo en un blog divulgativo (aunque sí estaba en el pacto inicial). Lancé muchas preguntas y dudas a Melisa.

Eran preguntas que servían para todos los medios. Preguntas para las que no existe una única respuesta. ¿Cómo se mide la influencia de un blog? ¿Por qué no se miden los links entrantes a los post? ¿Cómo se calcula la gente que lee un texto en revistas sociales personalizadas de plataformas como FlipBoard, ZITE, Paper.ly o Prismatic? ¿Cómo se mide el número de veces que incluyen un texto en Scoop.it? ¿Qué reputación aporta que un texto aparezca en la portada de agregadores como Menéame o Digg aunque la gente no clique en los links? ¿Por qué se valoran las republicaciones de una entrada? ¿O que un lector transforme en libro un post tuyo (Comienza la #GuerraNarrativa)? Yo argumentaba que el texto Un manifiesto posperiodístico circuló muchísimo. Y en varias lenguas. Apenas en español,Google proporciona 1.330 impactos. ¿Cómo se mide la influencia de un texto que se lee en otras plataformas y no donde se publicó originalmente?

¿Para cuándo un medidor cualitativo? Hace unas semanas Alejandro González, del prestigioso y vanguardista estudio Outliers.es, me comentaba que es urgente crear un «medidor cualitativo». También, que Código Abierto es uno de los que más circulan en redes sociales de todos los blogs de 20Minutos.es. Curiosidades para el equipo comercial: la entrada más visitada del pasado mes de mayo fue Toquéame, la aplicación móvil contra Bankia, con  9.257 visitas. ¿La entrada que posiblemente menos gustó al departamento comercial es la que más gusta a los lectores? Houston/20Minutos.es /medios del mundo, tenemos un problema.

No descarto seguir vinculado al grupo 20 Minutos, realizar reportajes concretos u otros menesteres. Pero a partir de ahora, reforzaré la colaboración en otros medios en lengua española, inglesa y portuguesa en los que ya escribo. Pero Código Abierto continúa. Continuará aún sin saber si el blog se incorporará a otra cabecera. Dado que alrededor del blog ha surgido una creciente comunidad de lectores he decidido continuar con la aventura. En este caso, una aventura compartida. #CódigoAbierto_CC  (link provisional) no será una plataforma exclusivamente mía.

Será una plataforma para la comunidad. Publicaré contenido propio, pero  también se publicarán textos de calidad de otras personas. Republicaremos contenido relevante que tenga licencia libre. Aportaremos reposo, contexto. Huiremos del último minuto. Además, pretendo investigar la vía de la comunicación-acción. #CódigoAbierto_CC pretende ser a su vez una caja de herramientas para que los lectores se relaciones, abran campañas activistas y compartan código. Intentaré lanzar lo antes posible el proyecto #CódigoAbierto_CC en la plataforma de crowdfunding Goteo.org, para construir la mejor plataforma posible. Una plataforma, a su vez, que aspira a ser sostenible económicamente.

En general, será muy bienvenida la ayuda de:

-Programadores con conocimiento de WordPress.

-Diseñadores

-Periodistas

-Editores

Quien tenga interés en participar, que deje un comentario en esta entrada o que me escriba por mail:

bernardobrasil@gmail.com / codigoabiertocc@gmail.com

El dominio www.codigo-abierto.cc ya está registrado. El link provisional es https://codigoabiertocc.wordpress.com/

Acabo de abrir la cuenta de Twitter @CodigoAbiertoCC 

El trabajo realizado será incluído en el proyecto de Goteo.org.

En breve, recopilaré las mejores entradas de Código Abierto (tal vez todas) en formato de libro digital.

Gracias por la compañía

Bernardo / @bernardosampa

Se busca nombre para una agencia de noticias libres

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Acaba de nacer una agencia de noticias latinoamericana. Todavía no tiene nombre. No va a celebrar una fiesta de presentación pomposa. Tampoco va a invertir en campañas de marketing. Su apuesta es la colaboración, el trabajo en red. ¿Qué mejor marketing que abrir el proceso desde su nacimiento? La frase que se puede leer en su site es muy significativa:

“¿Si tuvieras que escoger un nombre potente y poético, preciso y aplicable para la Agencia, que funcione en español y portugués, cuál sería y por qué? ¡Deja tu propuesta al final de esta página! — ¡Gracias!”.

Cualquier persona puede enviar su propuesta de nombre de agencia en el site, en el hashtag de Twitter #ComunicaCulturas y en otras redes sociales. La agencia de información y comunicación, gestionada por la red de colectivos culturales de Latinoamérica del proyecto Juntos, publicará su contenido en español y portugués. “Nos pensamos desde el formato de la red. Concebimos un nuevo periodismo en red basado en la colaboración, la instantaneidad, la comunicación multimedia, multidireccional e interactiva”, afirman los colectivos que colaboran en el proceso de #ComunicaCultura.

#ComunicaCulturas apostará por trabajar un periodismo desapegado del imaginario de la “mesa de redacción”, un periodismo digital que no implica limitarse a la información que es accesible a través de la red. #ComunicaCultura busca construir puentes para el diálogo entre las más diversas experiencias de acción cultural en el continente.

#ComunicaCulturas tendrá licencia libre y dará voz a procesos de cultura viva, cultura libre, cultura abierta y cultura de red. Es un proyecto en el que participan Cultura Senda (Argentina-Venezuela), mARTdadero (Bolivia), CulturaPeru.org (Perú) o Fora do Eixo (Brasil), entre otros.

Deja tu sugerencia en el site: AgenciaCulturas Hashtag Twitter: #ComunicaCulturas

Del #Partidodelared al #PartidodelFuturo

Vídeo presentación del Partido de la Red

La democracia en red está en marcha. Las viejas instituciones se tambalean. La vieja política sigue ocupando hemiciclos políticos, pero cada día es más irrelevante. La sociedad en red es un hecho. Y antes o después, acabará transformando la política. Los partidos dejarán de ser la única forma de participar en la política. La sociedad en red en su conjunto será en sí misma una nueva plataforma política. Esta semana hemos visto dos movimientos interesantes que desde el formato partido aspiran a transformar la política: la presentación del Partido de la Red (Argentina) y el lanzamiento del programa del Partido X, Partido del Futuro (España).

Por un lado, el Partido X, tras las agudas críticas recibidas por el anonimato de sus miembros, preparó un vídeo con una veintena de caras de algunos de los participantes y colaboradores. Además, hicieron público su programa #DemocraciaYPunto, que ha sido cocinado de forma colaborativa entre miembros del partidos, expertos y ciudadanos entre los días 29 de enero y 18 de marzo de 2013. Concentra sus esfuerzos en cuatro puntos: transparencia en la gestión pública, wikigobierno y wikilegislaciones, derecho a voto real y permanente y refenréndum obligatorio y vinculante.“Anonimato y transparencia no están reñidos”, destacan en la introducción de su programa, “todo lo contrario”.

Por otro lado, el Partido de la Red de Argentina, que lleva unos meses cocinándose en red, también ha salido a la luz pública con varios vídeos de presentación. El Partido de la Red, aunque no esconde la cara de sus participantes, también ataca de lleno los lideratos personales. Esta frase resume bien su esencia: “La democracia que tenemos está estancada: es miope. Ordena mal las prioridades: su ancho de banda es limitado”.

A continuación reproduzco un estracto del Manifiesto de la Red elaborado colaborativamente por el Partido de la Red. Un manifiesto incompleto que cualquier puede editar en esta wiki y que ya se me antoja como un clásico de nuestra era. No he podido evitarlo: he remezclado el manifiesto y he añadido algunas frases del programa del Partido X, Partido del Futuro.

#DemocraciaEstancada

la #DemocraciaEstancada es herencia del siglo XIX: forjada en otras condiciones tecnológicas y sociales, no atiende a las nuevas demandas

la #DemocraciaEstancada es un supermercado de oferta acotada y mediocre, que fuerza a elegir y debatir personas en lugar de ideas

la #DemocraciaEstancada tiene una clase política acorde: su integridad es el marketing, su tragedia es la muerte de las ideas

#Red

la #Red se estructura de par a par: es una #Red humana sin centro, que comparte conocimientos, experiencias y aprendizajes

la #Red desafía la concentración de información, derriba barreras sociales, económicas, culturales, intelectuales y geográficas

la #Red facilita la interacción entre la inteligencia colectiva de la ciudadanía y el conocimiento competente de profesionales preparados

#Pares

los #Pares se conectan, están activos, aprenden, se transforman, se vinculan al entorno, dan y reciben en comunidad

los #Pares no se reconocen por su consumo. se encuentran para cooperar y no para competir

#DemocraciaEnRed

la #DemocraciaEnRed, como sistema, busca la distribución transparente de información, resalta la horizontalidad sobre la verticalidad.

en la #DemocraciaEnRed la decisión surge del diálogo entre mayorías y minorías, con reglas para el acuerdo y canales para el desacuerdo

#DemocraciaenRed es el resultado de una democracia que incluye la participación de la ciudadanía para elaborar y gestionar los asuntos comunes.

#PartidodelaRed

el #PartidodelaRed propone el compromiso de #Pares en un modelo participativo ciudadano de consecuencias políticas efectivas

el #PartidodelaRed es literal: se organiza, trabaja y decide en #Red

el #PartidodelaRed se siente global: opera dentro de un marco geográfico, pero su espíritu refiere a todos los habitantes del mundo

el #PartidodeLaRed no es la solución: es un catalizador de las soluciones.

Papa Francisco, onanismo comunicacional

papaaonanimous
Nuestro comportamiento en redes sociales pueden revelar cuestiones que no están a la vista. Una simple cuenta de Twitter – cómo la usamos, para qué la usamos-  son un buen termómetro de nuestra identidad. Además, pueden revelar detalles ocultos de las organizaciones que representamos. La nueva cuenta de Twitter del Papa Francisco es un ejemplo extremo.

El primer tuit desde la cuenta @pontifex_es (en castellano) fue el día 14 de marzo.

 

 

Desde entonces, el Papa Francisco apenas ha tuiteado cinco veces. Un detalle: el sumo pontífice apenas sigue ocho perfiles. Sorpresa: en realidad se sigue a sí mismo en ocho idiomas diferentes (latín, inglés, alemán, portugués, polaco, italiano, francés y árabe). No ha retuiteado absolutamente nada. No ha marcado ningún tuit como favorito. No ha conversado con nadie. No tiene ninguna lista creada ni sigue listas creados por otros. Resumiendo: está mirándose al espejo, usando Twitter como si una mera herramienta para hablar de sí mismo, entendiendo sus mensajes como un producto acabado y definitivo. ¿Alguien se imagina a una empresa, a un profesional, a un colectivo que apenas se siga a sí mismo en diferentes idiomas?

David de Ugarte, en su recomendable Trilogías de las Redes, definía a la iglesia católica como una red descentralizada. No es, para él, una red estrictamente centralizada, con un nodo centralizador. Tampoco, una red distribuida, en la que cualquier nodo puede conectarse a cualquier nodo. Sin embargo, creo que aunque la iglesia pudiera considerarse una red descentralizada por cómo se expande sus sedes en el territorio, la actitud del Vaticano la convierte en una anticuada, anacrónica y exagerada red vertical.

Usar Twitter como lo usa el Papa Francisco – exactamente igual a como lo usaba el Papa Ratzinger- es el mayor reflejo de lo que hoy en día es la Iglesia Católica: una institución caduca cuya única forma de comunicación es el monólogo. El Papa Francisco, en lugar de dialogar en Twitter, está practicando un verdadero onanismo comunicacional que resume la actitud de la iglesia. Mucho me temo que la principal fuente que el Papa Francisco utiliza para informarse es L´Osservatore Romano, más cercano a la propaganda que a un medio de comunicación. Y que Twitter y cualquier medio social seguirán siendo para el Vaticano, mientras siga existiendo, un palco más al que asomarse e imponer un mensaje.

#LeyLassalle, la distopía de los necios

Este tuit irónico resume con bastante atino el anacrónico despropósito del anteproyecto de reforma de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI) (aquí entero) que que pretende aprobar el Gobierno de España. El polémico anteproyecto está consiguiendo algo insospechado hace unos años: que las entidades de gestión de derechos de autor, las agencias de publicidad, los empresarios de Internet, la industria cultural y hasta las operadoras se unan a las críticas de los defensores de la libertad de Internet. La denominada Ley Lassalle nace sin amigos ni argumentos. Apenas, tiene el apoyo del ‘amigo americano’.  Y lo peor de todo es que el lobby de la decadente industria cultural estadounidense ni siquiera se esfuerza en esconder las maniobras de presión. El sinsentido de la ley es tan superlativo que vale la pena desmenuzar algunos de sus puntos más absurdos.

Errores técnicos. La Ley Lassalle – mutación esperpéntica de la Ley Sinde-Wert- está llena de errores técnicos. Parece haber sido redactada, como  insinúa el abogado Javier de la Cueva en un brillante artículo, por personas que «desconocen la materia sobre la que legislan». Se confunden, por ejemplo, los conceptos de copia y reproducción. Aferrados a los objetos físicos – Cd de plástico, DVD o incluso formatos como el MP3- , los legisladores parece que no han entendido la tendencia a disfrutar de la cultura vía streaming o el almacenaje de la misma en la nube.

Copia privada. La Ley Lassalle restringe hasta límites insospechados la copia privada, garantizada por ley hasta hoy. Julio Alonso, director y fundador de WebLogs S.l y uno de los principales empresarios de Internet de España, destaca en un excelente artículo que  «se excluye a las personas jurídicas del derecho de copia (incluso si compran legalmente los originales)» y «se establece que sólo hay derecho de copia privada si es a partir de un “soporte original adquirido en propiedad por compraventa comercial”. Si alguien nos regala un CD, copiarlo para escucharlo en otro formato, sería ilegal.  Comprar una canción en Itunes y copiarla para escucharla en un CD, también podría ser ilegal. ¿Guarda Apple ‘el soporte original adquirido de las canciones de Itunes? #Distopía

Enlaces. La Ley Lassalle ataca incluso el principio en el que se basa Internet: el enlace. En su carrera a ninguna parte, Rajoy, presidente de paja de Hollywood, va a pasar a perseguir las páginas de enlaces, a las empresas que se anuncien en ellas. Y las operadoras tendrán obligación de ser los nuevos policías de la red. Cuando así se solicite, tendrán que facilitar los datos de conexión y la identidad de los clientes. Se abre el paso a la persecución y espionaje de ciudadanos con la excusa de la violación de derechos de autor. Los agregadores como Meneame.net, basados en los enlaces, tendrán serios problemas. Y curiosamente, quienes más perderían con esta ley serían los grupos de medios, que verían reducido su número de visitas. Otra consecuencia de la Ley Lassalle podría ser, según Javier de la Cueva, «la potestad que se le da al partido político en el poder de controlar las campañas electorales en internet que realicen los partidos rivales». Aquí un tuit del fundador de Menéame, Ricardo Galli.

 

Libertad de expresión. El abogado y activista Carlos Sánchez Almeida centra las críticas a este proyecto en el recorte de la libertad de expresión que supondría su aprobación. «(LPI) supone una agresión sin precedentes a la libertad de expresión, y aún más, a la libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica garantizada por el artículo 20 de la Constitución (…) se pretende someter a un asfixiante control administrativo toda la actividad artística, y en particular la libre asociación de los autores y creadores». La Ley Lassalle es un paso más hacia una censura poco digna de un país democrático.

Apropiación del procomún. La Ley Lassalle, en una injustificado movimiento, pretende que las Universidades paguen un canon a CEDRO por el préstamo de libros. Lo que es peor: incluye en el mismo paquete los libros cuyo copyright ya ha caducado y tienen licencia dominio público. También tendrían que pagar por la creciente cantidad de libros con licencias libres. Hay que destacar que España es uno de los líderes mundiales en las licencias libres en el área cultural. La ley incentivaría una apropiación del procomún en toda regla.

Me resisto a pensar que estamos gobernados por idiotas. Me niego aceptar que tenemos representantes necios, gestores mediocres y legisladores  incompetentes. Pero creo que tendré que dar por válidas las opciones anteriores, porque el resto son aún más tenebrosas. ¿Vivimos en una dictadura política? ¿Nos gobiernan los títeres del neoliberalismo cultural del siglo pasado? La aprobación de la Ley Lassalle, que se ha cocinado sin debate ni diálogo, tendría unas consecuencias catastróficas incluso para la economía. Ya existe una campaña ciudadana en la plataforma Oiga.me para pararla. Nadie mejor que Julio Alonso para vislumbrar el futuro distópico que puede llegar de la mano de la Ley Lassalle.

«Posiblemente, como ha pasado con la Ley Sinde, en la práctica sea poco operativa. Los que hacen negocio con los enlaces a obras buscaran la forma de seguir operando sin que la ley les afecte. Y mientras, habremos creado inseguridad jurídica, habremos perjudicado gravemente la posición competiva de las empresas españolas en internet, que con las obligaciones y riesgos de esta ley quedan en inferioridad de condiciones respecto a las internacionales, y habremos erosionado un poquito más las libertades públicas»

Ya que el buscador Google, basado en los enlaces, ha sido salvado de la Ley Lassalle (#QueVieneElLobby) concluyo esta entrada con un vídeo colgado en You Tube (propiedad de Google), que resume el papelón que el Gobierno neocon español está haciendo en todos y cada uno de los sectores de la sociedad.

The Pirate Bay, la innovación que debería haber creado la industria del copyright

Una confesión para empezar este post: recordar la primera vez que intercambié un archivo musical con un programa P2P me pone la piel de gallina. El programa se llamaba Napster, corría el año 2.000 y yo escribía entre otras cosas, sobre tecnología. Intercambio archivos desde entonces. Abrí mis carpetas y mi corazón a todos ellos que compartían sus archivos conmigo, aprendiendo esa nueva «ética» generosa de la red. Descubrí músicas – y cultura en general – a las que antes no tenía acceso. Escribí sobre mis descubrimientos en medios de todo el mundo, en mi blog personal. Hable de mis hallazgos en filas de panaderías, foros periodísticos o manifestaciones. Y seguí comprando música. Hoy en día, compro menos en formato físico (Cd). Pero compro. Compro libros y música. Me encanta el papel. ¡Ójala siempre existan libros de papel! Amo las portadas y libretos bien hechos de los Cds. Pero escucho mucha música en streaming. Veo muchas películas online. Y leo más libros en formato digital que en papel. Me niego a pagar el mismo precio – un precio abusivo – por un producto digital que por su versión analógica.

Trece años después de Napster, la industria del copyright parece no haber entendido nada. Sigue identificando intercambio de archivos con «mafia de la piratería». Por eso, Hollywood, la denominada industria de la cultura y los políticos en general deberían ver el recién estrenado documental The Pirate Bay – Away From Keyboard. El mundo debería ver este documental por muchas razones. La primera, porque consiguió la financiación del documental en la plataforma de crowdfunding KickStarter. La segunda, porque poco después de ser exhibido en el Festival de Berlín el documental ya está online con licencia libre. Pero sobre todo, The Pirate Bay – Away From Keyboard explica el gran choque de dos mundos: el viejo mundo basado en productos físicos y la propiedad cerrada; y el nuevo mundo basado, en el intercambio en red y la apertura.

A través del día a día de Peter Sunde, Fredrik Neij y Gottfired Svartholm, los suecos que fundaron The Pirate Bay, el documental nos descubre las contradicciones y limitaciones de la industria del copyright. Es entrañable, queridos amigos, ver cómo un joven le explica a un juez que «no decimos IRL (in real life, en la vida real) sino AFK (away from keywords, lejos de los teclados) porque «creemos que internet también es real». Es divertido (y muy surrealista) que tres jóvenes tengan que decir a las fuerzas de seguridad estadounidenses y suecas que The Pirate Bay no tiene oficinas ni empleados contratados, pues apenas son «amigos que hablan en un chat». Roza el absurdo que estos jóvenes tengan que explicar que el site The Pirate Bay no contiene archivos físicos, que no controlan su contenido y que apenas están mediando entre usuarios que comparten archivos vía el protocolo BitTorrent.

Ahora toca justificar el titular: Pirate Bay, la innovación que debería haber creado la industria. Sí, queridos inspectores de la SGAE, especuladores del plástico/celulosa y ministros de Cultura de la Edad de Piedra, la industria cultural debería haber creado una plataforma parecida a The Pirate Bay. Una plataforma de diálogo alrededor de la cultura, una plataforma abierta de encuentro, de intercambio, una plataforma masiva que generase ingresos publicitarios para distribuir entre los autores. Más todavía: la industria debería haber inventado una plataforma de envío de archivos pesados como la demonizada MegaUpLoad  y haber repartido los dividendos de las cuentas premium (envíos más pesados) entre los autores.

En lugar de poner puertas al campo y de aplicar el modelo de distribución del ya remoto siglo pasado, la industria debería haber inventado tecnologías para disfrutar de la cultura en streaming sin por ello renunciar del todo a los formatos físicos. La industria debería haber inventado hace muchos años servicios como SpotifyDeezerDhingana o Saavn. El Imperio del Plástico y del Celuloide Comercial- cuya decadente capital sigue siendo la #PostMetrópolis de Los Ángeles- debería haber creado una plataforma como Flattr, micro mecenazgo para compensar a autores con lógica de red. Pero, oh wait, el innovador Flattr es una iniciativa de Peter  Sunde, ese temible líder de la piratería mundial que fundó The Pirate Bay.

Por todo ello, The Pirate Bay – Away From Keyboard es un documental necesario. Velo con tus padres. Explícaselo a tu abuela. La música en streaming todavía no ha solucionado el agujero de la remuneración de los autores (pero el copyright mucho menos). El crowdfunding en sí mismo no va a solucionar el dilema. Pero quedarse parado en medio de la revolución digital, intentando hacer las cosas como se empezó a hacer tras la crisis mundial de 1929, es un gravísimo error. Además, como suele argumentar Richard Stallman, equiparar «piratería» a «intercambio de archivos», el «asalto de un barco corsario» con «ayudar a tu vecino», es una de las mayores hipocresías de las historia.

Copyfarleft, más allá del copyleft

copyfarleft

¿Son las licencias libres una alternativa viable al tan criticado copyright? ¿El denominado copyleft – permitir la copia y las obras derivadas de un trabajo- es beneficioso por los autores? Tras la publicación de mi texto Diez años de Creative Commons, en el que defendía la utilidad de dichas licencias, surgieron algunas voces críticas. Desde el Twitter oficial de la plataforma Cultura Libre atacaron de lleno a las licencias Creative Commons basándose en un caso concreto: una fotografía del quincenal Diagonal que el El País utilizó (aquí detalles). David García Aristegui, miembro de la plataforma Cultura Libre argumentaba en un texto en La Marea que la licencia usada por Diagonal (CC by-SA: Creative Commons atribución-compartir igual) «está suponiendo en la práctica el facilitar la apropiación del trabajo ajeno sin remunerar, y sin distinguir entre El País, un partido neonazi o un blogger fan de tu trabajo».

Copyleft, ¿liberación o explotación? Vayamos por partes. La licencia usada por Diagonal, la más abierta de Creative Commons, permite «copiar, distribuir y comunicar nuestros contenidos públicamente; citarlos parcialmente y remezclarlo; Hacer un uso comercial». El País, ciertamente, es libre de pagar a un fotógrafo que ya ha sido remunerado por Diagonal. Pero tiene la obligación de publicar la foto con la misma licencia. Forzar que un diario masivo con copyright use un licencia abierta me sigue pareciendo una buena idea. En casos concretos, además, un colectivo o un free lance pueden llegar a imponer agenda. Así ocurrió en Brasil, cuando el colectivo Fora do Eixo, distribuyendo fotografías con Creative Commons de un evento invisible para la prensa, el festival Baixo Centro de São Paulo, consiguió portadas en todos los grandes medios del país en una edición de domingo.

Sin embargo, si los medios masivos usasen los trabajos licenciados con copyleft para ahorrar presupuesto y así no enviar a sus fotógrafos / periodistas / free lances habituales, estaríamos ante un caso de saqueo del ‘procomún’ en beneficio propio. Si el mundo estuviera compuesto por lo que Zygmunt Bauman denomina ‘comunidades éticas’, regidas por compromisos a largo plazo, no existiría este problema. Si la peer-to-peer production de pequeños productores en red que preconiza Michel Bauwens ya gobernase el planeta, tampoco veríamos estos casos. Mientras llega el momento, una posible solución a esta situación sería usar el CopyFarLeft. Dicha licencia fue propuesta hace unos años por el programador de software libre Dmytri Kleiner en su libro The Telekommunist Manifesto. Dmytri, preocupado sobre cómo el mercado obtiene beneficios del procomún, del movimiento open source y al copyleft, dio forma a una licencia abierta con algunas restricciones de mercado. The Telekommunist Manifesto, donde Dmytri adapta el Manifiesto Comunista de Karl Marx a la era de las redes, incluye algunas de las siguientes ideas:

«Para que el copyleft tenga algún potencial revolucionario debe ser Copyfarleft. Debe insistir en que los trabajadores sean dueños de los medios de producción.

Una licencia copyfarleft debe hacer posible que los productores compartan libremente y que conserven el valor del producto de su trabajo. En otras palabras, los trabajadores deben poder hacer dinero al aplicar su propio trabajo a la propiedad mutual, pero debe ser imposible que los dueños de propiedad privada hagan dinero al utilizar trabajo asalariado.

Así, bajo una licencia copyfarleft, una imprenta cooperativa propiedad de los trabajadores debe poder reproducir, distribuir y modificar el stock común como quiera, pero una compañía editorial privada no podría tener libre acceso».

Las licencias basadas en el Copyfarleft, como la Peer Production License, harían imposible que un diario de El País obtuviese lucro de una fotografía de Diagonal por una sencilla razón: los trabajadores no poseen los medios de producción. El País no está orientado al procomún y está basado en la propiedad privada. Sin embargo, el copyfarleft sí permitiría que la fotografía de Diagonal fuese republicada por La Marea (Madrid) o La Diaria (Montevideo). Creo que el copyleft, en muchas ocasiones, puede ser más útil, incidente y relevante que el copyfarleft. Puede hackear medios masivos e imponer agenda. Sin embargo, el copyfarleft puede ser muy eficiente para parar la explotación del procomún por parte de multinacionales y empresas netamente capitalistas. También es una opción interesante para el hardware abierto: tal vez algunas pequeñas firmas tecnológicas se animen a abrir su código sabiendo que las grandes multinacionales no se aprovecharán de su conocimiento.

Sudán del Sur, el primer país de código abierto del mundo

¿Imaginas un país, un Gobierno, que desde su nacimiento sólo usa software libre y datos abiertos? ¿Un país que nace abrazando la filosofía colaborativa y transparente del movimiento de código abierto en todos los campos?  ¿Un Estado que apuesta por nuevos métodos de participación política basados en las lógicas de las redes? ¿Un país que sueña con empoderar y construir un ecosistema informativo ciudadano? Es el caso de la República de Sudán del Sur, el país más joven del planeta, que se independizó de Sudán el 9 de julio de 2011.

Sudán del Sur, un país machado por décadas de conflictos bélicos, se ha lanzado con entusiasmo al proyecto #OSJUBA. A partir de su capital, Juba, el país pretende reinventarse, comenzar desde cero con las lógicas abiertas de la era red. Uno de los impulsores del proyecto es el canadiense Stephen Kovats, afincado en Berlín, ex director del festival Transmediale, una voz respetada en la comunidad hacker internacional. Stephen presentó el proyecto #OsJuba el pasado mes de diciembre, en la conferencia berlinesa Open Strategies (aquí el vídeo). “Todo comenzó con una visión – afirmó Stephen al diario brasileño Estado de São Paulo, que elaboró un buen reportaje –  el país más joven del mundo nace en un momento en el que existen tecnologías y metodologías para el acceso a la información y para compartir conocimiento que no existían cuando la mayoría de las otras naciones del mundo fueron fundadas”.

Por eso, #OsJuba pretende incentivar tecnologías de código abierto, transparencia, procesos de la cultura libre, aproximaciones grass-roots (de abajo arriba) y la participación política en red . Vale la pena leer el documento de r0g-media sobre #OsJuba. Algunos de los objetivos son los siguientes:

  • Crowdsourcing y acceso abierto a datos para una mejor transparencia en la gestión de los recursos del Gobierno.
  • Incrementar la movilidad digital para la información en red y la comunicación, para incentivar la libertad de expresión, la interacción cívica y la diversidad cultural.
  • Nuevas formas de periodismo ciudadano y comunitario, incluyendo SMS, radio, streaming.
  • Crear nuevas economías y tecnologías basadas en el usuario alrededor del conocimiento local. 
  • Posibilitar una educación abierta peer-to-peer para complementar las estructuras tradicionales de aprendizaje.

Sudán del Sur, a parte de dar lecciones a algunos países del primer mundo, puede abrir un camino para todo el continente africano. De hecho, es el sueño de Stephen Kovats:  “Realmente Sudán del Sur presenta una oportunidad increíble para el concepto de apertura, en el sentido de uso de transparencia y sistemas abiertos para la construcción de un país. Mi deseo ahora es buscar socios en otros países de África”.

El paréntesis de Gutenberg

La piratería no va a acabar con la industria editorial. Una profecía apocalíptica: los teléfonos móviles, las redes sociales y los videojuegos sí pueden hacerlo. Devorarán, sin duda, la industria editorial que apenas apuesta por el formato papel. Ahora una confesión: estas líneas forman parte de una estrategia narrativa para que sigas leyendo una historia personal. Prometo no mentir, eso sí. Y un final especialmente incómodo para los traficantes de celulosa (ese lobby del papel) y los señores del copyright.

La historia personal es muy sencilla. Y es de interés común. Mi última creación de ficción, #24H, acaba de conseguir su registro en el ISBN (International Standard Book Number). Ya tiene un número, 978-84-616-0745-7. Hasta hace muy poco, #24H no era nada para las máximas autoridades del libro de España. No existía. Sin ISBN, además, no podía ser encontrado en librerías. Ni siquiera podía subirse a Google Books (ahora ya está).#24H no ha tenido ISBN hasta hace unas semanas no por falta de voluntad sino porque no ha sido fácil conseguirlo. Ha sido, básicamente, una odisea.

El formato de #24H, que usa licencia Creative Commons, es híbrido: papel en Lulu y Bubok, ePub para tablets, MOB para Kindle, pdf. Además, habilitamos una sala de remezclas para que cualquier lector pudiese modificar el contenido, remezclarlo, rescribirlo. Y aquí llega el primer gran problema. ¿#24H Es un libro? ¿Un eBook? ¿Un site? Ethel Baraona, editora de Dpr-Barcelona y de #24H, me lo explicaba de una forma sintética en un mail: «Algunos de los diversos formatos en los que está publicado, como la impresión por demanda o la sala de remezclas, no están contemplados en el formulario de solicitud del ISBN y por lo tanto, dificulta su tramitación». O sea, #24H no era para el ISBN un libro de papel al uso. ¡Pero tampoco era un eBook! Otro pedacito del mail de Ethel: «Se piden datos, por ejemplo, del número de ejemplares, que al ser impresión por demanda es imposible conocer a priori . El «formato digital» solo contempla edición eBook para kindle o PDF, pero aún no incluye formatos interactivos y mucho menos un formato dinámico como la sala de remezcla».

La tecnología abre una espectacular puerta para la literatura. Para su distribución. Para su difusión. Para una nueva interacción entre creador y público. Abre la puerta incluso a la literatura colectiva, a la escritura en red, a la identidad creativa colectiva, a la remezcla. No es obligatorio hacerlo entrar en este mundo. Pero es una nueva puerta. Está abierta. Yo he participado, por ejemplo, en el proyecto colectivo Asalto, de la Fundación Robo. Sin embargo, el mundo editorial, en general, sigue considerando Internet como un enemigo.  Un libro publicado en la plataforma Booki.cc no existe para CEDRO. La Ley de la Propiedad Intelectual es tan obsoleta que publicar un texto en un PAD abierto – documento que permite la escritura colectiva online – es igual a nada.  Y ese desfase entre tecnología, formatos y leyes asusta. Aunque creo que es una buena idea aprovechar ese agujero negro – publicar novelas en PADs. por ejemplo – para dejar en evidencia el absurdo del actual marco legal de propiedad intelectual. Lo peor de todo esto: tenemos que seguir aguantando a esa extirpe creadora alienada en un elitismo totalmente arrogante. Javier Marías, en su texto Tanto compartir, arremetió con virulencia contra el crowdfunding, contra lo compartido, contra las redes sociales. Y  peor que eso:  arremetió contra cualquier tipo de interacción.

Pues tienen que saber, sí, que esa «ridícula interacción» que le causa vómitos a Javier Marías es precisamente lo que va a derrumbar su mundo. El prestigioso científico brasileño Silvio Meira publicó un texto recientemente titulado El principal enemigo del libro… En él, Silvio defendía que los videojuegos, las redes sociales y la mobilidad son los principales enemigos del libro. Silvio, citando a Thomas Petit, la teoría del paréntesis de Gutenberg. Llevamos cinco siglos presos en el formato libro, en un sistema editorial de objetos físicos, en una red de saber encerrado en bibliotecas que nos apartó de la oralidad y la performance ancestral de la cultura. La imprenta de Gutenberg nos apartó de la oralidad. Ahora, entre átomos y bits, estamos en el punto de mutación. La cultura digital supone una vuelta a la oralidad, a la interacción, a lo colectivo. La era de Gutenberg, por mucho que le pese a algunos, ha sido apenas un paréntesis en la historia de la humanidad. Aquí un texto para excépticos.

¿Y qué viene después del paréntesis de Gutenberg, de la dictadura del copyright, del lobby de la celulosa? Aquí, un pedacito del texto de Silvio Meira que no tiene desperdicio: «Después del paréntesis de Gutenberg, los nuevos modos de tratar, recibir, percibir y promover la información desajusta el espacio canónigo de composición y nos lleva a procesos de copia+mezcla+pega (o rip+mix+burn) ofreciendo nuevas y gigantescas posibilidades y, al mesmo tiempo, poniendo en riesgo un modelo (cultural, de negocio y poder) otrora [o todavía] centrado en el autor y su obra». En los últimos coletazos del paréntesis de Gutenberg, Javier Marías sigue en su torre de marfil (que se desmorona) y la viuda de Borges retira del mercado una versión-homenaje de El Hacedor escrita con pasión/admiración Agustín Fernández Mallo.

Mi historia personal tiene un final feliz. Mi libro (o lo que sea) #24H, que fue bastante comentado en redes y algunos medios, pasó desapercibido para muchos críticos literarios. Sin embargo, hubo un texto excelente que entendió todo, titulado #24H: Sinergias entre la novela contemporánea y las redes sociales. No apareció en un pomposo suplemento literario, no. Fue publicado en Playground, una publicación que suele hablar de música, vídeos, DJs, hasta de videojuegos. Bye bye, Gutenberg, como afirma el visionario Silvio Meira. Adiós, literatura-objeto.

Aclarando los términos ‘comunidad’ y ‘red’

¿Qué es una red? ¿Y una comunidad? ¿Y una comunidad virtual? ¿Son términos excluyentes? ¿Complementarios, tal vez? Hace unos días dialogué en Twitter con @lasindias y @elsatch (César García) sobre redes y comunidades. El tuit que desencadenó el debate fue el siguiente:

 

 

Desde @LasIndias argumentaban la clara frontera existente entre ‘comunidad’ y ‘red’. Incluso mencionaron el número Dunbar (150 personas como número máximo de una comunidad real). Vale la pena leer la definición de ‘comunidad’ de la siempre recomendable Indianopedia«Puede ser llamada comunidad real cualquier cluster, una red social perfectamente distribuida donde todos los miembros se relacionan con todos los demás en un ámbito no jerárquico, que comparta una interacción voluntaria sostenida en el tiempo (deliberación) y donde los miembros se reconozcan unos a otros una identidad común».

Hace unos meses escribí el artículo De las redes a las comunidades. La intención era dejar de identificar ‘red social’ como sinónimo de herramientas como Facebook. Lo importante, defendía entonces, era construir comunidad. El Power to the people de Meg Pickards, máxima responsable de redes sociales del diario The Guardian, va justo en esa dirección: construye plataformas, herramientas, deja que la comunidad se autogobierne. Sin embargo, creo que existen varios tipos de comunidades. Que existe una nueva estructura de relaciones, que podríamos llamar red social. Que tal vez existan comunidades virtuales. Y que existen muchos puentes entre todos los conceptos, para nada excluyentes.

Imagen: Urbanohumano.org. Licencia Creative Commons. 

Urbanismo emergente, ciudadanía y esfera digital, del urbanista Doménico di Siena, es uno de los mejores textos que conozco para entender la diferencia entre red y comunidad. Doménico, citando la Wikipedia, afirma que una comunidad es un conjunto de individuos que comparten elementos en común, tales como un idioma, costumbres, valores, tareas, visión del mundo, edad, ubicación geográfica (un barrio por ejemplo), estatus social, roles. La comunidad está basada en sentimientos de pertenencia y suelen funcionar con cierta jerarquía. Cada miembro tiene que confirmar su “afiliación” con gestos presenciales o de compromiso.

Sin embargo, la existencia de Internet, por otro lado, abre la puerta a otro tipo de comunidades. ¿Qué es una comunidad virtual? ¿Qué es lo que entiende por comunidad un community manager? ¿Sus lazos son más tenues que los de una comunidad real? Antes de seguir avanzando, necesitamos definir el término ‘red’. Una red social, como afirma el Doménico di Siena, «es una estructura social compuesta de grupos de personas que están conectadas por uno o varios tipos de relaciones, intereses comunes o que comparten conocimientos». Una red tiende a funcionar de forma horizontal, está basada en la información y la pertenencia a la misma es flexible. El resultado, en palabras de Doménico di Siena, “es una mayor libertad que se basa sobre un intercambio más intenso y más transparente de la información que se produce dentro y por la red”. ¿Las empresas y community managers confunden, el término comunidad con red? ¿O la comunidad virtual es diferente a la ‘red’ y también de la ‘comunidad’?

Imagen: Urbanohumano.org. Licencia Creative Commons

Precisamente, en nuestro debate tuitero, @lasindias insistían en diferenciar ambos conceptos.

Por mi parte, dejé clara mi postura escéptica:

 

Pienso que ambos conceptos, la ‘comunidad’ y la ‘red’ se retroalimentan. La frontera es difusa, estrecha, poco cuantificable. La comunidad es un paso adelante (o al costado) de una red, sí. Una comunidad real en el territorio refuerza y potencia el funcionamiento de una red. Pero una buena red de información compartida, transparente, revitaliza una comunidad. Y más leña a la frontera-difusa-que-se-retroalimenta: las intersecciones de varias comunidades pueden dar pie a una nueva red. Y una red puede dar pie a varias comunidades, puede desmembrarse en varias. En cualquier caso – en plena era de Internet – la red y la comunidad caminan de la mano en un nuevo modelo de organización colectiva, es decir la “estructura en red” que puede llegar a complementar o sustituir el modelo clásico de “la comunidad”. La asociación de identidades digitales a espacios físicos, personas conectadas digitalmente en los territorios, difumina todavía más el debate

Lo que tengo muy claro es que los ‘community managers’ del mercado o de las instituciones políticas no han entendido prácticamente nada. Meg Pickards, jefa de ‘social media’ es antropóloga y no publicitaria con título pomposo (ciao MBA!). Meg aprendió – lo digo porque he visto conferencias de ella – lo que es una comunidad estudiando los pueblos indígenas de Bolivia, viendo cómo bailaban alrededor del fuego.