De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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#SmartCitizens_CC, conectando la inteligencia ciudadana

«¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA CIUDADANA?» SMARTCITIZENS CENTROCENTRO from SMARTCITIZENS on Vimeo.

¿Qué es la inteligencia ciudadana? ¿Qué es una práctica ciudadana inteligente? A bote pronto, la muestra interactiva Smart Citizens, comisariada por Paisaje Transversal, parece contener las respuestas. Los cincuenta y cuatro proyectos incluídos en la exposición y la instalación multimedia de lacasinegra, son un estimulante paseo por las ciudades en la era red. Sin embargo, Smart Citizens, más que querer responder, pretende ser un catalizador de nuevas preguntas.

¿Qué activa la inteligencia ciudadana en entornos urbanos? ¿Qué infraestructuras físicas y digitales necesita una urbe para generar procesos participativos? ¿La colaboración en red puede transformar los espacios físicos? ¿Cómo se construye un proceso abierto entre instituciones y ciudadanos que mejore la eficiencia de la urbe? Las respuestas, desde luego, parecen fluir en cada uno de los proyectos incluídos en la muestra. Un detalle:  la mirada de la muestra está puesta en los procesos creados por los ciudadanos y no en la tecnología de la denominada smart city (ciudad inteligente). «Nuestros cuerpos son hardware, nuestro comportamiento software«, solía decir el filósofo Ted Nelson. «Nuestras ciudades son procesos, nuestros cuerpos sensores», parece susurrar la muestra Smart Citizens.

Organizada en cuatro secciones – Informador, Sensor, Decisor, Emprendedor – SmartCitizens resalta el potencial de las multitudes conectadas y de la acción colectiva. Y deja en evidencia algunos costosísimos proyectos que bajo el paraguas de la smart city incentivan los datos centralizados y la gestión vertical de los mismos. No existen ciudades inteligentes sin ciudadanos inteligentes. Y nada mejor que despertar la inteligencia colectiva que desarrollar herramientas y/o plataformas abiertas como Datea, Meipi o What If Cities.  Sin embargo, una herramienta y/o plataforma no garantizan el nacimiento de una comunidad. Mucho menos su implicación a medio plazo en un proceso. Y en el paseo Smart Citizens siguen surgiendo más preguntas: ¿existe una fórmula para activar las comunidades por el bien común?

Tal vez por eso, Smart Citizens pone especial acento en mapear procesos humanos, dinámicas participativas en territorios compartidos (ya sean digitales o analógicos) o proyectos donde la colaboración mejora el funcionamiento de algo. De Fixmedia (mejora colectiva de noticias) a Desayunos ciudadanos (encuentros en el espacio físico), pasando por  El Campo de Cebada (espacio autogestionado de Madrid), Goteo (crowd funding orientado al bien común) o LiberaTuBici. Las ciudades son un organismo. La información/acción ciudadana mantiene ese organismo vivo. Y el cuerpo común de la urbe muta y renace en el nosotros. La instalación de La Casi Negra continúa en la participación de #SolTube (cualquiera puede enviar su vídeo). El paseo de la exposición sigue en cada uno de los proyectos mapeados, en las redes y en las plazas.

Smartcitizens podrá visitarse gratuitamente en el CentroCentro de Madrid (Plaza Cibeles 1) de martes a domingo, entre las 10.00 y las 20.00, hasta el 29 de septiembre de 2013.

Campo de Cebada, un premio internacional a la ciudadanía en red

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«And the winner is… La ciudadanía en red!». El Campo de Cebada, un espacio ciudadano de Madrid gobernado de forma horizontal, acaba de conseguir uno de los premios internacionales más relevantes: el Golden Nica del prestigioso festival Ars Electrónica. Un jurado internacional de renombre, entre los que estaba el mito ciberpunk Bruce Sterling, decidió que no existe otro proyecto en el mundo que esté tejiendo comunidad en el espacio público como El Campo de Cebada. Y por eso ha decidido que la categoría Comunidades digitales sea para este espacio madrileño.

¿Comunidad digital?, se preguntarán algunos de los que frecuentan el espacio. En el sitio oficial de Ars Electrónica se justifica la decisión así: «El Campo de Cebada es una prueba de que la crisis también crea oportunidades. En el lugar de una piscina demolida, los vecinos de los alrededores construyeron un lugar para el intercambio humano, la creatividad, para el encuentro de la comunidad tanto para los que vivan en Madrid como online». Exacto: El Campo de Cebada es un cruce de redes y territorios, de dinámicas digitales y presencia física. Quien participa en El Campo de Cebada teje red, crea un proceso (software), transforma lo físico (su cuerpo, el huerto colectivo, la cancha de baloncesto construida de forma colaborativa…) en el hardware abierto que es la base de la comunidad.

Sugerencia: dejemos de hablar de red social como sinónimo de herramientas digitales. El camino al MundoReal™ (qué gran texto de @Ciudadano_zer0) desde Internet es más directo del que la mayoría piensa. Y en un momento en el que lo digital y lo analógico se confunden en conceptos como ‘fisital’, ‘digitalógico’ o ‘cibridismo’ vemos cómo un festival de tecnología como Ars Electrónica premia una convivencia humana en el espacio físico. El Campo de Cebada es una fábrica (oh, palabra del pasado-que-agoniza) de tecnología social. Innovación social en estado puro.

Hace unas semanas, envié un mail a algunas de las personas que están involucradas en la gestión de El Campo de Cebada para que nos viésemos allá. Rubén Caravaca, gestor cultural y activista vinculado al movimiento 15M, respondió con un mail emotivo y profundo en el que me contaba que el movimiento 15M, concretamente la Asamblea Austria, ya no era el epicentro del proyecto. Era una parte de un ecosistema más rico y mayor.

«El Campo es un proceso singular, único, con aciertos y errores, pero lo importante es que la gente lo hace suyo. No es el espacio de los de siempre, de los alternativos, de los perroflautas, es el punto de encuentro del barrio, es crear plaza, es participar… es llevar a adelante lo que decimos en tantos foros y que habitualmente se reduce a los de siempre».

El espacio público del futuro está aquí. Se gestiona en red, de forma horizontal, participativa. Es un espacio en beta, imperfecto, que mejora y muta gracias a la inteligencia colectiva. Es más que espacio público: es un espacio común. Pero Houston / Madrid, tenemos un problema. Faltan recursos. Los ciudadanos que han conseguido para Madrid uno de los premios internacionales más prestigiosos tuvieron que recurrir al crowd funding para recaudar los 6.000 escasos euros necesarios para construir una cúpula geodésica que proteja de la lluvia algunas de las actividades culturales habituales en El Campo de la Cebada.

El espacio público del futuro está aquí. Se cocina en red. Pero llegó el momento de que las instituciones reviertan los recursos públicos (impuestos de todos) en lo común, que distribuyan nuestros recursos directamente en las comunidades que construyen ciudad y tejen comunidad.

Urbank.it, una plataforma de crowd funding para espacios urbanos

Agora Movil – Ciudad Emergente / Fundraising Urbankit from Ciudad Emergente on Vimeo.

Marchando una historia redonda de código abierto. Una plataforma de crowd funding (la brasileña catarse.me) abre su código. Un grupo de personas de otro país, Chile para ser más exactos, decide aprovechar el trabajo de programación del equipo de Catarse. Después de entrar en contacto con ellos, de retocar algunas parte del código informático y de encajar su identidad visual, lanzan otra plataforma: urbank.it . La plataforma comparte código, funcionamiento y esencia filosófica: incentivar la financiación colectiva. Los proyectos de Catarse, que presume de ser la primera plataforma de crowd funding de código abierto, son muy variopintos, aunque priman los culturales. Urbank.it se ha centrado en proyectos para mejorar colectivamente entornos urbanos. Y ahí está la explosión: la posibilidad de reusar el código y adaptarlo a diferentes necesidades.

El vídeo que encabeza esta entrada pertenece al proyecto Ágora Móvil, que busca financiación dentro de Urbank.it. Ágora Móvil es un escenario itinerante que se instalará afuera de la Estación Mapocho de Santiago de Chile en la próxima Bienal de Arquitectura 2012 que arranca el próximo 8 de diciembre. El Ágora Móvil, una iniciativa del colectivo Ciudad Emergente, es «un espacio para debatir, informar y conectar a la ciudadanía con tomadores de decisión». Pretende, entre otras cosas, dar «a conocer casos de éxito acerca de ciudadanos organizados que están mejorando sus barrios con acciones creativas, sustentables e inclusivas».

Me encanta la iniciativa y su eslogan, Transforma barrios en superbarrios. Su frase de presentación también me parece acertada:  «Vale la pena Financia + activa proyectos de una calle / manzana / ciudad y forma parte de una micro-revolución urbana. Muévete por transformar barrios en lugares inspiradores». ¿Tiene futuro el crowd funding en el espacio urbano? ¿Es compatible o incompatible con la labor de las instituciones? En este blog, en el post ¿Crowd funding para ciudades?, ya meditábamos sobre ello. Existe una crítica legítima, sí. En el texto Contra el urbanismo kickstarter hay argumentos de sobra contra procesos de crowd funding que tienden a ser espectáculo, demasiado grandes y poco participativos. Sin embargo, creo que el potencial de las multitudes conectadas en el espacio urbano es grandísimo. Ya existen otros proyectos parecidos a Urbank.it, como SpaceHive. Y sin lugar a dudas, que es un camino que empezará a estar transitado. ¿Para cuándo un proyecto similar en España, un país donde el urbanismo P2P, participativo, de código abierto, está explotando en centenares de proyectos?

 

Espacios en Red (#HackingHarvard)

Networked Spaces, Emerging Communities. Así titulé la charla que preparé para el NetWorked Urbanism Studio que Ecosistema Urbano está desarrollando hasta finales de año en la Universidad de Harvard de Estados Unidos. Cuando José Luis Vallejo (@jlvmateo) y Belinda Tato (@belindatato) me invitaron para participar en el Gradual School of Design de la Universidad de Harvard, tuve bastante claro el eje de la charla-clase: Especios en red, comunidades emergentes. Una frase del slow- arquitect Francesco Cingolani iluminó el camino: ¿Y si conectamos las redes virtuales con un espacio físico, libre y vacío?. Mi presentación – alrededor de ciudades en red y comunidades empoderadas – se fue construyendo orgánicamente.

Declaración Universal de Derechos Urbanos

«Microentrevistas a ciudadanos sobre cómo es y podría ser la ciudad. Observamos, escuchamos y contamos, para que esa información esté disponible para los que reflexionamos y actuamos sobre ciudad». Directo, simple y contundente. Así es el proyecto Declaración Universal de los Derechos urbanos, el remix que el colectivo multidisciplinar Zuloark de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU. La idea es redonda: abrir un espacio para que los ciudadanos compartan sus ideas sobre la ciudad. Los entrevistados tratan, según el propio site, de proponer un derecho urbano que habría que proteger, un derecho a conquistar  y qué se debería erradicar.

Vale la pena darse un paseo por todas las declaraciones. Quien lo prefiera puede navegar por etiquetas como Movilidad, Paisaje Urbano, Economía Urbana, entre muchas otras.  Lo que más me gusta del proyecto es que está gobernado por la inteligencia colectiva. Cualquier persona puede subir su microentrevista al site. La revolución de internet no es el download, como afirma el coro antipiratería, sino el upload, que cualquiera pueda subir cosas. Y este proyecto es la prueba perfecta. El resultado es un relato coral, distribuido y polifónico de derechos urbanos. Un relato que conforma una nueva piel de contenido de una ciudad imaginaria y compartida construida de retazos de urbes reales. La suma de microentrevistas es un abanico plural de propuestas concretas para nuestras ciudades.

Los posibles desdoblamientos o mutaciones del proyecto son casi infinitos. Se podría elaborar uma cartografía colocando cada vídeo en su lugar de realización. Se podrían colocar códigos QR en esos lugares (o en otros) para que la gente pudiera escanear los códigos con sus teléfonos móviles y escuchar las microentrevistas. Se podrían disponibilizar todos los códigos creados e incentivar que los ciudadanos se los bajen y los cuelguen en las paredes de las ciudades. Se podrían crear herramientas (o usar algunas ya existentes) para que los protagonistas de las microentrevistas hagan cosas juntos. Se podría dar la posibilidad de enviar el vídeo, tal como se envían peticiones en plataformas como Change.org o Oiga.me, a un político concreto…. El primer paso, este gran proyecto, ya está dado. Las remezclas están en el tejado de las multitudes conectadas.

He escogido la microentrevista del colectivo Leon11 por varios motivos. Primero, porque deciden colocar sillas en el espacio público para charlar. Segundo, porque la policía dijo lo siguiente: «NO es legal sacar sillas a la calle. ES OCUPACIÓN DE LA VIA PÚBLICA, es denunciable». Tercero, porque ya tenemos una ley a erradicar: no poder disfrutar del espacio público como lo hacían nuestros abuelos.

Si has llegado hasta aquí y te gustó este proyecto, te encantará Urban Leaks (también de Zuloark). 

Ciudad en tiempo real

La ciudad como un conjunto inconexo de fotografías. La ciudad como un flujo de imágenes distribuidas, geolocalizadas, compartidas. Tu ciudad como una suma de miradas subjetivas. El funcionamiento del proyecto This is Now es simple: presenta en tiempo real las fotos realizadas en la red social móvil Instagram que contengan geolocalización. São Paulo, por ejemplo, a las  07.19.02 Pm del pasado lunes, configuraba la imagen que abre esta entrada. This is Now, del estudio australiano LexicalLabrecopila información en tiempo real de ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Madrid, São Paulo, Londres, Sydney o Tokyo, entre otras. Y prueba que estamos asistiendo al nacimiento de una ciudad en tiempo real construida en red alrededor de la no jerarquía. Una ciudad con nuevas capas de información, de datos compartidos, de nuevas relaciones humanas. Las ciudades ya son, como afirma la socióloga Mimi Sheller, «flujos de personas, vehículos e información”.

This is now no es el único proyecto que crea una nueva piel digital informativa sobre ciudades físicas. El proyecto Stweet, del estudio We Love the net, superpone mensajes de Twitter geolocalizados sobre imágenes de Google Street Map. Más disruptivo y libertario es el proyecto Canal Motoboy, que el artista catalán Antoni Abad lanzó en São Paulo: un canal informativo en tiempo real realizado por los populares motoboys (mensajeros). El canal incluye noticias, vídeos, la situación del tráfico de muchas calles. Y compite con ‘inteligencia colectiva’ contra los medios de comunicación clásicos. Aquel periódico de Hong Kong que despidió a algunos fotógrafos y entregó cámaras a los ágiles pizzeros de la ciudad (explicado en el Manifiesto posfotográfico de Joan Fontcuberta) entendió algo del nuevo paradigma del real time. Los viejos medios, casi nada: siguen queriendo llegar primero.

Propongo una remezcla. El ingrediente primero sería el concepto de media building (edificio informativo) de Paul Virilio, «un edificio que alberga más información que viviendas», como metáfora de la nueva ciudad. Segundo: la ciudad distribuida propuesta por el urbanista brasileño Caio Vassão, una ciudad sin centro ni periferia, con una topología de red distribuida y nodos interconectados. La resultado sería una ciudad no centralizada, con nuevas capas de información ciudadana y nuevas interacciones en red. Una especie de ciudad transmedia que incumbe por partes iguales a medios de comunicación y a instituciones urbanas.

BCNoids Reel from enrique soriano on Vimeo.

Para entender esta ciudad transmedia, distribuida, informativa y en tiempo real tenemos que hablar de una nueva ecuación: datos abiertos y visualizaciones. En este blog ya he citado algunos proyectos de visualizaciones en Gran Bretaña (bicicletas y taxis de Londres, tráfico aéreo) o el Ville Vivante (llamadas móviles de Ginebra). El investigador Fran Castillo, en la web del estudio Complexitys, repasa algunos proyectos que visualizan datos ciudadanos de esta nueva e inspiradora real time city. Cita casos como el BCNoids Reel (visualización del uso de las bicicletas alquiladas en Barcelona) o el Live Singapore (realizado por el Senseable City Lab del MIT para visualizar en tiempo real Singapur). Visualizaciones dinámicas de nuevos sistemas complejos conformados por los ciudadanos, gracias a la tecnología móvil, al movimiento open source y a las nuevas herramientas digitales. La exploración de nuevas formas, códigos y lenguajes de las visualizaciones, como destaca Fran Castillo, «nos permiten imaginar nuevos paisajes, máquinas constructoras, que generan nuevos territorios emergentes». Además, matiza Fran, los datos son la «llave de un nuevo empoderamiento ciudadano». Un empoderamiento ciudadano que cuestiona el control vertical de medios e instituciones sobre las urbes, sobre la sociedad.

Uno de los mejores inventarios sobre esta incipiente ciudad en tiempo real es el catálogo Habitar. Redibujar el entramado urbano que el periodista, comisario e investigador José Luis de Vicente, preparó para el Laboral Centro de Arte de Gijón. En él aparecen proyectos como Visualizando el tráfico de Lisboa, In the Air (que mide la contaminación del aire gracias a sensores ciudadanos) o el Sentient City Survival Kit (que explora las implicaciones sociales, culturales y políticas de la computación ubicua). Pero lo más interesante de Habitar son algunas de las reflexiones de los autores invitados. El británico Usman Haque piensa en crear ciudades participativas con las mismas reglas del diseño de plataformas web. La arquitecta Molly Wright, en su texto Urban software: the long view, teje ideas alrededor del “nuestros cuerpos son el hardware, nuestro comportamiento, el software”. La ciudad, en definitiva, como un conjunto de edificios de información, como una red de cuerpos que conforman un hardware que facilita nuevos softwares/procesos compartidos.

San Francisco. ‘Locals and tourists’, por Eric Fischer.

Y aquí llegamos a otras perspectivas, a otras preguntas. ¿Cómo coagulará esta instantaneidad en la memoria? ¿Cómo será recordada esta vertiginosa ciudad en tiempo real? ¿Servirán para algo las hemerotecas de los periódicos? Los antropólogos Alberto Corsin y Adolfo Estalella, en su ensayo The city as archive, hardware, method, abordan las  asambleas de barrio del movimiento 15M español – reuniones en espacio público, procesos de diálogo colectivo, información compartida en redes – con un ángulo interesante. Las asambleas conformarían un nuevo hardware, un suelo común, un método, sobre el que se basa la nueva ciudad en tiempo real. Las asambleas – ese hardware – serán un archivo vivo en red. El proyecto Personal Positioning System (PPS), del Near Future Laboratory, mencionado en el catálogo de Laboral, es otro caso de posinstantaneidad: crea mapas dinámicos sobre la posición de un persona, una verdadera cartografía del flujo del yo.

La arqueología de la ciudad en tiempo real tendrá que ver con las personas, no tanto con los objetos. Estará compuesta de procesos compartidos, no de las normas legales que rigen (prohibiendo) las ciudades. Será aqueología hecha de información en red, no un conjunto de noticias verticales. Se parecerá a los mapas sociales que Eric Fischer compone con fotografías geolocalizadas en Flickr. O al proyecto A more perfect Union, de Luke Dubois, en el que las ciudades llevan el nombre de la palabra más repetida en redes sociales en ese espacio. La ciudad en tiempo real será un arqueología moldeada por todos, un espacio que fue construido para ser habitado, una suma de wikicalles, de wikiplazas, basado en relaciones humanas.

La ciudad en tiempo real será una arqueología de redes o no será.

Mi web: bernardogutierrez.es Fundador de la red futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa

 

Baila en tu plaza, pásalo

Una frase clásica: «Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa» (Emma Goldman). Una idea: salgamos en masa a las plazas, bailemos juntos. Un sueño: los ayuntamientos colocan un suelo especial que convierte el movimiento de las multitudes inteligentes (y bailongas) en energía. Cada paso, es una zancada de sostenibilidad. Cada danza coral, un baño de energía limpia.

Ahora, para llegar al párrafo-sueño, coloquemos algunos peldaños de esta escalera bailable. La tecnología para convertir pasos de persona en energía ya existe. La empresa Pavegen se ha especializado en ello. Y alguna marca ya ha sacado tajo de tan inspiradora idea. Johnny Walker convirtió gracias a su Keep on walking project  42.000 pasos colectivos en energía eléctrica. Y una excelente noticia para nuestra escalera al cielo bailable: ya existe una discoteca que transforma en energía los movimientos de sus clientes en la pista. La organización londinense Club4Climate  abrió un club en King´s Cross que convierte el baile en energía limpia. Y ya piensa abrir sucursales en Nueva York, Ciudad del Cabo y Rio de Janeiro.

La calle es nuestra. ¿O apenas pertenece a marcas de whysky que incentivan el pelotazo fácil? ¿Y si Rumba rave, el ya mítico flash mob que puso a bailar flamenco a varias activistas en un banco, se traslada a las plazas y encima produce energía limpia? ¿Y si el super concurrido y curioso Experimento MP3 que abre con un vídeo esta entrada generase electricidad?  Sigamos subiendo esta escalera-sueño. Es sólida, creéme: los visionarios de Pavegen, que están experimentando su tecnología en East London, no están solos. El estudio madrileño Ecosistema Urbano ha desarrollado un proyecto que convierte la energía el movimiento de un carrusel de feria. El Dordrecht Energy Carousel, llevado a cabo en Holanda, enreda con sutileza ludismo, espacio público y ecología. No te cortes: juega, comparte. Crea energía. Baila con otra persona.

Tras el espectacular éxito de Acampada Sol, que consiguió el premio especial del público en los Premios Europeos Espacio Urbano 2012, la mutación de las plazas ocupadas bien podría ser un baile. Si los gobiernos fuesen innovadores (y ahorradores) invertirían en el pavimento bailable-capta-energía. Incentivarían el mambo del procomún en cada plaza. El chachachá del copyleft en cada esquina. El tango del P2P. Las bulerías de la sostenibilidad. Sin embargo, creo que de momento, los Gobiernos están dejando de lado los bailes agarrados del colectivo. Prefieren el death metal de los mercados o el techno machacón y alucinado  de los recortes.

Imagen del proyecto Dordrecht Energy Carousel de Ecosistema Urbano. 

 

 

Haz tu propia ciudad

Haz tu propia co-ciudad. Co-diséñala, co-creala con otras personas, compártela. Debate en comunidad y crea una ciudad a tu medida. Así de refrescante es la propuesta del estudio holandés MVRDV para Almere Oosterworld. El renombrado estudio acaba de lanzar este proyecto que pretende hacer en el territorio lo que algunos llevan haciendo en juegos como el Sim City: construir la ciudad ideal.La gran característica de este proyecto es que encaja a la perfección con la filosofía Do It YourSelf (DIY) y con las inercias colaborativas de las era de las redes. La dinámicas digitales, aplicadas al territorio, son así de explosivas.

El proyecto, que hace de intermediario entre ciudadanos, sector privado e instituciones públicas, incentiva a los propios vecinos a crear los espacios urbanos, las infraestructuras, las áreas rurales y los centros de convivencia. La apuesta es integrar campo y ciudad, bajo padrones de sostenibilidad absoluta. Y con un abanico de prácticas participativas que están en el epicentro de la cultura de red: procesos bottom up (de abajo arriba), horizontalidad, remezcla y comunidades autogestionadas. El espacio público se concibe como una plataforma (palabra muy común en el mundo digital) en el que las comunidades se relacionan. De hecho, creo que el proyecto de MVRDV va más allá del Do It Your Self (DIY). Podríamos encajarlos en la inercia del Do It With Others (DIWO). Haz tu propia ciudad, sí. Pero con otras personas.

¿Qué habría pasado, por ejemplo en España, si durante la efervescencia ladrillera pre-burbuja, se hubiera aplicado la dinámica del Do It With Others (DIWO)? Pues dudo mucho que tuviéramos un Madrid DF de barrios fantasmas y deshaucios diarios. Precisamente la crisis ha hecho estallar en España la arquitectura espectáculo. Y está creando un ecosistema co-creativo, bottom up y participativo muy poderoso. El urbanismo, como aseguran en Paisaje Transversal, «no es un producto de mercadotecnia». De hecho, la ciudad, tras el intenso año protagonizado por el 15M, ha dejado de ser un objeto para muchos. La experiencias de urbanismo P2P, participativo y procesual se multiplican. Y  muchos de los city makers están empapándose de conceptos como DIWO. El proyecto Master DIWO, que pretenden investigar en procesos de ‘emprendizaje’ desde lo compartido, ha tenido, por ejemplo, bastantes sinergias entre urbanistas.

Haz tu propia ciudad. Pero, recuerda, hazla con otros.

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Smartcitizens.me

SmartCitizen.Me de Fab Lab Barcelona en Vimeo.

«¿Cuáles son los índices reales de contaminación del aire en torno a tu casa o comercio? ¿Y de contaminación acústica? ¿Y de humedad del aire? Ahora imagina que los pudieras conocer, compartir y comparar al instante con otros lugares de la ciudad, en tiempo real… ¿Cómo podría esa información ayudar a mejorar la vida en nuestro entorno?». Así empieza la explicación del proyecto Smart citizens que el Fab Lab de Barcelona ha inscrito en la plataforma de crowd funding Goteo.

El proyecto SmartCitizen.me se «basa en la geolocalización, en Internet y el hardware y software libres para la captura de datos y la producción de objetos; conecta personas con su entorno y su ciudad para crear relaciones más eficaces y optimizadas entre recursos, tecnología, comunidades, servicios y acontecimientos en el entorno urbano». O sea: coloca a los ciudadanos en el centro. Convierte a cada persona en una interfaz entre la ciudad y sus datos. Humaniza la tecnología. Democratiza la producción y uso de los datos. Incentiva la inteligencia colectiva.

Hace unos meses, escribía en este blog una entrada titulada Se buscan ciudadanos inteligentes para el espacio público, para hablaba precisamente de la necesidad de incorporar a los ciudadanos a la era de Internet of things. También escribí Hardware libre para una ciudad libre, repasando algunos casos de arduino (que usa este proyecto barcelonés) en el espacio público. Por eso considero que este proyecto de Smartcitizen.me que necesita 8.938 euros mínimos para arrancar merece nuestro apoyo.

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La ciudad vista como un flujo de llamadas móviles

La socióloga Mimi Sheller define la ciudad como un «flujo de personas, vehículos e información». El proyecto Ville Vivante (ciudad viva), que transforma las llamadas de los teléfonos móviles en una vibrante animación, encarna a la perfección este concepto de ciudad de flujo de datos. La espectacular animación, realizada entre el Ayuntamiento de Ginebra, Lift y el genial estudio Interactive Things, mapea las llamadas en Ginebra realizadas entre las 5 p.m y las 6 p.m del pasado 2 de diciembre de 2011. Swisscom, el mayor proveedor de servicios móviles de Suiza, facilitó la localización de catorce millones de llamadas anónimas. Tras conseguir los datos, el diseñador Benjamin Wielder investigó sobre el movimiento real de las personas que efectuaban las llamadas. Las diferentes intensidades de naranja revelan los diferentes grados de actividad.

El proyecto incluye, además de la animación, seis gráficos interactivos sobre diferentes aspectos del estudio (flujos durante la noche o entre diferentes barrios, por ejemplo). Benjamin Wielder asegura que «la mayoría de los datos de una ciudad normalmente no se usan, pero dicen mucho de nosotros». Cierto: los datos pueden ayudar a las urbanistas a mejorar la ciudad. Pero hay que tener cuidado con el control vertical y centralizado de datos de la línea Smarter City de IBM. Grupos de trabajo como el de Ciudades y procomún, del MediaLab Prado, trabajan por otro orden de datos distribuidos y abiertos. Y proyectos como Open Energy o Data Citizen Driven City prueban que los teléfonos móviles pueden transformar la ciudad, gracias a la plataforma de hardware libre Arduino, en un red distribuida de ciudadanos interconectados que generan e intercambian datos por el bien común. Una red abierta y participativa que genera nuevas inercias de mejora urbana.

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