De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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La Comuna (P2P) de Madrid

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Los años 20, en el boomerang neblinoso de la historia, sobreviven en una postal roja de un cabaret burlesque del Berlín dadaísta. Los años cuarenta son un eco de tango bailado por inmigrantes en los arrabales de Buenos Aires. Los ochenta suenan a vinilo poblado de los gritos punk del Londres #postindustrial. La década de 2010 será un recuerdo de plazas tomadas, de calles vivas, de creatividad político-cultural. Será sinónimo de Madrid. De aquí a unos años, algunos recordarán la convulsa situación política, la violencia policial o el desempleo. Pero lo que pasará a la historia será otra cosa: una ciudad viva, transversal, oblicua, intensamente social, con un espacio público politizado, libre, conectado con el mundo. La década de los 10 será sinónimo de una ciudad autogobernada por sus ciudadanos, poseída por un vendaval de innovación social, por un dinamismo sin parangón. En la postal, sembrada de manos en alto, se leerá: la Comuna de Madrid.

La Comuna de Madrid – más dispersa, heterogénea y cosmopolita que la Comuna de París de 1871 – será rememorada como el rincón donde nació la comunicación-acción, la acción-pensamiento, el pensamiento-prototipo. Madrid, como efervescencia de redes y calles. Madrid, como territorio e imaginario de proyectos, procesos y acciones tecnopolíticas. Madrid como un laboratorio ciudadano glocal que mira al mundo incluyéndolo al mismo tiempo. Pero en la Comuna de Madrid no todo es acción, hecho, asamblea, escrache. En la urbe – con su tejido red expandido en el resto del Estado español – se está cocinando un cuerpo teórico que arropa las nuevas prácticas. Teoría bastarda, remezclada, promiscua. Teoría-práctica. “El procomún es una zona de intercambio donde los commons tradicionales se encuentran con la cultura libre”, asegura el investigador Adolfo Estalella, contextualizando su texto en Madrid. Y acá radica un pequeño secreto.

Desde finales de los años noventa, la cultura libre se enredó en Madrid con los movimientos sociales en centros okupas como El Laboratorio. Mientras los squatters de Berlín siguen anclados en la estética punk y en un antifascismo clásico, en la treintena larga de Centros Sociales Ocupados (CSO) de Madrid se fragua un nuevo mundo en red, horizontal, agregador. Un nuevo mundo impregnado de ética hacker que diluye las fronteras de lo off y lo online. Que difumina las fronteras de los países y Estados Nación.

Son centros sociales diferentes. Son extensiones de las plazas ocupadas en la primavera del 2011. Centros que funden el dentro y el afuera. Centros que expanden su acción en todos los espacios urbanos. Cierto: nunca en su historia Madrid había tenido tantos Centros Sociales Ocupados (CSO). Aunque en la cantidad no reside el diferencial de esta nueva era de la urbe. ¿A qué sabe huele, suena, huele la Comuna de Madrid?

Captura de pantalla 2013-05-31 a la(s) 09.47.36Imagen: ilustración de  @Ciudad_basura y @maralpel para el seminario #OPENmadrid de ThinkCities.org

Por un lado, algunos de estos espacios exceden la definición de Centro Social Ocupado. Son algo más. Algo diferente. El ejemplo más paradigmático es La Tabacalera, una antigua fábrica cedida por el Gobierno a movimientos sociales del multicultural barrio de Lavapiés. La Tabacalera, que se define a sí misma como Centro Social Autogestionado, es un espacio que encajaría en la teoría del partner state (Estado socio) de Michel Bauwens, fundador de la P2P Foundation. El proceso Esta es una plaza, un parque autogestionado con ayuda de un blog colectivo, también cuenta con el beneplácito del poder público hace muchos años. El Estado socio pone la gobernanza de sus espacios a disposición de la sociedad. Una sociedad en red, peer-to-peer, persona a persona, que se auto organiza al margen de las instituciones sin recharzarlas. Y en la Comuna de Madrid, #estápasando

En segundo lugar, el espíritu del 15M está creando un nuevo caleidoscopio que borra del imaginario la casa okupa clásica. Del Patio Maravillas a La Morada del barrio de Chamberí, pasando por el Espacio Sociocultural Liberado y Autogestionado El Eko de Carabanchel, los nuevos espacios sociales de Madrid son agregadores, heterogéneos, plurales, mestizos. Y no tienen el viejo antagonismo «antisistema» como epicentro. En ellos, se cocinan-prototipan mundos nuevos, sin necesidad de destruir frontalmente el actual. Con construyen cosas, conexiones, procesos. Sin antagonismo. Y la participación es mucho más intergeneracional que hace unos años. Los Yayoflautas de Madrid – los abuelos del 15M – ensayan teatro en La Tabacalera, por ejemplo. La relación con la tecnología, además, es muchísimo más intensa.

En todos estos espacios, el nuevo mundo se vislumbra en jergas-siglas Este interesante texto del Vivero de Iniciativas Ciudadanas de Madrid habla de «DIY (Do it YourSelf), CO-, #, WIKI,MIDDLE-OUT, PRO-, P2P, DIWO (Do it with Others), SLOW-, CROWD-, DIT, @, OPEN, NET- o BOTTOM-UP» como prueba del nuevo mundo que está en marcha en la ciudad. Jergas habituales en la cultura digital. Jergas/siglas que intentan definir prácticas horizontales, colaborativas, en red, transversales. Un detalle vital: las siglas son Prácticas Que Se Tocan. Son reales, aunque algunos no sepan qué significan. ¿A qué sabe-suena-huele, pues, la Comuna (P2P) de Madrid?


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Imagen: La Galería de la Madalena

Una definición imperfecta: Ciudad P2P (peer-to-peer): dícese de la urbe en la que sus nodos (calles, plazas parques) pueden estar conectados entre sí sin pasar por el centro. Persona2persona.Plaza2plaza. Parque2parque. En La Comuna P2P de Madrid los nodos / barrios se han reconectado con otras lógicas, al margen de periferias y centros. Una de las grandes novedades de la Comuna P2P de Madrid reside en los espacios a cielo abierto. El #TomaLosBarrios, que disgregó la Acampada Sol en los primeros días de 15M en asambleas locales, reforzó a esa Comuna P2P de Madrid que ya estaba en marcha

Desde finales de los años noventa, el cambio de piel ha sido paulatino. El 15M apenas multiplicó, aceleró. La Comuna P2P de Madrid empezó a coger forma con los reciclajes / resignificaciones urbanas de Basurama, ZooHaus, Left Hand Rotation o Boa Mistura. Y con los mobiliarios-proceso de licencias libres, low cost y temporales de Zuloark, como el superbench o #Savethedinosaur. Y con las intervenciones urbanas de Todo por la Praxis, su guía de Vacíos Urbanos Autogestionados, sus hackeos físicos como el Banco Guerrilla. Y con las regeneraciones de tejidos barriales de Paisaje Transversal. Y con las galerías post it en muros y paradas de autobús de La Galería de Madalena.

El 15M, como ineludible salvapantallas común, dinamiza las plazas con pensamiento y acción política. En la Comuna P2P de Madrid, a día de hoy, se celebran un centenar de asambleas políticas en el espacio público. La calle, en palabras de Adolfo Estalella, no es sólo el lugar del ejercicio político sino el método de esa política. «El derecho a la ciudad» de Henry Lefebvre renace en Madrid a diario. Y muta y se recicla en calles y redes.

El mencionado proyecto Esta es una plaza abrió el camino de la ciudad híbrida (redes digitales + espacios físicos). El Twittómetro que ampliaba a la red las asambleas de la Acampada Sol o el mapa en tiempo real de #Voces25S crearon esa acuarela digitalógica, fisital, cíbrida. La Comuna P2P de Madrid es una ciudad hecha de átomos y bits, virtual y analógica a partes iguales. Madríbrida, como un cúmulo de streamings ciudadanos de PeopleWitness (proyecto nacido en Barcelona). Madribrida, como personas que deambulan por la urbe comunicándose en tiempo real con grupos de What’s App. Como una sesión de ThinkCommons.org que proyecta en el espacio físico un encuentro virtual de varias personas del mundo.

La ciudad viva con la que soñó la estadounidense Jane Jacobs, icono de la humanización de las urbes, habita en la híbrida Comuna P2P de Madrid. En el hashtag-acción #BarriosDespiertos. En iniciativas como El paseo de Jane, un paseo-deriva urbana para tejer redes humanas en los barrios. La Comuna P2P de Madrid es una postal viva, bastarda, interracial, profunda, poética, sexy. Los profesores universitarios ocupan el espacio público con 500 aulas en un solo día, con streaming y cobertura de redes. Y los desconocidos se juntan en parques, plazas o blogs en los Desayunos ciudadanos.

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Imagen: El Campo de Cebada 

¿A qué sabe-suena-huele, pues, la Comuna P2P de Madrid? A la vida social del espacio El Campo de Cebada, recientemente galardonado con el Golden Nica, del Ars Electrónica, en la categoría de ‘comunidades digitales’. En ‘El Campo de Cebada’ – un espacio gobernado transversal y horizontalmente por sus vecinos – se enredan permacultura, arquitectura en beta, cultura libre y una inspiradora convivencia intergeneracional-racial-cultural. En la Comuna P2P de Madrid la cuestión no es tanto el qué hacer sino el cómo hacer. Y por eso la urbe-mundo está entregada al nuevo concepto del comoísmo: el quid de la cuestión se encuentra en los procesos y metodologías y en lo transversal, inclusivo, interdisciplinar y heterogéneo.

La Comuna P2P de Madrid es copyleft (copia liberada). Sus plazas son copyleft. Cualquiera pueda sentarse, hablar, grabar. Compartirlo con el mundo. Graba tu plaza. Copiala. Súbela a la nube de MediaTeletipos. El invidivuo renace en el nosotros. Y para rabia del fanático individualismo neoliberal la Comuna P2P de Madrid es la ciudad DIWO (Do it With Others). Ciudad Hazlo Con Otros. Ciudad Colabora. La Fundación Robo no es una persona. No hay líderes. No hay rostros. Somos nosotras. Las canciones son colectivas. Son reapropiables. En el Madri DIWO la clásica Bicicrítica – paseo colectivo en bicicleta sin rumbo fijo– transmuta en el Plano de Calles Tranquilas. O en el bar y espacio de co-working La Bicicleta, que nació como un proyecto de crowd funding. Solo no puedes. Con amigos sí.

En los ochenta, en el Madrid narrado por Joaquín Sabina “el sol era una estufa de butano”. Y había “jeringuillas en el lavabo”. Desempleo. Yonquis. Rock cervecero. En la Comuna de Madrid hay desempleo. Pero prima lo trans-, lo co-, lo inter-, lo plural. Y la Cultura_RAM, un nuevo paradigma cultural basado en el intercambio y lo relacional, no en lo acumulativo. Hazlo con otros. Comparte libros en Bookcamping.cc. Cambia tu tiempo en el banco NOCKIN. Comparte Internet con tu vecino en WIFIS.org. Bebe conocimiento libre en la librería-editorial Traficantes de Sueños. Piérdete en el turismo hacker del proyecto Loginmadrid, en el que cada persona local es un password que introduce al visitante en comunidades barriales. La Comuna P2P de Madrid sabe-huele-suena a serendipia, a encuentros fortuitos, a cultura abierta a innovaciones cruzadas.

Al inicio de los noventa, Madrid todavía era aquel “mar de alquitrán, feudo estatal” contra el que despotricaba el grupo de heavy metal Barón Rojo. Una #PostMetrópolis con un centro repleto de instituciones y una periferia obrera desconectada emocionalmente del corazón urbano. La Comuna P2P de Madrid es un dédalo de plazas interconectados que crece y muta al margen de representantes, Gobiernos e instituciones. Dialoga, co-crea. No depende de lo institucional. Pero tampoco es antagonista.

La urbe, simplemente, renace sin pedir permiso en sus espacios inertes o desocupados. En el Mercado de San Fernando (Lavapiés), por ejemplo, se venden libros al kilo en La Casqueria y las verduras conviven con el software libre. La ciudad se reconfigura en lo oblicuo, en lo transfronterizo, en lo asimétrico. En seminarios abiertos como Hack the Academy Studio, donde la academia derriba sus muros y la ciudadanía participa.  Se cocina-piensa en La Mesa Ciudadana, entre expertos, amateurs, arquitectos, artistas, enredas multidisciplinares y técnicos del ayuntamiento.

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Imagen: taller Arquicómics, sobre relación de la arquitectura y el cómic.

La Comuna P2P de Madrid es la cuna del concepto Extitución. Si las instituciones son sistemas organizacionales basados en un esquema dentro-fuera, las extituciones se proponen como superficies en las que pueden ensamblarse, eventualmente, multitud de agentes. Extituciones líquidas, flexibles, incluyentes, intinerantes, post it. Extituciones como el Intermediae, forjado con software libre y participación transversal, que puede celebrar sus encuentros-debates en el Matadero, pero también en diferentes espacios de la urbe. Extituciones como el MediaLab Prado, que ofrece su cuerpo a las comunidades, cocina ciencia abierta, bosteza prototipos múltiples, transforma ciudadanos en sensores (ver Data Citizen Driven City) o su fachada en una pantalla jugable, reapropiable, compartida.

Madrid, para Antonio Machado, “era el rompeolas de todas las Españas”. En la década de los 10, Madrid es el rompeolas remix de todas las plazas, de todos los continentes, de todas las lenguas, de todas las redes. Toma la plaza. Take the square. La nacionalidad no importa. El espacio de disputa de la Comuna P2P de Madrid es el mundo. Lo hiperlocal tiene latidos globales. Los ciudadanos protegen a sus inmigrantes de la policía. En los espacios comunes – ya sea Tabacalera, El Campo de Cebada o el MediaLab Prado – la multiculturalidad es la norma. Y una galaxia creciente de proyectos interculturales con sede en la urbe, como Lab Latino, Inteligencias Colectivas, Red Trans Ibérica o Curator´s Network, conectan las redes de afectos con el planeta desarrollando proyectos en otros países.

Si Madrid – ingobernable urbe de capas, puzzle multicultural, grito micro-macro nacional – estuviera gobernada por políticos despiertos, ya habrían convertido esta efervescencia en “marca ciudad”. Madrid estaría viviendo una REmovida madrileña más cool que la almodovariana. O una Movida 2.0 caza turistas que acabaría descafeinando las propuestas.

Mejor así. Que nadie se apropie del relato. Que la co-creación volcánica no tenga nombre. Que sea un río subterráneo, coral, casi invisible. Que la Comuna P2P de Madrid sea viento tenue, constante. Que sea rizoma. Que sea el océano dónde, en medio de la tormenta macroeconómica, navegan todos los afectos glocales. Que la Comuna P2P de Madrid apenas se entienda de aquí a unas décadas. Y que pase a la historia como aquella primera piedra, aquel prototipo que, plaza a plaza, palabra a palabra, concepto a concepto, fue sustituyendo al viejo mundo sin que nadie se diera cuenta.

#VentealReina, el 15M se encierra en el Museo Reina Sofía

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¿Por qué no existe en España una marea ciudadana de la cultura o de la comunicación como existe una marea de la sanidad (blanca) o de la educación (verde)? ¿Por qué los sectores de la cultura y de la comunicación no se están organizando con la subida del IVA al 21%, el cierre de cines, librerías o teatros, leyes tan anacrónicas como la Ley Lassalle o los ERES generalizados en los medios de comunicación? Estas preguntas han sido habituales durante las asambleas preparatorias del encierro de la cultura y la comunicación, que se va a celebrar mañana en el Museo Reina Sofía de Madrid, a partir de a las 19.00 horas.

Las respuestas se intentarán buscar de forma colectiva en este encierro que forma parte del calendario de acciones del #MayoGlobal, en el marco del segundo aniversario del 15M. #VentealReina – un encierro en el que habrá asambleas, talleres, debates, mapeos y actuaciones performáticas – es un intento de agregar a todo el gremio de la cultura y de la comunicación, pero también a todos los ciudadanos. ¿Los recortes y las subidas de impuestos no afectan también a espectadores, lectores o amantes de la música? El encierro intentará también unir de forma agregadora a los defensores de la cultura libre (tan vitales en los meses previos al 15M con su lucha contra la Ley Sinde) y a la industria cultural, más distantes de los nuevos movimientos . Todos los que lleguen con talante dialogante serán bienvenidos.

¿Por qué apenas ahora el sector cultural del entorno 15M intenta organizarse? Nada mejor que la propia nota prensa de esta incipiente Marea.

«Porque queremos hacer visible la marea de la Cultura y la Comunicación. Porque las instituciones culturales han visto recortado su presupuesto. Porque estamos hartos/as de que nos despidan, cierren los lugares dónde disfrutamos del cine, la música, el teatro. Porque queremos comunicar y generar cultura libremente y con condiciones dignas de vida».

El colectivo Bookcamping.cc, que participa en el encierro, muestran sus motivos en un texto especial que han publicado en su blog: «Bajo la excusa de la endémica crisis financiera, los organismos del Estado han procedido a algo que sólo se puede entender como un desmantelamiento sistemático de toda infraestructura, dotación y financiación en el ámbito cultural fuera del ámbito del mercado libre de cultura».

El encierro arrancará con una asamblea a las 19.00 horas. A partir de las 20.00 se pondrán en acción las tres líneas de trabajo. La primera, un mapeo de los lugares cerrados por las políticas de austerida: cines, bibliotecas, sitios dónde ha habido ERES en plantillas de comunicación, teatros… La segunda línea de trabajo será la Comunicación y Expresión, con un «poco de ruido comunicativo, bookblocs y más sorpresas». A partir de las 20.00 tendrán lugar talleres abiertos: Democratización de la Cultura/Comunicación, Condiciones de vida/laborables y Cultura Libre. Los tres talleres confluirán en un Manifiesto Común que se intentará escribir entre todos los presentes. Ya entrada la noche se levantará el telón de las acciones más performáticas: teatro, radio, música…

Nada mejor para concluir este texto que la lista de lecturas que Bookcamping.cc ha preparado para la ocasión: Hormiga contra elefante blanco: la cultura ocupa institución.

El ranking de libros más descargados del mes

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Ólvidate de las listas de libros más vendidos del mes. Aparca el concepto de best seller. Llega la era de ‘los libros más descargados del mes’. Y no, nada que ver con piratería. Traficantes de Sueños, la editorial-librería-distribuidora-cooperativa madrileña, acaba de lanzar su Ranking descargas libres del mes de abril. Traficantes de Sueños edita libros con licencias libres (Cretive Commons), por lo que «se permite su libre copia, distribución y comunicación sin ánimo de lucro de manera perfectamente legal». Sin embargo, Traficantes de Sueños cuida con esmero las ediciones  en papel y los venden a precios de mercado. Además, tienen un dispositivo para canalizar donaciones voluntarias vía Pay Pal.

Traficantes lanza esta iniciativa para visibilizar que cultura libre – las licencias libres que permiten la circulación de la cultura- no es sinónimo ni gratuidad. Ni descarga de piratería. «Cultura libre no sinónimo de cultura gratis- afirman en su site -. Producir un libro conlleva costes de derechos de autor, traducción, edición, corrección, maquetación, diseño e impresión. En esta era digital, los proyectos de cultura libre estamos buscando nuevas fórmulas de financiación que permitan la sostenibilidad material sin bloquear la difusión de los contenidos».

Desde Traficantes aseguran que pretenden denunciar «las cadenas de librerías, grandes superficies y las encuestas de Nielsen en los que una y otra vez se repiten los títulos y autores que en su gran mayoría en nada nos interesan». Su ranking de libros más descargados del mes es el siquiente:

1º.  Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, de Silvia Federici. 912 descargas libres . Descarga aquí.

2º. El kit de la lucha en Internet, de Margarita Padilla. 534 descargas libres. Descarga aquí. En este mismo blog, mi post Razones para leer El kit de la lucha en Internet.

3º. Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones, de Edward W. Soja . 365 descargas libres. Descarga aquí.

4º. El manifiesto de la Carta Magna. Comunes y libertades para el pueblo,  de Peter Linebaugh. 341 descargas libres.Descarga aquí.

5º. La nueva frontera urbana. Ciudad revanchista y gentrificación, de Neil Smith. Descarga aquí.

Iniciativas como este ranking y la existencia de proyectos como Traficantes de Sueños prueban que existen otros caminos al dictado por la industria cultura, el lobby del copyright y la vieja política que rinde pleitesía a Hollywood.

La piratería es buena para el cine

El mantra de este post es muy sencillo: La piratería es buena para el cine. Repitamos: la piratería es buena para el cine. Remezclemos, todos juntos: la piratería es buena para la música, para la literatura, para la cultura. Ahora una frase redonda con un link irrefutable (un estudio de la Comisión Europea): Los investigadores encontraron que la piratería en general no tiene un efecto negativo en las ventas de música, sino todo lo contrario. ¿A qué viene todo esto?

Esta entrada es una respuesta personal al texto La tragedia del cine, que el escritor Luis García Montero publicó recientemente en InfoLibre. El texto confunde la velocidad con el tocino, churras con merinas, para que me entiendan los menos jóvenes. Y se me antoja totalmente irresponsable, pues es difícil argumentar que un hombre de letras como Luis García Montero esté tan mal informado. Frases como «durante los últimos años el desarrollo de la piratería ha sido vertiginoso» podrían considerarse un desliz. La SGAE,  los ventri-locos del lobby y su coro mediático han estado identificando descargas con piratería durante la última década.

Pero otras frases del texto de Luis García Montero hacen saltar todas las alarmas de la cordura de la era red: «El desprecio a la cultura que encierra la piratería se traduce de forma inmediata en la pérdida de independencia de los creadores, que son obligados a someterse al mecenazgo de las grandes multinacionales y los ámbitos globales de control ideológico». Luego se resienten porque las redes (o sea, las personas) y el público están cada día más distante de ese star system cultureta de España que se mira en el espejo deformante del No a la guerra del año 2003, cuando todavía eran relevantes.

 

 

Luis García Montero debería leer Software Libre para una sociedad libre, de Richard Stallman, piedra de toque de la denominada cultura libre. La licencia copyleft, que garantizaba inicialmente la copia, circulación y modificación del código informático, contagió rápidamente a la cultura. Y creo un nuevo paradigma de circulación, gestión y consumo (palabra que odio) cultural para la era red. Stallman ya dejaba clarísimo que asociar el «intercambio» al «asalto de un barco corsario» (piratería) es simplemente inaceptable. El otro gran objetivo de Richard Stallman era dejar claro que el ‘free’ del free software o free culture no es sinónimo de gratuidad, sino de libre. El libro Cultura Libre, de Lawrence Lessig, sería otra imprescindible lectura para Luis García Montero, el sector cultural y los amigos de InfoLibre que prometieron licencia Creative Commons y se agarran al copyright como a un clavo ardiendo.

Y por eso el mantra casposo del ‘todo gratis’, de la cultura libre como sinónimo de gratuidad y piratería es, además de una falta de respeto, una falacia gigantesca. El colectivo de escritores italianos Wu Ming publica hace exactamente una década libros con licencia copyleft. La copia está liberada. Pero los libros del colectivo, una máquina de best sellers, se venden en librerías. Curiosamente la circulación de copias digitales benefició (y mucho) a las ventas. El exitoso modelo económico de la libería-editorial cooperativa madrileña Traficantes de Sueños, que ofrece la copia libre de sus títulos desde el primer día pero sigue vendiendo libros en papel, demuestra que el discurso del ‘todo gratis’ es una construcción inexacta.  Lo mismo ocurre en el universo de la música. El citado estudio de Joint Research Centre de la Comisión Europea recoge que la mal llamada piratería (descargas, intercambio) beneficia a la venta de música. Además, la mayoría de los artistas viven de los conciertos y ya no más de vender plástico (CD). Y más preguntas para Luis García Montero y amigos: ¿Cómo podéis seguir hablando de descargas cuando la cultura está emigrando a la nube y el streaming se insinúa como nuevo formato, plataforma y modelo?

 

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Imagen del colectivo Wu Ming

Y eso es lo más triste: que mientras hasta el viejo periodismo habla del fin de la era de los objetos físicos (papel, Cds, Dvds…) algunos siguen empeñados a que todo siga funcionando como antes de la existencia de Internet. Mientras algunos investigan sobre libros en la nube (como Bookcamping.cc o 24Symbols) o en música en streaming (Spotify), la vieja guardia sigue entonando lo de piratería=descarga, sin haber entendido que los programas de intercambio de archivos P2P, como el histórico Napster, ni siquiera se basan en la descarga desde un site centralizado.

El caso del cine es diferente, lo reconozco. Existen muchos más factores. Incluso políticos. Tal vez Luis García Montero tenga razón al acusar al Gobierno de Mariano Rajoy de intentar ahogar al cine español. Pero creo que hay muchos más motivos. El cine de autor muere en España  por la existencia de monopolios en la distribución comercial, un chiringuito del mismo lobby del copyright que acuñó el término piratería. Muere sí, por una ridícula subida del IVA al 21%. Pero también porque precisamente el star system de cineastas y solemnes autores viven en una burbuja ajena a la realidad. Siguen pendientes de los premios, de las galas y de los viejos medios. Y no están narrando practicamente nada de la lucha social en red que nació al calor del 15M.

 

Vídeo del colectivo Iaioflautas invadiendo la Bolsa de Barcelona. 

Mientras la España reivindicativa reinventa el activismo, los Iaioflautas (los abuelos del 15M) ocupan la Bolsa de Barcelona o los ARTivistas montan fiestas en bancos para lanzar campañas digitales, los cineastas narran una España paralela, pretérita o simplemente inexistente. Mientras el espacio público renace con asambleas políticas y/o culturales, Fernando Trueba factura El artista y la modelo, un insulso filme recreado en la Francia de 1943. Mientras las redes humanas del 15M protegen a los inmigrantes de las redadas policiales y la solidaridad interracial explota en España (único rincón de Europa donde eso ocurre), los Bardem participan en una patética Alacrán enamorado, un película donde un grupo neonazi español pega palizas a los inmigrantes en las calles. Si no tienen imaginación, que beban de la realidad.

Y más preguntitas. ¿Por qué los actores del No a la guerra y la mayoría de los artistas progres son casi invisibles en el nuevo mundo? ¿Por qué no participan aunque sea algo en una nueva forma de hacer las cosas (15M) que España ha exportado al resto del planeta? ¿Por qué no están narrando esta rebelde España en llamas? ¿Por qué estando España a la cabeza global de la innovación en redes, de las licencias libres y de la tecnología social (de WIFI cooperativo a trabajo colaborativo) los famosetes culturetas de la izquierda utilizan el discurso del fascismo cultural de Hollywood, de la derechona española y de la industria del pasado? ¿Por qué no han entendido nada?

 

Trailer El Cosmonauta (En todas tus pantallas el 18 de Mayo) from Riot Cinema on Vimeo.

Intuyo que el cambio tecnológico ha pillado fuera de juego a la vieja guardia cultural. Mucho me temo que desconocen la mayoría de casos de éxito reflejados en el The Power of Open, todos basados en procesos abiertos.  Me da a mí que Luis García Montero ni siquiera habrá oído hablar de El Cosmonauta, la película española que se está haciendo en red entre más de cinco mil personas, que ya ha recaudado más de 400.000 euros vía crowd funding y que está siendo elogiada por medios como Wired. La vieja élite del cine tampoco estará al tanto de los festivales de cine Creative Commons en los que Barcelona y Madrid son referencias mundiales. Y, por supuesto, ni pajotera idea de lo que es el festival ZEMOS98 de Sevilla, toda una referencia global en la remezcla y la autoría colectiva que renacen en la era de las redes. Ójala me equivoque… Pero si me equivoco, creo que será todavía más grave.

¿Tragedia del cine? ¿Tragedia de la cultura? Sí, de la vieja cultura. Sí, de su modelo de negocio y formatos. ¿Culpables? Muchos. El viejo modelo, el Estado y las instituciones, los propios creadores, los monopolios, la vieja política… Pero, por favor, dejen de hacerle un favor a Hoollywood y a la derecha industrio-cultural, intoxicando con el discurso de la «piratería». Dejen que les expliquemos con calma y cariño el nuevo modelo en el que, por cierto, todavía no hay receta económica definitiva. Nada mejor para concluir este texto que una frase de Amador Fernández-Savater: «Hay una forma de hacer las cosas, lo que podemos llamar el modelo televisión, que está en crisis. Aquel era un modelo unidireccional de emisor-receptor que ha funcionado tanto en el periodismo como en la política o en el saber. Y surge otro que es un modelo más en red, donde hay más nodos, donde más gente puede hablar, donde las conexiones son más horizontales. Y en ese modelo la red no está dada, hay que hacerla para que esos enlaces se comuniquen y se entiendan unos con otros. Para que se cree un mundo«.

¿Cuándo y dónde hablamos, Luis García Montero?

Música para camaleones remix: #InnovaciónCultural

La industria editorial sigue aferrada a la definición de «libro» de la Real Academia de la Lengua: «Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen». Sin embargo, desde los márgenes del sector cultural empiezan a surgir proyectos que prefieren ignorar todas y cada una de las definiciones de libro de la RAE. Y menos mal. Este es el caso de Música para camaleones. El black album de la sostenibilidad cultural, un proyecto de Trànsit Projectes.

#MPC – etiqueta como se conoce en el proyecto en Twitter e internet – podría ser un libro. Hay una edición en papel a la venta, editada con cariño y buen gusto. Sin embargo, #MPC es mucho más. Para empezar, existe una descarga libre en formato digital. Y lo más interesante: #MPC es más que un formato y más que un contenido. Es un proceso. Es un laboratorio de voces. Es un nuevo imaginario. Es una plaza multimedia. Es un espejo fragmentado de la era red. Es una excusa colectiva para el debate y la co-creación. Es una secuencia de seminarios, encuentros, debates y talleres. #MPC, en palabras de sus propios autores, es «un conjunto de experiencias que se presentan como una manera de entender lo que se ha hecho y se está haciendo en España en cuanto a prácticas de gestión y producción cultural alternativas e innovadoras se refiere».

Por las páginas físicas (átomos) o digitales (bits) de #MPC parecen deambular algunas preguntas que muchos prefieren evitar. ¿Cómo le ha afectado a la cultura la llegada de las redes? ¿Cuál es el modelo de negocio en esta nueva era? Y Trànsit Projectes, ante la inexistencia de respuestas definitivas, construye una plataforma compartida que nos devuelve una respuesta coral, diluida, transversal, en constante estado beta. Y nos propone un viaje dividido en cinco tracks: Redes Geniales;Periferias como centros;Colaborar-Cooperar-Coproducir; Ser Viajero, no viajante y Serendipia. En el prefacio, encontramos la justificación del título. El camaleón – su arte de adaptación, de camuflaje, de cambio, de fusión-  simboliza como nada al agente innovador de la cultura de nuestros tiempos. Mientras el mercado y la industria cultural apenas se reflejan en el espejo de las redes, el camaleón cultural se adapta, innova, dialoga con otros colores-realidades.

Pablo de Soto, de Hacktitectura, en una de las píldoras de Camaleones

Inmersos en los tracks de #MPC escuchamos todo aquello que la industria parece no querer oir. José Ramón Insa Alba (@culturpunk) nos susurra que las redes son espacios para «forjar sueños más allá de los discursos». Susana Zaragoza (@susanajorgina) incita a la creación de «otros momentos sociales, abiertos, emancipadores, redes para la experimentación y la inteligencia colectiva». Pedro Soler (@pedrosoler) grita sin miedo que «las instituciones culturales son la expresión de formas de pensamiento ancladas en prioridades distintas a la creatividad». Ricardo Antón (@ricardo_AMASTÉ) afina bien la necesidad de «mejorar e innovar en los procesos colaborativos». Juan Insúa (@CCCBlab) tararea que la cultura es «una mesa de trabajo y experimentación llena de provetas y frascos llenos de esencias».

Textos-imaginarios, textos-teje-redes, textos-cascada que desmontan la visión monolítica de la cultura como producto o de la cultura como mercado. Palabras en red que llevan a la cultura hacia horizontes y paisajes desconocidos. #MPC, su heterogénea sinfonía de voces, nos convencen que la cultura en la era de las redes es el laboratorio donde se cruzan los nuevos prototipos de la economía, la política o la investigación. Por eso, #MPC estudia 29 casos concretos de cultura desarrollados en el Estado español. Y nada como un base rítmica de realidad para entender que algo muy profundo está sacudiendo la cultura.

Por un lado, las fronteras físicas dejan de ser un muro, como lo prueban proyectos como Inteligencias Colectivas (que desarrollan proyectos en nueve países de Europa y América Latina) o LabLatino (que trabaja en cinco países iberoamericanos). Por otro Bookcamping.cc (una biblioteca digital de libros libres) o Think Commons  (un espacio digital de debates audiovisuales) resaltan la mutación de los formatos físicos. También destaca en #MPC el auge del procomún cultural como un paradigma que sobrepasa la gestión pública o privada, con proyectos como La Tabacalera (centro social autogestionado) o Goteo (plataforma de financiación colectiva de proyectos de código abierto). Aunque si yo tuviera que destacar un aspecto de los proyectos retratados en #MPC no tendría muchas dudas: la transversalidad. La innovación cultural es lateral, híbrida, bastarda, oblicua. Todo por la Praxis (urbanismo en red), Zemos98 (cultura-remezcla) o Derivart (hacktivimo económico) nos muestran la espectacular redvolución transversal que está fraguándose en todos los rincones del Estado español. Definitivamente, la España expandida, glocal, innovadora y crisol de las culturas de todo el mundo tiene poco que ver con la marca España promovida desde el Gobierno.

Mientras los ministerios e instituciones culturales del pasado siguen obsesionados por la rentabilidad de los proyectos, la cultura se mueve. Y los camaleones caminan mutando, reflejados en el arco iris de su propio movimiento.

Consigue aquí tu ejemplar de Música para camaleones. El black álbum de la sostenibilidad cultural

 

 

#P2PWikisprint, una cobertura de flujos

Todo nació en un mail entre amigos. Después, comenzó a circular en redes, listas de correos, medios de comunicación. Y aquí estamos: más de veinte países, cientos de colectivos y redes, unidos en el #P2Pwikisprint de la P2P Foundation que se celebra hoy. Presenté este día de acción, que ya es un proceso internacional de mayor calado, en este mismo blog: La Europa del Sur y la América Latina, unidos por el P2P. Durante todo el día,  celebraremos un Hang Out en la plataforma ThinkCommons.org, que vamos a retransmitir en directo en You Tube, con invitados de todo el mundo. Estos días explicaré con detalles cómo ha ido creciendo este #P2PWikisprint. En esta entrada, voy a recopilar los tuits que considere más relevantes de todo e proceso. Una cobertura de flujos alrededor del hashtag #P2PWikisprint y de los que vayan surgiendo. COmo siempre, tiempo circular, cóncavo. Una orden cronológica que no siempre será lineal.

 

 

 

Diez años de Creative Commons

La cultura libre está de enhorabuena. Las licencias Creative Commons acaban de cumplir diez años. Desde el pasado día 7 hasta mañana (día elegido para el aniversario), el mundo está conmemorando con múltiples actos, campañas, eventos y encuentros esta primera década de Creative Commons, las licencias que crearon una alternativa más visible al estricto ‘todos los derechos reservados’ del copyright.  La información oficial del cumpleaños está recopilada en la web 10.creativecommons.org. En Europa se ha lanzado una mixtape con música libre remezclada. En México, Wikimedia ha lanzado un editatón (un maratón de edición) para mejorar artículos de la Wikipedia relacionados con Creative Commons. Y el etcétera de conmemoraciones es larguísimo.

El mundo que lucha contra el copyright está de fiesta. Y están corriendo ríos de tinta. Curiosamente, algunas personas del mundo libre han escrito artículos tan críticos como este Diez años de Creative Commons: ¿algo que celebrar? (David García Aristegui) en LaMarea.com. El texto crítica cómo el mercado saca tajada de estas licencias a costa de de los creadores y de instaurar una nueva era del «todo gratis». Sin embargo, medios más conservadores como El Confidencial empiezan a elogiar unos tipos de licencias que hasta hace muy poco eran invisibles, porque son una alternativa de mercado. ¿Qué está pasando? ¿Creative Commons salvará a los creadores del copyright talibán o será su perdición? ¿En qué quedamos?

Los lectores habituales de este blog saben perfectamente qué es Creative Commons. Pero probablemente haya alguno que no haya escuchado hablar de este tipo de licencias. Por eso, voy a intentar argumentar de una manera sencilla por qué creo que las licencias Creative Commons han beneficiado a la humanidad. Intentaré que lo entienda el más analógico de los lectores. Claro que hay críticas a Creative Commons. El mercado puede aprovecharse de ellas para bajar el coste de producción o el valor de ciertas obras. Están basadas en el copyright, como el copyleft (pero es una forma de hackearlo). El copyleft es una licencia (y movimiento) más amplio: apenas 3 de las 6 licencias Creative Commons (España) son copyleft. Prevalece el reconocimiento de la autoría individual frente al carácter colectivo de la obra del dominio público. Otro tipo de licencias, como el copy far left (así sería la más abierta de Creative Commons, que permite la explotación comercial de la obra ajena), reivindican la posesión de los medios de producción por parte del creador.

Sin embargo, me parece que el beneficio de la existencia de Creative Commons ha sido muy grande. Las licencias Creative Commons son buenas para la humanidad. Han cambiado muchas cosas. Han abierto una puerta.  Son buenas para la humanidad porque…

Porque crearon una alternativa de mercado. Cuando Lawrence Lessig, Hal Abelson y Eric Eldred, entre otros, lanzaron las licencias Creative Commons existían pocas opciones al «todos los derechos reservados» del copyright. Apenas, el dominio público, que libera todos los derechos de una obra. Existía el copyleft, basado en las cuatro libertades del software libre de Richard Stallman. Aplicar las libertades del software libre a una obra cultural permite a cualquier usuario usarla, modificarla, distribuirla y mejorarla haciendo públicos los cambios. Sin embargo, no había un camino intermedio que permitiese al creador escoger el grado de libertad de su obra. Con Creative Commons, el autor puede elegir el «algunos derechos reservados» y regalar la obra a particulares y cobrar si existe un uso comercial por un tercero. Puede liberar totalmente la obra hasta el «ningún derecho reservado». O puede cerrarla hasta el «todos los derechos reservados».

Porque incentivan la transparencia. La mayoría de licencias Creative Commons permiten la libre copia del contenido. El hecho de que el contenido pueda ser copiado y divulgado fuerza la transparencia. Interesante: algunos Gobiernos o instituciones están usando licencias abiertas. La Casa Blanca, el Parlamento de Italia, el Parlamento de Australia, el portal de Datos Abiertos de Brasil o el Institut D’Estadística Catalunya usan licencias Creative Commons. La lista es gigante y crece cada día.

Porque crean una nueva ética de la atribución. La ética hacker de la que hablaba Pekka Himanen en su ya mítico libro (descárgatelo aquí) es diferente. Está basada, entre otras cosas, en lo colectivo, en la atribución, en lo compartido, en la colaboración. Usar licencias abiertas, abrir el código de una obra, querer que circule al margen del valor de mercado, abre una puerta inédita en el mundo del copyright. Llevo muchos años publicando textos con licencias abiertas. Y nunca me he encontrado a nadie ‘robándome el trabajo’. Citan la fuente, respetan mi trabajo. Las licencias Creative Commons obligan la atribución (reconocimiento de la fuente).

Porque  incentivan la divulgación del conocimiento. La cultura es más que mercado. El conocimiento, el acceso al mismo, debería estar por encima del valor de mercado. Las licencias Creative Commons están incentivando la circulación del conocimiento. La lista de universidades y centros de educación que están disponibilizando recursos con Creative Commons no para de crecer. El Harvard Open Access Project  de la universidad de Harvard es un buen ejemplo. Mientras el Gobierno de España intenta convertir la Universidad pública en un rincón para ricos subiendo tasas, la universidad de las élites del mundo es gratis. Y en parte gracias a las licencias abiertas.

Porque son buenas para el periodismo.  El texto Diez años de Creative Commons: ¿algo que celebrar?  de David García Aristegui afirma que las licencias Creative Commons son malas para el periodismo. No puedo estar más en desacuerdo. Son buenas. Muy buenas. El caso de 20 Minutos, pionero en el uso de Creative Commons, es un buen ejemplo de reputación ganada, de atribución cruzada y de transparencia. Todas las publicaciones del grupo Nature usan Creative Commons. También lo hacen Al Jazeera, ProPública o el site de crowd funding periodístico Spot.us. En fotografía existen muchos casos de éxito, como el del fotógrafo Jonathan Worth, que gracias a Creative Commons consiguió llegar al mercado. El hecho de que Flickr permita ya subir una foto y usar licencia Creative Commons está causando una pequeña revolución en el mundo del fotoperiodismo. Y yo creo que es muy buena. El caso del Fotomovimiento.org (del movimiento 15M español) o de Fora do Eixo en Brasil (que ya han conseguido portadas en Folha de São Paulo), es un buen ejemplo.

Porque legitiman la remezcla. Algunos tipos de licencias Creative Common son copyleft y permiten las obras derivadas. Modificar la obra no sólo es legítimo, sino que puede enriquecer la misma. En la música, han nacido comunidades de obras libres como Jamendo, donde cualquier pueda remezclar. En la literatura han surgido proyectos como Remix my lit, que incentivan la remezcla de textos. Algunos escritores, como el popular Cory Doctorow, usan licencias Creative Commons. Yo habilité una sala de remezclas para mi obra #24H que con copyright habría sido imposible. Del Ramayana a Picasso, del mester de juglaría a proyecto 15M.cc, la remezcla es un bien inconmensurable para la humanidad.

Porque construyen sociedad, valores compartidos, solidaridad. El caso de España es bastante peculiar. La sociedad española es una de las que más está empujando el carro de la cultura libre, el copyleft, la remezcla, lo abierto, lo compartido. De hecho, hasta el año 2011 España figuraba en lo más alto de todos los rankings en cuanto a obras licenciadas con Creative Commons. En CC Monitor (que no está actualizado), España aparece en segundo lugar, casi igualado con Estados Unidos en número de obras. Aunque no existe un registro exhaustivo al respecto y el número puede ser muy superior, España tiene según CC Monitor 9.224.224 obras licenciadas con Creative Commons. Casi 4 veces más que Alemania. Siete veces más que el Reino Unido. En España no sólo existe cultura con Creative Commons. Existe arquitectura. Semillas copyleft. Muchos abogados, como Javier de la Cueva o David Bravo, cuelgan todo su trabajo con licencias abiertas. Y un número creciente de medios (será el siguiente post de este blog). Sin embargo, el Gobierno español es uno de los más retrasados en aplicación de licencias abiertas en sus sites y uno de los más retrógrados en la aplicación de leyes digitales, como la Ley Sinde-Wert. La aprobación del Canon Digital, que había sido declarado ilegal por la Unión Europea, justo cuando arrancaron las conmemoraciones de los diez años de Creative Commons, es muy sintomática. El divorcio poder-sociedad sigue creciendo. Y Creative Commons ayuda, en definitiva, a la creación de la República del 99%.

#AvaloZemos98

Zemos98 ha lanzado una campaña que merece con creces una entrada en Código Abierto: #AvaloZemos98. El colectivo sevillano, uno de los precursores de la cultura libre, las licencias abiertas, la remezcla y las prácticas del procomún, necesita nuestra ayuda. El motivo: necesitan avales para conseguir un préstamo de 98.000 euros en la Coo57, una cooperativa de créditos solidarios. La pura & dura realidad es que las instituciones cada vez tardan más en pagar las facturas y Zemos98 no tiene cómo continuar con su actividad si no consigue saldar sus deudas.

El colectivo da detalles sobre el porqué de la campaña en su explicación expandida. Algunos entrecomillados que destaco:

«queremos iniciar un proceso de independencia con respecto a la banca tradicional, desprecarizar los proyectos en los que estamos inmersos, afianzar los lazos de confianza con nuestra comunidad y aprovechar para hacer una campaña de promoción de la economía social y solidaria»

«Lo que necesitamos es tiempo. Nos deben mucho dinero. Nuestra media de cobro de una factura supera con creces lo que establece la Ley y eso viene siendo así desde 2008. Ya no podemos hacer esperar más a ciertas personas y agentes con las que trabajamos. Hemos llegado a un momento en el que necesitamos poder pagar deudas e intentar empezar de cero»

«No tienes que ingresar nada. El aval es un documento en el que una persona o entidad se compromete a responder por el solicitante de un préstamo en su nombre en caso de que éste cometa un impago en las devoluciones de dicho préstamo»

«Avalar implica comprometerse con una cantidad económica. Pero avalar también significa considerar que ZEMOS98 es un proyecto de carácter social y cultural cuyos retornos ya se han dado y se seguirán dando si podemos seguir adelante con nuestro trabajo»

De momento, en la campaña #AvaloZemos98 han participado 170 avalistas y se han conseguido 72350,00 € avalados el 73%83%. Pero quedan pocos días. #AvaloZemos98 necesita nuestra ayuda.

Para quien no conozca al colectivo ZEMOS98, vale la pena un paseo con calma por su web. Estoy escribiendo este post porque admiro el trabajo del colectivo y porque considero que su papel ha sido, es y será fundamental en los procesos culturales de código abierto. Sin Zemos98 no habríamos disfrutado de los siguiente:

De un festival anual temático, transversal e inspirador. El último fue el CopyLove: procomún, amor y remezcla.

-De ZEMOS TV, donde recopilan vídeos, programas y producciones audiovisuales de la comunidad expandida del colectivo.

-De un espectacular programa como WeTV, realizado por ZEMOS98 para RTVE.

-De un documental como La educación expandida, una mirada crítica sobre el sistema educativo.

-De publicaciones de código abierto tan interesantes como Código fuente: la remezcla, Creación e Inteligencia Colectiva o La Televisión no lo Filma.

-De blogs como Abrelatas, Petroglifo, Entorno de posibilidades o Prescolar (entre muchos otros).

Por todo ello, y por mucho más, #AvaloZemos98.

 

Una novela fantástica ilustrada de código abierto

Olvídate de la frase-vejestorio «las segundas partes nunca fueron buenas». En la era del remix, las segundas y terceras partes siempre son mejores. El caso de El intercambio celestial de Whomba es perfecto para desmenuzar la nueva mutación de «las segundas partes». El intercambio celestial de Whomba, una novela gráficase estuvo publicando durante dos años en la web infantil-juvenil Pequeño Libro de Notas. Las ilustraciones eran de Mario Trigo y los textos de Guillermo Zapata.

Pero los tiempos cambian. El remolino-red sugiere nuevos caminos (casi todos colectivos). Los autores quieren corregir la novela. Sueñan con editarla tanto en papel como en versión digital. Además, palabras textuales de los autores, «quieren crear una web que contenga y promueva la iniciativa y que permita la remezcla y el juego con la propia novela». El intercambio celestial de Whomba será una novela fantástica ilustrada de código abierto, una obra copyleft. Cualquier persona podrá remezclarla, reescribirla. Será una narración del procomún.

Como no podía ser de otra manera, este renacimiento de El Intercambio celestial de Whomba está buscando financiación en la plataforma Goteo, que no sólo incentiva el crowd funding de proyectos de código abierto sino el trabajo colectivo y la colaboración. Parte de la financiación, además de para desarrollar el proyecto, servirá para apoyar el site Libro de Notas (muy recomendable para quien no lo conozca) y Pequeño Libro de Notas.

Quien no esté todavía convencido para apoyar la mutación colaborativa de código abierto de El intercambio de Whomba, aquí tiene un pequeño vídeo con los argumentos de sus autores. Aunque deberían bastar las primeras frases del trailer que encabeza esta entrada, inspiradoras y misteriosas, para que apoyemos este proyecto: «Te contaré cómo fueron los años que no conociste, antes de que los dioses abandonaran Whomba, te hablaré del interambio, de cómo los dioses usaban sus dones a cambio de nuestros favores…»

 

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura (remix)

Fuente de la imagen: http://www.mindjumpers.com/blog/ Vista en: urbanohumano.org

Cuando Woody Allen publicó su libro-dinamita Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, allá por 1974, ya tenía una sospecha: la cultura es todo aquello que pasa mientras unos intentan definirla y los críticos la evalúan. Justo antes de morir, allá por 1985, el escritor Italo Calvino entrevió que la literatura estaba amenazada de muerte. Sus Seis propuestas para el próximo milenio (5+1 conferencias que dio en la Universidad de Harvard) anticipaban algunas realidades de nuestros tiempos. La primera propuesta, la levedad, parecía intuir el vértigo de Internet, de las redes, del planeta hipervínculo: «La escritura es en el libro lo que el byte en la pantalla: no pesa, fluye sin dificultad y constantemente se transforma». Calvino vio claramente la agonía de la cultura, el desgaste de las definiciones forjadas a los largo de milenios.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, algunos siguen confiando en las definiciones seculares de la cultura. La cultura como «cultivo del espíritu» (Ilustración), como una «función social» (funcionalismo), «como un reflejo de las relaciones sociales de producción» (Karl Marx), como un conjunto de símbolos compartidos (Claude Lévi-Straus), como una suma de costumbres colectivas (folclore), como sinónimo de civilización (Edward Tylor), como un derecho humano (ONU), por citar algunas. Definiciones top down (verticales e impuestas), definitivas, excluyentes. Y peor que todo ello: la denominada industria cultural sigue anclada en su monovisión de la cultura como sinónimo de mercado. La cultura como un producto. La cultura como algo cuantificable. La cultura como consumo. La cultura como producto elaborado de una elitista clase creativa. La cultura como entretenimiento de las masas. Y peor todavía: una buena parte de la industria cultural y de los Gobiernos del mundo actúa como si Internet no existiese. Como si nunca hubiera existido. Como si la única manera de producir, distribuir, gestionar y consumir cultura fuese aquella que nació en el siglo XX: mitificados autores individuales, productos físicos (plástico, papel…), transacciones monetarias…

Hace poco, publiqué un libro, #24H, con formato híbrido, licencia copyleft y una sala de remezclas para que los lectores lo despedazacen. Quien mejor lo ha entendido no son los críticos literarios, sino una revista de vídeo juegos. Me dio bastante que pensar. La industria no ha entendido (casi) nada de mi propuesta. Las redes, sectores transversales de la cultura clásica, sí. ¿Los vídeo juegos son cultura? ¿#24H es literatura, arte multimedia, documentación-ficción? ¿Vivimos en la era poscultural? ¿Acabamos de una vez con la cultura (con su definición clásica)?

Tengo más preguntas que respuestas. Aun así, he decidido compartir en este blog algunos pensamientos. A continuación no intentaré definir lo que es la cultura en el nuevo milenio. Mientras intento definirla, la cultura seguro que se convierte en otra cosa.Me limitaré a comentar algunas prácticas y dinámicas que han nacido con la red. Prototipos e inercias que están modificando radicalmente la cultura. Me limitaré a trazar algunos caminos o perspectivas que ya están en el epicentro de la producción y consumo cultural. He escrito la entrada en presente, y no en futuro (cuestión de optimismo). He dejado fuera un asunto caliente: financiación. Y no me preguntéis por qué han salido 13 puntos (podrían ser muchos más). La mayoría de ellos están relacionados entre sí. Y son remezclables-mejorables.

1.  De la cultura digital a la cultura de red. El término cultura digital, usado insistentemente para definir la creación cultural que tiene que ver con Internet o medios digitales, queda algo obsoleto. La palabra cibercultura, utilizada para definir la cultura que crece y habita en el ciberespacio virtual, también. Con Internet móvil y la computación ubicua, la barrera del off y on se diluye. El cibridismo que propone Martha Gabriel – off+on, siempre conectados en todas partes – trastoca para siempre la frontera de lo analógico y lo digital. Las nuevas dinámicas de las redes – Peer-to-peer, colaboración, prosumidores, remezcla, co-creación… – substituyen a la misma definición de cultura. Por eso, la cultura de red es más amplia que la definición de cultura digital e incluso que la propia cultura. Hacer ecología en red, feminismo de red, ciudad en red, política en red, por ejemplo, son nuevas caras de la cultura de red. Substituyen a la definición. Son cultura.

2. El fin de los objetos acabados. La cultura deja de ser un producto acabado (un cuadro, un libro, una canción). La cultura abandona su estado alfa (definitivo) y se balancea en un permanente estado beta, utilizado en las comunidades de programadores de software libre pasa definir algo inacabado. El reuso de la obra no es sólo inevitable, sino deseable. Los prototipos se convierten en modelos.

 

La Global Revolution remezcla visualmente una canción de Instituto Mexicano del Sonido

3. La remezcla como esencia. Las licencias abiertas (Creative Commons, copyleft…), el auge del procomún y la popularización de las herramientas tecnológicas de bajo coste incentivan la remezcla. Las obras se desmiembran en collages, en nuevas mutaciones. El fork – un desvío en un trabajo colectivo en jerga hacker – pasa a ser una virtud. Las obras se quiebran para componer puzzles de piezas inconexas, unidas por nuevos hilos. Ninguna lógica – ni la de los críticos ni la del mercados – consigue imponer el nuevo pegamento de las remezclas.

4. La cultura como proceso colectivo. El ‘proceso’ sustituye cualquier objetivo de la cultura. El proceso de creación-elaboración de una obra cultural, en la mayoría de los casos, es algo compartido. La película El cosmonauta (que lleva años en un proceso de co-financiación y co-creación), el documental de Stéphane Grueso 15M.cc sobre el movimiento 15M (cuelga las entrevistas íntegras en Internet, diáloga con usuarios) o la gestión de la biblioteca colaborativa Bookcamping.cc son prueba de ello. En muchas ocasiones, algunas personas acompañan el proceso colectivo y no ven el resultado final. En otras, conocen apenas las remezclas y vidas posteriores de la obra. La obra es un continuum de contornos flexibles. La cultura pasa a ser un diálogo, una conversación. Cada autor elege que parte de su obra es un proceso colectivo y qué parte, una inspiración-rincón individual. El Do It Your Self (DIY) se convierte en el Do It With Others (DIWO).

5. La autoría como algo diluído. Cualquier faceta en el arte, como afirma Joan Fontcuberta en su Manifiesto posfotográfico, «es camaleónicamente autoral». El autor es un eslabón más en una imprevisible cadena de curadores, usuarios, gestores, comentaristas y remezcladores. El autor es una parte de una identidad colectiva mayor. Paradoja: su identidad individual puede estar compuestas de retazos de diferentes identidades colectivas.

6. El fin de los objetos físicos. La música no es más sinónimo de CD. La literatura no es sinónimo de libro de papel. El cine no es sinónimo de pantalla grande. El cloud computing (computación en la nube) y el streaming dinamitan los objetos físicos. La cultura pasa de la estantería a la nube. Nuestros hijos nunca entenderán la conexión entre estos dos objetos.

7. La era del upload.  Cada minuto se suben 24 horas de contenido a You Tube. Los usuarios, ahora, son prosumidores. Consumidores activos, productores de contenido, polinizadores de contenido. La cultura deja de ser algo unidireccional. Pero la descarga (download) de un contenido no es tan revolucionario. La explosión de la red reside en el upload: en la posibilidad de que cualquier persona pueda subir contenidos a Internet. Contenidos distribuidos, compartidos, remezclados, conectados entre sí a través de redes y etiquetas. Contenido, por cierto, que ya ni tiene que descargarse.

 Creaciones nacidas alrededor del fenómeno ‘meme’ Ecce Homo.

8. Memecultura. El concepto de meme de Richard Dawkins – «una idea, comportamiento o estilo que se expande de una persona a otra dentro de una cultura» –  muta en la era de la red. El meme adopta ropajes de virus contagioso. Además, suele surgir en procesos bottom-up (de abajo arriba) imprevisibles. A diferencia de la cultura de masas que presidió el siglo XX, vertical y dirigida por los grandes agentes económicos, la memecultura se rige por las lógicas distribuidas y horizontales de las multitudes conectadas. La expansión de la imagen del Ecce Homo, la viralidad de su construcción social, son una prueba viva de la memecultura.

9. Hibridación formal, transversalidad, mestizaje. Historicamente, las diferentes artes vivían en compartimentos separados. La literatura dialogaba tímidamente con el cine o la música. La pintura, con la escultura. Pero en la era de la red, la taxonomía rígida (clasificación temática) da paso a la folksonomía (clasificación a través de etiquetas sociales). Los compartimentos de las artes se mezclan.  Sus muros, sus fronteras, se desmoronan. La cultura aterriza en la multidisciplinaridad, en lo interdisciplinar, en lo transversal, en lo polifónico. Las obras-procesos, además, pueden estar construidas de formatos diferentes (imagen+texto+audio+vídeo+… ). La narración híbrida de géneros, formatos, lenguajes, cotiza al alza. Lo multimedia – más de dos medios – es el estado natural de la cultura.

10. Cultura ubicua, orgánica, e-emotiva. La expansión de Internet móvil (celulares 3G, Wi-Fi…), el cloud computing (nuestros datos y archivos en la nube) y la realidad aumentada cuestionan los espacios clásicos de la cultura: museos, teatros, cines, salas de concierto… La cultura es, siempre que se quiera, un post it para colocar en cualquier lugar. Exposiciones post it, conciertos post it. La cultura es un nuevo paisaje orgánico y ubicuo de los territorios. Además, gracias a la nanotecnología y a una nueva ciborg (tecnología relacionándose en nuestros cuerpos) la cultura camina hacia la e-emotividad. Cada día habrá más aplicaciones culturales adaptadas a nuestra sensibilidad, como la aplicación songza (selecciona canciones acordes con nuestro estado de ánimo).

11. Glocalidad en tiempo real. Las herramientas de streaming y la comunicación en tiempo real a través de algunas redes sociales difuminan el espacio físico. La cultura se ve inmersa en la nueva era de lo glocal (local+global). Los territorios y sus habitantes se conectan al margen de su proximidad física en un nuevo espacio de flujos (teoría de Manuel Castells). El planeta funciona con la lógica de una red distribuida peer-to-peer en la que cada nodo puede comunicarse en tiempo real con cualquier nodo. Los eventos culturales, transmitidos en tiempo real, dialogan con personas, colectivos, objetos y eventos de cualquier lugar del planeta.

Imagen: montaje de Doménico di Siena en su blog UrbanoHumano.org, licencia Creative Commons

12. UpCycling, el residuo hecho arte. El UpCycling es un término que convierte un residuo en un nuevo material usable bajo las lógicas de las sostenibilidad. Lo que es residuo para la cultura oficial o la industria puede transformarse en una nueva obra de arte. El caso del Ecce Homo – una restauración considerada de mala calidad – es un versión colectiva de los objet trouvé de Marcel Duchamp. El residuo se transforma en un icono, se remezcla, adopta valor. Transformar una plaza de parking en un espacio temporal, habitable y de convivencia, como hace ParkingDay, también es UpCycling. Es cultura.

13. La cultura fragmentada, no lineal. La temporalidad clásica de Occidente, el tiempo lineal del Cristianismo y la Ilustración, pierde fuerza. Con el link y las líneas de tiempo de redes como Twitter – donde puede aparecer siempre algo del pasado- , el presente es un tiempo de flujos circulares. «El pasado es siempre presente – como escriben en el proyecto 10Opencult.cc – la cultura del link ya teje una red de conocimiento que desborda la linealidad y crea un eterno presente. Un fondo que permite un sinfín de recombinaciones y reutilizaciones”.

Una idea: no estaría de más tuitear esta entrada con copia a José Ignacio Wett (@Jiwert), ministro de Educación, Cultura y Deporte (sobre todo de Deporte) de España, uno de los cargos públicos del mundo que peor ha entendido los nuevos paradigmas de la cultura. Etiqueta sugerida: #WertNoDoyUna