De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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La piratería es buena para el cine

El mantra de este post es muy sencillo: La piratería es buena para el cine. Repitamos: la piratería es buena para el cine. Remezclemos, todos juntos: la piratería es buena para la música, para la literatura, para la cultura. Ahora una frase redonda con un link irrefutable (un estudio de la Comisión Europea): Los investigadores encontraron que la piratería en general no tiene un efecto negativo en las ventas de música, sino todo lo contrario. ¿A qué viene todo esto?

Esta entrada es una respuesta personal al texto La tragedia del cine, que el escritor Luis García Montero publicó recientemente en InfoLibre. El texto confunde la velocidad con el tocino, churras con merinas, para que me entiendan los menos jóvenes. Y se me antoja totalmente irresponsable, pues es difícil argumentar que un hombre de letras como Luis García Montero esté tan mal informado. Frases como «durante los últimos años el desarrollo de la piratería ha sido vertiginoso» podrían considerarse un desliz. La SGAE,  los ventri-locos del lobby y su coro mediático han estado identificando descargas con piratería durante la última década.

Pero otras frases del texto de Luis García Montero hacen saltar todas las alarmas de la cordura de la era red: «El desprecio a la cultura que encierra la piratería se traduce de forma inmediata en la pérdida de independencia de los creadores, que son obligados a someterse al mecenazgo de las grandes multinacionales y los ámbitos globales de control ideológico». Luego se resienten porque las redes (o sea, las personas) y el público están cada día más distante de ese star system cultureta de España que se mira en el espejo deformante del No a la guerra del año 2003, cuando todavía eran relevantes.

 

 

Luis García Montero debería leer Software Libre para una sociedad libre, de Richard Stallman, piedra de toque de la denominada cultura libre. La licencia copyleft, que garantizaba inicialmente la copia, circulación y modificación del código informático, contagió rápidamente a la cultura. Y creo un nuevo paradigma de circulación, gestión y consumo (palabra que odio) cultural para la era red. Stallman ya dejaba clarísimo que asociar el «intercambio» al «asalto de un barco corsario» (piratería) es simplemente inaceptable. El otro gran objetivo de Richard Stallman era dejar claro que el ‘free’ del free software o free culture no es sinónimo de gratuidad, sino de libre. El libro Cultura Libre, de Lawrence Lessig, sería otra imprescindible lectura para Luis García Montero, el sector cultural y los amigos de InfoLibre que prometieron licencia Creative Commons y se agarran al copyright como a un clavo ardiendo.

Y por eso el mantra casposo del ‘todo gratis’, de la cultura libre como sinónimo de gratuidad y piratería es, además de una falta de respeto, una falacia gigantesca. El colectivo de escritores italianos Wu Ming publica hace exactamente una década libros con licencia copyleft. La copia está liberada. Pero los libros del colectivo, una máquina de best sellers, se venden en librerías. Curiosamente la circulación de copias digitales benefició (y mucho) a las ventas. El exitoso modelo económico de la libería-editorial cooperativa madrileña Traficantes de Sueños, que ofrece la copia libre de sus títulos desde el primer día pero sigue vendiendo libros en papel, demuestra que el discurso del ‘todo gratis’ es una construcción inexacta.  Lo mismo ocurre en el universo de la música. El citado estudio de Joint Research Centre de la Comisión Europea recoge que la mal llamada piratería (descargas, intercambio) beneficia a la venta de música. Además, la mayoría de los artistas viven de los conciertos y ya no más de vender plástico (CD). Y más preguntas para Luis García Montero y amigos: ¿Cómo podéis seguir hablando de descargas cuando la cultura está emigrando a la nube y el streaming se insinúa como nuevo formato, plataforma y modelo?

 

wuming

Imagen del colectivo Wu Ming

Y eso es lo más triste: que mientras hasta el viejo periodismo habla del fin de la era de los objetos físicos (papel, Cds, Dvds…) algunos siguen empeñados a que todo siga funcionando como antes de la existencia de Internet. Mientras algunos investigan sobre libros en la nube (como Bookcamping.cc o 24Symbols) o en música en streaming (Spotify), la vieja guardia sigue entonando lo de piratería=descarga, sin haber entendido que los programas de intercambio de archivos P2P, como el histórico Napster, ni siquiera se basan en la descarga desde un site centralizado.

El caso del cine es diferente, lo reconozco. Existen muchos más factores. Incluso políticos. Tal vez Luis García Montero tenga razón al acusar al Gobierno de Mariano Rajoy de intentar ahogar al cine español. Pero creo que hay muchos más motivos. El cine de autor muere en España  por la existencia de monopolios en la distribución comercial, un chiringuito del mismo lobby del copyright que acuñó el término piratería. Muere sí, por una ridícula subida del IVA al 21%. Pero también porque precisamente el star system de cineastas y solemnes autores viven en una burbuja ajena a la realidad. Siguen pendientes de los premios, de las galas y de los viejos medios. Y no están narrando practicamente nada de la lucha social en red que nació al calor del 15M.

 

Vídeo del colectivo Iaioflautas invadiendo la Bolsa de Barcelona. 

Mientras la España reivindicativa reinventa el activismo, los Iaioflautas (los abuelos del 15M) ocupan la Bolsa de Barcelona o los ARTivistas montan fiestas en bancos para lanzar campañas digitales, los cineastas narran una España paralela, pretérita o simplemente inexistente. Mientras el espacio público renace con asambleas políticas y/o culturales, Fernando Trueba factura El artista y la modelo, un insulso filme recreado en la Francia de 1943. Mientras las redes humanas del 15M protegen a los inmigrantes de las redadas policiales y la solidaridad interracial explota en España (único rincón de Europa donde eso ocurre), los Bardem participan en una patética Alacrán enamorado, un película donde un grupo neonazi español pega palizas a los inmigrantes en las calles. Si no tienen imaginación, que beban de la realidad.

Y más preguntitas. ¿Por qué los actores del No a la guerra y la mayoría de los artistas progres son casi invisibles en el nuevo mundo? ¿Por qué no participan aunque sea algo en una nueva forma de hacer las cosas (15M) que España ha exportado al resto del planeta? ¿Por qué no están narrando esta rebelde España en llamas? ¿Por qué estando España a la cabeza global de la innovación en redes, de las licencias libres y de la tecnología social (de WIFI cooperativo a trabajo colaborativo) los famosetes culturetas de la izquierda utilizan el discurso del fascismo cultural de Hollywood, de la derechona española y de la industria del pasado? ¿Por qué no han entendido nada?

 

Trailer El Cosmonauta (En todas tus pantallas el 18 de Mayo) from Riot Cinema on Vimeo.

Intuyo que el cambio tecnológico ha pillado fuera de juego a la vieja guardia cultural. Mucho me temo que desconocen la mayoría de casos de éxito reflejados en el The Power of Open, todos basados en procesos abiertos.  Me da a mí que Luis García Montero ni siquiera habrá oído hablar de El Cosmonauta, la película española que se está haciendo en red entre más de cinco mil personas, que ya ha recaudado más de 400.000 euros vía crowd funding y que está siendo elogiada por medios como Wired. La vieja élite del cine tampoco estará al tanto de los festivales de cine Creative Commons en los que Barcelona y Madrid son referencias mundiales. Y, por supuesto, ni pajotera idea de lo que es el festival ZEMOS98 de Sevilla, toda una referencia global en la remezcla y la autoría colectiva que renacen en la era de las redes. Ójala me equivoque… Pero si me equivoco, creo que será todavía más grave.

¿Tragedia del cine? ¿Tragedia de la cultura? Sí, de la vieja cultura. Sí, de su modelo de negocio y formatos. ¿Culpables? Muchos. El viejo modelo, el Estado y las instituciones, los propios creadores, los monopolios, la vieja política… Pero, por favor, dejen de hacerle un favor a Hoollywood y a la derecha industrio-cultural, intoxicando con el discurso de la «piratería». Dejen que les expliquemos con calma y cariño el nuevo modelo en el que, por cierto, todavía no hay receta económica definitiva. Nada mejor para concluir este texto que una frase de Amador Fernández-Savater: «Hay una forma de hacer las cosas, lo que podemos llamar el modelo televisión, que está en crisis. Aquel era un modelo unidireccional de emisor-receptor que ha funcionado tanto en el periodismo como en la política o en el saber. Y surge otro que es un modelo más en red, donde hay más nodos, donde más gente puede hablar, donde las conexiones son más horizontales. Y en ese modelo la red no está dada, hay que hacerla para que esos enlaces se comuniquen y se entiendan unos con otros. Para que se cree un mundo«.

¿Cuándo y dónde hablamos, Luis García Montero?

Videocracia: política y ficción

“Cuando las elecciones han terminado, todo queda congelado en el tiempo. ¿En qué se convierte aquel cartel electoral? En el maldito rastro hacia nuestras mentiras”. Así arranca Videocracia: política y ficción, el último capítulo del programa Soy Cámara, del Centro de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) emitido el pasado 18 de enero en TVE. La frase que abre Videocracia: política y ficción, en realidad, aparece en el libro SPOTS ELECTORALES. El espectáculo de la democracia en la TV desde 1989, una investigación de Jorge Luis Marzo y Arturo «Fito» Rodríguez. Teóricamente, es una frase de Roberto Alfa, uno de los mayores «expertos internacionales en comunicación política». Sin embargo, Roberto Alfa es una ficcón: una máscara que da voz a los miles de creativos entrevistados para la investigación que prefieren mantenerse en el anonimato.

Roberto Alfa encarna a la perfección el marketing político, la política espectáculo, la política objeto, la democracia escaparate. La filosofía de Roberto Alfa, mitificado como gurú-de-gurús en este mockumentario (documentario ficción), flota en todo el programa. Frases redondas, impactantes, directas. Dolorosas (deberían serlo) para cualquier verdadero demócrata.

 “Todo se basa en repetir lo mismo hasta la saciedad, hasta que el eslogan se quede adherido a la piel del público como un secante (…). En las dos semanas que dura una campaña, todo debe ser campaña: un perro, un tren, un tomate; todo se convierte en elemento simbólico de campaña, le importe o no al perro o al tomate».

Videocracia: política y ficción, que aterriza en una España distópica azotada por la corrupción y un desligitimado Partido Popular, es un trabajo especialmente explosivo. Supuestos especialistas/creativos, como Lluc Canetti (Cetedrático de Comunicación política de la Universidad de West Virginia) comparten escena con políticos reales de todo el mundo. Spain is not different. Muchos de ellos desfilan por el vídeo. José María Aznar, José María Ruíz Mateos. Videocracia: política y ficción. Jesús Gil, José Luis Rodríguez Zapatero. Videocracia: marketing y maquillaje. Videocracia: teatro y marca. Videocracia: manipulación y palco. «El ejercicio de la política es el control de los afectos», afirma un solemne y ficticio Lluc Canetti. 

Da al play. Observa, escucha. Mira el refrito de spots políticos de este mockumentario, de esta realísima ficción. Da al play, digiere el golpe. Indígnate. No es para menos. Aunque ya lo supiéramos, Videocracia nos confirma de sopetón que existe un grupúsculo de gurús especializados en convertir a los candidatos políticos en un producto de mercado. Que la única manera de triunfar en la mayoría de democracias es invertir ingentes candidades de dinero en campañas comerciales. Que la política, como dice en el vídeo Joan Pudevilla (Cofundador ACP Asociados. Alfa Comunicación Política) es «marketing sofisticado». Y que el auto proclamado imbatible raciocinio de Occidente, de la democracia, no tiene nada que ver con las ideas: reside exactamente en manipular emociones.

Emoción. Ficción. Manipulación. Cleptocracia. Hace años publiqué un texto sobre Lula, el peluche presidencial, el muñeco-candidato, el amuleto emotivo de la política-corazón, la carne-bajo-el-maquillaje de las agencias de marketing. ¿Para qué hablar de programas electorales si tenemos estrategias lacrimógenas? «Las democracias occidentales, en claro proceso de descomposición han entendido en los spots un claro exponente de su estetización y banalización», dice Lluc Canetti. Y cuándo llegamos a la red, la cosa puede empeorar. Nadie como Roberto Alfa, dando voz a todo un sistema, para explicarlo: “Es genial lo de la red: con tal de no firmarlos o de que vayan a nombre de las juventudes del partido, puedes colgar videos saltándote la normativa electoral».

Por todo lo anterior, me llama la atención que muchas personas no hayan captado algunas sutilezas del recientemente presentado Partido X, el partido del futuro que pretende «desalojar el hemiciclo» español. En mis Hipótesis sobre el Partido X elogié en cierto modo que dicho partido no tenga rostros y que se escondan bajo el anonimato. Tras ver Videocracia: política y ficción, su postura me parece todavía más pertinente. El hecho de haber contratado a actores en su controvertida rueda de prensa virtual mete el dedo en el ojo de la manipulación política, en el marketing de la emoción, en la construcción artificial de candidatos. Haciendo una campaña low cost de alto impacto político, el Partido X deja en evidencia otra cosa: las millonarias campañas electorales son innecesarias. Por lo menos, podrían serlo.

Los críticos del partido X – a los que respeto – deberían ver Videocracia: política y ficción. Y después de ello, deberían olvidarse del Partido X y simplemente intentar responder a las siguientes preguntas: ¿No debería estar prohibida la propaganda política? ¿No debería bastar con la publicación-comunicación de los programas electorales?

 

Motivos para ver y compartir el documental «15M: Excelente. Revulsivo.Importante»

«Excelente. Revulsivo. Importante». El escritor José Luis Sampedro usó  en una entrevista esta frase para definir al movimiento 15M. Mientras una buena parte de los medios ignoraba el estallido que estaba llenando de ‘indignados’ las plazas de España y medio mundo, José Luis Sampedro concedía el mayor grado de importancia al todavía incipiente movimiento. Por ello, por homenaje, retribución  o agradecimiento, el cineasta y activista Stéphane Grueso ha decidido usar la frase en el título del documental en el que lleva enredado desde el 16 de mayo de 2011. Cuando arrancó la elaboración del mismo, dentro del proyecto paraguas 15M.cc, el título provisional era Dormíamos, despertábamos. Tras unos meses de rodaje, el título definitivo es: 15M:«Excelente. Revulsivo. Importante». El propio Stéphane nos cuenta en primera persona el estreno del documental en el blog Interferencias, en El Diario.

Aunque el documental todavía no está colgado en Internet y ninguna cadena de televisión lo ha pasado, he tenido la suerte de ver 15M:«Excelente. Revulsivo. Importante». El documental, que se estrenó oficialmente el pasado lunes en el Museo Reina Sofía de Madrid, dará mucho de qué hablar. Y por eso he decidido escribir con calma y cariño una entrada en este blog con los motivos por los que hay que ver (y compartir) este documental. He asistido con entusiasmo al nacimiento y crecimiento del proyecto 15M.cc. Recuerdo como si fuese ayer el día en el que Stéphane Grueso y Patricia Horrillo me explicaron el proyecto 15M.cc, en un bar muy cercano a la Puerta del Sol. Pablo Soto, el otro fundador del proyecto, no pudo venir. Entré en el grupo de trabajo del libro, donde más podía aportar, sin pensármelo dos veces. También tuve el privilegio de conocer el estudio de Stéphane y la profesionalidad de todo el equipo, al ser uno de los entrevistados de las Conversaciones 15M.cc.

Por todo ello, os doy unos cuantos motivos para prestar mucha atención a este trabajo documental. ¿Por qué hay que ver (y compartir) 15M:«Excelente. Revulsivo. Importante»?

Porque es una visión personal.  El documental es una entrañable narración en primera persona del 15M. Es totalmente subjetivo. Y esa frescura y familiaridad, en un mundo lleno de documentales enlatados con neutras voces en off, se agradece. No existe la objetividad. Y no tiene sentido renunciar a nuestra propia mirada de los acontecimientos. Menos cuando hemos estado tan dentro de la historia que queremos contar. La narración, cuando el formato lo permite, gana. Stéphane nos lo cuenta así:  «Como veis, no se trata de una visión periodística o academicista del 15M en Madrid. No. Es mi versión personal. E insisto mucho en esto, tanto en el off como en rótulos en la película. Es mi visión, lo que yo experimenté, mis sensaciones».

Porque es un documental copyleft. 15M:«Excelente. Revulsivo. Importante» usa la licencia Creative Commons BY 3.0  (tipo copyleft). Traducido a los más analógicos o ajenos al mundo de la cultura libre: cualquier usuario puede «compartir, copiar, distribuir, ejecutar y comunicar públicamente la obra». Puede hacer obras derivadas e incluso uso comercial de esas obras. Otro puntito: el proyecto no tiene fin comercial ni ánimo de lucro. Cuando alguien invierte tantos y tantos meses en hacer algo cuyo objetivo no es el dinero, tenemos que quitarnos el sombrero (y hacer la ciberola, aquí y ahora, Ctrl+c, Ctrl+v). Stéphane ya consiguió que su documental Copiad malditos fuese el primero emitido en una televisión pública con licencia Copyleft. Confío plenamente en que éste último seguirá la senda.

Porque el proyecto ha sido un proceso abierto. El documental, como todo el proyecto 15M.cc, ha sido un proceso compartido, abierto y participativo. Todas las entrevistas, las Conversaciones 15M.cc, están colgadas en el site del proyecto y en You Tube. Los usuarios han podido colaborar destacando frases de las entrevistas. La cuenta de Twitter @15M_cc ha ido divulgando todo e incentivando el diálogo. El proceso, el saber que es más importante cómo hacemos las cosas que los objetivos de las mismas, cómo decidimos colectivamente cómo las hacemos, fue uno de los grandes descubrimientos del 15M. Y no falla: en esta era de los procesos, son muchos los que habrán disfrutado del proceso, de todas o de alguna de las entrevistas del documental, y que nunca llegarán a ver el resultado final. Pero el proceso habrá valido la pena.

Porque existirán muchas remezclas. Stéphane lo tiene claro: «Todo el material estará disponible en la web para su remezcla y el libre uso de la comunidad en sus propios proyectos». Tanto, que invita a la fuerza enemiga, Intereconomía y la mismísima señora Esperanza Aguirre: «están más que invitadas a remezclar su propia narración de su 15M. En 15M.cc les proporcionamos las herramientas para ello. Y, a mí, personalmente me encantaría verlo».

Porque @fanetin es de fiar. @fanetin, el perfil de de Twitter de Stéphane Grueso, es uno de los más respetados del 15M. En el ya mítico mapa de las 499 cuentas del 15M que elaboró el colectivo Manuela Lucas, @Fanetin es más grande e influyente que @el_pais. Sí, amigos, como tuitearía el propio Stéphane, un ‘perroflauta’ es más grande que ese diario de directivos millonarios que despide a a algunos de sus mejores periodistas con la excusa de la crisis/estafa.

Porque el proyecto inicial está lleno de ‘forks’. La influencia del software libre ha sido tan grande en todo el proceso 15M, que algunas palabrejas, como ‘fork’, que quiere decir algo así como ‘desviación consensuada’, son habituales en la comunidad 15M. Stéphane la usa bastante. El proyecto 15M.cc está lleno de forks. Por ejemplo, la sensacional y saludable 15Mpedia, rellenada por la siempre dispuesta inteligencia colectiva del 15M. Aquí podéis leer algo sobre la evolución del proyecto. En este vídeo también lo cuentan sus protagonistas.

Porque es un proyecto que empodera. El documental no es el final del trayecto, ni mucho menos. El propio autor dice que  «acabar este documental no es el final de nada, sino el principio». Y por eso ha decidido cedérselo metafóricamente a quien quiera adoptarlo. En febrero, en el MediaLab Prado, escribe Stéphane, «organizaremos una Fiesta de Liberación, un especie de aquelarre donde todo el proyecto, contenido y continente pasará a manos de una lista de correo, de la comunidad que la gestionará y decidirá su futuro y evolución, disolviéndonos los tres iniciadores en esa masa y continuando nuestra tarea en Madrid.15M.ccPapers.15M.cc y en otros proyectos que nos apetezca».

Porque aspira a llegar a mucha gente. Mejor que hable el propio autor: «La vocación del proyecto ha sido desde un principio lograr la máxima difusión del 15M por lo que estará pronto disponible en internet para todos. Sí queremos intentar una cosa: para llegar al mayor número de gente posible queremos intentar que una televisión emita el documental y para ello queremos reservarle la novedad de una primera emisión». El documental estará en breve en Internet, pero también quiere llegar a todos aquellos que no son demasiado digitales. El equipo de trabajo aspira a que algún diario reparta «el libro con el DVD de la peli para intentar repartir unas decenas de miles de copias físicas de la obra». Internet sí, formato ‘epub’ del libro para Ipad, sí. Pero también todo a la vieja usanza. Nuestros abuelos tienen que entender todo esto, ¿no os parece? ¿A qué esperáis, diarios y/o televisiones?

Porque el 15M es muy importante. El 15M – ya sea diagnóstico, proceso, movimiento, colectivo o revolución – es uno de los acontecimientos más importantes ocurridos en España desde el estallido de la guerra civil, allá por 1936. No sólo eso: es el proceso que desencadenó verdaderamente la global revolution. Su conjunto de métodos, herramientas digitales, protocolos de actuación, imaginarios y contenido están influyendo al mundo muchísimo más de lo que la mayoría de personas sospechan. Personalmente, defiendo que el 15M pasará a la historia como algo más importante que el Mayo del 68. Escribiré sobre ello en cuanto pueda, y le dedicaré el texto al perroflauta más cineasta (o viceversa) del 15mayismo.

Porque el documental divulgará en todo el mundo algo importante. Infelizmente, los grandes medios no están prestando mucha atención al 15M. El 15M, a su vez, quizá tampoco se esté sabiendo ‘vender’ muy bien en otros idiomas y países. Este documental – riguroso y panorámico – ayudará mucho a divulgar las ideas, logros y procesos del 15M. El documental llegará a rincones insospechados del planeta. Y quién sabe qué efecto mariposa va a desencadenar.

Porque este tío es buena gente. Importante. Sí: Stéphane no es ningún trepa. No busca ni fama ni poder ni millones, como el «empresario ejemplar» Díaz Ferrán, los jugadores de La Roja o los amigotes de Rodrigo Rato. Stéphane es tan buen tipo que es uno de los participantes/enredas del 15Mparato que usó crowd funding para procesar a un banquero. Gracias al corazón grandote del pequeño Stéphane&Friends, veremos a Rodrigo Rato, ex presidente del FMI-Mordor, en el banquillo el próximo día 20 de diciembre. Stéphane pone una cuerda en cualquier plaza, echa un cable en cualquier plataforma, graba con su móvil cualquier mani, charla con bomberos, Yayoflautas o mineros. Abraza al 99%, empuja proyectos, anima a todas, baila la conga escuchando a la Solfónica, cuida a sus amigos. Incluso le envía entrañables cartas a su amor platónico, Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno de Madrid. Y éste es un motivo importante, amigos.

Por todo ello, vale la pena ver, compartir y remezclar 15M:«Excelente. Revulsivo. Importante».

 

Euroestafa.com, un documental necesario

Teaser Euro from Guillermo Cruz on Vimeo.

¿Un documental con formato de road movie para desvelar la actual crisis de la zona euro? ¿Un proceso de crowd funding para elaborar un trabajo audiovisual que denuncie los detalles especulativos en los que se basó la fundación de la moneda única de Europa? Lo que hace unos años podría parecer una locura-ficción, cuatro años después del estallido de la crisis, en plena revolución tecnológica, es una realidad. Marchando una de documental colaborativo, work in progress, del 99%

El cineasta Guillermo Cruz, que realizó junto al arquitecto Santiago Cirugeda el documental Spanish Dream sobre la burbuja inmobiliaria, se ha puesto manos a la obra. Y ha colocado su proyecto Euro, descubriendo una estafa, en el site de financiación colectiva Goteo. Para realizarlo necesita un mínimo de 8.950 euros. De momento, a falta de 11 días, ha conseguido 5.730. Necesita nuestra ayuda. Y se la merece.

Guillermo Cruz va a basar su documental en el trabajo de investigación del arquitecto y economista Ricardo Vergés. Vale la pena echarle un ojo a su site. La investigación de Ricardo – con quien mantuve muchas charlas telefónicas durante el año 2009 – fue vital para la elaboración de mi reportaje Madrid DF, publicado en el Magazine de La Vanguardia. Invertí muchos meses en ese reportaje. Y sin duda, Ricardo Vergés fue uno de los grandes descubrimientos de aquel proceso: brillante, sólido, ácido. Tras pasar décadas como profesor en la Universidad de Montreal, Ricardo asistía espantado por entonces a la pandereta política de la España posburbuja.

Los artículos de Ricardo Vergés, cuando todavía nadie había destapado a fondo la burbuja y esa crisis a la que el tiempo ha rebautizado como estafa, apuntaban ya a la catástrofe. Farra de préstamos del Banco Central Europeo a los bancos (la famosa tasa interbancaria apenas aplicada a bancos y no a Estados), construcción de millones de viviendas innecesarias, corrupción, manipulación de datos, especulación de los acreedores del norte de Europa, connivencia de los políticos del sur… El mundo del 1% – bancos forrándose gracias al dinero público – está presentísimo en el trabajo de Ricardo. Por eso, este documental Euroestafa.com, es totalmente necesario.

¿Y cuál será su contenido? Nadie mejor que los propios autores para explicarlo: «Demostraremos con detalle, cómo una serie de maniobras macroeconómicas al más alto nivel político nos han arrastrado hasta la situación actual (…) A partir de este planteamiento y de la investigación a través de datos reales del Banco de España, FMI y Banco Central Europeo  podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Tenemos que pagar este dinero y en las condiciones que nos dicen».

El formato  y proceso también son innovadores. Corto &Pego de su site: «El hilo conductor del documental serán las imágenes que el realizador filmará mediante un iPad durante todo el viaje, y que mostrarán el itinerario real de todo el equipo y su trabajo. Dichas imágenes irán apoyadas en el montaje con la voz en off de un narrador. El documental tendrá formato de reportaje pero con una narrativa más cinematográfica y propia del documental de creación, en el sentido que será una historia explicada en primera persona y su propio ritmo se alejará puntualmente del reportaje».

Ya que los políticos esconden los verdaderos motivos de la crisis, descubrámoslos gracias a trabajos como Euroestafa.com. Por si todavía no lo ves claro, un vídeo corto de Guillermo Cruz para indecisos. A ti también te han estafado:

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura (remix)

Fuente de la imagen: http://www.mindjumpers.com/blog/ Vista en: urbanohumano.org

Cuando Woody Allen publicó su libro-dinamita Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, allá por 1974, ya tenía una sospecha: la cultura es todo aquello que pasa mientras unos intentan definirla y los críticos la evalúan. Justo antes de morir, allá por 1985, el escritor Italo Calvino entrevió que la literatura estaba amenazada de muerte. Sus Seis propuestas para el próximo milenio (5+1 conferencias que dio en la Universidad de Harvard) anticipaban algunas realidades de nuestros tiempos. La primera propuesta, la levedad, parecía intuir el vértigo de Internet, de las redes, del planeta hipervínculo: «La escritura es en el libro lo que el byte en la pantalla: no pesa, fluye sin dificultad y constantemente se transforma». Calvino vio claramente la agonía de la cultura, el desgaste de las definiciones forjadas a los largo de milenios.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, algunos siguen confiando en las definiciones seculares de la cultura. La cultura como «cultivo del espíritu» (Ilustración), como una «función social» (funcionalismo), «como un reflejo de las relaciones sociales de producción» (Karl Marx), como un conjunto de símbolos compartidos (Claude Lévi-Straus), como una suma de costumbres colectivas (folclore), como sinónimo de civilización (Edward Tylor), como un derecho humano (ONU), por citar algunas. Definiciones top down (verticales e impuestas), definitivas, excluyentes. Y peor que todo ello: la denominada industria cultural sigue anclada en su monovisión de la cultura como sinónimo de mercado. La cultura como un producto. La cultura como algo cuantificable. La cultura como consumo. La cultura como producto elaborado de una elitista clase creativa. La cultura como entretenimiento de las masas. Y peor todavía: una buena parte de la industria cultural y de los Gobiernos del mundo actúa como si Internet no existiese. Como si nunca hubiera existido. Como si la única manera de producir, distribuir, gestionar y consumir cultura fuese aquella que nació en el siglo XX: mitificados autores individuales, productos físicos (plástico, papel…), transacciones monetarias…

Hace poco, publiqué un libro, #24H, con formato híbrido, licencia copyleft y una sala de remezclas para que los lectores lo despedazacen. Quien mejor lo ha entendido no son los críticos literarios, sino una revista de vídeo juegos. Me dio bastante que pensar. La industria no ha entendido (casi) nada de mi propuesta. Las redes, sectores transversales de la cultura clásica, sí. ¿Los vídeo juegos son cultura? ¿#24H es literatura, arte multimedia, documentación-ficción? ¿Vivimos en la era poscultural? ¿Acabamos de una vez con la cultura (con su definición clásica)?

Tengo más preguntas que respuestas. Aun así, he decidido compartir en este blog algunos pensamientos. A continuación no intentaré definir lo que es la cultura en el nuevo milenio. Mientras intento definirla, la cultura seguro que se convierte en otra cosa.Me limitaré a comentar algunas prácticas y dinámicas que han nacido con la red. Prototipos e inercias que están modificando radicalmente la cultura. Me limitaré a trazar algunos caminos o perspectivas que ya están en el epicentro de la producción y consumo cultural. He escrito la entrada en presente, y no en futuro (cuestión de optimismo). He dejado fuera un asunto caliente: financiación. Y no me preguntéis por qué han salido 13 puntos (podrían ser muchos más). La mayoría de ellos están relacionados entre sí. Y son remezclables-mejorables.

1.  De la cultura digital a la cultura de red. El término cultura digital, usado insistentemente para definir la creación cultural que tiene que ver con Internet o medios digitales, queda algo obsoleto. La palabra cibercultura, utilizada para definir la cultura que crece y habita en el ciberespacio virtual, también. Con Internet móvil y la computación ubicua, la barrera del off y on se diluye. El cibridismo que propone Martha Gabriel – off+on, siempre conectados en todas partes – trastoca para siempre la frontera de lo analógico y lo digital. Las nuevas dinámicas de las redes – Peer-to-peer, colaboración, prosumidores, remezcla, co-creación… – substituyen a la misma definición de cultura. Por eso, la cultura de red es más amplia que la definición de cultura digital e incluso que la propia cultura. Hacer ecología en red, feminismo de red, ciudad en red, política en red, por ejemplo, son nuevas caras de la cultura de red. Substituyen a la definición. Son cultura.

2. El fin de los objetos acabados. La cultura deja de ser un producto acabado (un cuadro, un libro, una canción). La cultura abandona su estado alfa (definitivo) y se balancea en un permanente estado beta, utilizado en las comunidades de programadores de software libre pasa definir algo inacabado. El reuso de la obra no es sólo inevitable, sino deseable. Los prototipos se convierten en modelos.

 

La Global Revolution remezcla visualmente una canción de Instituto Mexicano del Sonido

3. La remezcla como esencia. Las licencias abiertas (Creative Commons, copyleft…), el auge del procomún y la popularización de las herramientas tecnológicas de bajo coste incentivan la remezcla. Las obras se desmiembran en collages, en nuevas mutaciones. El fork – un desvío en un trabajo colectivo en jerga hacker – pasa a ser una virtud. Las obras se quiebran para componer puzzles de piezas inconexas, unidas por nuevos hilos. Ninguna lógica – ni la de los críticos ni la del mercados – consigue imponer el nuevo pegamento de las remezclas.

4. La cultura como proceso colectivo. El ‘proceso’ sustituye cualquier objetivo de la cultura. El proceso de creación-elaboración de una obra cultural, en la mayoría de los casos, es algo compartido. La película El cosmonauta (que lleva años en un proceso de co-financiación y co-creación), el documental de Stéphane Grueso 15M.cc sobre el movimiento 15M (cuelga las entrevistas íntegras en Internet, diáloga con usuarios) o la gestión de la biblioteca colaborativa Bookcamping.cc son prueba de ello. En muchas ocasiones, algunas personas acompañan el proceso colectivo y no ven el resultado final. En otras, conocen apenas las remezclas y vidas posteriores de la obra. La obra es un continuum de contornos flexibles. La cultura pasa a ser un diálogo, una conversación. Cada autor elege que parte de su obra es un proceso colectivo y qué parte, una inspiración-rincón individual. El Do It Your Self (DIY) se convierte en el Do It With Others (DIWO).

5. La autoría como algo diluído. Cualquier faceta en el arte, como afirma Joan Fontcuberta en su Manifiesto posfotográfico, «es camaleónicamente autoral». El autor es un eslabón más en una imprevisible cadena de curadores, usuarios, gestores, comentaristas y remezcladores. El autor es una parte de una identidad colectiva mayor. Paradoja: su identidad individual puede estar compuestas de retazos de diferentes identidades colectivas.

6. El fin de los objetos físicos. La música no es más sinónimo de CD. La literatura no es sinónimo de libro de papel. El cine no es sinónimo de pantalla grande. El cloud computing (computación en la nube) y el streaming dinamitan los objetos físicos. La cultura pasa de la estantería a la nube. Nuestros hijos nunca entenderán la conexión entre estos dos objetos.

7. La era del upload.  Cada minuto se suben 24 horas de contenido a You Tube. Los usuarios, ahora, son prosumidores. Consumidores activos, productores de contenido, polinizadores de contenido. La cultura deja de ser algo unidireccional. Pero la descarga (download) de un contenido no es tan revolucionario. La explosión de la red reside en el upload: en la posibilidad de que cualquier persona pueda subir contenidos a Internet. Contenidos distribuidos, compartidos, remezclados, conectados entre sí a través de redes y etiquetas. Contenido, por cierto, que ya ni tiene que descargarse.

 Creaciones nacidas alrededor del fenómeno ‘meme’ Ecce Homo.

8. Memecultura. El concepto de meme de Richard Dawkins – «una idea, comportamiento o estilo que se expande de una persona a otra dentro de una cultura» –  muta en la era de la red. El meme adopta ropajes de virus contagioso. Además, suele surgir en procesos bottom-up (de abajo arriba) imprevisibles. A diferencia de la cultura de masas que presidió el siglo XX, vertical y dirigida por los grandes agentes económicos, la memecultura se rige por las lógicas distribuidas y horizontales de las multitudes conectadas. La expansión de la imagen del Ecce Homo, la viralidad de su construcción social, son una prueba viva de la memecultura.

9. Hibridación formal, transversalidad, mestizaje. Historicamente, las diferentes artes vivían en compartimentos separados. La literatura dialogaba tímidamente con el cine o la música. La pintura, con la escultura. Pero en la era de la red, la taxonomía rígida (clasificación temática) da paso a la folksonomía (clasificación a través de etiquetas sociales). Los compartimentos de las artes se mezclan.  Sus muros, sus fronteras, se desmoronan. La cultura aterriza en la multidisciplinaridad, en lo interdisciplinar, en lo transversal, en lo polifónico. Las obras-procesos, además, pueden estar construidas de formatos diferentes (imagen+texto+audio+vídeo+… ). La narración híbrida de géneros, formatos, lenguajes, cotiza al alza. Lo multimedia – más de dos medios – es el estado natural de la cultura.

10. Cultura ubicua, orgánica, e-emotiva. La expansión de Internet móvil (celulares 3G, Wi-Fi…), el cloud computing (nuestros datos y archivos en la nube) y la realidad aumentada cuestionan los espacios clásicos de la cultura: museos, teatros, cines, salas de concierto… La cultura es, siempre que se quiera, un post it para colocar en cualquier lugar. Exposiciones post it, conciertos post it. La cultura es un nuevo paisaje orgánico y ubicuo de los territorios. Además, gracias a la nanotecnología y a una nueva ciborg (tecnología relacionándose en nuestros cuerpos) la cultura camina hacia la e-emotividad. Cada día habrá más aplicaciones culturales adaptadas a nuestra sensibilidad, como la aplicación songza (selecciona canciones acordes con nuestro estado de ánimo).

11. Glocalidad en tiempo real. Las herramientas de streaming y la comunicación en tiempo real a través de algunas redes sociales difuminan el espacio físico. La cultura se ve inmersa en la nueva era de lo glocal (local+global). Los territorios y sus habitantes se conectan al margen de su proximidad física en un nuevo espacio de flujos (teoría de Manuel Castells). El planeta funciona con la lógica de una red distribuida peer-to-peer en la que cada nodo puede comunicarse en tiempo real con cualquier nodo. Los eventos culturales, transmitidos en tiempo real, dialogan con personas, colectivos, objetos y eventos de cualquier lugar del planeta.

Imagen: montaje de Doménico di Siena en su blog UrbanoHumano.org, licencia Creative Commons

12. UpCycling, el residuo hecho arte. El UpCycling es un término que convierte un residuo en un nuevo material usable bajo las lógicas de las sostenibilidad. Lo que es residuo para la cultura oficial o la industria puede transformarse en una nueva obra de arte. El caso del Ecce Homo – una restauración considerada de mala calidad – es un versión colectiva de los objet trouvé de Marcel Duchamp. El residuo se transforma en un icono, se remezcla, adopta valor. Transformar una plaza de parking en un espacio temporal, habitable y de convivencia, como hace ParkingDay, también es UpCycling. Es cultura.

13. La cultura fragmentada, no lineal. La temporalidad clásica de Occidente, el tiempo lineal del Cristianismo y la Ilustración, pierde fuerza. Con el link y las líneas de tiempo de redes como Twitter – donde puede aparecer siempre algo del pasado- , el presente es un tiempo de flujos circulares. «El pasado es siempre presente – como escriben en el proyecto 10Opencult.cc – la cultura del link ya teje una red de conocimiento que desborda la linealidad y crea un eterno presente. Un fondo que permite un sinfín de recombinaciones y reutilizaciones”.

Una idea: no estaría de más tuitear esta entrada con copia a José Ignacio Wett (@Jiwert), ministro de Educación, Cultura y Deporte (sobre todo de Deporte) de España, uno de los cargos públicos del mundo que peor ha entendido los nuevos paradigmas de la cultura. Etiqueta sugerida: #WertNoDoyUna

La ventana indiscreta remix

Remezcla a Alfred Hitchcock, pásalo. Simplemente espectacular el trabajo de Jeff Desom sobre y alrededor de la película La ventana indiscreta (Rear Window) de Alfred Hichtcock. Su obra Rear Window Loop, ganadora en la categoría de gráficos por ordenador del prestigioso Ars Electronica, confirma algo: la remezcla es bella. El remix, no solo es legítimo artísticamente hablando, sino necesario. Modificar una obra, por mucho que se oponga el lobby del copyright, la enriquece. Quien tenga dudas, que mire el vídeo de Rear window loop.

Jeff Desom, utilizando el programa After effects, recrea la obra de Hitchcock en un inquietante e inspirador paisaje de ventanitas fragmentadas. Lo que Jimmy Stewart contempla desde su apartamento en la obra original, se transforma en una película de veinte minutos, en una nueva realidad deconstruida, en un nuevo universo personal. Rear window loop está compuesta exclusivamente de fotogramas de la película de Hitchcock. Pero la cirugía creativa de Jeff Desom transforma la obra en algo oblicuo, transversal, pos, (re)mix, (re) ciclado.

El periodista y comisario José Luis de Vicente hace un gran repaso a los premios de Ars Electrónica en su recomendable blog Ondas de choque. 

 

 

#SalvemosPulpFiction


Encabezando esta entrada debería haber un vídeo de You Tube bien especial: la mítica película Pulp Fiction de Quentin Tarantino en orden cronológico. O sea: desordenada, remezclada por un usuario, reinterpretada. En cambio, apenas vemos un pantallazo con «El usuario ha suprimido este vídeo. Disculpen las molestias». ¿Qué ha ocurrido? ¿Quién ha retirado el vídeo? ¿Por qué? Para saberlo, demos un breve paseo por el contexto.

En su versión original, la película Pulp Fiction empieza en el fin, continúa por el inicio cronológico de la historia, acaba en el medio. Siempre me gustó el uso del flashback de Tarantino. Además, no tengo especial apego a esa linealidad del tiempo acuñada por Occidente, el cristianismo y la Ilustración. Pero la versión ordenada cronológicamente de Pulp Fiction tenía algo grande: la reutilización del contenido de un usuario. El remix. El reuso formal de unos elementos audiovisuales que ya forman parte del procomún cognitivo de la humanidad. Pulp Fiction ya no es una obra que pertenezca exclusivamente a Tarantino. Pulp Fiction es nuestra. Forma parte de la sociedad. No es propiedad exclusiva de la industria cultural. ¿O me estoy equivocando? Por eso, para meditar en alto, guardé el vínculo y lo aparqué en un borrador de este blog, esperando una buena ocasión para publicarlo.

Pero han pasado meses. Y al entrar en la Pulp Fiction Remix me doy cuenta que han suprimido el archivo. La recreación de la obra de un usuario-admirador de Tarantino, simplemente, ya no existe. O peor que eso: apenas está registrada en el ordenador de dicho usuario. Ha dejado de ser un patrimonio colectivo. La industria cultural, la rígida moral hollywoodiense, deben haber obligado a You Tube a retirar el archivo. He buscado y rebuscado en Internet otra Pulp Fiction en orden cronológico. Sin éxito. Apenas encontré  el genial infográfico Pulp Fiction en Chronological Order que cierra esta entrada. Y una joyita irreverente: la película Memento, otro icono del flashback, en orden cronológico. Entra aquí, rápido, antes de que la industria lo descubra.

Algunas preguntitas que lanzo al aire colectivo. ¿Por qué la industria sigue considerando la obra de arte como un producto acabado y definitivo? ¿Por qué el velo talibán del copyright impide la creatividad de los usuarios? ¿Por qué se cercena la imaginación y dedicación de los admiradores de una obra? ¿Por qué tenemos que ver películas o leer libros en el orden escogido por sus autores? ¿Por qué no nos divertimos en una Conjura Toca Narices Industriales que despedace las películas y su orden cronológico? ¿Por qué no lanzamos un hashgtag en Twitter para salvar a PulpFiction, #SalvemosPulpFiction , y la reordenamos cómo nos de la gana? ¿Por qué no remodelamos Pulp Fiction de 1001 formas hasta que Tarantino reaccione y aplauda nuestro quehacer distribuido e idólatra? ¿Liberamos a Pulp Fiction de las cadenas? ¿Retuiteamos #SalvemosPulpFiction hasta que nos escuchen?

Mi web: bernardogutierrez.es Fundador de la red futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa

 

 

 

La educación prohibida, un alegato por una educación libre

Cualquier gestor cultural o ministro de Cultura debería estudiar con atención la estrategia del documental La Educación Prohibida. En menos de una semana, sin inversión en publicidad, sus números son espectaculares: 158.455 descargas, 1.488.220 reproducciones en web, 436 proyecciones en todo el mundo, 46.726 fans en Facebook 4.257 seguidores en Twitter. Un detalle: el documental no usa licencia copyright, sino licencia Creative Commons. Cualquier persona tiene derecho a copiar la obra, a modificarla y a difundirla cómo quiera. Además, el documental ha sido elaborado de una forma colaborativa: fue financiado colectivamente gracias a 706 co-productores. Los subtítulos también han sido hechos de forma colaborativa. Cualquier persona puede traducir el documental a cualquier idioma aquí.

Lo más curioso es que La educación prohibida toca un tema poco comercial: cuestiona los cimientos de la educación occidental, sus métodos, su sistema competitivo basado en calificaciones. El documental ha hecho «más de 90 entrevistas a educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido por 8 países de Iberoamérica (Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, México, Guatemala y España) pasando por 45 experiencias educativas no convencionales». Y realmente, no deja indiferente a nadie. El documental critica con dureza una educación que «no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo». Y muestra prototipos educativos que ya están funcionando, nuevos imaginarios replicables para esta nueva era en red.

Surgen muchas preguntas, sin duda, tras ver La educación prohibida. ¿Por qué Occidente (y medio mundo imitándole) todavía base sus sistema educativo en un modelo nacido en la Prusia militar del siglo XIX? ¿Por qué la educación se basa en un sistema competitivo que no incentiva el trabajo en equipo y la creatividad? ¿Por qué la educación se concentra en centros definidos sin contacto con la ciudad y/o la naturaleza? ¿Por qué no basar la educación en un proceso social, participativo, que convierta nuestras urbas en La ciudad del aprendizaje?

Sin más, recomiendo ver La educación prohibida y compartirla de cualquier forma posible.

Mi web: bernardogutierrez.es Fundador de la red futuramedia.net En Twitter soy @bernardosampa

 

#Subtítuloshackers

 

 

Hace unos días, viendo una película pésimamente doblada, se me ocurrió una idea: subtitular películas de forma que cambie el sentido de la trama. Diálogos inventados, radicalmente opuestos a los reales. Objetivo: hackear el significado de la película. Desarmar el mensaje de alguma película claramente tendenciosa o propagandística. ¿Rocky IV haciendo un discursito anti capitalista cuando va luchar contra el boxeador soviético? ¿Paco Martínez Soria criticando el vetusto y paletil franquismo? ¿La clásica Esta voz es una mina, con el hit Soy Minero de Antonio Molina, con subtítulos de la sociedad en red , #nocheminera y 15M? ¿Por qué no? ¿Y si mi idea ya está inventada? Lancé la pregunta desde mi cuenta de Twitter. Y la respuesta fue automática. Algunos seguidores marcaron el tweet como favorito (@juanlusanchez y @pedrojimenez). Otros fueron dando pistas.

 

Otros, bromearon al respecto. Memorias de aquella infancia hacker.

Y algunos, ya con ganas de marcha, queriéndose poner al lío inmediatamente.

 

 

Al final, un Tweet sin ningún comentario dio en una diana apetecible.

Bombay-TV es una web, diseñada por Graphéine, tiene un lema muy sencillo: Elige una película, invéntate los diálogos, mándasela a tus amigos. Son películas indias. Estética Bollywood. Y la web apenas ofrece escenas sueltas para ser subtituladas. No he podido resistirme. He creado una escena irónica llamada Luis, el casi banquero con aroma a especulación. Exacto: el caso Bankia tiene cierto tufillo a matón de Bollywood. Y puedes verla aquí. Potencial no falta. ¿Subtítulos sobre Andrea Fabra tragándose su indigno #Quesejodan mientras una pandillas de matones de Mumbay abofetean a alguien?

Pero Bombay-TV me sabe a poco. Los subtítulos hackers podrían ser un arma de destrucción masiva. Un interesante ejercicio de resignificación colectiva.

La reapropiación semántica no es ninguna novedad. Marcelo Duchamp dotaba de nuevos significado a sus objets trouvés: un paraguas era, de repente, algo más. San Sebastián, de un día para otro, pasó a ser un icono gay. Los esclavos de América Latina se apropiaron de los santos católicos y los disfrazaron de dioses afros. Pero en la era de la convergencia cultural, del remix digital, el proceso se acelera. El personaje Blas, tras la mano de un niño filipino, pasa a ser Osama Blas Laden, un apologeta de Al Qaeda. El dominio superior de Internet .cc corresponde al territorio de las Islas Coco, pero los internautas lo usan como sinónimo de Creative Commons y cultura libre.

¿Y sí todas las películas edulcoradas de Hollywood tuvieran subtítulos trucados en veinte lenguas? ¿Y sí las mega producciones de guerra explicaran las causas de las mismas? ¿Y si alguien crea un proyecto llamado Subtítulos hackers para desmontar los cuentos del poder? ¿Una plataforma donde estén disponibles miles de películas para ser subtituladas y distribuidas? Más subtítulos, que es la guerra. El poder, la industria cultural, intentarán censurar cualquier iniciativa al respecto. Pero que no te engañen: usarán el copyright como excusa porque tienen miedo. Porque tiemblan al pensar que llegará un día en el que ya no puedan (ellos, no hace falta que los nombre) imponer narrativas, ideologías o estilos de vida.

De momento, mientras alguien crea la plataforma, divirtámonos con Bombay-TV. Y tuiteemos con el hashtag #SubtítulosHackers. Venga, va, ¿qué película te apetecería hackear?