De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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La Comuna (P2P) de Madrid

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Los años 20, en el boomerang neblinoso de la historia, sobreviven en una postal roja de un cabaret burlesque del Berlín dadaísta. Los años cuarenta son un eco de tango bailado por inmigrantes en los arrabales de Buenos Aires. Los ochenta suenan a vinilo poblado de los gritos punk del Londres #postindustrial. La década de 2010 será un recuerdo de plazas tomadas, de calles vivas, de creatividad político-cultural. Será sinónimo de Madrid. De aquí a unos años, algunos recordarán la convulsa situación política, la violencia policial o el desempleo. Pero lo que pasará a la historia será otra cosa: una ciudad viva, transversal, oblicua, intensamente social, con un espacio público politizado, libre, conectado con el mundo. La década de los 10 será sinónimo de una ciudad autogobernada por sus ciudadanos, poseída por un vendaval de innovación social, por un dinamismo sin parangón. En la postal, sembrada de manos en alto, se leerá: la Comuna de Madrid.

La Comuna de Madrid – más dispersa, heterogénea y cosmopolita que la Comuna de París de 1871 – será rememorada como el rincón donde nació la comunicación-acción, la acción-pensamiento, el pensamiento-prototipo. Madrid, como efervescencia de redes y calles. Madrid, como territorio e imaginario de proyectos, procesos y acciones tecnopolíticas. Madrid como un laboratorio ciudadano glocal que mira al mundo incluyéndolo al mismo tiempo. Pero en la Comuna de Madrid no todo es acción, hecho, asamblea, escrache. En la urbe – con su tejido red expandido en el resto del Estado español – se está cocinando un cuerpo teórico que arropa las nuevas prácticas. Teoría bastarda, remezclada, promiscua. Teoría-práctica. “El procomún es una zona de intercambio donde los commons tradicionales se encuentran con la cultura libre”, asegura el investigador Adolfo Estalella, contextualizando su texto en Madrid. Y acá radica un pequeño secreto.

Desde finales de los años noventa, la cultura libre se enredó en Madrid con los movimientos sociales en centros okupas como El Laboratorio. Mientras los squatters de Berlín siguen anclados en la estética punk y en un antifascismo clásico, en la treintena larga de Centros Sociales Ocupados (CSO) de Madrid se fragua un nuevo mundo en red, horizontal, agregador. Un nuevo mundo impregnado de ética hacker que diluye las fronteras de lo off y lo online. Que difumina las fronteras de los países y Estados Nación.

Son centros sociales diferentes. Son extensiones de las plazas ocupadas en la primavera del 2011. Centros que funden el dentro y el afuera. Centros que expanden su acción en todos los espacios urbanos. Cierto: nunca en su historia Madrid había tenido tantos Centros Sociales Ocupados (CSO). Aunque en la cantidad no reside el diferencial de esta nueva era de la urbe. ¿A qué sabe huele, suena, huele la Comuna de Madrid?

Captura de pantalla 2013-05-31 a la(s) 09.47.36Imagen: ilustración de  @Ciudad_basura y @maralpel para el seminario #OPENmadrid de ThinkCities.org

Por un lado, algunos de estos espacios exceden la definición de Centro Social Ocupado. Son algo más. Algo diferente. El ejemplo más paradigmático es La Tabacalera, una antigua fábrica cedida por el Gobierno a movimientos sociales del multicultural barrio de Lavapiés. La Tabacalera, que se define a sí misma como Centro Social Autogestionado, es un espacio que encajaría en la teoría del partner state (Estado socio) de Michel Bauwens, fundador de la P2P Foundation. El proceso Esta es una plaza, un parque autogestionado con ayuda de un blog colectivo, también cuenta con el beneplácito del poder público hace muchos años. El Estado socio pone la gobernanza de sus espacios a disposición de la sociedad. Una sociedad en red, peer-to-peer, persona a persona, que se auto organiza al margen de las instituciones sin recharzarlas. Y en la Comuna de Madrid, #estápasando

En segundo lugar, el espíritu del 15M está creando un nuevo caleidoscopio que borra del imaginario la casa okupa clásica. Del Patio Maravillas a La Morada del barrio de Chamberí, pasando por el Espacio Sociocultural Liberado y Autogestionado El Eko de Carabanchel, los nuevos espacios sociales de Madrid son agregadores, heterogéneos, plurales, mestizos. Y no tienen el viejo antagonismo «antisistema» como epicentro. En ellos, se cocinan-prototipan mundos nuevos, sin necesidad de destruir frontalmente el actual. Con construyen cosas, conexiones, procesos. Sin antagonismo. Y la participación es mucho más intergeneracional que hace unos años. Los Yayoflautas de Madrid – los abuelos del 15M – ensayan teatro en La Tabacalera, por ejemplo. La relación con la tecnología, además, es muchísimo más intensa.

En todos estos espacios, el nuevo mundo se vislumbra en jergas-siglas Este interesante texto del Vivero de Iniciativas Ciudadanas de Madrid habla de «DIY (Do it YourSelf), CO-, #, WIKI,MIDDLE-OUT, PRO-, P2P, DIWO (Do it with Others), SLOW-, CROWD-, DIT, @, OPEN, NET- o BOTTOM-UP» como prueba del nuevo mundo que está en marcha en la ciudad. Jergas habituales en la cultura digital. Jergas/siglas que intentan definir prácticas horizontales, colaborativas, en red, transversales. Un detalle vital: las siglas son Prácticas Que Se Tocan. Son reales, aunque algunos no sepan qué significan. ¿A qué sabe-suena-huele, pues, la Comuna (P2P) de Madrid?


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Imagen: La Galería de la Madalena

Una definición imperfecta: Ciudad P2P (peer-to-peer): dícese de la urbe en la que sus nodos (calles, plazas parques) pueden estar conectados entre sí sin pasar por el centro. Persona2persona.Plaza2plaza. Parque2parque. En La Comuna P2P de Madrid los nodos / barrios se han reconectado con otras lógicas, al margen de periferias y centros. Una de las grandes novedades de la Comuna P2P de Madrid reside en los espacios a cielo abierto. El #TomaLosBarrios, que disgregó la Acampada Sol en los primeros días de 15M en asambleas locales, reforzó a esa Comuna P2P de Madrid que ya estaba en marcha

Desde finales de los años noventa, el cambio de piel ha sido paulatino. El 15M apenas multiplicó, aceleró. La Comuna P2P de Madrid empezó a coger forma con los reciclajes / resignificaciones urbanas de Basurama, ZooHaus, Left Hand Rotation o Boa Mistura. Y con los mobiliarios-proceso de licencias libres, low cost y temporales de Zuloark, como el superbench o #Savethedinosaur. Y con las intervenciones urbanas de Todo por la Praxis, su guía de Vacíos Urbanos Autogestionados, sus hackeos físicos como el Banco Guerrilla. Y con las regeneraciones de tejidos barriales de Paisaje Transversal. Y con las galerías post it en muros y paradas de autobús de La Galería de Madalena.

El 15M, como ineludible salvapantallas común, dinamiza las plazas con pensamiento y acción política. En la Comuna P2P de Madrid, a día de hoy, se celebran un centenar de asambleas políticas en el espacio público. La calle, en palabras de Adolfo Estalella, no es sólo el lugar del ejercicio político sino el método de esa política. «El derecho a la ciudad» de Henry Lefebvre renace en Madrid a diario. Y muta y se recicla en calles y redes.

El mencionado proyecto Esta es una plaza abrió el camino de la ciudad híbrida (redes digitales + espacios físicos). El Twittómetro que ampliaba a la red las asambleas de la Acampada Sol o el mapa en tiempo real de #Voces25S crearon esa acuarela digitalógica, fisital, cíbrida. La Comuna P2P de Madrid es una ciudad hecha de átomos y bits, virtual y analógica a partes iguales. Madríbrida, como un cúmulo de streamings ciudadanos de PeopleWitness (proyecto nacido en Barcelona). Madribrida, como personas que deambulan por la urbe comunicándose en tiempo real con grupos de What’s App. Como una sesión de ThinkCommons.org que proyecta en el espacio físico un encuentro virtual de varias personas del mundo.

La ciudad viva con la que soñó la estadounidense Jane Jacobs, icono de la humanización de las urbes, habita en la híbrida Comuna P2P de Madrid. En el hashtag-acción #BarriosDespiertos. En iniciativas como El paseo de Jane, un paseo-deriva urbana para tejer redes humanas en los barrios. La Comuna P2P de Madrid es una postal viva, bastarda, interracial, profunda, poética, sexy. Los profesores universitarios ocupan el espacio público con 500 aulas en un solo día, con streaming y cobertura de redes. Y los desconocidos se juntan en parques, plazas o blogs en los Desayunos ciudadanos.

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Imagen: El Campo de Cebada 

¿A qué sabe-suena-huele, pues, la Comuna P2P de Madrid? A la vida social del espacio El Campo de Cebada, recientemente galardonado con el Golden Nica, del Ars Electrónica, en la categoría de ‘comunidades digitales’. En ‘El Campo de Cebada’ – un espacio gobernado transversal y horizontalmente por sus vecinos – se enredan permacultura, arquitectura en beta, cultura libre y una inspiradora convivencia intergeneracional-racial-cultural. En la Comuna P2P de Madrid la cuestión no es tanto el qué hacer sino el cómo hacer. Y por eso la urbe-mundo está entregada al nuevo concepto del comoísmo: el quid de la cuestión se encuentra en los procesos y metodologías y en lo transversal, inclusivo, interdisciplinar y heterogéneo.

La Comuna P2P de Madrid es copyleft (copia liberada). Sus plazas son copyleft. Cualquiera pueda sentarse, hablar, grabar. Compartirlo con el mundo. Graba tu plaza. Copiala. Súbela a la nube de MediaTeletipos. El invidivuo renace en el nosotros. Y para rabia del fanático individualismo neoliberal la Comuna P2P de Madrid es la ciudad DIWO (Do it With Others). Ciudad Hazlo Con Otros. Ciudad Colabora. La Fundación Robo no es una persona. No hay líderes. No hay rostros. Somos nosotras. Las canciones son colectivas. Son reapropiables. En el Madri DIWO la clásica Bicicrítica – paseo colectivo en bicicleta sin rumbo fijo– transmuta en el Plano de Calles Tranquilas. O en el bar y espacio de co-working La Bicicleta, que nació como un proyecto de crowd funding. Solo no puedes. Con amigos sí.

En los ochenta, en el Madrid narrado por Joaquín Sabina “el sol era una estufa de butano”. Y había “jeringuillas en el lavabo”. Desempleo. Yonquis. Rock cervecero. En la Comuna de Madrid hay desempleo. Pero prima lo trans-, lo co-, lo inter-, lo plural. Y la Cultura_RAM, un nuevo paradigma cultural basado en el intercambio y lo relacional, no en lo acumulativo. Hazlo con otros. Comparte libros en Bookcamping.cc. Cambia tu tiempo en el banco NOCKIN. Comparte Internet con tu vecino en WIFIS.org. Bebe conocimiento libre en la librería-editorial Traficantes de Sueños. Piérdete en el turismo hacker del proyecto Loginmadrid, en el que cada persona local es un password que introduce al visitante en comunidades barriales. La Comuna P2P de Madrid sabe-huele-suena a serendipia, a encuentros fortuitos, a cultura abierta a innovaciones cruzadas.

Al inicio de los noventa, Madrid todavía era aquel “mar de alquitrán, feudo estatal” contra el que despotricaba el grupo de heavy metal Barón Rojo. Una #PostMetrópolis con un centro repleto de instituciones y una periferia obrera desconectada emocionalmente del corazón urbano. La Comuna P2P de Madrid es un dédalo de plazas interconectados que crece y muta al margen de representantes, Gobiernos e instituciones. Dialoga, co-crea. No depende de lo institucional. Pero tampoco es antagonista.

La urbe, simplemente, renace sin pedir permiso en sus espacios inertes o desocupados. En el Mercado de San Fernando (Lavapiés), por ejemplo, se venden libros al kilo en La Casqueria y las verduras conviven con el software libre. La ciudad se reconfigura en lo oblicuo, en lo transfronterizo, en lo asimétrico. En seminarios abiertos como Hack the Academy Studio, donde la academia derriba sus muros y la ciudadanía participa.  Se cocina-piensa en La Mesa Ciudadana, entre expertos, amateurs, arquitectos, artistas, enredas multidisciplinares y técnicos del ayuntamiento.

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Imagen: taller Arquicómics, sobre relación de la arquitectura y el cómic.

La Comuna P2P de Madrid es la cuna del concepto Extitución. Si las instituciones son sistemas organizacionales basados en un esquema dentro-fuera, las extituciones se proponen como superficies en las que pueden ensamblarse, eventualmente, multitud de agentes. Extituciones líquidas, flexibles, incluyentes, intinerantes, post it. Extituciones como el Intermediae, forjado con software libre y participación transversal, que puede celebrar sus encuentros-debates en el Matadero, pero también en diferentes espacios de la urbe. Extituciones como el MediaLab Prado, que ofrece su cuerpo a las comunidades, cocina ciencia abierta, bosteza prototipos múltiples, transforma ciudadanos en sensores (ver Data Citizen Driven City) o su fachada en una pantalla jugable, reapropiable, compartida.

Madrid, para Antonio Machado, “era el rompeolas de todas las Españas”. En la década de los 10, Madrid es el rompeolas remix de todas las plazas, de todos los continentes, de todas las lenguas, de todas las redes. Toma la plaza. Take the square. La nacionalidad no importa. El espacio de disputa de la Comuna P2P de Madrid es el mundo. Lo hiperlocal tiene latidos globales. Los ciudadanos protegen a sus inmigrantes de la policía. En los espacios comunes – ya sea Tabacalera, El Campo de Cebada o el MediaLab Prado – la multiculturalidad es la norma. Y una galaxia creciente de proyectos interculturales con sede en la urbe, como Lab Latino, Inteligencias Colectivas, Red Trans Ibérica o Curator´s Network, conectan las redes de afectos con el planeta desarrollando proyectos en otros países.

Si Madrid – ingobernable urbe de capas, puzzle multicultural, grito micro-macro nacional – estuviera gobernada por políticos despiertos, ya habrían convertido esta efervescencia en “marca ciudad”. Madrid estaría viviendo una REmovida madrileña más cool que la almodovariana. O una Movida 2.0 caza turistas que acabaría descafeinando las propuestas.

Mejor así. Que nadie se apropie del relato. Que la co-creación volcánica no tenga nombre. Que sea un río subterráneo, coral, casi invisible. Que la Comuna P2P de Madrid sea viento tenue, constante. Que sea rizoma. Que sea el océano dónde, en medio de la tormenta macroeconómica, navegan todos los afectos glocales. Que la Comuna P2P de Madrid apenas se entienda de aquí a unas décadas. Y que pase a la historia como aquella primera piedra, aquel prototipo que, plaza a plaza, palabra a palabra, concepto a concepto, fue sustituyendo al viejo mundo sin que nadie se diera cuenta.

Nosotras, la guerrilla F5

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Este texto es una remezcla de El manifiesto antropófago (Oswald de Andrade, 1928), Guerrilla (T.E Lawrence, 1929), Tratado de Nomadología (Gilles Deleuze-Félix Guattari, 1980), El manifiesto ciborg (Donna Haraway, 1985) y Junto a los ríos de  Babilonia (Wu Ming 4, 2004) * (Ver aclaración al final del texto). 

Los ejércitos son como plantas, inmóviles como un todo, enraizados, nutridos por largas ramas que llegan hasta la cabeza. Nosotras somos como un vapor llevado por el viento. Los afectos atraviesan nuestros cuerpos como flechas. Nuestros cuerpos son mapas de poder e identidad. Y los afectos son armas contra todos los importadores de consciencia enlatada.

El combate no es físico sino moral y, por lo tanto, las batallas son un error. Nosotras somos una influencia, algo invulnerable, intangible, sin frente ni retaguardia, que se mueve como el gas. Nunca supimos lo que era urbano, suburbano, fronterizo y continental. Por eso combatimos para convencer, no para vencer. Para la diversidad, no para la identidad. Para transformarnos antes que nada en el espacio renovado por el viento. El enemigo es tan sólo una contingencia de la lucha, no nuestro objetivo.

La victoria no consiste necesariamente en conquistar ese punto en el que el enemigo se siente inatacable, sino más bien en modificar el mapa entero para convertirlo en un punto de importancia secundaria. Desplazar la acción a otra parte y dejar al enemigo que defienda atrincherado un lugar que se ha vuelto inservible. El que defiende una plaza ya ha perdido. El máximo desorden es nuestro equilibrio. La movilidad cuenta más que la fuerza. La bestialidad ha alcanzado un nuevo rango en este ciclo de cambios de pareja.

Nuestra arma es justo como el viento: a la vez el aire que se respira y el gas venenoso que hacemos respirar al enemigo. Nuestra arma es la capacidad de transformar a cada individuo en un simpatizante y amigo. Porque nuestros reinos están vivos en la imaginación de cada una. Y el viento no se conserva, simplemente sigue soplando, erosionando y moviendo las formas sólidas al mismo tiempo que se desvía.

Somos quimeras, híbridas teorizadas y fabricadas de máquina y organismo. La máquina somos nosotras y nuestros procesos. Por eso nuestra estrategia es la construcción de nuevas pistas, nuevos mapas del espacio desierto que habitar. Donde el soldado regular ve sólo desierto, nosotras vemos una red articulada de pistas y líneas por las que desplazarnos: un espacio a poblar, que coincide con su mundo y al mismo tiempo lo supera.

*No he usado ninguna palabra que no aparezca en los textos anteriores. Me he limitado a remezclar, encajar y ajustar frases enteras. Apenas he añadido comas y puntos y el estilo mayúscula para la ‘y’ en el inicio de alguna frase. He adaptado las formas verbales a la primera persona del plural. Uso el género femenino, tal como lo hace el movimiento 15M.  F5 es la tecla que activa la actualización de la pantalla en muchos sistemas y programas informáticos. Nosotras, la guerrilla F5  – un palimsesto digital, un código fuente – puede ser reescrito, remezclado y despedazado por cualquiera. Cambiando la imagen que abre el texto, el significado será diferente. El resultado será imprevisible.

#VentealReina, el 15M se encierra en el Museo Reina Sofía

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¿Por qué no existe en España una marea ciudadana de la cultura o de la comunicación como existe una marea de la sanidad (blanca) o de la educación (verde)? ¿Por qué los sectores de la cultura y de la comunicación no se están organizando con la subida del IVA al 21%, el cierre de cines, librerías o teatros, leyes tan anacrónicas como la Ley Lassalle o los ERES generalizados en los medios de comunicación? Estas preguntas han sido habituales durante las asambleas preparatorias del encierro de la cultura y la comunicación, que se va a celebrar mañana en el Museo Reina Sofía de Madrid, a partir de a las 19.00 horas.

Las respuestas se intentarán buscar de forma colectiva en este encierro que forma parte del calendario de acciones del #MayoGlobal, en el marco del segundo aniversario del 15M. #VentealReina – un encierro en el que habrá asambleas, talleres, debates, mapeos y actuaciones performáticas – es un intento de agregar a todo el gremio de la cultura y de la comunicación, pero también a todos los ciudadanos. ¿Los recortes y las subidas de impuestos no afectan también a espectadores, lectores o amantes de la música? El encierro intentará también unir de forma agregadora a los defensores de la cultura libre (tan vitales en los meses previos al 15M con su lucha contra la Ley Sinde) y a la industria cultural, más distantes de los nuevos movimientos . Todos los que lleguen con talante dialogante serán bienvenidos.

¿Por qué apenas ahora el sector cultural del entorno 15M intenta organizarse? Nada mejor que la propia nota prensa de esta incipiente Marea.

«Porque queremos hacer visible la marea de la Cultura y la Comunicación. Porque las instituciones culturales han visto recortado su presupuesto. Porque estamos hartos/as de que nos despidan, cierren los lugares dónde disfrutamos del cine, la música, el teatro. Porque queremos comunicar y generar cultura libremente y con condiciones dignas de vida».

El colectivo Bookcamping.cc, que participa en el encierro, muestran sus motivos en un texto especial que han publicado en su blog: «Bajo la excusa de la endémica crisis financiera, los organismos del Estado han procedido a algo que sólo se puede entender como un desmantelamiento sistemático de toda infraestructura, dotación y financiación en el ámbito cultural fuera del ámbito del mercado libre de cultura».

El encierro arrancará con una asamblea a las 19.00 horas. A partir de las 20.00 se pondrán en acción las tres líneas de trabajo. La primera, un mapeo de los lugares cerrados por las políticas de austerida: cines, bibliotecas, sitios dónde ha habido ERES en plantillas de comunicación, teatros… La segunda línea de trabajo será la Comunicación y Expresión, con un «poco de ruido comunicativo, bookblocs y más sorpresas». A partir de las 20.00 tendrán lugar talleres abiertos: Democratización de la Cultura/Comunicación, Condiciones de vida/laborables y Cultura Libre. Los tres talleres confluirán en un Manifiesto Común que se intentará escribir entre todos los presentes. Ya entrada la noche se levantará el telón de las acciones más performáticas: teatro, radio, música…

Nada mejor para concluir este texto que la lista de lecturas que Bookcamping.cc ha preparado para la ocasión: Hormiga contra elefante blanco: la cultura ocupa institución.

Serendipia, la innovación como sorpresa

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Imagen de la muestra Cybernetic serendipity – The computer and the arts (Londres 1968)

Hubo una época —no tan lejana— en la que la innovación dependía exclusivamente de departamentos de I+D (Investigación y Desarrollo). Las ideas se mantenían cerradas a cal y canto. Y apenas los gurús designados por la empresa tenían capacidad para ‘innovar’. Hubo una época —hace pocos años, apenas meses— en la que se diseñó para la innovación un recorrido fijo, rígido, inquebrantable. La innovación era un crucero cool, sí. Pero totalmente previsible. Un cóctel insulso y aburrido. Pero un día la fórmula I+D, gota a gota, empezó a deshacerse en mil pedazos.

Nadie sabe si la culpa fue de los muchachos de Google, que empezaron a jugar al futbolín en su horario de trabajo. O de los ciberpunks, que tenían nostalgia por cómo navegaban sin rumbo por la primera blogosfera, sin Facebook ni redes cerradas. O si los responsables fueron el caos coral de la Wikipedia, la inteligencia colectiva y el out sourcing que dejaba en manos de los clientes parte de la innovación de una marca. Tal vez, la conexión de todo con todo, Internet de las cosas y las redes sociales también pusieran su granito de arena píxel. Y el estallido de la crisis, claro, la ausencia de respuestas, el agotamiento de los planes de urbanismo… El mundo empezó a ser transversal, colateral, híbrido, imprevisible. Y una palabra comenzó a ser utilizada con especial incidencia en ámbitos muy diferentes: la serendipia.

La serendipia no aparece en el diccionario de la Real Academia Española. La serendipia, según la Wikipedia, “es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta”. Serendipia, en sentido amplio, es “la casualidad, coincidencia o accidente”. No es el descubrimiento en sí. Es el proceso. O la facilidad para meterse en ellos. La historia está llena de descubrimientos e invenciones nacidas por serendipia. Las notas pósit, el LSD, la viagra o algunas de las ideas de Einstein son fruto de la serendipia.

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Sin embargo, solo ahora se está hablando con insistencia de serendipia. ¿Por qué? En realidad, ‘serendipity’ es un neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754, a raíz de un cuento tradicional persa, Los tres príncipes de Serendip, en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla de Serendip (la actual Ceilán), solucionaban problemas apoyados en el azar. Sin embargo, serendipity nunca fue un término muy usado hasta finales del siglo XX. Pero siempre estuvo ahí. La serendipia, por ejemplo, fue la piedra angular del movimiento situacionista de los años sesenta. La deriva, perderse en la ciudad, construir situaciones al margen de las rutinas. Todo en el situacionismo sabía/olía a serendipia. No es casualidad que en la era de internet, de las conexiones, la serendipia y el neosituacionismo estén llegando de la mano.

El urbanista estadounidense Mark Shepard, uno de los creadores de la aplicación móvil Serendipitor, es uno de los impulsores de este neosituacionismo móvil. La app no ayuda al usuario a encontrar una ruta o un producto para comprar. Incentiva la pérdida, la sorpresa. Nos traslada a la ciudad-novedad, a la urbe irrepetible, a una suma de detalles desconocidos. Serendipitor no es la única aplicación. La Dérive APP, por ejemplo, también incentiva la serendipia urbana.

El reciente Transcoding Situationism, Updating dérives around SI Manifesto, una remezcla colectiva del clásico Manifiesto Situacionista, realizada por Ethel Baraona y César Reyes de DPR-Barcelona, es un claro ejemplo del auge de la serendipia. El texto, que fue escrito en una residencia en el Think Space CFP, es un auténtico pelotazo de serendipia. Con pequeños textos de Marshall McLuhan, Julio Cortázar, Georges Perec o el Comité Invisible, este manifiesto ‘remix’ habla de improvisación colectiva, de colaboración, de relaciones personales.

“¿Qué es la situación? Es la realización de una ciudad mejor, construída por interacciones humanas y no por infraestructuras”. La ciudad como sorpresa. La ciudad como vínculos imprevistos. Un grito recorre el mundo, sí. Y se pega como insistente vaho a todos los espejos. No contrates a un guía profesional en Nepal: consigue uno aficionado que cree casualidades en Sherpandipity. Olvídate de los paseos turísticos prefabricados, confía en las rutas hackers de Login_Madrid para conocer la urbe sin un plan determinado. Pero la serendipia ha irrumpido en otro ámbito hasta ahora sagrado: la innovación empresarial. Mientras Silicon Valley sigue imponiendo sus agresivas condiciones a los emprendedores y apuesta por el clásico modelo de startups e incubadoras, otro modelo está naciendo. Y en este nuevo paradigma innovador la serendipia es el sistema nervioso. No es paisaje. Ni actitud. Impregna todo.

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Imagen de la muestra-taller ‘Serendipia, un laberinto abierto’ de Trànsit Projectes

El espacio de coworking Seats2Meet.com, que nació en la ciudad holandesa de Utrech, es uno de los responsables de este nuevo camino. En realidad, no es un espacio de coworking al uso. No cobra nada por el uso de sus instalaciones. Apenas incentiva la participación, el aprendizaje informal, la flexibilidad, los encuentros fortuitos. Y tienen un sistema —una plataforma web— para incentivar el intercambio de todo el capital social (las capacidades, el talento).

La única condición para frecuentarlo es compartir. Seats2Meet.com incentiva las conexiones, el sentimiento de pertenencia, la libertad. Y su rentabilidad llega por otros caminos: compartir procesos, ofrecer servicios. El investigador Sebastian Olma hace un buen análisis de este proceso de innovación asimétrica en su libro Serendipity Machine: “En el contexto de Seats2Meet.com, la serendipia significa una creciente posibilidad de encuentro que añadirá valor a la actividad emprendedora de una persona”. La innovación como serendipia. La innovación como sorpresa.

Tal vez, uno de los textos que mejor resume esta nueva ansia de serendipia sea La promesa de la desorganización, del sociólogo Antonio Lafuente. “Para innovar hay que desorganizar, desburocratizar, descentralizar o desjerarquizar”, escribe. Al final del texto, el pensador lanza ideas, versos, dardos; globos coloridos, caóticos, imprevisibles, que se pierden en el horizonte, desgobernandos por la brisa de la serendipia: “Situemos el objeto equidistante respecto a las ignorancias de cada uno de los participantes. Creemos un objeto frontera. Cuidemos que nadie se sienta preferentemente ubicado para comprenderlo mejor. Experimentemos la fuerza que mana de esta inestabilidad. Fomentemos la discrepancia sin cuartel. Hagamos explícitas las divergencias conceptuales. Señalemos el flujo inopinado de prejuicios. Luchemos contra el consenso funcional. Confrontemos el sesgo hacia la normalidad (…) Hagamos filosofía de garaje, practiquemos la cultura hacker, despleguemos la imaginación crítica, valoremos el aura de lo colateral, apreciemos el colorido de lo criollo. Hagamos diseño negro como se hace novela negra, o humanidades ficción como haríamos ciencia ficción”.

Este texto apareció en el número de abril de la revista Yorokobu

El ranking de libros más descargados del mes

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Ólvidate de las listas de libros más vendidos del mes. Aparca el concepto de best seller. Llega la era de ‘los libros más descargados del mes’. Y no, nada que ver con piratería. Traficantes de Sueños, la editorial-librería-distribuidora-cooperativa madrileña, acaba de lanzar su Ranking descargas libres del mes de abril. Traficantes de Sueños edita libros con licencias libres (Cretive Commons), por lo que «se permite su libre copia, distribución y comunicación sin ánimo de lucro de manera perfectamente legal». Sin embargo, Traficantes de Sueños cuida con esmero las ediciones  en papel y los venden a precios de mercado. Además, tienen un dispositivo para canalizar donaciones voluntarias vía Pay Pal.

Traficantes lanza esta iniciativa para visibilizar que cultura libre – las licencias libres que permiten la circulación de la cultura- no es sinónimo ni gratuidad. Ni descarga de piratería. «Cultura libre no sinónimo de cultura gratis- afirman en su site -. Producir un libro conlleva costes de derechos de autor, traducción, edición, corrección, maquetación, diseño e impresión. En esta era digital, los proyectos de cultura libre estamos buscando nuevas fórmulas de financiación que permitan la sostenibilidad material sin bloquear la difusión de los contenidos».

Desde Traficantes aseguran que pretenden denunciar «las cadenas de librerías, grandes superficies y las encuestas de Nielsen en los que una y otra vez se repiten los títulos y autores que en su gran mayoría en nada nos interesan». Su ranking de libros más descargados del mes es el siquiente:

1º.  Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, de Silvia Federici. 912 descargas libres . Descarga aquí.

2º. El kit de la lucha en Internet, de Margarita Padilla. 534 descargas libres. Descarga aquí. En este mismo blog, mi post Razones para leer El kit de la lucha en Internet.

3º. Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones, de Edward W. Soja . 365 descargas libres. Descarga aquí.

4º. El manifiesto de la Carta Magna. Comunes y libertades para el pueblo,  de Peter Linebaugh. 341 descargas libres.Descarga aquí.

5º. La nueva frontera urbana. Ciudad revanchista y gentrificación, de Neil Smith. Descarga aquí.

Iniciativas como este ranking y la existencia de proyectos como Traficantes de Sueños prueban que existen otros caminos al dictado por la industria cultura, el lobby del copyright y la vieja política que rinde pleitesía a Hollywood.

La piratería es buena para el cine

El mantra de este post es muy sencillo: La piratería es buena para el cine. Repitamos: la piratería es buena para el cine. Remezclemos, todos juntos: la piratería es buena para la música, para la literatura, para la cultura. Ahora una frase redonda con un link irrefutable (un estudio de la Comisión Europea): Los investigadores encontraron que la piratería en general no tiene un efecto negativo en las ventas de música, sino todo lo contrario. ¿A qué viene todo esto?

Esta entrada es una respuesta personal al texto La tragedia del cine, que el escritor Luis García Montero publicó recientemente en InfoLibre. El texto confunde la velocidad con el tocino, churras con merinas, para que me entiendan los menos jóvenes. Y se me antoja totalmente irresponsable, pues es difícil argumentar que un hombre de letras como Luis García Montero esté tan mal informado. Frases como «durante los últimos años el desarrollo de la piratería ha sido vertiginoso» podrían considerarse un desliz. La SGAE,  los ventri-locos del lobby y su coro mediático han estado identificando descargas con piratería durante la última década.

Pero otras frases del texto de Luis García Montero hacen saltar todas las alarmas de la cordura de la era red: «El desprecio a la cultura que encierra la piratería se traduce de forma inmediata en la pérdida de independencia de los creadores, que son obligados a someterse al mecenazgo de las grandes multinacionales y los ámbitos globales de control ideológico». Luego se resienten porque las redes (o sea, las personas) y el público están cada día más distante de ese star system cultureta de España que se mira en el espejo deformante del No a la guerra del año 2003, cuando todavía eran relevantes.

 

 

Luis García Montero debería leer Software Libre para una sociedad libre, de Richard Stallman, piedra de toque de la denominada cultura libre. La licencia copyleft, que garantizaba inicialmente la copia, circulación y modificación del código informático, contagió rápidamente a la cultura. Y creo un nuevo paradigma de circulación, gestión y consumo (palabra que odio) cultural para la era red. Stallman ya dejaba clarísimo que asociar el «intercambio» al «asalto de un barco corsario» (piratería) es simplemente inaceptable. El otro gran objetivo de Richard Stallman era dejar claro que el ‘free’ del free software o free culture no es sinónimo de gratuidad, sino de libre. El libro Cultura Libre, de Lawrence Lessig, sería otra imprescindible lectura para Luis García Montero, el sector cultural y los amigos de InfoLibre que prometieron licencia Creative Commons y se agarran al copyright como a un clavo ardiendo.

Y por eso el mantra casposo del ‘todo gratis’, de la cultura libre como sinónimo de gratuidad y piratería es, además de una falta de respeto, una falacia gigantesca. El colectivo de escritores italianos Wu Ming publica hace exactamente una década libros con licencia copyleft. La copia está liberada. Pero los libros del colectivo, una máquina de best sellers, se venden en librerías. Curiosamente la circulación de copias digitales benefició (y mucho) a las ventas. El exitoso modelo económico de la libería-editorial cooperativa madrileña Traficantes de Sueños, que ofrece la copia libre de sus títulos desde el primer día pero sigue vendiendo libros en papel, demuestra que el discurso del ‘todo gratis’ es una construcción inexacta.  Lo mismo ocurre en el universo de la música. El citado estudio de Joint Research Centre de la Comisión Europea recoge que la mal llamada piratería (descargas, intercambio) beneficia a la venta de música. Además, la mayoría de los artistas viven de los conciertos y ya no más de vender plástico (CD). Y más preguntas para Luis García Montero y amigos: ¿Cómo podéis seguir hablando de descargas cuando la cultura está emigrando a la nube y el streaming se insinúa como nuevo formato, plataforma y modelo?

 

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Imagen del colectivo Wu Ming

Y eso es lo más triste: que mientras hasta el viejo periodismo habla del fin de la era de los objetos físicos (papel, Cds, Dvds…) algunos siguen empeñados a que todo siga funcionando como antes de la existencia de Internet. Mientras algunos investigan sobre libros en la nube (como Bookcamping.cc o 24Symbols) o en música en streaming (Spotify), la vieja guardia sigue entonando lo de piratería=descarga, sin haber entendido que los programas de intercambio de archivos P2P, como el histórico Napster, ni siquiera se basan en la descarga desde un site centralizado.

El caso del cine es diferente, lo reconozco. Existen muchos más factores. Incluso políticos. Tal vez Luis García Montero tenga razón al acusar al Gobierno de Mariano Rajoy de intentar ahogar al cine español. Pero creo que hay muchos más motivos. El cine de autor muere en España  por la existencia de monopolios en la distribución comercial, un chiringuito del mismo lobby del copyright que acuñó el término piratería. Muere sí, por una ridícula subida del IVA al 21%. Pero también porque precisamente el star system de cineastas y solemnes autores viven en una burbuja ajena a la realidad. Siguen pendientes de los premios, de las galas y de los viejos medios. Y no están narrando practicamente nada de la lucha social en red que nació al calor del 15M.

 

Vídeo del colectivo Iaioflautas invadiendo la Bolsa de Barcelona. 

Mientras la España reivindicativa reinventa el activismo, los Iaioflautas (los abuelos del 15M) ocupan la Bolsa de Barcelona o los ARTivistas montan fiestas en bancos para lanzar campañas digitales, los cineastas narran una España paralela, pretérita o simplemente inexistente. Mientras el espacio público renace con asambleas políticas y/o culturales, Fernando Trueba factura El artista y la modelo, un insulso filme recreado en la Francia de 1943. Mientras las redes humanas del 15M protegen a los inmigrantes de las redadas policiales y la solidaridad interracial explota en España (único rincón de Europa donde eso ocurre), los Bardem participan en una patética Alacrán enamorado, un película donde un grupo neonazi español pega palizas a los inmigrantes en las calles. Si no tienen imaginación, que beban de la realidad.

Y más preguntitas. ¿Por qué los actores del No a la guerra y la mayoría de los artistas progres son casi invisibles en el nuevo mundo? ¿Por qué no participan aunque sea algo en una nueva forma de hacer las cosas (15M) que España ha exportado al resto del planeta? ¿Por qué no están narrando esta rebelde España en llamas? ¿Por qué estando España a la cabeza global de la innovación en redes, de las licencias libres y de la tecnología social (de WIFI cooperativo a trabajo colaborativo) los famosetes culturetas de la izquierda utilizan el discurso del fascismo cultural de Hollywood, de la derechona española y de la industria del pasado? ¿Por qué no han entendido nada?

 

Trailer El Cosmonauta (En todas tus pantallas el 18 de Mayo) from Riot Cinema on Vimeo.

Intuyo que el cambio tecnológico ha pillado fuera de juego a la vieja guardia cultural. Mucho me temo que desconocen la mayoría de casos de éxito reflejados en el The Power of Open, todos basados en procesos abiertos.  Me da a mí que Luis García Montero ni siquiera habrá oído hablar de El Cosmonauta, la película española que se está haciendo en red entre más de cinco mil personas, que ya ha recaudado más de 400.000 euros vía crowd funding y que está siendo elogiada por medios como Wired. La vieja élite del cine tampoco estará al tanto de los festivales de cine Creative Commons en los que Barcelona y Madrid son referencias mundiales. Y, por supuesto, ni pajotera idea de lo que es el festival ZEMOS98 de Sevilla, toda una referencia global en la remezcla y la autoría colectiva que renacen en la era de las redes. Ójala me equivoque… Pero si me equivoco, creo que será todavía más grave.

¿Tragedia del cine? ¿Tragedia de la cultura? Sí, de la vieja cultura. Sí, de su modelo de negocio y formatos. ¿Culpables? Muchos. El viejo modelo, el Estado y las instituciones, los propios creadores, los monopolios, la vieja política… Pero, por favor, dejen de hacerle un favor a Hoollywood y a la derecha industrio-cultural, intoxicando con el discurso de la «piratería». Dejen que les expliquemos con calma y cariño el nuevo modelo en el que, por cierto, todavía no hay receta económica definitiva. Nada mejor para concluir este texto que una frase de Amador Fernández-Savater: «Hay una forma de hacer las cosas, lo que podemos llamar el modelo televisión, que está en crisis. Aquel era un modelo unidireccional de emisor-receptor que ha funcionado tanto en el periodismo como en la política o en el saber. Y surge otro que es un modelo más en red, donde hay más nodos, donde más gente puede hablar, donde las conexiones son más horizontales. Y en ese modelo la red no está dada, hay que hacerla para que esos enlaces se comuniquen y se entiendan unos con otros. Para que se cree un mundo«.

¿Cuándo y dónde hablamos, Luis García Montero?

MediaLab Prado, diez años de innovación

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Imagen: una modificación de la aparecida en Nómada Blog

Para algunos de los grandes gurús de la innovación la palabra del momento es lab. Laboratorio, tal vez, no sea la traducción más apropiada. La definición de la Real Academia de la Lengua de «laboratorio», de hecho, es insuficiente: «Lugar dotado de los medios necesarios para realizar investigaciones, experimentos y trabajos de carácter científico o técnico». El matiz habría que buscarlo en el nacimiento del Media Lab del Massachusetts Institute of Technology (MIT), en 1985: un espacio donde converge la tecnología, el arte multimedia y el diseño. Sin embargo, en los últimos años, el modelo MIT parece estancado y obsoleto. Y están surgiendo otros labs más innovadores y relevantes. Y aquí es donde el MediaLab Prado, que acaba de cumplir diez años e inaugura su nueva sede en la Serrería Belga de Madrid, se ha erigido como la gran referencia mundial de la era de los labs.

¿Qué es exactamente un lab? ¿Un laboratorio tecnológico? ¿Un espacio multidisciplinar abierto a la ciudadanía? Quizá no sea necesario acotar del todo la definición de lab. Tal vez baste con observar el paisaje global y fijarse en algunos detalles locales. Cualquier ciudad que quiera reinventarse y adaptarse a la era de las redes apuesta por un lab urbano como el Laboratorio del Procomún de Rosario, en Argentina. Los centros culturales están mutando hacia un paradigma más abierto más allá de los objetos artísticos, como el Ljudmila Media Lab (Liubliana, Eslovenia). Los espacios de arte digital, como el prestigioso Eyebeam de Nueva York, se reciclan apoyándose en lo colaborativo. En todos los casos anteriores el común denominador, la inspiración y el modelo es el MediaLab Prado del Ayuntamiento de Madrid. Y así ocurre con decenas de instituciones, labs, universidades y centros culturales de todo el mundo. Cualquier ciudad del mundo sueña con tener algo parecido al MediaLab Prado. ¿Pero por qué el ADN de este mediaLab se ha convertido en el objeto de deseo de sectores tan dispares como la innovación tecnológica, la cultura o la participación cívica?

 

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El secreto (a voces) del MediaLab Prado podría estar en una definición de José Luis de Vicente: «es una incubadora de comunidades». De hecho, ambas palabras, «incubadora» y «comunidad» han estado en boga en los círculos del Silicon Valley y las agencias de community managers anglosajonas. Sin embargo, casi nunca han ido de la mano. Y es que la innovación en la Era Red camina, como recogen Juan Freire y Antoni Gutiérrez Rubí en el Manifiesto Crowd, hacia otras direcciones: «Los viveros de empresas (siglo XX) han muerto y han nacido los espacios de innovación colectiva (siglo XXI)». La «incubadora» es insuficiente si no existe una «comunidad». Y por eso un lab – su espacio físico y su capa digital – tienen que ser ante todo una plataforma abierta. Por eso el MediaLab Prado se ha convertido en un espacio de convivencia, innovación y co-creación colectiva tan importante.

El MediaLab Prado es una plataforma, física y digital. Es en espacio físico abierto a todo el mundo y una laboratorio de ideas conectadas en red. El MediaLab es un laboratorio interdisciplinar para crear e innovar. Y un detalle importantísimo: su fortaleza no reside apenas en la programación propia, cocinada por comisarios y especialistas. Su vigor también está en los grupos de trabajo, encuentros y proyectos cocinados de forma horizontal por las comunidades de ciudadanos que frecuentan la sede del MediaLab Prado o participan en él digitalmente. Cada viernes, por ejemplo, existe un open lab en el que cualquier persona puede colaborar y crear proyectos con cualquier persona. Y aquí está otro detalle crucial: el prototipado, término que viene de la cultura digital y de la programación informativa. La cultura del prototipado no genera productos definitivos y cerrados. Trabaja de forma transparente y colectiva en proyectos abiertos, mejorados en tiempo real por la inteligencia ciudadana. Además, el MediaLab Prado se ha convertido en un espacio catalizador donde se encuentran la cultura, la tecnología, las redes, la ciencia, la educación y la innovación.

Sin duda, las líneas de trabajo oficiales del MediaLab Prado son ejes reconocidos, necesarios y relevantes. Su Interactivos? (laboratorio sobre aplicaciones creativas y educativas de la tecnología), su Visualizar (visualizaciones de datos y ciudadanía) o su Laboratorio del Procomún (investigación transversal alrededor del commons) son clarísimas referencias internacionales. Sin embargo, no menos influyentes son los grupos de trabajo auto gestionados Funcionamientos: Diseños abiertos y remezcla social o Género y Tecnología, por citar algunos. El MediaLab Prado es más que un centro cultural, mucho más que un edificio lleno de obras de arte o infraestructuras tecnológicas. Es un conector, un hub, una plataforma que activa la inteligencia colectiva que está transformando la industria, la economía, la tecnología, la educación y el arte en todo el planeta.

8650721371_42c27faed5Imagen: La serrería Belga. Licencia: Creative Commons Share Alike

¿Cuáles son los desafíos del MediaLab Prado en esta nueva época? Sin duda, muchos. Uno importante es canalizar la innovación empresarial y navegar en los nuevos paradigmas económicos. En un momento en el que el mismísimo The Economist le dedica una portada a la sharing economy (economía compartida), el MediaLab Prado está muy bien situado. Y puede convertirse, si sigue su ya reconocida senda, en un gran catalizador de la inteligencia ciudadana, las redes, la cultura abierta y la innovación que necesita Europa. De hecho, la conexión de personas en MediaLab Prado de estos años ha dado pie a proyectos y start ups ciudadanas como MLP, Play the Magic, Open Materials, Hackteria, Lummo, Muimota, Máster DIWO, Ultralab o Data Citizen Driven City, entre muchos otros. Algunos nuevos grupos de trabajo como el IoT Madrid (Internet de las Cosas) o proyectos en exhibición como Impresoras 3D: Makerbot y Reprap son toda una apuesta de futuro.

Sin embargo, en un momento en el que la mayoría de la población del planeta se concentra en ciudades, el gran desafío del MediaLab Prado es la innovación urbana. No es casualidad que algunos de los labs influyentes en el mundo estén apostando sus cartas a la innovación urbana, como  el CityLab de Cornellà en Barcelona o el BMW Guggenheimlab de Nueva York. Por eso, es vital que el MediaLab esté situado en el corazón histórico de Madrid. Su vocación urbana es patente en grupos de trabajo como Ciudad y procomún, la nueva estación de Ciencia Ciudadana o proyectos como Hacer barrio o Quality Eggs. 

La historia del barrio de las Letras donde se ubica el MediaLab Prado nos brinda otra clave interesante. Las instituciones científicas fueron las responsables del primer ensanche de Madrid y la expansión del barrio de las Letras. En el siglo XVIII, en apenas tres décadas la ciudad vio cómo se levantaban el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico, la Academia de Ciencias (hoy Museo del Prado), el Hospital General hoy Museo Reina Sofía) y el Gabinete de Máquinas (destruido, pero cerca del antiguo Museo del Ejército). El nuevo emplazamiento del MediaLab Prado, la Serreria belga, es otra metáfora: la era industrial que abandonó los entornos urbanos.

Por todo ello, convertir un espacio industrial abandonado en un lab de innovación ciudadana justo donde empezaron a dialogar las letras y las ciencias es una metáfora verdaderamente prometedora.

#REactivxs, el activismo en red toma Bolivia

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«Un proceso que suma acciones, aprendizajes, modos de hacer, lógicas, nuevas narrativas, formas de ejercicio de la ciudadanía para la construcción, colaboración y articulación de los movimientos juveniles en Latinoamérica». Así podría definirse el encuentro #REactivxs, que desde hoy hasta el viernes toma La Paz, Bolivia. En #REactivos, colectivos culturales de toda América Latina convivirán con movimientos globales como #YoSoy132, 15M o la Primavera Árabe. El folklore se encontrará con el ciberactivismo, la cultura ancestral indígena con la democracia en red, las cartografías colaborativas con prácticas milenarias orientadas al procomún como el ayni.

#REactivos es un proceso que pretende buscar  mecanismos de movilización y acción social en la era de la red. Quizá por ello han puesto un especial esfuerzo en que #REactivxs sea una plataforma abierta y participativa. De hecho, han apostado por una wiki editable por cualquier persona y no por un site cerrado. Habrá una cobertura colaborativa en tiempo real en sus perfiles de Facebook y Twitter. Cualquiera puede editar y remezclar la gráfica. También existirán streaming desde la #Postv. Y se elaborará un mapa colaborativo en la plataforma peruana Datea.

En #REactivos, organizado por la Fundación Hivos, participan, entre otros, Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Chile), Activistas de la Comunidad de Chiapas (México), Fora do Eixo (Brasil), Redada (Venezuela), #YoSoy132 o el bloguero sirio español Yassin Swehat. #Reactivxs es la continuación de una serie de encuentros propiciados por redes bolivianas como mARTadero o TelArtes, como el  Entretejer Bolivia que tuvo lugar en Cochabamba el pasado mes de noviembre.

Hashtag de Twitter para seguir la cobertura: #REactivxs

Música para camaleones remix: #InnovaciónCultural

La industria editorial sigue aferrada a la definición de «libro» de la Real Academia de la Lengua: «Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen». Sin embargo, desde los márgenes del sector cultural empiezan a surgir proyectos que prefieren ignorar todas y cada una de las definiciones de libro de la RAE. Y menos mal. Este es el caso de Música para camaleones. El black album de la sostenibilidad cultural, un proyecto de Trànsit Projectes.

#MPC – etiqueta como se conoce en el proyecto en Twitter e internet – podría ser un libro. Hay una edición en papel a la venta, editada con cariño y buen gusto. Sin embargo, #MPC es mucho más. Para empezar, existe una descarga libre en formato digital. Y lo más interesante: #MPC es más que un formato y más que un contenido. Es un proceso. Es un laboratorio de voces. Es un nuevo imaginario. Es una plaza multimedia. Es un espejo fragmentado de la era red. Es una excusa colectiva para el debate y la co-creación. Es una secuencia de seminarios, encuentros, debates y talleres. #MPC, en palabras de sus propios autores, es «un conjunto de experiencias que se presentan como una manera de entender lo que se ha hecho y se está haciendo en España en cuanto a prácticas de gestión y producción cultural alternativas e innovadoras se refiere».

Por las páginas físicas (átomos) o digitales (bits) de #MPC parecen deambular algunas preguntas que muchos prefieren evitar. ¿Cómo le ha afectado a la cultura la llegada de las redes? ¿Cuál es el modelo de negocio en esta nueva era? Y Trànsit Projectes, ante la inexistencia de respuestas definitivas, construye una plataforma compartida que nos devuelve una respuesta coral, diluida, transversal, en constante estado beta. Y nos propone un viaje dividido en cinco tracks: Redes Geniales;Periferias como centros;Colaborar-Cooperar-Coproducir; Ser Viajero, no viajante y Serendipia. En el prefacio, encontramos la justificación del título. El camaleón – su arte de adaptación, de camuflaje, de cambio, de fusión-  simboliza como nada al agente innovador de la cultura de nuestros tiempos. Mientras el mercado y la industria cultural apenas se reflejan en el espejo de las redes, el camaleón cultural se adapta, innova, dialoga con otros colores-realidades.

Pablo de Soto, de Hacktitectura, en una de las píldoras de Camaleones

Inmersos en los tracks de #MPC escuchamos todo aquello que la industria parece no querer oir. José Ramón Insa Alba (@culturpunk) nos susurra que las redes son espacios para «forjar sueños más allá de los discursos». Susana Zaragoza (@susanajorgina) incita a la creación de «otros momentos sociales, abiertos, emancipadores, redes para la experimentación y la inteligencia colectiva». Pedro Soler (@pedrosoler) grita sin miedo que «las instituciones culturales son la expresión de formas de pensamiento ancladas en prioridades distintas a la creatividad». Ricardo Antón (@ricardo_AMASTÉ) afina bien la necesidad de «mejorar e innovar en los procesos colaborativos». Juan Insúa (@CCCBlab) tararea que la cultura es «una mesa de trabajo y experimentación llena de provetas y frascos llenos de esencias».

Textos-imaginarios, textos-teje-redes, textos-cascada que desmontan la visión monolítica de la cultura como producto o de la cultura como mercado. Palabras en red que llevan a la cultura hacia horizontes y paisajes desconocidos. #MPC, su heterogénea sinfonía de voces, nos convencen que la cultura en la era de las redes es el laboratorio donde se cruzan los nuevos prototipos de la economía, la política o la investigación. Por eso, #MPC estudia 29 casos concretos de cultura desarrollados en el Estado español. Y nada como un base rítmica de realidad para entender que algo muy profundo está sacudiendo la cultura.

Por un lado, las fronteras físicas dejan de ser un muro, como lo prueban proyectos como Inteligencias Colectivas (que desarrollan proyectos en nueve países de Europa y América Latina) o LabLatino (que trabaja en cinco países iberoamericanos). Por otro Bookcamping.cc (una biblioteca digital de libros libres) o Think Commons  (un espacio digital de debates audiovisuales) resaltan la mutación de los formatos físicos. También destaca en #MPC el auge del procomún cultural como un paradigma que sobrepasa la gestión pública o privada, con proyectos como La Tabacalera (centro social autogestionado) o Goteo (plataforma de financiación colectiva de proyectos de código abierto). Aunque si yo tuviera que destacar un aspecto de los proyectos retratados en #MPC no tendría muchas dudas: la transversalidad. La innovación cultural es lateral, híbrida, bastarda, oblicua. Todo por la Praxis (urbanismo en red), Zemos98 (cultura-remezcla) o Derivart (hacktivimo económico) nos muestran la espectacular redvolución transversal que está fraguándose en todos los rincones del Estado español. Definitivamente, la España expandida, glocal, innovadora y crisol de las culturas de todo el mundo tiene poco que ver con la marca España promovida desde el Gobierno.

Mientras los ministerios e instituciones culturales del pasado siguen obsesionados por la rentabilidad de los proyectos, la cultura se mueve. Y los camaleones caminan mutando, reflejados en el arco iris de su propio movimiento.

Consigue aquí tu ejemplar de Música para camaleones. El black álbum de la sostenibilidad cultural

 

 

(crítica) Ciberactivismo, las nuevas revoluciones de las multitudes conectadas

«Lo viejo ha muerto del todo pero lo nuevo no acaba de nacer». No es casualidad que esta cita del italiano Antonio Gramsci abra el teaser audiovisual del libro Ciberactivismo, las nuevas revoluciones de las multitudes conectadas, de Mario Tascón y Yolanda Quintana. La frase planea por todo el libro. Florece en cada párrafo. Leyendo Ciberactivismo parece que lo viejo, los medios verticales, los gobiernos centralizados, la industria cultural, son algo de la prehistoria. Sin embargo, lo nuevo, las reglas y procesos que ordenarán-desordenarán el mundo, todavía no han llegado.

Un matiz y/o remezcla de Gramsci: lo nuevo sí ha nacido. Son semillas, embriones, rizomas imprevisibles. Lo más interesante: son semillas conectadas, gotas-que-crean-ríos. Lo nuevo es Napster o cualquier programa de intercambio de archivos de ordenador a ordenador. Lo nuevo es Wikileaks, un nuevo filtro que reorganiza-desorganizan la política, la economía, los medios. Lo nuevo es Anonymous, tiene máscara y crea una nueva identidad colectiva de pensamiento-acción. Lo nuevo son unas siglas agregadoras (15M) que despedazan para siempre los paradigmas antagónicos que dividieron el mundo entre izquierdas y derechas. Lo viejo ha muerto. «El conmigo o contra mí» forma parte de un pasado distópico. Y lo nuevo es una lógica de red donde compartir aumenta el capital social y valor de un contenido. Lo nuevo es un nuevo mantra, remezclable, en constante mutación. Comparto, luego existo. Comparto, luego me indigno. 

Por todo ello, que dos profesionales amateurs (que escriben con pasión, vaya) como Mario y Yolanda nos brinden esta bocanada de párrafos frescos, una información tan bien cuidada, entrelazada y contextualizada, es un auténtico regalo para las multitudes conectadas. Con un tono divulgativo pero lleno de rigor, Ciberactivismo aborda algunas cuestiones más cruciales de nuestra época. El libro arranca repasando la profecía de la muerte del autor de Roland Barthes. Deambula por la prehistoria del mundo hacker, saltando sin orden cronológico del Manual de desobediencia a la Ley Sinde del colectivo Hacktivistas al evento de Facebook que llenaría la egipcia plaza Tahir durante la Primavera Árabe, de las primeras netstrikes (protestas virtuales que saturan sitios de Internet) a las entonces mal entendidas premisas hacktivistas que llegaron con el Zapatismo, de la ácida campaña de culture jamming Barbie Liberation Front (de RTMark) a Goteo.org, plataforma de crowd funding de proyectos de código abierto.

Especialmente interesante y relevante es la conversación que Yolanda Quintana mantuvo con David Casacuberta (profesor de filosofía en la UAB, artivista y primer presidente de FrEE), Mercè Molist (periodista y autora del libro Hackstory) y Carlos Sánchez Almeida (abogado y activista), en el despacho de este último. Tan relevante que la autora decidió colgar la conversación entera en un documento abierto. Para concluir, para rematar esta recomendación de lectura de Ciberactivismo, nada mejor que una frase de David Casacuberta que redondea la poética de Gramsci: «el ciberactivismo empezó con el arte: la cultura como una forma de cambiar cosas».

Nota para editores: Agradecemos que la editorial La Catarata  publique libros como ‘Ciberactivismo’. Sin embargo, publicar con ‘copyright’ un libro que habla precisamente de los nuevos paradigmas es, además de contradictorio, no haber acabado de entender la red. El teaser es curioso, pero un paso insuficiente para la era transmedia y multiplataforma. Los libros son, más que productos, procesos compartidos. Su proceso, incluso, podría haber comenzado en la fase de la escritura. Y podría – puede todavía – continuar en la remezcla. Aún así, felicidades.