De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

Entradas etiquetadas como ‘Creative Commons’

Tiranos Temblad, el vídeo remix semanal que está agitando Uruguay

Capítulo 17 de Tiranos Temblad

Tiranos temblad. Resumen semanal de acontecimientos uruguayos. Bajo este extraño nombre se esconde una verdadera joyita de la era de la remezcla colectiva. Una prueba más de que la dirección de los mensajes – antes verticales y centralizados – adopta nuevos rumbos. Tiranos temblad es una pieza de vídeo que apenas dura unos minutos donde Agustín Ferrando, un profesional del medio audiovisual de 32 años, empezó a mezclar los vídeos se suben a You Tube en los que de una manera u otra Uruguay. El canal Tiranos Temblad, que nació a finales del año 2012, se ha convertido en una auténtica sensación.8.236 subscritos, 351.308 visitas y una etiqueta de Twitter (#TiranosTemblad), una nueva y dinámica plaza digital de diálogo. Cada semana, Agustín prepara un vídeo nuevo. Y ya van 18 entregas.

En Tiranos temblad cabe todo. Un perro que baila cumbia. Un encuentro de moteros.  Un popurri de músicos bizarros. Un vídeo político del pasado. Un programa extranjero que habla de Uruguay. Una boda. Músicos que tocan en un parque. Una manifestación. Todo sirve. La voz en off de Agustín Ferrando, siempre irónica, redondea una entrega audiovisual irónica, entrañable y ácida. Tiranos Temblad deja en evidencia el llamado formato broadcast, el modelo televisión donde un emisor llegar a múltiples receptores a través de un canal centralizado. Aunque You Tube es una plataforma bastante centralizada y no es mi modelo preferido, un detalle nos revela el cambio de paradigma. No es la descarga (download), el hecho de que cualquier usuario pueda descargar o ver en streaming un vídeo. La clave está en el upload, en que cualquier persona pueda subir contenido. La remezcla de la inteligencia colectiva, incentivada por You Tube desde que incluyó las licencias Creative Commons a mediados del año pasado y practicada por los usuarios desde la noche de los tiempos, hace el resto.

Cada minuto se suben a You Tube 60 horas. 3.600 horas cada hora. El día, en el planeta en red, tiene 86.400 horas. Las horas de todas las emisoras de televisión del planeta son un porcentaje mínimo del total. En nuestros días, las historias mínimas son historias máximas. El altavoz atronador del sistema es un murmullo, todavía audible, en un bosque de ecos. Los mensajes del poder, de las marcas, de los emisores clásicos, se diluyen en un océano. We, the media (Dan Gillmor) o la ‘autocomunicación de masas’ (Manuel Castells) ya no son nombres de libros o conceptos sociológicos. Son la columna vertebral del nuevo mundo. Cualquier puede gritar. Cualquiera puede amplificar o remezclar otros gritos. Tiranos Temblad es mucho más que el título de un programa de un remixer recontrauruguayo. Tiranos temblad es un grito global, bastardo y sexy. La banda sonora de la tragicomedia de nuestros tiempos.

No habría sabido de la existencia de ‘Tiranos Temblad’ sin haber leído el post Hay un sábado de común denominadores de SurSiendo.  Espectacular trabajo de SurSiendo, sin duda. Su blog, cocinado desde Chiapas (México),  ya es una referencia.

Un ranking para el conocimiento abierto

Captura de pantalla 2013-03-16 a la(s) 18.50.11

Tras la muerte del activista Aaron Swartz, nació el grito colectivo #PDFtribute: una provocadora iniciativa para que los académicos publicasen sus artículos con licencias libres. El suicidio de Aaron puso sobre la mesa una pregunta: ¿por qué las instituciones, incluso las que reciben dinero público, suelen publicar su contenido e investigaciones con un férreo copyright? El Consejo Superior de Investigación Científica (CSIC) de España, a través de su Laboratorio de Cibermetría, lanzó hace unos años un Ranking Web de Repositorios, precisamente para incentivar el denominado open access (acceso abierto).

«El objetivo declarado de nuestros rankings – según su propio site – es el de promover las iniciativas Open Access y el acceso gratuito a las publicaciones científicas en formato eléctronico y a otro tipo de materiales de carácter académico». El ranking mide la apertura de universidades, hospitales, escuelas de negocios y centros de investigación. Los indicadores web utilizados en el ranking miden la visibilidad e impacto de los repositorios científicos. El indicador del ranking combina datos de presencia web y de impacto web (visibilidad hipertextual).

El ranking, que incluye más de 30.000 instituciones de todo el mundo, revela algunas sorpresas. El ranking mundial general lo encabeza una institución estadounidense, la Social Science Network. La primera institución latinoamericana en aparecer, en octavo lugar, es la Biblioteca Digital de la Universidad de São Paulo (USP).  La primera de España, en decimosexto lugar, es el Depòsit Digital de Documents de la Universidad Autónoma de Barcelona. Sin embargo, si observamos el ranking de Europa, España sale muy bien parada, pues tiene tres instituciones entre las diez primeras posiciones (a parte de la UAB, están la Universitat Politécnica de Catalunya UPCommons y el DigitalCSIC). En escuelas de negocios, España tiene cuatro entre las veinte primeras posiciones. En repositorios web, Dialnet, de la Universidad de La Rioja está en segundo lugar.

En el índice latinoamericano general destaca el empate entre Ecuador y Brasil, ambos países con 8 instituciones colocadas entre las veinte primeras posiciones. Sin embargo, en el ranking general, Latino América está todavía poco presente (apenas cinco institucones entre las cien primeras).

 

Almodóvar MixTape, una remezcla de cine

Eclectic Method – Almodóvar Mixtape from Eclectic Method on Vimeo.

Almodóvar remixed. Amodóvar reloaded. Almodóvar remezclado, mutilado, crecido. Almodóvar Mixtape es un trabajo del colectivo Eclectic Method, uno de los más conocidos en esta vieja-nueva disciplina del remix. Es una remezcla que despedaza el universo de Almodóvar con buen gusto, puntería y un buen pellizco de admiración. Eclectic Method aborda Almodóvar con una mirada propia: con un estilo personal que fusiona el lenguaje televisivo, la estética del video-clip y el cine. Eclectic Method, en sus propias palabras es «música, comunicación y cultura pop, convertido todo en una fiesta gigante».

La remezcla está en el borde de la ilegalidad. La industria cultural y el lobby del copyright no sólo rechaza, sino que desprecia cualquier tipo de remix. De hecho, hace diez años, cuando nació Eclectic Method la industria de los derechos de autor persiguió al colectivo hasta la saciedad. Algunas de las persecuciones contra los remixers aparecen en el documental Copyright Criminals (el trailer y las remezclas de imágenes son de Eclectic Method). Carambolas de la historia, artistas como U2 o  Fatboy Slim acabaron solicitando los servicios de Eclectic Method. Y el mundo mediático entronó al colectivo. Dj Magazine les llamó los «reyes del remix» y Wired les calificó, simple y llanamente, el  «futuro».

Recomiendo la lectura del libro Código fuente: la remezcla, editado con licencia libre por el colectivo sevillano Zemos98. Os dejo con un extracto de un texto de Felipe G. Gil, de Zemos98. Y con otra joyita audiovisual de Eclectic Method, la Tarantino Mixtape, al final de la entrada.

«El código fuente es un conjunto de líneas de texto que son las instrucciones que debe seguir una computadora para ejecutar un programa. Compartir el código fuente es la base del software libre. Y la cultura implica dos cuestiones básicas con respecto a esto: por un lado, asumir que «toda obra intelectual es derivada» (Lawrence Liang); es decir, que nuestra noción de creatividad está sujeta a una serie de convenciones que habría cuestionar, que hay que reconstituir nuestra noción sobre el origen de las ideas y que debemos exigir una reformulación de las actuales leyes del copyright así como de los modelos de negocio de las grandes industrias culturales; y por otro lado, defender la idea de la cultura como un palimpsesto infinito, del arte como un juego entre todos los seres de todas las épocas y de la remezcla como un sistema operativo transversal que afecta a los procesos educativos y comunicativos»

The Tarantino Mixtape from Eclectic Method on Vimeo.

Copyfarleft, más allá del copyleft

copyfarleft

¿Son las licencias libres una alternativa viable al tan criticado copyright? ¿El denominado copyleft – permitir la copia y las obras derivadas de un trabajo- es beneficioso por los autores? Tras la publicación de mi texto Diez años de Creative Commons, en el que defendía la utilidad de dichas licencias, surgieron algunas voces críticas. Desde el Twitter oficial de la plataforma Cultura Libre atacaron de lleno a las licencias Creative Commons basándose en un caso concreto: una fotografía del quincenal Diagonal que el El País utilizó (aquí detalles). David García Aristegui, miembro de la plataforma Cultura Libre argumentaba en un texto en La Marea que la licencia usada por Diagonal (CC by-SA: Creative Commons atribución-compartir igual) «está suponiendo en la práctica el facilitar la apropiación del trabajo ajeno sin remunerar, y sin distinguir entre El País, un partido neonazi o un blogger fan de tu trabajo».

Copyleft, ¿liberación o explotación? Vayamos por partes. La licencia usada por Diagonal, la más abierta de Creative Commons, permite «copiar, distribuir y comunicar nuestros contenidos públicamente; citarlos parcialmente y remezclarlo; Hacer un uso comercial». El País, ciertamente, es libre de pagar a un fotógrafo que ya ha sido remunerado por Diagonal. Pero tiene la obligación de publicar la foto con la misma licencia. Forzar que un diario masivo con copyright use un licencia abierta me sigue pareciendo una buena idea. En casos concretos, además, un colectivo o un free lance pueden llegar a imponer agenda. Así ocurrió en Brasil, cuando el colectivo Fora do Eixo, distribuyendo fotografías con Creative Commons de un evento invisible para la prensa, el festival Baixo Centro de São Paulo, consiguió portadas en todos los grandes medios del país en una edición de domingo.

Sin embargo, si los medios masivos usasen los trabajos licenciados con copyleft para ahorrar presupuesto y así no enviar a sus fotógrafos / periodistas / free lances habituales, estaríamos ante un caso de saqueo del ‘procomún’ en beneficio propio. Si el mundo estuviera compuesto por lo que Zygmunt Bauman denomina ‘comunidades éticas’, regidas por compromisos a largo plazo, no existiría este problema. Si la peer-to-peer production de pequeños productores en red que preconiza Michel Bauwens ya gobernase el planeta, tampoco veríamos estos casos. Mientras llega el momento, una posible solución a esta situación sería usar el CopyFarLeft. Dicha licencia fue propuesta hace unos años por el programador de software libre Dmytri Kleiner en su libro The Telekommunist Manifesto. Dmytri, preocupado sobre cómo el mercado obtiene beneficios del procomún, del movimiento open source y al copyleft, dio forma a una licencia abierta con algunas restricciones de mercado. The Telekommunist Manifesto, donde Dmytri adapta el Manifiesto Comunista de Karl Marx a la era de las redes, incluye algunas de las siguientes ideas:

«Para que el copyleft tenga algún potencial revolucionario debe ser Copyfarleft. Debe insistir en que los trabajadores sean dueños de los medios de producción.

Una licencia copyfarleft debe hacer posible que los productores compartan libremente y que conserven el valor del producto de su trabajo. En otras palabras, los trabajadores deben poder hacer dinero al aplicar su propio trabajo a la propiedad mutual, pero debe ser imposible que los dueños de propiedad privada hagan dinero al utilizar trabajo asalariado.

Así, bajo una licencia copyfarleft, una imprenta cooperativa propiedad de los trabajadores debe poder reproducir, distribuir y modificar el stock común como quiera, pero una compañía editorial privada no podría tener libre acceso».

Las licencias basadas en el Copyfarleft, como la Peer Production License, harían imposible que un diario de El País obtuviese lucro de una fotografía de Diagonal por una sencilla razón: los trabajadores no poseen los medios de producción. El País no está orientado al procomún y está basado en la propiedad privada. Sin embargo, el copyfarleft sí permitiría que la fotografía de Diagonal fuese republicada por La Marea (Madrid) o La Diaria (Montevideo). Creo que el copyleft, en muchas ocasiones, puede ser más útil, incidente y relevante que el copyfarleft. Puede hackear medios masivos e imponer agenda. Sin embargo, el copyfarleft puede ser muy eficiente para parar la explotación del procomún por parte de multinacionales y empresas netamente capitalistas. También es una opción interesante para el hardware abierto: tal vez algunas pequeñas firmas tecnológicas se animen a abrir su código sabiendo que las grandes multinacionales no se aprovecharán de su conocimiento.

Diez años de Creative Commons

La cultura libre está de enhorabuena. Las licencias Creative Commons acaban de cumplir diez años. Desde el pasado día 7 hasta mañana (día elegido para el aniversario), el mundo está conmemorando con múltiples actos, campañas, eventos y encuentros esta primera década de Creative Commons, las licencias que crearon una alternativa más visible al estricto ‘todos los derechos reservados’ del copyright.  La información oficial del cumpleaños está recopilada en la web 10.creativecommons.org. En Europa se ha lanzado una mixtape con música libre remezclada. En México, Wikimedia ha lanzado un editatón (un maratón de edición) para mejorar artículos de la Wikipedia relacionados con Creative Commons. Y el etcétera de conmemoraciones es larguísimo.

El mundo que lucha contra el copyright está de fiesta. Y están corriendo ríos de tinta. Curiosamente, algunas personas del mundo libre han escrito artículos tan críticos como este Diez años de Creative Commons: ¿algo que celebrar? (David García Aristegui) en LaMarea.com. El texto crítica cómo el mercado saca tajada de estas licencias a costa de de los creadores y de instaurar una nueva era del «todo gratis». Sin embargo, medios más conservadores como El Confidencial empiezan a elogiar unos tipos de licencias que hasta hace muy poco eran invisibles, porque son una alternativa de mercado. ¿Qué está pasando? ¿Creative Commons salvará a los creadores del copyright talibán o será su perdición? ¿En qué quedamos?

Los lectores habituales de este blog saben perfectamente qué es Creative Commons. Pero probablemente haya alguno que no haya escuchado hablar de este tipo de licencias. Por eso, voy a intentar argumentar de una manera sencilla por qué creo que las licencias Creative Commons han beneficiado a la humanidad. Intentaré que lo entienda el más analógico de los lectores. Claro que hay críticas a Creative Commons. El mercado puede aprovecharse de ellas para bajar el coste de producción o el valor de ciertas obras. Están basadas en el copyright, como el copyleft (pero es una forma de hackearlo). El copyleft es una licencia (y movimiento) más amplio: apenas 3 de las 6 licencias Creative Commons (España) son copyleft. Prevalece el reconocimiento de la autoría individual frente al carácter colectivo de la obra del dominio público. Otro tipo de licencias, como el copy far left (así sería la más abierta de Creative Commons, que permite la explotación comercial de la obra ajena), reivindican la posesión de los medios de producción por parte del creador.

Sin embargo, me parece que el beneficio de la existencia de Creative Commons ha sido muy grande. Las licencias Creative Commons son buenas para la humanidad. Han cambiado muchas cosas. Han abierto una puerta.  Son buenas para la humanidad porque…

Porque crearon una alternativa de mercado. Cuando Lawrence Lessig, Hal Abelson y Eric Eldred, entre otros, lanzaron las licencias Creative Commons existían pocas opciones al «todos los derechos reservados» del copyright. Apenas, el dominio público, que libera todos los derechos de una obra. Existía el copyleft, basado en las cuatro libertades del software libre de Richard Stallman. Aplicar las libertades del software libre a una obra cultural permite a cualquier usuario usarla, modificarla, distribuirla y mejorarla haciendo públicos los cambios. Sin embargo, no había un camino intermedio que permitiese al creador escoger el grado de libertad de su obra. Con Creative Commons, el autor puede elegir el «algunos derechos reservados» y regalar la obra a particulares y cobrar si existe un uso comercial por un tercero. Puede liberar totalmente la obra hasta el «ningún derecho reservado». O puede cerrarla hasta el «todos los derechos reservados».

Porque incentivan la transparencia. La mayoría de licencias Creative Commons permiten la libre copia del contenido. El hecho de que el contenido pueda ser copiado y divulgado fuerza la transparencia. Interesante: algunos Gobiernos o instituciones están usando licencias abiertas. La Casa Blanca, el Parlamento de Italia, el Parlamento de Australia, el portal de Datos Abiertos de Brasil o el Institut D’Estadística Catalunya usan licencias Creative Commons. La lista es gigante y crece cada día.

Porque crean una nueva ética de la atribución. La ética hacker de la que hablaba Pekka Himanen en su ya mítico libro (descárgatelo aquí) es diferente. Está basada, entre otras cosas, en lo colectivo, en la atribución, en lo compartido, en la colaboración. Usar licencias abiertas, abrir el código de una obra, querer que circule al margen del valor de mercado, abre una puerta inédita en el mundo del copyright. Llevo muchos años publicando textos con licencias abiertas. Y nunca me he encontrado a nadie ‘robándome el trabajo’. Citan la fuente, respetan mi trabajo. Las licencias Creative Commons obligan la atribución (reconocimiento de la fuente).

Porque  incentivan la divulgación del conocimiento. La cultura es más que mercado. El conocimiento, el acceso al mismo, debería estar por encima del valor de mercado. Las licencias Creative Commons están incentivando la circulación del conocimiento. La lista de universidades y centros de educación que están disponibilizando recursos con Creative Commons no para de crecer. El Harvard Open Access Project  de la universidad de Harvard es un buen ejemplo. Mientras el Gobierno de España intenta convertir la Universidad pública en un rincón para ricos subiendo tasas, la universidad de las élites del mundo es gratis. Y en parte gracias a las licencias abiertas.

Porque son buenas para el periodismo.  El texto Diez años de Creative Commons: ¿algo que celebrar?  de David García Aristegui afirma que las licencias Creative Commons son malas para el periodismo. No puedo estar más en desacuerdo. Son buenas. Muy buenas. El caso de 20 Minutos, pionero en el uso de Creative Commons, es un buen ejemplo de reputación ganada, de atribución cruzada y de transparencia. Todas las publicaciones del grupo Nature usan Creative Commons. También lo hacen Al Jazeera, ProPública o el site de crowd funding periodístico Spot.us. En fotografía existen muchos casos de éxito, como el del fotógrafo Jonathan Worth, que gracias a Creative Commons consiguió llegar al mercado. El hecho de que Flickr permita ya subir una foto y usar licencia Creative Commons está causando una pequeña revolución en el mundo del fotoperiodismo. Y yo creo que es muy buena. El caso del Fotomovimiento.org (del movimiento 15M español) o de Fora do Eixo en Brasil (que ya han conseguido portadas en Folha de São Paulo), es un buen ejemplo.

Porque legitiman la remezcla. Algunos tipos de licencias Creative Common son copyleft y permiten las obras derivadas. Modificar la obra no sólo es legítimo, sino que puede enriquecer la misma. En la música, han nacido comunidades de obras libres como Jamendo, donde cualquier pueda remezclar. En la literatura han surgido proyectos como Remix my lit, que incentivan la remezcla de textos. Algunos escritores, como el popular Cory Doctorow, usan licencias Creative Commons. Yo habilité una sala de remezclas para mi obra #24H que con copyright habría sido imposible. Del Ramayana a Picasso, del mester de juglaría a proyecto 15M.cc, la remezcla es un bien inconmensurable para la humanidad.

Porque construyen sociedad, valores compartidos, solidaridad. El caso de España es bastante peculiar. La sociedad española es una de las que más está empujando el carro de la cultura libre, el copyleft, la remezcla, lo abierto, lo compartido. De hecho, hasta el año 2011 España figuraba en lo más alto de todos los rankings en cuanto a obras licenciadas con Creative Commons. En CC Monitor (que no está actualizado), España aparece en segundo lugar, casi igualado con Estados Unidos en número de obras. Aunque no existe un registro exhaustivo al respecto y el número puede ser muy superior, España tiene según CC Monitor 9.224.224 obras licenciadas con Creative Commons. Casi 4 veces más que Alemania. Siete veces más que el Reino Unido. En España no sólo existe cultura con Creative Commons. Existe arquitectura. Semillas copyleft. Muchos abogados, como Javier de la Cueva o David Bravo, cuelgan todo su trabajo con licencias abiertas. Y un número creciente de medios (será el siguiente post de este blog). Sin embargo, el Gobierno español es uno de los más retrasados en aplicación de licencias abiertas en sus sites y uno de los más retrógrados en la aplicación de leyes digitales, como la Ley Sinde-Wert. La aprobación del Canon Digital, que había sido declarado ilegal por la Unión Europea, justo cuando arrancaron las conmemoraciones de los diez años de Creative Commons, es muy sintomática. El divorcio poder-sociedad sigue creciendo. Y Creative Commons ayuda, en definitiva, a la creación de la República del 99%.

Un flujo de tuits sobre el Free/Libre Culture Forum 2012 de Barcelona

El Free/Libre Culture Forum de Barcelona arrancó ayer en uno de los años más intensos de la historia de Internet. Su edición está centrada en la libertad de la red, en las brutales presiones de los lobbies políticos e industriales sobre la red y en el intento de cercar la libertad de expresión en Internet con la excusa del ‘ciberdelito’. Los asuntos abordados, eso sí, son mucho más amplios. El foro se puede seguir en streaming aquí.

He llegado tarde a la cobertura. Estoy al otro lado del Atlántico. Pero el espacio de flujos me conecta con lo que está pasando ahora mismo en Barcelona. Por eso, voy a seleccionar en esta entrada algunos de los tuits más interesantes de todo el evento (totalmente subjetivo, claro). Iré actualizando la entrada hasta después del Foro e incorporando tuits. Para seguir el evento recomiendo los hashtags de Twitter #FCForum2012 y #oxcars12. Antes, corto & pego un breve texto de los organizadores del foro para entender mejor la edición 2012:

«El 2012 ha visto grandes victorias de la sociedad civil contra la barbarie:Las temibles leyes ACTASOPA, PIPA han sido rechazadas por la presión social; La ONU reconoce la libertad de expresión en la Red como derecho básico; revisar y filtrar enlaces es declarado ilegal en la UE; el gobierno suizo legaliza el intercambio; el constitucional alemán prioriza el derecho a la libertad de expresión e información sobre los intereses de los lobbies culturales; el Informe Hargreaves promueve una reforma justa del copyright en UK; Pablo Soto ha sido absuelto; una sentencia europea declara que bares, gimnasios, peluquerías y similares no deben pagar cánones a las entidades de gestión; las leyes antidescarga fracasan; las direcciones IP no pueden considerarse pruebas para perseguir a usuarios en US…  Sin embargo, no debemos bajar la guardia. Siempre acechan nuevos peligros para el compartir y la Red tal y como la conocemos. Como bien indica Cory Doctorow, ‘la guerra del copyright es la versión beta de lo que esta por venir’»

Y comienza el flujo (no lineal) de tuits…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CopyLove, Redvolución y Remezcla

 

Hoy hablaré de mi libro #24H en Buenos Aires. Como siempre, será una gran excusa para hablar de otras cosas: copyleft, 15M, redvolución, procomún, resiliencia, remix… Un evento sin guión, ‘powered by’ Actitud Peluche y Dj Tudo Bem (world beat transfronterizo y bastardo) acá el texto que andamos enviando a medios y amigos, con algún link. 

Redes y territorios. Remezcla y revolución. Artivismo y PosPolítica. Arte apartidario pero profundamente político. Ludismo y transformación. El PosPeriodista y (r) Escritor Bernardo Gutiérrez divagará en la Casona Iluminada de Buenos Aires el próximo día 24 de octubre sobre los nuevos paradigmas de la cultura de red y sobre el movimiento 15M – Indignados de España a partir de la publicación de su libro #24H (Dpr-Barcelona)

La obra – que tiene licencia copyleft, un formato inclasificable y una sala de remezclas para que los lectores lo despedacen- será el punto de partida de una charla spam + situacionismo multimedia que no tiene guión fijo. Bernardo intentará forzar una conversación sobre las revueltas 2.0 y la remezcla narrativa que protagoniza el nuevo mundo. El autor comenzará la deriva en #24H – cuyo paisaje es el surgimiento del movimiento 15M – pero proyectará vídeos, mostrará diseños, caso de ARTivismo lúdico, nuevos prototipos sociales, proyectos de cultura cocinados desde lo colectivo…  #24H será apenas una excusa para hablar de conocimiento abierto, copyleft, tecnopolítica y la remezcla de contenidos en nuestros días. El eco coral de la charla será lo más importante.

Las fórmulas viejas no sirven para explicar la sociedad red. Los conceptos están viviendo intensas mutaciones. La contracultura pasa a ser permacultura. La resistencia ahora es resiliencia. La masa de desmiembra en un enjambre conectado y distribuido. La revolución se viste de redvolución. La autoría individual se diluye en un relato coral. Ya no hay conceptos en alfa: todo es un ‘beta’ imperfecto, incompleto, bastardo, mejorado en tiempo real de forma colectiva. Y el copyleft se transforma en un abrazable copyLove. La copia no es sinónimo de piratería. Es una prueba de admiración. La copia es un afecto remix y colectivo. La copia es una declaración de amor.

#24H es una ficción poética, fragmentada y no lineal de las redvoluciones que sorprendieron al mundo durante 2011. La revolución del enjambre – una remezcla estreameada en tiempo real – tiene el copyleft en su esencia. Copia, remezcla, revoluciona. La redvolución DIY (Do it YourSelf) desemboca en la redvolución DIWO (Do It With Others). Y la macroutopía se fragmenta en una nube de microutopías distribuidas. Usopías para usar adhoc (aquí y ahora). Usopías copylove para compartir.

CopyLove, RedVolución y Remezcla. Cuándo: Miércoles 24 de octubre Dónde: la Casona Iluminada, Corrientes 1979, Buenos Aires. 

 

Una novela fantástica ilustrada de código abierto

Olvídate de la frase-vejestorio «las segundas partes nunca fueron buenas». En la era del remix, las segundas y terceras partes siempre son mejores. El caso de El intercambio celestial de Whomba es perfecto para desmenuzar la nueva mutación de «las segundas partes». El intercambio celestial de Whomba, una novela gráficase estuvo publicando durante dos años en la web infantil-juvenil Pequeño Libro de Notas. Las ilustraciones eran de Mario Trigo y los textos de Guillermo Zapata.

Pero los tiempos cambian. El remolino-red sugiere nuevos caminos (casi todos colectivos). Los autores quieren corregir la novela. Sueñan con editarla tanto en papel como en versión digital. Además, palabras textuales de los autores, «quieren crear una web que contenga y promueva la iniciativa y que permita la remezcla y el juego con la propia novela». El intercambio celestial de Whomba será una novela fantástica ilustrada de código abierto, una obra copyleft. Cualquier persona podrá remezclarla, reescribirla. Será una narración del procomún.

Como no podía ser de otra manera, este renacimiento de El Intercambio celestial de Whomba está buscando financiación en la plataforma Goteo, que no sólo incentiva el crowd funding de proyectos de código abierto sino el trabajo colectivo y la colaboración. Parte de la financiación, además de para desarrollar el proyecto, servirá para apoyar el site Libro de Notas (muy recomendable para quien no lo conozca) y Pequeño Libro de Notas.

Quien no esté todavía convencido para apoyar la mutación colaborativa de código abierto de El intercambio de Whomba, aquí tiene un pequeño vídeo con los argumentos de sus autores. Aunque deberían bastar las primeras frases del trailer que encabeza esta entrada, inspiradoras y misteriosas, para que apoyemos este proyecto: «Te contaré cómo fueron los años que no conociste, antes de que los dioses abandonaran Whomba, te hablaré del interambio, de cómo los dioses usaban sus dones a cambio de nuestros favores…»

 

Cómo acabar de una vez por todas con la cultura (remix)

Fuente de la imagen: http://www.mindjumpers.com/blog/ Vista en: urbanohumano.org

Cuando Woody Allen publicó su libro-dinamita Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, allá por 1974, ya tenía una sospecha: la cultura es todo aquello que pasa mientras unos intentan definirla y los críticos la evalúan. Justo antes de morir, allá por 1985, el escritor Italo Calvino entrevió que la literatura estaba amenazada de muerte. Sus Seis propuestas para el próximo milenio (5+1 conferencias que dio en la Universidad de Harvard) anticipaban algunas realidades de nuestros tiempos. La primera propuesta, la levedad, parecía intuir el vértigo de Internet, de las redes, del planeta hipervínculo: «La escritura es en el libro lo que el byte en la pantalla: no pesa, fluye sin dificultad y constantemente se transforma». Calvino vio claramente la agonía de la cultura, el desgaste de las definiciones forjadas a los largo de milenios.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, algunos siguen confiando en las definiciones seculares de la cultura. La cultura como «cultivo del espíritu» (Ilustración), como una «función social» (funcionalismo), «como un reflejo de las relaciones sociales de producción» (Karl Marx), como un conjunto de símbolos compartidos (Claude Lévi-Straus), como una suma de costumbres colectivas (folclore), como sinónimo de civilización (Edward Tylor), como un derecho humano (ONU), por citar algunas. Definiciones top down (verticales e impuestas), definitivas, excluyentes. Y peor que todo ello: la denominada industria cultural sigue anclada en su monovisión de la cultura como sinónimo de mercado. La cultura como un producto. La cultura como algo cuantificable. La cultura como consumo. La cultura como producto elaborado de una elitista clase creativa. La cultura como entretenimiento de las masas. Y peor todavía: una buena parte de la industria cultural y de los Gobiernos del mundo actúa como si Internet no existiese. Como si nunca hubiera existido. Como si la única manera de producir, distribuir, gestionar y consumir cultura fuese aquella que nació en el siglo XX: mitificados autores individuales, productos físicos (plástico, papel…), transacciones monetarias…

Hace poco, publiqué un libro, #24H, con formato híbrido, licencia copyleft y una sala de remezclas para que los lectores lo despedazacen. Quien mejor lo ha entendido no son los críticos literarios, sino una revista de vídeo juegos. Me dio bastante que pensar. La industria no ha entendido (casi) nada de mi propuesta. Las redes, sectores transversales de la cultura clásica, sí. ¿Los vídeo juegos son cultura? ¿#24H es literatura, arte multimedia, documentación-ficción? ¿Vivimos en la era poscultural? ¿Acabamos de una vez con la cultura (con su definición clásica)?

Tengo más preguntas que respuestas. Aun así, he decidido compartir en este blog algunos pensamientos. A continuación no intentaré definir lo que es la cultura en el nuevo milenio. Mientras intento definirla, la cultura seguro que se convierte en otra cosa.Me limitaré a comentar algunas prácticas y dinámicas que han nacido con la red. Prototipos e inercias que están modificando radicalmente la cultura. Me limitaré a trazar algunos caminos o perspectivas que ya están en el epicentro de la producción y consumo cultural. He escrito la entrada en presente, y no en futuro (cuestión de optimismo). He dejado fuera un asunto caliente: financiación. Y no me preguntéis por qué han salido 13 puntos (podrían ser muchos más). La mayoría de ellos están relacionados entre sí. Y son remezclables-mejorables.

1.  De la cultura digital a la cultura de red. El término cultura digital, usado insistentemente para definir la creación cultural que tiene que ver con Internet o medios digitales, queda algo obsoleto. La palabra cibercultura, utilizada para definir la cultura que crece y habita en el ciberespacio virtual, también. Con Internet móvil y la computación ubicua, la barrera del off y on se diluye. El cibridismo que propone Martha Gabriel – off+on, siempre conectados en todas partes – trastoca para siempre la frontera de lo analógico y lo digital. Las nuevas dinámicas de las redes – Peer-to-peer, colaboración, prosumidores, remezcla, co-creación… – substituyen a la misma definición de cultura. Por eso, la cultura de red es más amplia que la definición de cultura digital e incluso que la propia cultura. Hacer ecología en red, feminismo de red, ciudad en red, política en red, por ejemplo, son nuevas caras de la cultura de red. Substituyen a la definición. Son cultura.

2. El fin de los objetos acabados. La cultura deja de ser un producto acabado (un cuadro, un libro, una canción). La cultura abandona su estado alfa (definitivo) y se balancea en un permanente estado beta, utilizado en las comunidades de programadores de software libre pasa definir algo inacabado. El reuso de la obra no es sólo inevitable, sino deseable. Los prototipos se convierten en modelos.

 

La Global Revolution remezcla visualmente una canción de Instituto Mexicano del Sonido

3. La remezcla como esencia. Las licencias abiertas (Creative Commons, copyleft…), el auge del procomún y la popularización de las herramientas tecnológicas de bajo coste incentivan la remezcla. Las obras se desmiembran en collages, en nuevas mutaciones. El fork – un desvío en un trabajo colectivo en jerga hacker – pasa a ser una virtud. Las obras se quiebran para componer puzzles de piezas inconexas, unidas por nuevos hilos. Ninguna lógica – ni la de los críticos ni la del mercados – consigue imponer el nuevo pegamento de las remezclas.

4. La cultura como proceso colectivo. El ‘proceso’ sustituye cualquier objetivo de la cultura. El proceso de creación-elaboración de una obra cultural, en la mayoría de los casos, es algo compartido. La película El cosmonauta (que lleva años en un proceso de co-financiación y co-creación), el documental de Stéphane Grueso 15M.cc sobre el movimiento 15M (cuelga las entrevistas íntegras en Internet, diáloga con usuarios) o la gestión de la biblioteca colaborativa Bookcamping.cc son prueba de ello. En muchas ocasiones, algunas personas acompañan el proceso colectivo y no ven el resultado final. En otras, conocen apenas las remezclas y vidas posteriores de la obra. La obra es un continuum de contornos flexibles. La cultura pasa a ser un diálogo, una conversación. Cada autor elege que parte de su obra es un proceso colectivo y qué parte, una inspiración-rincón individual. El Do It Your Self (DIY) se convierte en el Do It With Others (DIWO).

5. La autoría como algo diluído. Cualquier faceta en el arte, como afirma Joan Fontcuberta en su Manifiesto posfotográfico, «es camaleónicamente autoral». El autor es un eslabón más en una imprevisible cadena de curadores, usuarios, gestores, comentaristas y remezcladores. El autor es una parte de una identidad colectiva mayor. Paradoja: su identidad individual puede estar compuestas de retazos de diferentes identidades colectivas.

6. El fin de los objetos físicos. La música no es más sinónimo de CD. La literatura no es sinónimo de libro de papel. El cine no es sinónimo de pantalla grande. El cloud computing (computación en la nube) y el streaming dinamitan los objetos físicos. La cultura pasa de la estantería a la nube. Nuestros hijos nunca entenderán la conexión entre estos dos objetos.

7. La era del upload.  Cada minuto se suben 24 horas de contenido a You Tube. Los usuarios, ahora, son prosumidores. Consumidores activos, productores de contenido, polinizadores de contenido. La cultura deja de ser algo unidireccional. Pero la descarga (download) de un contenido no es tan revolucionario. La explosión de la red reside en el upload: en la posibilidad de que cualquier persona pueda subir contenidos a Internet. Contenidos distribuidos, compartidos, remezclados, conectados entre sí a través de redes y etiquetas. Contenido, por cierto, que ya ni tiene que descargarse.

 Creaciones nacidas alrededor del fenómeno ‘meme’ Ecce Homo.

8. Memecultura. El concepto de meme de Richard Dawkins – «una idea, comportamiento o estilo que se expande de una persona a otra dentro de una cultura» –  muta en la era de la red. El meme adopta ropajes de virus contagioso. Además, suele surgir en procesos bottom-up (de abajo arriba) imprevisibles. A diferencia de la cultura de masas que presidió el siglo XX, vertical y dirigida por los grandes agentes económicos, la memecultura se rige por las lógicas distribuidas y horizontales de las multitudes conectadas. La expansión de la imagen del Ecce Homo, la viralidad de su construcción social, son una prueba viva de la memecultura.

9. Hibridación formal, transversalidad, mestizaje. Historicamente, las diferentes artes vivían en compartimentos separados. La literatura dialogaba tímidamente con el cine o la música. La pintura, con la escultura. Pero en la era de la red, la taxonomía rígida (clasificación temática) da paso a la folksonomía (clasificación a través de etiquetas sociales). Los compartimentos de las artes se mezclan.  Sus muros, sus fronteras, se desmoronan. La cultura aterriza en la multidisciplinaridad, en lo interdisciplinar, en lo transversal, en lo polifónico. Las obras-procesos, además, pueden estar construidas de formatos diferentes (imagen+texto+audio+vídeo+… ). La narración híbrida de géneros, formatos, lenguajes, cotiza al alza. Lo multimedia – más de dos medios – es el estado natural de la cultura.

10. Cultura ubicua, orgánica, e-emotiva. La expansión de Internet móvil (celulares 3G, Wi-Fi…), el cloud computing (nuestros datos y archivos en la nube) y la realidad aumentada cuestionan los espacios clásicos de la cultura: museos, teatros, cines, salas de concierto… La cultura es, siempre que se quiera, un post it para colocar en cualquier lugar. Exposiciones post it, conciertos post it. La cultura es un nuevo paisaje orgánico y ubicuo de los territorios. Además, gracias a la nanotecnología y a una nueva ciborg (tecnología relacionándose en nuestros cuerpos) la cultura camina hacia la e-emotividad. Cada día habrá más aplicaciones culturales adaptadas a nuestra sensibilidad, como la aplicación songza (selecciona canciones acordes con nuestro estado de ánimo).

11. Glocalidad en tiempo real. Las herramientas de streaming y la comunicación en tiempo real a través de algunas redes sociales difuminan el espacio físico. La cultura se ve inmersa en la nueva era de lo glocal (local+global). Los territorios y sus habitantes se conectan al margen de su proximidad física en un nuevo espacio de flujos (teoría de Manuel Castells). El planeta funciona con la lógica de una red distribuida peer-to-peer en la que cada nodo puede comunicarse en tiempo real con cualquier nodo. Los eventos culturales, transmitidos en tiempo real, dialogan con personas, colectivos, objetos y eventos de cualquier lugar del planeta.

Imagen: montaje de Doménico di Siena en su blog UrbanoHumano.org, licencia Creative Commons

12. UpCycling, el residuo hecho arte. El UpCycling es un término que convierte un residuo en un nuevo material usable bajo las lógicas de las sostenibilidad. Lo que es residuo para la cultura oficial o la industria puede transformarse en una nueva obra de arte. El caso del Ecce Homo – una restauración considerada de mala calidad – es un versión colectiva de los objet trouvé de Marcel Duchamp. El residuo se transforma en un icono, se remezcla, adopta valor. Transformar una plaza de parking en un espacio temporal, habitable y de convivencia, como hace ParkingDay, también es UpCycling. Es cultura.

13. La cultura fragmentada, no lineal. La temporalidad clásica de Occidente, el tiempo lineal del Cristianismo y la Ilustración, pierde fuerza. Con el link y las líneas de tiempo de redes como Twitter – donde puede aparecer siempre algo del pasado- , el presente es un tiempo de flujos circulares. «El pasado es siempre presente – como escriben en el proyecto 10Opencult.cc – la cultura del link ya teje una red de conocimiento que desborda la linealidad y crea un eterno presente. Un fondo que permite un sinfín de recombinaciones y reutilizaciones”.

Una idea: no estaría de más tuitear esta entrada con copia a José Ignacio Wett (@Jiwert), ministro de Educación, Cultura y Deporte (sobre todo de Deporte) de España, uno de los cargos públicos del mundo que peor ha entendido los nuevos paradigmas de la cultura. Etiqueta sugerida: #WertNoDoyUna

Carta abierta a la nueva ministra de cultura de Brasil

Querida Marta Suplicy

Soy un ciudadano del mundo que se ha tomado la confianza de hablar en nombre de la sociedad en red. Puede sonar pretencioso, pero soy de los que se considera una neurona conectada de un nuevo cerebro planetario. Primero de todo, muchas felicidades por asumir el cargo del ministerio de Cultura de Brasil. Desde la sociedad en red, asistimos con pavor a la gestión de tu antecesora, Ana Buarque de Hollanda. Nos espantó cuando la ex ministra retiró la licencia Creative Commons del site del ministerio (nada más llegar, vaya). Mucho peor fue cuando Buarque de Hollanda fue dando la espalda a la alucinante y vanguardista gestión de los ex ministros Gilberto Gil y Juca Ferreira.

Desde la sociedad en red nos quedamos perplejos cuando la señora Ana Buarque de Hollanda aseguró que no tenía ninguna intención de promover la cultura libre y la libre circulación de ideas. Más todavía, cuando se entregó en cuerpo y alma a la industria cultural, al corrupto Escritório Central de Arrecadação e Distribuição (ECAD) de gestión de derechos de autor y al amigo americano. Parece que Buarque, la señora de la industria, se dedicaba a reunirse con secretarios de comercio estadounidenses, en lugar de con personas relevantes en la cultura. Dio la espalda a los colectivos, a los verdaderos creadores (no al 1%). Dio la espalda al pueblo brasileño. Dio la espalda a un mundo que confiaba en el Brasil del futuro. Por eso, un  distribuido y enREDado Movimiento Social de las Culturas brasileño declaró la guerra a la señora del ECAD, a la ex ministra Ana Buarque de Hollanda. A la hijita de papá que acaba de caer.

Tienes que saber, querida Marta Suplicy, que la sociedad en red planetaria fue una gran admiradora de la gestión de Gilberto Gil y Juca Ferreira. Brasil se convirtió en el primer país que apoyó desde instancias gubernamentales la cultura libre, las licencias abiertas, la circulación libre de la cultura y los formatos abiertos. El denominado movimiento de la cultura digital del mundo debe mucho a Gilberto Gil, a Juca Ferreira y a todo el movimiento de la cultura libre de Brasil. Por eso, querida ministra, llegas en el momento oportuno.

El mundo te necesita, Marta Suplicy. Llegaste en tiempos de tránsito. Las corporaciones, las teleoperadoras, la industria cultural y los gobiernos del 1% que están esquilmando el planeta nos persiguen. Mientras, la sociedad en red se articula en nuevos movimientos híbridos como el 15M español, Occupy Wall Street o #YoSoy132 en México. Los últimos años han sido complicados. Una industria anticuada, especializada en vender plástico (CDs le llaman), celulosa (libros, periódicos) y ancho de banda están consiguiendo aprobar leyes tan tétricas como la Hadopi en Francia o la Ley Sinde-Wert en España.  Quieren silenciar al mundo, a la sociedad en red. Quieren prohibir que compartamos cultura, afectos y contenido. Intentan imponer leyes absurdas como SOPA (Estados Unidos) o ACTA.

No entendieron nada. No entendieron el cambio. No entienden que nos comuniquemos entre nosotros sin intermediario, que creemos cultura de forma colectiva, que remezclemos, que compartamos. La Ley de Derechos Autorales de Brasil, por ejemplo, considerada una de las más restrictivas del mundo, fue escrita en 1998, cuando no existía Napster ni la posibilidad de intercambiar archivos digitalmente. Fíjate que la ley brasileña impide hasta la copia de un Cd a un Ipod. ¿Tiene sentido?

Un detalle, querida Marta. La cultura en la época de la red es mucho más que cultura. La cultura de red es mucho más que arte. Más que cine, música, literatura, teatro… La cultura de red es un nuevo paradigma de conexiones, de creación, de comportamiento, de mercado. Es otra forma de ver el mundo. Es otra forma de hacer política. La cultura de red entiende la realidad como un espacio colaborativo, libre, glocal y transfronterizo. Tienes que saber, además, que las licencias abiertas que popularizó la cultura, el copyleft, Creative Commons, ahora sirven para mucho más. Hay colectivos de arquitectos licenciando edificios con Creative Commons. Hay personas construyendo objetos en impresoras 3D gracias a las licencias abiertas. Hay gente usando las redes distribuidas ‘estilo  Napster’ para crear un mundo más sostenible y ecológico. El modelo fordista está en decadencia. Pero los gobiernos de Europa y Estados Unidos no quieren verlo. Han dado la espalda a sus pueblos.

Por eso, querida Marta, el mundo te necesita. Necesita a alguien que garantice el libre acceso y circulación de la cultura y la neutralidad de la red. El Ministerio de Cultura de Brasil, el popular MINC, puedes tener la certeza, puede ser el epicentro del nuevo Brasil, del nuevo mundo. Brasil no va a ser una nueva potencia, no va a influir al mundo, exportando carne y soja a costa de acabar con la Amazonia. Tampoco será potencia incentivando a que la clase media se endeude con los bancos y alimentando la burbuja inmobiliaria. Menos aún apostando por los combustibles fósiles y el crecimiento desaforado del parque automobilístico. Brasil será potencia si consigue rediseñar el mundo, la geopolítica del poder y de la industria, desde los nuevos paradigmas de la red.

Recuerda, querida Marta. Tupi or not tupi. Confiamos en ti. Estaremos a tu lado. Sabemos que lucharás por el sueño del Manifiesto antropófago de Oswald de Andrade. Esperamos que, como buena defensora de los derechos de las mujeres, luches por aquel ‘matriarcado de Pindorama’ del manifiesto. Por ese mundo glocal que no sabe que es «urbano, suburbano, fronterizo y continental». Confiamos en ti, Marta. Confiamos en ti, Brasil. No nos defraudeis.

Atentamente

La Sociedad en Red