¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Obama: negro, blanco, de izquierdas, de derechas…

Juan José Millás, hoy en El País:

«Están quienes adoran a Obama por negro y quienes lo adoran por blanco. Están quienes lo odian por negro y quienes lo odian por blanco. Están quienes creen que es un falso negro y quienes creen que es un falso blanco. Están quienes lo consideran valioso porque no cambiará nada bajo la apariencia de cambiarlo todo (al modo en que, según Phil K. Dick, los alemanes ganaron la II Guerra Mundial haciéndonos creer que la habíamos ganado los buenos), y quienes temen que acabe con la pena de muerte, prohíba la libre circulación de armas, ponga límites al capitalismo o legalice el matrimonio gay. Están quienes le aplauden por ser un patriota de verdad y quienes lo exaltan por ser un patriota de mentira. Están quienes piensan que hará una política de derechas y quienes piensan que hará una política de izquierdas. Pero están quienes aseguran que hará una política de derechas con caligrafía de izquierda y quienes afirman que hará una política de izquierdas con trazos de derecha. Finalmente, están quienes creen que es un negro disfrazado de negro y quienes creen que es un blanco disfrazado de blanco.

El artículo completo.

Javier de Sevilla y Jesús de Nazaret

La columna de hoy de Juan José Millás en El País se titula ‘Hombres medicina’. (Las negritas y los enlaces son míos):

«La Iglesia ha vuelto a armarla con ese crío andaluz, popularmente llamado el bebé medicina, que para los obispos ha nacido con dos pecados originales: el de todos nosotros y el de la ingeniería genética. El de todos nosotros, por cierto, comienza a cargar. La Conferencia Episcopal no ha pedido perdón por los crímenes reales cometidos por los suyos en colaboración con Franco hace dos días, y pretende que usted y yo nos demos golpes en el pecho por algo sucedido en el principio de los tiempos y en el interior de una novela (la Biblia), que por otra parte nos parece magnífica. ¿Cómo se puede vivir en una confusión de este tamaño?

Dos pecados originales, pues. Pobre niño, con menuda carga simbólica viene al mundo. Tendrá que sufrir por lo que hizo Eva y por lo que hicieron los médicos. Históricamente hemos aceptado que los hijos sean producto del azar, fruto del deseo, mano de obra barata u objetos de consumo. ¿Por qué no admitir esta función salvadora que no excluye ninguna de las otras? ¿Por qué referirse al niño, peyorativamente, como el bebé medicina? ¿Acaso no fue Cristo un hombre medicina? Después de todo, vino al mundo con el objeto de salvar, no ya a un hermano, sino a la humanidad entera. En cuanto a su concepción, también fue el resultado de algún tipo de manipulación genética, pues su madre se quedó embarazada sin comerlo ni beberlo, por medio de una paloma, eso es lo que dicen. ¿A qué, pues, tanto escándalo con el bebé medicina? En lugar de satanizarle, pobre, deberían celebrar su llegada como una revelación. Ojalá todos los seres humanos fueran alumbrados para salvar a alguien. La humanidad entrará en una nueva era el día en el que la reproducción -asistida o no- carezca de otro sentido que el de provocar la vida, pues hasta ahora sólo hemos demostrado cierta habilidad para producir la muerte».