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¿Cuál es el origen del turrón?

A través de mi perfil @yaestaellistoquetodolosabe2 en la red social Instagram me consultan cuál es el origen del turrón.

¿Cuál es el origen del turrón?

El origen exacto del turrón es algo confuso y diferentes las posibles respuestas que podemos encontrar en cuanto a su historia e incluso etimología de la palabra (el propio diccionario de la RAE lo indica que es un término ‘de origen incierto’).

Por un lado encontramos quienes señalan que el turrón nos llegó a través de la presencia musulmana que dominó parte de la península ibérica durante nueve siglos y en la que la cocina árabe elaboraba un postre a base de miel y frutos secos.

Pero también podemos encontrar que en la cultura grecorromana también se elaboró un dulce similar con miel, nueces y harina, muy típico de las fechas hibernales (en la Antigua Roma se elaboraba y consumía durante la fiesta de las Saturnales).

Muy posiblemente, la presencia de todas estas culturas en nuestro país trajo este dulce que acabó convirtiéndose en el dulce típico navideño que hoy en día conocemos y que se elabora con numerosos ingredientes y sabores pero que originalmente se realizaba con almendras, avellanas y otros frutos secos, desarrollándose diferentes recetas y variedades según las tradiciones y los gustos de cada región (especialmente en la zona de Alicante).

El origen etimológico del término ‘turrón’ es incierto y hay diferentes teorías al respecto. Una de las hipótesis más aceptadas es que el término derive del latín ‘torreō’, que significa ‘moler’ o ‘triturar’. Según esta teoría, el nombre turrón se refiere a la acción de moler o triturar los ingredientes para elaborar el dulce.

Otra teoría sugiere que  deriva del árabe ‘torón’, que significa ‘torta’. Esta teoría se basa en la influencia de la cultura árabe en la región mediterránea durante la Edad Media, y en el hecho de que el turrón es un dulce que se elabora a base de miel y frutos secos, ingredientes que también se utilizaban en la repostería árabe.

También hay quien señala que el término proviene del catalán ‘torró’, cuyo significado es ‘torrar’, ‘tostar’ y a su vez este del latín ‘torrēre’ (de exacto significado).

 

 

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Curiosidades sobre algunos tipos de bofetadas y sus etimologías

Infinidad de términos son los utilizados como sinónimos para referirse a una bofetada: guantazo, revés, bofetón, cachete, soplamocos o sopapo (entre otros).

Algunas curiosidades sobre los tipos de bofetadas y sus etimologías

Pero en realidad, aunque todos se refieren al acto del golpe que se da en la cara con la mano abierta, no todos tienen las mismas connotaciones.

Por ejemplo el revés se produce cuando se da con el reverso y no la palma de la mano.

El guantazo es, tal y como su nombre indica, el que se propina con un guante, pero éste no está colocado en la mano, sino agarrado con esta y es esa prenda vacía la que golpea contra la cara del agredido.

Algunas curiosidades sobre los tipos de bofetadas y sus etimologías

Se conoce como ‘soplamocos’ al bofetón que se le da a alguien en todas las narices (con la mano abierta, no el puño), con tal fuerza que el agredido acaba soltando mocos debido a dicho golpe.

El sopapo en realidad no es una bofetada que se da en la cara sino bajo la barbilla, en la parte conocida como ‘papada’. Y es que el término (que proviene del latín escrito del mismo modo) está compuesto por ‘so’ que significa ‘debajo’ y ‘papo’ que es como se conoce a la parte que se encuentra entre la barbilla y el cuello.

 

 

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¿Desde cuándo y por qué celebramos los cumpleaños?

La inmensa mayoría de historiadores concuerdan en datar el origen de realizar una celebración alrededor de un cumpleaños aproximadamente en el año 3000 a.C., señalando a los egipcios como los precursores de dicha tradición, aunque originalmente lo que se celebraba no era cada año de vida que cumplía una persona sino que se contaba desde el momento en que un faraón era coronado. A partir de ahí cada año se realizaba una conmemoración la cual tenía una simbología mística y ocultista. Coincidiendo con el aniversario se concedía fiesta a todos los trabajadores y se realizaban unas faustas celebraciones que giraban alrededor de la figura del faraón y que se realizaban con el objetivo de desearle al soberano prosperidad, una larga vida y ahuyentar de él los malos espíritus, debido a que existía la convicción de que la muerte acudía en tal fecha para robarle el alma.

¿Desde cuándo y por qué celebramos los cumpleaños?

Según fueron transcurriendo los siglos otros pueblos y culturas tomaron la costumbre de celebrar algún tipo de anualidad o aniversario (muchos por el carácter astrológico que la ceremonia adquiría). Babilonios y antiguos griegos ampliaron las celebraciones a sus deidades, homenajeando a éstas e iniciando la tradición de servir una tarta (en esos tiempos torta a base de harina, cereales y miel) que debía ser redonda como la Luna, ante la creencia de que ese satélite era uno de los que más influencia tenía en sus vidas. Fueron los griegos los que también añadieron unos cirios (velas) alrededor de la mencionada torta, los cuales no se soplaban como hay en día es tradición sino que se debía dejar consumir por si solas. Cuanto más tardase en apagarse más prosperidad para esa deidad y sus súbditos.

Una de las deidades a quien más se veneró de ese modo fue a Artemisa (hija de Zeus y Leto y hermana de Apolo) y diosa en la mitología griega, entre otras muchas cosas, de los nacimientos. Posiblemente ese fue el punto en el que las celebraciones por cumplir años se trasladase también a parte de la población, pero sobre todo al llegar a la Antigua Roma, donde los romanos comenzaron a celebrar la fecha de nacimiento de sus emperadores y se amplió con el tiempo a cónsules, senadores (solo a varones)…

Cabe destacar que la aparición del Cristianismo hizo que se considerada como una tradición pagana y no se permitiera la celebración del cumpleaños, sino que lo que esa nueva religión conmemoraba (en sus orígenes) era los aniversarios de la fecha de fallecimiento de Jesucristo, los Apóstoles, Santos y Mártires  (de ahí que actualmente haya algunas religiones que prohíben la celebración del cumpleaños, como es el caso de los Testigos de Jehová).

Cuando en el siglo IV se inició la cristianización de la sociedad romana por parte del emperador Constantino el Grande y el papa Julio I se dieron cuenta que no solo bastaba con sustituir una fiesta pagana por una cristiana sino que también debían hacer concesiones y entre ellas estuvo el admitir la celebración de los años desde el nacimiento, porque de ese pudieron introducir una nueva festividad que fue la Navidad o nacimiento de Jesús (en un principio se celebraba el 6 de enero –coincidiendo con la Epifanía de los Reyes Magos– y posteriormente lo trasladaron al 25 de diciembre, aunque está demostrado que tal fecha no coincide históricamente con el natalicio del Mesías).

La evangelización de los pueblos de Centroeuropa durante la Edad Media llevó consigo las tradiciones cristianas y entre ellas ya se encontraba la celebración del cumpleaños y fue en lo que hoy en día conocemos como Alemania donde en lugar de poner los cirios alrededor de la torta se colocaron dentro de la misma y empezó la costumbre de apagar las velas soplando (sobre todo porque si se dejaban consumir la cera estropearía el dulce).

La tradición de celebrar los cumpleaños fue adaptándose y actualizándose a los nuevos tiempos según iban transcurriendo los siglos, incorporándose costumbres de otros pueblos (como el tirar de las orejas, originario de Oriente) o cantar al homenajeado. Eso sí, para un gran número de personas el celebrar su cumpleaños y toda la parafernalia que le acompaña es considerado como un acto de superstición (el hecho de pensar un deseo antes de soplar las velas y si éste se le concederá o no dependiendo de si las apaga de un solo soplido).

 

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¿De dónde proviene decir ‘sopapo’ y ‘soplamocos’ para referirnos a dar una bofetada a alguien?

¿De dónde proviene decir ‘sopapo’ y ‘soplamocos’ para referirnos a dar una bofetada a alguien?

A través del apartado de contacto de este blog, Nicolás (Nic Furia) me hace llegar un correo en el que me consulta sobre la procedencia de los términos ‘sopapo’ y ‘soplamocos’.

Como otras tantas veces os he explicado en este blog, nuestra lengua es rica en vocablos para referirnos de innumerables maneras a una misma cosa. Y como ejemplo tenemos el término ‘bofetada’ del que encontramos multitud de sinónimos: guantazo,  bofetón, cachete,  mamporro, revés, tabanazo, tapaboca, torta, tortazo, galleta, manotazo, papirotazo, pescozón, sopapo o soplamocos (estos son solo unos pocos ejemplos entre los muchísimos que hay).

Sopapo proviene del término en latín escrito del mismo modo y está compuesto por ‘so’ que significa ‘debajo’ y ‘papo’ que es como se conocía a la ‘papada’ o parte que se encuentra entre la barbilla y el cuello. En su origen, un sopapo era el golpe seco que se daba en esa parte (en la papada). Con los años quedó como sinónimo de bofetada o golpe que se da con la mano, aunque sin determinar en qué parte de la cara/cabeza.

En cuanto al término ‘soplamocos’ podemos encontrar que también se utiliza para definir varias cosas diferentes: se conoce como soplamocos al niño pequeño que continuamente está resoplando por la nariz y lleva mocos colgando (suele usarse el término para señalar a alguien de carácter o comportamiento infantil); también encontramos que soplamocos se ha convertido en sinónimo de bofetada o golpe que se da con la mano y es que, originalmente, (sobre todo en el Siglo de Oro) se conocía como soplamocos a aquel bofetón que se le daba a alguien en todas las narices, con tal fuerza que el agredido soltaba mocos debido a dicho golpe.

 

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El curioso origen del término ‘bizcocho’

El curioso origen del término ‘bizcocho’

Conocemos como bizcocho a una masa esponjosa y dulce empleada en repostería y que sirve de base para la elaboración de pasteles o que también se suele comer solo.

El término bizcocho proviene del latín ‘bis coctus’ que literalmente significaba ‘cocido dos veces’ y se refería a una especie de torta que se cocinaba antiguamente y que tras un tiempo de horneado era retirada de su molde y vuelta a cocinar. Esta operación permitía que dicha torta durase más tiempo y tuviera mejor conservación, aunque en realidad no tenía nada que ver con la esponjosidad de los bizcochos actuales que tan solo necesitan de una sola cocción, pero éstos siguieron conservando su primitivo nombre.

De ese original ‘bis coctus’ también se derivó a la palabra ‘biscuit’, término que se utiliza para llamar a cierto tipos de bizcochitos y galletas (sobre todo en francés e inglés).

Pero curiosamente también encontramos que se le llama biscuit (e incluso bizcocho en algunos lugares de Hispanoamérica) a un tipo de porcelana blanca, mate y muy frágil.

 

 

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Fuentes de consulta: RAE / cvc.cervantes / etimologias.dechile / sevresciteceramique
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