Once menos cuarto de la mañana en la plaza de Madrid (muy cercana a la sede central de 20 minutos) donde hace dos viernes murió una vagabunda ucraniana apuñalada por un vagabundo que en 1992 ya mató, también a navajazos, a su ex mujer en Ciudad Real, en presencia de la hija de ambos, y que sólo pasó 7 años en prisión.

Desde la muerte de la ucraniana, los políticos nos han montado un numerito policial en la plaza pensado para consumo televisivo fugaz, como bien ha contado en nuestra edición impresa de hoy José Ayala.

Once menos cuarto de la mañana de hoy. Al numerito se le añade una artista más: la concejal madrileña de Empleo y Servicio Sociales, Ana Botella, (falda negra de medio vuelo, suéter morado, pelo al viento) visita la plaza y parece que toma notas en una libreta de lo que le cuentan, rodeada de docenas de cámaras, y a más distancia, de policías.

Desde una calle lateral, a unos 50 metros, cuatro prostitutas miran expectantes, no sé si temerosas de que los policías se les acerquen o si impacientes porque el circo acabe y puedan volver pronto a la esquina donde trabajan.