Una galleta es un producto de repostería realizada con harina, azúcar, huevo y manteca, cuya forma más común es la plana y redondeada (aunque también la podemos encontrar cuadrada, rectangular e incluso con forma de animales).
Fue precisamente la mencionada forma redonda y aplanada la que le dio el nombre moderno de galleta, el cual llegó al castellano desde el francés gallette (de igual significado) y éste derivaba del francés antiguo galet, un vocablo que hacía referencia a los guijarros o cantos rodados, debido a la similitud de las primeras galletas con las piedras de río.
Aunque la palabra galleta, tal y como la conocemos hoy en día, es relativamente reciente, estas existen desde la antigüedad, encontrándonos que en la Antigua Roma ya las elaboraban alrededor del 300 a.C., aunque por aquel tiempo eran conocidas con el término en latín ‘bis coctus’ (cocido dos veces) y que, con el tiempo dio origen al vocablo ‘bizcocho’, a pesar de que actualmente nada tiene que ver las galletas con los bizcochos.
Curiosamente, los anglosajones conservaron la raíz latina ‘bis coctus’ para denominar a sus galletas como ‘biscuit’.
El hecho de que antiguamente recibieran el nombre de ‘bis coctus’ era porque estas obleas eran duras y se cocían dos veces, sirviendo más como un producto que se debía conservar durante largo tiempo que como una oblea para comer entre horas o como snack.
En la antigüedad, las galletas eran consumidas durante viajes en las embarcaciones y por marineros y legionarios romanos como alimento más duradero que el pan.
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Fuente de la imagen: Marco Verch (Flickr)