Entradas etiquetadas como ‘comida’

¿Comida basura recubierta de cristales Swarovski?

'Alot of Spam' y 'Wakeup Call' - Jonathan Stein - Fotos: gallerybiba.com

‘Alot of Spam’ y ‘Wakeup Call’ – Jonathan Stein – Fotos: gallerybiba.com

«Vivimos en un mundo bling donde brillante significa mejor y una deslumbrante superficie puede enmascarar lo que sea que está podrido por dentro o cargado de grasas saturadas tapona arterias».

Aunque las palabras del escultor Jonathan Stein (Nueva York – EE UU, 1978) son duras, el artista no habla desde su torre de marfil, se considera «un hijo de los medios de comunicación de masas y un esclavo parcial de los anuncios» con una «mórbida curiosidad por el consumismo y su constantemente fascinante atractivo».

Una lata de fiambre de cerdo Spam o unas patatas fritas de McDonald’s son preciados trofeos en esculturas que superan en tamaño al original. Así como el pop art certificó que el objeto ordinario e industrial también era arte, Stein, con sorna, transforma comida basura en tesoros fulgurantes.

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Gofres, pizzas y tartas gigantes en las calles de París

Gofre de la serie 'Eat me', de la artista francesa Lor-K - Foto: www.lor-k.com

Gofre de la serie ‘Eat me’, de la artista francesa Lor-K – Foto: Lor-K

¿Qué se activa en el cerebro cuando vemos comida? ¿Por qué ciertos detalles la hacen irresistible? ¿Es fundamental «comer con los ojos»? Rodeados de un fenómeno online banal y ridículo como el food porn (porno de comida, una manera de llamar a la presentación lujuriosa de un plato casi siempre excesivo en calorías), podemos formularnos estas preguntas cada vez que —smartphone en mano— los compulsivos usuarios de redes sociales como Instagram convierten la mesa del restaurante en un estudio de fotografía.

Estos días, en el centro de París, los transeúntes se han podido encontrar en el suelo con desproporcionados manjares artificiales: un gofre con nata y chocolate, una porción de pizza, una esponjosa tarta de crema y fresas… La artista francesa Lor-K crea estos bodegones como parte de la serie Eat me (Cómeme), a la que da forma en las calles de su ciudad desde mediados de abril.

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Sean Norvet, pinturas surrealistas de gula y comida podrida

'Bad Trip Bologna' - Sean Norvet

‘Bad Trip Bologna’ – Sean Norvet

Pasa hasta en las mejores familias. Dentro de la nevera, olvidadas por completo, están aquellas sobras que confiábamos en aprovechar, metidas en un recipiente hermético y opaco que contribuye a que se mantengan en buen estado más tiempo, pero también a que pasen desapercibidas. Las descubrimos cuando ya es demasiado tarde y nos sometemos a una visión terrorífica, pero también fascinante, porque la comida estropeada provoca cierta curiosidad científica y llama a la observación, si no llega a ser porque el olor apremia a deshacernos de ella cuanto antes.

Con óleos sobre tabla o lienzo, Sean Norvet (1987, Los Ángeles – EE UU) se refocila en la podredumbre. En sus trabajos, la comida es la hermana siamesa de la decadencia, una presencia repulsiva y grasienta con cierto regusto apetecible. Practica un surrealismo pop ya tradicional de la cultura underground californiana, pero con especial interés en la gula, en el consumo impulsivo de fast food.

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Convertir la comida en arte y recaudar fondos para museos

Versión de 'La creación de Adán', obra ganadora del concurso 'The Ultimate Edible Masterpiece' - © Priley Riley/Art Fund

Versión de ‘La creación de Adán’, obra ganadora del concurso ‘The Ultimate Edible Masterpiece’ – © Priley Riley/Art Fund

Entre glaseados pop, galletas de influencia grecorromana, un pastel daliniano y otras recetas, el jurado «deliberó durante más de una hora» para decidirse finalmente por la obra ganadora: una reinterpretación con gajos de mandarina de La creación de Adán, el famoso fresco de la Capilla Sixtina que Miguel Ángel pintó en torno al año 1511.

El acercamiento es minimalista y japonés, los platos uno junto al otro separan por poco las manos, representadas por dos gajos pequeños. La autora es Priley Riley, una estudiante de Bellas Artes de 21 años.

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‘Zanahorias defectuosas’ que nunca verás en el supermercado

Tres de las zanahorias 'defectuosas' fotografiadas por Tim Smyth

Tres de las zanahorias ‘defectuosas’ fotografiadas por Tim Smyth

Desde que la comida es un producto industrializado, no se nos permite conocer el camino que recorre cada alimento hasta que termina en una tienda. Las frutas y las verduras consideradas feas no llegan al consumidor, se desechan nada más ser recogidas: los agricultores no pueden venderlas porque no están dentro de los llamados estándares de calidad, parámetros estéticos que nada tienen que ver con el sabor o las propiedades nutritivas. Mientras tanto, la tierra sigue produciendo a un ritmo frenético, enfrentándose al desafío de alimentar a la cada vez más numerosa humanidad.

Algunas zanahorias de las que fotografía Tim Smyth (Bristol – Reino Unido, 1985) son incluso obscenas, se retuercen en posturas provocativas desafiando las leyes de mercado, burlándose de los cánones de belleza. En los supermercados debe reinar la armonía, las cajas deben exponerse alineadas en los estantes y las hortalizas también deben participar de ese orden estéril. Las imágenes a color y de fondo blanco sin embargo las retratan en toda su crudeza, deformes y excéntricas para el consumidor medio.

En Defective Carrots (Zanahorias defectuosas) —un tomo, publicado por la editorial londinense independiente Bemojake— el fotógrafo inglés recopila 56 especímenes procedentes de la mayor granja productora de zanahorias del Reino Unido, en Yorkshire del Norte. En una entrevista a la revista estadounidense Modern Farmer, Smyth cuenta que se llevó todas las que cabían en el maletero de su coche y de vuelta a casa, en Londres, pasó buena parte del día fotografiándolas. Al haber crecido en una ciudad, confiesa que muchas le parecieron ajenas a lo que debe ser una zanahoria.

Página del libro 'Defective Carrots', de Tim Smyth, publicado por la editorial independiente Bemojake

Página del libro ‘Defective Carrots’, de Tim Smyth, publicado por la editorial independiente Bemojake

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Comida rápida, bodegones y posados renacentistas

'Jorrit' - Rebecca Rütten

‘Jorrit’ – Rebecca Rütten

La composición cuidada, el empeño por transmitir sensualidad a través del detalle, las expresiones beatíficas de los modelos… Rebecca Rütten (Colonia – Alemania, 1991) admira el «erotismo» y el «carisma» de la pintura renacentista tardía y se recrea con el lujo de los bodegones flamencos y holandeses.

Al contrario de lo que pueda sugerir nada más verlas, las imágenes de Contemporary Pieces (Piezas contemporáneas) no son parodias, el tono humorístico es secundario. El proyecto de la artista alemana es sobre todo una reflexión sobre la calidad de los alimentos, el precio de comer bien o la comodidad de llevarse a la boca algo tan procesado como carente de nutrientes.

'Tacobell' - Rebecca Rütten

‘Tacobell’ – Rebecca Rütten

Fotografía naturalezas muertas de bollería industrial o retrata a jóvenes (amigos y conocidos a los que pidió colaborar) ataviados sólo con telas de colores oscuros, sujetando en actitud mística un monstruoso bocadillo o una porción de pizza grasienta. «Me gusta que mis amigos lleven en estas fotos tatuajes y piercings, subraya el concepto de que son hijos de la edad moderna, criados en una América cambiante, a menudo definida por la cultura del fast food«. «Muchos de ellos tratan de evitar la comida rápida», dice refiriéndose a los mismos que posan. «La comida se vuelve un objeto no comestible y pierde su valor».

'Giovanni' - Rebecca Rütten

‘Giovanni’ – Rebecca Rütten

Aprovechando su contacto con los EE UU —estudió un semestre en California y ahora vive en Nueva York—, Rütten mezcla los clásicos europeos con una realidad actual: en los Estados Unidos, y cada vez en más países, resulta caro comer de modo saludable y la comida rápida se presenta como la única opción cuando tu sueldo es miserable.

Es acertado hablar de un problema de tinte económico y social, pero Rütten se deja llevar por visiones reduccionistas y aborda el problema de modo parcial. Los Estados Unidos son una entelequia de más de 316 millones de personas y poco tiene en común —en cuanto a precios y acceso a alimentos frescos, por ejemplo— la situación de Nueva York con la de San Diego, Albuquerque o Kansas City.

Es conveniente añadir a la balanza otros factores, como el desconocimiento a la hora de cocinar o la falta de ejercicio físico. Que la tasa de obesidad en el país sea ya de más de un 36% (según datos de la OCDE) demuestra la dificultad de atajar un problema que afecta a todos los países desarrollados, incluido España, donde la tasa es de un 26%. La comida basura es sólo un síntoma.

Helena Celdrán

'Donuts' - Rebecca Rütten

‘Donuts’ – Rebecca Rütten

'Thea' - Rebecca Rütten

‘Thea’ – Rebecca Rütten

'Evan' - Rebecca Rütten

‘Evan’ – Rebecca Rütten

‘Sampuru’, el arte de hacer reproducciones de comida japonesa

Fake Food Sushi - (www.fake-food.net)

Fake Food Sushi – (www.fake-food.net)

Niguiris y rollos de sushi con apetitosas rodajas de pescado, tempura perfectamente rebozada, deliciosas sopas de fideos con sobreabundancia de ingredientes… Los platos son perfectos como estatuas, lo único sospechoso en ellos es que brillan demasiado.

Denominadas sampuru (del inglés sample, muestra), las reproducciones de comida tienen un papel importante en los restaurantes japoneses, permiten al potencial cliente hacerse una idea de lo que hay en el menú y estimula las papilas gustativas de quien pase por delante. En las grandes ciudades cumplen además la función de facilitar la comunicación entre camareros y los clientes extranjeros en un país donde el inglés es una rara avis.

Hecha de cera —aunque cada vez más, de plástico— la comida falsa requiere de un proceso artesanal que comienza en la mayoría de los casos con alimentos reales de los que se sacan moldes. Después, se añaden detalles realistas a la pieza y se pinta.

Cada restaurante encarga los modelos según los platos que ofrece y con el tiempo el diseño y la confección de estos conjuntos se ha convertido en una especie de disciplina artística. Hay concursos de creación de comida de mentira y los manufacturadores más destacados guardan con celo los secretos para lograr que sus productos tengan un aspecto más realista que otros.

Yakisoba-takoyaki y una tempura de gamba - (www.fake-food.net)

Yakisoba-takoyaki y una tempura de gamba – (www.fake-food.net)

La consideración del sampuru como disciplina artística hizo que en 1985 incluso protagonizara una exposición en el Museo Victoria y Alberto de Londres. En el documental de Wim Wenders sobre Japón titulado Tokyo Ga (1985) el director alemán también se esmeró por enseñar los pormenores de la manufacturación de la comida falsa.

Aunque parece un invento desarrollado tal vez en los últimos 40 años y más relacionado con la extravagancia y el gusto por lo artificial que se cultivan en Japón, las reproducciones de alimentos son un invento de principios del siglo XX.

Para entender su origen es necesario remontarse a la era Meiji, marcada por el reinado del emperador Meiji, de 1868 a 1912. El país iniciaba su apertura al mundo efectuando cambios sociales, económicos, militares, de política interior y exterior, dejaba de ser un país aislado y anclado en un sistema feudal y evolucionaba con el objetivo de ser una potencia mundial.

A raíz de las recién instauradas relaciones comerciales, tuvo acceso a productos que hasta ese momento, como mucho, se conocían de oídas. La comida no fue una excepción: cuando en los años sesenta del siglo XIX se crearon los primeros asentamientos occidentales en el país. Al archipiélago comenzaban a llegar productos occidentales, entre ellos ingredientes y recetas que los japoneses nunca habían probado.

En el libro Modern Japanese Cuisine: Food, Power and National Identity (Cocina japonesa moderna: comida, poder e identidad nacional) la polaca Katarzyna Joanna Cwiertka —académica especializada en Estudios Modernos Japoneses en la universidad holandesa de Leiden— explica que sólo en aquellas últimas décadas llegaban al país zanahorias, guisantes, cebollas, tomates, espárragos, coliflores, perejil… El contacto tardío con otras potencias hizo que por ejemplo, hasta 1925, nadie hubiera probado la mayonesa.

Las réplicas comenzaron representando platos occidentales, entonces sofisticados. Los restaurantes veían difícil que los clientes pidieran lo que desconocían y empezaron por ofrecer muestras, hacer fotos y dibujos… Los métodos disponibles eran caros o no terminaban de ofrecer una visión clara del conjunto y en ese momento surgió el sampuru. Contradictoriamente, ahora son en su mayoría platos japoneses los que (también fuera del país) se exhiben para que el cliente occidental sepa lo que esperar o caiga rendido al aspecto limpio y colorido de las piezas de cera y plástico.

Helena Celdrán

La ensalada inspirada en Kandinsky, un 18% más rica

Ensalada inspirada en 'Pintura nº 201', de Vasily Kandinsky

Ensalada inspirada en ‘Pintura nº 201’, de Vasily Kandinsky

Hicieron tres ensaladas con los mismos aderezos e ingredientes medidos al gramo, cortados de la misma manera. Científicamente sabían igual, pero quienes las probaron no opinaban lo mismo y las veían tan diferentes entre sí que, en el caso de tener que escoger cual comprarían y por cual pagarían más, se inclinaban por una en particular y no por las demás.

A taste of Kandinsky: assessing the influence of the artistic visual presentation of food on the dining experience (Un título abigarrado que se podría traducir por Gusto por Kandinsky: estableciendo la influencia de la presentación visual artística de la comida en la experiencia de comer fuera) es un interesante experimento que demuestra cómo «una variedad de factores visuales, como el color y el equilibrio de los elementos sobre un plato», pueden influir en la percepción y en la respuesta del consumidor.

El artículo académico es de un grupo de investigadores del Crossmodal Research Laboratory, del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford (Reino Unido). El laboratorio, fundado en 1997, se especializa en estudiar «la integración de la información» en los cinco sentidos y con paradigmas y técnicas estimula a que cambiemos nuestras ideas preconcebidas sobre los sentidos. La singular area de estudio en la que se centran contribuye a descubrir «nuevas maneras de comprender el cerebro».

En la primera ensalada los ingredientes están mezclados como es habitual. La segunda, es una reproducción muy aproximada de una pintura del vanguardista ruso Vasily Kandinsky. En la tercera se disponen los elementos separados por tipos y ordenados en columnas, implicando un esfuerzo por mostrar una cierta presentación, pero de una manera nada artística. Aunque está claro que la apariencia tiene peso en el ámbito culinario, el experimento introduce un elemento artístico en la ecuación y revela que un plato dispuesto «de una manera  artística» eleva las expectativas del consumidor y lo predispone a disfrutar más de la comida.

A taste of Kandinsky: assessing the influence of the artistic visual presentation of food on the dining experience

El cuadro en el que se inspiraron es Pintura nº 201, también conocido como Panel para Edwin R. Campbell Nº 4, creado por el artista en 1914 en un mural en dos partes por encargo del millonario de la industria automovilística Edwin R. Campbell. En pleno despegue hacia la abstracción, cuando pintó la obra, el autor ya expresaba con convicción que las masas de color no tenían por qué quedar encerradas dentro de formas y líneas y apelaba al elemento espiritual y rítmico de la pintura. Los investigadores se han permitido el lujo de darle la vuelta, tal vez para que la rodaja de champiñón domine más sobre el plato.

A los participantes (60 en total, 30 hombres y 30 mujeres de entre 18 y 58 años) se les presentaron las tres opciones en humildes superficies rectangulares de cartón, con una iluminación dirigida a la ración. Rellenaron dos cuestionarios, uno antes y otro después de comer. Tras observar los platos consideraban que la ensalada-Kandinsky contenía una combinación de ingredientes más compleja y además declaraban que hubieran estado dispuestos a pagar más por ella que por las otras dos.

Lugar en el que tuvo lugar el experimento

Lugar en el que tuvo lugar el experimento

Aunque la «complejidad» es la misma en los tres casos, por supuesto tiene cierta lógica primar el esfuerzo empleado en la composición del plato para que se asemeje a una obra de arte, pero lo más interesante llega cuando hablan de sus impresiones después de consumir las ensaladas: los participantes aseguraban que la Kandinsky estaba un 18% más rica que las otras. Aunque las tres sabían igual, el parecido con el cuadro los sugestionó para que la comida supiera mejor.

Helena Celdrán

'Pintura nº 201' (1914) - Vasily Kandinsky

‘Pintura nº 201’ (1914) – Vasily Kandinsky

Las dietas de Beyoncé, Kate Moss, Enrique VIII…, convertidas en bodegones

Bodegón de Dan Bannino que representa la dieta extrema a la que se sometió Beyoncé

Dos cucharadas soperas de zumo de limón o lima, dos de sirope de arce, una pizca de pimienta de Cayena, una taza de agua mineral. La cantante Beyoncé Knowles ingirió el preparado durante 14 días hasta 12 veces por día, sin comer nada y complementándolo con un té laxante. Su objetivo era perder 9 kilos en dos semanas justo antes del rodaje de la película Dreamgirls (Bill Condon, 2006). La arriesgada y tortuosa experiencia sirve al italiano Dan Bannino para construir una naturaleza muerta a la que añade graciosamente tres rollos de papel higiénico rosa.

En Still Diet (que se podría traducir por Bodegón de dieta) el fotógrafo evoca el género pictórico en un contexto histórico diferente. Las fotos, iluminadas con el esmero de los pintores de la época, responden a los caprichos y excesos de personajes famosos del pasado y de la actualidad, desde el poeta romántico inglés Lord Byron —patatas, agua con gas y por supuesto vinagre para lucir un aspecto pálido y poco saludable— hasta la actriz Gwyneth Paltrow, conocida por sus múltiples excentricidades dietéticas siempre con la idea fija de la desintoxicación.

Bodegón de Dan Bannino que representa la dieta del poeta romántico inglés Lord Byron

Bodegón de Dan Bannino que representa la dieta del poeta romántico inglés Lord Byron

La serie se compone de 10 ejemplos. A veces —como en el caso del rey Enrique VIII con el cochinillo, el pollo, el conejo, el cordero, las frutas y el vino— se basa en documentación histórica; en otras ocasiones (como en el bodegón de la modelo Kate Moss) en imágenes tomadas por paparazzi o en artículos de cotilleo sobre lo que piden los famosos en los camerinos o durante su estancia en un hotel.

«Mi objetivo era capturar la belleza que reside en esa terrible limitación de dietas y privaciones, dándoles la importancia de las pinturas de grandes maestros. Quería hacerlas significativas, como se vuelven las obras de arte clásicas conforme se hacen antiguas. Mi fin era demostrar cómo esta rareza no ha cambiado desde el siglo XV«, dice el fotógrafo sobre el proyecto.

Cada naturaleza muerta combina la fragilidad del cristal, la nobleza de la plata, la elegancia de un mantel bordado, la belleza formal de las frutas escogidas… El autor dispone e ilumina los objetos al estilo de los bodegones flamencos y holandeses del siglo XVII: pinturas de manjares y vajillas que implicaban lujo y sofisticación a la vez que transmitían mensajes a menudo relacionados con la condición efímera de la vida terrenal o con afán de recrear las sensaciones que producen los objetos y alimentos representados.

Helena Celdrán

Dan Bannino construye un bodegón con una de las dietas de "desintoxicación" de la actriz Gwyneth Paltrow

Dan Bannino construye un bodegón con una de las dietas de «desintoxicación» de la actriz Gwyneth Paltrow

Bodegón que representa la dieta de la sopa de repollo que siguió de Bill Clinton - Foto: Dan Bannino

Bodegón que representa la dieta de la sopa de repollo que siguió de Bill Clinton – Foto: Dan Bannino

Durante 9 meses, Charles Saatchi (empresario y coleccionista de arte) comió sólo 9 huevos al día, tres en cada comida. Foto: Dan Bannino

Durante 9 meses, Charles Saatchi (empresario y coleccionista de arte) comió sólo 9 huevos al día, tres en cada comida. Foto: Dan Bannino

 

Bodegón dedicado a la modelo inglesa Kate Moss. Foto: Dan Bannino

Bodegón dedicado a la modelo inglesa Kate Moss. Foto: Dan Bannino

Comida habitual del rey Enrique VIII de Inglaterra. Foto: Dan Bannino

Comida habitual del rey Enrique VIII de Inglaterra. Foto: Dan Bannino

Bodegón que ilustra la dieta de Luigi Cornaro (1467-1566), noble veneciano que escribió varios tratados sobre dietas. Foto: Dan Bannino

Bodegón que ilustra la dieta de Luigi Cornaro (1467-1566), noble veneciano que escribió varios tratados sobre dietas. Foto: Dan Bannino

Recuperando horrores gastronómicos de los años cincuenta

Pineapple Olive Salad

Aperitivos, platos principales, bebidas, postres, guarniciones y ensaladas… Las categorías abarcan una variedad de recetas ideales para formarse una idea general de la tradición culinaria estadounidense de mediados del siglo XX, en particular de la comida de la mitificada cultura suburbana: amante de la fórmula sencilla, de las gelatinas, las mezclas desconocidas sepultadas en mayonesa y los pasteles salados.

The Mid-Century Menu (El menú de mediados de siglo) es un blog en el que su autora practica una interesante arqueología de la cocina. Apodada Retroruth, la valiente cocinera se atreve con recetas de libros estadounidenses de los años cincuenta y sesenta. Es fiel incluso en las presentaciones de los platos y fotografía con impunidad y crudeza los resultados de sus experimentos.

Frozen Valentine Rounds - Mid Century MenuConsiderados en su día atractivos y apetecibles, los platos no encajan en los gustos y modas actuales y provocan ahora cierta repulsión. Hay páginas y grupos de Internet (algunas reseñadas anteriormente en este blog, como Gee, That Food Looks Terrible!) que dedican especial atención a las ilustraciones y fotografías que acompañan a estas recetas añejas, ahora cómicas, mal presentadas y poco apetitosas. The Mid-Century Menu lleva esta atracción por el horror culinario al extremo de hacerlo realidad en el presente.

«La cultura de los EE UU tras la guerra estaba plagada de un entusiasmo por lo nuevo y lo mejorado, el aparato que lo hace todo, comida preparada y en lata. Esta actitud lo invadía todo y las amas de casa se daban el gusto de hacer algo que nunca antes habían hecho: tomar atajos para preparar la cena«, dice la autora, contraria a renegar al olvido o esconder «los atajos que no funcionaron».

El proceso no se queda en reproducir la receta. Retroruth y su marido Tom han establecido un día a la semana para cocinar un arriesgado plato del pasado y después cenarlo o tomarlo de postre. Cada entrada del blog documenta también las impresiones de la pareja al probar el resultado.

Unas veces hay sorpresas agradables y la gelatina verde con tropezones resulta estar buena. Otras, cuesta un poco atreverse a dar el primer vocado bocado a la peligrosa mezcla de atún en lata, rosada y compacta, que parece mirarte a los ojos con desdén. Otras veces pagan caro el atrevimiento, como en el caso del enigmático y colorido White Mystery Fruit Cake (que se podría traducir por Pastel de frutas Misterio Blanco) de una receta de 1958, tan feo como desagradable al paladar.

«Algunos dicen que es una pérdida de tiempo y energía, pero Tom y yo no pensamos eso. ¿Por qué? Bueno, te guste o no, esas horribles recetas son parte de la evolución culinaria de nuestro país (…). Sí, en un momento dado era lo máximo tener en tu fiesta crema agria mezclada con polvos de sopa de cebolla. Reconozcámoslo y sintámonos orgullosos de ello»

Helena Celdrán

Rosy tuna ring - Mid Century Menu

Cheezy Beans Casserole - Disgusting Thanksgiving

Spaghetti Sub  - Mid Century Menu

Pickle and Pineapple Salad - Mid Century Menu

Checkerboard bake with kraft dinner and spam - Mid Century Menu