Entradas etiquetadas como ‘bodegones’

Comida rápida, bodegones y posados renacentistas

'Jorrit' - Rebecca Rütten

‘Jorrit’ – Rebecca Rütten

La composición cuidada, el empeño por transmitir sensualidad a través del detalle, las expresiones beatíficas de los modelos… Rebecca Rütten (Colonia – Alemania, 1991) admira el «erotismo» y el «carisma» de la pintura renacentista tardía y se recrea con el lujo de los bodegones flamencos y holandeses.

Al contrario de lo que pueda sugerir nada más verlas, las imágenes de Contemporary Pieces (Piezas contemporáneas) no son parodias, el tono humorístico es secundario. El proyecto de la artista alemana es sobre todo una reflexión sobre la calidad de los alimentos, el precio de comer bien o la comodidad de llevarse a la boca algo tan procesado como carente de nutrientes.

'Tacobell' - Rebecca Rütten

‘Tacobell’ – Rebecca Rütten

Fotografía naturalezas muertas de bollería industrial o retrata a jóvenes (amigos y conocidos a los que pidió colaborar) ataviados sólo con telas de colores oscuros, sujetando en actitud mística un monstruoso bocadillo o una porción de pizza grasienta. «Me gusta que mis amigos lleven en estas fotos tatuajes y piercings, subraya el concepto de que son hijos de la edad moderna, criados en una América cambiante, a menudo definida por la cultura del fast food«. «Muchos de ellos tratan de evitar la comida rápida», dice refiriéndose a los mismos que posan. «La comida se vuelve un objeto no comestible y pierde su valor».

'Giovanni' - Rebecca Rütten

‘Giovanni’ – Rebecca Rütten

Aprovechando su contacto con los EE UU —estudió un semestre en California y ahora vive en Nueva York—, Rütten mezcla los clásicos europeos con una realidad actual: en los Estados Unidos, y cada vez en más países, resulta caro comer de modo saludable y la comida rápida se presenta como la única opción cuando tu sueldo es miserable.

Es acertado hablar de un problema de tinte económico y social, pero Rütten se deja llevar por visiones reduccionistas y aborda el problema de modo parcial. Los Estados Unidos son una entelequia de más de 316 millones de personas y poco tiene en común —en cuanto a precios y acceso a alimentos frescos, por ejemplo— la situación de Nueva York con la de San Diego, Albuquerque o Kansas City.

Es conveniente añadir a la balanza otros factores, como el desconocimiento a la hora de cocinar o la falta de ejercicio físico. Que la tasa de obesidad en el país sea ya de más de un 36% (según datos de la OCDE) demuestra la dificultad de atajar un problema que afecta a todos los países desarrollados, incluido España, donde la tasa es de un 26%. La comida basura es sólo un síntoma.

Helena Celdrán

'Donuts' - Rebecca Rütten

‘Donuts’ – Rebecca Rütten

'Thea' - Rebecca Rütten

‘Thea’ – Rebecca Rütten

'Evan' - Rebecca Rütten

‘Evan’ – Rebecca Rütten

‘Gestión de residuos’, bodegones sacados del vertedero

'#1 Furniture' - Waste Management  - Vincent Skoglund

‘#1 Furniture’ – Waste Management – Vincent Skoglund

«Cuando vas al cuarto de baño, la mierda desaparece. Tiras de la cadena. Por supuesto, racionalmente, sabes que está ahí, en las canalizaciones y demás, pero en un cierto momento, en tu experiencia más elemental, desaparece de tu mundo. El problema es que la basura no desaparece».

Para explicar su proyecto, el fotógrafo Vincent Skoglund (Falun – Suecia, 1974) cita al filósofo esloveno Slavoj Žižek (Liubliana, 1949), famoso por buscar ejemplos en lo cotidiano con el fin de explicar sus teorías. El artista utiliza la inteligente reflexión para subrayar la negligencia humana, la forma en que nos enfrentamos la degradación del planeta con un fatalismo suicida, incapaces de terminar de creer que destruiremos el mundo si no cambiamos de hábitos de manera radical.

Los bodegones fotográficos del creador sueco están construidos con radiadores viejos, contenedores de plástico, sillas de jardín rotas, extintores vacíos… Basura que tardará cientos o miles de años en desintegrarse por completo. Verlos amontonados provoca desolación, pero Skoglund se las apaña para disponerlos en combinaciones estéticas, conjuntos de colores y formas que establecen un extraño vínculo con el arte moderno.

'#37 Fire Extinguishers' - 'Waste Management' - Vincent Skoglund

‘#37 Fire Extinguishers’ – ‘Waste Management’ – Vincent Skoglund

Obligan al espectador a reflexionar sobre el tipo de mundo de usar y tirar que hemos creado y a la vez reúnen gran variedad de colores, formas, texturas… La colección de imágenes de Waste Management (Gestión de residuos) crece desde el 2011 y en ella se amontonan en dantescas montañas alfombrillas de coches, fundas de raquetas de tenis, aparatos hospitalarios y otros artículos que cuesta imaginarse en un vertedero.

El autor ha descubierto con la iniciativa que los basureros son lugares de gran interés, una especie de archivo antropológico con productos en diversos estados de deterioro. Por supuesto, uno no puede evitar la travesura de comparar esas pilas de desechos con obras de arte moderno que no pretenden denunciar un exceso de consumo ni lanzar una alerta ecológica, sino sencillamente epatar o crear un selecto club de admiradores que puede que entiendan o no entiendan lo que ven… Pero eso es otra historia.

Helena  Celdrán

'#3 Carparts' - Waste Management - Vincent Skoglund

‘#3 Carparts’ – Waste Management – Vincent Skoglund

'#23 Foam' - Waste Management  - Vincent Skoglund

‘#23 Foam’ – Waste Management – Vincent Skoglund

'#24 Plastic Containers' - Waste Management - Vincent Skoglund

‘#24 Plastic Containers’ – Waste Management – Vincent Skoglund

'#30 Styrofoam and Rebar' - Waste Management - Vincent Skoglund

‘#30 Styrofoam and Rebar’ – Waste Management – Vincent Skoglund

'#32 Tricycles and Petrol Cans' - Waste Management - Vincent Skoglund

‘#32 Tricycles and Petrol Cans’ – Waste Management – Vincent Skoglund

Animales en situaciones surrealistas, una alegoría de la extinción

'Birds of America: At the Beach' - Kevin Sloan

‘Birds of America: At the Beach’ – Kevin Sloan

El estilo de las pinturas es estrictamente clásico. Las frutas apetitosas, los jarrones y fruteros ornamentados, la espesura de las cortinas rojas con dorados… Cada detalle parece extraido de un cuadro de la edad de oro del bodegón flamenco y holandés del siglo XVII. Los animales se corresponden también a un patrón purista, con abundancia de aves, recuerdan a las ilustraciones ornitológicas del naturalista y pintor del siglo XIX John James Audubon.

A pesar de contener la esencia de siglos pasados, las obras del estadounidense Kevin Sloan también están unidas al presente. Hay detalles modernos —un flotador de playa, una piscina hinchable, alargadores de enchufes…—, pero lo más llamativo y actual son las situaciones surrealistas en que el autor pone a sus animales.

'Our Modern Animal' - Kevin Sloan

‘Our Modern Animal’ – Kevin Sloan

Los frecuentes relojes de agujas y las bolas del mundo son símbolos del escaso tiempo que el ser humano tiene para remediar la extinción de la vida sobre el planeta, una ardilla permanece en pie sobre un montón de dados y sostiene algunos entre sus brazos, como aferrándose a la suerte, un elefante hace equilibrios sobre una bola del mundo, que a su vez está sobre una cuerda.

Sloan expresa en su arte una «profunda preocupación» por la Tierra, en particular por sus «habitantes silenciosos», la fauna y la flora del mundo. Con las extrañas combinaciones de elementos y criaturas crea «un diálogo entre el mundo moderno que hemos creado y el frágil, tranquilo y aún así siempre presente mundo natural». En trabajos que clasifica de «realismo alegórico», el artista busca que el espectador se haga preguntas, no que las conteste, iniciar conversaciones sobre nuesta relación con la naturaleza y enfrentar el futuro inmediato.

'The Magician' - Kevin Sloan

‘The Magician’ – Kevin Sloan

Siente especial interés por las primeras ilustraciones científicas, en particular por aquellas de la era de los descubrimientos que representaban las maravillas del continente americano. Entre los artistas decisivos para él cita a la alemana Maria Sibylla Merian (1647-1717), gran iniciadora de la entomología moderna, que investigó y documentó en dibujos la metamorfosis de las mariposas cuando nada se conocía del proceso. Por supuesto, no se olvida del estadounidense Audubon, pionero de la ornitología, el primero en retratar a las aves con suma rigurosidad y en posturas y escenarios acordes con sus costumbres.

El autor reflexiona sobre el exotismo que contienen las obras de estos dos creadores, ilustradores de especies apenas conocidas en aquel momento, artistas «que minuciosamente y con precisión ilustraron un nuevo mundo recién descubierto, dándole a su audiencia una comprensión científica y estética». El paralelismo que establece con el presente es dolorosamente cierto: a pesar de tener un profundo conocimiento de la naturaleza, ahora también la percibimos como  exótica, con especies dignas de ser protegidas en una vitrina por estar amenazadas.

Helena Celdrán

'Modern Wilderness' - Kevin Sloan

‘Modern Wilderness’ – Kevin Sloan

'Focal Point' - Kevin Sloan

‘Focal Point’ – Kevin Sloan

'Birds of America: Audubon's Tea' - Kevin Sloan

‘Birds of America: Audubon’s Tea’ – Kevin Sloan

'The Preserve' - Kevin Sloan

‘The Preserve’ – Kevin Sloan

'Birds of America: The Donation'- Kevin Sloan

‘Birds of America: The Donation’- Kevin Sloan

Kevin Sloan

Kevin Sloan

¿Objetos desproporcionados o escenarios engañosos?

'4' - Petros Chrisostomou

Frente al mostrador de la hamburguesería hay tres enormes salchichas que forman el número cuatro. Salvo esa extravagancia, todo parece en orden: la luz fluorescente alumbra el vulgar establecimiento, hay migas en el suelo, manchas de filtraciones en el techo y carteles que informan al cliente de las diferentes opciones de menú.

Los zapatos, el jarrón con claveles, la peluca, los huevos de gallina… Todos los objetos en las obras de Petros Chrisostomou (Londres, 1981) parecen reproducir la realidad más cotidiana en un tamaño desproporcionado, como ya se encargaron de hacer docenas de veces Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen. La gran diferencia con respecto al matrimonio de escultores es que Chrisostomou miente.

Lo que retrata el artista son en realidad objetos cotidianos y los escenarios son maquetas en miniatura: modelos arquitectónicos que él mismo construye y que reproducen con una escenografía teatral el salón de una casa, la estancia de techos altos de una fría mansión o un restaurante de comida rápida.

«Entiendo que la escala es un recurso fenomenológico y lo uso para atraer o seducir al espectador», declara en una entrevista. Con «la inversión de la relación entre el objeto y el entorno» las fotografías retan a la percepción, juegan al despiste y tienen cierto toque mágico que Crisostomou aprovecha para crear una atmósfera surrealista en cada instantánea.

A veces la visión no es tan clara como la de una serie de cinco huevos invadiendo una cocina. El autor también hace composiciones a modo de naturalezas muertas, amasijos de plumas o construcciones de bolígrafos que irrumpen en un hogar causando algún pequeño destrozo. Por lo demás, todo parece siempre relativamente normal.

Helena Celdrán

Ashbourne Avenue, Whetstone N20 0AL)'' - Petros Chrisostomou

Ashbourne Avenue, Whetstone N20 0AL)» – Petros Chrisostomou

'Galacta' - Petros Chrisostomou

'Forever' - Petros Chrisostomou

'Ejaculation' - Petros Chrisostomou

'Skatospore' - Petros Chrisostomou

'Strider' - Petros Chrisostomou

Los caprichos nostálgicos y golosos de Wayne Thiebaud

'Cakes' (1963) - Wayne Thiebaud

‘Cakes’ (1963) – Wayne Thiebaud

Las pinceladas pastosas del óleo simulan a la perfección la crema de chocolate y la textura compacta de las bolas de helado. Wayne Thiebaud (1920) sabe que su arte corre el riesgo de provocar una banal sensación de placer: «Es un peligro inherente, supongo. Pero me encanta que la gente sea capaz de sonreir frente a la obra». Más allá de la visión golosa, considera que sus pinturas transmiten la felicidad y la tranquilidad de su propia vida: Thiebaud se considera afortunado de que todo haya sido siempre relativamente fácil para él y cada capa de crema es una celebración de la existencia.

Siempre sintió debilidad por representar objetos iguales alineados o agrupados, como en una producción en cadena. Etiquetado como uno de los pioneros del pop art, el autor (que había sido caricaturista, trabajó brevemente para Disney y diseñó publicidad) comenzó a finales de 1959 a representar la comida calórica y caprichosa sobre superficies lisas que representaban mostradores y vitrinas: «Escogí cosas como pasteles y tartas —basadas en formas simples como triángulos y círculos— y traté de orquestarlos». El primero de esos intentos era una pintura que mostraba una línea de pasteles: «Cuando la pinté recuerdo que me senté y me reí, como en una especie de alivio tonto. ‘¡Me he vuelto majara!’. Lo único que me permitió hacer eso era haber sido caricaturista».

'Three Machines' (1961) - Wayne Thiebaud

‘Three Machines’ (1961) – Wayne Thiebaud

La bollería, los pasteles, los conos de helado, los perritos calientes y otras delicias típicas de cualquier clásico diner estadounidense suelen presentarse en las obras del pintor como apetecibles bodegones masificados y desmesurados, opuestos a la armonía de la naturaleza muerta europea que tanto mimaron en sus cuadros los pintores de la escuela flamenca en el siglo XVII. La cuidadosa iluminación de los maestros europeos queda sustituida en la obra de Thiebaud por la luz blanca y cruda de California, el estado en el que se crió y en el que sigue viviendo.

Clasificar al autor como artista pop es algo inexacto. Aunque los motivos representan la cultura del consumo estadounidense que tanto glorificó Andy Warhol en sus serigrafías (la primera lata de sopa Campbell es de 1962) la intención no era provocar ni invadir el mundo del arte con la vulgar cotidianeidad de los objetos más mundanos. Thiebaud declara que los cuadros son un llamamiento personal a la nostalgia, a la felicidad de disfrutar de los placeres más simples.

Con 92 años, sigue pintando. Recientemente ha comenzado con una serie de paisajes en blanco y negro, algo abstractos, de escenarios naturales californianos, pero no tiene planes de abandonar su pasión por el dulce y de vez en cuando amplía su colección de tentaciones con series de bollos, porciones de tarta y carritos de postres.

Helena Celdrán

Wayne Thiebaud - Four Ice Cream Cones-1964

Wayne Thiebaud -  Pies pies pies - 1961

Wayne Thiebaud - Hot dogs

Wayne Thiebaud-Candy Counter-1969

Wayne Thiebaud-Tulip Sundaes - 2010

Wayne Thiebaud - Café Cart-2012

Bodegones mecánicos de aparatos desmontados

En Disassembly (algo así como desensamblaje) Todd McLellan (Canadá, 1978) no solo pone a prueba su capacidad como fotógrafo, sino como cirujano mecánico. Una grabadora de cinta, un viejo cortacésped, una máquina de escribir, un reloj y una cámara son las víctimas que exhibe con orgullo en su página web.

'Viejo reloj-calendario' - Todd McLellan

'Viejo reloj-calendario' - Todd McLellan

No se trata de mostrar objetos despedazados ni rotos. McLellan desarma las máquinas con un cuidado exquisito. Separa cada pieza sin perjudicarla, como si desactivara un explosivo. Después organiza la carcasa, los muelles, las tuercas, los ganchos… Lo dispone todo de tal manera que el cacharro deshecho adquiere de nuevo una armonía entre sus elementos.

«Quería fotografiarlos de una manera que pudiera dar significado a su existencia«, dice con un deje de nostalgia.

El fotógrafo compone así bodegones mecánicos de objetos anticuados. Algunos los había usado él mismo durante un tiempo, como el reloj-calendario, el teléfono, la cámara y el cortacésped. Otros salieron a su paso en tiendas de segunda mano o en la calle.

A McLellan le interesa descubrir cómo funcionan los mecanismos, qué es lo que provoca que todas las piezas se unan y cumplan el fin de un aparato. Se imagina las manos que han ensamblado cada pequeño componente con precisión y siente que las tecnologías actuales pierden en la comparación. «Y además un producto nuevo ahora ni se acerca a lo que duraban los otros», añade.

Tiene planes de seguir con la serie y entre sus ambiciones está desmontar un tranvía, por lo atractivo de las piezas que lo componen. Dice que tampoco le haría ascos a un avión Piper de los años setenta, pero de momento sigue con la serie de pequeños objetos olvidados y averiados, estudiando cada pieza como si fuera una valiosa joya.

Helena Celdrán