Virtualidad y violencia sexual entre adolescentes
Por Rebeca Álvarez López
Al principio del nuevo milenio con la llegada de las TICS se nos facilitó una tecnología para la información y la comunicación con internet, los teléfonos móviles y las RRSS. Pero hoy, esas herramientas además de permitirnos consumir informaciones o comunicarnos con terceros, nos permiten relacionarnos y tejer una red de contactos que les ayuden en su vida personal o profesional. A este concepto se le llaman las TRICS.
Desde ese lugar, las y los adolescentes viven su vida y se ofrecen una exposición completa de quiénes son y de lo que quieren ser. No son conscientes de que están en un espacio público y hablan de sus emociones, se exponen, piden opiniones sobre ellas y ellos mismxs y se juegan ser más o menos populares, más o menos deseadxs. Tienen decenas, cientos o miles de seguidores a los que no conocen pero consideran amigas y amigos.
‘Defenfobia’, asesinato sistemático a defensoras
Por Sandra Yadira Saenz Sotomonte
Si el asesinato de mujeres defensoras de la tierra, el territorio y el medio ambiente fuera considerado una epidemia en Colombia, el Estado ya habría decretado la emergencia y habría tomado las medidas necesarias activando todos los mecanismos posibles para evitar que murieran más mujeres y para proteger a quienes están amenazadas.
Así ha funcionado el Estado colombiano cuando el país se encontraba amenazado por el virus H1N1, o con la epidemia del dengue, situaciones que en ningún caso han dejado tantas muertes como las causadas a las defensoras de la tierra, el territorio y el medio ambiente. Según el informe de Somos Defensores, haciendo una comparación entre el primer trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019 aumentaron en un 97 por ciento los asesinatos de mujeres defensoras, cifra que ya de por sí sola prendería todas las alarmas.
El derecho al orgasmo
Sí, es todavía necesario un «Día de las Escritoras»
Por Diana P. Morales
Como profesora de talleres literarios desde hace 24 años, cada vez que comienza un curso me encuentro que un 75% de los participantes son mujeres (una proporción similar a la que se ve en talleres de lectura o en muchas presentaciones de libros) y sé que, aun siendo mayoría, será más probable que uno de sus compañeros acabe ganando un premio o publicando su libro.
Hoy en día no vivimos el machismo recalcitrante que hace 100 años prohibía a Virginia Woolf entrar en una biblioteca (tal como cuenta en Una habitación propia), o tenía vetado el acceso de mujeres a la RAE (como criticaba Emilia Pardo Bazán). El machismo actual es más sutil: no nos bloquea la “calle de la escritura” para que no podamos entrar, pero cuando la que accede es una mujer, esa calle, de repente, se torna cuesta arriba y sopla un viento huracanado que hace que muchas no lleguemos al final. Es la razón por la que un Día de las Escritoras sigue siendo un necesario espacio de reivindicación que nos ayude a visibilizar a las escritoras y a reflexionar.
Basta ya de uniones y matrimonios infantiles en América Latina
Por Shelly Abdool
Hace exactamente 25 años, en Beijing, más de 30.000 activistas y 17.000 asistentes de 200 países de todo el mundo generaron una presión de tal calibre que el documento final de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, se convirtió en la hoja de ruta más avanzada jamás alcanzada y consensuada para trabajar por los derechos de la mujer y la niña.
Entre otras muchas y poderosas conclusiones, en Beijing se hizo patente que el matrimonio infantil y las uniones tempranas representan una flagrante violación de los derechos humanos. Sin embargo, 25 años y muchos avances en materia de la igualdad de género después, en América Latina y el Caribe el matrimonio infantil y las uniones tempranas siguen en el mismo sitio: una de cada cuatro niñas se casa o une informalmente a una pareja antes de los 18 años.
Las profesionales ya están, solo falta voluntad política
Por Lola Liceras
«¡Es de sentido común!» Lo dijo con aplomo Marta Fernández, responsable policial del Ayuntamiento de Madrid. Hablábamos de violencia sexual hacia las mujeres y de la necesidad de poner en común y articular todas las políticas, instituciones y procedimientos que entran en juego. La violencia sexual es violencia de género y una vulneración de los derechos humanos. Estos conceptos deben estar en la base de toda política pública y atravesar los procesos que atienden esta problemática, desde la educación para la prevención en las escuelas, hasta el mismísimo tribunal que juzga al agresor.
Queremos que las particularidades, necesidades y tiempos de las mujeres estén en el centro de cualquier intervención pública. Porque los estereotipos de género contaminan las instituciones, desde el hospital que rechaza atender a la mujer agredida porque no es el asignado o porque primero es la denuncia en comisaría, hasta la valoración forense o la asistencia letrada.
Que no te vuelvan del revés
Por Soledad Murillo
¿Cuántas veces tenemos la seguridad de que nos están engañando, y aun así no nos atrevemos a decir nada? Pensamos, para qué. O bien, evitamos meternos en el lío de dar explicaciones. Pero las falsas ideas son como las bacterias, sobreviven si no les ponemos remedio. Por ejemplo, una falsa idea se basa en pensar que los hombres extranjeros representan un número mayor que los españoles, en el asesinato de mujeres. Pero no es cierto, la violencia machista la ejercen, en su gran mayoría, hombres españoles en nuestro país. Los datos siempre ganan la partida, y cuando alguien se vuelve cabezota, nos sirven para callarles la boca. Incluso, disponemos de ellos de forma tan fácil, como por twitter @delgobvg (Delegación de Gobierno para la Violencia de Género).
Pero hay mentiras envueltas en papel de celofán, y como no les quitemos el envoltorio seguirán vivas, como las serpientes. Voy a poner un ejemplo, seguro que es fácil de reconocer, cuando se dice que todas las mujeres son vulnerables, como si fuéramos de porcelana cuando, precisamente, es todo lo contrario: las mujeres “solucionan” los problemas de todos. Muchas mujeres de otros países trabajan el doble que sus maridos, porque se ocupan tanto de la casa como de los trabajos, que a salto de mata, no les queda más remedio que aceptar. Y, por si fuera poco, envían dinero a su familia de origen. Y el resto de las mujeres también se dedican a cuidar de criaturas, de ancianos, incluso a aunque sean de la familia de su marido. ¿Alguien se le ocurre pensar que son débiles? Son auténticas heroínas. Pero no siempre se las ve, porque las primeras que restan importancia a su trabajo, son las propias mujeres. Estaría bien, que seamos las primeras en ponernos medallas.
Soledad Murillo es profesora de la Universidad de Salamanca. Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales.
Inaceptables burlas a mujeres gitanas
Por Mª del Carmen Cortés
Los hechos que vivimos el pasado 2 de octubre, cuando un grupo de hinchas del equipo de fútbol Club Brujas de Bélgica, que habían venido a jugar un partido contra el Real Madrid, humillaron y vejaron a un grupo de mujeres en la Plaza Mayor van, simplemente, contra la dignidad humana.
Tal y como puede observarse en las imágenes que se han difundido por algunos medios y particulares[1], este grupo de hombres, entre otras conductas incívicas en el entorno, acosaron y se burlaron de varias mujeres gitanas rumanas, simulando que les daban dinero o cerveza, llegando incluso uno de ellos a quitar el pañuelo de la cabeza a una de las mujeres, con evidente malestar por parte de ella.
Apostar por la igualdad desde la adolescencia y con ellos
Por Julia Almansa
La cifra de asesinadas no deja de crecer. La de las violentadas, tampoco. Hace voluntad política, presupuestos, llamar a las cosas por su nombre (violencia de género, en este caso) y trabajar con los jóvenes, con ellos y ellas. Los motivos del machismo, de los golpes y de la desigualdad vienen por una clara estructura patriarcal y por el inmovilismo de los hombres, que suelen pensar que conseguir erradicar esa violencia es cosa de las mujeres. Pero no solo eso, los hombres deben también renunciar a privilegios, los que hacen que ellos cobren más, no tengan techos de cristal, vivan un ocio más rico en horas y no tengan miedo de salir a la calle, por ejemplo.
Para avanzar, hay que atajar esos problemas culturales y empezar a preguntarse cómo interpretan los hombres el origen y el significado de la violencia de género. ¿Se ha generado algún cambio significativo en nuestros jóvenes y adolescentes con respecto a las generaciones anteriores? ¿El grado de compromiso e implicación de los hombres ha variado sustancialmente en estos cuarenta años de democracia? Y sí, sin duda, hemos avanzado: empezamos a tener conciencia de que nos matan por ser mujeres y cuando salimos a las calles a pedir igualdad, nos emociona encontrarnos con hombres de distintas edades que claman por la igualdad.