Archivo de mayo, 2014

La profunda tristeza arraigada

Por Yolanda Pallín Yolanda_Pallin

Laura es una esposa y madre frustrada, además de una mujer enferma. Busca desesperadamente un hijo que nunca llega como un remedio milagroso a sus problemas de incomunicación con Carlos, su marido, un hombre de negocios muy inseguro y obsesionado con su trabajo. Su frustración y sentido de la culpabilidad sumergen a Laura en un viaje diario de búsqueda y liberación. Laura sueña, y en sus sueños conoce a dos enigmáticos personajes: un Hombre, que noche tras noche la tortura, y una Mujer que parece representar todo aquello que ella no puede ser… O no se atreve a ser. Aquejada de insomnio y fuertes jaquecas, Laura empieza a comprender la necesidad de aprovechar bien su tiempo. A medida que sus visiones cobran fuerza, se verá obligada a tomar una decisión: continuar con su  matrimonio hasta el final o librarse de todas sus ataduras. Son Los restos de la noche, o la profunda tristeza arraigada.

Imagen de la obra 'Los restos de la noche', de Yolanda Pallín, puesta en escena por la compañía Skaena 5. Fotografía: Sue Ponce Gómez.

Los personajes del Hombre y la Mujer en las pesadillas de Laura. Imagen de la obra ‘Los restos de la noche’, por Skaena 5. Fotografías de la obra: Sue Ponce Gómez.

‘¿No podéis dar medicina a un ánimo enfermo, arrancar de la memoria una tristeza arraigada, borrar las turbaciones escritas en el cerebro y, con algún dulce antídoto de olvido, despejar el pecho atascado con esa materia peligrosa que abruma el corazón?’ Macbeth. Shakespeare.

En las tragedias modernas, los personajes padecen por sus pecados. Perdieron el sueño por hacer esto o aquello. Asesinaron el sueño mediante sus propias acciones. Es un alivio saber que los que la hacen la pagan, ¿no? En las clásicas, el origen del mal, de la culpa, proviene de lo ancestral y no parece poder ser combatido con los escasos recursos de lo humano. ¿Tenían razón , pues, los autores antiguos? Podemos llegar a pensar que sí, que no todos fuimos modelados con la misma arcilla. O que la semilla del dolor está enterrada en lo más profundo, tan abajo, tan dentro, que acceder a ella provoca el desgarramiento de la carne. Y, por fin, la muerte por mano propia; de forma consciente o inconsciente. No sabemos si fue antes la gallina o el huevo; si se nace o se hace. ¿Quién puede saberlo? ¿De verdad alguien lo sabe? ¿Alguien es tan sabio? El mundo contemporáneo tiende a no determinar sus causas porque se resiste a someter el misterio del mal. Hemos escuchado demasiadas teorías y ninguna resuelve el eterno problema. La familia, el peso de lo social, la educación recibida… Luchamos con nuestras escasas fuerzas -qué decir de la política hoy- siempre insuficientes. Tal vez nunca podamos abolir el dolor, sólo paliar los daños; tal vez sólo podamos acompañar al que sufre y ofrecerle las mejores atenciones. Y por eso sí: política, siempre. Hay mucho por hacer frente al eres tonta, eres fea, eres mala. Tú tienes la culpa. Reacciona o muérete.

Pero la enfermedad, y ‘el que lo probó lo sabe’, se protege a sí misma de forma implacable, como un tirano inseguro de su propio poder. Hay males que no quieren ser curados, fantasmas que luchan con uñas y dientes para no ser desalojados del cerebro. La protagonista de Los restos de la noche no es Laura. Lo dice el título. La acción está de parte de esos resquicios de lo oscuro, auténticos ocupas de la voluntad, invisibles porque nadie quiere mencionarlos, porque dan demasiada vergüenza. El enfermo, el dañado, oculta en los pliegues de la conciencia su profundo malestar. Cuando nadie quiere escuchar, su única aliada fiable pasa a ser la propia enfermedad: abandonada de todos, a ti me entrego. Laura inventa, sueña, espacios alternativos, lugares del placer culpable y, en el mejor de los casos, playas a las que huir. Como dice Sally Bowles, nadie quiere a los perdedores y por eso nadie me quiere a mí. Los personajes heridos pueden expresarlo en público con la condición de que lo hagan cantando. La forma, la disociación de acciones, el ritmo, el lenguaje teatral… son nuestra entonación.

Según Bentley ‘cuando un hombre desesperado comienza a cantar, quiere decir que ya ha trascendido la desesperación. Su canto constituye la trascendencia’. Trascendencia es aceptación del misterio. No es grave, ni elevada, ni cosa de otros tiempos: está aquí y ahora, entre nosotros, nos ha acompañado siempre. Su evidencia no nos exime de la acción, pero nos recuerda que no estamos por encima de la naturaleza. Aunque lleguemos a creerlo.

 

Yolanda Pallín (Madrid, 1965) es dramaturga. Con la obra Los restos de la noche recibió el Premio María Teresa León para autoras dramáticas en 1995. El estreno de la obra, a cargo de Skaena 5, tendrá lugar en la Sala Bululú los días 16 y 17 de mayo (20.30 horas); y el 18 de mayo (19.30 horas), dentro de la muestra de creación escénica Surge Madrid.

Nicaragua: hay derecho

Por Flor de Torres Flor de Torres + nueva

Juana Antonia Jiménez Martinez tiene fuerzas, empuje, solidaridad, empatía. Su herramienta principal es la entrega a un compromiso: los derechos de la mujer. Tiene la voz suave pero la fuerza y la calidad de una avanzadora. Y es que ya ha entregado casi la mitad de su vida como abogada defensora de los derechos de la mujer en Nicaragua. Les ha regalado más de 22 años . Y 30 años de activismo en defensa de la igualdad y la dignidad de la mujer.

Acumula acciones positivas y luchas que le han supuesto dos intentos de criminalizacion de sus actos en su país. Fue perseguida por razones políticas y por su entrega a tan noble causa como es la dignidad y la igualdad de mas de la mitad de la población nicaragüense. Un 52%: las mujeres.

Juana Antonia Jiménez Martínez, abogada nicaragüense, Imagen: Laura Martínez Valero/Oxfam Intermón.

Juana Antonia Jiménez Martínez, abogada nicaragüense, el pasado martes en Madrid.  Imagen: Laura Martínez Valero/Oxfam Intermón.

Nicaragua ha despertado a la igualdad. Existe una Ley Integral contra la Violencia a las mujeres que se publicó en la Gaceta ( Diario Oficial)  el 22 de Febrero de 2012. El sueño integral ha durado poco, pues apenas un año después de su publicación se reformó para romper con la prohibición de la mediación y la especialización judicial, dos principios básicos en la lucha judicial contra la violencia de genero.

Pero Juana Antonia no se desespera. Porque tampoco han sido ni van a ser gratuitas sus cruzadas por los derechos de las mujeres en su país. Ni sus 30 años de activismo social. Previamente ha caminado por la Red de Mujeres contra la Violencia, por la Comisión Nacional de lucha contra la Violencia, en el Comité Técnico del Programa Nacional de las Comisarías de Mujeres y la niñez; y el Consejo social de Planificación económica y social.

Ha expuesto informes en la ONU por las distintas Comisiones de Derechos Humanos y su activismo en el Movimiento Autónomo de Mujeres ha sido el cauce de reivindicación de derechos donde la igualdad y la libertad de la mujer sean un edificio sólido en su país. Y ello le ha valido ser en el año 2011 una de las 100 lideres mundiales para la celebración de los 100 años de la declaración del Día Internacional de la Mujer ( 100 años, 100 mujeres)

Y hoy Juana Antonia tiene herramientas legales además de su activismo. Prosigue sus cruzadas también en los tribunales donde aún hay mucho que construir y que enlazar con la perspectiva de género que debe de presidir el proceso en todos los casos de violencia a la mujer. Y nos enseña una importante lección: que una vida sin compromiso es una vida vacía.

Juana Antonia es mujer de mujeres en Nicaragua. Ella condensa a las mujeres invisibles de Nicaragua, a las que no tienen voz, a las que no pueden hablar o las que ya no lo harán nunca, a las que les arrebataron sus derechos, a las que violaron y agredieron sexualmente, a las víctimas de violencia de genero, a las que son objeto de explotación sexual y objeto de trata, a las que se han sometido a matrimonios forzosos, a sus hijos y a las madres de sus madres.

Nicaragua es un país de 6 millones de habitantes donde más de 3 millones son mujeres y que cerró el año 2013 con 73 feminicidios. El martes, cuando hablé con ella, me decía abatida y casi quebrándosele la voz que son ya 33 mujeres las víctimas de 2014.

Y es que Juana Antonia, mi querida Juanita, tú representas a todas en ella y tienes su voz. Y en ti se apoyan para sustentar esa palabra tan inmensa que es la igualdad. Porque tú llevas esas voces a los Tribunales, colaboras con la Comisaría de la Mujer y la Niñez de Nicaragua, con la Fiscalía, con los Juzgados de Distrito Especializados en Violencia de tu país, con sus unidades y equipos interdisciplinarios, sus psicólogas y sus trabajadoras sociales. Eres responsable de que esas voces no se apaguen y les devuelves ante la justicia la dignidad que han perdido. Y es ahora cuando pienso en nuestro encuentro, mientras escribo estas palabras me emociono. Pues te admiro por esa entrega íntegra a una causa enorme y casi inabarcable.

Vivimos muy lejos. No nos conocimos hasta hoy y siento que tu lucha y la mía son idénticas en distintos países. Pero es que la violencia de genero es la misma en tu país y en el mío. Y el transitar por los mismos caminos nos hizo posible el encuentro. Que nunca te falten las fuerzas, compañera. Ellas, nuestras mujeres de Nicaragua, necesitan heroínas de la igualdad y de la dignidad como tú. Como la tuya. Sencillamente inmensa.

 

Flor de Torres Porras es Fiscal Delegada de violencia a la mujer y contra la discriminación sexual y de género en Andalucía.

¿Pero no se había dicho ya todo sobre Eurovisión?

Por Mayte Mederos Mayte Mederos firma

Menuda se ha montado en Eurovisión. Cuando algunas ya pensábamos que este festival estaba más muerto que vivo, va y se arma la marimorena. No lo vi en directo (ni pensaba hacerlo, para ser sincera), pero el domingo las redes se incendiaron de tal manera que no me quedó más remedio que enterarme. Y supongo que a buena parte del público europeo le pasó lo mismo. Así que, en la playa como estábamos, empezaron a sonar en mi móvil los acordes de Rise like a Phoenix. Y mis peques se arremolinaron para ver el vídeo, y me decían, sin dar crédito: ¡pero mami, esa mujer tiene barba!

'Triunfo en Eurovisión.' Collage de @TrasTando.

‘Triunfo en Eurovisión.’ Collage de @TrasTando.

Lo primero que sentí, además de resultarme chocante como a mi prole por la falta de costumbre, fue el orgullo de que se visibilizara la diversidad. El derecho del cantante a expresarse como más le guste. Y más cuando leí que tras su barba postiza –que podría haber sido simplemente un gancho- había una lucha pública por el derecho a ser sexualmente diferente.

Pero este sentir no es unánime en la comunidad LGTBI, y las asociaciones trans se han sentido ofendidas. En palabras de la activista Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA), ‘La vida de las personas trans dura más que una canción. El derecho a la propia imagen y libre desarrollo de la identidad para muchas personas solo cabe en un escenario. Cárceles de bambalinas llenas de aplausos y aforo completo para ver a la mujer barbuda, paradojas de libertad atadas en corto; porque en el momento en que el tacón baja del escenario… se apagan las luces y la correa ahoga el cuello’.

Como ella misma dice, ‘no juzgo al personaje, sino a la comunidad gay que aplaude el espectáculo como un paso adelante en la visibilidad, sin tener en cuenta el daño colateral del mensaje confuso que se da a la sociedad. Y juzgo a los medios, que ni en la muerte de una persona trans la nombran con su sexo real sino con el que nació, y sin embargo han tratado a Tom Neuwirth como mujer en todo momento, en un doble juego interesado’.

Desde los colectivos surgen voces divergentes con la comunidad trans. En opinión de Carlos Savoie, presidente de Algarabía Tenerife, ‘Las personas transexuales deberían dejar de ver el travestismo como enemigo, porque no ridiculiza la transexualidad sino los roles de género, precisamente para criticarlos. Y además la feminidad no es exclusiva de las mujeres. Hay que diferenciar entre transexualidad (que está relacionada con la identidad de género, lo que la persona siente que es -hombre o mujer-) y la expresión del género (mostrar masculinidad o feminidad), en donde el travestismo transita entre estas dos últimas’.

¿Y qué opina un travesti del mundo del espectáculo como Tavi Gallart, que además estuvo a punto de ir a Eurovisión en 2001 con una puesta en escena también rompedora para el momento? ‘Le estamos dando demasiada importancia. Conchita Wurst no existe, es una creación. Tom Neuwirth es un artista performántico que crea un cabaret que no tiene nada que ver con la sexualidad, sino con la expresión. Intentar catalogarlo es inútil, no creo que haya que darle más vueltas sino entenderlo como arte, como una creación en la que se juega con los géneros, dejando ver que todo es válido. Es un acto de libertad’.

Yo, por mi parte, me quedo pensando  en todo lo que ha dado de sí Eurovisión este año. Si no fuera un concurso musical, diría que ha tenido más debate político de lo que se atisba en la propia campaña electoral europea.

 

Mayte Mederos, Coordinadora del Área de Familias Diversas de Algarabía, la asociación LGBTI de Tenerife, es madre de familia numerosa y autora del blog Avatares de una amazona.

La tortura silenciada

Por Carmen López  Carmen López AI

Tortura es que no haya delito, si quien te viola es tu marido. Tortura es someter a una niña a una mutilación genital, a un matrimonio forzado, obligarla a no denunciar una agresión sexual para evitar el rechazo de la comunidad. Tortura es agredir a una mujer para saldar un ‘crimen de honor’. Tortura puede ser que persista la violencia intrafamiliar por el silencio del Estado, la pasividad de los jueces y la impunidad para los agresores.

También lo son la esterilización y los abortos forzados, o que tu gobierno te obligue a llevar a término un embarazo inviable aunque tu vida se pueda quedar por el camino. Tortura es que en un centro de detención no se trate adecuadamente tu embarazo o que te separen de tus hijos e hijas.

Pie de foto: Mary, activista LGBTI en Kenya, uno de los colectivos más vulnerables a la hora de sufrir abusos con impunidad. Copyright: Pete Muller

Pie de foto: Mary, activista LGBTI en Kenya, uno de los colectivos más vulnerables a la hora de sufrir abusos con impunidad. Copyright: Pete Muller

Tortura es que te violen para que aprendas a ‘ser una verdadera mujer’, porque tu orientación sexual no convence a tu agresor o que te hagan exploraciones anales para humillarte por ser homosexual. Tortura es que por ser una persona transgénero te metan en una celda de aislamiento, alegando que quieren ‘protegerte’ o te nieguen tu tratamiento hormonal.

Cuando hablamos de tortura, pensamos en el dolor y el sufrimiento infligidos a personas, en su mayoría hombres, que están bajo la custodia del Estado. La tortura destruye también la identidad y la autoestima de la persona. Mujeres, niñas o personas del colectivo LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales), en su mayoría, escapan de esta concepción de la tortura porque sus agresores no suelen ser agentes estatales. Son las víctimas silenciadas de la tortura.

Pero no importa quién cometa este tipo de actos. La Convención contra la Tortura de Naciones Unidas recuerda que aunque los autores sean agentes no estatales, los Estados son responsables cuando no aplican la “debida diligencia para impedir, investigar, enjuiciar y castigarlos”, y están obligados a rendir cuentas por ello.

Sin embargo, mujeres y niñas en todo el mundo siguen enfrentándose a importantes obstáculos discriminatorios para acceder a la justicia, de ahí las pocas denuncias que se ponen. Personas del colectivo LGBTI, no encuentran mecanismos que prevengan y reparen este tipo de violaciones de sus derechos humanos. En la mayoría de los casos poner una denuncia les enfrenta a nuevos abusos o al estigma social.

En los últimos cinco años, Amnistía Internacional ha denunciado tortura y otros malos tratos en 141 países. La organización ha acusado a gobiernos de todo el mundo de traicionar sus compromisos para acabar con la tortura, tres décadas después de la adopción por la ONU en 1984 de la Convención contra la Tortura. Un convención ratificada por 155 Estados.

La tortura cometida por el Estado o consentida por él sigue viva y goza de buena salud. Amnistía Internacional pone en marcha la campaña Stop Tortura que durante dos años trabajará para que se elaboren mecanismos de prevención eficaces que permitan exigir a los Estados que respondan sobre el uso de la tortura y los malos tratos. Trabajaremos para que la desaparición de la tortura deje de ser una promesa y se convierta en una realidad.

 

Carmen López es periodista de Amnistía Internacional España

Más de la mitad: un año entero

Por Sole Giménez sole gimenez

Hoy, Más de la mitad cumple su primer año de vida. Se ha pasado volando: parece que fue ayer cuando 20 minutos nos abrió las puertas. Y efectivamente, desde entonces ha habido mucho que contar y muchas firmas de calidad y potencia para contarlo.

No es posible hacer el recuento de la situación del mundo sin apreciar las grandes diferencias que afectan a las mujeres. Pero en nuestra pequeña historia hemos visto que por cada grave problema, por cada terrible desigualdad, por cada víctima de violencia, hay también una o muchas mujeres que trabajan, lideran, denuncian, proyectan, solucionan, apoyan, saben, deciden, proponen, curan.

Imagen del encuentro de activistas contra la pobreza, injusticia y desigualdad #envivo14, celebrado el pasado fin de semana en Barcelona. Imagen: UAB/Oxfam Intermón

Imagen del encuentro de activistas contra la pobreza, injusticia y desigualdad #envivo14, celebrado el pasado fin de semana en Barcelona. Imagen: UAB/Oxfam Intermón

No somos una minoría. Somos más de la mitad del motor de cambio de esta sociedad. Somos una mayoría que soporta la mayor parte de los problemas, las discriminaciones, las trabas, los prejuicios… Pero que también aporta soluciones globales que hacen avanzar el mundo y ser cada vez más justo, más igualitario. Que planta semillas de prevención para que todo lo bueno, positivo y necesario que tiene que ocurrir en el mundo sea posible. Pero eso no ocurrirá mientras los derechos de todos no sean una realidad permanente en nuestras vidas, día tras día. Por eso es importante seguir trabajando para conseguir que los derechos humanos, que también son los derechos de las mujeres, se respeten para todas, en todo el mundo. Para cerrar la brecha, las muchas brechas.

Lo leemos aquí cada día. En los ámbitos de poder y de política, en la economía, en la solución de los grandes problemas sociales que nos afectan a todos, en la defensa de nuestro planeta, en el ámbito del trabajo, de la educación de la cultura… Siempre hay, y cada vez son más, mujeres tomando las riendas, trabajando para ellas y para los demás. Varias veces aquí las hemos llamado Avanzadoras, porque avanzan donde parece que no es posible y hacen avanzar a los demás. A la Humanidad en pleno.

Hoy celebramos nuestro primer año dando las gracias a todo el equipo de 20 Minutos, que nos abrieron la puerta -y tantas veces la portada- e invitaron a participar a sus lectoras y lectores. Especialmente a Virginia Pérez Alonso y a Melisa Tuya, que nos entregaron las llaves y nos ayudan a recuperarlas cuando las perdemos, y nos incitan a mantener el rumbo. A la comunidad bloguera de 20 minutos, compañía de lujo para el viaje. A todas las lectoras y lectores que con sus propuestas y comentarios, críticas y alabanzas, nos han ayudado a profundizar y mejorar cada entrada.  Y a ti, que has llegado hasta aquí hoy leyendo, y eso quiere decir que un día, o dos, o más, formas parte de esta aventura. Por personas como tú tiene sentido Más de la Mitad. Gracias.

Gracias también, y muy especiales, a las más de 40 autoras que colaboran desinteresadamente para mantener a flote cada día Más de la Mitad: mujeres que desde distintas partes del mundo y desde su propia experiencia profesional o personal comparten día a día sus preocupaciones, soluciones, causas, experiencias, dudas y certezas en este espacio inmenso ya. Es tan larga la lista que no puedo citarlas una a una, y por eso les pido disculpas. Hoy, más que nunca, es el momento de agradecerles su esfuerzo, su pasión, su oportunidad y visión para proponer un tema, o trasnochar y madrugar para escribirlo a tiempo. Siempre quisimos ser un blog coral, y nos hemos convertido en un gran orfeón con enorme variedad de voces. Gracias, compañeras, porque sois mucho más de la mitad: aquí lo sois todo.

Éste no es un aniversario para tirar cohetes: hay más motivos de preocupación que de fiesta. Pero es un buen momento para recordar todo lo que hemos vivido, aprendido y disfrutado durante este año, a través de más de doscientas entradas valiosas y diversas. Y muy especialmente para reafirmarnos en nuestro compromiso de seguir trabajando, para seguir ofreciendo cada día una opinión, una palabra de ánimo, una alternativa.

Iniciamos hoy una nueva vuelta al Sol. Queremos que sea aún más intensa y diversa que la anterior. Gracias a todas y todos los que os animáis a emprenderla con nosotras.

Sole GiménezComo mujer me siento unida a la tierra. Como madre, unida a la humanidad. Como cantante mi voz está al servicio del arte. Como persona estoy comprometida con la felicidad de mis semejantes y dispuesta a darles cada día lo mejor de mí.

5 lecciones de las mujeres de Sudán del Sur

Por Júlia Serramitjana Julia Serramitjana

Hace unos días volví de Sudán del Sur, un país castigado por un conflicto desde hace casi medio año y que, tras el acuerdo de alto el fuego firmado este fin de semana, debería abrir una brecha de esperanza para millones de personas que lo están sufriendo.

Durante la anterior guerra civil, las mujeres se unieron a través de las fronteras para abogar por la paz y tuvieron un rol esencial en tanto que agentes del cambio.

Las mujeres que conocí allí contaban historias durísimas. Historias difíciles de escuchar.  Mi compañera Laura Hurtado ya contaba hace un tiempo las enormes dificultades a las que tienen que enfrentarse en este país. Y eso que todavía no había empezado la guerra.

Una de las mujeres que conocí en Sudán del Sur: Diing Ajak tiene 44 años, desplazada en Mingkaman, tiene 10 hijos e hijas a su cargo.

Una de las mujeres que conocí en Sudán del Sur: Diing Ajak tiene 44 años, desplazada en Mingkaman, tiene 10 hijos e hijas a su cargo. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Admiro a esas mujeres que, en situaciones de conflicto y vulnerabilidad, logran transformar el dolor y el sufrimiento en coraje y valentía para poder seguir adelante. Con la resiliencia como bandera, me sorprende la admirable capacidad que tienen para sobreponerse a largos períodos de dolor emocional y situaciones adversas.

Lo que vi allí me hizo tomar conciencia de esas dificultades, que son aún más apremiantes. Muchas han llegado a los campos de desplazados sin nada. Sus maridos están muertos  o luchando en el frente.

Con varios hijos e hijas a su cargo, se ven ahora obligadas a rehacer sus vidas en un campo de desplazados. Durante los días que estuve en uno de los campos de desplazados del país, Mingkaman, pude darme cuenta de cómo se convierten ahora en el principal motor de la supervivencia de sus familias.  Ellas son las que van a buscar la comida, la leña para el fuego, el agua, de racionar el sorgo y las lentejas. Las que se preocupan por encontrar un techo donde poder resguardar a  sus hijos e hijas de las lluvias.  Observándolas, intentaba imaginarme la situación a la que hacen frente, físicamente agotadora y psicológicamente extenuante.

El 84% de las mujeres de Sudán del Sur son analfabetas y la mayoría carece de conocimientos suficientes para incorporarse al mercado laboral, casi inexistente, lo que las hace depender de sus maridos, siendo todavía más dramática la situación de las miles de viudas que deja la guerra.  De ellas aprendí muchísimo.

Admiré la necesidad de ser autosuficiente que manifestava Mary Bol, quizás la excepción a esa estadística, que me transmitía su frustración: “Antes podía mantenerme yo misma, pero aquí no puedo hacer nada. Solía limpiar oficinas en Bor. Además tenía un terreno donde podía cultivar a la orilla del río y era una fuente de ingresos para mi familia”, contaba con resignación.

Siempre recordaré el atisbo de esperanza que transmitía Mary Abrey, una mujer que dio a luz a su tercer hijo bajo un techo de plástico  y que, a pesar de todo, confiaba en que un día podría llegar a ofrecerle un futuro.

Quedé impresionada por el ímpetu y la valentía de Matha, que había perdido a su marido y ahora debía ocuparse de sus 6 hijos y tenía graves problemas para poder alimentarles y se esforzaba día a día para poder tener una vida lo más normal posible.

Y la serenidad de de Diing, que con 44 años y madre de 10 hijos, con un marido en el frente que, sola en Mingkaman, explicaba cómo, a pesar de todo, estaba segura que podría sobreponerse a todas las dificultades.

Mujeres como Mary Bol, Mary Abrey, Matha o Diing son una parte vital del desarrollo del país.  Y lo que aprendí de todas ellas es que siempre hay que seguir luchando por un futuro mejor.   Son el ejemplo de cómo seguir adelante cuando todo es adverso.

Júlia Serramitjana es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

Personas, no mercancías

Por Carmen Miguel Carmen Miguel

La semana pasada pudimos escuchar  las duras palabras de Paloma, una mujer mexicana víctima de un cartel que la explotó sexualmente, la obligó a drogarse y a realizar ritos satánicos, la segunda que recientemente ha visto reconocido su derecho de asilo en España por este motivo. La primera, en octubre de 2013, fue una joven nigeriana a la que una mafia le exigía 20.000 euros, a pagar mediante la explotación sexual.

Nuestra sociedad normaliza escandalosamente este crimen y todo lo que conlleva. En consecuencia se invisibiliza el vínculo existente entre estas prácticas y las violaciones de derechos humanos que sufren las mujeres víctimas de trata a las que se obliga a prostituirse.

'Slave' (Esclava). Imagen cedida por Ira Gelb.

‘Slave’ (Esclava). Imagen cedida por Ira Gelb.

La Red Española Contra la Trata estima que existen 50.000 mujeres y niñas víctimas de trata y explotadas sexualmente en nuestro país ¿Por qué hasta ahora sólo se ha concedido derecho de asilo a 2 mujeres? Hasta hace poco en España, la trata se entendía como un delito a perseguir y una cuestión migratoria. La mayor parte de casos se canalizaban a través de la ley de extranjería, concediendo en ocasiones a las víctimas una autorización de residencia por circunstancias excepcionales.

En los últimos años han aumentado los esfuerzos internacionales para combatir la trata de personas y la explotación sexual: El Protocolo de Palermo aprobado en el año 2000 fue un primer paso. 5 años más tarde, el Consejo de Europa promovía un Convenio que centraba la lucha contra la trata en los derechos humanos y la protección de las víctimas.

Pero la piedra angular para la protección a las personas refugiadas es la Convención de Ginebra de 1951 que establece para pedir asilo o refugio la persecución “por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas”. La Convención de Ginebra no menciona explícitamente entre las causas para solicitar asilo el que una persona sea perseguida por motivos de género. Pero desde hace varias décadas el ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) empezó a recomendar a los Estados que interpretasen que la persecución por motivos de género tenía cabida dentro de las persecuciones por “pertenencia a un determinado grupo social”. Pese a estas recomendaciones, los Estados han sido reacios a reconocer como refugiadas a las mujeres que alegaban ser perseguidas por motivos de género.

La trata de personas es una violación de los derechos fundamentales a la libertad y seguridad, a no ser sometida a esclavitud, a tortura, o a trato inhumano o degradante. A las mujeres víctimas de trata se les rapta, se les viola, se las convierte en esclavas sexuales, se les obliga a prostituirse, a realizar trabajos forzados, se les extirpan órganos, se les maltrata física y psicológicamente, se les priva de alimentos o de atención médica… Estas violaciones de derechos humanos equivalen a persecución, aunque no las lleve a cabo un agente estatal, sino redes criminales o incluso miembros de la familia o de la comunidad. No reconocerlo es un síntoma de la visión androcéntrica, en la que se invisibiliza a las mujeres, que tienen los Estados a la hora de interpretar la normativa internacional de Asilo y Refugio.

La resolución de octubre de 2013 fue un hito en el camino por la defensa y reconocimiento de los derechos de las mujeres. Siete meses después, la concesión de asilo a Paloma afianza este camino. Esperamos que estas resoluciones no sean las últimas, y ayuden a reconocer a la violencia contra las mujeres como persecución por motivos de género y como una violación de sus derechos humanos. Esperamos también que poco a poco, entendamos que las mujeres víctimas de trata son PERSONAS y no mercancías.

 

Carmen Miguel es abogada especialista en Derecho de las personas migrantes y asesora de Alianza por la Solidaridad

Grandes Lagos: en el cruce de Gran Vía con Montera

Por Rosa Moro Rosa Moro

El sábado por la mañana, en el cruce de la Calle Montera con la Gran Vía, en Madrid, veremos lo que ocurre cuando se producen crímenes de guerra y la gente mira para otro lado. O quizá no. Quizá esta vez logremos superar la ceguera.

La historiadora y activista nigeriana BK Kumbi.

La historiadora y activista nigeriana BK Kumbi.

La República Democrática del Congo, y toda la región de los Grandes Lagos africanos, sufre un conflicto que ha llegado a ser el más mortífero de la historia, después de la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que han muerto entre 6 y 8 millones de personas. Sin embargo, este conflicto parece ser invisible para el mundo. Los medios de comunicación no tienen interés en él. La gente de todo el mundo parece haber llegado a una conclusión tácita sobre esta tragedia, como si pensáramos que es normal y natural que mueran millones y millones de seres humanos en África, sin saber muy bien por qué.

MorirEnLosGrandesLagos

Una mujer congoleña, BK Kumbi, que reside en Suiza, y otros compañeros activistas del movimiento Don’t be blind this time, creen que para acabar con este ciclo de terror y muerte la clave está en responder a esta pregunta: ¿Por qué ha llegado a parecernos normal que mueran millones de personas en África y nadie tenga que responder ante la justicia por ello?

Convencidos del poder de la consciencia ciudadana, BK Kumbi y sus compañeros planean hacer que la gente de la calle en Madrid se pare a prestar atención, se pregunte y quiera conocer la respuesta.

Por eso han organizado Morir en los Grandes Lagos, -cuarta edición en Europa y primera en Madrid-, el día 10 de mayo. Entre las 11.30 y las 14.30 horas, convocan a la gente que quiera apoyarles o informarse sobre el conflicto a que acuda a la calle Montera, a la altura del cruce con la Gran Vía. Allí informarán a la gente que lo desee durante tres horas, sobre qué podemos hacer para detener este conflicto olvidado y ocultado.

A menudo, las mujeres congoleñas son presentadas solamente como víctimas del conflicto. Algo que es cierto, se ha llegado a calificar el este de la República Democrática del Congo como ‘la capital de la violencia sexual‘, se calcula que en los últimos 15 años se han producido unas 500.000 violaciones como arma de guerra en la región. Pero pocas veces se muestra a las mujeres congoleñas como activistas luchadoras que tienen una enorme importancia en la resistencia de la sociedad de su país frente a la violencia, a los invasores y saqueadores de sus recursos, frente a la irresponsabilidad de los políticos congoleños y de los países vecinos.

Las mujeres son una parte muy importante de la lucha por denunciar ante el mundo este conflicto olvidado y la impunidad de los responsables. La fortaleza de las mujeres a veces queda oculta bajo el papel de víctimas, pero no hay que menospreciar que son un pilar fundamental en la resistencia y la supervivencia de todos los pueblos del corazón de África‘, según BK Kumbi.

Rosa Moro es periodista y activista. Le apasionan África, la comunicación y la revolución. Colabora con diversos medios y organizaciones y es autora del blog África en Mente.

Donde estudiar es pecado

Por Irene Milleiro Irene Milleiro

Doscientas setenta y seis estudiantes de secundaria, 276, secuestradas en su instituto por un grupo terrorista. Sucedió el 14 de abril, y fue noticia durante un par de días en la prensa. Después, nada, porque sucedía en Chibok, Nigeria y no en Denver, Colorado, ni en Berlín, ni en Sevilla. Poca gente había oído hablar de los secuestradores, el grupo islamista radical Boko Haram. Así que la historia se podía haber quedado ahí, como tantas otras historias que llegan desde África. Pero esta vez no.

Imagen de la acción 'Bring Back Our Girls' (Devolved a nuestras niñas). Change.org

Imagen de la acción ‘Bring Back Our Girls’ (Devolved a nuestras niñas). Change.org

El 23 de abril, Oby Ezekwesili, ex ministra de educación de Nigeria, reclamó en público al gobierno nigeriano que rescatase a las chicas y las devolviese a sus casas. Un abogado presente durante su discurso, Ibrahim M Abdullahi, tuiteó sus palabras con la etiqueta #Bringbackourgirls. Unos días después, empezaron a leerse noticias preocupantes: las niñas estaban siendo sacadas del país a los vecinos Chad y Camerún y vendidas por unos 10 Euros a militantes islamistas para casarse.

Para las familias fue demasiado. Madres y familiares de muchas de las chicas salieron a la calle a reclamar al Presidente el rescate de sus niñas. Y la mecha prendió en EEUU y el resto del mundo. Mientras las manifestaciones en Nigeria continúan, más de un millón de personas en Twitter han compartido la etiqueta #bringbackourgirls, en apoyo a las chicas y a sus familias. Entre ellas, rostros conocidos: de Malala a Hillary Clinton, pasando por Mary J. Blige o Ashton Kutcher, organizaciones como Amnistía Internacional, Más de 400.000 personas han firmado la petición de Ify, una chica nigeriana, pidiendo a los líderes mundiales que ayuden a rescatar a las chicas. Cada día se celebran actos y vigilias de solidaridad en todo el mundo.

Y parece que todo esto está teniendo resultado. Tras semanas callados, al presidente de Nigeria no le ha quedado más remedio que prometer que traerá a las chicas a casa. Los gobiernos de EEUU, Francia y Alemania ya le han ofrecido ayuda concreta para hacerlo.

Dos preguntas me rondan la cabeza estos días. La primera ¿por qué esta vez sí? ¿Por qué se ha generado este impresionante apoyo internacional? Quizá porque Nigeria no es cualquier otro país africano, sino uno de los más desarrollados. Quizá por el cercano precedente de Malala, que generó una impresionante ola de apoyo en todo el mundo a la causa de la educación de las niñas. Quizá porque a diferencia de otros problemas que asolan África, este parece ‘manejable’ y posible de conseguir: rescatar a 200 chicas de manos de un grupo armado. Quizá porque la tecnología permite conocer estas noticias, reaccionar muy rápido y generar cadenas de solidaridad globales. Quizá porque en los últimos años es tendencia en EEUU todo lo que tenga que ver con la educación de las mujeres y su desarrollo profesional. Quizá por todo lo anterior.

La segunda pregunta me resulta más complicada de responder. ¿Por qué en España no hemos visto esas mismas declaraciones de apoyo que se han sentido en Francia o Alemania? Las noticias sobre el secuestro sí han aparecido en los medios, de forma más o menos amplia, pero iban apareciendo. Pero a diferencia de países como Francia o Alemania, nadie ha recogido el guante. Ni las ONG, ni mujeres (ni hombres) relevantes de la vida política o social han dicho prácticamente nada sobre el tema. Un ejemplo: tres semanas han tardado el PSOE y Elena Valenciano en mostrar su ‘enérgico rechazo ante el secuestro. Las organizaciones de mujeres, que yo sepa, tampoco han hablado mucho sobre el asunto. Ni el Gobierno, después del escueto comunicado dos días después del secuestro en el que hacía ‘votos’ por la inmediata liberación de las chicas. ¿Será porque África nos importa más bien poco, quizá por la falta de lazos culturales? ¿Será porque ‘ya tenemos bastante con lo nuestro’? ¿Será porque no sabemos inglés y lo de #bringbackourgirls no nos decía nada? ¿Será porque nuestra ‘sociedad civil organizada’ está en la parra o no tiene la flexibilidad ni el músculo necesario para reaccionar ante este tipo de hechos? No lo sé. Y me inquieta.

Pero basta de preguntas sin respuesta. Ya que parece que el tema finalmente ha llegado a España, aprovechémoslo. Tú también puedes hacer algo. Habla de este tema con tus amigos. Usa las redes sociales para pedir a personas relevantes que se mojen.  Anima a la ONG de la que eres socia a que se pronuncie. Escribe una carta a tu periódico o tu revista favorita. Firma la petición iniciada por Ify. Organiza una vigilia en tu calle. Cámbiate la foto de perfil. Haz lo que sea, pero no permitas que el mundo se olvide de que estas 200 chicas siguen secuestradas. Hagamos que esta vez sea diferente. Vamos a llegar hasta el final y conseguir que todas ellas vuelvan a casa y sigan estudiando.

Irene Milleiro es responsable de campañas de Change.org 

Paraguay: soja, tierra y poder

Por María Luisa Toribio María Luisa Toribio

Alicia Amarilla es de Paraguay: un país agrícola con suelos fértiles y abundante agua, pero con una población campesina sumida en la pobreza. Desde muy joven se involucró en la lucha contra el acaparamiento de tierras y en la actualidad es representante de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri). Hace unos meses tuvimos ocasión de hablar con ella en este espacio, con motivo de una visita a Madrid.

Cultivo de soja en Paraguay. Imagen de Pablo Tosco

Cultivo de soja en Paraguay. Imagen de Pablo Tosco

Como en otros países de América Latina, la tierra está en manos de latifundistas (el 2% de los propietarios posee el 85% de la tierra). Un modelo que se intensificó durante la dictadura de Stroessner con el reparto ilegítimo de prebendas y tierras. Fue también en aquellos años –en la década de los 70 del pasado siglo– cuando el cultivo de soja comenzó a invadir el país, asentándose un modelo agrícola mecanizado y destinado a la exportación, a costa de la agricultura campesina que alimentaba a la población.

La colonización de las tierras se completó años después con la llegada de la soja transgénica de Monsanto. Las semillas modificadas genéticamente son la forma de hacerse con el control de la producción y venta de semillas. Este y no otro es el objetivo de la agricultura transgénica.

La soja se ha convertido en el principal cultivo del país. En torno a ella, un conglomerado de terratenientes y empresas multinacionales obtienen ingentes beneficios. Poseen la tierra, controlan todo el negocio (semillas, plaguicidas, fertilizantes, maquinaria, transporte de la cosecha…), son dueños de infraestructuras (silos, puertos, fábricas), controlan la exportación… ¡Es el agronegocio en estado puro!

Paraguay es el cuarto exportador mundial de soja. Europa recibe más de la mitad de su producción. ¿Su destino? producir piensos para el ganado y agrocombustibles. Para ello, Paraguay ha pagado un alto precio: más pobreza, familias campesinas expulsadas de la tierra, asesinatos de dirigentes campesinos, deforestación y pérdida de biodiversidad, fumigaciones con plaguicidas tóxicos que envenenan la tierra, el aire el agua… y las personas.

Este asalto a las tierras campesinas no habría sido posible sin el apoyo de la clase política asentada en el poder durante décadas. Un pequeño paréntesis durante la presidencia del depuesto Fernando Lugo suscitó esperanzas. Se dieron tímidos pasos que no gustaron al agronegocio. La gota que colmó el vaso fue la negativa del Gobierno a autorizar la entrada de nuevos cultivos transgénicos. La prohibición duró poco, autorizarlos fue una de las primeras medidas del nuevo Gobierno, tras la rápida destitución del presidente Lugo en extrañas circunstancias en 2012. El país volvía a la “normalidad”.

A pesar de todo, las organizaciones campesinas, entre las que se encuentra Conamuri, no han claudicado. Siguen luchando por recuperar la tierra y por mantener las semillas que les han alimentado tradicionalmente. Porque el derecho a la alimentación pasa por el derecho a la tierra y a las semillas. Alicia Amarilla nos habla de ello en esta breve entrevista.

El 24 de mayo es la Jornada Mundial contra Monsanto. Habrá actividades en todo el mundo para denunciar las prácticas de esta compañía. Más información: Paraguay, un país devorado por la soja. Le Monde Diplomatique en español. Enero, 2014

María Luisa ToribioBióloga y activista, con una mirada global al mundo que me lleva a implicarme en causas como el medio ambiente, la pobreza, los derechos humanos, las poblaciones indígenas… Convencida de que las múltiples crisis que vivimos tienen raíces comunes y de que toca impulsar cambios profundos.