Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Aznar, sobrecogedor ¿Por qué no me sorprende?

Ahora sabemos, con pelos y señales, que Aznar recibía sobres pecaminosos (e ilegales) cuando ya era presidente del Gobierno. ¿Entró en política para «forrarse», según la triste expresión atribuida a su colega Zaplana?.

Sobresuledos prohibidos por la Ley y retribucuiones "disparadas" de José María Aznar, en El País.

Sobresuledos prohibidos por la Ley y retribucuiones «disparadas» de José María Aznar, en El País.

El País de hoy publica todos los datos del escándalo. Como muchos otros dirigentes «sobrecogedores» del PP, y no pocos votantes conservadores, ven muy natural compensar a los políticos con sobresueldos (en sobres) por lo que eventualmente podrían estar perdiendo al dedicarse al servicio público.

Ya lo dijo muy clarito el propio presidente Rajoy. Nos restregó a todos la cantidad de dinero que perdía (como registrador de la propiedad en excedencia) por dedicarse a servirnos desde el Palacio de la Moncloa. En la derecha está muy extendida y aceptada la práctica de la puerta giratoria (también en la izquierda, aunque más cutre). El político sirve a su clientela privada cuando está en un cargo público y/o tiene influencia para conseguir prebendas y pasa la gorra cuando, legalmente o no, vuelve al sector privado. Quid pro quo.

Cuando por una firma, un dirigente político con cargo público puede cambiar (o sea, elevar) impunemente el precio de las cosas (una recalificación de terreno, una licencia, una subvención, etc.) la tentación de buscar compensación es muy fuerte.

El trueque de favores compensatorios es más viejo que el homo sapiens. Los beneficios (generalmente donativos opacos o comisiones pecaminosas) suelen ir al partido político, a sus dirigentes y/o al artista que lo ha negociado personalmente, a veces, con nocturnidad y alevosía. Sobre esto, Luis Bárcenas podría aspirar a una cátedra.

La corrupción (y el conocimiento que en democracia tenemos de ella) ha llegado a un límite insoportable. Y lo grave es que los líderes políticos no parecen relacionarla con la desafección que muchos ciudadanos (en especial y con mas razón los jóvenes) sienten hacia los partidos políticos, la corona y otras instituciones del sistema democrático.

Por más que vean las alusiones que personalidades como El Roto, Forges, etc. hacen de los políticos, no se enteran. Ahí van dos alusiones de hoy en El País:

Forges, en El País, 10-5-13

Forges, en El País, 10-5-13

 

 

 

 

 

 

 

El Roto. El País, 10-5-13

El Roto. El País, 10-5-13

Rajoy defiende a los presuntos «sobrecogedores»

Como en tiempos de Franco, el sospechoso Rajoy ha emitido su mensaje antidemocrático contra la libertad de prensa. Da igual lo que diga. Aunque defienda a los presuntos «sobrecogedores«, ¿quién le va a creer si tanto teme a las preguntas?

Virginia Pérez, vecedirectora de 20 minutos.

Virginia Pérez, vecedirectora de 20 minutos.

Su pavor a las preguntas y repreguntas legítimas de la prensa le marca ya como culpable de un delito gravísimo contra la libertad de expresión, en un momento especialmente calamitoso para nuestra joven y frágil democracia.

Su delito principal ha sido, a mi juicio, declararse enemigo de la democracia y de uno de sus pilares fundamentales: la libertad de expresión, un derecho no solo de los periodistas sino de los todos los ciudadanos.

La puesta en escena del presidente del PP me ha dado escalofríos (solo faltaba la bandera y la música, por supuesto, militar) y me ha traído el recuerdo tenebroso de cuando yo trabajaba en la televisión del dictador Francisco Franco y no podíamos decir ni pío.

Me siento como nuestra vicedirectora, Virgina Pérez, con la boca tapaba para que no podamos sacar los colores al presidente del Gobierno y del PP.

Con el espectáculo tétrico de hoy, Mariano Rajoy ha dado un golpe durísimo e insoportable a la democracia.

Peridis, en El País de hoy

Peridis, en El País de hoy

Los periodistas no deberíamos acudir jamás a ninguna conferencia de prensa o mensaje público que no admita preguntas y repreguntas.  Es una tomadura de pelo a todos los ciudadanos mayores de edad. Ya no somos súbditos aterrorizados, sino ciudadanos libres. ¿Qué se ha creído este  Rajoy?

De hecho, su vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría, le ha superado en talla moral y democrática: ayer mismo dio la cara por él, y a punto estuvo de que mis colegas se la rompieran preguntando y repreguntando por las presuntas vergüenzas de su jefe. La nº 2 de Rajoy en el Gobierno aguantó el tipo sin perder la compostura, escurrió el bulto y no respondió a nada, con la hábil coartada de que ella hablaba como miembro del Gobierno y no del Partido Popular. Pero dio la cara y me pareció limpia. Para mi, la vicepresidenta del Gobierno es digna de admiración. Algo para lo que su jefe no ha tenillo agallas.

Deduzco que Rajoy desprecia la democracia: no solo ha espantado a la prensa, que tiene el deber de informar a los ciudadnos, sino que ha criticado al líder de la oposición precisamente por ejercer como líder de la oposición y por hacerle preguntas críticas.

Eneko, en 20 minutos

Eneko, en 20 minutos

Estuve tan indignado durante el trasnochado show marianista que apenas pude prestar atención a lo que decía ante su guardia pretoriana, aislado y separado de los periodistas por un nuevo muro de la vergüenza. Mañana leeré su mensaje escrito en los periódicos. Con su puesta en escena dictatorial ya he tenido bastante por hoy.

No obstante, en el telediario, creo haber oído que Rajoy (que no ha mencionado el nombre de su fiel Bárcenas) ha puesto la mano en el fuego por todos los miembros de su partido. Como si nadie fuera sospechoso de robar en el PP, como si nadie hubiera financiado al PP con donativos ilegales (a cambio de algo, digo yo) y como si todos los presuntos «sobrecogedores» (que cogían sobres en negro) pagaran todos sus impuestos.

Rajoy sigue fiel su costumbre. Ya hizo lo mismo al defender al mismísimo Luis Bárcenas, nombrado por él tesorero del PP, cuando le trincaron con las manos en la masa por el caso Gurtel y que le costó el cargo (ahora vemos por qué) al juez Garzón.

Rajoy sufrió entonces quemaduras de tercer grado. Fíjense en sus manos. Mientras ardían las manos de Rajoy, Bárcenas amasaba 22 millones de euros en su cuenta de Suiza.

Si yo fuera Bárcenas, iría con escolta, me declararía abstemio y no cogería el coche.

P.S.

Isidro López Cuadra se refiere en un escrito a «la desamortización de conejos y jabalíes» por la privatización de tierras que ha hecho la señora Cospedal (otra que tal baila en las bárcenas* de La Mancha) y termina con esta anécdota de su madre:

«Cuando a mi madre le comentaban algo así como: “¡esta persona no tiene vergüenza!”, casi siempre contestaba: “¿Vergüenza?, la tiene toda, no ves que no la gasta”.

(* Bárcenas: Terrenos en pendiente de gran amplitud)