Archivo de abril, 2018

¿Y ahora qué le decimos a nuestras hijas?

Somos una legión, una manada de madres y padres, los que estamos preguntándonos desde ayer qué debemos decir a nuestras hijas cuando salgan solas a la calle. También a nuestros hijos.

¿Qué le diré a mi niña, que aún tiene nueve años y le queda lejos el salir a divertirse sin la vigilancia de un adulto? Le queda aún un puñado de años que sé que pasarán volando y que quiero creer que traerán una mayor conciencia a todos los niveles sobre lo que es una relación consentida, sobre lo que es abuso o agresión sexual. Quiero creer, pero no sé si veremos.

No le diré que se resista si cinco tíos la acorralan en un portal. Cinco o uno, si cree que su vida corre peligro. La quiero viva, la quiero conmigo siempre, cueste lo que cueste. Estoy convencida de que se puede volver a ser feliz, si se sigue pisando tierra.

No le diré que se resista, aunque eso suponga que no la crean, que pongan en duda su palabra y su dolor, que sus agresores regateen parte del castigo.

Le diré también que no calle, jamás. Si dijo no, da igual las circunstancias, y la otra persona no respetó esa negativa, hay que hablar. Sin vergüenzas, sin miedos. Yo siempre la creeré. Y, como yo, lo hará la otra gran manada.

Me niego a decirle que no puede vestir como quiera, tan corta y ajustada como le dé la gana Pero también tendré que decirle que tenga cuidado cuando comience a salir sola. Que evite callejones oscuros, que desconfíe, que procure buscar la compañía de amigos y amigas para no exponerse como pieza de caza por parte de algún monstruo de apariencia humana.

Tendré que recomendarle precaución y eso significa insuflar miedos. Ella, que crece libre y valiente, segura del suelo que pisa, a la que estoy enseñando que puede llegar a ser lo que quiera y es independiente y capaz, tendrá que crecer y saberse posible presa. Tendrá que pagar taxis hasta la puerta de casa, tomar el camino de vuelta más largo e iluminado, irse antes pese a estar pasándolo bien para regresar en compañía, o pasar miedo acelerando el paso, con las llaves y el móvil en la mano, hasta encontrar refugio en el portal o en una calle transitada.

Igual que lo he vivido y sigo viviendo yo. Igual que todas.

Por eso tendría que explicar a mi hijo, que tiene once años, que un no es un no, da igual las circunstancias. Tendría y no tendré porque su autismo me asegura que jamás será cazador, que jamás hará sufrir a nadie por querer imponer su deseo o sus ansias de violencia.

Concluyo con la aportación que un lector me ha hecho llegar por privado, Edu RL, un padre:

Querida Eva:

Hoy te escribo estas líneas porque, mientras descansas tranquilamente en tu cuna, el mundo en el que vas a vivir se ha convertido en un lugar un poquito más feo. Y es que hoy nos han dicho una vez más que tu palabra, sólo porque eres mujer, vale un poco menos. Que la sociedad en la que estamos sigue dudando de vuestras palabras.

Sí, con todas las noticias de hoy yo sólo puedo pensar en ti y en el mundo en el que me gustaría que crecieras. Así que, dándole unas cuantas vueltas a la cabeza, me ha salido esta lista de deseos para ti.

Deseo que crezcas loca, sonriente y feliz. Deseo que crezcas libre, dueña de tus decisiones y de tu destino. Estudia lo que quieras, trabaja en lo que quieras. Vive como quieras.

Deseo que disfrutes de cada segundo, y que disfrutes del modo que tú y solamente tú elijas. Emborráchate, baila, ríe, sueña.

Deseo que disfrutes de tu sexualidad de la manera que más te guste. Acuéstate con uno, con dos o con cinco. O con una, dos o cinco. O con uno y una a la vez. Sé tu misma.

Pero mi fundamental deseo es el siguiente: que cuando digas NO se pare el mundo. Que tu NO sea la palabra más poderosa, y que nada ni nadie se atreva a ponerla en duda. NO es NO, y nada ni nadie debe sacarte de ahí.

Vive, disfruta y se feliz.

Te quiero mucho.

Papá.

‘Flores azules’, una especie de ‘Torres de Mallory’ en el que algunas niñas se quieren

Casi acaba el día de la visibilidad lésbica, un día que la actualidad ha semienterrado. Casi acaba, pero no quería dejar de escribir unas recomendaciones literarias al respecto, para contribuir desde del blog a que se vea.

Más en concreto, quería recomendar varios mangas. Algunos, como el que titula el post, son perfectamente aptos para adolescentes.

Adolescentes que tienen muy pocos referentes diversos en la oferta cultural y de entretenimiento que les llega. ¿Recordáis que ya hablamos de eso hace pocos meses? 

El título que os contaba que pueden leer adolescentes y que recoge varias relaciones entre chicas es Flores azules (Aoi Hana) de Takako Shimura. Una serie de ocho tomos (hay también una serie de animación) que ha sido editada en España por Milky Way y que se enmarca dentro del denominado yuri, un subgénero propio dedicado al amor entre mujeres; mucho menos surtido de títulos que su equivalente masculino (yaoi), todo hay que decirlo.

La historia sigue a varias adolescentes de dos institutos diferentes. Mientras la leía, me recordaba poderosamente a los vaivenes sentimentales y de amistad del clásico Torres de Mallory, con niñas de internado, que leí heredados de mis primas mayores.

La sensible Fumi y la impetuosa Akira son las protagonistas, amigas inseparables en una serie de libros dulces (tal vez demasiado para leerlos ya adulto, las portadas no engañan) en la que aparecen también otros personajes (también chicos, aunque son los menos) y en el que, por supuesto también hay relaciones heterosexuales.

Pero hay más. También puedo recomendar desde aquí Shonen note. Otra serie de ocho tomos que ha traído a España la editorial Tomodomo y creada por Yuhki Kamatani, una de mis autoras preferidas que además se enmarca dentro del colectivo LGTBi.

Shonen Note de hecho me parece una obra mucho más redonda que la anterior, por su expresión artística y también por la delicadeza de la historia, que trata del paso de la infancia a la adolescencia de la mano de dos niños, uno ruso y otro japonés, con voz de soprano y bajo la espada de Damocles del cambio de voz.

Una obra recomendable para adolescentes, pero también para cualquier adulto con un mínimo de sensibilidad. Me ganó con su protagonista, el sensible y conmovedoramente extraño Yutaka Aoi:

Ya avanzada la serie conoceremos en esta obra coral en todos los sentidos al hermano mayor de Yutaka, un ser libre que se empeña en ser inclasificable y a veces viste de mujer. Un personaje positivo y arrebatador. También a una de las integrantes del coro, lesbiana y enamorada de la subcapitana de la coral del instituto. Está tratado con una delicadeza y un realismo exquisitos. Si no titulo el post con esta obra es únicamente por el papel tan secundario que tiene.

De la misma autora se está publicando por la misma editorial Sombras sobre Shimanami. También muy coral, en el que aparecen distintas personas dentro del colectivo LGTBi unidas por una casa que es refugio, que es hogar para todas ellas. El hilo conductor es un chico de instituto gay y aún metidísimo en el armario, luchando por aceptarse y quererse a sí mismo. En este libro aparece mi relación favorita entre dos chicas de los mangas que he leído.

Ese primer tomo también sería apto para adolescentes, pero es el único editado en español y el único que he leído de una serie que aún está abierta en Japón.

Doy el salto a otro libro de reciente publicación pero que ya advierto que es complejo y una lectura claramente adulta: Mi experiencia lesbiana con la soledad, editado por Fandogamia. Es autobiográfico y descarnado. Su autora, Kabi Nagata, tiene que luchar contra la depresión y solo comienza a salir a flote cuando acepta su propia sexualidad, algo que hace contratando una escort lesbiana.

Flores Azules y Shonen Note son delicados y luminosos, Sombras sobre Shimanami es igualmente delicado e invita a la reflexión, este libro (de una calidad incuestionable) es crudo y no escatima miserias.

No quiero terminar sin mencionar Citrus, de Saburouta y editado por IVREA. Es una serie abierta que no he leído, pero que es uno de los máximos exponentes del yuri que se ha traído a España. Sinceramente, no sé a partir de qué edad puede ser recomendables.

Por último, no olvidéis que #LeerCómicsEsLeer y, por supuesto, leer mangas es leer.

Somos objetores a las pruebas de la Lomce, mi hija no se someterá a ellas #boicotalasrevalidas

Esta mañana mi hija no irá al colegio. No irá porque somos objetores, como muchos de sus compañeros y profesores, a las pruebas de la Lomce organizadas por una empresa externa que está recorriendo esta semana los centros educativos madrileña para examinar a alumnos de cuarto de la ESO y de tercero y sexto de Primaria.

Exámenes que ignoran la individualidad de cada niño; que tampoco tienen en cuenta las características de los distintos centros, como es el caso del de mi hija, que apuesta por innovar mediante el trabajo por proyectos y la limitación de deberes, exámenes y libros de texto.

Exámenes que consumen recursos que van a parar a manos de empresas privadas y que serían mucho más valiosos apuntalando las necesidades reales de los alumnos.

Exámenes que únicamente sirven para crear niveles artificiales, nada fiables, entre centros.

Os dejo parte del escrito del AMPA del CEIP Miguel Hernández:

Hace dos cursos una empresa privada (servinform) se embolsó 330.000 euros por la “realización, tabulación, documentación y análisis de los resultados de la evaluación” solo en nuestra región (el Ministerio de Educación ya había contemplado una partida de casi un millón y medio de euros).

En el portal informático de la Comunidad de Madrid se afirma que “la prueba tiene un carácter formativo y orientador para los centros, para los padres y para los alumnos y sirve, además, para orientar a la Administración educativa respecto a la eficacia de sus planes y actuaciones”. Desde luego, para las familias y las alumnas y alumnos no tiene capacidad orientadora, ya que la mejor información que recibimos es aquella que el profesorado y nosotros, sus familiares, vemos día a día, la que se proporciona en las reuniones y entrevistas que mantenemos y la que viene reflejada en un documento oficial: el boletín de evaluación.

Confiar la determinación de la cualificación de una persona de estas edades a una prueba concreta es, a nuestro entender, un despreció a la labor de evaluación continua de sus maestras y maestros y una burla a la inteligencia de las familias. En cuanto a ser una herramienta de orientación para la administración, podría ser siempre que se correlacionaran los datos con alguna otra variable…. cosa que no ocurre. ¿Cómo mide así la eficacia de sus planes y actuaciones? Es una evaluación diagnóstica técnicamente nula.

No es siempre posible, aunque se quiera, hacer boicot a estas pruebas desde las familias. La intendencia personal y laboral es complicada en muchos casos. Y entiendo que haya gente bien informada para la que estas pruebas no supongan ningún inconveniente o incluso las aplaudan. Algo que respeto por completo, por supuesto. Igual que pido respeto para los que objetamos.

Son bastantes, me consta, las que no se han enterado demasiado de qué va esto. Con frecuencia porque sus colegios que las reciben sin problema y no informan de lo que realmente hay detrás.

Frente a esos colegios que las aceptan o incluso dan la bienvenida, hay una movilización importante en contra. Esto que os dejo procede de un teletipo de Europa Press:

Los sindicatos CCOO, UGT y STEM han convocado seis jornadas de huelga para el profesorado de centros públicos, concertados y privados a partir de este martes en los que se desarrollen las pruebas externas de la LOMCE que se celebrarán en la Comunidad de Madrid a partir de este martes mientras que la Consejería de Educación ya ha fijado los servicios mínimos.

En concreto, la convocatoria se ciñe para este martes, miércoles, jueves y viernes, junto al 7 y 8 de mayo con una duración de 24 horas por cada jornada de paro en rechazo a estas pruebas externas, que los sindicatos critican por ser una especie de «reválidas».

Cerca de 200.000 alumnos, procedentes de 1.300 centros de Primaria y 800 de Secundaria (públicos, concertados y privados) de la Comunidad de Madrid, están llamados a partir de este martes las pruebas externas de 3º y 6º de Educación Primaria y 4º de Secundaria.

Además, el día 8 de mayo se ha convocado una manifestación por las calles de Madrid, que comenzará en Neptuno y que finalizará frente a la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.

Queremos evaluaciones cuyos resultados sirvan para mejorar desde la Administración la calidad de la Enseñanza Pública, con políticas reales de inversión en recursos, formación y apoyo al profesorado y el alumnado.

En redes sociales también se hace ruido con el hashtag #boicotalasrevalidas

A los niños les encanta jugar con cartones y Nintendo Labo lo lleva a un nuevo nivel

Era 2013 cuando os hablaba desde este mismo blog de lo que puede dar de sí una caja de cartón con un niño, para jugar en familia.

imageAyer mi santo estuvo un buen rato pegándose con un mueble (ganó, menos mal). Y el mueble venía en una caja bastante grande que nos proporcionó varias horas de juego.

Según vio la caja vacía a su disposición, a Julia se le iluminó la mirada y salió corriendo por sus pinturas. «¿Quieres que hagamos un robot?» pregunté, pero ella tenía las ideas claras. «No, hazme un rectángulo así y así mamá». Como podéis ver tenía en la cabeza crear una tele con mando a distancia y todo. Yo cambiaba de canal y pasaba de presentar las noticias a convertirse en un dibujo animado.

Las caretas también fueron idea suya.

Ya sé que es un tópico aquello de que para los niños la caja es mejor entretenimiento que lo que hay dentro, pero es que muchas veces los tópicos vienen asentados en muchas verdades.

Y también es cierto que con frecuencia nos complicamos demasiado la vida a la hora de jugar con ellos. Como con tantas otras cosas. Deberíamos aspirar a hacer fácil lo difícil y no al contrario.

No es la única vez que hemos jugado con cartones, decorándolos, convirtiéndolos en lo que la imaginación dictase, disfrutando luego del juego simbólico que propician.

Un paseo por el parque, recoger unas hojas secas. Llevarlas a casa e idear qué hacer con ellas mientras jugamos a que ha sido otoño dentro de la habitación. Encontrar una vieja caja de cartón, desmontarla, sacar las pinturas de dedos, romper en trocitos una esponja de baño, mancharse y crear.

El cartón es un material childfriendly, si me permitís tirar del inglés. Tanto que incluso hemos tenido un recomendable programa infantil llamado Panda y la cabaña de cartón. En su primer episodio enseñaban a hacer una caña de pescar.

Pues bien, este fin de semana sé a ciencia cierta que tocará de nuevo divertirnos con cartones. Pero en esta ocasión lo haremos de una manera especial, más tecnológica, gracias al ingenio y la valentía de Nintendo que ha apostado por lanzar Nintendo Labo, un producto que va más allá del clásico videojuego y que tiene un potencial que solo se vislumbra una vez has podido trastear con él. Porque la verdad es que el mayor handicap de este nuevo producto es hacerse entender bien, algo que se logra fácilmente en cuanto se prueba un poquito.

Sale a la venta en España este viernes en dos packs (pioneros de otros que irán llegando) con la Nintendo Switch. Un kit variado que es el que Julia ha ahorrado para comprar este viernes en el que se incluye un antenauta (un pequeño vehículo teledirigido con visión nocturna), una caña de pescar, una casita con una peculiar mascota con la que afrontar minijuegos, un manillar de motos con el que echar carreras y un piano.

Pensados para un montaje en familia (sus creadores tienen en mente sobre todo a familias con niños de entre 6 y 12 años), el antenauta es el más fácil, apenas lleva quince minutos. El resto oscila entre una y dos horas. Montarlos es divertido (el tutorial de la consola es de diez, ojalá vinieran así de explicados los muebles de IKEA), pero jugar con ellos lo es aun más tras acoplar en ellos mandos y consola.

Yo los pude probar y mi hija me preguntó cuál era mi favorito. Es difícil decirlo. Pese a que los juegos de conducción no suelen ser lo mío, este es muy divertido, al usar el manillar y la inclinación del cuerpo como en una moto de verdad. Permite además crear tu propio circuito escaneando  imágenes. La pesca, un tipo de juegos que triunfa en Japón y aquí no acaba de afianzarse, está también muy lograda y engancha. El bicho de la casita es muy simpático. Y el piano es sin duda el que tiene más potencial, eso único inconveniente que le veo es que conviene saber algo de música para sacarle todo el partido. ¿Cuántas horas de juego procurarán? Habrá que verlo…

A modo de crítica constructiva, es una pena que se monte en familia para luego jugar individualmente o por turnos (ahora pesco yo, ahora pescas tú). Estaría bien poder pescar juntos, en el mismo lago o competir echando una carrera por el circuito que nos hayamos inventado. Solo el antenauta viene para montarse por duplicado y así poder perseguirse, hacer una yincana o una lucha de sumo, siempre que tengamos mandos suficientes para ello.

El otro kit (Toy Con los llama Nintendo) permite convertirse tras bastantes horas de montaje en un robot con el que sentirse una mezcla de Godzilla y Optimus Prime. Realmente divertido. Puedes volar abriendo los brazos, convertirte en un vehículo que rueda si te agachas, moverte inclinándote, dar puñetazos… Pese a que sólo vislumbré una demo en la que destruir una ciudad y no el juego completo, la sensación al moverse frente a la pantalla es fantástica, el sonido del cartón chocando casa perfectamente con el juego, en el que podrían convivir dos robots, si es que nos juntamos con otro amigo con una Switch y este Toy Con. No pude probarlo en pareja pero me da la impresión de que va a ser necesario bastante espacio.

Pero es que además de montar los juguetes de cartón, dotarles de vida tecnológica y jugar con ellos, también permite crear (programar) nuestras propias funciones. Todo lo que se nos ocurra con cartones, cuerdas, gomas y cinta reflectante  se puede hacer. Os dejo el vídeo del canal oficial, en el que Nintendo va subiendo propuestas, que muestra la creación de una guitarra. Estoy segura de que pronto habrá una legión de tipos ingeniosos ideando qué hacer con este juguete. Nosotros también lo intentaremos, de hecho nos estamos planteando seriamente guardar las cajas limpias de pizza a domicilio para ‘hackearlas’ convenientemente.

Jugando con los Toy Con de Nintendo Labo se entiende lo que cuestan los mandos de Switch (“¡Cerca de ochenta euros solo por un mando! ¡Están locos!” es algo que he oído cerca). Tras verlos en acción comprendes el valor de la tecnología que encierran.

Pasa saber más os animo a leer un reportaje estupendo que ha escrito mi compañero Daniel González y que ha salido publicado también en la edición impresa. Os dejo además el vídeo que hizo junto a Guillermo Fernández, las fotos son de Jorge París:

¿Es resistente? Creo que es la primera pregunta que nos hacemos los padres, que no es precisamente barato el chisme y solo viene (salvo en el caso del antenauta) un único artefacto de cartón. Sí. Sorprendentemente la impresión que da, una vez superada la lógica prudencia inicial, es que aguanta lo que le echen, mientras lo que le echen no sea agua. En cualquier caso las piezas más delicadas, las que más sufren, vienen por duplicado. Y nada impide a priori reparar cualquier desperfecto con maña y cartones. En la web de Nintendo habrá plantillas y piezas de repuesto.

El almacenaje es otro cantar. Se conservan montados y, por tanto, abultan. Necesitan cierto espacio libre de riesgos para conservarlos. El juego trae consejos para guardarlos con bien.

Por último, una reflexión. Llama la atención para bien la falta de complejos de Nintendo a la hora de vincularse con los juguetes. Ha habido tradicionalmente una corriente entre muchas empresas y un amplio sector de los aficionados a los videojuegos por alejarse conscientemente del concepto de juguete. Es lógico porque ha habido demasiada persecución, prejuicios y malos entendidos por parte de aquellos a los que lo nuevo asusta e identificaban los videojuegos como algo para menores de edad, por mucho que mayoritariamente sean cosa de adultos.

Nunca ha sido el caso de Nintendo, que siempre ha tenido a bien recordar su origen como empresa que fabricaba cartas y juguetes. Los amiibos, de hecho, son juguetes. Y es señal de madurez en la industria y entre los ‘jugones’ sacudirse complejos de encima.

¿Cuáles fueron vuestros libros favoritos cuando erais niños y adolescentes? ¿Los conserváis para vuestros hijos?

Este es un texto que nace de la resaca del Día del libro. Nace porque ayer me preguntaron por mi libro favorito. Una pregunta imposible. Hay tantos que es injusto destacar solo uno.

No obstante, pensando sobre el concepto de libro favorito, pronto descarté los títulos descubiertos en la edad adulta y dejé de lado a genios como Cormac McCarthy o Robert Graves, porque creo que el libro favorito de verdad, el que te roba el corazón y el sueño, se da en la pasión lectora de la infancia y la adolescencia. Sobre todo de la segunda etapa, la de la rebeldía, la del buscarse, la de apreciar cualquier espejo que te ayude a interpretarte, te sirva de refugio o te dé alas. Todo eso que pueden hacer tan bien los libros.

Una edad en la que en los centros educativos aún se empeñan en obligar a la lectura de La Celestina o El Quijote, generando precisamente rechazo por las letras en la edad en la que lo que debería fomentarse es el enamoramiento por los libros, por cualquier libro, dejando que los chicos elijan sus lecturas. Más hoy día que hay tanta competencia en lo que a dedicar el tiempo de ocio se refiere. El verbo leer no admite imperativos, y estoy convencida de que Miguel de Cervantes o Fernando de Rojas estarían de acuerdo.

Yo leí todos los libros a los que me obligaron. La mayoría pasaron por mí sin pena ni gloria. Solo al releer algunos de ellos, ya adulta, descubrí sus méritos. Y fue así pese a ser una niña que leía sin parar.

Pero leía sin parar libros infantiles y novelas juveniles. Historias que me atrapaban antes de caer, también adolescente, en otros títulos tradicionalmente considerados para adultos. Libros que conservo como un tesoro para mi hija cuando crezca, para los niños de mi familia. Sin obligaciones, sin expectativas, serán simplemente un ofrecimiento.

No guardo ningún juguete de cuando era niña, pero mis libros son mi tesoro. Libros que llevan demasiado tiempo sin ser leídos. Tentada me siento de volver a abrirlos yo misma para sumergirme de nuevo entre sus páginas. Libros infantiles y novelas juveniles, géneros que demasiados sujetos estirados consideran erróneamente de segunda división.

No sé si vosotros conserváis los libros con los que comenzasteis a disfrutar de la lectura, no sé si tendréis fácil comprarlos en caso contrario. Estos son muchos de los que me acompañaron a mí. No todos. No están ahí, por ejemplo, las colecciones de Elige tu propia aventura. Tampoco los cómics.

Los comparto porque tal vez despierten en vosotros algún buen recuerdo, incluso el impulso de abrir un libro o de regalárselo a un niño.


Una delicia llena de humor que rebosa amor por la naturaleza

Hay un buen puñado de libros de perros y lobos.

Y también de caballos.

Una de mis colecciones favoritas, ambientada en la conquista el Oeste.

¿Cuánto sabes sobre los hábitos de lectura de niños y adolescentes en España?

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(GTRES)

En enero del presente año la Secretaría de Estado de Cultura presentó el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2017 elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España. Os confieso que querría haber escrito un post al respecto, pero cuando quise ya era tarde, ya había dejado de ser noticia.

Hoy, 23 de abril, Día del Libro. me ha parecido oportuno recuperarlo para hacer un trivial y que podamos jugar y comprobar cómo está el patio lector de nuestros menores. ¿Os animáis? Lo mismo os lleváis alguna sorpresa.

Por cierto, no dejéis de leer los diez libros infantiles y juveniles que recomienda hoy desde su blog mi compañera, la librera bloguera Regina ExLibris.

Sobre la inclusión en los colegios y los colegios especiales

La inclusión es lo deseable, lo que yo querría, lo que cualquiera en su sano juicio pediría. Una inclusión bien hecha que permitiera a los padres elegir un colegio cercano, al que también puedan acudir los hermanos de ese niño con autismo, con Down, con parálisis cerebral… con lo que eso facilitaría la intendencia familiar. La inclusión que pone los recursos y las manos que hacen falta allí donde hay un niño con necesidades.

La inclusión bien hecha está muy lejos de estar teniendo lugar. Salvo en las pocas excepciones en las que coinciden niños con unas características que el centro educativo puede gestionar y voluntad por parte de los profesionales del centro, la inclusión es una entelequia. Los dictámenes tardan. Apenas hay plazas para la demanda existente. Las ratios suben claramente o de manera camuflada. Demasiados docentes consideran al niño con autismo, Down o parálisis cerebral que llega a su clase más un marrón que alguien en quien volcarse. Incluso los profesores mejor predispuestos carecen de las suficientes ayudas, formación actualizada y tiempo. Con frecuencia los niños en modalidad inclusiva no son estimulados y enseñados como necesitan, no tienen un plan individualizado con objetivos claros. Lo que suele suceder es que acaben siendo ‘invitados’ a irse a la vía especial antes o después.

Hay que seguir peleando por una mejor inclusión. No debemos dejar de exigir que todo (y es un todo muy grande) vaya mejorando. Y son exigencias que hay que dirigir más a la Administración que a la comunidad educativa. Ahí está la raíz del problema, en la falta de voluntad política para dedicar recursos y cambiar viejas inercias. En otoño de 2015 el gobierno aprobó una Estrategia Española en Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) que tenía como uno de sus pilares garantizar una inclusión escolar carente de presupuesto y que, por tanto, se ha quedado en un canto al sol. Algo que ya sabíamos entonces.

Tras leer el documento con detalle, lo que cualquier lector concluye rápidamente es la inexistencia de partidas económicas, ni siquiera una mención. Es más, hay una traslación clara de responsabilidades hacia las Comunidades Autónomas, quedando el Gobierno Central como mero cómplice ideológico del asunto. Primer dilema. Porque el texto malo no es, es más, algunos de sus apartados son bastante buenos. Pero como plan estratégico obvian decir cómo pretenden llevarlo a cabo, por tanto en vez de plan estratégico no deja de ser una estupenda declaración de intenciones, o de reconocimiento de carencias.

Los colegios especiales son necesarios. Dado que no existe esa inclusión de verdad, decente, que no depende de que el niño tenga un nivel manejable para el centro con el mínimo esfuerzo, es imprescindible contar con los centros de educación especial. Sin ellos estamos perdidos. De hecho, a día de hoy, es fácil que sea el mejor lugar para muchos de nuestros niños, el que mejor les atienda, enseñe y en el que más felices estén.

(GTRES)

Para muchos padres acudir a la vía especial es visto como una derrota, como una manera de excluir de la sociedad a su hijo, es condenarle a vivir al margen o es un motivo de tristeza, como tirar la toalla, más expectativas rotas. Entiendo esas reacciones pero es preciso reconducirlas. Nadie dice que un niño no pueda regresar de la vía especial a la ordinaria. De hecho, sucede. Pese a casos como el del colegio especial público de Getafe, en esos colegios hay muchos buenos profesionales trabajando con empeño y cariño por sus niños. Es en los colegios especiales dónde yo he visto a los maestros más entregados y vinculados con sus alumnos.

Además de colegios especiales públicos, a los que acuden niños con todo tipo de discapacidad, dentro de la vía especial también hay colegios específicos concertados y privados, centros normalmente especializados en autismo, en Down o parálisis cerebral. Los tradicionales conceptos, ideologías y prejuicios relacionados con la enseñanza pública, privada y concertada en vía ordinaria no son extrapolables en este caso. La mayoría de los centros específicos especiales son pequeños, muchos fueron formados por padres que se vieron huérfanos de respuestas educativas decentes, son con frecuencia asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro que cumplen una función social, que intentan dar respuesta a una necesidad no cubierta para muchas familias. Son pocos, no los hay por toda España, no merecen estar en el punto de mira de los que luchan legítimamente por una enseñanza pública de calidad.

Los niños que están en Educación Especial o que están en algún tipo de modalidad inclusiva en Ordinaria son tan poco importantes para la Administración que ni siquiera hay datos fidedignos sobre ellos. Hace unos tres años quise elaborar un reportaje sobre el tema y solo logré saber que en el curso 2011/2012 había 33.447 niños escolarizados en España en Educación especial, en 479 colegios. Y son datos que no son ajustados a la realidad. Habría que ir una a una por cada Consejería de Educación de España solicitando la información. Lo intenté y resultó imposible. Además, la delegación de competencias hace que haya situaciones de escolarización difícilmente comparables y faltan todos los que están en colegios ‘normales’, en vía especial o inclusiva. Es más, me consta que el INE recoge datos pormenorizados de todos los centros de educación especial, pero esos datos luego no se procesan de ningún modo ni los pueden, por tanto, facilitar a un periodista que los pida. Simplemente los recogen y ahí se quedan.

Ya lo decía el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Ignacio Campoy hace cuatro años, en un estudio que presentó Unicef sobre la situación de los niños y las niñas con discapacidad en España.

La lamentable escasez de estadísticas es, precisamente, una de las observaciones que el Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad le hizo a España. (…) La necesidad de realizar más estudios y más específicos sobre cada uno de los problemas que afectan a los niños y niñas con discapacidad es absolutamente necesario, primero para ser conscientes de cada problema, de su especificidad, y después para que se comprenda que hay que dar una urgente y adecuada solución y se sepa cómo hacerlo.

La entrada al colegio de educación especial específico para niños con autismo Aucavi sur. (ELENA BUENAVISTA)

En un colegio de educación especial público madrileño a un niño con autismo: «¿Te echamos agua por encima?» «Me da miedo. ¡No me pises!»

Hoy iba a escribir de otro tema, de uno completamente distinto que tendrá que esperar. Cuando acudía en coche a la redacción escuché una noticia en la Cadena Ser que me revolvió por dentro: tres trabajadoras de un colegio de educación público de Getafe, la tutora del niño, una profesora de apoyo y una auxiliar de enfermería, han sido imputadas por malos tratos a un niño con autismo.

Un niño cuyo comportamiento cambió tanto que sus padres decidieron mandarle al colegio con un dispositivo de grabación oculto. Se trata del Colegio Santiago Ramón y Cajal. Y el audio que me revolvió por dentro fue el siguiente:

«¿Te bloqueo?» «Suéltame. Voy a estar fenomenal». «¿Vamos al médico? Y te van a pinchar en el culo?» «¿Te echamos agua por encima?». «Me da miedo. ¡No me pises!». «¡Qué le aguante tu tía a éste!» «¿Le vas a contar a mamá también que no trabajas?».

No puedes amenazar a un niño con ir al médico. Se escucha claramente en la grabación, y meter miedo con algo así es absolutamente anti pedagógico. Lo que hay que hacer es lo contrario en todo caso, normalizar el hecho de ir, practicar exploraciones ficticias, acostumbrarles a las batas blancas para facilitar las visitas a centros de salud y hospitales.

No te puedes reír de un niño que lo está pasando mal. Con o sin discapacidad, me da igual. Un niño sufriendo no es motivo de risas y bromas en ningún caso.

No puedes aprovecharte del hecho de que el niño tenga problemas de comunicación, de que no se exprese con facilidad, para que no trasciendan prácticas que tienes que saber que no son las adecuadas, porque eres un profesional formado.

Todo el mundo está sujeto a perder la paciencia, a derrapar en alguna ocasión, a errar y darse cuenta de que has metido la pata. A los padres también nos pasa. Los padres también sabemos que hay ratios exageradas, pocos recursos, muchas exigencias… Pero no se puede ser cruel. No puedes desarrollar un corazón de piedra cuando tu trabajo consiste en cuidar y enseñar a niños. Con o sin discapacidad, neurotípicos o no.

Si a mí me retorció por dentro escuchar esa grabación, no quiero ni imaginar el dolor de los adultos que aman a ese niño con autismo cuando se encontraron con ella. Espero sinceramente que la administración educativa y las autoridades implicadas a partir de este momento investiguen a conciencia y depuren responsabilidades.

Cuando enviamos a nuestros hijos al colegio, confiamos en que los profesionales con los que se encuentren actúen con bondad, con empatía. Estamos dejando en sus manos lo que más queremos. En el caso de los niños más pequeños, de los niños con algún trastorno, enfermedad, discapacidad… cuya indefensión y necesidades son mayores, contar con maestros sensibles y preparados es vital.

(GTRES)

Quiero terminar con un texto de hace algunos años en el que reivindicaba la labor de los buenos profesionales que trabajan en Educación Especial. Son muchos, se enfrentan a demasiados retos, no reciben apenas reconocimiento y sí con frecuencia las zancadillas de algunos padres que orientamos equivocadamente nuestras expectativas, problemáticas o necesidades. Las familias, unidas a la falta de recursos, estamos quemando a buenos profesionales cuando es al Administración a la que deberíamos dirigir nuestras quejas.

A esos buenos profesionales hay que mimarlos. A aquellos que no tienen la sensibilidad necesaria para trabajar con niños, hay que apartarlos de los centros educativos.

En las manos de los docentes dejamos lo que mas amamos, necesitamos profesionales capaces, sensibles, flexibles, que no se acomoden y entiendan la importancia de su labor. Y ellos necesitan consideración, respeto y medios para hacer su trabajo.

No, no todos son buenos profesionales. Los hay maravillosos y execrables, como en cualquier oficio. Y también hay una gran mayoría que procura hacer bien su trabajo, que pone interés y ganas, que no brillo, y que pueden equivocarse como cualquiera.

La mayoría, cuando oye hablar de algo como el día de los docentes, piensa en esos maestros de infantil o primaria, abriendo el mundo a niños pequeños; en los profesores de secundaria que procuran transmitir conocimientos y, sobre todo, el interés por adquirirlos; tal vez también en los profesores universitarios.

No son en los que primero pienso yo. Los docentes que tengo en mente son Ana, Ruth, Fran, María, Merche… y sus alumnos son niños como mi hijo, como Jaime. Niños con autismo, con parálisis cerebral, con síndrome de Down, con X-frágil… a los que hay que ayudar a ser lo mas autónomos y felices posible en un mundo aun poco adaptado a la diversidad. Docentes que con frecuencia por poco dinero y con mucho trabajo tienen que ser aún más flexibles, capaces y sensibles para adaptarse a alumnos que son únicos, con retos y necesidades diferentes.

Niños a los que enseñar a asearse, a regular su conducta, a comunicarse por los medios que sea, a alcanzar todo el potencial que encierran para encararse a esa sociedad a la que tanto le cuesta aceptar la diferencia.

Maestros que no se puede permitir los escrúpulos, la rigidez o que les fallen las fuerzas (tanto las físicas como las internas), que desarrollan su labor en colegios especiales, específicos, ordinarios, en centros de atención temprana, incluso acudiendo a las casas de sus alumnos. Maestros que, igual que muchos padres, se enfrentan al “no sé cómo lo haces” cuando cuentan a qué se dedican, a días complicados, a problemas inesperados.

En el curso 2011/2012 había 33.447 niños escolarizados en España en educación especial, en 479 colegios. Son muchos mas en realidad, ya que ahí no se cuentan los que acuden con apoyos a centros ordinarios.

Niños en los que nadie piensa cuando se habla en los medios de comunicación de la vuelta al cole, nos inundan de publicidad para conseguir nuevo material escolar o nos mandan los catálogos de juguetes para la Navidad. Niños de los que pocos se acuerdan atendidos por maestros que pocos recuerdan.

Merece la pena revisitar con nuestros hijos muchas viejas películas del oeste

Nací en el 76, así que fui niña en los ochenta. En esa época, como bien sabréis muchos de los que me estáis leyendo, estábamos a años luz de tener la oferta audiovisual de la que nuestros hijos disponen ahora. Había dos canales públicos y todos veíamos más o menos lo mismo, lo que explica la nostalgia multitudinaria de las series y programas de hace tres décadas, algo que nuestros hijos difícilmente experimentarán cuando pasen de los cuarenta.

Entre aquella escasa oferta a nuestra disposición se encontraban las películas de vaqueros. Recuerdo perfectamente que, durante muchos años, era tradición ver el wéstern que programaban los fines de semana por la tarde, tras el telediario y los dibujos animados, en plena hora de la siesta.

No siempre eran películas del oeste, también había bélicas como Los cañones de Navarone. Y las del oeste no las emitían únicamente a esas horas, ya lo sé. Pero yo las identifico sobre todo a esa hora y me recuerdo viéndolas junto a mi abuelo, que sigue a nuestro lado, ya nonagenario.

Crecí amando esas historias. Las buenas claro, que son muchas. Bien sé que también hay en ese género, como en todos, muchas cintas malas y regulares.

Hablaba con mi compañero David Yagüe, autor del blog de novela histórica XX Siglos con el que comparto el amor nacido en la infancia por los westerns, que probablemente no seamos tan rara avis cómo pueda parecer. Tiene que haber muchos más niños por ahí que crecieron disfrutando lo que mi abuelo llamaba ‘vaqueradas’.

‘Río rojo’ (1948)

Por aquellos recuerdos tengo la íntima convicción de que muchas viejas películas del oeste, son país para niños.

Tendría que volver a verlas de nuevo, siendo ya madre, para saber hasta qué punto su ritmo, sus guiones, sus personajes son del gusto de los niños de ahora, son convenientes en estos tiempos modernos en los que vigilamos con más cuidado lo que presentamos a la infancia. Hay unas cuantas que he seguido viendo de adulta, pero otras permanecen en la niebla del disfrute pasado.

Hay muchos wésterns demasiado violentos, complejos o que han quedado tan anticuados que no tiene sentido recuperarlos. Pero también los hay aptos, asumiendo que son productos culturales hijos de su tiempo y que yo creo que los niños son capaces de manejar eso. Y estamos en una época prolífica en contenidos, pero en el que no nos llegan tantos que sean de calidad y y se puedan disfrutar en familia. Casi todo suele ser demasiado infantil o demasiado adulto.

Con mi hija de momento solo he visto una: Horizontes de grandeza de William Wyler. Y sé bien que esa sí es recomendable para niños a partir de unos ocho o diez años. Solo sus casi tres horas pueden suponer un problema, pero si no nos empeñamos en verla de una sentada no tiene que ser ningún problema. En ella Gregory Peck es un marinero del este en tierra que se niega a usar la violencia, que lleva el calor por dentro sin importar lo que piensen los demás, y que convierte esa actitud en el camino a seguir para prosperar. Junto a él Jean Simmons como una maestra empeñada en conservar su independencia, una mujer fuerte que se niega a vivir a la sombra de un hombre solo porque aquella sociedad lo exija.

‘Horizontes de grandeza’ (1958)

Hablando con David Yagüe, sin tener que pensar apenas, enseguida nos vinieron a la mente títulos que nos gustaría revisar en familia, con nuestros niños como Los tres padrinos, un cuento de navidad versionado con cowboys; ese otro alegato pacifista que era Flecha rota Con James Stewart, la película en la que yo pensé tras ver Avatar; la divertidísima Las colinas de las batallas del Whisky; el camino contra la adversidad de Caravana de mujeres

‘La diligencia’ (1939)

Hay más. Algunas que pueden ver niños de ocho años, otras a partir de diez o doce. No sé cuáles recomendaríais vosotros, pero a nosotros no paraban de ocurrírsenos títulos: El dorado, El álamo, La diligencia, Río Bravo, La leyenda de la ciudad sin nombre, Los profesionales, Soldado azul (esa ya en la adolescencia), Valor de Ley, Pequeño gran hombre, Río Rojo

Sería una pena que todas esas buenas historias se perdieran.

‘Caravana de mujeres’ (1951)

Para terminar, aquí tenéis una lista con las mejores películas de vaqueros en las que aparecen muchos otros títulos: Centauros del desierto, La conquista del Oeste, winchester 73, Cimarrón

¿A quién le preocupa que mañana sea lunes?

‪Desde los dieciocho años. Tenemos más de cuarenta. Dos niños, el no parar diario, tareas constantes… y que aún haya raptos en los que le miras y se te detiene un instante el corazón. En los que las manos y las miradas vuelan.

Miras y ves en él, casi superpuestos, al capitán adolescente del equipo de baloncesto, al universitario despreocupado, al treintañero siempre soñando con subirse a un avión y al padre que repasa multiplicaciones. Un juego de muñecas rusas de carne y recuerdos que aún no ha terminado de formarse. Un amor de verdad, cotidiano y real. Una suerte infinita.

¿A quién puede preocuparle así que mañana sea lunes? Creo que lo único que debería preocuparnos es olvidar cómo mirar; no practicar el parar y ser conscientes de aquellos, de aquello, que realmente importa.‬