Somos una legión, una manada de madres y padres, los que estamos preguntándonos desde ayer qué debemos decir a nuestras hijas cuando salgan solas a la calle. También a nuestros hijos.
¿Qué le diré a mi niña, que aún tiene nueve años y le queda lejos el salir a divertirse sin la vigilancia de un adulto? Le queda aún un puñado de años que sé que pasarán volando y que quiero creer que traerán una mayor conciencia a todos los niveles sobre lo que es una relación consentida, sobre lo que es abuso o agresión sexual. Quiero creer, pero no sé si veremos.
No le diré que se resista si cinco tíos la acorralan en un portal. Cinco o uno, si cree que su vida corre peligro. La quiero viva, la quiero conmigo siempre, cueste lo que cueste. Estoy convencida de que se puede volver a ser feliz, si se sigue pisando tierra.
No le diré que se resista, aunque eso suponga que no la crean, que pongan en duda su palabra y su dolor, que sus agresores regateen parte del castigo.
Le diré también que no calle, jamás. Si dijo no, da igual las circunstancias, y la otra persona no respetó esa negativa, hay que hablar. Sin vergüenzas, sin miedos. Yo siempre la creeré. Y, como yo, lo hará la otra gran manada.
Me niego a decirle que no puede vestir como quiera, tan corta y ajustada como le dé la gana Pero también tendré que decirle que tenga cuidado cuando comience a salir sola. Que evite callejones oscuros, que desconfíe, que procure buscar la compañía de amigos y amigas para no exponerse como pieza de caza por parte de algún monstruo de apariencia humana.
Tendré que recomendarle precaución y eso significa insuflar miedos. Ella, que crece libre y valiente, segura del suelo que pisa, a la que estoy enseñando que puede llegar a ser lo que quiera y es independiente y capaz, tendrá que crecer y saberse posible presa. Tendrá que pagar taxis hasta la puerta de casa, tomar el camino de vuelta más largo e iluminado, irse antes pese a estar pasándolo bien para regresar en compañía, o pasar miedo acelerando el paso, con las llaves y el móvil en la mano, hasta encontrar refugio en el portal o en una calle transitada.
Igual que lo he vivido y sigo viviendo yo. Igual que todas.
¿Qué le diré a mi hija que tiene 9 años? Que no se resista, la quiero viva. Que no calle, yo siempre la creeré. Pero también que tenga cuidado, y así la condenaré a la maldición de todas las mujeres al miedo a los callejones oscuros #noesno #YoSiTeCreo https://t.co/30ZWRqfC9l pic.twitter.com/wMaUyaEpQ3
— madrereciente (@madrereciente) 27 de abril de 2018
Por eso tendría que explicar a mi hijo, que tiene once años, que un no es un no, da igual las circunstancias. Tendría y no tendré porque su autismo me asegura que jamás será cazador, que jamás hará sufrir a nadie por querer imponer su deseo o sus ansias de violencia.
Concluyo con la aportación que un lector me ha hecho llegar por privado, Edu RL, un padre:
Querida Eva:
Hoy te escribo estas líneas porque, mientras descansas tranquilamente en tu cuna, el mundo en el que vas a vivir se ha convertido en un lugar un poquito más feo. Y es que hoy nos han dicho una vez más que tu palabra, sólo porque eres mujer, vale un poco menos. Que la sociedad en la que estamos sigue dudando de vuestras palabras.
Sí, con todas las noticias de hoy yo sólo puedo pensar en ti y en el mundo en el que me gustaría que crecieras. Así que, dándole unas cuantas vueltas a la cabeza, me ha salido esta lista de deseos para ti.
Deseo que crezcas loca, sonriente y feliz. Deseo que crezcas libre, dueña de tus decisiones y de tu destino. Estudia lo que quieras, trabaja en lo que quieras. Vive como quieras.
Deseo que disfrutes de cada segundo, y que disfrutes del modo que tú y solamente tú elijas. Emborráchate, baila, ríe, sueña.
Deseo que disfrutes de tu sexualidad de la manera que más te guste. Acuéstate con uno, con dos o con cinco. O con una, dos o cinco. O con uno y una a la vez. Sé tu misma.
Pero mi fundamental deseo es el siguiente: que cuando digas NO se pare el mundo. Que tu NO sea la palabra más poderosa, y que nada ni nadie se atreva a ponerla en duda. NO es NO, y nada ni nadie debe sacarte de ahí.
Vive, disfruta y se feliz.
Te quiero mucho.
Papá.