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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Entender Somalia: el ascenso de las milicias sufíes de Ahlu Sunna Waljama’a

La retirada de Al Shabab de los barrios del norte de Mogadiscio – que, sin embargo, continúa realizando ataques puntuales en la capital, con un saldo de 45 muertos el pasado mes y una docena de decapitaciones -, parece haber situado a Somalia nuevamente frente al más complejo y antiguo de sus problemas: los señores de la guerra.

Puesto militar en las calles de Mogadiscio. Noviembre 2010. (HERNÁN ZIN)

Hasta el repliegue de los integristas vinculados a Al Qaeda, los señores de la guerra habían aparcado sus diferencias y ambiciones de poder para enfrentarse a un enemigo común, o había sido expulsados de sus territorios. Ahora que “Los jóvenes” han regresado a sus feudos en el sur, Somalia vuelve al caos en el que se encontraba en 2006, antes de que la Unión de Cortes Islámicas tomase el país.

Recordemos que si aquel heterogéneo conjunto de 13 tribunales islámicos logró hacerse con el control durante seis meses fue porque la población estaba harta de las luchas y abusos de los señores de la guerra con sus lealtades a clanes y subclanes. Algo parecido a los que sucedió entre 1994 y 1996 con los talibanes en Afganistán.

Hoy Somalia vuelve a 2006. Y la debilidad del Gobierno de Sharif Ahmed, que a diferencia del de hace cinco años al menos está presente en la capital, permite vislumbrar que los señores de la guerra serán nuevamente un desafío más allá de las alianzas que algunos de estos personajes han establecido con EEUU y Etiopía en los últimos años.

O, lo que es peor aún, Somalia podría regresar a la situación de 1991 cuando tras la caída del dictador Siad Barre dos señores de la guerra emprendieron una brutal pugna por hacerse con la presidencia del país: Mohamed Farah Aidid y Ali Mahdi. El origen de estos 20 años de guerra civil y Estado fallido.

Por esta razón, para comprender el futuro próximo inmediato de Somalia resulta fundamental conocer la composición, origen y ambiciones de estos grupos armados sobre los que volveremos en próximas entradas de Viaje a la guerra.

Luchar contra los integristas

Ahlu Sunna Waljama’a (ASWJ) es una de las organizaciones que con mayor vigor ha luchado contra Al Shabab. Va más allá de la adscripción a un determinado señor de la guerra o clan, pero su capacidad militar la hace un actor clave en los equilibrios de poder del Gobierno de Sharif Ahmed.

Los miembros de ASWJ son musulmanes sufíes. Hasta el 2008 habían permanecido al margen de la lucha armada. Fueron los ataques de Al Shabab contra sus líderes y símbolos religiosos los que los llevaron a convertirse en una organización paramilitar. Para los miembros de Al Shabab, adscritos al wahabismo, los sufíes son apostatas pues veneran a sus ancestros. De allí las acciones también contra las tumbas que los sufíes convierten en lugares de culto.

De hecho, el origen del grupo en 1991 fue exactamente el mismo. Nació del deseo de defender los valores sufíes frente a la organización Al-Ittihad al-Islamiyya (AIAI), la única que en aquellos tiempos de lucha entre señores de la guerra estaba vinculada con el islamismo integrista. Varios de sus jerarcas se salieron de la Asamblea Islámica de Académicos de Somalia para tratar de unir a las tres órdenes sufíes del país: Qadiriyya, Salihiyya y Ahmadiyya.

Etíopes y mercenarios

Según narra Jeremy Scahill en un reciente reportaje para The Nation, la creación por parte de ASWJ de un brazo paramilitar en 2008 para hacer frente a Al Shabab dejó en un principio “mucho que desear”. Sólo cuando comenzó a recibir ayuda por parte de Etiopía, la milicia fue tomando verdadera forma. La administración de Addis Abeba brindó financiación, armas y entrenamiento al grupo. Estrategia que no podría haber seguido sin el apoyo de los EEUU.

También la empresa militar privada Southern Ace, con base en Hong Kong y vinculada al mercenario sudafricano Edgar Van Tonder, aportó los medios y la experiencia para que ASWJ desarrollara su brazo paramilitar. Un informe de la ONU señala que Southern Ace violó de forma flagrante el embargo de armas. A tal punto que hizo que el precio de las municiones subiera en el país.

Lealtades confusas

Además de presencia en Mogadiscio, ASWJ controla las regiones de Mudug, Gedo y Galgaduud, y partes de Hiiraan, Middle Shabelle y Bakool. El 22 de febrero de 2009, el grupo creó la Administración Central de Somalia, una suerte de gobierno de facto en un territorio casi equivalente a la provincia de Galgaduud. Al frente se situó Sheikh Omar Muhammad Farah.

Sin embargo, esta acción quedó opacada cuando ASWJ firmó en marzo de 2010 un acuerdo con el presidente Sharif Ahmed para integrar el Gobierno de Transición Federal. Recibió cinco ministerios, parte del control de aparato de seguridad nacional y puestos diplomáticos.

En un informe publicado en julio, el Grupo de la ONU para la Supervisión de Somalia manifestó su desconfianza con respecto a ASWJ al señalar que “parecen representantes de potencias extranjeras más que autoridades locales emergentes”. Afirmación que pone en entredicho las lealtades de este grupo ahora que Al Shabab ha emprendido la retirada.

La misma pregunta se podría hacer sobre los señores de la guerra: ¿responden al Gobierno o a las potencias que los arman y financian? ¿Renunciarán al control de sus feudos en favor de un poder central o la guerra civil volverá con nuevos bríos?

Augustine Mahiga, representante de la ONU para Somalia señaló similares dudas en abril de 2011, agregando además que el grupo parece carecer de un liderazgo unificado, lo que dificultaría asimismo las negociaciones.

A favor de ASWJ es importante señalar que el viernes fue una de las organizaciones firmantes de la Hoja de Ruta auspiciada por la ONU para reemplazar el Gobierno de Transición Federal. Acción elogiada por Catherine Ashton.

Entender Somalia

Si nada se tuerce, en poco tiempo más estaremos de regreso en Somalia. Un buen momento para – además de preparar equipos, hacer maletas, sacar seguros, pedir permisos y organizar contactos -, repasar los cuadernos de notas, la bibliografía de referencia – entra la que destaca, sin dudas, el trabajo del profesor Ioan Lewis – , y reunir la información que nos permitirá tener una visión más profunda, con mayores matices y menos anclada en el presente, de la desesperada situación que se vive en Somalia como consecuencia del hambre y de la guerra.

Mujeres y niños desplazados reciben sus tarjetas de identificación en un campamento de Mogadiscio. (Ismail Taxta / REUTERS)

Empezaremos por la organización social del país: los seis grandes grupos y sus respectivos clanes y subclanes, además de colectivos históricamente marginados por sus raíces bantúes como los jareer. Recorreremos luego la historia antigua somalí, con la influencia de los sultanatos árabes y las continuas luchas contra los cristianos abisinios. Descubriremos cómo se forjaron la cosmopolita Hamar (nombre que recibe Mogadiscio en somalí) y sus pares costeras Brava, Merca y Zeila.

Además, nos adentraremos en el período colonial, en la independencia y en la guerra civil, y en las características geográficas y económicas de esta nación del Cuerno de África. En este último aspecto, en el que destaca el trabajo del profesor Peter D. Little, trataremos de entender cómo es posible que el PIB de Somalia siga creciendo, y los hombres de negocio prosperando, en medio del caos.

Sobre esta cuestión, una anécdota de nuestro último viaje: apenas bajamos del avión en Mogadiscio recibimos un mensaje de bienvenida de la compañía local de móviles. El aeropuerto estaba desierto debido a los reiterados ataques de Al Shabab, nosotros avanzábamos a paso firme con las maletas, pero los teléfonos, fundamentales para hacer negocios y para la guerra, se mostraban tan eficientes como en cualquier otro lugar del mundo.

Por estos derroteros irán las próximas entradas de este blog.

Un periodista muerto

Con respecto a las últimas noticias que llegan desde Somalia, ninguna es buena, para no romper con la tradición.

Al Yazira difundió un vídeo la semana pasada en el que se ve a decenas de milicianos de Al Shabab caminando por Mogadiscio. Algo queda claro: tarde o temprano van a volver, como ya hicieron en 2007 tras la invasión etíope respaldada por EEUU. Cuestión de tiempo. Cuando pase la hambruna, que se ha cebado especialmente con el sur, donde Al Shabab es fuerte, tratarán de retomar la capital y su antiguo feudo, el mercado de Bakara, tan importante para la recolección de dinero. Quizás lo intente antes.

En relación a la hambruna, que se perpetuará hasta 2012, la ONU acaba de incorporar una sexta región a la alerta alimentaria: Bay, que también se encuentra en el sur del país. El pasado 20 de julio, las Naciones Unidas declararon oficialmente el estado de hambruna en las regiones de Bakool y Bajo Shabele, a las que se unieron en agosto las zonas de Balcad y Cadale, en el Shabelle Medio, y el campo de desplazados internos de Afgoye, en Mogadiscio.

La tercera noticia apenas tuvo repercusión en los medios: un periodista malayo murió el viernes por la tarde como consecuencia de disparos de AMISOM, la misión militar de la Unión Africana, que está integrada principalmente por soldados de Uganda y Burundi. Sucedió en el famoso Kilómetro Cuatro, cruce de carreteras primordial en Mogadiscio, y uno de los lugares con mayor número de puestos de control. Se llamaba Noramfaizul Mohd Noor. Trabajaba para TV3 de Malasia. Tenía 39 años y dos hijos.

Preparando las maletas para volver a África

Llegan a su fin estos dos meses de inmersión en el complejo mundo de las barras bravas argentinas. Una inmersión que comenzó el 26 de junio, con los desmanes y destrozos que siguieron al descenso de River Plate a la Segunda División, y que me permitió conocer este fenómeno desde una proximidad que no atisbaba en un principio.

Espero poder volver a finales de año a Buenos Aires para continuar este trabajo de investigación. Como toda labor en proceso, hay detalles y reflexiones que aún no he podido compartir. Cuestión de tiempo.

Otra vez a hacer la maleta. El destino, África. Regreso al continente que tanto hemos fatigado en estos cinco años de blog y en el que estuvimos por última vez en mayo y junio para retratar de primera mano la terrible situación que padecen los albinos tanzanos.

¿Dónde en África? Libia es una opción que me seduce enormemente, pero este blog nació con la vocación de estar en los lugares donde no abunda la prensa, en los conflictos olvidados que tanto cuesta que encuentren espacio en los medios tradicionales, y así permanece.

No, el destino es Somalia. Aún no está plenamente confirmado, pero espero estar allí en poco tiempo más. Desde que pasé en noviembre del año pasado por Mogadiscio aún no he conseguido poner nuevamente los pies en la capital somalí, y eso que era una de nuestras prioridades.

Parece que ahora, con la salida de Al Shabab de la capital, las puertas no están tan cerradas como antes. Sin embargo, en el estado fallido por antonomasia, la situación puede cambiar de un día a otro. Una situación que, como hemos ido narrando en estas páginas, se muestra más desesperada que nunca debido a la hambruna.

Historia del hambre en el Cuerno de África

Desde el siglo XVI, los colonizadores árabes y europeos fueron dejando constancia de las hambrunas que de manera recurrente asolaban al Cuerno de África.

omalia está sufriendo la peor hambruna en 20 años y 3,7 millones de personas corren el riesgo de morir por inanición. (Jakob Dall / REUTERS)

En tiempos más recientes, entre 1888 y 1892, la Gran hambruna etíope terminó con la vida de un tercio de la población del país. A la muerte del 90% del ganado como consecuencia de una epidemia de peste bovina que llegó desde la India, se le sumó la sequía provocada por una oscilación del caudal del Nilo y un brote masivo de viruela y otro de fiebre tifoidea.

La siguiente hambruna de vastas dimensiones tendría lugar en la región etíope de Tigray, en el año 1958. Puso fin a la existencia de más de 100 mil personas.

El Cuerno de África volvió a ser golpeado con fuerza por una crisis alimentaria en 1973. Entre 40 y 80 mil individuos perecieron en el norte de Etiopía. La mayoría eran agricultores oromo y pastores afar (como los que retratamos en este blog en nuestro paso por el país en 2007, cuando el hambre también los había llevado a una situación desesperada).

Esta crisis daría la excusa a un grupo de militares comunistas conocidos como Derg para levantarse contra la figura despótica y retrógrada del emperador Haile Selassie, que sería depuesto y ejecutado a los 83 años de edad. El llamado “Rey de reyes”, el mesías de los rastafaris – que Kapuscinsky retrataría en «El emperador», libro que lo dio a conocer a nivel internacional -, había llegado al poder en 1930.

Hambruna con alimentos

El bengalí Amartya Sen, premio Nobel de Economía, estudió exhaustivamente esta hambruna en su extraordinaria obra “Poverty and Famines”. Intentaba demostrar que, al igual que sucediera en la Gran hambruna bengalí de 1943, en las crisis del Sahel y de Bangladesh de los años 70, la disminución en la oferta de alimentos no había sido la razón de estas catástrofes. Había comida pero la gente no podía acceder a ella.

Uno de los líderes de aquella junta militar, Hailé Mariam Mengistu, llegó a la presidencia de la República Democrática Popular de Etiopía en 1987. Aliado de la Unión Soviética, instauró un régimen brutal y autoritario conocido como el Terror rojo. Seguía al frente del país cuando se desató la hambruna que mataría a más de un millón de personas entre 1984 y 1985. Los experimentos colectivistas que llevaba años realizando fueron en parte responsables de aquel desastre.

Una que hambruna que tuvo su epicentro en Wollo y Tigray y que saltó a la primera plana de las televisiones mundiales debido a las campaña mediática emprendida por Bob Geldorf en el Reino Unido a través de Live Aid. La cifra de muertos superó el millón.

Después vendría la polémica por el uso de la ayuda extranjera por parte del gobierno de Hailé Mariam Mengistu, que estaba en guerra con los rebeldes del norte del país. Robert Kaplan, en su libro “Rendición o hambre”, da cuenta de forma minuciosa de lo sucedido en aquellos tiempos.

Operación dar ayuda

En 1991 le tocó el turno a Somalia. La caída del dictador Siad Barre empujó al país a la guerra civil. La estrategia de “tierra quemada” de los clanes fue la que empezó a provocar el hambre que mataría a 200 mil personas.

En agosto de 1992, los EEUU intervendrían militarmente para asegurarse de que la ayuda no quedase en mano de los señores de la guerra. Empezaba la operación Provide Relief, que sería un fracaso de tales proporciones para Bill Clinton que en 1994, el presidente demócrata evitaría intervenir para detener el genocidio de Ruanda.

En los últimos años se han sucedido las sequías y hambrunas puntuales en Somalia, Kenia, Etiopía y Eritrea, pero nada semejante a la catástrofe alimentaria que hoy tiene como zona cero a la región somalí de Baja Shabelle y que ya anunciamos en estas páginas en el mes de marzo. Al repasar la situación de caos, vacío de poder central y violencia en Somalia, no se puede más que coincidir con Amartya Sen en que no hay mejor remedio para el hambre que la paz y la democracia.

La liberación de Mogadiscio

Las milicias de Al Shabab han abandonado Mogadiscio rumbo a Merca y otras ciudades del sur del país. Una excelente noticia para el presidente Sharif Ahmed y su Gobierno Federal de Transición, para las tropas de la AMISOM, para la comunidad internacional y, sobre todo, para los habitantes de la capital de Somalia que llevan ya cuatro años sufriendo los abusos de los integristas y las brutales consecuencias de la guerra.

Soldados de AMISOM en Mogadiscio (Reuters)

¿Por qué decidieron salir de Mogadiscio, donde, como vimos en nuestro paso por la devastada urbe en el mes de noviembre, tenían un vasto control? Suyos eran los barrios del norte y el mercado de Bakara, importantísima fuente de recursos para la financiación de la guerra. Sin contar con el dominio absoluto que tienen en el sur del país.

La respuesta no es sencilla, como nada lo es en Somalia, pues son varios los escenarios que parecen haberse puesto en su contra a lo largo de los últimos meses.

La guerra

Desde que la Unión Africana lanzara una vasta ofensiva el 18 de febrero, Al Shabab ha recibido numerosos golpes – muerte de combatientes extranjeros y de altos mandos de la organización – que la han hecho retroceder poco a poco en el mapa de la urbe bañada por las aguas del Índico. Retroceso del que fuimos dando cuenta en las páginas de este blog.

Sin dudas, un éxito para la Unión Africana en su conjunto, que empieza a demostrar que puede hacerse cargo de los asuntos de la región más allá de su paupérrimo presupuesto. Y en lo personal, una victoria para el presidente ugandés Yoweri Museveni, que en plenas elecciones decidió elevar el número de soldados que sumaría a AMISOM.

Tras el atentado perpetrado el año pasado año por Al Shabab en Kampala durante el Mundial de Fútbol, con un saldo de 76 muertos, Museveni podría haber optado por disminuir su contribución a la fuerza de paz de la Unión Africana, que está conformada principalmente por soldados ugandeses. Ellos han sido las principales bajas en estos meses de conflicto junto a sus pares de Burundi.

Un éxito también para el gobierno del presidente Sharif Ahmed, cuyas fuerzas, entrenadas por EEUU y la UE, participaron asimismo de la ofensiva.

Este antiguo miembro de la Unión de Cortes Islámicas ha sufrido no sólo atentados que terminaron con las vidas de varios de sus ministros sino también luchas intestinas en su Ejecutivo, como la que mantuvo con el ahora ex primer ministro Mohamed Abdullahi Farmajo, que dejó el cargo tras el llamado Acuerdo de Kampala, firmado en junio.

En noviembre fuimos testigos del escaso poder que tenía más allá de Villa Somalia, su residencia.

El hambre

La otra razón para la salida de Al Shabab es sin dudas la brutal hambruna que está padeciendo el Cuerno de África, pero especialmente el sur de Somalia, la zona bajo su control. Además de impedir el arribo de asistencia humanitaria, en los últimos días los integristas han estado bloqueando la partida de los refugiados en busca de ayuda.

Todo esto habla de un caos que necesita más hombres para ser controlado, a lo que hay que sumarle la propia presión de los combatientes con respecto a la situación de sus familias. Los integrantes de Al Shabab son en buena parte descastados, ajenos a los grandes clanes.

Si se mantiene el control del gobierno sobre Mogadiscio, las organizaciones no gubernamentales podrán articular mejor su labor de ayuda humanitaria, que hasta ahora se realizaba mayoritariamente desde Nairobi.

Los aviones con alimentos ya no tendrán que arriesgarse a los disparos con RPG desde el agua o el fuego de mortero desde la ciudad cada vez que aterrizan en el aeropuerto Aden Abdullah Osman Daar, escenario de tantos atentados en los últimos años.

El regreso

Quien conozca la historia de estos veinte años de guerra civil en Somalia sabe que se puede estar ante una victoria temporal, efímera; que las milicias de Al Shabab pueden haber optado por replegarse para minimizar los daños y luego regresar. De hecho, ayer seguían los combates en Mogadiscio, de la que se dice que aún controla un 10%.

Algo parecido sucedió en 2006, cuando las tropas etíopes invadieron el país respaldadas por la administración de Washington. Los islamistas de la Unión de Cortes Islámica retrocedieron hacia el sur del país.

No tardaron mucho en recuperar Kismayo, su bastión – que cayó en manos etíopes el 1 de enero de 2007 -, para lanzar luego una contraofensiva. Fue entonces cuando Al Shabab, el brazo armado de los islamistas, se hizo fuerte desplazando a los elementos más moderados y reforzando los lazos con Al Qaeda. Las fuerzas etíopes abandonaron finalmente el país en 2009.

Es posible que la historia se vuelva a repetir. Y que Al Shabab vuelva a Mogadiscio apenas la coyuntura le sea más favorable.

Nuestro paso por Somalia junto al Programa Mundial de Alimentos

El pasado mes de noviembre recorrimos en este blog parte de Somalia de la mano del Programa Mundial de Alimentos (PAM). Estuvimos en Mogadiscio, Hargeisa, Bosaso, Garowe y Galkayio.

En la capital del país descubrimos la extrema vulnerabilidad de los programas de esta agencia: falta de seguridad, escasez de recursos, dificultades en la dirección en la distancia de las operaciones, desde Nairobi (acusaciones de corrupción y favoritismo a la hora de repartir la comida incluídas).

Especialmente en aquel puerto desolado de Moga al que los barcos con alimentos llegan escoltados para evitar la piratería. Puerto por el que caminamos junto al director regional del PAM y al presidente del país bajo la amenaza de los ataques con morteros y los atentados suicida. Todo un símbolo del caos imperante tras veinte años de guerra civil.

Varias crónicas que plasmamos en estas páginas que quizás permitan ahora comprender mejor la complejidad y los desafíos de la operación que se está articulando para llevar ayuda humanitaria a las víctimas de esta nueva sequía – a partir de hoy, con la aprobación de EEUU para todo el territorio – que tantas miles de vidas están poniendo en jaque en el Cuerno de Africa.

Tierra de extremistas

Y peor aún, ya que el epicentro de la sequía está en el sur del país, donde el control de Al Shabab, la milicia islamista vinculada a Al Qaeda, es absoluto al punto de que las organizaciones humanitarias extranjeras hace años que no tienen presencia.

Para ser más precisos en Bakool y Bajo Shabele, donde la ONU declaró la situación de hambruna, algo que no ocurría desde 1992, si bien las crisis alimentarias son cíclicas en el Cuerno de África, y tiene lugar cada dos o tres años, aunque no de esta magnitud. Se estima que medio millón de niños podría perder la vida.

Jeffrey Gettleman informaba ayer en el New York Times que Al Shabab, en otra estrategia que la asocia a los talibanes – como las lapidaciones y la imposición de una versión radical y delirante de la sharia -, está impidiendo que la población huya hacia otras regiones.

Durante los últimos meses hemos estado aguardando los permisos para volver a Somalia. No tuvimos éxito. Parece que en las próximas semanas podremos volver al país.

Regreso a Somalia: luces y sombras de la Unión Africana

La mitad de los colegas en Japón, la otra mitad en Bengasi, y yo aquí sentado frente al ordenador esperando a que la Unión Africana (UA) me de luz verde para volver a Somalia. No tengo palabras para describir la profunda alegría que me embarga.

Resulta reconfortante, en lo humano y en lo profesional, dedicarse a hacer historias de fondo – reportajes, libros, documentales, este blog -, pero hay momentos como estos en los que la agenda cerrada, elaborada de antemano, que requiere esta forma de contar historias, sabe un poco a losa sobre la cabeza. Hoy, con la que está cayendo en Libia, una losa antecedida por elefantes, carros de bomberos y catedrales.

Pero nada, así es la vida. Y ya que estamos, hablemos de esta UA que cierta relación guarda con lo que está sucediendo en el Mediterráneo.

Del panafricanismo de Gadafi

En primer lugar, porque surgió de la pasión panafricanista de nuestro amigo caído en desgracia: Muammar el Gadafi (sí, el mismo con el que hasta hace poco tiempo nos hacíamos fotos – no sin sentirnos impresionados por las ingentes cantidades de botox que se había puesto en la cara, como si fuera presidente de Argentina y no de Libia – y negociábamos ventas de armas).

De hecho, la UA nace de la declaración de Sirte, ciudad libia, en septiembre de 1999. Y empieza a funcionar en julio de 2002.

Sucede a la desaparecida Organización para la Unidad Africana (OUA), que desde 1963 trataba de aglutinar y coordinar a los estados africanos pero que en la práctica era conocida como “El club de los dictadores”. La estructura impulsada por Haile Selassie, Kwame Nkrumah y Nasser, nada hacía para tratar de solucionar los verdaderos problemas del continente, pues en buena medida los líderes que la integraban eran el problema.

Sin dinero y con Obiang

La UA es distinta, sin dudas: más pragmática, más comprometida con la democracia y la prosperidad general. Es un fiel reflejo de esta África en movimiento, en franco despegue, aunque al mismo tiempo plagada de contradicciones y lastres de tiempos pretéritos.

Le falta dinero. Su presupuesto anual, para un organismo con objetivos tan ambiciosos, es ridículo: 200 millones de dólares en 2010 (30 millones para las misiones de paz, 77 millones para desarrollo y 20 millones para luchar contra la corrupción, mal endémico de la región). El presupuesto de la ONU para el bienio 2010-2011 es de 5.160 millones de dólares. Idénticos, vamos.

El otro problema que padece la organización con sede en Addis Abeba responde a que algunos miembros de «El club de los dictadores” siguen entre sus filas. El pasado 31 de enero, asumió como presidente de turno otro de los sátrapas amigos con los que tanto nos gusta hacer suculentos negocios: Teodoro Obiang.

Hace diez días, el dictador de Guinea Ecuatorial y líder del clan de Mongomo declaró su apoyo a Gadafi – que había estado al frente del cuerpo multinacional hace dos años para ser sucedido por el presidente de Malawi, Bingu wa Mutharika -, lo que explica que la Unión Africana no tuviera presencia en la reunión convocada el pasado sábado por Sarkozy en París.

Africanos contra Gadafi

Las contradicciones de este continente que se mueve, que aspira a superarse, las han dejado patentes los tres países africanos del Consejo de Seguridad de la ONU que votaron a favor de la resolución 1973: Gabón, Nigeria y Sudáfrica. Nigeria se la tenía jurada a Gadafi desde que este propusiera la extravagante iniciativa de dividir el país en dos, entre cristianos y musulmanes. Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica, expresó su apoyo a los rebeldes libios desde el primer momento.

De las luces de la Unión Africana que, como decía antes, las hay – sus intervenciones de paz, su creciente intolerancia antes las violaciones de los procesos democráticos y su ambiciosa agenda futura -, hablaremos en próximas entradas, que espero que ya sean desde la misma Somalia.

Foto: Soldado de la Unión Africana en Mogadiscio, noviembre 2010 (HZ)

Regreso a Somalia: sequía y hambruna en el 20 aniversario de la guerra civil

En pocas semanas más, apenas reciba los permisos, estaré de regreso en Somalia. Mientras tanto – y al tiempo en que apuro las últimas jornadas de edición del documental «La guerra contra las mujeres» – sigo recopilando información sobre la situación humanitaria y bélica en el estado fallido por antonomasia. Nuestro último paso por Mogadiscio, Puntlandia y Somalilandia fue en noviembre de 2010.

Como veíamos en la anterior entrada, en estos momentos está teniendo en Somalia una vasta ofensiva con respaldo internacional que ha hecho retroceder a los islamistas de Al Shabab. La violencia ha alcanzado cotas desconocidas desde la retirada de las tropas etíopes en 2009, sin que la prensa, centrada en los acontecimientos en Libia, le esté prestando casi atención. En respuesta, los islamistas de Al Shabab están realizando reclutamientos forzosos para engrosar sus filas.

Además de los centenares de muertos, esta ofensiva, que comenzó el 18 de febrero, ha provocado un nuevo éxodo de refugiados hacia Kenia, según informa el ACNUR. Más presión así sobre el ya abarrotado campo de Dadaab que, con más de 300 mil habitantes, es el más grande del planeta.

Además de la guerra

También el fenómeno meteorológico conocido como La Niña está provocando sequías y empujado a miles de personas al exilio, especialmente en el sur del país. No son pocos los llamados de atención que está lanzando la ONU sobre una inminente hambruna, paradójicamente, en los albores del vigésimo aniversario del comienzo de la guerra civil, donde otra hambruna masiva dio pie a la intervención internacional.

Estas son las cifras generales del colapso humanitario en Somalia, que el 4 de marzo publicó la FAO:

. Una de cada tres personas en Somalia necesita ayuda humanitaria.

. En números de totales: de los 7,5 millones de habitantes del país, 2,4 millones requieren asistencia.

. Un aumento del 20% en los últimos seis meses debido a la escasez de agua provocada por La Niña.

. Se estima que 1,4 millones de personas se ha tenido que desplazar en el centro y sur del país.

. De estas, 535 mil se encuentra en situación de emergencia. Su alimentación no alcanza las 2.100 calorías diaria.

. 241 mil niños menores de cinco años sufren malnutrición, lo que representa un aumento del 7% con respecto a los últimos seis meses.

. En el sur alcanzan el 20%. En el norte, el 16%.

. 57.000 niños sufren de malnutrición severa.

. La producción agrícola durante la reciente temporada de lluvias, conocida como Deyr, fue la peor desde 1995.

. La canasta de productos básicos en el sur aumento un 32% su valor.

El dominio de Al Shabab en el sur del país, donde la crisis es mayor, impide el arribo de la tan requerida ayuda humanitaria. Otra característica que recuerda a lo sucedido hace dos décadas, aunque los protagonistas en aquel entonces eran Señores de la guerra.

Foto: «Marcha en Mogadiscio pidiendo ayuda para los desplazados por la sequía», AP.

Los islamistas retroceden ante la vasta ofensiva internacional en Somalia

La trama burocrática a la que el periodista se debe enfrentar para viajar a Somalia no es tan compleja como podría parecer si tenemos en cuenta que estamos hablando del estado fallido por antonomasia, con ya casi veinte años de ausencia de un gobierno central articulado. Aunque tampoco vayamos a pensar que te ponen la alfombra roja, el coro de señoritas con ukelele y una corona de flores al llegar a Mogadiscio. Tampoco eso. Y la verdad es que la corona de flores daría muy mala espina.

Correos que van. Correos que vienen. Escaneos de pasaportes, de credenciales de prensa. Cartas de acreditación. Todo vía Kampala, pues el viaje se gestiona a través de la misión de paz de la Unión Africana: AFRICOM.

Apenas una semana antes te confirman si tienes luz verde para viajar. Así que lo que le toca a este humilde reportero, que está ahora en la otra punta del mundo terminando de editar su próximo documental – “La guerra contra las mujeres” -, es aguardar con paciencia a que llegue la confirmación. Si el viento sopla a favor, a finales de mes estaremos de regreso en Mogadiscio.

Cronología de la guerra

Sería un buen momento para poner pie en Somalia, tras nuestro paso en el mes de noviembre, pues las fuerzas de la AMISOM y del Gobierno Federal de Transición han lanzado una vasta ofensiva contra los islamistas de Al Shabab. Y el país vive sus horas más violentas desde la salida de las tropas etíopes que lo invadieron en diciembre de 2006.

Tal vez se deba a la escasez de corresponsales extranjeros en el país o a que las revueltas árabes están captando la atención de la prensa internacional, pero lo cierto es que la información disponible resulta escasa y fragmentada:

. 18 de febrero: Comienza la ofensiva.

. 19 de febrero: Soldados de AMISOM descubren una serie de túneles empleados por Al Shabab en Mogadiscio. En este ataque murieron varios combatientes extranjeros, lo que refuerza la tesis de la vinculación con Al Qaeda, como el mismo empleo de los túneles, tan habitual en Afganistán. Sus nombres: Abdi Asad (Siria), Magid Abu Yaman (Yemen), Abdi Mansour (Paquistán), Saman Bito (Kenia), Anool Joorkay (India).

. 21 de febrero: Los islamistas detonan una camioneta Toyota cargada de explosivos en el distrito de Hamarjajab, cerca de la estación de policía. Mueren siete personas.

. 23 de febrero: AMISOM captura dos puestos fuertes de Al Shabab: el Ministerio de Defensa, conocido como Gashindiga, y una antigua fábrica de leche. Recordemos que, como sucedió en Sarajevo, la guerra en Mogadiscio se libra casa por casa, barrio por barrio.

. 25 de febrero: Un clan progubernamental fracasa al intentar recuperar el control de la ciudad de Bulo Hawo. Como vimos en la anterior entrada, la ofensiva no sólo se centra en Mogadiscio, sino que también está teniendo lugar en el norte y el sur del país con la intención de estirar y debilitar a las fuerzas de Al Shabab.

. 4 de marzo: AMISOM continúa avanzando. Perecen 13 islamistas en los enfrentamientos.

. 5 de marzo: Un portavoz de AMISOM admite que “docenas” de soldados de Uganda y Burundi han perdido la vida en estas semanas. Un oficial en Buyumbura señala que 43 efectivos de su país han fallecido, que cuatro se encuentran desaparecidos y que más de un centenar resultaron heridos. Debemos tomar en cuenta que la mayor parte del contingente está compuesto por ugandeses.

El mismo día, Al Shabab lanza un ataque suicida contra el recuperado Ministerio de Defensa. Un jeep con la bandera negra del movimiento islamista y cargado de explosivos.

. 6 de marzo: El Gobierno Federal de Transición sostiene que ha capturado la ciudad de Bulo Hawo, fronteriza con Kenia y Etiopía. Ciudad que en los últimos años ha cambiado de manos en numerosas ocasiones.

. 7 de marzo: Hoy es la ciudad de Luq la que ha dejado de estar en manos de Al Shabab. También los distritos de Garbaharey y Elwaq en Gedo, región del Sur del país y bastión de los islamistas. Tras la caída de Bulo Hawo parece estar tiendo lugar un efecto dominó.

Una estrategia conocida

Según el NYT, esta ofensiva comenzó a ser preparada hace un año con el apoyo de EEUU y la UE. Hasta que no estemos en el terreno resulta precipitado sacar conclusiones, pero sí es evidente que existen algunas líneas evidentes de análisis en esta historia.

En primer lugar, que los escenarios cambian, pero que los protagonistas y las estrategias parecen ser las mismas. Todo recuerda a la famosa «surge» aplicada con éxito por el general Petraeus en Irak en 2007 y ahora en Afganistán: la vasta ofensiva coordinada; el ofrecimiento de dinero, que confirmó el presidente Sharif Ahmed, a los integristas que estén dispuestos a cambiar de bando. También los túneles y la presencia de combatientes extranjeros, señala la injerencia de Al Qaeda.

De todos modos, como sucedió en Irak, resultaría un error dar por vencidas a las fuerzas de Al Shabab, que al mejor estilo talibán se han dedicado a lo largo de los últimos años a aterrorizar a la población civil imponiendo una versión delirante y radical de la sharia. Si bien cuenta con un número escaso de combatientes, aún domina parte de Mogadiscio, incluído el mercado de Bakara y sus beneficios, y el sur del país.

El respaldo militar que Etiopía está dando a los combatientes progubernamentales será un elemento de propaganda con no poca resonancia entre los somalíes. Ali Mohmoud Rage, conocido como Ali Dhere y portavoz de Al Shabab, hizo ayer mismo un llamamiento a luchar contra los etíopes.

Foto: «Miembros de Al Shabab se preparan para luchar en Mogadiscio», Reuters.

Triple ofensiva contra los islamistas en Somalia

Las fuerzas respaldas por los gobiernos occidentales han lanzado una vasta ofensiva contra los islamistas en Somalia. Como veíamos en la anterior entrada, hasta el punto de descubrir una serie de túneles usados por Al Shabab para mover hombres y armamento por Mogadiscio (estrategia diseñada, muy seguramente, por los yihadistas extranjeros llegados desde Afganistán, que ya la emplearon durante años contra los soviéticos y ahora contra las tropas de ISAF).

Los autores del blog Baobab, periodistas de The Economist, sostienen que la ofensiva tuvo relación en sus albores con las elecciones que se celebraron el pasado 18 de febrero en Uganda.

Como vimos en nuestro reciente paso por Mogadiscio, la mayoría de los soldados que integran AMISOM, la misión de paz de la Unión Africana para Somalia, son ugandeses. Y el presidente Yoweri Museveni, que se volvía a presentar como candidato, intentaba «mostrar a los votantes que sus tropas estaban machacando a los fanáticos el mismo día de las elecciones».

El factor Museveni

Desde que los islamistas de Al Shabab atentaran en Kampala durante el Mundial de Fútbol, matando a 76 personas, se han oído algunas voces críticas sobre la presencia de tropas ugandesas en Somalia.

Pero lo cierto es que Museveni ha ganado las elecciones con un 68% de los votos, superando el 57% que obtuvo en los cuestionados comicios de 2006. Convirtiéndose así en el presidente africano que más tiempo lleva en el cargo, desde que alcanzara el poder al frente de un grupo guerrillero en 1986.

(Fue justamente tras aquella revuelta que surgió el LRA, milicia a la que en este blog seguimos la pista desde 2006 en sucesivos viajes por Uganda, Sudán y la República Democrática del Congo. En especial, a su delirante líder, Joseph Kony).

Ahora que Al Yazira está centrando su cobertura en las revueltas árabes – demostrando una vez más, lo que ya hace años escribimos en estas páginas: que se trata de la mejor cadena internacional de noticias -, quien sigue más de cerca y con más rigor lo que ocurre en Somalia – dejando de lado, por supuesto, a los periodistas locales -, es Jeffrey Gettleman, del New York Times.

Tres ataques tres

En colaboración con Mohammed Ibrahim, Gettleman sostiene que el asunto va más allá de las pretéritas aspiraciones electorales de Museveni y que estamos ante la mayor ofensiva en suelo somalí desde la invasión de Etiopía en diciembre de 2006. Esta tiene tres líneas principales:

1. El avance de las fuerzas de AMISOM en Mogadiscio.

2. La incursión de blindados etíopes por el norte, en la ciudad de Belet Weyne.

3. El ataque por parte las milicias de un clan aliado con el Gobierno Federal de Transición en el sur, en la ciudad de Bulo Hawo.

Si lo que publica el NYT es cierto, la estrategia impulsada por Occidente pasaría por alargar al máximo posible a las fuerzas de Al Shabab al golpearlas en distintas posiciones. Recordemos que hace ya un año que EEUU y la UE comenzaron a entrenar a las tropas locales con la intención de que fueran ellas, al igual que sucede en Afganistán y ocurrió en Irak a partir de 2007, las que hagan frente a los islamistas.

Cautela y nuevo viaje a Mogadiscio

De todos los planes seguidos desde 1991 para pacificar al estado fallido por antonomasia, este parece ser el más viable. Lo que resultó un disparate, como predijimos aquí en su momento, fue la invasión etíope respaldada por Bush. No hizo más que dar alas a los radicales. Y es lo que ahora está sufriendo Somalia tras los seis meses de calma de la UCI en 2006.

Pero hay que ser cautos. Si bien Al Shabab cuenta apenas tres mil hombres, lo cierto es que sigue dominando buena parte del sur y centro del país, y que sus jóvenes combatientes nada tienen que perder. Mucho tiempo pasará antes de que se pueda declarar su derrota.

Nuestro último paso por Somalia fue en noviembre de 2010, cuando nos encontramos con un presidente acorralado en Mogadiscio y con unas fuerzas de AMISOM lejos de poder ganar la batalla por la capital. Si todo va viento en popa volveremos a Somalia en abril. Veremos entonces, de primera mano, si el escenario es realmente distinto.

Foto: «Soldado ugandés de la Unión Africana en patrulla por Mogadiscio», Hernán Zin.