
Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O
Hace unos días vino a mi consulta una recién nacida de cinco días de vida para su primera revisión. La mayor preocupación que tenía la madre es que había notado desde hace un par de días unas manchas rojas en el pañal.
Confiado de mí, le dije que seguramente eran uratos amorfos, unos cristalitos de color rojo anaranjado que están presentes en la orina de muchos bebés y que tiñen el pañal de ese color. Sin embargo, al abrir el pañal para explorarla, me encontré con algo completamente diferente. Lo que allí había era sangre roja, sangre fresca como la que veis en la foto que abre este post. Por lo demás, la niña estaba estupendamente y no tenía ninguna lesión a ese nivel.
A pesar de lo llamativo que pueda resultar, esta situación es muy frecuente y se asemeja a la menstruación que tienen las mujeres a partir de la pubertad.
Durante el embarazo, la madre produce una serie de hormonas que hacen que la gestación discurra con normalidad. Entre ellas encontramos a la progesterona (una de las hormonas más importantes que prepara al útero para recibir al óvulo fecundado) y los estrógenos (también conocidos como hormonas femeninas). Estas dos hormonas preparan al endometrio del útero materno para mantener de forma adecuada el embarazo, pero, además, tienen al capacidad de atravesar la placenta y llegar al bebé, y producir en él los efectos normales que estas hormonas producen en una mujer.
Cuando acontece el parto, el bebé deja de recibir estas hormonas que atravesaban la placenta y con el paso de los días la concentración en la sangre del niño disminuye hasta desaparecer. Con esa deprivación hormonal brusca, en le caso de las niñas, el endometrio uterino deja de estar engrosado y pude desprenderse, lo que daría lugar a un sangrado de escasa cantidad durante los primeros días de vida a través de la vagina. Vamos, lo que viene siendo una menstruación, o como me dijo una abuela hace mucho tiempo, una ‘reglita’.
Este sangrado aparecer a partir del segundo día de vida y no suele durar más allá de los diez días después del parto. A pesar de lo llamativo que resulta para los que no lo conocen, no tiene ninguna consecuencia para la salud del bebé, de hecho, podríamos considerar que es hasta bueno, ya que nos informa de que la bebé tiene útero y su vagina es permeable. Además de sangre, como podéis ver en la foto, puede aparecer también mucho moco. Esto último lo provocan los estrógenos, ya que aumentan el flujo vaginal, cosa que no consideraríamos normal a partir de la pubertad, pero que nos puede llamar la atención en una recién nacida.
La verdad es que este tipo de cosas no dejarán nunca de sorprenderme y de confirmarme lo maravilloso que es el cuerpo humano. ¿Conocías que esto puede pasar?

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O
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