Lunares y niños, ¿qué debo vigilar?

Nevus melanocítico

Fuente: DermNet NZ (CC BY-NC-ND 3.0 NZ)

No creo que haya un sola persona sobre la faz de la tierra  que en su piel no tenga algún que otro lunar. Bueno, quizá estamos exagerando un poco, ya que la piel de los recién nacidos no suele estar salpicada de esos puntitos de color marrón, aunque lo habitual es que con el paso del tiempo acabe apareciendo alguno que otro sobre su piel. La gran pregunta que se hacen muchos padres cuando llega ese momento es si esas manchitas serán lunares ‘malos’ o simplemente lunares como los que tenemos todos.

Porque otra cosa es segura, (casi) todos hemos oído hablar del melanoma, el tipo más grave de cáncer de piel, el cual suele aparecer sobre una lesión melanocítica, es decir, sobre una zona de la piel en la que hay un acúmulo de melanocitos, como es el caso de los lunares. Sin embargo, tener un lunar no es equivalente a tener cáncer de piel, así que tampoco nos agobiemos en exceso.

En este post os contamos qué son los lunares y por qué aparecen, además de explicaros qué debéis vigilar en ellos para que así sepáis cuándo consultar al pediatra o al dermatólogo.

¿Qué es un lunar?

Los lunares, o su nombre técnico nevus, son una proliferación de células en la piel. Eso de proliferación suena fatal, y quizá sería más exacto decir que es un acúmulo de muchas células de un tipo específico donde habitualmente hay solo unas pocas. Dependiendo de qué tipo de células se acumulen ponemos a los lunares un apellido. En el caso de los lunares a los que nos referimos en este post, los lunares ‘vulgares’, lo que se acumula son melanocitos, por lo que a este tipo de lunares se les denomina nevus melanocíticos.

Los melanocitos son las células de la piel que segregan melanina, un pigmento que otorga a la piel un color más o menos moreno. Dependiendo de la raza a la que pertenezca cada persona, su piel tendrá un tono distinto determinado por la cantidad de melanocitos que contenga; será más blanca en el caso de las personas de origen nórdico, ya que su piel contiene pocos melanocitos, o más morena, como es el caso de las de raza negra o árabe, cuya piel presenta mayor concentración de melanocitos por cada centímetro.

Como seguro que ya habréis deducido, los nevus melanocíticos se ven en la piel como una manchita de color marrón más o menos grande, ya que al fin y al cabo es un acúmulo de células que en muy poco espacio producen mucho más pigmento de color marrón que en el resto de la piel.

¿Y qué pasa con los niños y los lunares?

Como decíamos al principio de este texto, la gran mayoría de niños nacen sin lunares en su piel, sin embargo, con el paso de los años, es frecuente que vayan apareciendo.

No existe una causa clara de por qué se produce este fenómeno, pero lo que sí se sabe es que hay una predisposición genética para ello, ya que los niños con padres con muchos lunares suelen ser los que más lunares desarrollan. Además, una exposición solar intensa e intermitente sin protección durante la infancia es otro de los factores que predisponen a que un niño tenga más o menos lunares en un futuro. Por último, los niños con la piel más clara son más propensos a tener lunares respecto a los niños con piel más oscura.

Con todo ello, lo habitual es que con el paso de los años a todos los niños les salga algún que otro lunar, sobre todo a partir de los seis meses de vida y con un pico máximo hacia la pubertad, que es la época de la vida en la que más lunares aparecen. Este tipo de lunares que aparecen como nuevos a lo largo de la infancia se los conoce como nevus melanocíticos adquiridos y no suelen medir más de 1 cm de diámetro, además de que no suelen crecer con el paso del tiempo una vez que han aparecido (aunque sí pueden aumentar en volumen).

A diferencia de los anteriores, cuando un niño nace con un lunar o este aparece antes de los seis meses de vida recibe el nombre de nevus melanocítico congénito. Este tipo de lunares crece con el paso del tiempo acorde al crecimiento del niño llegando a ser más o menos grandes. Como veremos luego, son un poco más especiales por lo que hay que vigilarlos más de cerca.

Nevus melanocítico congénito

Nevus melanocítico congénito que estaba presente al nacimiento y crece a medida que el niño crece (Fuente: DermNet Nz; CC BY-NC-ND 3.0 NZ)

¿Cuál es el peligro de los nevus melanocíticos?

Lo primero que hay que saber es que los nevus melanocíticos se consideran piel sana, es decir, tener un lunar no es equivalente a tener una enfermedad. De hecho, la gran mayoría de la población mundial llega a la edad adulta con aproximadamente unos veinte lunares sin que eso tenga mayor trascendencia para su salud.

Sin embargo, a nadie se le escapa que los melanomas suelen surgir de un lunar que de repente cambia de color o de forma, por lo que cuando hay un lunar cabe la muy remota posibilidad de que a lo largo de la vida de la persona éste se convierta en un cáncer de piel. Repetimos: remota posibilidad, ya que esto ocurre en muy contadas ocasiones y, además, es extremadamente raro en niños. De hecho, ¿cuántas personas conocéis que tienen lunares y cuántas de ellas han desarrollado un melanoma? Creo que la respuesta se responde por si sola.

Mención a parte merecen los nevus melanocíticos congénitos de gran tamaño (conocidos como nevus melanocíticos gigantes), ya que en ellos sí que existe un mayor riesgo de melanoma (alrededor del 5% cuando tienen un tamaño superior a 40 cm de diámetro al llegar a la edad adulta, es decir, nevus que se presuponen que serán gigantes cuando el niño se haga mayor). En el resto de nevus congénitos esa posibilidad es mucho menor (por debajo del 1%). Por todo ello, este tipo de lunares que están presentes al nacimiento, sobre todo los de gran tamaño, suelen derivarse pronto al dermatólogo para que se les haga un seguimiento más estrecho.

En el caso de los nevus adquiridos, en general basta con que el pediatra los evalúe en las revisiones del niño sano y que explique a los padres qué deben vigilar por si aparece algún cambio significativo que requiera la derivación al dermatólogo. Además, en la premura de esa derivación intervendrán otra serie de factores como son el número de lunares o los antecedentes de cáncer de piel en la familia.

Melanoma

Imagen típica de lesión compatible con melanoma (Fuente: DermNet NZ; CC BY-NC-ND 3.0 NZ)

¿Qué debéis vigilar en los lunares?

En primer lugar, tranquilidad, que como ya hemos dicho tener lunares es normal y lo habitual es que no tengan ninguna trascendencia médica. Pero bueno, como tampoco vais a estar yendo al Centro de Salud cada 15 días para ver si algún lunar se ha puesto feo, es importante que conozcáis una serie de cambios que pueden aparecer en los lunares que nos indican que la cosa no va bien y requieren derivación al dermatólogo.

Los médicos somos gente sencilla, y para esto de los lunares, como para tantas otras cosas, hemos creado una regla nemotécnica para que sea fácil acordarse qué hay que vigilar. Es lo que se conoce como regla del ‘ABCDE del melanoma’, ya que hace referencia a los cambios que pueden aparecer en un lunar que nos pondrían en preaviso de que puede estar evolucionado a un melanoma. Ese ABCDE es un acrónimo que hace referencia a:

  • A: cuando el lunar es Asimétrico, es decir cuando el lunar tiene una forma que deja de ser redonda.
  • B: cuando su Bordes son irregulares o que presenta crecimiento más por un lado que por otro.
  • C: cuando el Color del lunar no es homogéneo y hay zonas con colores diferentes.
  • D: cuando el Diámetro es mayor de 6 mm.
  • E: cuando un lunar Evoluciona, por ejemplo pica o cambia de aspecto con el paso del tiempo.

En el caso de que observéis alguna de estas características en un lunar de vuestros hijos, no dudéis en contactar con vuestro pediatra o con un dermatólogo.

¿Hay alguna forma de proteger los lunares?

Antes de acabar este post no queríamos dejar pasar la oportunidad de hablaros un poquito de la radiación solar, que cómo sabréis la exposición a ella sin protección se considera un factor de riesgo para padecer cáncer de piel. Teniendo esto en cuenta, algunos estaréis pensando que entonces hay que tener un cuidado especial con la protección solar de los lunares.

Sin embargo, este es un concepto erróneo. La protección contra la radiación solar debe ser global y por igual, es decir, que se deben aplicar los mismos principios de protección tanto a la piel blanquita como aquella en donde hay muchos lunares, de hecho, como hemos dicho al principio de este texto, los lunares se consideran piel sana.

Os recordamos que la Asociación Española de Pediatría recomienda el uso en niños de filtros solares con 50 FPS ante actividades en las que la exposición solar es prolongada. Por si os interesa, en este blog tenemos varios post sobre este tema: protección solar, cremas solares para niños, ropa con protección solar y gafas de sol para niños.


En resumen, los lunares son manchitas en la piel en las que se han acumulado muchos melanocitos, las células que producen melanina (un pigmento de color marrón que da el color moreno a la piel). En la inmensa mayoría de los casos los lunares no tienen ninguna trascendencia para un niño o una persona, ya que la probabilidad de que malignicen y se conviertan en un melanoma es muy baja. De todas formas, merece la pena conocer qué hay vigilar (regla del ABCDE) para que en el caso de que aparezca alguna característica especial en un lunar consultar con el pediatra o el dermatólogo.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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