Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

Entradas etiquetadas como ‘john berendt’

“¿En qué libro juzgaban a un ricachón pomposo, testificaba una drag queen y un tipo paseaba una correa (sin perro)?”

Adoro ese tipo de libros permeables al carisma de sus personajes.

(Medianoche en el jardín del bien y del mal / Warner Bros)

(Medianoche en el jardín del bien y del mal / Warner Bros)

Sin esa cualidad porosa de la trama que posibilita acceder a una historia imbuida del encanto de sus personajes, esos libros no solo estarían constreñidos en un único género literario que obviamente no les define en toda su extensión, sino que no serían historias divertidas, genuinas, excéntricas, imprevisibles ni, por supuesto, tan cautivadoras.

Y ojo querid@s que ese tipo de historias o están más cerca de la realidad que de la ficción o, siendo generosos, en el justo medio. Lo que sí os digo es que todos y cada uno de esos gloriosos artefactos narrativos tan sui géneris han dejado marca en mi bibliofilia.

Y de ahí que, cuando la Providencia Librera se conjura para que algún reginaexlibrislandiano me pregunte por uno de ellos, mi pelucón se ilumina como el Strip de Las Vegas y una enorme nube llena de confeti y purpurina descarga su chaparrón multicolor a ambos lados de mi escritorio.

Y hoy por suerte ha sido uno de esos días. Y, sí, lo celebro a pesar de seguir quitándome confeti hasta de las fosas nasales horas después de la visita. El caso es que estaba yo aferrada a mi tercer café de la mañana cuando un reginaexlibrislandiano se adentró en mis confines y, tras darme los buenos días, me espetó:

Cliente: ¿Recuerdas en qué libro juzgaban a un ricachón pomposo, testificaba una drag queen y un tipo paseaba una correa (sin perro)?

Regina: Mmm, creo que sí. Pero, ¿recuerdas alún detalle más?

Cliente: Es que me hablaron de él hace muchos años y no lo recuerdo bien. ¡Ah, sí, espera! Transcurría en Atlanta, o en el Sur de EEUU. Y no me digas cómo me vino a la cabeza y ahora quiero encontrarlo y, claro, leerlo.

Regina: Pues, querid@, no me digas más. No está ambientado en Atlanta, sino en Savannah, y es Medianoche en el jardín del bien y del mal, de John Berendt. Uno de mis libros favoritos, sin duda. ¡Y no es novela en sí! Pero sí que hay un crimen, una sinuosa drag queen de lengua bífida llamada Lady Chablin y Patrick, el perro al que un caballero pasea cada día, pese a que el pobre cuadrúpedo hubiera fallecido décadas atrás.

(Medianoche en el jardín del bien y del mal / Warner Bros)

(Medianoche en el jardín del bien y del mal / Warner Bros)

Cliente: ¿Y lo tienes?

Regina: ¡Claro! Yo estuve bastante cabreada con Random House porque hubo unos años «oscuros» en los que no había ejemplares en circulación. Pero finalmente en 2015 se reeditó en papel y en digital. ¡Brrrr!

Cliente: Espera, espera… ahora que veo la cubierta… ¿no hay película?

Regina: Pues sí, y es una maravillosa adaptación. La rodó Clint Eastwood un par de años después de publicarse el libro a finales de los 90. Y si ya con el libro (que no es una novela en sí, sino que es una mezcla de crónica de un crimen real con retratos de la gente, de las costumbres, de las extravagancias y de los rincones de Savannah, aderezado eso sí con algún toque de ficción), Savannha vivió un boom de afluencia turística, pues luego con la película ya ni te cuento.

(Medianoche en el jardín del bien y del mal / Warner Bros)

(Medianoche en el jardín del bien y del mal / Warner Bros)

Cliente: ¿En serio?

Regina: ¡Uy, y tanto! yo misma llevo años queriendo ir a Savannah. Hace años me hablaron de ella, pero es que además la mencionan en La isla del Tesoro y en Lo que el viento se llevó. Con eso ya me picó la curiosidad, pero fue leer Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal y desear echar el cierre para volar a Savannah. Porque encima es que lo que se le da bien a John Berendt es plantarse en una ciudad -normalmente con encanto-, habitarla y narrártela a través de las gentes que la pueblan y que le imprimen carácter. Ya lo hizo con Venecia en su estupenda La ciudad de los Ángeles Caídos.

Cliente: ¡Ah, sí! ¿Eh? Bueno, bueno, bueno: ¡ya estoy deseando leerla!

Y se fue con Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal, de John Berend (Random House). Espero que le entusiasme como en su día me entusiasmó a mi, y de paso os las prescribo a todos vosotros, mis reginaexlirbrislandianos de pro, porque es una auténtica delicia que te atrapa y aísla de todo hasta el punto y final… y más allá. El libro es justo como Berendt describe a la ciudad que lo inspira:

Savannah miraba para sus adentros, muy alejada del mundanal ruido y las distracciones de todo lo que ocurriese fuera de sus puertas

 

NOTA DE REGINA EXLIBRIS:

Medianoche en el jardín del bien y del mal

Medianoche en el jardín del bien y del mal

En un punto entre la crónica periodística de un asesinato real, la reconstrucción de un turbio proceso judicial y el relato de las gentes, los lugares, las costumbres, las extravagancias y la historia de la gloriosa y decadente Savannah, Medianoche en el jardín del bien y del mal, es un libro original, ameno, excéntrico, divertido y definitivamente absorbente.

Adéntrate en turbio y sosegado encanto de una ciudad con pasado pirata y presente cargado de añejo esplendor, que es la verdadera protagonista del relato, un auténtico Edén por el que el Diablo campa a sus anchas y poblado por una galería de criaturas excepcionales y genuinas. Piratas, lujosas fiestas, sacerdotisas vudú, tugurios infectos, mansiones coloniales, ríos de alcohol, viejas damas con enaguas, tocado, abanico y pistola, chaperos, pianistas, nuevos ricos, coristas y un entorno perversamente embrujado en que todo lo ordinario resulta ser extraordinario.

 

 

Venecia y su ‘Acqua Alta’ de letras

La Serenísina le gana el pulso al Acqua Alta más agresiva de los últimos 22 años, queridos. Después de que el nivel del agua subiera hasta los 1,56 metros, los venecianos siguen achicando agua, y quienes sufrimos por ella en la distancia vamos recuperando el pulso.

Porque, queridos, aunque, como decía Herman Hesse: «Todos los poetas y escritores han descrito, en innumerables libros, este extraordinario mundo acuático», lo cierto es que cada milímetro que engulle el agua es una auténtica catástrofe.

Por eso cuando un reginaexlibrislandiano asiduo se adentró en mis confines esta tarde en busca de una pequeña gran maravilla llamada Venecia. Cuaderno de Viaje, que edita Anaya Touring, no me sorprendió su comentario:

– Cliente: ¡Hola, Regina! ¿Cómo vas?- Regina: Pues divinamente, ¿y tú?

– C.: Bien, aunque no te imaginas a por qué vengo…

– R.: Como no me des más pistas…

– C.: Hace unos meses me recomendaste un libro sobre Venecia, una especie de guía ilustrada con acuarelas

– R.: ¡Ah, si, de la colección de Anaya Touring!

– C.: Ja, ja, ja… ¡justo ese!

– R.: ¿Buscas otro título de esa colección?

– C.: No, Regina, quiero otro ejemplar de Venecia. Es para mi nieto, que aunque es pequeño quiero que lo tenga, porque al paso que va Venecia…

– R.: Calla, calla, que estoy en vilo. ¡1,56 metros!

– C.: Es una pena, no sé cómo no pueden hacer más, no lo entiendo.

– R.: Ya, aunque siempre nos quedarán los libros sobre la Serenísima.

– C.: ¿sugerencias?

– R.: Mira, Venecia es una de las ciudades literarias por excelencia y hay centenares de novelas que te clavan en sus canales…

Y aquí le puse sobre mi escritorio mi particular collage-literario para quienes quieran adentrarse en Venecia por canales de letras:

– Venecia, de Jan Morris. El día en que, a finales de los años cincuenta, Jan Morris llegó a Venecia quedó total y absolutamente cautivada de la ciudad flotante que le salió al paso por entre la bruma. De ahí que escribiera uno de los frescos más deliciosos y completos sobre la cludad, cargado de anécdotas y curiosidades de la Serenísima y de les venecianos.

La ciudad de los Ángeles caídos, de Jon Berendt. Impresionante descripción de Venecia, de sus suntuosos palacios y sus callejuelas, y de los venecianos. Pero detrás de esa preciosa fachada se esconde la tragedia y un misterio: el incendio de la Ópera de la Fenice.

– La muerte en Venecia, de Thomas Mann. La historia de Aschenbach, un alma agotada, capaz de sobrevivir sólo en el artificio, que descubre la belleza espontánea en un adolescente llamado Tadzio. Exquisita y emotiva.

– La Pasión, de Jeanette Winterson. En esta pequeña gran novelita, impecablemente ambientada en la decadente Serenísima de la época napoleónica, un joven galo al servicio del Emperador se enamora de una muchacha pelirroja de pies amorfos que se vende a hombres y mujeres para sobrevivir. Lo que les une va más allá de los canales y las palabras. Exquisita.

– Acqua Alta, de Donna Leon. Ésta porque el título me viene al pelucón, pero cualquiera de las aventuras del comisario Brunetti es una inmersión en una Venecia que poco tiene de onírica y mucho de sórdida y real: la Venecia del crimen, los secuestros, la corrupción…

– El libro flotante, de Michelle Lovric. La hermosa y pérfida mujer de un médico judío se mueve a placer por la ciudad para saciar su sed de placeres ilícitos con hombres de toda ralea en la Venecia del S. XV, justo cuando acaba de llegar de Alemania la primera imprenta.

– Fábula de Venecia, de Hugo Pratt. El historietista veneciano disecciona en viñetas la Venecia más legendaria, mágica y hermética a través de un guía de lujo: el mismísimo Corto Maltés. Cargada de referencias simbólicas y lugares reales, este volumen es un impagable paseo por la Serenísima.

Y vosotros, queridos, ¿viajasteis alguna vez a una Venecia de letras? ¿Qué libro recomendaríais si habláramos de la Serenísima?

Para terminar, el trailer de la magistral adaptación que Visconti filmó de la grandísima Muerte en Venecia, de Thomas Mann:

A Venecia lo mejor es irse con la novela de John Berendt…

Llamadme enferma si queréis, queridos, pero la perspectiva de sellar reginaexlibrislandia estos cuatros días semanasanteros me lleva inquietando un par de semanitas.

No sé, imaginaros a Isabel II de Inglaterra despojada de su cetro regio, de esa gran corona cargada de joyas y de toda su pompa y arrojada a la fuerza a las calles de Londres. Creo que me sentiré como me la imagino a ella: una enorme cucaracha en un plato de arroz blanco.

Menos mal que siempre llevo a Kafka a mano, y cada vez que me enfrento a situaciones similares, es decir, a entornos libres de libros ergo hostiles, vuelvo de forma compulsiva a La Metamorfosis.

¿Quién mejor que Gregorio Samsa para recordarme que no deje de ser yo misma, con todas mis grandezas y miserias?

Así que en esas estaba yo poco antes de cerrar, reforzando mis cimientos en mi manoseada edición, cuando entró un cliente algo apurado.

– Cliente: Buenas noches, ¿me puede ayudar?- Regina: Si, claro, dígame cómo.

– C.: Verá, en dos días vuelo a Venecia con alguien especial y quería prepararme el viaje. Mi problema es que no soporto las guías al uso, nunca logro leérmelas. Tampoco quiero un tocho de la historia de la ciudad, porque voy contrareloj. En realidad no sé muy bien lo que quiero…

– R.: Ya veo. Pues si yo fuera usted me dejaría guiar por John Berendt y su La ciudad de los ángeles caídos.

– C.: ¿Es un historiador o algo así?

– R.: No, en realidad es periodista. Y su especialidad es reconstruir la esencia de ciudades que le cautivan a través de las personas que las habitan. Es de esos que piensan que las ciudades son como son por sus gentes, y viceversa. El caso es que siempre fue un enamorado de Venecia y en el 96, la noche que llegaba para tomarse unos meses sabáticos allí se dio de bruces con el último incendio de La Fenice, el mítico teatro veneciano. Así que se puso a desenmarañar el misterio del incendio en La ciudad de los ángeles caídos en un perfecto equilibrio entre investigación periodística y recreación literaria. Para mi la novela es un fresco cautivador de la enigmática ciudad protagonizado por sus excéntricos habitantes y engarzado sobre la tragedia del incendio.

– C.: Creo que me ha convencido usted, tiene buena pinta.

– R.: Eso sí, aunque Venecia es un cruce entre laberinto y casa de espejos y lo más probable y lo mejor es que se pierda, lo que puede hacer es llevarse también una mini-guía-plano de estos de bolsillo, y así va siguiendo las descripciones de Berendt sobre el plano. Es el complemento idóneo. En su día yo lo hice así, y fue toda una experiencia, se lo puedo asegurar.

– C.: Perfecto, pues me llevo los dos. Ya le contaré, muchas gracias.

Nada más irse el simpático caballero me puse a echar el cierre. Gregorio Samsa me estaba esperando, pero decidí dejarlo. De alguna forma el recuerdo de Berendt y de Venecia fue el revulsivo que necesitaba para enfrentarme al mundo más allá de los confines de reginaexlibrislandia.

Regina, cielo, me dije, plantéatelo como un safari librero. Vete a buscar tinta fresca…

Y me fui.

Y, vosotros, queridos. ¿Leísteis a Berendt? Aunque prepararé un post de sugerencias de novelones de viajes, ¿sois de los que leéis guías o novelas?