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Reflexiones de una librera
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Venecia y su ‘Acqua Alta’ de letras

La Serenísina le gana el pulso al Acqua Alta más agresiva de los últimos 22 años, queridos. Después de que el nivel del agua subiera hasta los 1,56 metros, los venecianos siguen achicando agua, y quienes sufrimos por ella en la distancia vamos recuperando el pulso.

Porque, queridos, aunque, como decía Herman Hesse: «Todos los poetas y escritores han descrito, en innumerables libros, este extraordinario mundo acuático», lo cierto es que cada milímetro que engulle el agua es una auténtica catástrofe.

Por eso cuando un reginaexlibrislandiano asiduo se adentró en mis confines esta tarde en busca de una pequeña gran maravilla llamada Venecia. Cuaderno de Viaje, que edita Anaya Touring, no me sorprendió su comentario:

– Cliente: ¡Hola, Regina! ¿Cómo vas?- Regina: Pues divinamente, ¿y tú?

– C.: Bien, aunque no te imaginas a por qué vengo…

– R.: Como no me des más pistas…

– C.: Hace unos meses me recomendaste un libro sobre Venecia, una especie de guía ilustrada con acuarelas

– R.: ¡Ah, si, de la colección de Anaya Touring!

– C.: Ja, ja, ja… ¡justo ese!

– R.: ¿Buscas otro título de esa colección?

– C.: No, Regina, quiero otro ejemplar de Venecia. Es para mi nieto, que aunque es pequeño quiero que lo tenga, porque al paso que va Venecia…

– R.: Calla, calla, que estoy en vilo. ¡1,56 metros!

– C.: Es una pena, no sé cómo no pueden hacer más, no lo entiendo.

– R.: Ya, aunque siempre nos quedarán los libros sobre la Serenísima.

– C.: ¿sugerencias?

– R.: Mira, Venecia es una de las ciudades literarias por excelencia y hay centenares de novelas que te clavan en sus canales…

Y aquí le puse sobre mi escritorio mi particular collage-literario para quienes quieran adentrarse en Venecia por canales de letras:

– Venecia, de Jan Morris. El día en que, a finales de los años cincuenta, Jan Morris llegó a Venecia quedó total y absolutamente cautivada de la ciudad flotante que le salió al paso por entre la bruma. De ahí que escribiera uno de los frescos más deliciosos y completos sobre la cludad, cargado de anécdotas y curiosidades de la Serenísima y de les venecianos.

La ciudad de los Ángeles caídos, de Jon Berendt. Impresionante descripción de Venecia, de sus suntuosos palacios y sus callejuelas, y de los venecianos. Pero detrás de esa preciosa fachada se esconde la tragedia y un misterio: el incendio de la Ópera de la Fenice.

– La muerte en Venecia, de Thomas Mann. La historia de Aschenbach, un alma agotada, capaz de sobrevivir sólo en el artificio, que descubre la belleza espontánea en un adolescente llamado Tadzio. Exquisita y emotiva.

– La Pasión, de Jeanette Winterson. En esta pequeña gran novelita, impecablemente ambientada en la decadente Serenísima de la época napoleónica, un joven galo al servicio del Emperador se enamora de una muchacha pelirroja de pies amorfos que se vende a hombres y mujeres para sobrevivir. Lo que les une va más allá de los canales y las palabras. Exquisita.

– Acqua Alta, de Donna Leon. Ésta porque el título me viene al pelucón, pero cualquiera de las aventuras del comisario Brunetti es una inmersión en una Venecia que poco tiene de onírica y mucho de sórdida y real: la Venecia del crimen, los secuestros, la corrupción…

– El libro flotante, de Michelle Lovric. La hermosa y pérfida mujer de un médico judío se mueve a placer por la ciudad para saciar su sed de placeres ilícitos con hombres de toda ralea en la Venecia del S. XV, justo cuando acaba de llegar de Alemania la primera imprenta.

– Fábula de Venecia, de Hugo Pratt. El historietista veneciano disecciona en viñetas la Venecia más legendaria, mágica y hermética a través de un guía de lujo: el mismísimo Corto Maltés. Cargada de referencias simbólicas y lugares reales, este volumen es un impagable paseo por la Serenísima.

Y vosotros, queridos, ¿viajasteis alguna vez a una Venecia de letras? ¿Qué libro recomendaríais si habláramos de la Serenísima?

Para terminar, el trailer de la magistral adaptación que Visconti filmó de la grandísima Muerte en Venecia, de Thomas Mann:

El síndrome de Tippi Hedren

No han pasado las primeras 24 horas de este prometedor 2008 y a mi ya me humea el pelucón. Y es que con los nervios no atino a encajarme esta bendita corona de Regina Ex-Libris que tan alegremente acepté.

Si, queridos, me tiembla el cetro regio y me pesa la responsabilidad. A cuatro días-vista de la noche de Reyes me acuesto como Regina y en mis pesadillas me veo como aquella Tippi Hedren en Los Pájaros de Hitchcock, cercada por bandadas de clientes apremiados en su búsqueda contra reloj del libro-regalo perfecto para hijos, sobrinos, nueras, novios, padres, nietas… Estoy paralizada por el pánico, pero lo que me aterra no es la gente que venga a consultarme, nooooo, es mi miedo a fracasar.

Así que he decidido entrenarme, de modo que mi resaca post-2007 y yo llevamos horas entregadas a la introspección librera o, lo que es lo mismo, atribuyendo a las sombras chinescas de la pared posibles retos a los que habré de hacer frente en unas horas. Entrenándome, vaya.

Y en plena sesión me ha venido la imagen de un matrimonio que acudió en mi auxilio la semana pasada:

– Buenas tardes, ¿puedes ayudarnos?- Si, claro, díganme

– Verás, nuestro hijo tiene 15 años y buscamos un libro para él, pero andamos perdidos

– Pues aquí está lo que tenemos de literatura juvenil. ¿Saben qué es lo último que ha leído, o alguna película que le haya gustado?

– Uy, pues no.

Y empiezan a hablar entre ellos:

– Paco, ¿a ti te suena algo que haya leído Tomás?- Pues no, la verdad. Y de películas… no sé, ve muchas pero tampoco cuenta nada.

Vuelven a dirigirse a mi:

– No lo tenemos muy claro, pero es que está muy raro últimamente, muy callado..

.

Aquí es donde me siento clavada en una encrucijada. ¿Les recomiendo uno de los tres libros que más me piden los adolescentes, o me lanzo y les sugiero títulos de pesos pesados de las letras que nos han acompañado a muchos mientras tratábamos de modelar los alambres de nuestra personalidad?

Si me inclino por la primera opción les hablaría de libros recientes y del género fantástico: La emperatriz de los etéreos, de Laura Gallego; la segunda parte de la trilogía de El reino de la oscuridad, de Santiago García-Clairac; y Eclipse, la tercera entrega de la saga vampírica de Stephenie Meyer, a la que preceden Crepúsculo y Luna Nueva.

Insisto: se trata de tres títulos por los que vienen preguntando chicos y chicas día tras día, y a los que las cifras de ventas también respaldan. Pero matizo que las voces que oía en mi cabeza eran las suyas, los lectores, no los ecos de la caja registradora. Bueno, eso y que me leí los tres y son absolutamente recomendables.

Si cambio el tercio y desoigo ese coro de voces para quedarme solo con la frase de la madre:

‘pero es que está muy raro últimamente, muy callado…’

entonces esa cadena de palabras se materializa en un billete de ida a un pasado emocional en el que me sentía como una escaladora novata que, atrapada en una pared vertical, va descubriendo en la roca cinco salientes, cinco puntos de apoyo que la guiarán en la ascensión:

Demian, de Herman Hesse; Retrato del artista adolescente, de James Joyce; Cartas a un joven Poeta, de Rainer María Rilke; El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger; y La metamorfosis, de Kafka.

Al final les recomendé uno de cada, así que se llevaron Demian y el primero de la trilogía de S. Meyer, Crepúsculo.

Pero, ¿por qué opción os hubierais decantado vosotros?

Aquí os dejo el trailer de The Birds, para que me acompañéis en mis pesadillas…: