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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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La televisión sigue batiendo récords de consumo

Se ha hablado mucho de la feroz competencia que nuevos dispositivos, en especial el ordenador y el teléfono móvil, ejercen sobre el televisor en la captura de nuestro tiempo.

Más aún, en los últimos años la EIAA (asociación europea de publicidad interactiva) nos suele regalar un informe en el que habla de que internet ya ocupa más tiempo que la televisión y suele tener una amplia y generosa acogida en los medios. El estudio sólo se refiere a internautas, pero eso nadie lo dice.

Pues bien, la verdad es que el consumo de televisión no deja de aumentar y este año viene batiendo récords mes tras mes (lo explican muy bien Eduardo García Matilla y Carlos Arnanz en el artículo enlazado). Y nos referimos a la televisión vista en el televisor, al que un español medio dedica ya casi cuatro horas de cada uno de los días. En los ocho primeros meses del año el consumo ha aumentado en promedio 8 minutos, sobre el año anterior, que ya había tenido un consumo muy elevado.

Cada vez que ha habido un incremento significativo en la oferta, el consumo ha aumentado. Ocurrió cuando aparecieron las cadenas privadas; volvió a ocurrir con el primer desembarco de cadenas digitales por satélite; de nuevo cuando se pusieron en marcha Cuatro y La Sexta y está volviendo a ocurrir ahora con la generalización de la TDT y la llegada de nuevos canales a muchos hogares.

Es muy probable que la crisis económica también esté colaborando. Más parados son más potenciales televidentes de muchas horas; además es la opción de ocio más barata para quienes tienen dificultades para llegar a fin de mes.

Pero también hay otros motivos: los niños, el grupo que ve menos televisión tienen ahora una mayor oferta entre la que elegir; la población española envejece y los ancianos son quienes disponen de más tiempo para ver la televisión, que es la actividad a la que dedican más tiempo.

Los éxitos del deporte español también pueden haber contribuido a este incremento del consumo. Incluso el clima, con un invierno más duro y largo de lo habitual en los últimos años, podría haber ayudado.

En cualquier caso, la televisión tiene cuerda para rato.

Eso sí, las audiencias se reparten de una manera cada vez más igualada entre un número muy elevado de cadenas. La audiencia está sumamente fragmentada; la cadena líder puede serlo con menos del 15% del total.

Para los anunciantes, que además no pueden llegar a los espectadores de TVE, que entre todas sus cadenas se acerca a un cuarto de la audiencia total, la vida es ahora mucho más complicada.

Cambios en la audiencia de televisión

Un día es un día y si se decía que un grano no hace granero también habrá que pensar que un día no hace calendario. Pero las audiencias de ayer, domingo 29 de agosto son muy llamativas. Yo creo que son un signo de los nuevos tiempos. Por eso voy a destacar algunos aspectos interesantes:

– El líder, en este caso Antena 3, no llega a los 12 puntos de share (se queda en 11,9%)

– Hay cuatro cadenas en menos de dos puntos: Antena 3, 11,9%; La Sexta, 11,1%; Autonómicas 10,6% y TVE 1 10,1%.

– Para encontrar a Tele 5 (8,9%), una de las que pelean por el liderato mensual (este mes va a ser segunda tras TVE 1), hay que bajar hasta el sexto puesto. Y eso pese a haber metido cinco programas entre los 25 más vistos.

– Los canales Temáticos se acercan a los 30 puntos (29,5%) de ellos corresponden a los canales Gratuitos 20,2% y a los de Pago 9,3%.

– El líder de los canales temáticos, un canal  de TVE, Clan TV (3,3%) ya supera a La 2 (2,8%).

Teledeporte consigue un 1,6% en un día especialmente deportivo. Por la tarde, a la hora de la Vuelta a España, consigue llegar al 3%.

– Los canales de deportes dominan entre los temáticos de pago. (Canal+ 1,2%; GolTV 0,8%; Canal+ Liga 0,5%).

– Existe un Resto que se lleva un preocupante 6%.

– El programa más visto, la retransmisión por La Sexta del GP de Bélgica de Fórmula 1 llegó a los 3.566.000 espectadores, pero el programa más visto de la noche, el famoso prime time, se quedó en 2.115.000 espectadores, fue la emisión posterior a la carrera de Moto GP del GP de Indianápolis en TVE1.

Hay que repensar el modelo televisivo

La semana pasada se celebró en la UIMP de Santander un curso sobre este tema. Veo en Panorama Audiovisual una reseña sobre la mesa redonda en la que participaron entre otros dos buenos amigos míos: Eduardo García Matilla y Enrique Bustamante.

El cambio hacia la TDT ha sido un éxito desde el punto de vista de organización (casi nadie creía que fuera posible llegar a tiempo y se llegó sin grandes problemas) y también desde el tecnológico (en una gran parte de los hogares se ve ahora la televisión mejor que antes y además ha crecido notablemente el número de canales que pueden verse).

Pero si lo contemplamos desde el punto de vista de la variedad de contenidos el éxito es mucho menor: una buena parte de los nuevos canales no pasan de ser tertulias radiofónicas televisadas (y en muchos casos con un mismo sesgo político) o se dedican a reponer programas muy anticuados. Seguramente mucho menos de lo que se esperaba.

Tampoco desde el punto de vista publicitario se ha producido el anunciado aumento de la competencia. Todo lo contrario, al haberse eliminado la publicidad de TVE y al permitirse las fusiones entre cadenas, el mercado se está contrayendo hacia un número mínimo de competidores, lo que ha llevado a fuertes incrementos de precios sin que disminuya la saturación y, por tanto, la pérdida de calidad y de eficacia del medio. A todo esto se ha unido la comercialización conjunta de cadenas, sobre la que ha abierto expediente la Comisión de la Competencia.

Todo parece indicar que el actual modelo de televisión es insostenible y que, aunque sea muy reciente, está pidiendo a gritos una revisión. El medio necesita recuperar calidad, desde el punto de vista de la variedad de los contenidos pero también desde el de la eficacia y la lógica publicitaria.

Quizá nuestro mercado no pueda mantener treinta canales en abierto con una calidad adecuada, pero tampoco parece lógico que todo ese número de canales se acabe concretando en sólo dos grandes ofertas comerciales.

Personas como Enrique y Eduardo pueden ayudar mucho en la redefinición del modelo de televisión que necesitan nuestro país y nuestro mercado..

¿Pero hubo alguien que no vio el Mundial?

 España se proclamó Campeona del Mundo de Fútbol y estalló el delirio colectivo. Florecieron por todas partes camisetas rojas y banderas rojigualdas; las calles se llenaron de gente y el mundo se detuvo.

Se consiguió algo que parecía imposible y el país por unos días fue feliz. Seguramente no seremos más ricos, ni saldremos antes de la crisis, pero eso no parece que tenga la menor importancia. Hay quien dice que la imagen de la marca España ha mejorado sensiblemente por esto e incluso se ha calculado que el PIB subirá varias décimas sobre lo previsto.

Hasta quienes no solemos ver partidos de fútbol porque preferimos otros deportes u otras actividades en general, nos unimos a esa marea colectiva.

¿O no? ¿O no fuimos todos?

Pues parece que no. Si consultamos los datos de Kantar Media (Sofres para los amigos veteranos) hubo algo más de tres millones de personas (un 7% de la población) que se mantuvieron al margen y no vieron en ningún momento partidos del Mundial. Sí, vale, a lo mejor es que no lo vieron en su casa y se fueron al bar con los amigos o a la macropantalla de la Plaza Mayor, pero medir así es lo que tiene y, si de verdad te gusta el fútbol, ¿no vas a ver al menos un minutillo en tu casa?

¿Sabemos algo más de esos recalcitrantes?

Sí. Sabemos que son más mujeres (un 58,5%) que hombres; que, proporcionalmente, hay más entre los jóvenes (índices superiores a 100 entre todos los grupos de menos de 29 años y superiores a 200 entre los menores de 12 años) que entre los mayores; que, también en proporción, se vio menos Mundial en los hogares en los que viven niños y que el fútbol (al menos este fútbol del Mundial ganado por España) es un fenómeno de clases medias: las mayores concentraciones relativas de “no espectadores” se dieron en los extremos del arco social: entre la clase alta y las clases baja y media baja.

Parece que sí. Hubo gente que consiguió pasar el mes que duró el Mundial sin conectarse en ningún momento con el que parece ser el momento culminante de la Historia de España. ¿O sólo era de la historia deportiva?¿O sólo de la historia futbolera? porque, la verdad, ya habíamos sido campeones mundiales de casi todo, aunque casi se nos haya olvidado.

Este artículo se ha publicado en el número de la revista Anuncios correspondiente a la última semana de julio.

Un reto para la generación actual

Repasando archivos para escribir un artículo para Investigación y Marketing, la revista de AEDEMO, he encontrado éste, que escribí en diciembre de 2007  (poco antes de iniciar este blog) y que, salvo citas temporales, creo que sigue teniendo la misma validez que entonces:  

La investigación de medios es una actividad cada vez más importante, no sólo para el mercado de la investigación, también para el mercado publicitario y para la actividad económica en general.

Es necesario saber lo que se debe medir, encontrar la metodología más adecuada entre las que el mercado esté dispuesto a pagar, establecer el tamaño adecuado de las muestras (si la metodología elegida utiliza muestras) y llegar a consensos entre los diversos componentes sobre el buen uso de las medidas obtenidas. Es un mercado en el que los acuerdos, el consenso y la dimensión son elementos clave.

También es un mercado complejo, en el que una medición inadecuada (o un mal resultado de una buena medición) pueden llegar a hundir a una empresa. Al fin y al cabo los resultados de las mediciones son la mercancía que se vende en el mercado de los medios, o al menos constituyen un factor muy relevante en el establecimiento del precio de compra-venta.

Así no es extraño que cuando un medio (o esa figura tan española: un comunicador) no está de acuerdo con los resultados de un estudio, dispare contra él. El disparo se queda casi siempre en ruido mediático, pero ese ruido suele ser muy dañino, porque, como hemos establecido, el sistema se basa en el consenso, que es la base de la credibilidad y la fiabilidad de los datos. Si se hace ruido, puede ponerse en duda la credibilidad y romperse el necesario consenso. En España tenemos una larga tradición de este tipo de ruido: desde la prensa o la radio, pero también desde la televisión o las revistas y, no podía faltar, últimamente también desde Internet. 

Los retos

Ahora, mientras hemos pasado unos meses discutiendo si son galgos o son podencos, la realidad se ha ido moviendo rápidamente bajo nuestros pies. Cada vez podemos llegar a los consumidores de más maneras, de muchas más maneras; eso quiere decir con audiencias más fragmentadas, con contactos más breves, en casi todos los casos más difíciles de localizar y, por tanto más difíciles de medir. Los instrumentos de medida con los que hemos venido trabajando (y que todavía son útiles para medir el grueso de los contactos) se nos están quedando obsoletos entre las manos. Muy probablemente la encuesta con entrevista personal o el audímetro de botones que nos han acompañado durante los últimos veinticinco años, tienen los días contados. No está claro que el panel sea la mejor metodología para medir Internet, pero no hay acuerdo sobre cual puede ser la metodología alternativa (la marcación con tags, la medición en el servidor de publicidad, una combinación de métodos…). Y, repito, se trata de un mercado en el que los consensos son imprescindibles.

La tecnología, en su rápido avance, nos presenta un panorama de medios diferente cada día, a la vez que cambia el comportamiento diario de nuestro consumidor. Pero la tecnología nos ofrece también nuevas soluciones para medir. Sólo se trata de encontrar la tecnología adecuada, llegar a acuerdos sobre su implantación y estar dispuestos a financiarla.

Desde que en España puede hablarse de mercado publicitario propiamente dicho, cada generación ha tenido que afrontar sus propios retos.

En los años sesenta, cuando se necesitaron los primeros consensos, los profesionales de la época fueron capaces de poner en marcha la OJD, primero y el EGM después. Seguro que entonces no fue fácil llegar a acuerdos, pero se hicieron los esfuerzos necesarios, se cedió en lo accesorio para conseguir lo fundamental y se alcanzaron acuerdos que nos han servido a los que vinimos después.

En los años ochenta, cuando apareció la primera competencia en televisión, fue Televisión Española quién llenó un hueco ante la falta de consenso del mercado y convocó un concurso para la puesta en marcha del primer panel de audimetría. Probablemente no fue la mejor opción (aunque chapeau por la iniciativa), pero con el tiempo se acabó reconvirtiendo y tenemos un sistema de medición de televisión con un estimable grado de consenso y control por parte del mercado. A principios de este siglo se perdió la ocasión de establecer un sistema de medición de Internet acordado por todos; quizá aún estemos a tiempo de reconducir la situación.

Pero la situación está cambiando; las mediciones que nos han servido hasta ahora pueden quedarse obsoletas muy rápidamente. Un sistema de medición que no cumpla con las necesidades del mercado de medios está herido de muerte y en un mercado con una amplia multiplicidad de soportes con audiencias muy fragmentadas corremos el riego de que con los sistemas actuales la parte de la realidad que se nos quede sin medir sea mayor que la que midamos.

No se trata sólo de ampliar los tamaños de las muestras con las que trabajamos (que también. Y eso, ya se sabe, tiene aumentos de costes, con lo difíciles de asumir que son siempre), se trata, muy probablemente, de encontrar metodologías nuevas, que aprovechen los avances tecnológicos para medir de una manera más eficiente.

 El estado de la cuestión

A finales de noviembre se celebró en Madrid el VII Encuentro Internacional de Investigación de Medios, una cita de alto nivel entre investigadores que desde mediados de los años noventa viene organizando la AIMC.

Cómo medir la audiencia de televisión tanto si es en el hogar como si es fuera, tanto si se ve en un televisor tradicional como si se hace a través de un dispositivo móvil, qué puede aportar la tecnología a la medición de otros medios: el Mediawatch, ya utilizado en Chipre para los estudios multimedia o el Touch Point, que en el Reino Unido mide utilizando PDAs, las audiencias de los medios de todo tipo, incluso los no convencionales, pero también otras situaciones, incluido el estado de ánimo y ofrece datos de cada media hora de vida de las personas, los usos del GPS en medición de exterior, la combinación de audímetros de aparato y personales, el teléfono móvil como audímetro, la medición en la señal de retorno del descodificador…y tantas y tantas nuevas ideas convivieron con el intento de la Mesa IAB/AIMC por establecer los necesarios consensos en la medición de los medios interactivos y casi coinciden en el tiempo con el nuevo consenso para la medición de medios: un nuevo EGM que combine un multimedia menor con varios monomedias y luego llegue a un dato único mediante técnicas de fusión de ficheros; todo ello con entrevistas personales y telefónicas, a su vez debidamente combinadas. Y ahora viene el capítulo más duro: discutir cómo se financia todo eso. 

Lo dicho: se me antoja que nos hemos quedado en la vieja discusión de las liebres sobre si son galgos o podencos. 

Pero aún queda tiempo…cada vez menos tiempo.

Bueno, ahora quedan dos años y medio menos, pero no estoy seguro de que hayamos avanzado mucho.

Estos días se ha celebrado en Palma de Mallorca la reunión del EMRO, la organización que agrupa a las instituciones de investigación de audiencia de los principales mercados. ¡ojalah sea un paso adelante en la dirección adecuada.

Matar moscas a cañonazos

Hace unas semanas, coincidiendo con la culminación del pagón analógico, se presentó el libro La industria audiovisual en España, un libro coordinado por Corporación Multimedia.

Se trata del resumen de una investigación cualitativa basada en grupos de discusión de expertos y entrevistas en profundidad a un buen número de personas, entre las que tuve el honor de estar.

En la presentación, mi amigo Eduardo García Matilla, Presidente de Corporación Multimedia habló de las ventajas del nuevo escenario que se avecina. Entre otras cosas destacó que los publicitarios, que hasta ahora hemos matado moscas a cañonazos, podríamos hacer disparo de precisión.

Suelo estar de acuerdo casi siempre con Eduardo, pero esta vez no lo tengo tan claro. Mientras la nueva oferta de canales no se especialice y siga buscando en todos los casos el mismo tipo de público mayoritario, creo que seguiremos usando los cañonazos, aunque ahora muchas de las moscas (las que estén viendo cadenas de TVE) seguirán estando fuera de tiro.

Para determinado tipo de productos, muy mayoritarios, los cañonazos no son tan malos. Si al disparar a las moscas cae alguna avispa y compra el producto, bien venida sea.

Eso sí, cada cañonazo ahora nos está saliendo más, mucho más caro.

Otro problema que debemos abordar es el de la medición. Seguimos apostando a televisión una parte importante del dinero de los anunciantes. Pero una cuarta parte de la audiencia es inabordable y otra cuarta parte está mal medida.

El sistema de medición que utilizamos es adecuado para medir canales grandes y audiencias grandes, pero hay que buscar otras soluciones para el nuevo panorama de audiencias sumamente fragmentadas.

Es un problema que el mercado debe afrontar cuanto antes.