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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

Archivo de junio, 2015

La publicidad en Internet debe ir con la verdad por delante

Cuando, hace algo más de veinte años, llegó Internet al mercado publicitario nos dijeron: en Internet se puede medir todo. Yo lo llamo el pecado original de Internet.

Efectivamente, en Internet se mide más (y, casi siempre, mejor) de lo que hayamos medido nunca cualquier medio.

Eso produce una mayor cantidad de indicadores y más información, publicitaria y de negocio, de la que disponemos en cualquier otro medio.

También eso ha hecho que a todo lo digital se le pida mucho más de lo que se le haya pedido en cualquier otro momento a ningún sistema de comunicación.

Pero, como advirtió el pensador francés Paul Virilio, cada invento llega con su accidente, su cara inversa: a la vez que el automóvil se inventaron los accidentes de circulación, la política viene en el mismo paquete que la corrupción e Internet llegó con la piratería y el mal uso de los robots.

Los robots son necesarios para muchas cosas, una buena medición entre otras, pero también se pueden usar para estafar. En un medio en el que muchas veces lo que se compra son impresiones es muy fácil hacer que un robot genere un número importante de impresiones (que nadie ve y, por tanto, no se deberían pagar). También es fácil identificar cuántas impresiones no son humanas sino que se han servido a un robot.

Otro tema espinoso es el de la visibilidad: hay impresiones que no han aparecido en la pantalla del internauta, porque tardan en descargarse, porque están muy abajo en el scroll, porque se descargan una segunda vez en una página por la que el navegante ya ha pasdo y a la que no volverá…o por cualquier otra causa. Durante un tiempo este problema era difícil de identificar, ahora ya es posible.

Un reciente estudio americano llegaba a la conclusión de que los anuncios que no aparecen en pantalla ¡no generan recuerdo! ¡Qué sorpresa! Nunca lo habría imaginado.

El anunciante sólo debería pagar por las impresiones vistas por personas. Eso supondrá sin duda un aumento en el precio unitario de la impresión, pero pagará por impresiones reales. Tambiéen se paga más por el litro de detergente concentrado.

Ya sé que alguno me dirá: nunca supimos si las personas que se identificaban ante el audímetro se habían ido al baño; o ¿cómo sabemos si el lector ha mirado las páginas de publicidad o se las ha saltado?

Pero eso no podíamos saberlo.

En Internet, donde se puede medir todo, tenemos la oportunidad de ir con la verdad por delante.

 

(*) Este post es una adaptación de un artículo publicado en la revista IPMark este mes de junio.

La revolución de la Televisión conectada

La semana pasada participé en BIT Experience un evento que se celebró en el IFEMA en el que se presentaban los últimos avances tecnológicos en el mundo audiovisual.

La organización, el portal tecnológico Panorama Audiovisual, me propuso como título de mi charla La revolución de la Televisión conectada. Yo respeté ese título, sin añadirle unas interrogaciones, ni siquiera unas comillas, aunque empecé poniendo en duda que realmente se tratara de una revolución. Seguro que lo es desde el punto de vista tecnológico pero, en mi opinión, una revolución es un evento que cambia la vida de la gente, de la mayor parte de la gente. Lo fue la Revolución francesa, la soviética o la iraní; lo es la revolución digital, o incluso la móvil: todos hacemos las cosas de una manera diferente desde que llegó la digitalización; todos llevamos un móvil siempre con nosotros…pero aunque muchos tengamos un aparato de Televisión conectada, el uso que hacemos de él la mayor parte del tiempo sigue siendo de lo más convencional. Seguro que las cosas cambiarán, pero no sabemos cuánto puede tardar ese cambio. Ahora las esperanzas se centran en el aterrizaje de Netflix el próximo octubre.

El autor del blog durante su presentación en IFEMA. Foto: Panorama Audiovisual

No hablé de tecnología. Con un auditorio en el que predominaban los expertos en tecnología no habría podido decir dos palabras sin meter la pata y que me pillaran. Me centré en el espectador y en el negocio audiovisual (especialmente en la parte relacionada con la publicidad) y en cómo ha evolucionado la medición.

Actualmente vivimos en una esquizofrenia: por un lado nos dicen que la televisión ha muerto y por otro que el contenido es el rey (y ese contenido casi siempre es audiovisual).

La televisión lineal, la que se ve tal como la emiten las cadenas, en el momento de su emisión, no atraviesa su mejor momento (sobre todo entre los jóvenes) pero sigue ocupando en media cada día casi cuatro horas de la vida de cada español. ¡No está mal para un teórico muerto! Pero es verdad que cada vez se ve más contenido en diferido o en dispositivos diferentes del televisor del hogar; incluso usando varios dispositivos a la vez; o ver seguidos todos los capítulos de una temporada de una serie y pegarse el gran atracón. O sea que las dos afirmaciones, aparentemente contradictorias, tienen algo de razón.

Hice un repaso por la evolución histórica y el presente de la medición y de la inversión publicitaria, que no tiene cabida en este post. Aquí me voy a centrar en lo que creo que nos espera en un futuro ya muy próximo.

En una situación en la que las audiencias se fragmentan entre un número ya casi infinito de cadenas y en el que, además, las audiencias de un mismo programa se diluyen a lo largo del tiempo, cobran una importancia creciente los eventos que mayoritariamente se ven en directo (los deportes, el Festival de Eurovisión, los Goya, los finales de determinados concursos,…). En el plano de la medición toma cada vez más fuerza la idea de mediciones híbridas, complementando la información que se obtenga del panel de hogares (como el de Kantar Media en España) con la que proceda de estudios censales (como el que hace Kantar para Ono, o Rentrak para otros operadores). Según vaya creciendo la Televisión Conectada cada vez tendrá más sentido esa medición censal, que exige la colaboración del operador objeto de la medición.

En el plano comercial yo creo que todavía le quedan unos años de vida al sistema de venta de GRPs (puntos de porcentaje de audiencia) pero también está claro que la Venta Programática (que, en función de algoritmos, hará llegar a cada espectador/hogar una publicidad diferente en función de sus gustos o su comportamiento anterior) asoma con fuerza como nueva posibilidad a medida que crezca la conexión. Esperemos que no venga con los vicios que son habituales en Internet.

Creo que la clave es que las televisiones sigan vendiendo tiempo (spots de 10, 20, 30 segundos) y no simples impresiones como se ha hecho en internet. El tiempo es limitado: un día tiene 86.400 segundos; según la ley habría un máximo de 17.280 segundos publicitarios…abundante pero limitado. En una pantalla de Internet (en la que podemos habernos detenido sólo unas décimas de segundo) puede haber numerosos mensajes publicitarios; eso hace que la oferta publicitaria de Internet sea casi infinita, lo que lleva a que los precios tiendan a cero y haga muy difícil la supervivencia de una gran parte de los protagonistas de la transformación digital. Y por supuesto, que no se pague por aquello que nunca ha llegado a aparecer en las pantallas. Ese asunto de la visibilidad que ahora parece empezar a preocupar en Internet (y que sorprende que no preocupara antes).

Creo que la nueva situación que se prevé será muy buena para el espectador, que podrá ver lo que quiera, cuándo quiera, dónde quiera y en el dispositivo que quiera. Tengo menos claro que vaya a ser buena para la publicidad o para el negocio audiovisual en general.

En cualquier caso está claro que vienen tiempos interesantes. Habrá que estar atentos.

Ocho pasos para destruir TVE: ya vamos por el octavo

Este artículo podría ser el quinto de una serie que inicié hace ya más de dos años con el título TVE: lentamente hacia su desaparición.

En la segunda entrega hablaba de las instrucciones para destruir una actividad pública y las centraba en ocho pasos. Los repaso ahora y veo que ya lo tenemos todo a punto: los ocho pasos se han cumplido; o casi.

Desde que el Gobierno de Zapatero, con estivalidad y alevosía, decretó la supresión de la publicidad en TVE sin proponer a cambio un sistema realista de financiación, el deterioro de la cadena pública no ha cesado.

Cuando el ministro Montoro acusaba a los socialistas de regalar la publicidad de TVE a las televisones amigas no le faltaba razón; sólo le sobraba lo de amigas: se la regaló a todas las privadas, amigas o enemigas. La evolución posterior del mercado ha llevado a que las amigas del PSOE no sean muchas, pero esta es otra historia, que seguro que no encajaba en las intenciones iniciales.

Desde que TVE no tiene publicidad (o la tiene sólo como patrocinios culturales) su audiencia ha caído casi a la mitad. La ausencia de publicidad  dificulta la financiación, lo que obliga a renunciar a algunos de sus mayores éxitos de audiencia. Si a eso se añade una gestión nefasta (la falta de pluralidad, errores como los programas de José Luis Moreno, Ernesto Sáez de Buruaga o los Morancos que no alcanzaron los objetivos previstos) está claro que el siguiente paso puede ser ¿y para qué necesitamos una televisión pública? Desde luego, para este tipo de cosas, no.

Una televisión pública no se tiene que mover sólo por criterios de audiencia (¿no?). Pero es lamentable que el Telediario 2 (el de las 9 de la noche) no aparezca casi ningún día entre las 25 emisiones más vistas, cuando el Informativo de Tele 5 de la misma hora muchos días es líder; que muchos días se quede a un millón de espectadores de distancia de la audiencia del informativo rival. O que una televisión de servicio público se vea arrasada por La Sexta en el programa de la noche electoral.

Leo que el programa de Buruaga seguirá costando una fortuna aunque ya se haya dejado de emitir (por su estrepitoso fracaso de audiencia). Eso no habría ocurrido en una cadena privada. Puede que no sea por eso, pero creo que el programa tenía un cierto sesgo: el único día que lo ví me sorprendió que dos de los contertulios afirmaran (sin que nadie les contradijera) que el PP es un partido socialdemócrata (sí, sí, socialdemócrata, no ultraliberal, ni neoliberal, ni siquiera socialcristiano o social-liberal, no: socialdemócrata). A lo mejor eso restaba credibilidad al programa.

Ahora el Presidente de la Corporación dice que el modelo es inviable (algo que otros sabíamos desde hace cinco años) y reclama la vuelta de la publicidad (cinco minutos por hora).

Los anunciantes estarán de acuerdo. Las cadenas privadas se opondrán. Pocos meses antes de las elecciones nadie se atreverá a enfrentarse con las cadenas privadas.

Y TVE seguirá hundiéndose más y más cada mes.

¡Maldito Twitter! Bienvenida a una nueva profesión

Hasta el sábado no conocía de nada a Guillermo Zapata, ahora mundialmente conocido, al que varios medios internacionales (y casi todos los nacionales) han dedicado sus portadas de ayer o de hoy.

En general no me gusta el humor negro; me suele hacer muy poca gracia. Los chistes que se han publicado, sacados del timeline del ya exconcejal de cultura del Ayuntamiento de Madrid, me parecen de pésimo gusto (además de crueles, como casi todo el humor negro).

Todos conocemos, o deberíamos conocer, el peligro que entrañan las redes sociales, con su eterna huella imborrable (incluso tras la legislación del Derecho al Olvido), algo en lo que se insiste mucho al hablar de adolescentes.

Pero reconozco que el caso Zapata me tiene muy asustado. No sé si ha dimitido o le ha cesado la alcaldesa (en la última media hora he leído varias veces cada una de las dos versiones) pero creo que eso es lo de menos. Lo que me preocupa es esta nueva caza de brujas que parece haber sustituído al y tú más de los últimos años.

Me imagino empezando dentro de poco en mi nuevo cargo (seguramente será el de jubilado, pero imaginemos cualquier otra cosa) y que alguien encargue a su becario que se revise mis casi diez mil tuits, mis cerca de mil posts, o mis cientos de artículos y conferencias para ver cuándo y dónde metí la pata para así poderme atacar.

Yo soy bastante moderado y pienso que no ofendo mucho, pero aun así recuerdo un par de post que ofendieron a asociaciones profesionales y ¿quién me dice a mí que en algún momento de cabreo no se me escapara un tuit malinterpretable? o, esto es mucho más probable porque muchas veces manejo la ironía, ¿cuántas frases sacadas fuera de contexto me podrían poner ante el pelotón de fusilamiento (mediático)?

Eso sí; estoy contento porque veo, en la de revisador de tuits, una profesión cargada de futuro, que creará cientos (¡qué digo cientos, miles!) de puestos de trabajo mal remunerados (o sea, de los habituales).

Pero, de nuevo en serio, ¿cuando prescriben los delitos tuitéricos?

Dedicamos (casi) todo el tiempo libre al consumo de medios

Mi equipo proporcionó los datos referidos a España del informe que a principios de esta semana publicó, ZenithOptimedia, el grupo en el que trabajo. El informe ha tenido mucho éxito: cientos de medios de todo el mundo lo han reproducido. La razón es que algunos de los datos que incluye son muy llamativos.

En el mundo actual cada persona dedica por término medio 492 minutos al día (más de ocho horas) a consumir medios de comunicación. Aún se espera que ese tiempo siga creciendo, impulsado por el creciente uso de Internet, y que se sitúe en 506 minutos en 2017. Al menos esos son los datos de los 65 países a los que se refiere el estudio.

En los últimos cuatro años el tiempo dedicado a consumir medios creció un 5%, pero ese dato puede resultar engañoso para algunos medios: mientras el uso de Internet subió casi un 84% (pasó de 60 a 110 minutos) los medios tradicionales cayeron un 7% (de 402 a 376 minutos). Los más perjudicados son los Diarios, que caen casi un 26%. La Televisión en su formato tradicional también se está viendo afectada, aunque en menor medida: cayó un 6% en los últimos cuatro años. Pero por el momento sigue siendo el medio que predomina entre los consumidores.

Foto: 20 Minutos

El uso masivo de móviles aumenta las posibilidades de consumo de medios durante lo que antes habrían sido tiempos muertos.

El consumo de publicidad Exterior crece debido al aumento de emplazamientos y al hecho de que en los países emergentes una parte creciente de la población se deplaza hacia los ciudades, donde esos emplazamientos se concentran en mayor medida. Y ahora, cuando la crisis económica va quedando atrás en el mundo, pasamos más tiempo en la calle.

Pero volvamos al principio: si dedicamos más de ocho horas cada día a consumir medios, dormimos más o menos ocho horas y trabajamos otras ocho (o más, si nos dedicamos a la publicidad) ¿nos queda tiempo para algo más?

El truco está en que no todo el mundo trabaja, en que los jubilados y los parados tienen más tiempo para otras cosas, entre ellas consumir medios, y que, con los fenómenos multitarea y multipantalla, cuando hacemos varias cosas a la vez, multiplicamos el tiempo, al menos para este tipo de estudios.

Pero, en nuestro tiempo libre ¿hacemos algo más que consumir medios?

Si has terminado lo que tenías que hacer, sal antes de currar

A mucha gente le puede parecer extraño el título de este post. Hay profesiones en las que siempre se sale de trabajar a la hora, tanto si se ha terminado el trabajo mucho tiempo antes como si queda trabajo pendiente para otros días.

Pero estoy seguro de que muchas otras personas se sentirán identificados. En otras profesiones (publicidad y periodismo son dos de ellas) nunca se sale a la hora. Casi siempre porque los equipos están mal dimensionados y hay mucho más trabajo del que podrían hacer en el horario normal, pero también hay casos en que reina el presentismo: si el jefe no se ha ido hay que seguir calentando la silla aunque no se tenga nada que hacer.

A las personas de este segundo grupo se dirigen iniciativas como #salantesdecurrar que se ha puesto en marcha hoy y que se hace eco de otra puesta en marcha en Estados Unidos por la experta en productividad empresarial Laura Stark.

Se trata de que los empleados aumenten su productividad, haciendo el mismo trabajo en menos tiempo, motivados por el incentivo de salir antes de la hora.

Si quieres ver todos sus argumentos, los tienes aquí.

Y si puedes y ya has terminado todo lo que tenías que hacer sal antes de currar.

Tele 5 gana mayo mientras TVE se hunde

Esta vez Tele 5 ha ganado con una ventaja clara (15,4% frente a 13,0% de Antena 3) y dominando desde los primeros días del mes. Mayo ha sido el noveno mes consecutivo en que la cadena de Mediaset consigue el liderato. La 1, tercera con 9,9%, se queda de nuevo por debajo del 10% y parece estar abocada a competir más con La Sexta (7,6%) o con Cuatro (7,3%) que con las cadenas líderes de cada grupo.

Lo que está ocurriendo con la cadena pública es una pena. Los informativos se quedan ya muy lejos de los de las privadas; algunos días el Telediario 2 ni siquiera consigue situarse entre los 25 programas más vistos. El de Tele 5 arrasa por la noche (y en el promedio de todos los informativos) y Antena 3 gana claramente al mediodía.

Si a esto añadimos que el mayor seguimiento de la jornada electoral se hizo por La Sexta y no por TVE, tendremos una foto bastante buena de la situación.

Y eso que de las cinco emisiones más vistas cuatro correspondieron a La 1:

El partido Juventus-Real Madrid, la ida de la semifinal de la Champions, con 8,1 millones de espectadores.

Las votaciones del Festival de Eurovisión, con 7,1 millones.

El partido Bayern Munich- Barcelona, vuelta de la otra semifinal de la Champions, con 6,4 millones.

Y en quinto lugar la emisión del Festival de Eurovisión propiamente dicho que se quedó a unos pocos miles de los seis millones de espectadores.

Sólo encontró su hueco en el cuarto lugar de este Top 5 la final de la Copa del Rey, Athletic de Bilbao-Barcelona con 6,3 millones, emitida por Tele 5.

Tras la desaparición de la publicidad en la época de Zapatero, que la situó en una posición de financiación muy comprometida, los errores de programación del nuevo equipo (renunciar a una serie de éxito en la tarde que, rápidamente, contrató la competencia; los sucesivos intentos de rectificar, sin éxito; los cambios en la línea informativa y tantos otros) han llevado a TVE a una situación muy  compleja.

Hay momentos en que parece que tantos errores no pueden ser casuales. Y, como tener una cadena de gran audiencia que sirva de altavoz a las acciones del Gobierno en mejor que tener una con poca audiencia, la otra opción, la destrucción intencionada de todo lo público, suena muy verosímil.

El último intento de revitalizar la noche de los lunes, el debate Así de claro que presenta Buruaga, se saldó con 955.000 espectadores de media y un 6,7% de share (más de tres puntos por debajo de la exigua media de la cadena). No sé si el hecho de que dos contertulios estuvieran de acuerdo en considerar al PP como un partido socialdemócrata tendrá algo que ver con el resultado.