Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

Archivo de 2010

Somalia, Congo, Uganda, Bosnia, Ruanda… balance de fin de año en Viaje a la guerra

Se nos escapan las últimas horas del 2010, de la primera década del siglo XXI, y toca hacer balance de lo vivido, también aquí en Viaje a la guerra. Un balance que no podría ser más positivo.

El mero hecho de poder seguir recorriendo el mundo, contando historias, en medio de tantas complicaciones económicas y de incertidumbres en la profesión, no deja de ser en sí un privilegio, un triunfo, algo que celebrar y agradecer.

. ARGENTINA

Comenzamos el año fatigando a lo largo de tres meses los barrios más marginales y conflictivos de la provincia de Buenos Aires: desde Ciudad Oculta, pasando por Isla Maciel, la villa 1-11-14 y el barrio Ejército de los Andes (Fuerte Apache). Entrevistamos a políticos, gendarmes, sociólogos, jóvenes armados y víctimas.

La idea era tomar el pulso a la violencia urbana de esta parte en el mundo. Problema que se ha situado en el primer puesto de las preocupaciones de los lationamericanos, superando al desempleo. Una región que despega, que levanta la cabeza, y que se empieza a ver lastrada por el uso de las armas.

. NUEVA YORK

En mayo realizamos varias entrevistas en la sede de la ONU, lugar cuyas decisiones, informes y operaciones están siempre presentes en las entradas de este blog.

. BOSNIA HERZEGOVINA:

En julio asistimos al 15 aniversario de la masacre de Srebrenica (ver vídeo junto al maestro Gervasio Sánchez). Dentro de la investigación que llevamos años realizando sobre la violencia sexual – que será la base del documental, «La guerra contra las mujeres», que estreno en 2011 – visitamos aquellos sitios en que las mujeres fueron encarceladas y violadas de forma sistemática: desde Foca, pasando por Visegrad y la periferia de Sarajevo. Entrevistamos a víctimas y activistas que luchan por llevar a prisión a los culpables de semejantes atrocidades.

. KENIA:

Una vez más, Nairobi se convirtió en nuestra base en África. Lugar de encuentro con amigos, preparación de viajes y descanso. Volvimos a Kibera, el barrio de chabolas más grande de África (escenario de mi último documental, «Villas Miseria»). También estuvimos en la barriada de Korigocho.

Coincidimos, en la capital keniana, con algunos hechos destacados como la promulgación en julio de la nueva constitución – que quita poderes al presidente y descentraliza la administración –, fugaz paso de Omar al Bachir incluído, y el viaje en noviembre de William Ruto a La Haya, líder kanlenjin, para enfrentarse a las acusaciones lanzadas por Moreno Ocampo.

. RUANDA:

De paso hacia la República Democrática del Congo, durante el mes de julio, nos encontramos con un proceso electoral muy cuestionado por la detención de opositores y la censura a la prensa. Como era de esperar, Paul Kagame, aliado cada día más incómodo de Occidente, ganó las elecciones.

. RD CONGO

Por tercer año consecutivo volvimos a Congo Kinshasa. Mes de agosto. Nos reencontramos con víctimas de la violencia sexual como Vumilia, Jane y Janette. Lidiamos con el torpe acoso de la Policía Secreta y nos desplazamos a las minas, en esta ocasión, en la región de Kamituga, pues los minerales siguen estando en la base de este conflicto que ha terminado con la vida de cinco millones de personas. La elección de Kamituga estuvo condicionada por el oro, dada la caída del precio del coltán.

. UGANDA

Fue uno de los primeros destinos de Viaje a la guerra, en 2006. Resultó muy satisfactorio descubrir la desaparición de la gran mayoría de los campos de desplazados en la región acholi, así como el desarrollo de Gulu (ver vídeo). El viaje tuvo lugar a principios de septiembre. Nos volvimos a encontrar con Rosemary Nyrumbe, que sigue realizando una extraordinaria labor en favor de las niñas secuestradas por el LRA.

. SOMALIA

Sin dudas ha sido el punto culminante de nuestros viajes. Hacía cuatro años que estaba intentando poner los pies en Mogadiscio. Finalmente, el día 1 de noviembre, este deseo se hizo realidad (ver vídeo). Además de la maltrecha capital, dividida entre AMISOM y Al Shabab, pasamos por Garowe, Galkayo y Bosaso, en la región semiautónoma de Puntlandia (epicentro de la piratería en el país).

. SOMALILANDIA

Interesante descubrimiento, sobre el que pienso escribir en próximas entradas. Hargeisa es como uno se imagina a Somalia si algún día termina la guerra civil.

Tras este breve repaso a lo escrito y vivido este cuarto año de Viaje a la guerra, agradeceros a los lectores por la compañía, las palabras de amistad, las reflexiones, críticas y sugerencias (muchas de las cuales, signo de los tiempos, han pasado por la página de FB). Asimismo, por qué no, a los que entran sólo para gastar una broma, cabrearse o incordiar (curioso, nunca salen del anonimato y pasan por FB). No deja de ser una muestra de atención e interés.

Después, por supuesto, a los responsables de este periódico por seguir apoyando Viaje a la guerra más allá de la complicada crisis que estamos viviendo. Y a los compañeros de 20 Minutos, por la amistad y la complicidad.

Foto: Recorrido por Mogadiscio en blindado de la Unión Africana.

Controversia ante la detención de un avión ruso con material militar para Somalia

Fue una noticia que casi no tuvo repercusión en los medios de comunicación y que demuestra que aún continúa vigente en África la ecuación que tanto éxito tuvo en los años noventa:

Avión ruso + mercenarios sudafricanos + cargamento de armas + empresa privada de origen sombrío – embargo de armas de la ONU.

El avión en cuestión: un Antonov-24 que fue detenido el viernes 10 de diciembre. El lugar de la detención: Hargeisa, capital de Somalilandia.

Somalilandia, antigua colonia británica, se independizó del resto de Somalia en 1991. Si bien la comunidad internacional ha dado la espalda a esta decisión, lo cierto es que cada día son más las voces que la toman como un ejemplo a seguir: el lugar en el que los clanes somalíes supieron arreglar sus disputas a través del diálogo y no de la violencia.

Las últimas elecciones presidenciales dieron prueba de ello. Aunque muchos anunciaban un desenlance violento al estilo Zimbabue, Kenia o Costa de Marfil, el proceso electoral transcurrió sin mayores contratiempos. El nuevo presidente, Ahmed Mohamed Silanyo, asumió el poder en el mes de julio.

En tierra

En el aeropuerto de Hargeisa estuvimos para escribir este blog hace poco más de un mes. Coincidimos, justamente, con el primer viaje oficial de Ahmed Mohamed Silanyo, que se dirigía a la sede de la Unión Africana en Addis Abeba, Etiopía.

Se trata de un aeropuerto modesto, con una sola pista plagada de baches, pero con estrictas medidas de seguridad como consecuencia de los atentados que tuvieron lugar el 29 de octubre 2008 (seis terroristas suicidas, vinculados a Al Qaeda, atacaron el palacio presidencial, el consulado de Etiopía y las oficinas del PNUD dejando más de 30 muertos)

El Antonov-24 detenido en este aeropuerto por las autoridades de Somalilandia, había partido originariamente de Sudáfrica y había hecho escala en Uganda. Su destino final era la región semiautónoma de Puntlandia (cuna de la piratería en el golfo de Adén y en constante tensión con Somalilandia).

La trama

En su interior viajaban seis tripulantes rusos y dos ciudadanos sudafricanos. Estos últimos, que en un primer momento declararon ser periodistas, en realidad son contratistas – o mercenarios – de la empresa militar privada Saracen International. Dentro del Antonov-24 viajaban también unas 200 cajas con equipamiento militar. Fuentes oficiales de Somalilandia hablan de armas; otras afirman que se trata de uniformes.

Diversas fuentes sostienen que, a pedido del gobierno de Puntlandia, Saracen International está entrenando y armando a unos mil hombres para que luchen contra la piratería. Una operación en la que, según AP, participan:

. Michael Shanklin, antiguo jefe de la CIA en Mogadiscio.

. Pierre Prosper, embajador durante la administración Bush.

. Bill Pelser, ex miembro de las fuerzas especiales de Sudáfrica.

. Salim Saleh, hermano menor y asesor del presidente de Uganda.

La operación estaría siendo financiada por un país árabe.

Las críticas

No son pocas las críticas que ha recibido esta operación desde que saliera a la luz por la detención del Antonov-24 en Somalilandia. Las principales:

. La mayoría de los soldados de AMISOM (la fuerza de pacificación de la Unión Africana para Somalia) son ugandeses. Es más, la semana pasada, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el envío de otros 4.000 soldados del UPDF a Somalia. Que los somalíes vean que el hermano del presidente de Uganda, Salim Saleh, está haciendo negocios privados con tropas y armamentos resulta muy controvertido. Un escenario que recuerda asimismo a las vinculaciones de Erik Prince, dueño de Blackwater/Xe, con el partido republicano durante la guerra de Irak. Terreno abonado para la propaganda de Al Shabab.

. La participación de un antiguo miembro de la CIA y de un embajador de la era Bush, tampoco tendrá muy buena acogida entre los somalíes, siempre recelosos de toda intervención extranjera. Más leña al fuego de la propaganda islamista.

. Es funsión de AMISOM armar y entrenar a las milicias locales. The East African afirma que la operación organizada por Saracen International no cuenta con la aprobación de la Unión Africana.

. Causa resquemores la posibilidad de que el equipamiento militar termine en manos de Al Shabab, pues en la zona opera Mohamed Said Atom, señor de la guerra acusado ya en el pasado de vender armas a los islamistas.

. Crece la tensión con Somalilandia, que teme que estas milicias puedan eventualmente ser usadas en su contra.

. El Antonov-24 detenido en Hargeisa podría haber violado el embargo de armas impuesto por la ONU a Somalia en 1992.

Los tripulantes del avión están siendo procesados por las autoridades judiciales de Hargeisa.

Retroceso y unión de los islamistas radicales en Mogadiscio

La impresión que tuvimos hace poco más de un mes, al recorrer las calles de Mogadiscio junto a la Unión Africana, fue la de una ciudad fracturada por la violencia en la que hasta el presidente Sharif Ahmed, con quien nos encontramos en el puerto, tiene serios problemas para desplazarse o para evitar que loa disparos de los francotiradores y el fuego de mortero alcancen su residencia, conocida como Villa Somalia.

Sin embargo, dos artículos publicados esta semana señalan que las principales fuerzas islamistas que luchan en la capital del país contra el Gobierno Federal de Transición y las tropas ugandesas de la AMISOM, estarían retrocediendo en sus posiciones.

Al Shabab

The Economist sostiene que Al Shabab, la más radical de las facciones islamistas, vinculada a Al Qaeda y su jihad global, habría pasado de controlar el 60% de Mogadiscio al 40% en apenas unos meses.

El mapa publicado por el semanario en su último número, muestra cómo la línea en la que luchan contra el Gobierno y las tropas de la Unión Africana habría retrocedido algo más de un kilómetro hacia el norte. Podrá sonar a poco, pero lo cierto es que la batalla de Mogadiscio se lucha metro a metro, casa por casa. Batalla en la que se juega el futuro del país.

En estos momentos, la mayor parte de los choques tienen lugar en el distrito de Bondere. Y si bien ha sido una victoria importante para la AMISOM recuperar el control del antiguo hospital militar de la capital, Al Shabab aún domina el mercado de Bakara, su centro neurálgico de operaciones.

Este retroceso podría explicarse en parte como consecuencia del fracaso de la vasta ofensiva lanzada por Al Shabab en agosto y septiembre, en la que perdieron la vida más de 700 de sus hombres, entre los que se contaban combatientes chechenos, saudíes y uzbekos (el número estimado de extranjeros enrolados en Al Shabab varía según la fuente, de 300 a 1.200).

El Ministro de Información, Abdulkareem Hassan Jama, declaró recientemente que espera que el Consejo de Seguridad de la ONU de luz verde a la Unión Africana para que eleve el número de efectivos de la AMISOM de ocho mil a doce mil para poder afianzar así el territorio recuperado y seguir avanzando. Su gobierno intenta desesperadamente imponer el orden antes de que venza el plazo de su mandato: agosto de 2011.

Hizbul Islam

La otra noticia llega a través del New York Times, que habla de una desbandada del otro destacado grupo islamista radical: Hizbul Islam. Mohamed Ibrahim informa desde la misma Somalia que los miembros de la organización de Hassan Dahir Aweys estarían abandonando sus posiciones en Mog para unirse a Al Shabab, con la que mantienen un conflicto intermitente desde 2009, especialmente por la recolección de impuestos en la ciudad portuaria de Kismayo.

Hizbul Islam siempre ha mantenido un discurso más nacionalista, crítico de la posición wahabista y seguidora de Bin Laden de Al Shabab, además de rechazar los atentados suicidadas. En lo que sí concuerda con Al Shabab es en la aplicación de una versión brutal de la sharia o ley islámica (que describo en este reportaje publicado en El País).

Falta tiempo para poder hablar de una tendencia sostenida, sobre todo por la capacidad de rearme y reposicionamiento de estos grupos, como ya demostraron tras la invasión etíope con respaldo de Washington de diciembre de 2006, de la que surgieron sumamente fortalecidos.

Foto: Soldado de la AMISOM en blindado, Mogadiscio (Hernán Zin)

Kenia y la Corte Penal Internacional: un avance hacia el final de la impunidad en África

Fueron los eventos más trágicos y sangrientos de la historia keniana desde la independencia de Gran Bretaña en 1963. El 28 de diciembre de 2008, un día después de las elecciones, el candidato Raila Odinga (perteneciente a la etnia lúo), encabezaba los recuentos. Dos jornadas más tarde, la Comisión Electoral daba la victoria a Mwai Kibaki (etnia kikuyu), presidente el país. Las acusaciones de fraude, que ya estaban el prensa, se intensificaron. La violencia se extendió por buena parte de la geografía de Kenia.

En Viaje a la guerra nos desplazamos para contar lo que sucedía desde la propia Kenia (en tantas ocasiones escala de este blog hacia destinos como Etiopía, Congo, Ruanda, Uganda, Sudán o Somalia). Más de 1.300 personas perdieron la vida, y más de 350 mil se vieron obligadas a abandonar sus casas.

El mapa étnico de este país, que se dividía en 42 grupos tribales antes de la aprobación de la nueva Constitución el pasado mes de julio, fue redibujado en base a machetes, linchamientos, arcos y flechas. En la ciudad de Karicho, mayoritariamente kalenjin, fuimos testigos del éxodo masivo de kikuyus, kissi, luhya y lúo. En el barrio de chabolas de Kibera, en Nairobi, de los acciones violentas de la secta mungiki (kikuyu) contra lúos y luhya, que se refugiaron en iglesias y parques.

El camino hacia la paz

No pocos líderes internacionales pasaron por el país en aquellos días. Ban Ki-moon, Condolezza Rice, Jakaya Kikwete… El peso de las negociaciones entre los partidos de Railda Odinga y Mwai Kibaki lo llevó Kofi Annan. Tras numerosas acusaciones cruzadas y postergaciones, el 28 de febrero decidieron crear un gobierno de coalición – Kibaki seguiría de presidente y Odinga ocuparía el cargo creado expresamente de primer ministro – a través de la National Accord and Reconciliation Act.

Guatemala, Argentina, Sudáfrica, España, Ruanda, Bosnia-Herzegovina… son diversas las estrategias que han seguido los países que sufrieron conflictos internos: desde la negación, pasando por la reconciliación y el juzgamiento de los culpables. Una vez superada la violencia, las sociedades deben elegir.

En el caso de Kenia, el parlamento decidió que no fuera un tribunal local el encargado de impartir justicia, abriendo así las puertas a la Corte Penal Internacional (que por primera vez actúa contra políticos y sin responder a un pedido del país o del Consejo de Seguridad de la ONU). Desde entonces, las especulaciones en los periódicos y en las calles han sido constantes. Se hablaba de cuatro miembros del gobierno que serían procesados por Moreno Ocampo.

Nuestro último paso por Kenia, camino a Somalia, coincidió con un hecho que copó la portada de todos los periódicos: en un acto desafiante, William Ruto – una de las figuras más controvertidas del país, ex ministro de Educación Superior apartado de su puesto por corrupción y mencionado siempre en las quinielas de la CPI – viajó a La Haya para preguntar qué cargos había en su contra.

Los acusados

Este miércoles, finalmente, la CPI dio los nombres de los seis principales procesados por la violencia postelectoral. Entre los acusados está el mencionado William Ruto. Moreno Ocampo sostiene que Ruto, junto a otros destacados miembros de la oposición como el actual ministro de Industria Henry Kosgey y el famoso periodista Joshua arap Sang, «comenzaron a planear los ataques a los partidarios del gobierno un año antes de las elecciones».

Ruto es considerado uno de los instigadores de las matanzas perpetradas por miembros de la tribu kalenjin (22% de la población del país), entre las que destaca el que quizás fuera el hecho más atroz de aquellos días: la quema de una iglesia en El Doret que terminó con la vida de más de 50 personas, entre las que se contaban mujeres y niños. Un ataque que recordó a la prensa internacional lo sucedido en Ruanda en 1994.

Del bando contrario, la CPI acusa a Uhuru Kenyatta (hijo del primer presidente del país y actual ministro de Finanzas), a Hussein Ali y a Francis Muthaura de haber organizado “acciones de respuesta contra civiles”. Su principal instrumento fue la secta mungiki, sobre la que tanto escribimos en este blog.

Un mensaje de cambio

Como bien señala Eduardo Molano en ABC, seis nombres saben a poco ya que “la Comisión de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR) acusó a cerca de 200 figuras influyentes del país de haber tomado parte en los disturbios”.

Pero esto no dejar de significar un importante avance para Kenia de cara a las elecciones presidenciales de 2012 – en las que no participará Kibaki y que la ONU declaró que podrían despertar una nueva ola de violencia –, si bien gestionar acusaciones tan serias contra dos ministros del Gobierno no será sencillo (algunos parlamentarios están tratando de que Kenia salga del Estatuto de Roma, que el país firmó en 2005).

Y también para todo el continente. Recordemos no sólo el fraude y el matonismo de Robert Mugabe en Zimbabue, sino los recientes conflictos provocados por los comicios en Nigeria, Etiopía y ahora mismo en Costa de Marfil. Al menos existiría un recurso contra la impunidad de los políticos africanos que no dudan en apelar al fraude y la muerte para perpetuarse en el poder.

Foto: Peter Andrew/Reuters

Las últimas imágenes del fotógrafo João Silva

El fotógrafo portugués João Silva es uno de esos profesionales que ha mantenido constante a lo largo de los años su presencia en las zonas de guerra.

Alcanzó fama mundial al formar parte de aquel grupo de jóvenes periodistas al que se conoció como el Bang Bang Club (que, como ya contamos en estas páginas en más de una ocasión, retrataron con crudeza los últimos y violentos espasmos del régimen del apartheid en Sudáfrica).

Estuvo junto a Kevin Carter el día en que este sacó la fotografía del buitre y la niña en Sudán por la que ganaría el premio Pullitzer. De hecho, Silva capturó instantáneas similares.

Afirmar que la polémica en torno a esta foto siempre me ha parecido absurda, fruto de la mente ociosa de opinadores que nunca han pisado el terreno, es decir poco.

Pero por si quedan dudas, Silva, testigo directo de lo sucedido, termina con ellas en el libro del Bang Bang Club. Curioso quizás el destino de haber estado allí también y que la fortuna eligiera a su compañero para ser premiado.

De Soweto al mundo

Desde su base en Sudáfrica, Silva, que hoy tiene 44 años, cubrió la guerra de los Balcanes, Chechenia, Oriente Próximo y buena parte de África. En los años de mayor violencia en Irak sus imágenes no dejaban de aparecer en The New York Times.

Otro extraordinario fotógrafo luso, João Pina, me lo describía hace un año como un hombre “tranquilo y generoso”. Greg Marinovich, integrante del Bang Bang Club, escribía acerca de él: «Es un humanista, con una tranquila y callada empatía hacia cada persona que conoce, que fotografía. Generoso y divertido, hace fotografías cargadas de gracia, que son a su vez una elegía y un importante documento de vidas aventuradas, vidas atesoradas y vidas perdidas».

«Es el único con el que puede caminar por una calle en la que todo puede suceder mientras te hace reír», sostiene Franco Pagetti.

Tragedia afgana

El pasado 23 de octubre, Silva perdió las dos piernas al pisar una mina en Afganistán. Estaba realizando un reportaje junto a la Cuarta División de Infantería – parte del contingente de 30 mil soldados enviados por la administración de Obama – en el distrito de Arghandab, provincia de Kandahar. Lo acompañaba Carlota Gall, que salió indemne y que escribió un artículo en el NYT en el que describe el complejo escenario que el uso masivo de explosivos caseros está generando en el sur del país del Hindu Kush.

Si bien el NYT se ha hecho cargo de los costes de la rehabilitación de Silva en el hospital Walter Reed Army Medical Center de Washington- donde fue visitado recientemente por el fotógrafo andaluz Emilio Morenatti, que perdió la pierna izquierda en Afganistán-, Greg Marinovich y su mujer Leonie han creado un fondo para recaudar dinero para ayudarlo. Silva es padre de dos hijos: Gabriel e Isabel.

El periódico neoyorkino publicó recientemente en el blog Lens las imágenes que se encontraban en la tarjeta de Silva en el momento del accidente, además de un vídeo de cuando el propio fotógrafo hizo la selección en el hospital junto a Carlota Gall.

Sorprende que después de herido, ya en el suelo, siguiera tomando fotos. Pero para artisbar la filosofía de Silva, quizás lo más enriquecedor sea leer la entrevista que Michael Kamber le realizó hace un año. “Actuar a pesar del miedo”, se titula.

Fotografía: AP/Jerome Delay.

Wikileaks calienta el potencial conflicto entre el norte y el sur de Sudán

La última vez que estuve en Juba, capital del sur de Sudán, algunas personas me aseguraron que los tanques habían llegado y estaban listos para usarse en un hipotético conflicto con Jartum. ¿Qué tanques? La treintena de vehículos de combate T-72 ucranianos que salieron a la luz cuando fueron interceptados por piratas somalíes en aguas del Índico.

Recordemos los hechos, que fuimos recopilando a lo largo de los últimos dos años en estas páginas en la serie de entradas tituladas “La guerra que se aproxima en Sudán”:

. El 23 de septiembre de 2008, el carguero MV Faina fue secuestrado por delincuentes somalos que pidieron 35 millones de dólares. Ellos mismos revelaron que el barco estaba cargado de armas.

. Seis navíos de guerra de EEUU rodearon al MV Faina, para evitar que el armamento bajara a tierra, hasta que se lo dejó en libertad el 5 de febrero de 2009 tras el pago de 3,2 millones dólares.

. La presencia de los tanques T-72 provocó un importante revuelo. Si el destino era el SPLA, como muchos sostenían, quedaba entonces claro que las autoridades del sur de Sudán se estaban preparando para un eventual conflicto con el norte en vistas al referendo de autodeterminación que se celebrará el próximo 9 de enero.

Recordemos también que los habitantes del norte, que se llaman a sí mismos árabes y son musulmanes, y los de sur, animistas y cristianos, protagonizaron ya dos brutales guerras que dejaron millones de muertos y desplazados. El error de partida fue la decisión tomada por los colonizadores británicos en 1956 de obligar a convivir a ambos grupos dentro de un mismo Estado, teniendo en cuenta que los árabes siempre habían esclavizados a sus vecinos meridionales.

El segundo conflicto empezó en 1983 y terminó en 2005 con la firma de un acuerdo conocido como CPA (Comprehensive Peace Agreement), que establece la realización del mencionado referendo, que podría significar la división del país más grande de África y el nacimiento de un nuevo Estado dentro de un mes. O, si los acontecimientos se tuercen, el comienzo de una tercera guerra.

Este tanque es mío

En su momento, los ejecutivos de Nairobi y Kiev negaron que los vehículos de combate tuvieran como destino el sur de Sudán, y defendieron que habían sido comprados para las FFAA kenianas (versión poco creíble si se tiene en cuenta que la única amenaza latente que debe enfrentar es la de un eventual e improbable avance de Al Shabab a través de la frontera).

A partir de entonces mucho se ha especulado sobre el destino de los T-72. En base a unas fotos tomadas por satélite, Jane’s Defense mostró el movimiento de tanques hacia el norte, y sostuvo que, en realidad, se trataba de la tercera entrega de un total de 100 vehículos de combate para el SPLA.

El gobierno de Kenia se defendió diciendo que no era así, que los tanques seguían en Mombasa y que eran de su propiedad. Sin embargo, poco ayudó a acallar los rumores que la propia comisión de defensa del parlamento keniano resultase incapaz de averiguar quién estaba detrás del compra (algo que no debe sorprender dada la opacidad que impera en el negocio de la venta de armas; España fue durante muchos años un buen ejemplo de estas prácticas).

Aumenta la tensión

Hasta el momento, las filtraciones de los mensajes de la diplomacia de EEUU han servido para demostrar poco que no supiéramos o vislumbrásemos y para dejar en pésimo lugar a todos aquellos que locales que no supieron guardar cauto silencio (aquí, en Argentina, Sergio Massa, intendente de Tigre y antiguo miembro del gobierno de Kirchner, tiró por la borda sus aspiraciones políticas inmediatas a la Casa Rosada).

En el caso de la venta de armamento al sur de Sudán, los documentos diseminados por Wikileaks sí han aportado información sumamente reveladora – quién compró los tanques, quién mintió y dónde se encuentran – que, como veremos en la próxima entrada, ha escalado la tensión dialéctica de cara al referendo de independencia del 9 de enero de 2011.

¿El final de la guerra en las favelas?

En los últimos días de noviembre se vivió un conflicto armado brutal y abierto en el Complexo Alemão de Río de Janeiro similar al que seguimos en este blog en febrero de 2007 (ver vídeos). En aquella ocasión, el motivo para la intervención de la BOPE y del Ejército en las favelas dominadas por el Comando Vermelho era la inminente celebración de los Juegos Panamericanos; en esta, el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

En aquellos días de guerra abierta de 2007 seguí junto a otros compañeros, como el grandísimo fotógrafo João Pina, a los miembros de la BOPE en sus infructuosos esfuerzos por ascender a lo alto de este grupo de 15 favelas consideras las más peligrosas de la capital fluminense, para rescatar el cuerpo de un policía muerto.

Encaramado en lo alto de un morro, el traficante conocido como “Tota”, jefe del Comando Vermelho (una de las tres facciones que domina en narcotráfico en la ciudad junto a ADA y Tercero Comando) se defendía con ametralladoras .30, fusiles y granadas. Decenas de personas inocentes, traficantes y miembros de las fuerzas de seguridad perdieron la vida.

Promesas sin cumplir

Una vez terminada la operación se anunció que se pondrían en marcha obras para facilitar el acceso a estas favelas – desde ensanchar las vías de acceso hasta construir un teleférico que será el más grande de América latina – e impedir así que perduren los laberintos de callejuelas en los que los narcos se hacen fuerte en la lucha casa por casa, esquina por esquina, contra las fuerzas de seguridad.

La promesa de 2007 se ejecutó con demasiada lentitud, por lo que el Complexo Alemão volvió a caer en manos del Comando Vermelho. La reciente operación armada, en la que participaron 2.500 policías y soldados – una tarea coordinada por el gobernador Sérgio Cabral y el ministro del Ejército Nelson Jobim -no es más que el intento por terminar lo que antes no se pudo con la mira en el horizonte de los eventos deportivos que Brasil va a albergar en los próximos años.

Imponer la paz

Ahora, el Ejército permanecerá seis meses a pedido de Sérgio Cabral (efectivos, en algunos casos, que participaron en MINUSTAH, la misión de estabilización de la ONU para Haití).Tiempo en el que esperan poder desplegar una fuerza policial en la zona que garantice a los ciudadanos de estas favela una vida libre de la brutalidad de los narcos y de la amenaza de morir en el recurrente fuego cruzado.

Recordemos que los habitantes de los morros, hijos, nietos y bisnietos de quienes llegaron a la ciudad desde el interior en busca de una oportunidad de progreso, son en su gran mayoría trabajadores honrados que bajan cada día a desempeñar labores poco cualificadas y que sufren como nadie la violencia de Río de Janeiro.

Lo que necesitan es una presencia activa del Estado en sus localidades, que no los olvide ni los trate como ciudadanos de segunda, que haga que esas calles más anchas de acceso a las favelas lo sean también de inclusión en la sociedad (una sociedad que en buena medida debe trabajar con ahínco para vencer sus prejuicios, para terminar con la brecha abismal que separa a ricos y pobres).

Policía no corrupta

Otra clave para el éxito o fracaso, que nos verá comentando o no otra ofensiva en las favelas en el futuro, es que esta fuerza policial llamada Unidades de Policía Pacificadoras (UPP) – una suerte de policía de proximidad que cuenta con agentes de perfil comunitario y con salarios más altos que los de sus colegas de otros cuerpos -, no caiga en la crónica corrupción que gangrena a la policía de Río de Janeiro. Ya funcionan 13 UPP en las 1.000 favelas de la ciudad.

La próxima favela en la que se actuará es la famosa Rocinha (donde también trabajamos en 2007), situada al sur y dominada por el Tercero Comando. La articulación de estas ofensivas tras las elecciones habla de la voluntad del gobierno saliente de Luiz «Lula» da Silva de convertir plenamente a Brasil en una gran potencia mundial – que no puede darse el lujo de tener en su ciudad más representativa, espacios dominados por grupos armados -, tanto como lo es su reciente reconocimiento de Palestina como Estado soberano en las fronteras de 1967, desafiando a EEUU y frente a las injustificadas quejas de Israel.

Mogadiscio Tour (vídeo)

Lo había comentado en estas páginas hace un par de años, cuando fuimos empotrados con la 101 Divisón Aerotransportada en el Valle del Tagab, Afganistán: la sensación de alienación, de aturdimiento, que produce recorrer una zona de conflicto en carro blindado.

El rugido del motor y del aire acondicionado que apenas te permite escuchar, oler, palpar, lo que sucede a pocos metros de ti, en la calle; el casco, que más que nada sirve para amortiguar los golpes que te das contra el techo cada vez que pasas por encima de un bache, y el chaleco antibalas que, además de asfixiarte, te vuelve lento, torpe y pesado (bueno, no demasiado más de lo habitual en mi caso) al tener que moverte entre los soldados, los fusiles y la munición.

Para agregar aún mayor caos y confusión al periplo luchas al mismo tiempo con la cámara, que hace los balances de color más extraños debido a los cristales tintados y el sol radiante que suele imperar en estos sitios, y con la frustración de no poder capturar un plano decente, estable, de más de tres segundos, pues los blindados, por la altura, se sacuden como si estuvieras en el epicentro de un terremoto.

Más allá de mi torpeza congénita para editar (que poco ha progresado desde aquel otro recorrido en coche por el Líbano devastado por las bombas, que publicamos aquí en 2006), en este vídeo intenté repasar con sosiego y sin prisas lo que hace un par de semanas viví como una suerte de salto al vacío. Me sorprendió, al volver a las imágenes, cómo la gente sigue adelante con sus vidas cotidianas a pesar de encontrarse en la ciudad más peligrosa del planeta.

Comerciantes, desvencijados matatus, niños que camina en busca de agua. En realidad, más que una sorpresa, una reafirmación, una confirmación, de la capacidad de superación y resistencia del ser humano, plasmada negro sobre blanco en la sordidez de la guerra, pues algo similar ya había anotado en este blog en Gaza, Congo o las favelas de Brasil.

También traté de reflejar a través de la música justamente la sensación de alienación, de insalvable distancia con el universo que te rodea cuando vas en un blindado. Un poco el absurdo de todo esto, de la violencia en general, como el «enrevesado» final del vídeo.

Volar para contarla: en el aeropuerto de Mogadiscio (2)

A diferencia de lo que sucedió en Kabul y Sarajevo, cuyas pistas de aterrizaje sí permanecieron abiertas durante los combates, la guerra civil de Somalia mantuvo cerrado el Aeropuerto Internacional de Mogadiscio a lo largo de un buen número de años.

Como consecuencia, los aviones comerciales y de cargo se veían obligados a aterrizar en el conocido como KM50, que no es mucho más que una pista de tierra, pero lo suficientemente alejada de la capital – cincuenta kilómetros – para ofrecer cierta seguridad a los pilotos.

De regreso a las alturas

En julio de 2006, la lucha entre señores de la guerra, islamistas y el Gobierno Federal de Transición liderado por el controvertido Yusuf Ahmed, llegó a su fin debido a la victoria de la Unión de Cortes Islámicas (UCI). Un mes más tarde, el 3 de agosto, el Aeropuerto Internacional de Mogadiscio volvía a funcionar.

El primer avión, un MD-82, que despegó de la pista que corre junto a las aguas esmeralda del océano Índico pertenecía a la mítica African Express Airways (la compañía privada más antigua de África oriental, como bien demuestra el estado de sus aviones, sobre la que ya escribí en este blog). Se dirigía rumbo a Nairobi, donde la empresa tiene sus oficinas.

Pero la estabilidad en Somalia, país que parece condenado a perpetuidad a la violencia, no superó los seis meses. A final de año, Etiopía lanzó una invasión respaldada por los EEUU. La administración Bush, que quería terminar con la presencia de Al Qaeda en el Cuerno de África, no calculó que la acción armada resultaría un espaldarazo para los elementos más radicales de la UCI, como Al Shabab.

El avance de las tropas etíopes apenas logró ser contestado por los islamistas, que se refugiaron en el sur del país. Así, el aeropuerto de Mogadiscio, consiguió seguir funcionando (aunque fue bombardeado puntualmente por aviones de Etiopía el día en que empezó la campaña militar).

En honor al mejor presidente

El 8 de junio de 2007, el Gobierno Federal de Transición lo rebautizó: Aden Abdullah Osman Daar (por alguna razón que desconozco, y que quizás alguno de ustedes pueda aclarar, Wikipedia insiste en llamarlo Aeropuerto Aden Adde). En somalí: Garoonka Caalamiga Ee Aadan Cabdulle.

Ese mismo día, Aden Abdullah Osman Daar acababa de morir en Kenia. Tenía 99 años de edad. Además de ser el primer presidente del país, había sido el primer mandatario del continente en abandonar pacíficamente su puesto, en 1967, para dejarlo en manos de su antiguo primer ministro, Abdirashid Ali Shermarke, que acababa de derrotarlo en las elecciones. Un hombre respetado por los somalíes debido a su honestidad.

Abdirashid Ali Shermarke moriría dos años más tarde asesinado por sus guardaespaldas. El general Siad Barre tomaría entonces el poder central que conservaría hasta la debacle de 1991 que daría comienzo a la guerra civil que hoy continúa.

Bajo las bombas

A pesar del legado de Aden Abdullah Osman Daar, el aeropuerto que lleva su nombre ha sido escenario de repetidos ataques y atentados suicidas, que suelen tener como objetivo al presidente Ahmed Sharif, islamista moderado y antiguo miembro de la UCI, en su viajes al extranjero, al que los miembros de Al Shabab acusan de ser un títere de Occidente. Destacan en la lista:

. 3 de marzo 2007: Al Shabab derriba un Il-76 de Bielorrusia al despegar de Mogadiscio. Mueren sus 11 tripulantes. Acababan de traer insumos para las fuerzas de AMISOM, la misión de la Unión Africana.

. 17 de septiembre 2008, el aeropuerto permanece cerrado 24 horas ante las amenazas de lanzar un ataque masivo por parte del Al Shabab (en mayo de 2008, Aden Hashi Farah «Ayrow», líder de Al Shabab y miembro de Al Qaeda, había muerto en un ataque lanzado por EEUU).

. 13 de abril 2009: el avión en que el congresista demócrata por Nueva Jersey, Donald Payne, iba a dejar Mogadiscio tras reunirse con integrantes del Gobierno Federal de Transición, fue atacado por Al Shabab. Dos años, Jendayi Frazer había sido la primera representante de EEUU en poner pies en el país en una década. Sólo pasó por Baidoa, sede en aquellos momentos del gobierno, sin animarse a visitar la capital.

. 24 diciembre 2009: un hombre es detenido por las autoridades por llevar 3,5 millones de dólares en la maleta. Se dirigía rumbo a la ciudad de Galkayo. Se supone que era dinero para impulsar a las fuerzas de Al Shabab en su lucha contra el gobierno de Puntlandia.

. 30 diciembre 2009: aunque el aeropuerto no cuenta con máquinas de rayos equipos ni con detectores de metales, los soldados de AMISOM logran detener a otro hombre que se dirigía hacia Dubai con materiales químicos, líquidos y jeringuillas capaces de causar una explosión (estrategia similar a la seguida por el terrorista de los calzoncillos proveniente de Nigeria en un vuelo a Detroit).

. 10 de septiembre 2010: tiene lugar el más espectacular de los atentados, cuando dos coches bombas matan a cinco personas.

Te tienes que bajar

Como fui narrando en las dos entradas anteriores, el avión toca tierra y avanza hacia la terminal. Nos detenemos en un costado. Se abre la puerta. Asomo la cabeza para descubrir el pavimento desierto, bajo un sol de justicia. Los pilotos se despiden, así que no me queda más remedio que bajar. Aquí la precaria seguridad de la aeronave, allí la capital de Somalia, tomada en la mitad de sus barrios por Al Shabab, cuyas fuerzas los soldados ugandeses de AMISOM apenas logran contener.

Intento grabar estos primeros instantes en suelo somalí. Levanto la cámara hacia los todoterreno blancos de la Unión Africana que nos esperan tras los bloques de hormigón, pero no veo más que imágenes borrosas. El cambio de temperatura ha hecho que se empañara la lente (para la próxima, líquido antivaho, indispensable).

Lo que no puedo evitar es la extraña emoción que me embarga. Llevo queriendo venir al país desde 2006, cuando tenía sitio esperándome en un vuelo de la ONU desde Nairobi. El secuestro del soldado Gilad Shalit me obligó a quedarme en Gaza. Para cuando pude regresar a África, ya la invasión etíope había tenido lugar, por lo que los seis meses de gracia de la UCI habían llegado a su fin, y allí donde iba a pedir una vía de acceso – fuera con la ONU, MSF o el propio gobierno somalí – no encontraba más que rotundas negativas.

Más tarde, mi admirado compañero Eduardo Molano me hará la foto frente al cartel del aeropuerto. Un recuerdo cargado de sensaciones encontradas.

Volar para contarla: un cocodrilo en el pasaje

Comparto largas jornadas con los pilotos que me llevan a primero a Mogadiscio, y luego en un extenuante periplo por el centro y norte del país que incluye Hargeisa, Bosaso, Garowe y Galkayo.

Todos tienen años de experiencia volando en zonas de conflicto. Interminables anécdotas sobre aterrizajes de emergencia, intentos de secuestro, accidentes y disparos desde tierra. Todos coinciden en que Somalia es el lugar más peligro del mundo y en que la República Democrática del Congo – que tantas veces hemos recorrido en este blog, aunque siempre por tierra desde Ruanda – es sin dudas el más caótico.

Ninguna de las dos afirmaciones resulta sorprendente. En el caso del Congo, si tomamos en cuenta que se trata de un territorio vasto como Europa Occidental pero desarticulado, carente de poder central eficiente, ausente de elementos tan imprescindibles como un servicio fiable de corriente eléctrica y de correos, que ha sufrido y sufre una guerra que ha dejado cinco millones de muertos, en que el “kitu kidogo”, la mordida, la corrupción, parece ser lo único en que las autoridades ponen esfuerzo y ciertamente funciona, lo que ocurre en su espacio aéreo no es más que el certero reflejo de esta realidad.

Del caos y la precariedad del espacio aéreo congoleño da cuenta el hecho que se sus 57 líneas aéreas hayan sido vetadas por la Unión Europea (incluida aquella que con desbordante optimismo sus dueños bautizaron como Safe Air Company). El país con el mayor número de accidentes del planeta seguido por esos otros paradigmas de la aviación segura que son Indonesia y Pakistán.

Jaques Barrot, antiguo comisario de aviación de la UE llamó “ataúdes voladores” a las aeronaves de las compañías prohibidas por Bruselas.

Despegar en el Congo

En el 2008, año del levantamiento y posterior desaparición de Joseph Nkund y el CNDP, tuvieron lugar ocho accidentes según la Aircraft Crashes Record Office, con base en Ginebra.

Uno de los más aparatosos fue el de un McDonnell Douglas DC-9 de la aerolínea Hew Bora Airways que se estrelló en 2008 en la ciudad de Goma. Algo falló en el momento del despegue que hizo que no pudiese remontar vuelo y terminase desplomándose sobre el barrio de Birere (que ya había sufrido en 2002 las lavas del volcán Viruga). Los muertos alcanzaron la veintena.

Meses antes, un Antonov AN-26 terminó también cayendo sobre una zona altamente poblada de la capital, Kinshasa. Las víctimas mortales superaron el medio centenar. Es el accidente número 19 de este modelo de Antonov según la base de datos de Air Disaster.

Quédate en la bolsa

El último accidente sucedió el pasado 25 de agosto. Los pilotos que me llevan por Somalia – y que han volado en misiones humanitarias en la República Democrática del Congo – no dejan de mencionarlo, ya que tiene características sumamente peculiares.

Danny Philemotte, piloto belga de 62 años de edad y propietario del avión checo Let L-410 Turbolet (del que hay unos 1.100 en el mundo), volaba una día más entre Kinshasa y Bandundu. A su lado, de copiloto, iba el primer oficial Chris Wilson, británico de 39 años.

Según el testimonio del único superviviente – que salió a la luz el pasado 22 de octubre – la aeronave se desplomó como consecuencia de la presencia de un cocodrilo en el pasaje. El animal salió de la bolsa de deportas en que alguien lo llevaba escondido provocando una estampida hacia la cabina del piloto.

Algunos expertos británicos han manifestado su incredulidad sobre esta versión de los hechos, si bien existe información objetiva de la invasión de la cabina por parte de los pasajeros. Mi primera reacción, cuando me contaron la historia, fue también desconfiar de que sea cierta. Pero también es verdad que mi propia experiencia me dice que en el Congo todo es posible, como bien defendería el señor Kurtz de Joseph Conrad.