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Madrid y Barcelona sacan un aprobado raspado en gestión del tráfico

Los ciudadanos aprueban con una nota muy ajustada la gestión que llevan a cabo ayuntamientos de grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Londres, Berlín, Hamburgo, París, Lyon y Bruselas para reducir la congestión del tráfico en sus calles.

Lo señala así una encuesta sobre movilidad, realizada por Harris Interactive para Drivy, una plataforma de servicios de coches compartidos que opera en toda Europa.

El estudio se basa en las respuestas a un cuestionario online realizado a 4.000 personas, divididas en grupos de 500 en las ocho ciudades europeas citadas, durante la última semana de agosto de 2019.

Madrid obtiene un 5’5 de nota, mientras que Barcelona se queda en el 5’1. Si se pregunta a los residentes de las zonas más urbanas de una y otra ciudad, Madrid sube la nota hasta 5’7, probablemente por acciones como Madrid Central; Barcelona en cambio, baja el resultado a un 4’7, que se debería a que sus habitantes están echando en falta más medidas que frenen el tráfico urbano.

El 77’5% de los encuestados consideran que los ayuntamientos deberían apostar más por los sistemas de coche compartido (carsharing).

La encuesta señala también que el 79’5% de los consultados en las dos ciudades tienen una opinión positiva del coche compartido. Un 78% de los encuestados en Madrid y un 67% en Barcelona querrían tener más servicios de coche compartido en sus barrios y destaca que en Barcelona, el 44% solo querría el servicio para salir de la ciudad y no para circular dentro de ella.

Tanto Drivy como los autores del estudio consideran que se ha producido un cambio de paradigma y que la tendencia es no tener vehículos en propiedad para conseguir una mayor «desmotorización de la ciudad».

En este sentido, la encuesta señala que después del transporte público, el coche compartido sería lo que haría que los ciudadanos dejaran de tener un vehículo en propiedad; en Madrid, el 24%; y en Barcelona, el 26%. Atendiendo a las áreas donde ya actúan operadores cubriendo este segmento, las cifras suben a 27% en Madrid y 30% en Barcelona.

El 38% de las españolas compra ropa de segunda mano

El 38% de las mujeres españolas ya compran ropa de segunda mano, y las compras de las generaciones de mujeres de 18 a 24 años  y de 50 a 65 son la que más crecimiento han experimentado, según un informe sobre Moda circular realizado por Micolet, una plataforma de venta de ropa de segunda mano.

El estudio no contiene datos de lo que compran los hombres ni de sus hábitos de consumo en segunda mano.

Las compradoras de marcas caras también compran y venden ropa en el mercado de segunda mano. Ambas prácticas que pudieron sufrir un estigma social en el pasado, hoy son una dinámica habitual en los armarios de las mujeres españolas y está motivada, entre otros, por una concienciación medioambiental sin precedentes, según se afirma en este estudio.

Organizaciones como SlowFashionNext, Fashion Revolution o Greenpeace, junto con los medios de comunicación han impulsado la creación de un consumidor más informado y preocupado por el impacto de sus compras y el 15% de las mujeres ya tienen en cuenta factores medioambientales a la hora de comprar ropa.

La industria textil nacional también ha dado respuesta a un cambio de mentalidad en el consumidor y ya son muchas las iniciativas de concienciación de las grandes marcas de nuestro país, como la campaña Se más viejo de Adolfo Domínguez contra la moda de usar y tirar; marcas  como Ecoalf, Ternua o Skunfunk, que han hecho de la sostenibilidad el objeto de todos sus procesos; o el diseñador Juanjo Oliva que ha subido a la pasarela de MBFW una colección realizada con plástico reciclado. También Santanderina Textil, pionera europea de producción de tejidos reciclados y sostenibles y hasta el emblema textil Inditex trata de adaptarse a los tiempos con sus colecciones Join Life.

Este informe contiene datos extraídos de un estudio de mercado realizado por la empresa WeAreTesters sobre los hábitos y actitudes en el consumo de moda, que ha realizado encuestas a mujeres de 18 a 65 años residentes en el territorio español.

Según el sondeo, el 65 % de nuestras prendas son de marcas de usar y tirar, de moda rápida, y el 51 % de las compras están motivadas por el deseo de darse un capricho, no son una necesidad. El45 % de las encuestadas admite que estas compras a menudo son incitadas por los bajos precios y el83 % de las compradoras de moda rápida tienen intención de aumentar su gasto en este segmento. El 84 % prefiere tiendas que propongan novedades constantemente.

Cada año, se producen 100.000 millones de prendas en el mundo y esta producción implica la generación del 3% de todo el dióxido de carbono del mundo, unas 850 millones de toneladas. El 60% de las prendas se fabrican con poliéster, que ha generado tres veces más dióxido de carbono que el algodón (282.000 toneladas frente a 98.000 toneladas). Y además, el poliéster tiene un problema añadido y es que no se degrada fácilmente.

El informe señala que cada español se desprende de siete kilos de ropa por año, o sea, un total de 326.000 toneladas anuales, tanto como el peso de 45.000 coches medianos.

La organización Greenpeace calcula que, si cada persona estira la vida útil de sus prendas de uno a dos años, se reducirían las emisiones contaminantes un 24%.

Solo el 1% del material utilizado para producir ropa es reciclado. Aunque las técnicas se van haciendo cada vez más sofisticadas, aún es complicado obtener prendas con material reciclado sin perder calidad en el proceso debido, entre otros, a las habituales mezclas de tejidos. Algunas empresas ya lo han conseguido a través del reciclaje químico pero los costes son todavía elevados para hacer de ello un proceso habitual.

Por otro lado, países como Zimbabue han prohibido la importación de ropa donada, para proteger su industria local y para evitar que su país se convierta en el vertedero de Europa y U.S.A.

Cada vez nos importa más quién fabrica nuestra ropa y en qué condiciones

. La mayoría de los consumidores cree que la ley debería exigir que las marcas declaren si pagan un salario justo y digno.

Una encuesta sobre lo que pensamos los consumidores europeos de las condiciones en las que se produce la ropa que compramos y su impacto medioambiental, elaborada por Fashion Revolution y encargada por la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, señala que ocho de cada diez compradores consideran que se debería obligar por ley a las marcas a respetar los Derechos Humanos de todas las personas que intervienen en la elaboración de sus artículos.

Imagen: Efe

La encuesta, que se ha elaborado con las opiniones de 5.000 personas con edades entre los 16 y los 75 años, de los cinco principales mercados europeos: Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España, señala que la mayoría de los consumidores -el 72%- de estos cinco países cree que la ley debería exigir que las marcas de ropa declaren si están pagando un salario justo y digno a sus trabajadores y trabajadoras. Esta misma exigencia se eleva a un 76% en el caso de la población encuestada en España.

Además, el 81% de los consumidores españoles cree que la legislación debería exigir a las marcas de ropa que adopten medidas para proteger el medio ambiente en cada una de las etapas de fabricación de sus productos.

El informe  también concluye que la mayoría de la población consumidora quiere saber en qué condiciones se fabrica su ropa. Así lo ha señalado el 59% de la muestra encuestada y en España este porcentaje asciende al 62%.

En concreto, un 69% de la ciudadanía española está interesada en conocer qué hacen las marcas de ropa para proteger los Derechos Humanos de los trabajadores y trabajadoras de toda la cadena de producción, cifra que se eleva al 73% en el caso de las mujeres españolas.

El  66% considera importante que las marcas de ropa publiquen información detallada sobre los salarios y las condiciones de trabajo de los empleados en su cadena de suministro global. Y un 80% cree que las marcas de ropa deberían publicar qué fábricas utilizan para la confección de sus prendas.

En relación con la igualdad, el 84% de los consultados afirma que es importante que las empresas atenúen su impacto a largo plazo abordando el problema de la pobreza mundial, la protección del medio ambiente -un 88%- y la desigualdad de sexos -un 77%-. En este sentido, tres de cada cuatro personas en España creen que las marcas deberían contribuir en mayor medida a mejorar la vida de las mujeres que fabrican su ropa, zapatos y accesorios, y que constituyen la mayor parte de su fuerza laboral.

En cuanto a las actitudes ante la compra, casi el 40% tiene en cuenta las repercusiones sociales y ambientales de la fabricación de las prendas de moda. Pero cerca del 60% de la población no se plantea este tipo de cuestiones.

Entre los aspectos que los consumidores tienen en cuenta a la hora de comprar, el más importante es el pago de un salario justo y digno a los trabajadores, seguido de cerca por la protección del medio ambiente o las condiciones de trabajo. Criterios como la producción local o el uso de materiales reciclados resultan de menor relevancia para los consumidores.

El informe concluye con recomendaciones a los gobiernos para que den prioridad a la producción y consumo de moda sostenible en sus políticas y presupuestos, a las marcas para que incluyan más información en el etiquetado y a la ciudadanía para que se pregunte quién hace su ropa.

Esta encuesta, que se ha dado a conocer ahora, procede del estudio Consumer survey report, elaborado por Fashion Revolution y publicado en noviembre de 2018 en el marco del proyecto Trade Fair, Live Fair, financiado por la Unión Europea, en el que también participa la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.

Mónica Gómez, vicepresidenta de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, afirma que los consumidores somos cada vez más conscientes de que los productos no aparecen por generación espontánea en las estanterías. «Cada vez pensamos más en las personas que hay detrás, en quién ha elaborado nuestra ropa y en qué condiciones. Y queremos saber y tener garantías de que consumimos sin que haya explotación y sin que nos estemos cargando el planeta. Se ha avanzado bastante en temas de seguridad laboral o el etiquetado, pero en materia de Derechos Humanos, tenemos casi todo por hacer».

 

Seis de cada diez españoles compran ropa cada mes

El estudio Los españoles y su armario, realizado por Sondea.com para la firma de electrodomésticos AEG, pone al descubierto los hábitos de consumo de los españoles en el sector textil y el conocimiento que tenemos de nuestro propio guardarropa. Los resultados son alarmantes para una industria que es la segunda más contaminante del planeta y responsable del 20% de los tóxicos que se vierten en el agua.

La primera parte de esta encuesta señala que seis de cada 10 españoles compran ropa cada mes y que se gastan 90,50 euros por persona. También dice que ocho de cada 10 desconocen cuánto vale el contenido de su armario, aunque si tuvieran que hacer un cálculo, la media estaría en 2.480,70 euros; y que casi un 59% de los encuestados tiene más de 35 prendas.

En general desconocen de qué material está hecha la ropa que adquieren, excepto la interior y las camisetas que afirman que las compran de algodón.

Paloma García, responsable de The Circular Project.

El estudio señala, por otra parte, que el 47,15% de los encuestados reconoce tener alguna prenda en su armario de más de 10 años de antigüedad, que ese porcentaje en las mujeres llega al 50,59% y que siete de cada 10 españoles se ponen su prenda favorita cada semana.

«Nadie escapa al hecho de ir vestido de la mañana a la noche, le guste o no la moda, y además es un sector que mueve un porcentaje enorme de la economía al abarcar muchos sectores de actividad. Si conseguimos que todo el proceso de fabricación, desde que el agricultor planta la semilla hasta el punto de distribución de la prenda, se haga de modo responsable, sostenible, ético y ecológico, estaremos transformando la sociedad», explica Paloma García, presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de Madrid y CEO fundadora de The Circular Project.

«La implantación del ecodiseño debería venir impuesta por ley y esto significa que se debe tener en cuenta hasta el menor detalle del impacto ambiental y social de cada paso que damos en la cadena productiva», añade.

El diseñador Juan Duyos  afirma que la industria está en un lado de la cadena de sostenibilidad, pero que en el otro lado está el consumidor, al que anima a tener prendas duraderas. «Un buen vestido puede durar muchos años y pasar incluso de madres a hijas. Y, además, muchas veces podemos reconvertir un vestido de noche en otro de cóctel o cambiarle ciertos detalles y transformarlo en uno nuevo».

«El Slow Fashion ya no debería ser una opción para nosotros como consumidores», dice.

La encuesta se ha realizado también en otros cuatro países: Suecia, Italia, Francia y Polonia, que arrojan resultados semejantes.

A excepción de Suecia, los encuestados de los otros tres países compran ropa también cada mes y es Polonia, con un 72,70% de los consultados, el país que lo hace en mayor medida. Italia con un 58,24% y Francia con un 45,61% tienen un comportamiento similar a España. Por el contrario, un 55,40% de los suecos afirma comprar solo anualmente y solo el 36% lo hace cada mes.

Sobre el número de prendas que guardan en el armario, los que afirman que tienen más de 35 son los suecos, en un 66,1%; los polacos, en un 60,84; los franceses, en un 53,3%; y los italianos, en un 50,6%. También la mayoría de los encuestados reconoce tener prendas de más de 10 años en su armario.

En cuanto a la prenda más común en el armario de los españoles, la camiseta (28,49%) es la ganadora, tanto en hombres como mujeres, aunque este porcentaje baja a medida que aumenta la edad. Para las mujeres, la segunda prenda son los vaqueros (15,35% de las consultadas), mientras que la camisa lo es para el 18,82% de los hombres.

Marta Lucas, responsable de Comunicación de AEG dice que con nuestra forma de comprar, «los ciudadanos somos responsables del cuidado del medio ambiente. Compramos mucha ropa con una periodicidad mensual pero luego no sabemos realmente qué coste tiene nuestro armario ni del material del que están compuestas las prenda».

La falta de información, la principal barrera para un consumo consciente y responsable

¿Qué importancia damos a los aspectos éticos y medioambientales en los distintos ámbitos de consumo? ¿Cuáles son los hábitos de consumo sostenible de los consumidores más comprometidos?

A estas preguntas y a otras más pretende responder un estudio que han elaborado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y el Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social, que constata que es posible otro consumo para un futuro mejor.

El estudio se ha realizado a partir del resultado de unos grupos de discusión que se han llevado a cabo en Madrid, Bilbao y Barcelona, de entrevistas a expertos, de una encuesta representativa a la ciudadanía de toda España y de 340 encuestas exploratorias a personas cercanas a las nuevas economías.

Imagen: Efe.

Una de las principales conclusiones es que los consumidores no conocen las marcas de las nuevas economías, pero sí conocen los mensajes y las propuestas que estas envían a los consumidores.

Mientras modelos como la Economía Colaborativa y la Economía Circular son más conocidos, otros como la Economía Social y Solidaria, la Economía del Bien Común o las Finanzas Sostenibles, no tienen el mismo grado de conocimiento entre los consumidores.

En el estudio también se han identificado las principales barreras de los consumidores para realizar un consumo consciente y responsable. En primer lugar, para el 60% la barrera principal es la falta de información; en segundo lugar, para el 58% es el precio de los productos y servicios; y en tercer lugar, el 54% confiesa dificultad para encontrar alternativas accesibles en cuanto a cercanía y acceso al punto de compra.

Dentro del perfil del consumidor ético y sostenible cabe destacar que las personas que se consideran consumidores con este perfil están orgullosas de serlo y tienen muy claro que el mensaje con el que vivir su estilo de vida es: consumir menos y mejor.

Imagen: Nesi.

Las actitudes características de los consumidores comprometidos son: no compran más de lo que necesitan; miran las etiquetas para ver la composición y el origen de los productos; y apuestan por un consumo de proximidad, consciente y sensibilizado con el comercio local.

En lo que se refiere a alimentación, los consumidores comprometidos presentan los siguientes hábitos de consumo: el 78% evita el desperdicio alimentario; el 71% evita comprar productos sobre envasados; el 69% toma decisiones que creen, favorecen el bienestar animal; el 67% evita comprar productos procesados; el 61% hace compra de proximidad; y el 12% cultiva sus propias frutas y verduras.

En movilidad, el 79% intenta desplazarse a pie y el 64% de las veces en transporte público. Solo el 25% utiliza la bicicleta.

En Moda, cabe destacar que el 26% de las personas consideradas consumidores comprometidos, utiliza la ropa de segunda mano y el 42% intenta averiguar el origen de las prendas.

En Finanzas, el 30% de las personas entrevistadas utilizan entidades de la denominada Banca Ética o Banca con Valores.

En Hogar, el 89% de las personas manifiestan que reciclan y el 82% que reutilizan. También hay un 65% de personas comprometidas con el ahorro de energía.

Y en Ocio y turismo, un 33% de las personas encuestadas afirman que cuando escogen sus vacaciones intentan no viajar lejos y evitan modelos contaminantes como los viajes de cruceros.

Nesi es un foro mundial, abierto y permanente, que se celebra cada año, desde 2017, en Málaga y cuyo objetivo prioritario es crear una hoja de ruta marcada por expertos que guíe los pasos de los gobiernos hacia una nueva economía, alejada del crecimiento económico autodestructivo, por el que vamos.

Un 83% de los ciudadanos dice que intenta evitar el desperdicio de alimentos

Un 91% de los ciudadanos (3% menos que en el año anterior) señala que el desperdicio de alimentos es una preocupación muy presente en su vida diaria  y un 83% (4% menos que en 2016) afirma que está haciendo algo para evitarlo. El 60% cree que la responsabilidad del desperdicio es de todos los eslabones de la cadena agroalimentaria y, especialmente, de los propios consumidores (20%).

Son datos que revela la Encuesta sobre hábitos de consumo 2017, realizada a más de 2.500 familias de toda España por  la Mesa de Participación, grupo de trabajo constituido por las asociaciones de consumidores Cecu, Fuci, Unae y Cauce junto a Mercadona.

«Estamos ante un consumidor crítico y exigente, ahorrador y preocupado por su salud, el desperdicio de alimentos y la sostenibilidad de la cadena agroalimentaria, a tenor de lo que ha respondido la mayoría de encuestados», señalan.

Preguntados por diferentes términos relacionados con la sostenibilidad de la cadena agroalimentaria, los consumidores conocen qué son los alimentos transgénicos y el comercio justo, alrededor de la mitad de la población conoce el concepto de huella ecológica, sólo un 31% conoce el término de alimentos irradiados, un 35% el concepto de consumo colaborativo y únicamente una quinta parte ha oído hablar de la soberanía alimentaria.

El estudio refleja  también que los consumidores españoles se muestran preocupados y solidarios en relación a la producción mundial de alimentos. La mitad de los encuestados cree que en el mundo se producen alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de sus habitantes y su opción preferida para garantizar el acceso a la alimentación a la mayor parte de la población sería una mayor gestión y concienciación sobre el desperdicio de alimentos, sumada a una compra más racional y eficiente de los consumidores.

Foto EFE.

El volumen mundial de despilfarro de alimentos se calcula en 1.600 millones de toneladas en el equivalente de productos primarios. El despilfarro total de los alimentos -la parte comestible de este volumen- equivale a 1.300 millones de toneladas, según los datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La huella de carbono del despilfarro de alimentos se estima en 3.300 millones de toneladas de equivalente de CO2 de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera por año. Y el volumen total de agua que se utiliza cada año para producir los alimentos que se pierden o desperdician (250km3) equivale al caudal anual del río Volga en Rusia o tres veces el volumen del lago de Ginebra.

Del mismo modo, 1.400 millones de hectáreas –el 28% por ciento de la superficie agrícola del mundo- se usan anualmente para producir alimentos que se pierden o desperdician. Y sólo un bajo porcentaje de los alimentos desperdiciados es compostado: una gran parte termina en los vertederos, y representa un porcentaje elevado de los residuos sólidos urbanos. Las emisiones de metano de los vertederos representan una de las mayores fuentes de emisiones de GEI del sector de los residuos.

El alojamiento y el transporte, los dos sectores de la economía colaborativa más fuertes en España

El 55% de los españoles han utilizado servicios de economía colaborativa al menos una vez en el último año; la mayoría de ellos ( 35%-40%), a través de plataformas de compraventa de bienes de segunda mano.

Son datos reflejados en el primer informe sobre las cifras de la economía colaborativa en España, adelantados esta semana durante la celebración de Sharing Madrid, las jornadas sobre innovación con impacto positivo, organizado por la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital) y Sharing España, colectivo que agrupa a las empresas y plataformas de economía colaborativa, bajo demanda y de acceso.

El estudio, que nace impulsado por Adigital, Círculo de Empresarios, Fundación de Estudios Financieros y Cotec, sitúa el alojamiento y el transporte entre los otros dos sectores en los que la economía colaborativa ha penetrado con más fuerza. Aglutinan, en concreto, a un 30-35% y un 10-15% de los usuarios, respectivamente.

Aunque los resultados finales de este estudio se publicarán dentro de unas semanas, los primeros datos disponibles han servido para corroborar el impacto de la economía colaborativa en nuestro país. Así como lo han hecho las más de 600 personas y entidades que han pasado por Sharing Madrid y que han ofrecido testimonio de la velocidad a la que estos cambios se están produciendo y consolidando en España.

Durante los días 13 y 14 de junio, Sharing Madrid ha conseguido sentar en la misma mesa por primera vez a interlocutores como Uber, Cabify, la aplicación para taxis Micocar, y representantes de la administración pública, como el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid, la Generalitat de Cataluña o la representante de la Comisión Europea, Katerina Fortun.

Además, han sido parte igualmente protagonista de esta cita empresas como Blablacar, Airbnb e Emov; Antonio Maudes, director del Departamento de Promoción de la Competencia de la CNMC; y académicos y expertos como el periodista Fernando Gallardo, Juan Ramón Rallo, doctor en Economía y Director del Instituto Juan de Mariana.

Todos ellos han participado en el debate sobre el futuro de la movilidad en las ciudades, el turismo colaborativo, la gestión de las organizaciones, la economía circular o los modelos energéticos distribuidos, además de otros desafíos como la sostenibilidad, el emprendimiento, la gobernanza de nuestras ciudades y la regulación de los nuevos modelos de negocio disruptivos.

A este último tema se ha referido José Luis Zimmermann, director general de Adigital, quien aseguró que Europa y España, en particular, necesitan una regulación inteligente que garantice la protección y competitividad de la economía digital y colaborativa.

«Smart regulation significa crear un entorno simple, transparente, claro y predecible para los negocios y la ciudadanía, que se mantenga en el tiempo mientras aparecen soluciones a los desafíos que van surgiendo», señaló.

Tras esta primera edición, Sharing Madrid pretende convertirse en el punto de partida de un debate abierto en el que participen todos los agentes implicados en el rediseño y reinvención de las ciudades. Un espacio de diálogo que permita avanzar en la búsqueda de soluciones a las fricciones asociadas a los modelos de negocio disruptivos e impulse la innovación con impacto positivo para el desarrollo económico y social.

. Adigital es la Asociación Española de la Economía Digital, formada por más de 500 asociados. Tiene como objetivo promover y apoyar la economía digital en España en sus diferentes aspectos como son el desarrollo de los servicios de la sociedad de la información, el comercio electrónico, marketing y comunicación digital, las aplicaciones móviles, los contenidos digitales, la publicidad digital y otras actividades conexas como son los servicios de contact center, agencias y redes de publicidad, logística o medios de pago.

. Sharing España es un colectivo que nace dentro de la Adigital y que agrupa a diferentes empresas de la economía colaborativa, bajo demanda y de acceso, con el objetivo de analizar y divulgar el impacto que estas nuevas economías y los modelos basados en plataformas tienen en el desarrollo socioeconómico y en la sostenibilidad del país.

Primera encuesta de satisfacción sobre la economía colaborativa

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) acaba de publicar las conclusiones de la primera encuesta de satisfacción de usuarios de las diversas formas de consumo colaborativo que se realiza en España, un estudio que se ha llevado a cabo a través de las respuestas de más de 2.000 participantes en las que los consumidores han respondido a preguntas sobre las iniciativas de este tipo que conocen y hasta qué punto han quedado satisfechos.

Este estudio forma parte de una gran investigación sobre consumo colaborativo que se publicará íntegra el próximo mes de febrero del 2016.

La primera conclusión es que los consumidores españoles son ampliamente conocedores de las distintas formas de consumo colaborativo, supera el 50 % la cifra de los que dicen haber participado en estas formas de consumo alguna vez en la vida, una cifra que se eleva al 74% si se incluye entre las mismas la compraventa o donación de objetos de segunda mano.

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Por otro lado, aunque se tiende a pensar que todo el consumo colaborativo se desarrolla a través de plataformas en Internet, la participación en este tipo de iniciativas a través de medios offline como conocidos, amigos o colegas es más prevalente de lo que pudiera parecer.

La motivación principal para decantarse por este tipo de opciones es la de ahorrar o ganar dinero, aunque también destaca la de ser la forma que mejor se adapta a sus necesidades.

Los que declaran no haber probado aún ninguna forma de consumo colaborativo, la mayoría no lo ha hecho por simple desconocimiento o falta de ocasión, y solo un 17 % son los que muestran desconfianza y un 12% los que opinan que se trata de iniciativas que o bien son complicadas o bien no garantizan los derechos de los consumidores.

Destaca también el alto grado de satisfacción  de los usuarios tanto con el funcionamiento y prestaciones de las plataformas elegidas, como con la experiencia en su conjunto. Sobresalen los sectores del transporte (70%) y el del mercado de segunda mano (68%). Sería precisamente este alto grado de satisfacción el que explicaría que más de un 69% de los entrevistados afirme que es muy probable que vuelvan a repetir la experiencia.

En cuanto a los problemas, los encuestados señalan que estos son escasos y además de poca gravedad, aunque sí que destaca el hecho que en la mayoría de los casos en los que se dio algún problema en este tipo de iniciativas de economía colaborativa, el afectado no hizo nada para reclamar, siendo pocos los que expresaron su descontento de manera privada y aún menos los que intentaron llegar a un acuerdo con la otra parte.

La OCU reclama una regulación más clara y mecanismos más eficaces de solución de conflictos, no solo con el fin de proteger mejor a los consumidores sino como forma de zanjar criticas interesadas contra un modelo que es útil y satisfactorio.

La OCU hace una encuesta para conocer el alcance de la economía colaborativa

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) pretende saber el alcance del consumo colaborativo en la sociedad española y está realizando una encuesta para comprobar su influencia en los consumidores. El sondeo finaliza el 23 de julio próximo.

Esta asociación considera que la economía colaborativa, en la que el ciudadano se convierte en productor de valor y lo intercambia de manera directa con otros conciudadanos, plantea retos para las propias organizaciones de consumidores. Estas han venido tradicionalmente defendiendo los derechos de los consumidores frente a las empresas y administraciones. «Ahora que la empresa (contraparte) es otro usuario al que encuentra a través de una plataforma el rol de estas asociaciones requiere también una evolución», señalan en Consumo colaborativo.

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La encuesta se centra en iniciativas de consumo entre particulares (P2P, donde las empresas no están involucradas o son únicamente intermediarias) que generalmente se ponen en contacto a través de plataformas digitales (páginas web/apps), aunque también pueden ser organizadas de otras maneras (offline, a través de familiares/amigos, conocidos,…).

Y forma parte de un estudio independiente que diversas organizaciones de consumidores de Europa (OCU (España), Test Achats (Bélgica), Altro consumo (Italia), Deco Proteste(Portugal)) están llevando a cabo este año.

Los objetivos del estudio son:

a) Definir los límites de lo que se incluye y no se incluye como consumo colaborativo.

b) Ganarse la confianza para que las plataformas compartan sus datos y colaboren en la difusión de las encuestas entre sus usuarios. Y ¿cómo poder comparar o agregar los datos? ¿Número de usuarios registrados? ¿número de usuarios activos en el último mes? ¿número de transacciones completadas?

c) Trabajar en los aspectos económico, social y medioambiental.

En el estudio participan también la Universidad Pontificia de Comillas (Departamento de Comportamiento del consumidor), Universidad Complutense de Madrid (Cibersomosaguas) y la organización sin ánimo de lucro OuiShare (think tank de la economía colaborativa).

Si quieres participar en la encuesta pincha aquí: Encuesta

La economía colaborativa empieza a calar en España

El interés por la economía colaborativa comienza a extenderse por casi todo tipo de públicos, con una lógica transversal, según señala una encuesta realizada este verano por los investigadores sociales Luis Miguel Barral (@luismi_barral), de TooMuch, y Xavier Moraño (@Xavier_MF), de Target-Empírica, sobre el grado de conocimiento que los españoles tienen de la economía colaborativa.

Tampoco es un fenómeno que esté captando especialmente la atención de las personas con más estrechez económica. Los datos indican que el conocimiento y simpatía hacia la economía colaborativa avanza más rápido entre los públicos mejor formados y con mayores ingresos.

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Los resultados de la encuesta, realizada entre 1.480 internautas españoles de 18 a 65 años, elegidos al azar, señalan que:

El 18% de los entrevistados ya ha oído hablar del término «economía colaborativa o consumo colaborativo». Serían algo más de 3 millones de personas, según afirman los investigadores.
De ellos, 1,8 millones afirma saber lo que es. El resto (1,2 millones) ha oído hablar de la economía colaborativa, pero no están seguros de lo que es.
La notoriedad del término «economía colaborativa o consumo colaborativo» avanza por todas las generaciones, pero es algo mayor entre los de 30 y 50 años. Y es mayor cuanto más elevado es el nivel de estudios. También cuanto más elevados son los ingresos económicos personales y cuanto mayor es la afinidad con Internet.
Las palabras y conceptos más usados para definir la economía colaborativa son: compartir, uso vs. propiedad, trueque, grupos de compra, cooperación, tecnología e Internet.

De las tres empresas más emblemáticas BlaBlaCar es la más notoria. El 54% de los internautas españoles sabe que existe esta plataforma. Le sigue Uber, una empresa con menor implantación que BlaBlaCar en España pero que ha sido noticia por la polémica ante la oposición frontal de los taxistas europeos, lo que explica que alrededor de 3 millones de internautas españoles la conozcan. Una prueba de la sobrenotoriedad de Uber -señalan Barral y Moraño- es que duplica el conocimiento de Airbnb, uno de los iconos de la economía colaborativa.

En relación a lo que debe hacer el Gobierno con las empresas de la economía colaborativa como las citadas -prohibirlas, legislar para limitarla, legislar para que crezca o no reglarla-, algo más del 50% de los encuestados aún no tiene una opinión al respecto. En la otra mitad, son minoritarias las opciones de prohibir (4,5%) o limitar (6,9%), frente a las de regular para crecer (23,2%) o directamente no regular (12,8%).