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La transición hacia la economía circular se estanca en España

El cambio hacia un modelo de economía  circular se ha estancado en España con la recuperación económica y en la actualidad no avanza al ritmo que sería necesario. Lo confirma el Informe sobre la situación de la Economía Circular en España 2019, realizado por la Fundación Cotec, una entidad privada sin ánimo de lucro cuya misión es promover la innovación como motor de desarrollo económico y social.

La transición desde el modelo tradicional lineal de producción y consumo, todavía dominante, hacia un modelo de economía circular, se vio impulsada a partir de 2008, durante la crisis económica y el concepto de economía circular es además cada vez más popular entre los ciudadanos. Uno de cada tres españoles ya está familiarizado con este concepto, mientras que hace dos años eran uno de cada diez. No obstante, con la recuperación económica el cambio de modelo se ha estancado y no avanza al ritmo deseable, según este informe.

La economía circular es un sistema de aprovechamiento de recursos donde prima la reducción, la reutilización y el reciclaje de los elementos y propone cambiar el producir, usar y tirar por el reducir, reusar y reciclar.

Los vertidos representan en España el 54 % del volumen total de residuos (el resto se reparte entre incineración, reciclado y compostaje), un porcentaje que supone más del doble de la media de la Unión Europea (24 %) y que está muy lejos del objetivo establecido por la Comisión Europea para 2030 (10 %).

El indicador de generación de residuos municipales per cápita apunta a que la tendencia de reducción en España empieza a ponerse de manifiesto en 2003, y queda constatada con el inicio de la crisis económica a partir de 2007, si bien a partir de 2014 empiezan a registrarse nuevamente aumentos de residuos,

Las ciudades son verdaderos laboratorios de la economía circular, según los autores del estudio, que señalan que el reciclaje es una práctica que ayuda, pero que no soluciona el problema puesto que el objetivo debe ser generar una menor cantidad de residuos y para ello es necesario el uso de nuevas tecnologías, la mejora de los procesos y un cambio integral en el consumidor.

 

Respecto al indicador de uso circular de los materiales, que mide la proporción del material recuperado y devuelto a la economía, España pasa de contar con una tasa de circularidad del 10,4% en 2010 a una tasa del 7,6% en 2015, su valor más bajo.

España mantiene, según Cotec, patrones de producción y consumo con fuertes rigideces estructurales que dificultan la introducción de modelos más circulares y sostenibles. Otra dificultad para la implantación del nuevo modelo es la falta de indicadores específicos para medir la circularidad en la economía.

El informe recuerda que en los últimos años se han desarrollado en nuestro país acciones e iniciativas en administraciones, empresas y organizaciones sociales, pero la implantación de estrategias circulares es todavía incipiente. Por eso, apela a la voluntad política para favorecer la transición hacia una economía circular. En este sentido, subraya la importancia del ámbito local, debido a su proximidad con los ciudadanos, las empresas y los trabajadores.

La economía circular es una de las tres grandes transiciones en las que estamos inmersos y en las que la Fundación Cotec está centrando sus esfuerzos. Su tarea es el rediseño del modelo de producción lineal, que debe conducir progresivamente a una economía circular

Con este segundo informe, la fundación quiere mantener su contribución al análisis de la situación de la economía circular en España, y proponer una hoja de ruta en la que se recogen prioridades necesarias y estratégicas para la transición de lo lineal a lo circular. En 2017, Cotec publicó el primer informe.

Un 83% de los ciudadanos dice que intenta evitar el desperdicio de alimentos

Un 91% de los ciudadanos (3% menos que en el año anterior) señala que el desperdicio de alimentos es una preocupación muy presente en su vida diaria  y un 83% (4% menos que en 2016) afirma que está haciendo algo para evitarlo. El 60% cree que la responsabilidad del desperdicio es de todos los eslabones de la cadena agroalimentaria y, especialmente, de los propios consumidores (20%).

Son datos que revela la Encuesta sobre hábitos de consumo 2017, realizada a más de 2.500 familias de toda España por  la Mesa de Participación, grupo de trabajo constituido por las asociaciones de consumidores Cecu, Fuci, Unae y Cauce junto a Mercadona.

«Estamos ante un consumidor crítico y exigente, ahorrador y preocupado por su salud, el desperdicio de alimentos y la sostenibilidad de la cadena agroalimentaria, a tenor de lo que ha respondido la mayoría de encuestados», señalan.

Preguntados por diferentes términos relacionados con la sostenibilidad de la cadena agroalimentaria, los consumidores conocen qué son los alimentos transgénicos y el comercio justo, alrededor de la mitad de la población conoce el concepto de huella ecológica, sólo un 31% conoce el término de alimentos irradiados, un 35% el concepto de consumo colaborativo y únicamente una quinta parte ha oído hablar de la soberanía alimentaria.

El estudio refleja  también que los consumidores españoles se muestran preocupados y solidarios en relación a la producción mundial de alimentos. La mitad de los encuestados cree que en el mundo se producen alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de sus habitantes y su opción preferida para garantizar el acceso a la alimentación a la mayor parte de la población sería una mayor gestión y concienciación sobre el desperdicio de alimentos, sumada a una compra más racional y eficiente de los consumidores.

Foto EFE.

El volumen mundial de despilfarro de alimentos se calcula en 1.600 millones de toneladas en el equivalente de productos primarios. El despilfarro total de los alimentos -la parte comestible de este volumen- equivale a 1.300 millones de toneladas, según los datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La huella de carbono del despilfarro de alimentos se estima en 3.300 millones de toneladas de equivalente de CO2 de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera por año. Y el volumen total de agua que se utiliza cada año para producir los alimentos que se pierden o desperdician (250km3) equivale al caudal anual del río Volga en Rusia o tres veces el volumen del lago de Ginebra.

Del mismo modo, 1.400 millones de hectáreas –el 28% por ciento de la superficie agrícola del mundo- se usan anualmente para producir alimentos que se pierden o desperdician. Y sólo un bajo porcentaje de los alimentos desperdiciados es compostado: una gran parte termina en los vertederos, y representa un porcentaje elevado de los residuos sólidos urbanos. Las emisiones de metano de los vertederos representan una de las mayores fuentes de emisiones de GEI del sector de los residuos.