¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Más leyes, más presos

En las cárceles españolas había el pasado 6 de noviembre 76.579 presos, según dijo ayer el Ministerio del Interior. El número ha crecido el 4,7% en un año en el conjunto de España, y el 20% en la Comunidad Valenciana, el 13% en el País Vasco, el 12% en Madrid… Somos uno de los países del mundo donde más rápido está creciendo la tasa de reclusos en relación al número de habitantes.

¿El crecimiento del número de presos es una buena noticia para el conjunto de la sociedad, es un brote verde de la seguridad? Algunos expertos creen que no, que en absoluto.

– ¿Y por qué hay cada año más presos? (le preguntaba hace ya 3 años y medio Víctor M. Amela en una entrevista en La Vanguardia a Norman Bishop, un especialista en prisiones y política penitenciaria).

– Los medios de comunicación tienen mucha responsabilidad. (…) Para vender más diarios y, ¡sobre todo!, para obtener más audiencia en televisión, insisten en mostrar los sucesos más escabrosos, en alarmar a la gente. Alarmada, la población reclama a sus políticos que actúen contra la criminalidad. Y los políticos, para ser votados, amplían tipos penales y alargan penas. Conclusión: ¡crece la población reclusa!

– Y, a la vez, crece la seguridad en las calles.

– ¡No! Eso es erróneo. Más presos en un país no se traduce en más seguridad en ese país. Un descenso en la población reclusa no produce un aumento de la criminalidad en la calle. ¡Y hay un caso que así lo prueba!

– ¿Qué caso?

– El de Finlandia. Hace 20 años, Finlandia tenía más de 100 reclusos por cada 100.000 habitantes… (…) Y esa cifra era el doble que los países escandinavos de su entorno. Sus políticos decidieron reflexionar y acometieron políticas activas… Y hoy la cifra ha descendido a la mitad. ¡Y no ha aumentado la criminalidad: la seguridad en las calles es la misma!

– ¿Existe alternativas a las cárceles, pues?

– La mejor alternativa es una buena política penal. ¿Quiere algunas pistas? (…) Primero: multas. Para faltas y delitos poco graves, ¡buenas multas!: es muy disuasorio, la sociedad ahorra (no olvide que las cárceles son caras) y además es una interesante fuente de ingresos para el Estado. (…) Segundo: si se trata de un primer delito no muy grave, suspéndase la pena carcelaria a cambio de no volver a delinquir. Pero si hay reincidencia en ese delito, ¡cúmplanse la pena suspendida más la nueva!

Fin de la cita de la entrevista a Bishop. Poco caso se le ha hecho. Ayer, además del récord de presos, el Gobierno anunció que había aprobado una reforma del Código Penal que endurece las penas por agresiones sexuales, por delitos urbanísticos, por delitos relacionados con el terrorismo islamista… El propio Ministerio de Justicia afirma que todo ello se hace para dar respuesta a la «demanda social». ¡Bingo! Es lo que pronosticaba Bishop hace casi cuatro años, y en su crónica judicial en 20minutos.es otro experto, Gonzalo Martínez-Fresneda, por las mismas fechas: «Las reformas del Código Penal son oportunistas, van siempre subidas a una noticia del telediario».

El número de presos seguirá creciendo.

El telediario y las leyes

Gonzalo Martínez-Fresneda, que cada jueves hace La Crónica Judicial en 20 minutos, es un abogado de gran experiencia y uno de los más lúcidos analistas de la actualidad de los tribunales que conozco. Hoy escribe esto en nuestras páginas, a propósito de las reformas del Código Penal:

«Oportunismo a la vista. El ministro de Justicia pretende marcar la diferencia entre sus reformas y las del PP, que califica de «manifiestamente irreflexivas». Verdaderamente el tiempo de reflexión es difícil de percibir, pero el oportunismo se ve enseguida, y en eso ambos Gobiernos han seguido la misma pauta. Los nuevos artículos del Código Penal van siempre subidos a una noticia del telediario. Ahora se tipifica la «asociación para delinquir» (por los asaltos a viviendas), los «testaferros» (por Marbella), el falseamiento de cuentas (por el asunto filatélico), se castigan nuevas formas de conducción temeraria (por las muertes del fin de semana), etcétera. En realidad, todas esas conductas estaban ya seriamente penadas y las novedades, bajo el habitual ropaje técnico, sólo implican una agravación de las penas. El mismo carácter oportunista de esta reforma la hace más fácil de consensuar (por difícil de objetar). Como resultado: el Gobierno evitará algunas quejas, entrarán más presos en las cárceles (había 63.755 la semana pasada), pero el fondo de los problemas continuará reptando por debajo. El Código Penal disuade, no soluciona».