En el diccionario de la RAE podemos encontrar que le da cuatro acepciones al término ‘entusiasmo’:
- Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive.
- Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño.
- Furor o arrobamiento de las sibilas al dar sus oráculos.
- Inspiración divina de los poetas antiguos y de los profetas.
Etimológicamente llegó al castellano desde el latín moderno ‘enthusiasmus’ (que venía a significar ‘exaltación del ánimo’) y a este llegó desde el griego antiguo ἐνθουσιασμός (enthousiasmos), que a su vez derivaba de ἔνθεος (entheos), cuyo significado era ‘poseído por un dios’ o ‘inspirado por un dios’.
Y es que, en la Antigua Grecia, se creía que los dioses podían poseer a los humanos y llenarlos de una energía divina, lo que se consideraba un estado de emoción enardecimiento. Dicho estado se asociaba con la inspiración divina y la creatividad, siendo consideraba una forma de comunión con los dioses.
Con el tiempo, la palabra ‘entusiasmo’ pasó a ser utilizado para referirse a cualquier estado de emoción o excitación, especialmente en relación con una actividad, un interés o una causa.
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