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Archivo de noviembre, 2015

Más soluciones y menos Artur

Por Juan Antonio Sánchez Campos

Seguimos hablando de Cataluña sin parar mientras los números vuelven a darnos la razón sobre la falta de sinceridad de los gobernantes, intentando  disimular su incapacidad para acabar con el paro, intercambiando palabras de secesionismo o independentismo por doquier, como si esta fuera la causa del desempleo o el obstáculo a sortear para cubrir las necesidades sociales del resto de la población española.

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Artur Mas. (EFE)

Si la mayoría de ciudadanos de la comunidad de Cataluña quiere decidir su propio destino, es impropio no dejarle que caiga en la osadía de votar si quieren o no seguir su camino a ninguna parte. La necesidad apremia en el resto de regiones y Cataluña no debe ser tratada como el ombligo de España dejando pasar unas fechas cruciales en las cuales los representantes políticos debieran estar atentos a las listas del INEM más que a los listos de turno obcecados en dar la espalda a una Constitución que aunque falta de renovación, contribuye al sostenimiento social de nuestro país desde que la dictadura quedó fuera de nuestras vidas.

Palabras, muchas palabras en el aire y ningún compromiso aceptable de las partes interesadas en llegar al poder el próximo mes de diciembre, las que de ser más largo el año engrosarán la suma de una media docena de ocasiones en las que los ciudadanos han tenido que recoger la papeleta e introducir en las urnas parte de su esperanza en un progreso hacia un futuro con la desigualdad social incipiente y la falta de recursos en cientos de miles de hogares españoles.

Tanto hablar de separación nos ha vuelto incapaces de ver la realidad que tenemos delante de nuestros ojos. Los problemas no se solucionan con la confrontación o el ánimo de independentismo en algunas zonas del país porque el paro, la discriminación social y la carencia de instrumentos que sustenten la atención a los servicios sociales siguen estando ahí por mucho que se intenten tapar mediante discursos, debates o alegaciones infructuosas en tiempos de crisis.

Es hora de tirar de la misma cuerda por mucho que a algunos les duela. Son épocas de esfuerzo común sin demasiadas ideologías de por medio, para ellas ya habrá tiempo cuando las bases que sustentan la economía de todas las autonomías salga a flote. Servirse de análisis poco convincentes que conlleven irrealidades de pronóstico impredecible y atentan a la dignidad de los ciudadanos dándoles a entender que las pensiones, al igual que los sueldos, tendrán una subida más provechosa que en años anteriores; la dura realidad es bien distinta y trae consigo una nueva subida apenas visible en nuestro bolsillos y por ende, en lo que a los hogares respecta, seguirán pasando calamidades varios millones de españoles. ¿O la subida del 0,25% debe alegrar a los votantes?.

Ahora toca remar, confeccionar programas de crecimiento basados en realidades posibles, creando sistemas de regeneración social y acabando con una corrupción denodada durante treinta y siete años de democracia. Fundamentar la creación de un clima idóneo en el que trabajar con constancia para lograr una calidad de vida y un bienestar social desaparecido entre oleadas de promesas incumplidas por todos los gobiernos que hasta ahora han pasado por Moncloa beneficiados por un bipartidismo exageradamente labrado con la única intención de servirse de la alternancia, según vinieran dadas las legislaturas en cada momento.

La batalla que gané

Cáncer de mama.

Una mujer con una pañoleta rosa, color representativo de la lucha contra el cáncer de mama. (ARCHIVO)

Por Rosa Matacás Cámara

Cada día sale de nuevo el sol, para recordarme que sigo sintiéndolo rozar mi cara. Hace ya muchos años de mi gran mal momento, pero aun recuerdo cada minuto, cada día, cada segundo de lucha. Me estremezco cuando recuerdo recorrer por mi sangre, ese liquido que a la vez que me sanaba, también me maltrataba duramente. Pero gracias a eso hoy puedo estar escribiendo estas líneas.

Al igual que muchas mujeres luchan hoy en día por lo mismo que luché yo, es un sentimiento con necesidad de ser compartido. Cada vez que mis ojos se abrían por la mañana, era un pensamiento positivo. «Sigo aquí». Momentos en los que ves que vas a caer, pero en unos segundos vuelves a levantarte. No piensas en nada, ni en nadie, solo en dos hijas que son mi vida y mis ganas de seguir luchando, aunque eso me mate por dentro.

Ver sus caritas, sus ojos clavándose en mi mirada, porque no entienden por qué su madre no tiene pelo. Sentir que siendo pequeñas, saben que no quieren ver a su madre de esta manera. Saber que por ellas esta lucha vale la pena, y no perderte ni un momento de sus juegos, de sus risas y de sus caricias.

Es duro mirarse al espejo y no verte, porque no quieres mirarte. Pero sí es cierto que aunque todo ello es duro, ahora recuerdo aquellos momentos y sé que pude, que me levante, que me sentí orgullosa de haber ganado la batalla. Con ayuda del amor y unas manos familiares a las que poderte coger. El amor de una madre que pasa contigo cada tratamiento, sin mirar lo que le cuesta ver cómo te vas destrozando, cogiéndome de la mano para que se haga el camino más fácil. Y por supuesto un marido al que ves no decaer, al que ves como busca la manera de suavizar todo para ser feliz.

Al final todo en esta vida es lucha, y la mía no es mejor que las de todas las mujeres que lucharon, luchan y seguirán luchando para seguir viviendo y sonriendo a la vida con ilusión.

Un general infrecuente

Por Agustín Arroyo Carro

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El general José Julio Rodríguez, compareciendo ante los medios (EFE).

El general José Julio Rodríguez, exjefe de la JEMAD, ha sido fichado por Podemos para encabezar como número 2 las listas al Congreso por Zaragoza. Este hecho ha levantado ronchones en la coriácea piel electoral de toda la derecha española; no se lo esperaban, claro.

Parece que los jefes y oficiales del Ejército no pueden tener pensamientos e ideología de izquierda. La vieja y herrumbrosa derecha relaciona a los altos mandos del Ejército todavía con el extinto Ejército franquista. Los jefes y oficiales del Ejército español tienen ideas políticas, aunque no las puedan manifestar en su profesión.

Ahora le llueven las críticas y reproches del bando que identifica a todo el Ejército con su propia ideología conservadora. Posiblemente les hubiera gustado mucho más que se hubiese sumado a sus filas como baza electoral. No ha sido así.

En el siglo XIX y XX hubo importantes militares progresistas de izquierda, y muchos de ellos dieron su vida y fueron ejecutados vilmente por apoyar y ser leales al gobierno legítimo de la II República. La necesidad de profundos cambios en España también crepita en las mentes y cerebros de nuestros militares, y algunos piensan, legítimamente, que se debe hacer desde una izquierda joven, fresca, preparada, impoluta y con ganas de acabar con la corrupción y las viejas prácticas partitocráticas llenas de lastres y muchas telarañas casi fósiles. No pasa nada.

No estamos contentos con nuestro trabajo

Por A. Cases Monge

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Grupo de personas en su trabajo (ARCHIVO)

Los jóvenes que estamos en edad de trabajar y tenemos “la suerte” de poderlo hacer, no nos sentimos afortunados ni estamos contentos con nuestros trabajos. La mayoría ocupamos puestos de trabajo por debajo de nuestra formación, cobrando sueldos miserables, ahora el mileurista es el rico de la pandilla. Pero el dinero no es el problema, el problema es el sistema empresarial y cómo se trata al trabajador.

Eres una pieza más del engranaje que en cualquier momento se puede sustituir. Trabajar con esta sensación acaba en desmotivación e indiferencia, ahora se le llama zombificación laboral o despido interior. Huyes del compromiso, pasas por alto la participación, escapas de tu equipo y te resignas a malvivir en un entorno productivo con el cual has construido una relación insatisfactoria, después de una prolongada y variable secuencia de vivencias laborales negativas.
Porque somos jóvenes nacidos a la era digital donde todo se comparte y todo el mundo tiene voz y voto, por eso no podemos encajar en este tipo de empresas. ¿Qué nos queda? Aceptarlo y morir en vida trabajando, ir cambiando de trabajo o intentar cambiarlo desde dentro.
En Barcelona hay una empresa donde no tienen horario ni jerarquías, trabajan por objetivos y la felicidad del trabajador es primordial para la empresa. Los trabajadores se implican y se sienten parte de la empresa. ¿No es mejor tener un empleado que haga 25 horas semanales, cumpla los objetivos y sienta que la empresa en parte también es suya?
Este sistema funciona, está comprobado. Entonces ¿por qué solo hay una empresa en todo el Estado que sea así? ¿Os imagináis qué tipo de sociedad seríamos yendo contentos a trabajar?

Premiar la incultura

Por Pablo Sánchez Medina

RAE

El secretario de la RAE, Darío Villanueva, durante una entrevista. (EFE)

Cada vez que la RAE acepta un nuevo “palabro” damos un paso gigante hacia atrás. Aunque éstas se cataloguen de palabras raras o mal dichas es inadmisible que decir o escribir “almóndiga” o “dotor” se considere correcto.

El mayor problema es que aquellos que las usan ahora pueden escudarse, incluso con razón, en que la palabra está aceptada. ¿Quiere decir esto que un profesor puede dar por válido en un examen que uno de sus alumnos escriba “asín”? Pongo en duda que la solución a no hablar bien sea ésta.

Parece que ya nos hemos cansado de fomentar y premiar la lectura, de construir bibliotecas y ampliar sus fondos bibliográficos. En vez de esto hemos tomado un atajo. Premiamos la incultura desde que amanece hasta que nos acostamos ya no solo en televisión, también en las aulas y en los libros, cuando lo que deberíamos hacer es recompensar a aquellos que cuidan nuestra lengua.

Tal vez sea momento de hacer una pausa, pensar y establecer ciertos límites.

Imposible conciliar trabajo y familia

Por Francisco Javier Lorenzo Presol

Familia

Una familia, con un bebé y un portátil. (GTRES)

Conciliación: avenencia, armonía, concordancia… son algunos de sus sinónimos. Para mí, desde luego, son términos que parecen de ciencia ficción. No los he conocido y creo que todo aquel a quien conozco se encuentra en la misma situación. En España, si alguien ha conseguido la conciliación laboral-familiar muy probablemente haya sido porque le ha tocado sufrir la crisis y engrosar las listas del paro. Sé que hay países que se toman muy en serio este aspecto, pero a nosotros nos queda mucho todavía. El otro día vi un video, “El experimento sobre horarios laborales que te va a sorprender”. Y tanto que me sorprendió (si lo pienso fríamente, debería de sorprenderme por haberme sorprendido). Me conmovió y me hizo pararme a pensar (para lo que no tenemos mucho tiempo) en qué nos estamos convirtiendo. Las familias coincidimos en pequeños espacios de tiempo, ya no compartimos. Me gustaría que mi hijo recordara una infancia con sus padres, no una continua e interminable contrarreloj.

Tras el accidente del helicóptero español: ¿Qué pasa en el Ejército?

Por Alberto Becerra Montero
Helicóptero Súper Puma del SAR, similar al siniestrado.

Helicóptero Súper Puma del SAR, similar al siniestrado. (EFE)

La muerte de tres militares por accidente en un helicóptero nos obliga a preguntarnos qué pasa en el Ejército, donde esas muertes se repiten.  Baste recordar que uno de los muertos había sobrevivido ya a dos accidentes. “Los militares vuelan con chatarras”, denuncia el padre de un militar muerto. Los aparatos son reparados con piezas usadas y les falta elementos esenciales de seguridad.

¿Qué menos que defender a los encargados de defendernos? ¿Cómo es posible que ocurra eso cuando el presupuesto militar, ya elevado, es aprobado sin problemas en el Congreso… y después se dispara, año tras año, de unos 7.000 a 28.000, cuatro veces más?
El ministro Morenés, intermediario en el negocio de las armas, debería encontrar modos de mejorar la calidad del armamento y bajar los costes, pero las cifras de muertos y euros muestran todo lo contrario.

Cansados de la corrupción

Por Ángel Villegas Bravo

Además de la indignación, que ya hace mucho tiempo es infinita, qué tremendo cansancio me producen los numerosísimos escándalos de corrupción que se ensartan, uno tras otro, desde hace varios años. Qué vergüenza causan las declaraciones de quienes, ante el hecho de verse afectados por esos casos, acuden a excusas tan zafias como envolverse en la bandera, en la patria y achacar que se hayan sacado a relucir sus vergüenzas a ataques o tramas contra sus partidos, sus gobiernos, su identidad, su idioma.

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Operativo policial contra la corrupción. (EFE)

Que hartazgo ante tanta mendacidad, tanta manipulación, tanto saqueo del dinero público. Y qué impotencia ver cómo todos estos supuestos, o probados, delincuentes escapan indemnes, o casi, de tanto atropello.

Vivir en un país donde los gobernantes mienten impunemente y defienden a esos corruptos, sin que ello tenga consecuencias, es terriblemente desmoralizador, porque se tiene la sensación de estar indefenso ante cualquier tropelía que se le ocurra a cualquiera que tenga en su mano la posibilidad de usar esa impunidad.

Y eso, que por sí solo es una desgracia, se convierte en rabia y vergüenza insoportables cuando se tiene conciencia de que todo ese dinero sustraído es el que falta para la ciudadanía, para sanidad, educación, dependencia, bibliotecas, becas de universidad y tantas otras necesidades de los que pagan esos impuestos que saquean los delincuentes.

¿Y aún se extrañan de la desafección de la ciudadanía hacia las instituciones?

 

Por Maria E. Bolaños

A mí lo que preocupa de verdad es la corrupción institucionalizada. El 3% parece que se ha generalizado en los gobiernos nacionalistas y patriotas. Extraña coincidencia.

Los que más dicen querer a sus patrias, la desangran. ¿Cómo se llama a esto? ¿Es posible que hayan llegado a considerarse por encima del bien y del mal? No puedo pensar en una España del mañana sin que se solucione esta cuestión, sin que se depuren todas las responsabilidades. No veo la diferencia entre unos y otros.

Esta es la única emergencia nacional, todo lo demás son fuegos  artificiales para distraer nuestra atención.Nes

Halloween y la degradación física

Por Cristina de Montemar y Martínez de la Rosa

The Walking Dead.

Imagen de la serie The Walking Dead. (ARCHIVO)

No entiendo esa necesidad (diría incluso necedad) que tienen algunos de querer mostrarse como un cadáver viviente en determinadas fechas, que deberían estar dedicadas al respeto por los seres queridos. Esos que ya solo están con nosotros en un lugar muy sensible de nuestra memoria personal.

Curiosa morbosidad ese gusto por identificarse con un zombi, ridiculizando la imagen de la muerte, cuando en cuestión de casi nada ya no les hará falta ningún maquillaje, ninguna especial caracterización, para adquirir la imagen de la degradación física y química que el destino nos tiene reservada.

No comprendo tanto interés por adelantar acontecimientos. Tiempo al tiempo… y un respeto a los muertos, nuestros predecesores.