Tu blog Tu blog

Este es tu altavoz

Entradas etiquetadas como ‘lengua’

¿Para qué sirve el latín?

Por Sergio de Fuente Garrido

Estudiantes de bachillerato (EFE).

Estudiantes de bachillerato (EFE).

Desde siempre, el estudio del latín se ha considerado imprescindible no solo para aprender cultura general, sino también para ampliar nuestro lenguaje y conocer nuestras raíces.

Como estudiante de segundo de bachillerato de humanidades, coincido con que el latín es importante, sobre todo para conocer nuestro idioma, nuestras raíces y grandes autores de nuestra literatura; pero considero que su enseñanza debería ser impartida hasta ciertos cursos.

La razón por la que expongo esto es porque tanto el latín como el griego antiguo son lenguas muertas que ya no se hablan en ningún país; y en estos momentos, lo que los jóvenes españoles necesitamos es aprender idiomas que nos resulten útiles, dado que, tristemente, en un futuro no muy lejano, muchos de nosotros nos veremos fuera de España y de nuestros hogares, en busca de una vida mejor, debido a la crisis económica y a la falta de medios para trabajar y estudiar en nuestro país.

Finalmente, me gustaría hacer llegar esta carta al gobierno, para que tengan en cuenta no solo mi opinión, sino la de muchos estudiantes que piensan como yo; ya que ¿de qué nos sirve hablar latín?

Olvídate de los prejuicios viajando

Por Anna Aventin Fontanet

Una chica viajando sola (Esquire).

Una chica viajando sola (Esquire).

A los 13 años cogí por primera vez un avión junto con mis padres y mis abuelos. Nunca había salido de España. Lo más lejos donde había estado había sido en Zaragoza. En esa época aún era demasiado pequeña para darme cuenta de todo lo que me ofrecían estos nuevos países con su gente, su cultura, su lengua. Hoy y después de unos cuantos años, donde he tenido la suerte de poder continuar viajando alrededor del mundo, me he dado cuenta de la riqueza cultural del mismo.

Lo primero que tienes que saber cuando viajes es saber ir con la mente abierta y estar dispuesto a ver y participar en nuevas actividades, algunas de las cuales te parecerán extrañas, pero puedo asegurarte que después de todo verás recompensado tu esfuerzo.

En mi caso viajar me ha cambiado la forma de ver todo aquello que me rodea, la forma de vivir y sobretodo la manera de pensar. Ahora soy una persona más tolerante, más abierta y más comunicativa con los demás. Viajar a otros países y convivir con las personas autóctonas te hace darte cuenta de que podréis tener diferentes formas de actuar y de pensar, pero al final las aceptarás porque todas ellas forman parte de un único conjunto. Uno mismo se dará cuenta de que sin toda esta mezcla y diversidad de culturas nuestro planeta no sería el que es ahora.

Premiar la incultura

Por Pablo Sánchez Medina

RAE

El secretario de la RAE, Darío Villanueva, durante una entrevista. (EFE)

Cada vez que la RAE acepta un nuevo “palabro” damos un paso gigante hacia atrás. Aunque éstas se cataloguen de palabras raras o mal dichas es inadmisible que decir o escribir “almóndiga” o “dotor” se considere correcto.

El mayor problema es que aquellos que las usan ahora pueden escudarse, incluso con razón, en que la palabra está aceptada. ¿Quiere decir esto que un profesor puede dar por válido en un examen que uno de sus alumnos escriba “asín”? Pongo en duda que la solución a no hablar bien sea ésta.

Parece que ya nos hemos cansado de fomentar y premiar la lectura, de construir bibliotecas y ampliar sus fondos bibliográficos. En vez de esto hemos tomado un atajo. Premiamos la incultura desde que amanece hasta que nos acostamos ya no solo en televisión, también en las aulas y en los libros, cuando lo que deberíamos hacer es recompensar a aquellos que cuidan nuestra lengua.

Tal vez sea momento de hacer una pausa, pensar y establecer ciertos límites.

Vergonzosas colas en la Escuela Oficial de Idiomas de Valencia

Por Eduardo Olmos Mas

Me encuentro en una cola de más de medio kilómetro que casi da la vuelta a la manzana de la Escuela Oficial de Idiomas de Valencia. Vengo a matricular a mi madre a quien, a pesar de haber obtenido la plaza en el sorteo oficial, se le ha negado la matrícula en el periodo ordinario alegando motivos arbitrarios e injustos.

Escuela Oficial de Idiomas

Colas para matricularse en la EOI de Murcia y entrada a la EOI de Valencia. (ARCHIVO)

No imagináis cuál ha sido mi sorpresa cuando, aun llegando 1 hora antes de la apertura, me he encontrado semejante cola.

He tenido un flashback a hace 15 años cuando yo me matriculaba… Es de absoluta vergüenza que, en los tiempos que corren, el procedimiento de asignación de las vacantes siga siendo por acampada, cola y entrega de papelito. Un poco de interés y profesionalidad por favor, hay recursos humanos y tecnológicos más que suficientes para hacerlo mejor.

Español, no castellano

Por Antonio García

70128Yo, como andaluz, cada vez que oigo nombrar nuestro idioma como “castellano” me siento excluido. Me parece como si el resto de España, fuera de Castilla, estuviésemos usando un idioma que no nos es propio. Sin embargo, todas las zonas de España han contribuido a la construcción de nuestro idioma actual, y no digamos Al-Andalus que aportó numerosos vocablos y expresiones. Me siento mucho más identificado con el término “español” ya que nos abarca a todos.

Si bien es verdad que el español tiene su origen en el castellano (llamado “castellano antiguo”), igual que pasa con el castellano que tiene su origen en el latín. Pienso que el término castellano es un término político impuesto por los castellanos por motivos obvios, y también por los nacionalistas de ciertos rincones de España que quieren evitar, a toda costa, la pronunciación del término “español”.

Distorsión del idioma

Por Antonio García

Diccionario de lengua españolaParece ser que queremos distorsionar nuestro idioma. Hagámoslo, pues, con cierta coherencia.

Yo soy médico. Tengo ‘pacientas’ ‘pertenecientas’ a todas las profesiones y actividades: ‘militaras’ (‘tenientas’, ‘cabas’, ‘coronelas’, sargentas…), ‘pilotas’, ‘conserjas’, ‘auxiliaras administrativas’, ‘agentas’ de seguridad, ‘choferas’, capatazas, ‘albañilas’, ‘vigilantas’, ‘miembras’ de diversas asociaciones, presidentas, ‘conferenciantas’…

Algunas de ellas confían en mí contándome sus asuntos personales: unas son ‘brillantas’, otras ‘valientas’, las hay pusilánimas ante ciertos temas, algunas algo ‘arrogantas’, otras ‘humildas’ como ellas solas. Una se me definía como una ‘sujeta ignoranta’ en temas de salud; otra se consideraba una ‘sera humana nobla y amabla’. Recuerdo que una ‘contribuyenta’ (como decía ella) me hablaba siempre del esperado nacimiento de su ‘bebá’. En fin, ‘personajas’ de toda índole.

Desde luego que también tengo hombres a los que atiendo: ‘ordenanzos’, ‘publicistos’, ‘policíos’, ‘aristócratos’, ‘guíos turísticos’, ‘malabaristos’, ‘guardios’ de seguridad, ‘fisioterapeutos’, ‘periodistos’, ‘pediatros’, ‘ludópatos’, ‘logopedos’, y bastantes ‘deportistos’ (‘futbolistos’, ‘tenistos’, ‘golfistos’, ‘atletos’, ‘ciclistos’, ‘motoristos’… ).

Después de bastantes años ya, me considero ‘colego y camarado’ de muchos de ellos. Me cuentan historias como al que le entró en su casa ‘una caca’ con un antifaz, o al que le encantaba viajar y, en una isla, los ‘indígenos’ le dieron una afectuosa despedida”.

Qué hermoso que muchas palabras nos unan, sean comunes para ambos sexos. Palabras que nos hacen más igual a todos los seres humanos.

Vergüenza ante la imagen de nuestro país

Por Víctor Cárdenas Fernández

No me gusta quejarme, porque si no estás de acuerdo con algo ponte en marcha y actúa para cambiarlo. Tampoco entro en filiaciones políticas de uno u otro símbolo, al final lo realmente determinante sonAros olímpicos las personas y no los colores. Ahora bien, quiero reflejar la sensación de vergüenza sufrida durante la exposición final de la candidatura de Madrid a los juegos de 2020.

Partiendo de la falsedad del dogma de que solo los más preparados terminan accediendo a los puestos de mayor responsabilidad en una sociedad, valoro el esfuerzo realizado por la alcaldesa de Madrid o el presidente regional (si no estás capacitado, al menos, que no se note), pero lamento profundamente la imagen de nuestro país proyectada por el presidente del comité olímpico español (el carácter internacional del cargo es inherente al mismo) y, fundamentalmente, por el presidente de la nación. Discurso vacío de contenido, leído (único miembro de la delegación en hacerlo) y en el único idioma que domina, el de nacimiento.

No conocía profesionalmente a J. A. Samaranch o a Víctor Sánchez, pero me sentí orgulloso de su exposición y la desenvoltura mostrada, así como de la de Pau y Felipe de Borbón. Somos quienes nos representan.

La excesiva obsesión por el profesor nativo

Por Adriana Bausells Espin (Licenciada en Filología Inglesa. Profesora cualificada de inglés como lengua extranjera [Cambridge CELTA])

Definitivamente me he dado cuenta de que en este país (probablemente en otros también, pero este es el caso que me concierne y del que tengo constancia) nos dejamos engañar como queremos y nos movemos por modas, por falsos mitos, los internalizamos hasta el punto de darles la categoría de hecho irrefutable, y que no nos intenten sacar de ahí, porque no lo harán. El mito al que me refiero es el de que sólo se puede aprender un idioma con un profesor nativo. Llevo dos semanas intensivas de búsqueda de trabajo como profesora de inglés, concretamente en Barcelona, aunque este engañabobos no es exclusivo de esta ciudad (he conocido personalmente casos en Zaragoza, y me consta que ocurre en todo el país), y en más de 10 academias me han dado en el morro (antes de ver mi CV o de escucharme hablar en inglés) con un rotundo: “lo siento, sólo contratamos nativos”. No suena igual que decir “no contratamos españoles”, ¿verdad? ¿Por ello deja de ser racismo? Yo creo que no.

Curiosamente, todos los que me han juzgado me han hablado directamente en español, sin darme siquiera oportunidad de demostrar mi nivel de inglés y, con toda certeza, sin plantearse siquiera la posibilidad de dejarme demostrar que estoy más que cualificada y capacitada para enseñar, que en el fondo es de lo que se trata. En uno de los casos la persona que me atendió cuando llevé mi curriculum mencionó incluso la “fuerte presión” a la que se ven sometidos para no contratar siquiera a nativos del norte de Inglaterra, de Escocia o de Irlanda… ¿presión por parte de quién? ¿Acaso sólo vale para enseñar inglés la Reina Madre? Esto ya suena más a racismo. Absurdo. Después, en un derroche de generosidad, se ofreció a echar un vistazo a mi CV, “ya que has venido, y tal vez por si nos surgiera alguna emergencia”, e incluso llegó a afirmar que “creo que es uno de los mejores que he visto en mucho tiempo, pero es que…”: me licencié en Filología Inglesa con una media por encima del 8, tengo el nivel C2 de inglés, que se supone que equivale al de un nativo (¿cualquier nativo, acaso todos los nativos, del país que sea, hablan su idioma con igual propiedad?), obtuve un sobresaliente en el Certificate of Proficency in English de Cambridge, recientemente he obtenido la cualificación oficial de profesora de inglés como lengua extranjera – Cambridge CELTA – también con la puntuación más alta posible y tengo experiencia en enseñanza en todos los niveles y edades, incluida en la Universidad pública. Más absurdo. En una entrevista que he hecho esta mañana (toda en español y conducida por alguien que me ha preguntado qué era el CELTA y qué se hacía ahí…) se han planteado si mi nombre podría pasar como nativo. Vaya, lástima que mis padres no me pusieran Vanessa o Kimberly…

¿Cuál es el problema? Que está muy de moda decir que mi profesor es nativo, y si el tuyo no lo es no eres nadie ni llegarás a nada. Que las academias y otras instituciones de enseñanza han vendido esa moto durante años hasta que han conseguido que todo el mundo asuma que uno es mejor profesor por ser de Londres, por ejemplo. ¿Desde cuándo nacer en un país o en otro es garantía de ser buen profesor? Que nadie me malinterprete: por supuesto que hay excelentísimos profesores de inglés nativos, muchísimos, por todas partes. Pero también españoles. Y croatas. Y eslovacos. Y rusos. Y alemanes. Y chinos. Y mexicanos. Igual que, tal y como comprobé en mi experiencia como profesora de español en EE.UU., hay profesores de español nacidos y criados en ese mismo país que me superaban con creces en el conocimiento del idioma con fines pedagógicos y de análisis lingüístico y en la capacidad para enseñarlo, y eso que considero que mi nivel de conocimiento del español es bastante alto, ya que además de hablarlo también lo he estudiado y sigo en ello. Sin lugar a duda, enseñar mi propio idioma ha sido el trabajo más difícil que he tenido que realizar y tengo mucho que aprender en ese aspecto.

Debemos entender que hablar un idioma no es garantía de entender su funcionamiento interno, mucho menos de saber explicar por qué funciona de esa manera, y aun en el caso de que se posean tales conocimientos no es lo mismo que saber transmitirlos. En definitiva, hablar español “perfectamente” -es decir, hablarlo y que nos entiendan porque se ha nacido en España– no significa saber enseñarlo. Lo mismo con el inglés. Obviamente, hay casos en los que contar con un profesor nativo es más apropiado, siempre se deben tener en cuenta las circunstancias, intereses y motivos de cada uno respecto al aprendizaje de un idioma. Pero no se puede asumir como regla general que siempre es mejor. Me parece ofensivo y frustrante que se me cierren puertas por lo que diga mi pasaporte y encima en mi propio país. Pero claro, para las academias es muy fácil decir que esto es lo que les piden los clientes… ¿en serio? ¿Todos los estudiantes prefieren que sus profesores de inglés sepan poco o nada de su primera lengua, con lo que esto conlleva a la hora de predecir dificultades de aprendizaje, problemas debido a la interferencia entre lenguas, o simplemente problemas a la hora de entenderse porque un alumno está reproduciendo en inglés estructuras calcadas del español haciendo que alguien sin conocimientos suficientes de este idioma no entienda por qué el alumno “no es capaz” de hablar bien en inglés? Me parece que no.

Pero claro, uno no va a anunciar con letras luminosas en su página web que todos los profesores de su centro son nativos si no es verdad… sería publicidad engañosa, ¿no? Bueno, pues no contratar a alguien por su nacionalidad es sencillamente ilegal, es discriminación por motivos de origen. Resumiendo: racismo. Y en este caso concreto, lo que a mi modo de ver es mucho peor y más dañino: es un signo inequívoco de falta de compromiso con la actividad en sí, con la docencia, y con el servicio que se ofrece, falta de honestidad con respecto a la profesión y los profesionales que nos sentimos orgullosos de formar parte de ella y que nos entregamos a ella, y aún más con respecto a los alumnos. En definitiva, una práctica que sólo sirve para arraigar falsos mitos y que en absoluto beneficia a la enseñanza y el aprendizaje de idiomas en España. No por pronunciar una vocal de determinada manera uno es mejor profesor. No se trata del país: se trata de la persona, de las capacidades y cualificaciones de cada uno, y del compromiso, la dedicación y la pasión que se tenga por lograr que un alumno se vaya a casa con algo aprendido. ¿Acaso no nos llevaríamos las manos a la cabeza si el argumento fuera “sólo contratamos blancos”?

 

Me parece genial que se subvencionen colegios en español en Cataluña y Baleares

Por Paloma Ros

Como ciudadana catalana y de habla española materna debo decir que me parece genial que se vayan a subvencionar colegios en español en Cataluña y Baleares. Con tanto independentismo se nos tiene olvidados a una parte de catalanes. Ya es hora que la gente que tiene más facilidad expresándose en castellano tenga la opción de elegir en qué idioma quiere cursar sus estudios. Yo no tuve la suerte de elegir y tuve que estudiar en catalán, cosa de la que tampoco me arrepiento. Pero si que debo decir que seguramente, habiendo elegido clases en castellano mi rendimiento hubiera sido mucho mayor. Ya que yo no he tenido la oportunidad me gustaría que en un futuro mis hijos pudieran ir a un colegio en el que no se sientan obligados a hablar ninguna lengua en concreto.