Archivo de agosto, 2021

¿Eres reactivo o proactivo?

Este el tema del programa de radio “L’ofici de viure” – referente en temas de crecimiento personal– al que me han invitado. Empiezo hoy por explorar la primera mitad de la ecuación: la reactividad.

REACTIVIDAD

Cuando nos pasa algo y reaccionamos estamos siendo reactivos. Fíjate en los típicos experimentos en los que añades el «reactivo» a algo y zás, todo se transforma como por arte de magia. Reaccionar no es malo en sí mismo. Vas por el bosque y te encuentras a un animal salvaje, el impulso de echar a correr te puede salvar la vida.

Tubos de experimentación

(Alex Kondratiev, UNSPLASH)

En psicología el control del impulso es una de las características que caracteriza el proceso de maduración humano. Si reaccionas mucho, implica que no eres capaz de controlar tus impulsos, sino que los impulsos te dominan.

Según el Budismo, la reactividad entendida como impulsividad está vinculada a tu percepción sesgada. Llegas al mundo con un determinado tipo de ignorancia que distorsiona tu percepción de la realidad. Sin embargo la tomas como veraz y allí empieza un ciclo de causa y efecto que alimenta tu reactividad primordial y tus problemas.

UN EJEMPLO DE CELOS

Tomemos el ejemplo que estás con tu pareja en una fiesta y ella se encuentra con una ex pareja. Observas su comportamiento y te sobreviene un ataque de celos. Piensas que está siendo más amigable de la cuenta y que está fuera de lugar. También estás dolido pues hace unos días que la sientes distante, aunque no estás seguro de ello pues tu has estado absorbido por tu trabajo y quizás esto nuble tu percepción. Tus celos te invitan a decirle que es hora de irse, pero encuentras las fuerzas para no hacerlo.

Haces bien de dudar pues bajo un estado reactivo, la interpretación de los hechos tiende a confirmar la emoción que uno siente en base una percepción sesgada. En el otro extremo podrías decirte pues reprimo mi impulso y no hago nada. Sin embargo la emoción que sientes es real y contiene una inteligencia. ¿Cómo puedes escucharla sin dejarte llevar por ella?

CUESTIONA TU INTERPRETACIÓN DE LOS HECHOS

La vía para salir de la reactividad está en acercarte a ella con compasión y curiosidad. En lugar de poner el foco en los otros o en lo que sucede, pon el foco en ti mismo, en cómo te sientes. Desvela tu interpretación de los hechos y no te la creas. También puedes compartirla. En el caso del ejemplo podría ser algo como: “He visto cuan contenta estabas de encontarte con Juan y he sentido celos. Soy consciente que he estado ocupado estas semanas y que echo de menos tiempo para nosotros.”  Al compartir desde este espacio honras tu emoción sin dejarte llevar por ella ni asumir que tu versión de los hechos es correcta.

IMPULSO AMIGO

Dejarte llevar por tu reactividad asemeja a cuando entras en una habitación en cuyo suelo hay una cuerda enrollada, sin embargo, al estar poco iluminada tú ves una serpiente. Te entra miedo y te alejas. Sin embargo, al acercarte a tu reactividad, a tus impulsos, recibiendo la emoción, cuestionando tu interpretación de los hechos y tal vez compartiéndola, la luz de tu consciencia ilumina la situación. Y al hacerlo ves que no es una serpiente sino una cuerda. Se disipa tu miedo y puedes por fin actuar de acorde a lo que es.

¡Oh! vaya… no dije nada sobre la proactividad. Si te interesa conocerla y descubrir cómo desarrollar esta capacidad, te lo cuento en el próximo post 😉

Tú no eres un cáncer para el planeta

 

En mis posts recientes he explorado los problemas de creernos historias sobre nosotros mismos, cómo soltarlas y cómo crear narrativas que nos ayuden a desarrollarnos.

Con este artículo inicio una exploración de narrativas populares, historias que nos cuentan o nos contamos altamente perjudiciales. La de este post es: somos un cáncer para el planeta.

SIN MALA INTENCIÓN

Esta narrativa de entornos ecologistas tiene buena intención: despertar a la humanidad  – a la vista de datos científicos – sobre cómo decisiones individuales y colectivas están poniendo en riesgo a la vida. Es decir, cuando te dicen que eres un cáncer para el planeta, lo que quieren es que dejes de tener un estilo de vida insostenible y consumista.

UNA PARTE DE LA HISTORIA

Sin embargo, cualquier persona que se crea o promulgue esta historia está desconectado de su propia esencia y de la complejidad de la vida. También es presa de ideologías que se han enfocado en lo irremediablemente perdida que está la humanidad. Si miramos los datos – te recomiendo hacerlo de la mano de Steven Pinker – aunque es cierto que en muchos aspectos estamos jodidos, también lo es que en muchos otros somos unos fuera de serie. Por ejemplo a nivel de reducción de la pobreza, aumento de la longevidad, seguridad, paz…y otras muchas dimensiones a nivel planetario. Tal vez te preguntes cómo puede ser que no te hayas enterado. Pues muy sencillo porque las malas noticias son noticia y las buenas no.

ESTADO DE ÁNIMO NEGATIVO

Más allá de razones objetivas que podrían refutar la afirmación, fíjate en el estado de ánimo que genera esta historia. Si piensas que tú y tus congéneres sois un cáncer para el planeta, lo más seguro es que a cierto nivel, consciente o inconsciente, te sientas desolado, con miedo y sin esperanza. Esta historia nutre a un estado mental lleno de culpabilidad, derrotista y sin energía para la acción. Y desde este espacio nada que valga la pena es posible.

LA ALTERNATIVA

La alternativa que te recomiendo es soltar esta historia y asumir la responsabilidad de tu vida desde un estado de ánimo posibilista y abierto. Abre los ojos, siéntete agradecido por estar vivo y contribuye a marcar la diferencia sea cual sea la forma que esté en tus manos. Si los humanos somos parte del problema también somos capaces de ser la solución. Y ya lo estamos siendo. Y tú, ¿a qué esperas?

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¿Por qué es un problema creer que te mereces ser feliz? Tres razones y un antídoto

En mis posts recientes he explorado los problemas de creernos historias sobre nosotros mismos, cómo soltarlas y cómo crear narrativas que nos ayuden a desarrollarnos.

Con este artículo inicio la exploración de narrativas populares, historias que nos cuentan o nos contamos que sin saberlo, pueden ser altamente perjudiciales. La de este post es que: te mereces ser feliz.

Muchas personas acuden a mi práctica de coaching con la creencia de que están vivos para ser felices. Buscan incesantemente la felicidad pero ésta se les escapa como agua entre las manos. Creer que merecemos la felicidad tiene varios problemas:

  1. TE MANTIENE MIRÁNDOTE AL OMBLIGO, creyéndote el centro de mundo, ahogándote en el charco de tus pequeños y grandes dramas, mientras tu vida pasa de largo.
  2. GENERA APEGO Y REDUCE TU VITALIDAD. Del apego a la felicidad nace la mala costumbre de evitar emociones negativas: miedo, rabia, tristeza…Y como todas las emociones se muestran de igual intensidad, al restringir la fuerza de tu sentir, reduces tu vitalidad – es decir te vuelves una momia.
  3. TE VUELVE TEMEROSO FRENTE AL CAMBIO. El apego a la felicidad es apego a perder aquello que consigues atesorar. Sin embargo, todo está sujeto a cambio. Fíjate sino en tu cuerpo cada día frente al espejo, la pérdida de personas queridas, los cambios de circunstancias. La galaxia es no permanente. Incluso el sol como cualquier estrella se apagará un día.
Chica con paraguas

(Edu Lauton, UNSPLASH)

EL ANTÍDOTO

Cuando te encuentres preso de la narrativa “estoy aquí para ser feliz” y la persistente insatisfacción que crea: obsérvala y deja que se evapore. Sustitúyela por una narrativa de desarrollo, encontrando tu propósito vital, algo que te de sentido y que te permita darte a los otros y a la vida.

Viktor Frankl el psiquiatra austríaco superviviente de los campos de concentración nazis te invitaba a preguntarte a ti mismo “¿qué espera la vida de ti?”. En ella están todas las respuestas. Porque si te enfocas en generar sentido en tu vida, no solamente te será más fácil surfear los altibajos inevitables, sino que también serás más feliz1.

(1) Según el trabajo de investigación del psicólogo Roy Baumeister.

 

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Si no puedes soltar la historia, toma una que te inspire

A medida que desarrollamos nuestra consciencia podemos prescindir cada vez de más de historias que nos contamos a nosotros mismos. Por ello, en el post anterior te animaba a soltar historias limitantes. Sin embargo, no importa en qué lugar del camino nos encontremos, vamos a necesitar historias para crecer. Para aprender. Para construirnos. Para comunicarnos. Necesitamos una narrativa, que al igual que un cuento, nos sitúe en un lugar y momento con un propósito determinado.

El problema de las narrativas surge cuando no eres tú quien creas el guion de tu vida, sino que alguien lo hace por ti. Algunos guiones prefabricados y comunes dicen que “tu vida no tiene ningún sentido”, “el mundo quiere oprimirte”, “estás aquí para ser feliz”, “eres un cáncer para el planeta”, “es demasiado tarde o eres demasiado viejo”, “estás aquí para tus hijos” y un largo y cuanto menos confuso etcétera.

Padre leyendo cuento a un bebé

(Picsea, UNSPLASH)

Si estos guiones te bloquean, te invito a considerar una historia que enmarque tu vida y la llene de sentido. Una narrativa que te haga crecer, sea cual sea tu circunstancia. Una forma de empezar a esbozarla es considerando tres preguntas:

  • ¿Quién eres?
  • ¿Qué te da sentido? ¿Qué viniste a hacer en la vida?
  • ¿Cómo lo vas ha hacer?

Tal vez no te apetezca responder a estas preguntas en las que literalmente te juegas la vida. O puede que estés demasiado ocupado viviendo una historia que no es realmente la tuya. Si este es tu caso ni se te ocurra leer Tu vida épica, un manual práctico para ahondar en el proceso de construir tu propia narrativa de desarrollo y desplegar tu vuelo 😉

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