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¿Por qué es un problema creer que te mereces ser feliz? Tres razones y un antídoto

En mis posts recientes he explorado los problemas de creernos historias sobre nosotros mismos, cómo soltarlas y cómo crear narrativas que nos ayuden a desarrollarnos.

Con este artículo inicio la exploración de narrativas populares, historias que nos cuentan o nos contamos que sin saberlo, pueden ser altamente perjudiciales. La de este post es que: te mereces ser feliz.

Muchas personas acuden a mi práctica de coaching con la creencia de que están vivos para ser felices. Buscan incesantemente la felicidad pero ésta se les escapa como agua entre las manos. Creer que merecemos la felicidad tiene varios problemas:

  1. TE MANTIENE MIRÁNDOTE AL OMBLIGO, creyéndote el centro de mundo, ahogándote en el charco de tus pequeños y grandes dramas, mientras tu vida pasa de largo.
  2. GENERA APEGO Y REDUCE TU VITALIDAD. Del apego a la felicidad nace la mala costumbre de evitar emociones negativas: miedo, rabia, tristeza…Y como todas las emociones se muestran de igual intensidad, al restringir la fuerza de tu sentir, reduces tu vitalidad – es decir te vuelves una momia.
  3. TE VUELVE TEMEROSO FRENTE AL CAMBIO. El apego a la felicidad es apego a perder aquello que consigues atesorar. Sin embargo, todo está sujeto a cambio. Fíjate sino en tu cuerpo cada día frente al espejo, la pérdida de personas queridas, los cambios de circunstancias. La galaxia es no permanente. Incluso el sol como cualquier estrella se apagará un día.
Chica con paraguas

(Edu Lauton, UNSPLASH)

EL ANTÍDOTO

Cuando te encuentres preso de la narrativa “estoy aquí para ser feliz” y la persistente insatisfacción que crea: obsérvala y deja que se evapore. Sustitúyela por una narrativa de desarrollo, encontrando tu propósito vital, algo que te de sentido y que te permita darte a los otros y a la vida.

Viktor Frankl el psiquiatra austríaco superviviente de los campos de concentración nazis te invitaba a preguntarte a ti mismo “¿qué espera la vida de ti?”. En ella están todas las respuestas. Porque si te enfocas en generar sentido en tu vida, no solamente te será más fácil surfear los altibajos inevitables, sino que también serás más feliz1.

(1) Según el trabajo de investigación del psicólogo Roy Baumeister.

 

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Si no puedes soltar la historia, toma una que te inspire

A medida que desarrollamos nuestra consciencia podemos prescindir cada vez de más de historias que nos contamos a nosotros mismos. Por ello, en el post anterior te animaba a soltar historias limitantes. Sin embargo, no importa en qué lugar del camino nos encontremos, vamos a necesitar historias para crecer. Para aprender. Para construirnos. Para comunicarnos. Necesitamos una narrativa, que al igual que un cuento, nos sitúe en un lugar y momento con un propósito determinado.

El problema de las narrativas surge cuando no eres tú quien creas el guion de tu vida, sino que alguien lo hace por ti. Algunos guiones prefabricados y comunes dicen que “tu vida no tiene ningún sentido”, “el mundo quiere oprimirte”, “estás aquí para ser feliz”, “eres un cáncer para el planeta”, “es demasiado tarde o eres demasiado viejo”, “estás aquí para tus hijos” y un largo y cuanto menos confuso etcétera.

Padre leyendo cuento a un bebé

(Picsea, UNSPLASH)

Si estos guiones te bloquean, te invito a considerar una historia que enmarque tu vida y la llene de sentido. Una narrativa que te haga crecer, sea cual sea tu circunstancia. Una forma de empezar a esbozarla es considerando tres preguntas:

  • ¿Quién eres?
  • ¿Qué te da sentido? ¿Qué viniste a hacer en la vida?
  • ¿Cómo lo vas ha hacer?

Tal vez no te apetezca responder a estas preguntas en las que literalmente te juegas la vida. O puede que estés demasiado ocupado viviendo una historia que no es realmente la tuya. Si este es tu caso ni se te ocurra leer Tu vida épica, un manual práctico para ahondar en el proceso de construir tu propia narrativa de desarrollo y desplegar tu vuelo 😉

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5 pautas + 1 para convertir la muerte en tu aliada

Hace un par de noches, mi hija me contaba impresionada al acostarla sobre una erupción del Etna, en la que torrentes de lava se habían llevado a cientos de personas: “Sabes mamá, había un perro que caminaba por allí y se quedó tieso. Igual que el tendero y las personas que paseaban por la calle… ¿Cómo puede ser?” me decía con los ojos como platos y la voz llena de asombro, mientras imitaba a las personas en el momento del baño mortal. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Bueno, ya es suficiente le dije. Balbuceé algo como “la vida es así”. Ahora, al relatarlo, me doy cuenta de mi nada sutil prisa por dejar el «temilla» y pasar a las canciones y a los mimos.

En la promoción del libro Tu vida épica, al hablar con los medios, me encuentro inconscientemente pasando de puntillas por la primera regla de Tu vida épica: el hecho de que somos mortales. Y aunque en el libro le dedico un capítulo entero, sé que la muerte no vende. Más allá de las calaveras que puntualmente se ponen de moda, nuestra cultura la rechaza y pocos quieren escuchar sobre ella. Y sin embargo, aquí estoy yo con este artículo.

EL REGALO DE LA MUERTE

A menudo trágica e injusta, la muerte se nos antoja incómoda. Pero sobretodo es natural. La muerte no es lo contrario a la vida, es la otra cara de nacer. Con el gesto de nacer, llegamos, con el de morir, nos vamos. Por esto, considerar la propia muerte es fundamental, como insisten distintas tradiciones espirituales. Lo es porque saber que nuestro tiempo es limitado nos ayuda a ordenar prioridades, a discernir lo importante y a enfocarnos en lo que tiene sentido para nosotros.

Rosa mustia

(Sharon Mccutcheon, UNSPLASH)

5+1 PAUTAS PARA CONVERTIR LA MUERTE EN TU ALIADA

Como casi todas las enseñanzas, ser conscientes de la muerte no es algo que podamos hacer una vez y pasar a otra cosa. Hay que recordarlo, es decir, llevarlo al corazón de uno, periódicamente, de forma consciente. Te comparto algunas pautas para hacerlo:

  • Cuando te levantes por la mañana, pregúntate: ¿Qué voy a hacer hoy, y cómo voy a hacerlo, sabiendo que mi vida no está garantizada?
  • Al final del día, antes de irte a dormir pregúntate: ¿Si me fuera a morir esta noche, habría aprovechado bien mi día? No te lo preguntes desde el punto de vista hedonista – pasártelo bien – sino considera si has aprovechado y honrado tu vida. Toma nota de las respuestas y si el día siguiente te levantas, aplica las lecciones de la noche anterior.
  • Cuando muera un familiar o persona cercana, date permiso para sentir el impacto. Deja que te llegue la pérdida con toda su magnitud, marcándote para siempre con sus aprendizajes.
  • Cada vez que te encuentres con alguien, considera que tal vez sea la última vez que le veas. Hazlo también con tus personas cercanas. Date cuenta de cómo cambia la naturaleza de la interacción, con esta verdad en ti.
  • Cuando te sientas apegado a algo: a una relación, a una persona, a un objeto o posesión…date cuenta de que no podrás llevártelos cuando te mueras. Deja que esta consciencia te ayude a abrir la mano, la mente, y el corazón deshaciendo con este gesto el apego.
  • Deja que las noticias te acerquen a la muerte. Las noticias están repletas de ella. En lugar de insensibilizarte, pensando “es solamente una muerte más”, considera las muertes ajenas con cuidado y date cuenta de qué forma tu podrías ser uno de ellos. Sin duda lo serás en un día cercano y, muy probablemente, no salgas en las noticias.

Un momento en el que intimé con la muerte fue durante un retiro espiritual. Consistía en recitar sin parar una versión de la siguiente letanía: “No voy a resistir envejecer, ni enfermarme. Cuando muera, perderé todas mis relaciones y posesiones.”, frente a un compañero con el que nos íbamos turnando. Después de nadar en esa música durante sesenta minutos nos dijeron ”ahora, salid afuera y experimentad el mundo”. Para mi sorpresa, al tocar aquella verdad cruda y pesada me sentí libre, ligera y extáticamente viva. Porque llevar la muerte a la conciencia no nos hunde, sino que nos despierta a la realidad. Y es entonces cuando podemos llamar a la muerte nuestra aliada.

 

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