Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Detienen al candidato del PSOE… o bien: aquí hace más calor

El Roto trata de arañar en la conciencia colectiva, destacando alguna de nuestras basurillas. Casi siempre acierta.

Los dos principales diarios de pago destacan el tema de El Roto y coinciden en la ilustración de portada: el presunto asesino del alcalde de Fago.

El Mundo lo lleva con una foto en plano general misterioso, con cejas enarcadas, sepia oscuro y movida. El País nos lo muestra en primer plano claro, celeste Inmaculada, con cara de que puedes comprarle un coche de segunda mano.

Los titulares suelen darnos alguna pista sobre los intereses corporativos del medio.

El Mundo, manda con ello arriba, a cuatro columnas:

Detienen al candidato del PSOE por el asesinato del alcalde de Fago

El País, a media página, como foto noticia:

Primer detenido por el asesinato del alcalde de Fago

En el pie de foto, cuerpo 8, lo identifican como ex candidato socialista:

Santiago Mainar, guarda forestal y ex candidato socialista a acalde, es sospechoso del crimen

Me alegró ver hoy en El País esta carta de mi amiga Teresa García Alba que fue mi jefa en el Servicio Universitario de Trabajo (SUT) en nuestros años juveniles de lucha antifranquista. (¡Hola Teresa!Estoy de acuerdo contigo en casi todo). De hecho, la tertulia familiar ha girado hoy en torno al cambio climático, a las propuestas de Teresa y a las dudas que nos infunden estos informes y contrainformes sobre quién es el causante de tal cambio climático.

En mi casa no solemos creernos, a la primera, lo que dicen los diarios porque sabemos que los hace gente como nosotros. Es una costumbre muy sana y altamente recomendable.

¿Quién se resiste a poner un titular llamativo, sin matices?

Por otra parte, los ecologistas (y no pocos políticos y moralistas) son proclives a creer que la acción de hombre daña irreversiblemente el planeta y que sólo cambiando su comportamiento se puede alterar el rumbo del universo y salvar a la Tierra de un cataclismo apocalíptico.

En el lado opuesto, están las grandes empresas multinacionales contaminadoras (y no pocos avariciosos capitalistas) que minimizan la acción de hombre. Nos consideram hormiguitas minúsculas, aunque soberbias, incapaces de alterar el orden del universo por mucho que nos empeñemos. Sus sabios a sueldo dicen que la erupción durante tres días de un volcán (creo que se refieren al Cracatoa) lanzó más CO 2 a la atmósfera que todos los seres humanos juntos con sus fábricas en los 200 años y pico que llevamos de revolución industrial.

El asunto tiene miga y no está nada claro. Pero, a lo que vamos, el informe polémico y escalofriante de la ONU creo que, nos guste o no, es hoy noticia de primera página, lo diga Pedro Jota o su porquero.

Este informe sobre el cambio climático va a toda página en el International Herald Tribune y sale hoy mandando, como tema principal, en las principales portadas de Occidente que he podido ver por Internet.

El País manda con eso, arriba, a cuatro columnas:

INFORME DE NACIONES UNIDAS SOBRE EL CALENTAMIENTO DEL PLANETA

El cambio climático traerá más calor, más sequías y lluvias torrenciales

Sumarios:

Los científicos dan por cerrado el debate sobre las consecuencias del “efecto invernadero”

La acción del hombre es la causa de un fenómeno irreversible

El Mundo , en cambio, como no tiene por ahora relación con ETA y el 11-M lo considera casi como “no noticia” y da este escalofriante informe de la ONU abajo, escondido en un rincón de su portada, con un pequeño sumario.

¡Jo! Ya es la hora del cine. Nos vamos a ver «Queen» antes de que la quiten.

Y ahí van un par de artículos y editoriales de interés, que no me da tiempo a comentar:

Consenso y diálogo

IRENE ZOE ALAMEDA en El País

03/02/2007

En el último mes, tras el atentado del 30 de diciembre, han tenido lugar numerosos acontecimientos que han reactivado el debate sobre la política antiterrorista. Sin embargo, en cada una de sus comparecencias (ante la prensa, en sede parlamentaria o en encuentros bilaterales), tanto el Gobierno como la oposición se afanan por repetir lo que vienen reiterando desde hace casi dos años, cuando comenzó a intuirse un posible proceso de paz. En vez de mostrarse unidos en un asunto que debería constituir una política de Estado, se reafirman en posiciones que, pese a la evolución de las circunstancias y al intercambio de información entre ambos, no han sido nunca matizadas o reconsideradas por ninguno de ellos.

Que dos personas que se comunican en plenitud no empaticen lo más mínimo la una con la otra es algo que los lingüistas han calculado ser estadísticamente muy improbable. Lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos es que, cuando dos partes se expresan con el propósito de alcanzar un acuerdo, sus posturas se terminan allegando, de modo que el conflicto se resuelve por una sucesión de aproximaciones que sitúa la solución en un punto racionalmente satisfactorio para ambos. Por consiguiente, no tiene mucho sentido que PP y PSOE lleven ya años enfrentados en este crucial asunto.

¿En qué casos puede ocurrir que, pese al intercambio de argumentos, los que hablan no se convenzan mutuamente? En los casos en los que al menos una de las partes sea irracional (aunque su discurso guarde la apariencia de racionalidad), y en los casos en los que una de las partes saque réditos de la polémica -esto último se da cuando uno miente deliberadamente acerca de sus verdaderos objetivos: en realidad, no le interesa que se solvente el enfrentamiento pero no quiere, por cuestiones de moralidad o decoro, que se le acuse de rehuir el debate-.

Tras casi dos años de desencuentros entre el partido en el Gobierno y el principal partido de la oposición, y teniendo en cuenta que la postura del PSOE es secundada por el resto del Parlamento, es lícito sospechar que el PP no se mueve ni un ápice de sus pretensiones iniciales por alguno de los motivos aducidos, a saber: que o bien interviene con un discurso demagógico -apelando a los sentimientos irracionales de los ciudadanos-, o bien rentabiliza al máximo entre su electorado la confrontación partidista, al tiempo que acude a entrevistarse con el Gobierno sin voluntad constructiva.

No hay nada en el credo socialista ni en el credo popular que justifique que estos dos partidos no puedan ser capaces de hacer causa común en el modo de poner fin al terrorismo. El PSOE ha defendido el diálogo con ETA, a condición del abandono de las armas. Con violencia no puede haber diálogo, porque hay coacción. El PP, no: hoy prefiere el monólogo de la victoria por aplastamiento, sean cuales sean las circunstancias. No obstante, ambos partidos han dialogado con la banda cuando han estado en el Gobierno, y son conscientes de que a medio o largo plazo tendrán que hablar con ella para afianzar la paz. En cualquier caso, el consenso entre ambos será imprescindible en ese escenario para que la palabra del Gobierno sea también, de forma inquebrantable, la del Estado.

En relación al final del terrorismo, la experiencia histórica demuestra que los problemas se resuelven de manera definitiva cuando ambas partes ganan aparentemente algo en relación con la situación de conflicto. Las aniquilaciones del adversario nunca se dan al completo, siempre quedan rebrotes que al cabo de un tiempo reactivan el problema. Por lo tanto, parece que lo más razonable por lo que respecta al fin de ETA será, tarde o temprano, la vía del diálogo. El PP sabe que esto es así, y aunque a corto plazo le resulte más rentable evitar el consenso, si llega al Gobierno y percibe posibilidades de paz, volverá a dialogar con la banda en cuanto se le presente la oportunidad.

Kant dijo que sólo el diálogo asegura la paz perpetua, y es que mediante el diálogo ambos bandos comparten un porcentaje del éxito global. Tratándose de grupos humanos, de opciones políticas, de identidades nacionales… esa venta política de la victoria es esencial para garantizar una estabilidad que dé paso a una nueva generación, liberada ya de la lucha ideológica de los padres. A nadie se le escapa que, cuando en la Transición se amnistió a los guardianes del régimen, y el régimen a su vez amnistió a sus opositores, hubo diálogo. De ese diálogo surgió una generación que ya ha cumplido treinta años sin violencia, para la que aquel clima de desestabilización y odio resulta algo ajeno y extraño.

El PP opta hoy por el exterminio, seguido de la humillación de ETA; pretende asegurarse de que ningún etarra pueda decir a su hijo que haber sido un asesino ha servido para forjar una Euskadi mejor. Al PSOE y al resto de los partidos de la Cámara, con tal de que se acabe la violencia, les da lo mismo lo que los etarras puedan contar de sí mismos a sus futuros electores. A excepción de los diputados del PP, todos piensan que la paz pasa porque cada parte convenza a los suyos de sus logros respectivos. Hay que darse cuenta de que si no se hubiese permitido a los ministros de Franco y a los exiliados de izquierdas hacer una lectura triunfal de su sacrificio para salvar a España, hoy no viviríamos en una democracia.

Se resuelven los conflictos históricos porque, afortunadamente para nuestros hijos, nos morimos. Porque nos sustituimos. Las generaciones sucesivas carecen del contexto en el que se engendró la violencia, y sin protagonistas, el odio se desvanece. De quiénes son los buenos y quiénes los malos, ya se encarga el tiempo de hacer su juicio en la memoria.

Irene Zoe Alameda es escritora.

ANÁLISIS: La lucha contra el terrorismo – Manifestación en Bilbao con el lema ‘Muévete por la paz’

«Esquiva paz», nuevo estorbo

JUAN G. BEDOYA – en El País

Madrid – 03/02/2007

Desde el caso Añoveros, en 1975, el obispado de Bilbao y las diócesis de San Sebastián y Vitoria han marcado un territorio propio en la política eclesiástica sobre terrorismo o nacionalismo. Las consecuencias eran siempre las mismas: lo dicho en el Norte por los prelados enturbiaba en Madrid las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia romana. Cierto es que muchas veces la jerarquía sostenía oficialmente lo contrario que Añoveros, Setién, Uriarte, Cirarda o, ahora, Blázquez, por citar nombres representativos en las últimas décadas, pero a la postre salía en su defensa, como una piña. Lo hizo la Conferencia Episcopal cuando el dictador Franco usó contra Añoveros la amenaza inminente del destierro; cuando Suárez les mortificaba expulsando de su lado a ministros afines -«demócratacristianos con puñal», se quejó-; o cuando Felipe González terminó por no recibirles en La Moncloa, y el católico José María Aznar llegó a llamarles, a todos ellos, «inmorales» por no suscribir el pacto antiterrorista entre el PSOE y el PP, por rechazar su idea de que Roma debía excomulgar a todo el entramado etarra, y, sobre todo, por la pastoral de los obispos vascos pidiendo en 2002 una solución dialogada al «conflicto».

Estamos, por tanto, ante la primera ocasión en que el Gobierno español recibe con regocijo una iniciativa del obispado de Bilbao. La desgracia de Blázquez es que su convocatoria incitando a moverse por la paz -«esquiva paz»-, coincide en fecha y hora con la manifestación convocada en Madrid para mojarle las orejas al Ejecutivo de Zapatero tras el fracaso del diálogo con ETA y el atentado de Barajas.

Católicos de la órbita del PP, que apoya la manifestación de Madrid, sostenían ayer que la coincidencia no ha sido fortuita, sino un favor más del episcopado vasco al socialismo gobernante. La entusiasta adhesión del Partido Socialista de Euskadi y del PNV a la convocatoria diocesana permitió incrementar la sensación. A lo largo de la jornada, la COPE insistió en que todo era una fatal coincidencia. Pero, de continuo, la cadena episcopal llamaba a acudir a Madrid desde toda España. La Conferencia Episcopal no se pronunció. Su línea fue aireada en la COPE mediante la lectura de un editorial reprochando al Gobierno la ruptura del consenso y su empeño en dialogar con terroristas.

Blázquez, prelado de Bilbao pero, sobre todo, presidente de la Conferencia Episcopal, es partidario del diálogo con ETA como medio para acabar con el terrorismo. La línea COPE y, sobre todo, los documentos oficiales de la propia Conferencia no avalan esa posición. «ETA no puede ser considerado como interlocutor político de un Estado ni representa políticamente a nadie», sostiene la Instrucción pastoral de noviembre de 2000, titulada Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias.

Esa idea, que en su momento fue criticada por varios obispos vascos y catalanes, ha sido reiterada por el episcopado en la Instrucción pastoral que acaban de publicar con sus llamadas Orientaciones morales ante la situación actual de España. En el apartado sobre terrorismo y nacionalismo se sostiene que «para que llegue cuanto antes el fin del terrorismo, todos están obligados a anteponer la unión a sus legítimas diferencias políticas o estratégicas». Añaden los obispos: «A nadie le es lícito buscar ninguna ventaja política en la existencia de esta dura amenaza».

Se pensó que el liderazgo de Blázquez suavizaría ahora el calificativo de un posible diálogo con los terroristas. No ocurrió tal cosa. Suscribió la Conferencia Episcopal el 23 de noviembre pasado: «Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político legítimo de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político. Los eventuales contactos de la autoridad pública con los terroristas han de excluir todos los asuntos referentes a la organización política de la sociedad y ceñirse a establecer las condiciones conducentes a la desaparición de la organización terrorista, en nuestro caso, de ETA».

FIN

Eso: ¡cuánto odio!, José María. ¿Hasta cuando?

¿Antifascios chateros?
Ibarretxe «hostiga»; el PP «rechaza»

Ayer pasé todo el día atendiendo a los miembros del Consejo de Administración de 20 minutos, reunidos en Madrid, y me perdí este sugerente chiste de Forges, que recupero hoy para el blog.

Pensándolo bien, aunque inventaran algún día esa vacuna «antifascios chateros» que sugiere el personaje progre, ya calvo -claro-, de Forges no me gustaría utilizarla. Quizás la usaría unicamente en casos de emergencia.

A estas alturas de la blogosfera, un blog sin «fascios chateros» es como un jardín sin flores. Yo los echaría de menos. Aún recuerdo lo divertido y edificante que fue para mi el mes de agosto pasado, cuando pude dar cobijo en este blog a gran número de comentaristas sensatos y de troles furiosos, procedentes del blog de mi vecino y amigo Manolo Saco, cuando éste se fue a descansar casi al Polo Norte.

Los comentarios libres -incluso anónimos-, a favor y en contra de lo que sea, enriquecen a quien los lee si están escritos con buen gusto. Los más salvajes pierden tanto crédito e interés -¡qué palabras tan bancarias!- que apenas pueden leerse. Pero toda la blogosfera está llena de dimes y diretes, de progres y fachas, de moderados y radicales, que se desahogan -nos desahogamos- soltando todas las basurillas que la actualidad y la vieja prensa nos van dejando en el corazón. Digo en el corazón porque, en estas polémicas, el cerebro suele intervenir en contadísimas ocasiones. La política -como la religión- utiliza más corazón que cerebro.

Creo que, por muy mal poblada que esté la blogosfera de bichos extremistas, de «fascios chateros«, la prensa tradicional española contiene basura ideológica mucho más peligrosa, pues pretende hacerse pasar por prensa seria y solvente y, sin embargo, está llena de prejuicios y de intereses inconfesables mal disimulados. Los comentaristas de los blog metemos la cuchara a discreción, en cualquier tema, y creo que sin ánimo de sentar cátedra y expuestos a la réplica y a la dúplica si cabe. Hay opiniones interactivas en dos o en dos mil direcciones. Los titulares y los editoriales de la prensa vieja solo se emiten una dirección: de emisor a receptor. Y no al revés. Esta es una de las bellezas (y servidumbres) de la blogosfera. ¡Vaya vicio!»

EDITORIAL de El País

Sociedad enferma

31/01/2007

Profanar la tumba que guarda los restos de un concejal asesinado por ETA no es «pisar flores en el cementerio», como banalizaba ayer el diario al que suele enviar ETA sus comunicados. Es una ofensa deliberada a la memoria de una persona, Gregorio Ordóñez, a la que arrebataron la vida por defender sus ideas democráticas con el valor que falta a sus ofensores. Y si éstos son ocho adolescentes de entre 14 y 16 años, ese acto siniestro se convierte en síntoma de una sociedad enferma.

Así lo han entendido casi todos los partidos e instituciones del País Vasco, incluido el grupo del PNV en el ayuntamiento donostiarra, cuyo portavoz ha unido a su estupor por la catadura moral de los agresores un elogio del concejal asesinado que «trabajó de manera incesante en beneficio de la ciudad». Batasuna ha manifestado no entender una acción como ésa, porque «todos los muertos deben ser respetados», pero ha sido incapaz de obviar su hipócrita denuncia del «montaje político y mediático» organizado para «perseguir y castigar a la juventud vasca y a la izquierda abertzale».

Esos casi niños que participaron en la ofensa podrán convertirse en txapotes como el que asesinó a Ordóñez hace 12 años, o podrán comprender un día la miseria moral de su actuación y convertirse en ciudadanos respetuosos de la ley. Pero que ocurra lo segundo será más improbable si en lugar de un castigo proporcional a lo que han hecho se benefician de la impunidad que reclama para ellos Batasuna al decir que «los pronunciamientos y actitudes que alimentan la represión» contra esos jóvenes «son contrarias a la solución del conflicto». El peor favor que podría hacerse a esos menores (lo son ocho de los 11 detenidos) sería convencerles de que son unos héroes o unas víctimas castigadas por algo sin importancia: «Pisar flores en el cementerio».

El Juzgado Central de Menores de la Audiencia Nacional ha pedido a la Ertzaintza las diligencias del caso con vistas a una eventual imputación por delitos de terrorismo. La competencia de ese Juzgado fue una de las reformas introducidas el año pasado en la Ley del Menor, que ya contemplaba penas específicas para las conductas habitualmente encuadradas en el capítulo de terrorismo callejero. Las reformas buscan una mayor proporcionalidad entre las penas y los delitos, pero sin desfigurar el contenido específico de un derecho penal juvenil diferenciado del de los adultos.

Un tratamiento penal para esos jóvenes es necesario, pero la enfermedad social que su actuación delata requiere también de medidas de otro tipo: en la familia, sobre todo, y también en la escuela y en los medios de comunicación: que deje de banalizarse la violencia como si fuera un derecho, y de considerarse que la ley puede cumplirse o no, según convenga.

FIN

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Memoria histórica y consolidación democrática

JOAQUIM SEMPERE en El País

31/01/2007

En julio de 1936 estalló en este país una rebelión militar contra las instituciones legítimas. Aquella rebelión era abiertamente ilegal, y sumió el país en una lucha cruel y fratricida, al cabo de la cual se instaló una dictadura. Aquella dictadura nacía con la mancha original de sus orígenes y además practicó durante otros 36 años la negación institucional sistemática de los derechos humanos. A mi entender, cualquier ley que aspire a dar reparación a las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura debe empezar por declarar la ilegalidad e ilegitimidad de la rebelión militar de 1936 y de la dictadura que esa rebelión implantó en España. Y, por derivación, debe establecer la nulidad de todos los actos jurídicos emanados de aquel régimen.

Durante la transición se pasó de puntillas -hubo razones para hacerlo- sobre las responsabilidades pasadas. Hoy, 31 años después de la muerte del dictador, abstenerse de condenar el golpe de Estado y la dictadura sería un paso en falso. Necesitamos que la legislación deje muy claro, como se hace con el terrorismo, que la rebelión militar no puede ser en ningún caso un mecanismo legítimo de intervención política. Éste sería el acto de reparación histórica que a mí, como represaliado por la dictadura, mayor satisfacción me daría.

Además de condenar el golpe de Estado, se debería condenar y dejar sin efecto los actos jurídicos emanados de la jurisdicción política o ideológica de la dictadura que conculcan los derechos humanos. Tenemos el precedente de Alemania, donde se declaró la nulidad general de los actos de la jurisdicción nazi. Una vez declarada la nulidad general, se pueden arbitrar procedimientos que permitan a los particulares que lo deseen obtener una resolución judicial para su caso concreto. Juristas competentes han sostenido públicamente que esto es perfectamente factible, y además recomendable.

Las agrupaciones de represaliados y las entidades que reivindican la memoria democrática han dado ya opiniones muy acertadas, que el Gobierno conoce pero no quiere asumir. No hace falta repetirlas. Creo interpretar la opinión de las restantes víctimas de la represión franquista al decir que ninguno de nosotros deseamos venganza ni castigos ejemplares. No queremos resucitar viejas rencillas y odios. Al contrario. A lo que aspiramos es a un reconocimiento oficial de la injusticia, y lo queremos para que nunca más se repita. Las víctimas no necesitamos ninguna «Declaración de reparación y reconocimiento» de ninguna Comisión del Congreso, como la prevista en el artículo 3 del proyecto de ley, que equivale a un humillante «certificado de buena conducta» de ominoso recuerdo. No conozco a ninguna víctima del franquismo que no se sienta orgullosa de haber merecido la represión franquista, y que no se haya sentido rodeada del reconocimiento de sus familiares, amigos y conocidos. Estamos ya reivindicados por nuestros entornos sociales. En realidad, hoy y aquí una ley de reconocimiento de las víctimas tiene más valor para el Estado que para las víctimas. Es el Estado el que se reivindicaría a sí mismo como representación del pueblo al condenar el golpe de Estado y sus efectos político-jurídicos.

Otro aspecto inaceptable del proyecto de ley es la equiparación entre los alzados en armas y los defensores del orden constitucional. En su artículo 2 se habla de «las condenas, sanciones y cualquier forma de violencia personal producidas, por razones políticas o ideológicas, durante la Guerra Civil, cualquiera que fuera el bando o zona en que se encontraran quienes las padecieron, así como las sufridas por las mismas causas durante la Dictadura que, a su término, se prolongó hasta 1975». La historia de la Guerra Civil se rescribe como un brote de barbarie entre las dos Españas. Esto tiene por efecto escamotear las responsabilidades de los alzados. En las guerras siempre se cometen abusos en ambos bandos contendientes, pero la responsabilidad principal recae en quien rompe la baraja, porque quiebra los muros de contención que mantienen embridadas las pasiones destructivas latentes en la sociedad. Es evidente que en España se cometieron abusos inaceptables en uno y otro bando, pero quienes realmente destruyeron la legalidad fueron los generales alzados en 1936, no el general Sanjurjo en 1932 ni el movimiento obrero asturiano en 1934. Lo que cuenta no son las intenciones, sino los actos y sus consecuencias reales.

Si las condiciones mencionadas más arriba no se cumplen, más vale retirar el proyecto de ley. Y esperar que una generación posterior entierre definitivamente el hacha de guerra admitiendo que en 1936 se produjo un golpe de Estado ilegal y una guerra civil de exterminio por obra de militares fascistas y sus aliados civiles.

Al enjuiciar el Holocausto -cuya memoria se ha celebrado el 27 de enero en el mundo- no se toma en consideración las humillaciones sufridas por los alemanes por el Tratado de Versalles de 1918, ni el clima de inseguridad de la República de Weimar ni si los aliados se excedieron al bombardear Dresde y otras ciudades alemanas hasta los cimientos. En cualquier caso, fue Hitler quien desencadenó la guerra y llevó a efecto el Holocausto, y la opinión generalmente compartida es que debe condenarse como un crimen de lesa humanidad. El actual Gobierno alemán (de Gran Coalición) lo reconoce con tanta vehemencia que incluso está impulsando una iniciativa europea para prohibir por ley el negacionismo. Mientras tanto, ¿qué hacemos los españoles? ¿Dar cobertura a quienes quieran sentirse aún herederos del franquismo? ¿Asumir sin crítica un episodio bochornoso de nuestra historia reciente?

Entre tanto, el PP -que está contra la ley por razones opuestas- está lanzando a la opinión pública un claro mensaje de cobertura a los herederos del franquismo y conserva y alimenta el fuego del odio cainita que tanto daño nos ha hecho. Los dirigentes del PP no son hoy capaces de hacerlo, pero deberían considerar que la condena legal del golpe militar y de la dictadura sería un procedimiento elegante -y no humillante para nadie- de cerrar esta herida con una reafirmación democrática inequívoca. ¿Acaso no se llaman a sí mismos demócratas? Y eso mismo deberían considerar los dirigentes del PSOE.

Joaquim Sempere es profesor de Sociología de la Universidad de Barcelona. Fue condenado en 1962 por «rebelión militar por equiparación» a cuatro años de prisión en Consejo de Guerra sumarísimo por haber pintado en las paredes interiores de la Universidad de Barcelona las palabras: «Llibertat», «Amnistia» y «Fora Franco».

FIN

Jueces hasta en la sopa

La política invade la Justicia. O viceversa.

Las portadas de los dos primeros diarios de pago, los comentarios editoriales, las páginas interiores de España y no pocas columnas de opinión van hoy repletas de jueces, tribunales, fiscales y magistrados. Están hasta en la sopa. Y llevamos tal atracón de teoría conspiranoica que han conseguido aburrir al personal (y me incluyo).

Primera noticia:

El 11-M manda en El Mundo y el etarra De Juana lo hace en El País

En cuanto a la segunda noticia, basta con darle la vuelta al espejo. Justo al revés:

El 11-M, en El País y De Juana, en El Mundo

Sólo la guapa Penelope Cruz pone una nota de color en portadas tan judicializadas y/o politizadas.

La investigación del 11-M

Un magistrado vuelve a impugnar el nombramiento de Bermúdez

EL PAÍS – Madrid – 24/01/2007

El magistrado José Ricardo de Prada ha presentado ante el Tribunal Supremo un incidente de ejecución de sentencia pidiendo la revocación del nombramiento de Javier Gómez Bermúdez como jefe de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Gómez Bermúdez será el presidente del tribunal que juzgue a partir del 15 de febrero el 11-M.

El Consejo General del Poder Judicial, que lleva en funciones dos meses porque los partidos políticos no se ponen de acuerdo respecto a la renovación, nombró la semana pasada a Gómez Ber-múdez jefe de lo Penal de la Audiencia con los únicos votos a favor de los vocales del sector conservador, elegidos en su día a propuesta del PP.

Era la tercera vez que se nombraba este magistrado para ese cargo. En las dos ocasiones anteriores, el Tribunal Supremo anuló el nombramiento por falta de motivación.

El magistrado De Prada argumenta en el incidente de ejecución de sentencia que el Consejo General del Poder Judicial adoptó el acuerdo con la intervención del presidente de ese organismo, Francisco José Hernando Santiago, «quien legalmente estaba cesado desde el pasado 7 de noviembre de 2006, según establece el artículo 126 de la Ley Orgánica del Poder Judicial».

Ese artículo establece que el presidente del Poder Judicial «cesará por haber expirado el término de su mandato, que se entenderá agotado en la misma fecha en que concluya el del Consejo por el que hubiere sido propuesto».

Designación distinta

De Prada entiende que el presidente del Consejo General del Poder Judicial tiene «una designación distinta a la de los vocales y, por tanto, tiene un modo de cese distinto, pues él cesa automáticamente el día o fecha de expiración del mandato del Consejo General del Poder Judicial por el que fue propuesto».

Además, De Prada señala que el nombramiento de Gómez Bermúdez se hizo incumpliendo «el deber de motivación» que establece la ley, «que lleva implícito el deber de evaluar los méritos de todos los candidatos y no sólo de los tres seleccionados en la terna, pues de lo contrario no habría motivación del nombramiento más que para el reducido círculo de los tres aspirantes de la terna».

Esa terna estaba compuesta por Javier Gómez Bermúdez (finalmente elegido con los votos del sector conservador), Baltasar Garzón y Alfonso Guevara. De Prada había presentado su candidatura a ese puesto.

FIN

EDITORIAL de El País

El pulso de De Juana

24/01/2007

El estado crítico en que se encuentra el recluso etarra José Ignacio de Juana Chaos, tras varias semanas de huelga de hambre en protesta por su condena a 12 años y medio por un delito de amenazas terroristas (dictada cuando iba a salir de prisión tras cumplir 18 de los 3.000 años de la sentencia por 25 asesinatos), ha llevado a la Audiencia Nacional -el tribunal que lo juzgó- a sopesar la posible atenuación de su prisión preventiva, sin excluir su puesta en libertad provisional bajo fianza. Medidas contempladas en la legislación procesal y penitenciaria que no supondría poner en entredicho la condena.

Debe quedar claro que si se hiciera así sería por razones humanitarias, y utilizando para ello la circunstancia favorable de que la sentencia no es firme. No lo es porque fue recurrida ante el Tribunal Supremo, lo que deja un margen para adoptar determinadas medidas que puedan evitar la muerte del preso sin que ello suponga acceder a sus exigencias. Al estar recurrida, la sentencia podría en teoría ser anulada, y también reducida sustancialmente si se apreciase que los dos artículos escritos en prisión y publicados en Gara son finalmente considerados «amenazas no terroristas», en línea con la calificación alternativa propuesta por el fiscal en la vista del juicio oral. Esa posibilidad no puede considerarse remota, según opiniones de juristas muy respetables que han considerado desproporcionada una condena tan severa, dictada en condiciones de fuerte emoción popular ante la inminente salida de prisión de alguien condenado a miles de años.

¿Qué tribunal dejaría de utilizar las opciones existentes en el marco legal para tratar de evitar que un preso que está bajo su custodia, y sobre el que todavía no pende una condena definitiva, fallezca o padezca lesiones irreversibles? No se trata sólo de impedir que De Juana se convierta en «un mártir» de su causa, sino de actuar con la piedad humana que la ley permita.

No es la primera vez que el Estado democrático se enfrenta a desafíos de esta naturaleza. En dos ocasiones con resultado de muerte, en 1981 y 1990, de sendos reclusos de los GRAPO. La doctrina avalada por el Tribunal Constitucional es que el Estado tiene obligación de alimentar contra su voluntad a personas que están bajo su tutela, haciendo prevalecer el derecho a su vida sobre el de su libertad a disponer de ella. Pero frente a la voluntad autodestructiva de un huelguista de hambre esto sirve a veces de poco: si persiste en su actitud, queda fuera del poder del Estado -y de su responsabilidad- garantizar de manera efectiva su vida. Como en el caso de De Juana Chaos, además de alimentarle, no podrá hacer otra cosa que mejorar su situación penitenciaria, que es lo que está en su mano.

Fin

Aznar ¿doctor «horroris causa»?
El Supremo «declara» o «establece»

Estoy en Almería, con los Amigos de la Buena Mesa, rodeado de platos deliciosos y alejado de Internet. He intentado conectarme varias veces, sin éxito hasta ahora, con objeto de incluir en el blog este chiste de Forges, con sus demonios relamiéndose tras el discurso catastrofista de Aznar, –Aznar ¿doctor horroris causa?- durante su investidura en la Universidad Católica de Milán .

También tenía interés en pegar los comentarios editoriales de El País y El Mundo.

Son días muy importantes para reflexionar sobre nuestra convivencia pacífica y sobre quién es quién en la vida política española. Por eso, siempre que puedo, procuro copiar y pegar aquí las opiniones de ambos diarios en materia de lucha antiterrorista.

Quien no quiera saber lo que está pasando, después del criminal atentado de Barajas , que puso fin al proceso de paz, tendrá que atenerse luego a las consecuencias de su ignorancia voluntaria o su inacción.

Son tiempos difíciles y cargados de alto riesgo, sí, pero también pueden llegar a ser muy clarificadores para nuestro futuro en libertad y en paz (en este orden).

El Supremo ha revisado una sentencia de la Audiencia sobre grupos que practican la violencia callejera a favor del terrorismo de ETA. Ambos diarios consideran la noticia de primera página -con razón- y mandan con ella con el mismo sujeto (El Supremo) aunque con distinto verbo.

El matiz está entre “declarar” (¿por esta vez?) y “establecer” (¿para siempre?).

Tengo la impresión de que El Mundo quiere dejar bien sentado (“establecer”) que los miembros de esos grupos violentos serán considerados terroristas de manera permanente. Y así será, por la jurisprudencia que ha fijado el Supremo, mientras la Ley de partidos esté en vigor.

Desde luego, la Ley es la Ley, hecha por el Parlamento e interpretada por los tribunales de Justicia.

Mientras la Ley de Partidos –fruto del acuerdo entre el PP y el PSOE en la ominosa era Aznar– siga vigente, las sentencias del Supremo , que emanan de ella, fijarán jurisprudencia. La policía no tendrá más remedio que perseguir y detener a los miembros de esas organizaciones consideradas ahora como terroristas. Bastará con que tales miembros abjuren de estas prácticas violentas y condenen los actos terroristas para escapar de los efectos de esta Ley.

Si el Parlamento no deroga la Ley de Partidos –que fue tan polémica en su día, por las razonables sospechas de inconstitucionalidad que plantea, ya que criminaliza ideas además de comportamientos- los jueces tienen que aplicarla.

Por tanto, no debe sorprendernos que, mientras está vigente, el Supremo la interprete en la forma en que lo ha hecho. Y no es motivo para que el PP lance al vuelo sus campanas, bastante envenenadas de oportunismo partidista, ni para que Batasuna tache la decisión judicial de venganza por el atentado de Barajas. Los extremos -como hemos vistos en el Pais Vasco con la abstención del PP y de EHAK– vuelven a tocarse.

Otro gallo nos cantaría si Batasuna y sus organizaciones afines condenaran el terrorismo de ETA.

La Ley de Partidos perdería su dudosa razón de ser. Yo siempre estuve en contra de la aprobación de esa Ley, aunque reconozco que sirvió, en su momento, para quitarle financiación pública Batasuna y forzarla a debatir (y elegir) internamente entre terrorismo y democracia. Aún no se si ese precio era el adecuado para zarandear la Constitución.

Hoy es sábado y podemos soñar. Si Batasuna optara ahora por condenar el terrorismo, esa Ley podría ser derogada por el Parlamento, pues quedaría inservible, y Constitución volvería a brillar inmaculada. Batasuna podría ser legalizada, presentarse a las elecciones, recuperar ingresos procedentes de las arcas del Estado y vivir en paz, tratando de convencer a sus compatriotas de las bondades de sus ideales independentistas o anexionistas mediante palabras y sin meterles el miedo –o algo peor- en el cuerpo.

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Vicenc Fisas nos da algunas claves más en El País:

¿Una salida para el conflicto vasco?

VICENÇ FISAS en El País

20/01/2007

Inevitablemente, y para ser sinceros, hemos de partir de la base de que se ha roto un proceso esperanzador y de que han fallado varias cosas a la vez, sin que ello signifique que se puedan repartir las culpas por igual. Lo primero que hay que señalar es que ETA ha incumplido su compromiso de mantener un «alto al fuego permanente», puesto que dicho término significa e implica, por una parte, no realizar ningún atentado mortal ni utilizar (o amenazar con usar) ningún tipo de arma o explosivo, ni tampoco rearmarse. En segundo lugar, el término «permanente» no es sinónimo de temporal o indefinido, sino que implica continuidad sin fin. El haber roto este principio de compromiso le resta a ETA toda legitimidad y credibilidad para realizar nuevas propuestas que se presten a una ambigüedad. Su nuevo mensaje tendrá que ser en otros términos y para poner punto final a una parte importante del conflicto.

A mi entender, y a pesar de la profundidad de la crisis actual y el desánimo colectivo, el conflicto vasco podría finalizar a medio plazo si concurriesen en el tiempo, y de forma más o menos simultánea, las siguientes tres condiciones: La primera se refiere al momento en que ETA tenga la voluntad manifiesta de autodisolverse en un plazo lo más breve posible a cambio de favorabilidad jurídica sobre sus presos, lo que implica una decisión tomada desde la misma organización, a partir de un debate interno que analice la realidad exterior y que llegue a la conclusión de que la actividad armada no tiene sentido para lograr ningún tipo de objetivo. La duda actual es si ETA está suficientemente unida o tiene fracturas internas que dificultan tomar esta decisión de forma unánime.

El segundo elemento es el compromiso de Batasuna de renovar y ampliar el contenido de su propuesta manifestada en Anoeta de trabajar por las vías políticas existentes, colaborar para poner fin a todo tipo de violencia, incluida la callejera y participar en un diálogo multipartidista en igualdad de condiciones, aceptando que los temas de calado político necesitan de mayorías suficientes y muy amplias para ser implementadas.

El tercer punto, finalmente, se refiere al compromiso del Gobierno de realizar gestos humanitarios y de distensión, como el acercamiento de presos, y de reformar los artículos 2 (párrafo 1), 5 (6), 9 (3c), 12 (1b) y 13 (Disposición Adicional 2ª, 4) de la Ley de Partidos, que impiden que las personas relevantes de Batasuna puedan hacer actividad política en el futuro, porque si Batasuna no puede participar en política, ya asumiendo todos los postulados democráticos, no hay salida posible al conflicto.

Ante la ausencia actual de condiciones y de serenidad para que todos estos pasos puedan producirse a corto plazo, y a partir de la experiencia de analizar todos los procesos de negociación que existen en el mundo y de contrastar opiniones con numerosas personas que facilitan procesos de paz en diferentes continentes, creo que nos encontramos en un intermedio donde lo importante es mantener y fortalecer aquellas iniciativas civiles, sociales, culturales o políticas que intentan establecer y mantener lazos de comunicación entre personas de diferentes sensibilidades políticas que, a pese a ello, están unidas por el deseo de ver finalizada cualquier expresión de violencia, y por la convicción de que la paz y la reconciliación sólo será posible mediante el diálogo continuo, el respeto a la diferencia, la defensa de todos los derechos humanos, el rechazo a las violencias y el fortalecimiento de un sistema democrático que sea capaz de responder a las demandas de la ciudadanía.

En este sentido, es de destacar de manera especial el valor que ha supuesto, supone y supondrá, la iniciativa de las mujeres vascas unidas en torno al colectivo Ahotsak, cuyo manifiesto inicial del 8 de abril de 2006 establecía las bases para un acuerdo de mínimos que ya debería haberse superado en la proyectada pero inexistente Mesa de Partidos.

Mientras los partidos reflexionan su estrategia futura, me parece imprescindible apoyar la continuidad de esta clase de iniciativas unitarias, aunque sean a título personal, en el entendido de que son una muestra de que es posible contrastar opiniones y proyectos, debatir situaciones e imaginar un futuro en paz y los caminos que pueden conducir a ella. En momentos de crisis como la presente, necesitamos más que nunca tender puentes, fortalecer la participación ciudadana para el reinicio de un proceso nuevo y diferente que sea realmente definitivo, animar a algunos sectores dubitativos a que den los pasos necesarios para abandonar, desligarse o desacreditar el uso de la violencia, estar dispuestos al contraste, al diálogo, al acercamiento y a la negociación, sin prejuicios y sin condiciones, porque éste, y no otro, es el camino para lograr un día la paz, una palabra que evidentemente implicará la autodisolución de ETA, pero también otros componentes señalados por Ahotsak, como la democracia, la justicia social, concluir conflictos históricos y respetar los derechos y las libertades de toda persona, sin excepción alguna.

Vicenç Fisas es director de la Escuela de Cultura de Paz, UAB

FIN

Me acabo de conectar (intentaré pegar todo esto) y he leido las interesantes declaraciones de Imaz a La Vanguardia, en el blog vecino de Arsenio Escolar.

Si Otegui y los suyos perdieran el síndrome de Yoyes… y se convirtieran en demócratas… podrían, desde luego, desarmar a ETA. Ya lo creo.

Ojalá.

Zapatero con foto de Rajoy, en El Mundo; viceversa, en El País

Me dejó tan mal sabor el debate que ganó Rajoy a favor del terrorismo que no he tenido ganas ni de asomarme a los diarios hasta ahora. Y tengo abandonado el blog.

He dejado pasar 24 horas para no escribir burradas miserables del estilo Rajoy o tonterías bienintencionadas del estilo Zapatero. En las formas y en el fondo, prefiero la tontuna a la vileza.

Menos mal que tenemos al maestro Forges para resumir nuestro estado de ánimo: «La mala baba es lo que tiene».

Otro buen resumen del debate nos lo ofrece el gran Peridis también en El País:

¡Jo!, qué frase tan antológica para los manuales sobre cómo resaltar la miseria del ser humano. Y no digo más hasta que se me pase el cabreo.

Aparte de los sesudos comentarios editoriales, lo que suele llamarme la atención son las cartas de los lectores que los diarios de pago reproducen con tanta tacañería. Esta del lector Jorge Díaz me ha interesado de principio a fin. Dice, en pocas palabras, lo que muchos pensamos del debate parlamentario. Por eso, me callo.

«Pero el Gobierno se aferra…» ¿Es información o análisis?

La paz, ¿el sueño de una noche de verano?

SANTIAGO CARRILLO en El País

15/01/2007

La bomba de Barajas ha sorprendido dolorosamente a casi todo el mundo, incluidos algunos dirigentes de Batasuna, si damos fe a sus declaraciones. Llevábamos más de tres años sin muertos. La atmósfera política de Euskadi se había vuelto más respirable, había llegado a parecer casi imposible que ETA repitiese horrores que se daban ya por terminados. El presidente Rodríguez Zapatero, lanzaba mensajes que animaban a la esperanza. ¿Acaso el proceso de paz fue sólo el sueño de una noche de verano?

El 11-M, con sus consecuencias monstruosas había como desplazado al terrorismo de ETA. Fue algo tan brutal que pudo influir hasta el núcleo dirigente de ésta, precipitando una reflexión sobre la flagrante inutilidad de estos métodos. Yo soy de los que piensan que en el momento de la declaración del «alto el fuego permanente», por lo menos los dirigentes que la tomaron creían en la necesidad de la paz negociada y habían llegado a la conclusión de que la táctica seguida hasta entonces había desembocado en un callejón sin salida. Creo que Otegi en Anoeta expresaba un deseo real de encajar al movimiento abertzale en el juego democrático. La dinámica de quienes poseían voluntad de ser un partido electoral aunque hubiera nacido como el brazo político de una organización terrorista, tenía que llevarles cualquiera que fuese su pasado, a la convicción de que en uno u otro momento, en una sociedad democrática sería imposible armonizar ambas tácticas: la lucha por el sufragio y el terror. En un movimiento de las características del abertzale, con una importante base social, pero en cuyo desarrollo la estructura terrorista tuvo un papel dominante, debía llegar un momento en que el estancamiento por la esterilidad de la fórmula plantease a los dirigentes más realistas la necesidad de optar entre las dos tácticas. Y era natural que en el momento de plantearse esa opción surgiera una grave crisis en todo el movimiento.

A veces tengo la duda de si la negociación se llevó pensando que ETA es como un partido político corriente y si no subestimaron las complejidades propias de una organización terrorista clandestina. Un partido político corriente puede disolverse fácilmente, con una simple decisión de su dirección. Sus miembros pueden hacer dos cosas: quedarse en su casa o acercarse a otro de los partidos existentes.

Pero una organización como ETA es algo muy distinto. Se trata de varios centenares -cuando menos- de personas organizadas en comandos, con diversas funciones dedicados a organizar y realizar atentados. La mayor parte, por lo menos la más decisiva, se convierten en profesionales que viven fuera de la ley, a veces hasta con su familia. Las condiciones de tal género de existencia les llevan a crearse un mundo propio, alejado del real, un mundo de ficciones y quimeras, que se alimenta de éstas y termina perdiendo todo contacto con la realidad. El hombre cuyo trabajo consiste en preparar atentados, aunque en el pasado haya tenido inquietudes políticas, termina perdiéndolas, obsesionado por la disciplina a que fuerza una labor que exige concentrar su pensamiento en la obsesiva necesidad de mantener su propia seguridad, de autoprotegerse frente a la sociedad y los servicios de policía que le acechan permanentemente. Y hay terroristas que se acostumbran a vivir así, hasta el día en que fatalmente terminan cayendo.

La dirección de una organización así, que llega a comprender el sinsentido de su existencia y hasta a hacer pública su voluntad de abandonar el camino anterior, tiene por delante un duro trabajo: convencer a esos cientos de clandestinos que se han acostumbrado a un género de vida nada fácil de cambiar. Puede tropezar hasta con grupos de la organización que le acusen de traición. Hasta puede correr el riesgo de que las pistolas se vuelvan contra ella.

Además, ETA soporta la presión de centenares de presos, condenados a largas penas que a veces, en las cárceles, aislados, lejos de sus familiares y vecinos, perpetúan ese mundo aparte, de ficción. Y cuando no tienen esperanza de liberarse pueden ser más extremistas que nadie y exigir que la organización en la calle siga atentando. Y no nos engañemos, el ciudadano corriente puede considerarles criminales, pero ellos en su mundo, se consideran héroes y mártires de una causa incomprendida y suscorreligionarios pueden considerarles también así.

Yo dudo de que todos los que han mediado en esta situación hayan tenido una concepción clara de lo que se traían entre manos y de que disolver una organización como ETA plantea problemas muy complejos que hay que abordar desde fuera con unas dosis de generosidad muy grandes.

Desgraciadamente, ni el Partido Popular ni la AVT estaban por la labor. Desde el primer día combatieron la negociación con todas las armas posibles e intentaron convertir el tema del terrorismo en un pretexto más para minar el prestigio y la autoridad del presidente Rodríguez Zapatero, influyendo incluso con su actitud en el comportamiento de determinados sectores de la Administración del Estado. Bajo esta presión, en el periodo de la negociación se reforzaron las medidas represivas fortaleciendo objetivamente a los que dentro de ETA se inclinaban a mantener el terror. En cualquier caso, estas actitudes debilitaban la posición del Gobierno y, conscientes de ello, los negociadores etarras pudieron cometer el error de creer que podían exigir lo imposible. Sea como sea, lo que resulta indignante es que haya gente que se dice de orden que ha recibido la bomba de Barajas casi como un éxito propio y un fracaso del Gobierno, aprovechando el desastre para reclamar jubilosamente la dimisión de Rodríguez Zapatero.

Hoy todos los demócratas estamos consternados ante los cadáveres de dos inocentes inmigrantes ecuatorianos, que buscando el bienestar en nuestro país han hallado una muerte ciega y criminal que llena de luto a todos los ciudadanos españoles e invita a la solidaridad con los inmigrantes, que por compartir todo con nosotros, comparten también las consecuencias de nuestras luchas tribales.

De esta desgracia hay unos responsables directos, indudables, para los que no sirve ninguna justificación: los etarras que han decidido, o llevado a cabo el atentado. Ellos han roto el alto el fuego, la negociación. Y en cierto modo nos han retrocedido al pasado, a la situación que teníamos hace más de tres años. Algunos creían que ETA estaba ya en las últimas y no podía volver a matar. Y acusaban a Rodríguez Zapatero de rendirse ante ella, cuando al parecer bastaba con los tribunales y la policía para conseguir su disolución. Desgraciadamente, se ha comprobado que ETA puede seguir matando, puede seguir desestabilizando nuestra democracia.

¿Hay acaso alguien que gane con esta catástrofe? Nadie en absoluto. Perdemos todos, aunque algunos se hagan de momento la ilusión de que esto puede ayudar a su retorno al Poder. Pierde también la izquierda abertzale, a quien vuelven a cerrárseles las perspectivas de competir por sus ideas en el terreno democrático. Lo veo difícil porque haría falta mucha inteligencia política y mucho coraje para hacerlo, en una hora en que se endurecen las posiciones y el orgullo y el amor propio puede dar paso fácilmente al empecinamiento.

Hemos perdido todos; seguimos amenazados por el terrorismo. Las bombas y las pistolas aparecen de nuevo. Lo elemental frente al peligro es que nos unamos y que confiemos al Gobierno la dirección de la lucha antiterrorista. Es indudable que el terrorismo no podrá vencer nunca al Estado democrático y que siempre se estrellará frente a él. Pero no podemos ignorar que cualquier degeneración policial es susceptible de poner límites a los derechos y la libertad de los ciudadanos. Cuando el señor Acebes habla de que él sabe cómo vencer a los terroristas, olvida al parecer que España sufrió el mayor atentado de ese género siendo él ministro del Interior y que ni fue capaz de evitarlo ni siquiera se enteró de dónde venía el golpe. Vencer al terrorismo es curar una enfermedad social contra la cual no basta la fuerza: además -y sobre todo- es necesaria la inteligencia política.

A estas alturas tenemos que constatar que el Estado de derecho, e incluso la unidad de las fuerzas políticas estatales -que fue efectiva hasta que el PP, desmarcándose del resto del arco parlamentario, rompió el consenso-, no bastan para poner fin al terrorismo. En treinta años hemos podido comprobar que afirmar lo contrario es una pura ilusión. A despecho de la intransigencia de la dirección del PP, yo pienso que hoy lo prioritario para lograr el fin del terrorismo en Euskadi es mantener las coincidencias alcanzadas entre el Gobierno y el nacionalismo democrático vasco. Por duro que sea lo sucedido y manteniendo la autoridad del Estado, no debemos cerrarnos ningún camino. Y si es verdad que el presidente Rodríguez Zapatero ha asumido riesgos, no lo es menos que el señor Rajoy se enfrenta a la prueba de mostrar que es digno de dirigir un partido conservador democrático de tipo europeo.

Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, es comentarista político.

FIN

Noche de PAZ en la puerta del PP

Hay diarios tacaños y diarios generosos. Claro que depende del lugar que ocupe la noticia (o la fotonoticia) en el corazón o en el bolsillo del dueño del periódico. O en ambos lugares a la vez.

Hoy podemos jugar, una vez más a los acertijos, con la seguridad de ganar cualquier apuesta.

Una de estas fotos que he pegado en el blog sale en la portada de El Mundo de hoy y la otra, en la portada de El País.

¿Cuál de ellas corresponde a El País y cuál, a El Mundo?

(La solución, al final de este post)

Peridis , tan tierno como siempre, en El País:

Con un sabor agridulce, o alegriste, abandoné anoche la Puerta de Alcalá, después de haber asistido, emocionado -¡cómo no!-, a la marcha POR LA PAZ, LA VIDA, LA LIBERTAD Y CONTRA EL TERRORISMO.

La música de sabor latinoamericano («Sólo le pido a Dios», «Sobreviendo» etc.), apretujado entre tanta gente que compartía, en aquel momento, un alma común, con sus puños y dientes apretados contra ETA, contra la violencia asesina y la intolerancia fundamentalista y dogmática, me transportó a otra época de mayor miedo e incertidumbre.

Volví a sentir miedo. Allí sólo estaba media España.

-¿Por que no vino la otra media?

Alguien desde la tribuna pronunció unas palabras raras, que no entendí. Mi amigo Manolo Saco , que sabe de todo más que yo, me sopló al oído:

«Está diciendo PAZ en quechua».

Instrumentos musicales y rasgos físicos indios nos llevaron desde la calle Alcalá a la cordillera andina. Había muchos ecuatorianos, acompañados por muchos otros inmigrantes de todos los países pobres del mundo.

Uno, a mi lado, comentó:

– ¿Y si les diéramos la nacionalidad española a todos los ecuatorianos?

Me crucé con muchas caras conocidas, calvas respetables y viejos (sic) amigos del 68, con quienes ya había compartido docenas de manifestaciones contra las dictaduras de Franco, de Pinochet o de Videla, por la libertad de expresión, por la democracia, contra el terrorismo de todo tipo, contra la invasión ilegal de Irak, por la paz… En algunas de ellas, los manifestantes corríamos delante de los caballos y de las porras, de las tanquetas y de las mangueras de la policía de Franco. Noté cierta complicidad entre los de mi edad.

Pero me crucé -¡ay!- con muy pocos jóvenes que pudieran tomarnos el relevo para defender la libertad y la justicia, sin las cuales no puede haber otra paz que la de los cementerios.

A veces, pienso que nuestros jóvenes nacidos en libertad, y no en dictadura, consideran que la democracia es un estado natural que ellos merecen por el solo hecho de haber nacido, algo que nunca está en peligro y que, por tanto, no hay que hacer nada para defenderla.

No saben lo que significa la pérdida de la libertad. No conciben la vida sin ella. Es como el oxígeno. Solo lo valoras, de verdad, cuando te falta.

Por distintas razones, seguramente por causas más que justificadas, esta vez no acudió ninguno de mis tres hijos a la manifestación. Y estuvieron en las de Miguel Angel Blanco , asesinado por ETA, contra la guerra de Irak y en la del 12-M.

El mayor vive y trabaja de guionista en Hollywood y le pilla un poco lejos. Pero me costa que ayer estuvo con nosotros en espíritu. Erik perdió su vuelo en la T-4 el mismo día que ETA destrozó la terminal de Barajas. No nos afectó directamente el atentado porque llegamos a la T-4 minutos después de la explosión y nos desviaron a la T-1. Al día siguiente, voló a Los Angeles muy impactado, como todos, por la tragedia.

Mi hija mediana tenía fiebre y se quedó en la cama. El pequeño tiene llave, vino muy tarde a casa y, a esta hora, sigue durmiendo. No se si, al final, decidió acudir a la manifestación POR LA PAZ o a la movida madrileña POR EL CALIMOCHO. Desde luego, en la mani vi a muy pocos de su edad y la mayoría de los adolescentes y jóvenes con quienes me crucé tenían rasgos indios.

Es una edad en la que, obviamente, manda el grupo sobre el individuo. Antes muerto que pasar la vergüenza de ser visto con tus padres. Se creen rebeldes pero actúan como borregos: pantalones caídos, o cagados, pelos rastas, pircings, andares de garbana, de todo-me-la-sopla…

Un día me dijo:

-Pues anda que tú…

Mi hijo menor ha descubierto una mina de fotos viejas de familia. y estoy perdido: en ellas llevo jersey negro de cuello alto, pipa, barba abandonada, pelos largos, pantalones de campana, boina «Che Guevara«, etc. (Algún día, si me atrevo, descubriré varias en el blog o en el Museo virtual de viejas fotos de 20minutos.es)

-¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos, que no han vivido la dictadura, valoren la libertad sin que, para ello, tengan que perderla?

Jane, corresponsal de la prensa extrajera y ex colega de mi chica, nos acompañó en la mani. Me dió unas páginas del Telegraph de Londres de ayer en donde publicaban esta foto cuya copia acabo de obtener a través de Google. Ya se que todas las comparaciones son odiosas. Pero la envidia es libre.

¿Qué envidia tengo de los ex terroristas irlandeses católicos y protestantes!.

¡Quien pudiera ver en el País Vasco, dentro de unos pocos años, un abrazo semejante al que muestra esta foto!

Fíjense bien en la imagen. Hace unos pocos años, Gerry Adams, lider católico irlandés, y David Ervine, líder protestante irlandés, se hubieran matado a tiros por una Irlanda, respectivamente, separada de o unida a Gran Bretaña.

Gerry Adams es el líder del Sinn Fein, brazo político de los terroristas del IRA. Es una especie de Arnaldo Otegui, salvando las distancias (y que me perdone Gerry Adams).

David Ervine, líder de los paramilitares protestantes de Irlanda del Norte y experto en poner bombas, fue el mayor enemigo de Adams hasta que, después de salir de la cárcel, ambos negociaron la paz hace unos años. Ervine falleció anteayer a causa de un infarto.

Adams asistió al entierro de Ervine y abrazó, emocionado, a la viuda de su antiguo mayor enemigo.

Son cosas que vienen con la paz. ¡Quien las pillara!

No se pierdan los artículos de Sol Gallego en El País. Yo suelo pegarlos todos aquí y recomiendo su lectura porque, si los lees, nunca te vas de vacío. Ahí va el de hoy:

ETA, Otegi y su equivocación

Para la banda no hay posibilidad de acuerdo sin autodeterminación

Soledad Gallego-Díaz en El País

14/01/2007

Buena parte de las dificultades que la mayoría de los ciudadanos tropezamos a la hora de entender o interpretar a ETA proceden de que no prestamos suficiente atención a lo que dicen, tanto los propios etarras como los dirigentes de Batasuna. Quizá éste sea un buen momento para abrir las orejas y para releer con calma sus textos. El último comunicado, dejando al margen los sarcasmos que contenga y la surrealista idea de dar el pésame a los propios asesinados -como si los etarras no supieran lo que significa esa expresión o, más insólito todavía, como si pensaran que es posible compartir la pena de los muertos-, ayuda a aclarar algunos puntos interesantes:

Es posible que Otegi crea realmente que la banda terrorista se ha equivocado con sus prisas y el atentado, pero comparte la exigencia del mismo «mínimo»

1. ETA advierte de que el Gobierno español «debería saber que no podrán construir un proceso de paz manteniendo los límites políticos que han generado el conflicto»; es decir, la Constitución y el marco jurídico actual. El Gobierno de España y el PSOE, afirman, se han empeñado hasta ahora en esa postura. Es decir, ETA no admite más diálogo que el necesario para organizar la reforma de la Constitución y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Por supuesto, no exige ejercer ese derecho inmediatamente, pero sí su reconocimiento para un posterior desarrollo legislativo.

Si no existe por parte del Estado español ese reconocimiento previo de que el derecho de autodeterminación se regulará de alguna forma y de que quedará abierta la reclamación territorial (Navarra y País Vasco francés), no hay posibilidad de paz ni de tranquilidad. Eso es en lo que los partidos políticos deben trabajar: en la fórmula que permita llegar a ese punto, conmina ETA.

2. Josu Jon Imaz, presidente del PNV, y todos quienes comparten su posición (primero la paz, luego la política) dentro de ese partido nacionalista, «actúan contra la izquierda abertzale», y se merecen un serio toque de atención. Ésta es la mayor amenaza de ETA, al menos de forma pública, que se recuerda contra un presidente del PNV.

3. ETA advierte «a los agentes o líderes que se dedican a repartir críticas en torno al tutelaje de ETA» que no lo piensa consentir. La banda terrorista denuncia y amenaza expresamente «a quienes desde sectores abertzales puedan criticar el tutelaje de ETA sobre Batasuna». «Les invitamos a dejar de lado el flujo de palabras que no nos llevan a ninguna parte», advierte con claridad. Quienes disientan dentro de Batasuna deben sentirse directamente amenazados.

La lectura del comunicado deja la impresión de que los etarras creyeron en algún momento que sería posible «poner a trabajar» a los partidos en este proyecto, y que cuando sospechan que no es así y que, simplemente, está pasando el tiempo, deciden actuar para «evitar ambigüedades» o malentendidos.

Para evitar otros malentendidos y comprender mejor la posición de Otegi, quizá sería también conveniente que los políticos españoles leyeran la larga e interesante entrevista con ese dirigente de Batasuna que publicó la editorial de Gara en 2005 (Mañana, Euskal Herria, Iñaki Iriondo / Ramon Sola). Otegi mantiene exactamente el mismo discurso que el del comunicado de ETA: es necesario poner las bases de un diálogo multilateral, pero, explica, «la izquierda abertzale no está dispuesta a poner en marcha un proceso sobre el aire, que le conduzca al fracaso o al bloqueo en unos meses».

El único punto de discordancia entre el comunicado etarra de esta semana y aquella lejana entrevista es que ya entonces Otegi temía que las prisas les pudieran llevar a cometer errores. «No queremos que las prisas nos lleven a cometer errores políticos que al final puedan llevar a bloquear o frustrar el proceso», explicaba.

Otegi deja claro que el reconocimiento del derecho de los vascos a decidir no significa que tenga que ser ejercido inmediatamente, pero sí que sin ese reconocimiento no hay pacto posible. «Con dicho reconocimiento se consigue la superación del conflicto político y armado», garantiza. Tampoco hace falta, por ahora, preguntar directamente a los ciudadanos vascos si están a favor o en contra de la independencia. Lo más inteligente, propone, es preguntarles si están a favor o en contra del acuerdo alcanzado multilateralmente (el que reconoce el derecho, sin fijar fecha para ejercitarlo).

Es muy posible que Otegi considere realmente que la bomba de ETA ha sido un error y que las prisas de la organización armada han hecho más daño que beneficio, pero la realidad es que, más tarde o más temprano, el dirigente de Batasuna debería haber llegado a la misma conclusión que la banda: el Gobierno y el PSE en su conjunto estaban dispuestos a hablar, hablar y hablar, pero no a llegar a ese «mínimo» que el propio Otegi considera inexcusable. A lo mejor es bueno que Otegi haya llegado ya a esa conclusión y que, si quiere que haya una próxima vez, sepa que tiene que partir de otra entrevista.

FIN

PP y Batasuna se quedan en casa
¡Qué pena! Los extremos se tocan

La verdad es que hoy sólo me apetecía pegar aquí la viñeta-pancarta que el genial Forges publica en El País: No matarás.

Sin embargo, luego lo he pensado mejor y me ha parecido que valía la pena copiar y pegar aqui también el inusual comentario editorial que hoy publica el diario El Mundo . Es una rareza que merece la pena ser leída e, inlcuso, alabada. Es sabido que Pedro Jota Ramírez no es santo de mi devoción ni compartimos los mismos criterios sobre la ética ni la estética periodística. Pero valoro las novedades, las rarezas, las noticias. Por eso, incluyo el editorial de Pedro Jota junto al artículo del catedrático Javier Perez Royo .

Creo que es la primera vez que El Mundo va por un camino distinto (¡y más moderado!) que la dirección del Partido Popular a quien tanto tutela e inspira.

El mundo (y El Mundo) al revés.

¡No me lo podía creer! El ala de extrema derecha del PP cautiva al pobre Rajoy y se lo lleva al monte y, sin embargo, el director de El Mundo se modera y baja al valle con un mensaje de integración de todos los demócratas contra ETA.

Aquí está pasando algo.

Claro que una cosa es el comentario editorial y otra el sesgo de opinión que destila la primera página de El Mundo. Por supuesto, las manifestaciones de Madrid y Bilbao contra ETA -las primeras que se convocan en varios años después de asesinatos terroristas- no son tema que merezca abrir su portada. El Mundo lo destina al faldón inferior de su portada, a dos columnas, con titular a tres, no vaya a ser que sirva de convocatoria para quien aún no se haya enterado de ambas marchas. Y elige un sujeto (El Gobierno) y un verbo bastante relevantes para su cultura corporativa:

El Gobierno descalifica…

El País, en cambio, manda con las manifestaciones y titula a cuatro columnas, arriba, con el PP como sujeto y otro verbo también muy relevante para su cultura corporativa:

El PP boicotea…

La lucha contra ETA

El encanallamiento de la política

JAVIER PÉREZ ROYO en El País 13/01/2007

Cuando el principal partido de la oposición, que además ha sido el partido de gobierno en las dos pasadas legislaturas, considera que el Gobierno actual carece de legitimidad de origen porque ganó las elecciones de manera espuria, el encanallamiento de la vida política resulta prácticamente inevitable. La legitimidad de origen domina la política en el Estado democrático, aunque la política no se reduzca a ella. Hay más que legitimidad de origen en la vida política democrática, pero toda ella tiene que tener su fundamento de manera directa o indirecta en dicha legitimidad.

En el PP, tanto entre los militantes y una muy buena parte de sus votantes como en la dirección, se tiene la convicción profundamente arraigada de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero carece de legitimidad de origen, que no ganó en buena lid las elecciones y que es, en consecuencia, un presidente legal, pero no legítimo. De ahí que el presidente no pueda reclamar a la oposición el respeto de las formas exigible en democracia, sino que contra él valga todo.

Nos guste o no nos guste, esto es así. En consecuencia, en lo que queda de esta legislatura no cabe esperar ninguna rectificación por parte del PP y, por lo tanto, tampoco una mejora en el clima encanallado en que se desenvuelve la vida política. Más bien, dado que 2007 va a estar marcado por la celebración de elecciones generales territorialmente, aunque sean municipales y autonómicas, y por la perspectiva de las elecciones generales en los primeros meses de 2008, lo que cabe esperar es un empeoramiento de las condiciones meteorológicas.

Quiere decirse, con ello, que los problemas que se van a poder abordar son aquellos en los no se necesite el concurso del PP. No va a ser posible situar en la agenda política la reforma de la Constitución, no se va a poder renovar casi con seguridad el Consejo General del Poder Judicial, a pesar de que con ello este órgano va a quedar más deteriorado de lo que ya está, es probable que no se encuentre salida para la reforma del Estatuto de Galicia… Y ya veremos qué pasa con la política antiterrorista.

2006 terminó mal con el atentado terrorista del 30 de diciembre, pero 2007 ha empezado peor, porque peor que el atentado -políticamente hablando, por supuesto, pues peor que la muerte de dos seres humanos no hay nada- ha sido la forma en que se ha reaccionado tanto en el sistema político español como en el subsistema político vasco. Todos los partidos coinciden, como escribía ayer Soledad Gallego-Díaz, en que ETA se ha puesto a sí misma fuera de juego, pero la impresión que se ha transmitido a la ciudadanía es que son los propios partidos democráticos los que están en esa posición. La sensación de desbarajuste ha calado en estas dos primeras semanas posteriores al atentado.

Esta sensación es la que resulta urgente corregir y para ello debería servir la sesión parlamentaria del próximo lunes. No se le pueden pedir peras al olmo, aunque intentar habrá que intentarlo, y esperar que el PP se pueda apuntar a un acuerdo no con el Gobierno, sino con todos los partidos del arco parlamentario, para definir una estrategia antiterrorista común, pero, con el PP o sin el PP, se tendrá que definir una línea clara que ponga fin a esa sensación a la que acabo de referirme.

2007 va a ser un año políticamente muy sucio, en el que el aire va a estar sumamente contaminado. Con esto tiene que contar toda democracia a medida que va cumpliendo años. De estas situaciones se sale bien y el sistema político se fortalece o lo contrario. Y eso depende en gran medida de cómo actúen los dirigentes de los partidos políticos, pero en mayor medida todavía de nosotros mismos, de los ciudadanos, que como cuerpo electoral, tendremos que ser los que acabemos poniendo a cada uno en su sitio.

FIN

Nos vemos en la Plaza de Colón a las 18:00 h.

POR LA PAZ, LA VIDA, LA LIBERTAD Y CONTRA EL TERRORISMO

Y también: ¡No matarás!

Gracias, Forges.

«Los obispos admiten», en El País; «los obispos rechazan», en El Mundo

El documento de los dueños de la COPE -más diplomático que su emisora- permite diversas interpretaciones, a la hora de valorar el mensaje que más conviene, o gusta leer, a los clientes de un determinado diario.

El sábado nos ofrecieron estos titulares (ambos mandando a 4 columnas) dignos de reflexión:

El Mundo:

Los obispos rechazan que se trate a ETA como «interlocutor político»

El País:

Los obispos admiten la «indulgencia» para los etarras que dejen la violencia

Desde luego, quien no se contenta es porque no quiere. La Iglesia sirve platos para todos los gustos.

No pude colgar ayer esta noticia de elmundobórico.es.

Me interesa hacerlo hoy, aunque sea con retraso, para seguir de cerca el caso (o los casos) de los jueces que me parecen sospechosos de meter la cuchara ideológica hasta el fondo en sus actuaciones profesionlas.

Los peritos del bórico, el estrafalario juez Hidalgo del caso Bono y la mochila de Vallecas, etc., se resolverán algún día en justicia.

Mientras, me conformaré con geniales máximas forgianas como ésta.

Es ciertamente triste que los asuntos más graves de nuestra vida sólo sean tratados con seriedad por los humoristas. Pero algo es algo.

Gracias, Forges.

«Pumpido dice ahora…» o «la fiscalía se opone…»

Cuando El Mundo utiliza «ahora» en su titular no cabe duda de que va con retintín o, al menos, con cierta carga editorial.

Hoy recurre al «ahora» por dos veces: «Pumpido dice ahora…» (a cuatro columnas) y «Conthe afirma ahora…» (a una columna). Forma parte del periodismo «declarativo», tan socorrido y tan de moda para cuando no hay noticias sobre acontecimientos relevantes.

Ambos diarios se hacen eco de la posición de la fiscalía «por falta de pruebas suficientes» pero El Mundo eleva este escrito al máximo honor de las cuatro columnas y tres sumarios, arriba, mientras El País lo despacha a una columna y con un párrafo. Cosas del mercado de la prensa.

En la línea de comentarios anteriores («A falta de votos, buenas son togas«), El País dedica hoy un editorial a la batalla de patio de colegio -aunque descomunal por la pérdida de credibilidad del Gobierno de los jueces– entre el Poder Judicial y el Supremo.

¿Quien juzga a los jueces?

¿Quien controla al controlador?

La verdad es que Forges al pie de este editorial encaja de maravilla.

Y de regalo, ahi va este artículo claro y directo de Javier Pradera sobre el video del PP con imágenes manipuladas de violencia en Colombia o en la España de Aznar y utilizadas sin éxito contra Zapatero.

Vídeos y mentiras

JAVIER PRADERA 22/11/2006

Las alternancias en el poder permiten a los electores contrastar las promesas para el futuro de los partidos con su historial como gobernantes en el pasado y separar así las ofertas creíbles de los embustes groseros. Geoffrey Regan señala en Guerras, políticos y mentiras (Crítica, 2006) que la moraleja de 1984 -«quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado»- es aplicable tanto al régimen totalitario fabulado por George Orwell como a las democracias. Sirva de ejemplo de esa manipulación del pasado desde el presente con vistas al futuro el vídeo de propaganda negativa proyectado en la conferencia del PP para ilustrar la inseguridad ciudadana durante los dos años y medio de Gobierno socialista. La cinta incluye imágenes correspondientes al 28 de octubre de 1996 y al 1 de mayo de 2002 -cuando Aznar presidía el Gobierno y el Ministerio del Interior estaba a cargo de Mayor Oreja y Rajoy, respectivamente- como si pertenecieran a la actual legislatura; también se permite el rasgo de humor negro de añadir una refriega de narcotraficantes en Colombia de octubre de 2003.

Agarrados in fraganti como niños sorprendidos al meter el dedo en el bote de mermelada, los responsables políticos del desaguisado no han tenido siquiera la gallardía de reconocer su resbalón y han endosado las culpas a la empresa productora del vídeo. Cambiando su habitual aire de sombrío inquisidor por el alegre papel de cínico ingenioso, el secretario de Libertades Públicas, Ignacio Astarloa, bromeó con la idea de que esas imágenes (incluida, al parecer, la colombiana) muestran la lamentable situación de la seguridad dejada en 1996 a sus sucesores por los socialistas. No es la primera vez que el PP utiliza de manera fraudulenta el montaje y la voz en off de un vídeo: el reportaje sobre el 11-M producido por FAES, una fundación presidida por Aznar, es una burda manipulación para atribuir solapadamente a ETA la responsabilidad total o parcial del atentado de los trenes de la muerte.

El uso de la mentira por el PP no se circunscribe a esos garbeos por el mundo audiovisual, sino que recorre toda su política informativa. Aznar comprometió su palabra ante el Congreso y los ciudadanos (en una entrevista de Antena 3) para garantizar que la existencia de armas de destrucción masiva en manos de Sadam Husein era una realidad indubitable; los destinatarios de aquella comprobada falsedad aguardan todavía la rectificación y las disculpas del presidente de honor del PP. La infundada atribución a ETA -con fines electoralistas- del atentado de Atocha por el Gobierno de Aznar en las vísperas del 14-M y la insostenible acusación posterior de los populares según la cual los socialistas impedirían a la sociedad española saber la verdad sobre la autoría del atentado ilustran esa galería de embustes. La utilización de la mentira no sólo infringe las reglas de juego democrático, sino que además atenta contra la convivencia civilizada: «Al mentir, el mentiroso acrecienta su poder y reduce el nuestro; mentir a alguien supone fundamentalmente no respetarle como ser humano» (Michael P. Lynch, La importancia de la verdad para una cultura pública decente, Paidos, 2005)

FIN

A los Pinochos les salió -otra vez- el tiro por la culata.