Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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El «parque jurásico» cabalga de nuevo, pero esconde «la gallina»

Acabo de regresar de un viaje maravilloso por Huesca (sin diarios ni radio ni TV ni conexión a Internet; me va gustando esto de no enterarme de nada en fin de semana) y me acabo de topar, al llegar a casa, con estas fotos impresionantes y desagradables en las dos portadas.

¿Por qué le ha dado ahora a la derecha por manosear tanto nuestra bandera y nuestro himno en vano?

¡Cuidado! Pueden dejarla como don Juan dejó a doña Inés, en opinión de don Luis:

«Imposible la dejáis

para vos y para mí»

Tras leer la arenga patriotera de Rajoy, he mirado detenidamente las banderas y me he quedado perplejo: han desaparecido de las banderas españolas «las gallinas» franquistas de los días de calentamiento previo. Tampoco he visto, como hace unos días, banderas de Falange ni de los Requetés ni pancartas pro Iniestrillas . Me han dicho que el PP ha dado instrucciones para que se retiren todos los símbolos de su ala de extrema derecha.

Imagino que quieren disimular hasta las próximas elecciones para darnos gato por liebre. Ya lo intentaron, si éxito, justo hace tres años cuando nos quisieron mantener engañados con lo de ETA en el 11-M hasta el día de la elecciones generales. Pero afortunadamente, las mentiras del trío Pinocho (Aznar, Acebes, Zaplana) no colaron y los españoles le pasaron al PP la factura por sus mentiras y por las matanzas de Atocha y de Irak.

Los dirigentes de PP no contaron con que Aznar no podía controlar a la BBC de Londres y nos enteramos de todo (como en los tiempos de la dictadura de Franco) por la prensa extranjera, y gracias al «Pásalo» de los móviles y de Internet.

La derecha hizo muy mal la gestión del 11-M y aún no ha hecho la digestión del 14-M. Por eso, trata de ocultar sus vergüenzas atacando la política antiterrorista del Gobierno de Zapatero.

A mi tampoco me gusta que el asesino etarra De Juana Chaos esté fuera de la cárcel, pero apoyo al Gobierno de mi país -tanto al de Zapatero como antes al de Aznar– para que dirija con discreción la política antiterrorista`para acabar con ETA. La deslealtad del PP no tiene nombre.

Ojalá se librara pronto este partido de la influencia nefasta de su «parque jurásico», que ha salido envalentonado de sus cavernas y nos asusta de nuevo con el abuso que hace de nuestra bandera y de nuestro himno.

¡Qué mal perder ha tenido tradicionalmente la derecha española!.

Si siguen metiéndonos el miedo en el cuerpo, con el regreso de los símbolos franquistas, es posible que consigan el efecto contrario: que las bases de la izquierda y del centro se movilicen para salvar la democracia amenazada, como hicieron, hace tres años, el 14 de marzo de 2004.

¡Cuanto despecho y cuanto rencor se nota en el ondear de esas banderas…!

Y eso que ahora han escondido temporalmente la gallina golpista de Franco.

«Libertas habemus».

Y que no nos falte.

Noche de PAZ en la puerta del PP

Hay diarios tacaños y diarios generosos. Claro que depende del lugar que ocupe la noticia (o la fotonoticia) en el corazón o en el bolsillo del dueño del periódico. O en ambos lugares a la vez.

Hoy podemos jugar, una vez más a los acertijos, con la seguridad de ganar cualquier apuesta.

Una de estas fotos que he pegado en el blog sale en la portada de El Mundo de hoy y la otra, en la portada de El País.

¿Cuál de ellas corresponde a El País y cuál, a El Mundo?

(La solución, al final de este post)

Peridis , tan tierno como siempre, en El País:

Con un sabor agridulce, o alegriste, abandoné anoche la Puerta de Alcalá, después de haber asistido, emocionado -¡cómo no!-, a la marcha POR LA PAZ, LA VIDA, LA LIBERTAD Y CONTRA EL TERRORISMO.

La música de sabor latinoamericano («Sólo le pido a Dios», «Sobreviendo» etc.), apretujado entre tanta gente que compartía, en aquel momento, un alma común, con sus puños y dientes apretados contra ETA, contra la violencia asesina y la intolerancia fundamentalista y dogmática, me transportó a otra época de mayor miedo e incertidumbre.

Volví a sentir miedo. Allí sólo estaba media España.

-¿Por que no vino la otra media?

Alguien desde la tribuna pronunció unas palabras raras, que no entendí. Mi amigo Manolo Saco , que sabe de todo más que yo, me sopló al oído:

«Está diciendo PAZ en quechua».

Instrumentos musicales y rasgos físicos indios nos llevaron desde la calle Alcalá a la cordillera andina. Había muchos ecuatorianos, acompañados por muchos otros inmigrantes de todos los países pobres del mundo.

Uno, a mi lado, comentó:

– ¿Y si les diéramos la nacionalidad española a todos los ecuatorianos?

Me crucé con muchas caras conocidas, calvas respetables y viejos (sic) amigos del 68, con quienes ya había compartido docenas de manifestaciones contra las dictaduras de Franco, de Pinochet o de Videla, por la libertad de expresión, por la democracia, contra el terrorismo de todo tipo, contra la invasión ilegal de Irak, por la paz… En algunas de ellas, los manifestantes corríamos delante de los caballos y de las porras, de las tanquetas y de las mangueras de la policía de Franco. Noté cierta complicidad entre los de mi edad.

Pero me crucé -¡ay!- con muy pocos jóvenes que pudieran tomarnos el relevo para defender la libertad y la justicia, sin las cuales no puede haber otra paz que la de los cementerios.

A veces, pienso que nuestros jóvenes nacidos en libertad, y no en dictadura, consideran que la democracia es un estado natural que ellos merecen por el solo hecho de haber nacido, algo que nunca está en peligro y que, por tanto, no hay que hacer nada para defenderla.

No saben lo que significa la pérdida de la libertad. No conciben la vida sin ella. Es como el oxígeno. Solo lo valoras, de verdad, cuando te falta.

Por distintas razones, seguramente por causas más que justificadas, esta vez no acudió ninguno de mis tres hijos a la manifestación. Y estuvieron en las de Miguel Angel Blanco , asesinado por ETA, contra la guerra de Irak y en la del 12-M.

El mayor vive y trabaja de guionista en Hollywood y le pilla un poco lejos. Pero me costa que ayer estuvo con nosotros en espíritu. Erik perdió su vuelo en la T-4 el mismo día que ETA destrozó la terminal de Barajas. No nos afectó directamente el atentado porque llegamos a la T-4 minutos después de la explosión y nos desviaron a la T-1. Al día siguiente, voló a Los Angeles muy impactado, como todos, por la tragedia.

Mi hija mediana tenía fiebre y se quedó en la cama. El pequeño tiene llave, vino muy tarde a casa y, a esta hora, sigue durmiendo. No se si, al final, decidió acudir a la manifestación POR LA PAZ o a la movida madrileña POR EL CALIMOCHO. Desde luego, en la mani vi a muy pocos de su edad y la mayoría de los adolescentes y jóvenes con quienes me crucé tenían rasgos indios.

Es una edad en la que, obviamente, manda el grupo sobre el individuo. Antes muerto que pasar la vergüenza de ser visto con tus padres. Se creen rebeldes pero actúan como borregos: pantalones caídos, o cagados, pelos rastas, pircings, andares de garbana, de todo-me-la-sopla…

Un día me dijo:

-Pues anda que tú…

Mi hijo menor ha descubierto una mina de fotos viejas de familia. y estoy perdido: en ellas llevo jersey negro de cuello alto, pipa, barba abandonada, pelos largos, pantalones de campana, boina «Che Guevara«, etc. (Algún día, si me atrevo, descubriré varias en el blog o en el Museo virtual de viejas fotos de 20minutos.es)

-¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos, que no han vivido la dictadura, valoren la libertad sin que, para ello, tengan que perderla?

Jane, corresponsal de la prensa extrajera y ex colega de mi chica, nos acompañó en la mani. Me dió unas páginas del Telegraph de Londres de ayer en donde publicaban esta foto cuya copia acabo de obtener a través de Google. Ya se que todas las comparaciones son odiosas. Pero la envidia es libre.

¿Qué envidia tengo de los ex terroristas irlandeses católicos y protestantes!.

¡Quien pudiera ver en el País Vasco, dentro de unos pocos años, un abrazo semejante al que muestra esta foto!

Fíjense bien en la imagen. Hace unos pocos años, Gerry Adams, lider católico irlandés, y David Ervine, líder protestante irlandés, se hubieran matado a tiros por una Irlanda, respectivamente, separada de o unida a Gran Bretaña.

Gerry Adams es el líder del Sinn Fein, brazo político de los terroristas del IRA. Es una especie de Arnaldo Otegui, salvando las distancias (y que me perdone Gerry Adams).

David Ervine, líder de los paramilitares protestantes de Irlanda del Norte y experto en poner bombas, fue el mayor enemigo de Adams hasta que, después de salir de la cárcel, ambos negociaron la paz hace unos años. Ervine falleció anteayer a causa de un infarto.

Adams asistió al entierro de Ervine y abrazó, emocionado, a la viuda de su antiguo mayor enemigo.

Son cosas que vienen con la paz. ¡Quien las pillara!

No se pierdan los artículos de Sol Gallego en El País. Yo suelo pegarlos todos aquí y recomiendo su lectura porque, si los lees, nunca te vas de vacío. Ahí va el de hoy:

ETA, Otegi y su equivocación

Para la banda no hay posibilidad de acuerdo sin autodeterminación

Soledad Gallego-Díaz en El País

14/01/2007

Buena parte de las dificultades que la mayoría de los ciudadanos tropezamos a la hora de entender o interpretar a ETA proceden de que no prestamos suficiente atención a lo que dicen, tanto los propios etarras como los dirigentes de Batasuna. Quizá éste sea un buen momento para abrir las orejas y para releer con calma sus textos. El último comunicado, dejando al margen los sarcasmos que contenga y la surrealista idea de dar el pésame a los propios asesinados -como si los etarras no supieran lo que significa esa expresión o, más insólito todavía, como si pensaran que es posible compartir la pena de los muertos-, ayuda a aclarar algunos puntos interesantes:

Es posible que Otegi crea realmente que la banda terrorista se ha equivocado con sus prisas y el atentado, pero comparte la exigencia del mismo «mínimo»

1. ETA advierte de que el Gobierno español «debería saber que no podrán construir un proceso de paz manteniendo los límites políticos que han generado el conflicto»; es decir, la Constitución y el marco jurídico actual. El Gobierno de España y el PSOE, afirman, se han empeñado hasta ahora en esa postura. Es decir, ETA no admite más diálogo que el necesario para organizar la reforma de la Constitución y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Por supuesto, no exige ejercer ese derecho inmediatamente, pero sí su reconocimiento para un posterior desarrollo legislativo.

Si no existe por parte del Estado español ese reconocimiento previo de que el derecho de autodeterminación se regulará de alguna forma y de que quedará abierta la reclamación territorial (Navarra y País Vasco francés), no hay posibilidad de paz ni de tranquilidad. Eso es en lo que los partidos políticos deben trabajar: en la fórmula que permita llegar a ese punto, conmina ETA.

2. Josu Jon Imaz, presidente del PNV, y todos quienes comparten su posición (primero la paz, luego la política) dentro de ese partido nacionalista, «actúan contra la izquierda abertzale», y se merecen un serio toque de atención. Ésta es la mayor amenaza de ETA, al menos de forma pública, que se recuerda contra un presidente del PNV.

3. ETA advierte «a los agentes o líderes que se dedican a repartir críticas en torno al tutelaje de ETA» que no lo piensa consentir. La banda terrorista denuncia y amenaza expresamente «a quienes desde sectores abertzales puedan criticar el tutelaje de ETA sobre Batasuna». «Les invitamos a dejar de lado el flujo de palabras que no nos llevan a ninguna parte», advierte con claridad. Quienes disientan dentro de Batasuna deben sentirse directamente amenazados.

La lectura del comunicado deja la impresión de que los etarras creyeron en algún momento que sería posible «poner a trabajar» a los partidos en este proyecto, y que cuando sospechan que no es así y que, simplemente, está pasando el tiempo, deciden actuar para «evitar ambigüedades» o malentendidos.

Para evitar otros malentendidos y comprender mejor la posición de Otegi, quizá sería también conveniente que los políticos españoles leyeran la larga e interesante entrevista con ese dirigente de Batasuna que publicó la editorial de Gara en 2005 (Mañana, Euskal Herria, Iñaki Iriondo / Ramon Sola). Otegi mantiene exactamente el mismo discurso que el del comunicado de ETA: es necesario poner las bases de un diálogo multilateral, pero, explica, «la izquierda abertzale no está dispuesta a poner en marcha un proceso sobre el aire, que le conduzca al fracaso o al bloqueo en unos meses».

El único punto de discordancia entre el comunicado etarra de esta semana y aquella lejana entrevista es que ya entonces Otegi temía que las prisas les pudieran llevar a cometer errores. «No queremos que las prisas nos lleven a cometer errores políticos que al final puedan llevar a bloquear o frustrar el proceso», explicaba.

Otegi deja claro que el reconocimiento del derecho de los vascos a decidir no significa que tenga que ser ejercido inmediatamente, pero sí que sin ese reconocimiento no hay pacto posible. «Con dicho reconocimiento se consigue la superación del conflicto político y armado», garantiza. Tampoco hace falta, por ahora, preguntar directamente a los ciudadanos vascos si están a favor o en contra de la independencia. Lo más inteligente, propone, es preguntarles si están a favor o en contra del acuerdo alcanzado multilateralmente (el que reconoce el derecho, sin fijar fecha para ejercitarlo).

Es muy posible que Otegi considere realmente que la bomba de ETA ha sido un error y que las prisas de la organización armada han hecho más daño que beneficio, pero la realidad es que, más tarde o más temprano, el dirigente de Batasuna debería haber llegado a la misma conclusión que la banda: el Gobierno y el PSE en su conjunto estaban dispuestos a hablar, hablar y hablar, pero no a llegar a ese «mínimo» que el propio Otegi considera inexcusable. A lo mejor es bueno que Otegi haya llegado ya a esa conclusión y que, si quiere que haya una próxima vez, sepa que tiene que partir de otra entrevista.

FIN

PP y Batasuna se quedan en casa
¡Qué pena! Los extremos se tocan

La verdad es que hoy sólo me apetecía pegar aquí la viñeta-pancarta que el genial Forges publica en El País: No matarás.

Sin embargo, luego lo he pensado mejor y me ha parecido que valía la pena copiar y pegar aqui también el inusual comentario editorial que hoy publica el diario El Mundo . Es una rareza que merece la pena ser leída e, inlcuso, alabada. Es sabido que Pedro Jota Ramírez no es santo de mi devoción ni compartimos los mismos criterios sobre la ética ni la estética periodística. Pero valoro las novedades, las rarezas, las noticias. Por eso, incluyo el editorial de Pedro Jota junto al artículo del catedrático Javier Perez Royo .

Creo que es la primera vez que El Mundo va por un camino distinto (¡y más moderado!) que la dirección del Partido Popular a quien tanto tutela e inspira.

El mundo (y El Mundo) al revés.

¡No me lo podía creer! El ala de extrema derecha del PP cautiva al pobre Rajoy y se lo lleva al monte y, sin embargo, el director de El Mundo se modera y baja al valle con un mensaje de integración de todos los demócratas contra ETA.

Aquí está pasando algo.

Claro que una cosa es el comentario editorial y otra el sesgo de opinión que destila la primera página de El Mundo. Por supuesto, las manifestaciones de Madrid y Bilbao contra ETA -las primeras que se convocan en varios años después de asesinatos terroristas- no son tema que merezca abrir su portada. El Mundo lo destina al faldón inferior de su portada, a dos columnas, con titular a tres, no vaya a ser que sirva de convocatoria para quien aún no se haya enterado de ambas marchas. Y elige un sujeto (El Gobierno) y un verbo bastante relevantes para su cultura corporativa:

El Gobierno descalifica…

El País, en cambio, manda con las manifestaciones y titula a cuatro columnas, arriba, con el PP como sujeto y otro verbo también muy relevante para su cultura corporativa:

El PP boicotea…

La lucha contra ETA

El encanallamiento de la política

JAVIER PÉREZ ROYO en El País 13/01/2007

Cuando el principal partido de la oposición, que además ha sido el partido de gobierno en las dos pasadas legislaturas, considera que el Gobierno actual carece de legitimidad de origen porque ganó las elecciones de manera espuria, el encanallamiento de la vida política resulta prácticamente inevitable. La legitimidad de origen domina la política en el Estado democrático, aunque la política no se reduzca a ella. Hay más que legitimidad de origen en la vida política democrática, pero toda ella tiene que tener su fundamento de manera directa o indirecta en dicha legitimidad.

En el PP, tanto entre los militantes y una muy buena parte de sus votantes como en la dirección, se tiene la convicción profundamente arraigada de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero carece de legitimidad de origen, que no ganó en buena lid las elecciones y que es, en consecuencia, un presidente legal, pero no legítimo. De ahí que el presidente no pueda reclamar a la oposición el respeto de las formas exigible en democracia, sino que contra él valga todo.

Nos guste o no nos guste, esto es así. En consecuencia, en lo que queda de esta legislatura no cabe esperar ninguna rectificación por parte del PP y, por lo tanto, tampoco una mejora en el clima encanallado en que se desenvuelve la vida política. Más bien, dado que 2007 va a estar marcado por la celebración de elecciones generales territorialmente, aunque sean municipales y autonómicas, y por la perspectiva de las elecciones generales en los primeros meses de 2008, lo que cabe esperar es un empeoramiento de las condiciones meteorológicas.

Quiere decirse, con ello, que los problemas que se van a poder abordar son aquellos en los no se necesite el concurso del PP. No va a ser posible situar en la agenda política la reforma de la Constitución, no se va a poder renovar casi con seguridad el Consejo General del Poder Judicial, a pesar de que con ello este órgano va a quedar más deteriorado de lo que ya está, es probable que no se encuentre salida para la reforma del Estatuto de Galicia… Y ya veremos qué pasa con la política antiterrorista.

2006 terminó mal con el atentado terrorista del 30 de diciembre, pero 2007 ha empezado peor, porque peor que el atentado -políticamente hablando, por supuesto, pues peor que la muerte de dos seres humanos no hay nada- ha sido la forma en que se ha reaccionado tanto en el sistema político español como en el subsistema político vasco. Todos los partidos coinciden, como escribía ayer Soledad Gallego-Díaz, en que ETA se ha puesto a sí misma fuera de juego, pero la impresión que se ha transmitido a la ciudadanía es que son los propios partidos democráticos los que están en esa posición. La sensación de desbarajuste ha calado en estas dos primeras semanas posteriores al atentado.

Esta sensación es la que resulta urgente corregir y para ello debería servir la sesión parlamentaria del próximo lunes. No se le pueden pedir peras al olmo, aunque intentar habrá que intentarlo, y esperar que el PP se pueda apuntar a un acuerdo no con el Gobierno, sino con todos los partidos del arco parlamentario, para definir una estrategia antiterrorista común, pero, con el PP o sin el PP, se tendrá que definir una línea clara que ponga fin a esa sensación a la que acabo de referirme.

2007 va a ser un año políticamente muy sucio, en el que el aire va a estar sumamente contaminado. Con esto tiene que contar toda democracia a medida que va cumpliendo años. De estas situaciones se sale bien y el sistema político se fortalece o lo contrario. Y eso depende en gran medida de cómo actúen los dirigentes de los partidos políticos, pero en mayor medida todavía de nosotros mismos, de los ciudadanos, que como cuerpo electoral, tendremos que ser los que acabemos poniendo a cada uno en su sitio.

FIN

Nos vemos en la Plaza de Colón a las 18:00 h.

POR LA PAZ, LA VIDA, LA LIBERTAD Y CONTRA EL TERRORISMO

Y también: ¡No matarás!

Gracias, Forges.

¿Tiene Otegui el síndrome de Yoyes o es algo peor?

¿Acaso tiene Otegui el síndrome Yoyes, asesinada por sus ex colegas de ETA cuando decidió abandonar el terrorismo?

¿Cómo se dirimen las disidencias dentro de una banda terrorista o dentro del partido político, correa de tansmisión, que no condena sus acciones de terror?

¿Se reparten la caja cuando hay un cisma o se lían tiros entre ellos, como ya ocurrió en otras ocasiones?

No entiendo muy bien lo que está pasando. Llevo un par de días sin ganas de leer la prensa -leyéndola a regañadientes- sin ganar de escribir en el blog y con un cierto malestar de estómago. No se si es simplemente por miedo o está provocado, quizás, por la torpeza de la izquierda y la indecencia de la derecha, exhibidas en uno de los momentos más graves y una de las oportunidades más irrepetibles de nuestra reciente historia del terror.

Es fácil criticar los toros desde la barrera, o desde el blog, y deberíamos estar en el cuerpo de Zapatero, de Rajoy o de Otegui para tratar de entender por qué cada uno de ellos se comporta de la manera en que lo hace.

No puedo aceptar la reacción facilona de que todos los políticos son iguales, porque estoy firmemente convencido de que no es cierto. Pero entre los políticos hay reacciones tan miserables que me producen, primero, asco y, luego, pena, mucha pena.

Durante los momentos más difíciles de la transición política, más de una vez oí decir al entonces vicepresidente Fernando Abril Martorell que en situaciones extraordinarias la sociedad podría proveernos de personajes también extraordinarios. En aquellos tiempos, ya lejanos, fue cierto pero ¿hoy?. ¿Donde están escondidos esos personajes extraordinarios que, pasado el tiempo, quedarán inscritos en los libros de texto? No los veo por ninguna parte. Mañana, como Diógenes, los buscaré en la manifestación POR LA PAZ, LA VIDA, LA LIBERTAD Y CONTRA EL TERRORISMO.

Si hay alguno de ellos en Madrid es seguro que estará en esa manifestación.

Cuando participé en la manifestación contra el asesinato de Miguel Angel Blanco por los terroristas de ETA o en la del viernes 12-M-2004 contra los terroristas islamistas que causaron la matanza de en los trenes de cercanías de Atocha me crucé con miles de personajes extraordinarios, silenciosos, apenados, rabiosos, solidarios. Había nobleza en sus rostros. Espero verlos también mañana a las 18:00 horas en la Plaza de Colón de Madrid.

También me hubiera gustado ver mañana a Arnaldo Otegui en la manifestación de Bilbao contra la violencia de ETA . ¡Qué gran oportunidad perdida para la paz!

¿Por qué no va Otegui a la manifestación de mañana contra el terrorismo de ETA?

Los miembros del IRA que negociaron el fin de la violencia terrorista (que ellos también llamaban cínicamente «lucha armada») renunciaron al terror y se integraron en la vida de democrática.

No hay -que se sepa- otra salida. Y lo saben.

¿Por qué, entonces, deja pasar Otegui esta gran oportunidad de acercarse a la legalización de Batasuna para poder competir en las próximas elecciones de mayo?

Basta con que declare que sus objetivos políticos siguen siendo los mismos (autodeterminación, independencia del País Vasco, anexión de Navarra y del País Vasco francés, etc., etc.) pero que pretenden conseguirlos pacífica y democráticamente, convenciendo a los ciudadanos mayores de edad para que les voten y sin recurrir al terror (es decir, condenando el terrorismo).

Sólo con eso, serían legalizados, obtendrían cargos (y sueldos) en los ayuntamientos y podrían pregonar sus ideales libre y abiertamente. Y dejarían en paz a todas las personas decentes que ahora no pueden expresarse libremente por puro miedo.

La ofensiva terrorista

Hartos de ejercer de coros griegos

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ en El País

12/01/2007

En términos electorales, es muy posible que, cara a las municipales de mayo, los dos grandes partidos, PP y PSOE, prefieran el enfrentamiento sobre ETA, la tregua y el diálogo, que sobre la corrupción urbanística. El primer tema moviliza a los militantes y simpatizantes, los enardece y reafirma en dos o tres ideas y les empuja a reagruparse en la defensa de sus siglas y de sus líderes. El segundo, mucho más enraizado en la injusta, pero muy poderosa, idea de que todos son iguales a la hora de recalificar terrenos y de crear fortunas de la noche la mañana, desmoviliza a unos y a otros e incomoda a los dirigentes, incapaces de solucionar esas dudas con las mismas frases publicitarias que son tan eficaces en el otro enfrentamiento.

•Ibarretxe fuerza un lema que exige a ETA el fin de la violencia para excluir a Batasuna

•RAJOY RECIBE A TRES ASOCIACIONES ECUATORIANAS

Lo mejor para los ciudadanos sería, sin embargo, que el debate sobre las políticas antiterroristas se amortiguara a partir del próximo lunes, con la gran sesión del Congreso de los Diputados. Un debate en el que el presidente del Gobierno explicará el camino recorrido y sus planes para el futuro, y en el que los distintos grupos le comunicarán sus críticas y sus posiciones cara a esa nueva situación. Lo más increíble es que, si todos ellos reprodujeran en el Parlamento lo que han venido diciendo estos días ante los medios de comunicación, los ciudadanos podríamos llegar a la sorprendente conclusión de que, hoy por hoy, existe más unidad de análisis y de propósito de lo que ellos mismos se empeñan en hacernos creer.

Por primera vez en mucho tiempo, todos los partidos con representación parlamentaria, sin excepción, han defendido estos días un mismo análisis respecto a ETA: el último atentado ha colocado la pelota en el lado de la organización terrorista, de forma que, a partir de ahora, la única manera de desbloquear la situación es que los etarras anuncien el abandono definitivo de las armas y ofrezcan garantías al respecto. Ningún contacto será posible sin esa condición previa y ningún diálogo será posible, ni con ETA ni con Batasuna, sin que esa circunstancia haya sido establecida de forma fehaciente, coinciden todos y cada uno de los partidos reseñados.

Lo acepta la dirección del PNV, la de ERC y la de EA. Lo defiende el PP y el PSOE. Existe, pues, una unidad extraordinaria en uno de los asuntos que había despertado hasta ahora más enfrentamientos: si se puede o no dialogar, y en qué momento. Ahora, ese paso ya no está en manos de los demócratas, sino de ETA y de su capacidad para anunciar su propia desaparición.

¿Cómo es posible que en estas circunstancias sea imposible ofrecer ante los ciudadanos una mínima imagen de unidad? ¿Cómo es posible que los partidos alienten manifestaciones enfrentadas? Los ciudadanos deberíamos ya estar hartos de ejercer el papel de coros griegos en esas estrategias. Por lo menos, deberíamos empezar a entonar otros cantos y otras estrofas por nuestra cuenta, exigiendo a los protagonistas que expliquen sus acciones.

Exigir a UGT y al PSOE que expliquen por qué se han negado a incluir la palabra libertad en la pancarta de la manifestación del sábado, una estupidez que debe provocar dolor de estómago a todos los socialistas de este país.

Exigir al PP que acuda a esa misma manifestación del sábado, sin pretexto que valga, porque ha sido convocada por los inmigrantes ecuatorianos y porque resulta miserable negarse a acompañarles en la calle, como si su dolor no fuera con nosotros, como si no fuéramos nosotros los causantes de ese dolor. Por encima de cualquier otra consideración, debería estar la decencia. Y el PP sabe que, al no ir, actúa de manera indecente

Exigir a los ciudadanos vascos que expulsen ellos mismos de su manifestación, a gritos si es necesario, a los simpatizantes de Batasuna y de ETA, y que se pongan rojos de la vergüenza porque conciudadanos suyos, ahítos de todo, gente rica y opulenta, se atreve a matar a pobres faltos de lo imprescindible, simplemente porque ansían todavía más poder y más riqueza. Sería un gran canto.

FIN

Una esperanza a prueba de bomba

JOSÉ ANDRÉS TORRES MORA en El País

12/01/2007

Es imprudente explicar los hechos sociales por sus consecuencias. El que la actividad de ETA en la Transición sirviera para dar argumentos a los militares golpistas, no implica que ETA fuera una creación de los generales de Franco. Sólo un paranoico podría creer una idea como ésta. De igual modo, sólo un paranoico podría pensar que ETA puso la bomba en la T-4 para mejorar tres décimas la maltrecha valoración de Rajoy. Y sólo un paranoico desvergonzado se atrevería a insinuar que detrás de la bomba de la T-4 hay oscuras tramas ligadas al PP. Por desgracia, el Gobierno socialista ha venido sufriendo insidias basadas en hipótesis parecidas a lo largo de toda la actual legislatura. Hipótesis desvergonzadas que no tienen su origen en la locura, sino en el método. Un método basado en la mentira y la furia, miles de veces multiplicadas por el poder de sus medios.

Muy pocas personas pondrían su esperanza en una bomba. Muy pocas personas dirían: si estalla una bomba, se demostrará que tengo razón. Y muchas menos se atreverían a colocarla y hacerla estallar. Sólo los terroristas y quienes los apoyan son capaces de poner sus esperanzas políticas en una bomba. Entre otras cosas porque las bombas, más pronto que tarde, acaban volviéndose contra los que ponen sus esperanzas en ellas. Y sabiendo eso, lo razonable es poner la esperanza en que no estalle ninguna bomba. Lo sensato es apostar la razón de uno, su proyecto político, su esperanza, a que no estalle una bomba. Y eso es lo que ha hecho el presidente Rodríguez Zapatero.

No se equivoca, a la corta o a la larga, ésa es la apuesta ganadora. ETA está derrotada. La consolidación de la democracia en España arruinó sus esperanzas de provocar un golpe de Estado y la dejó sin estrategia política. El GAL le dio argumentos para ir tirando unos años. Pero, finalmente, la generalización de la mentalidad democrática en la vida política acabó con cualquier atisbo de sentido de la lucha armada. El fenómeno del terrorismo fundamentalista terminó por complicar la pura supervivencia militar de la banda. Ya no les ofrece a sus presos la esperanza de una victoria a cambio de su sufrimiento, sólo la propuesta degradante de un absurdo e inhumano intercambio de sufrimientos. Pero, a pesar de todo, nada impide que media docena de individuos puedan organizar una tragedia de proporciones gigantescas. La conciencia de la derrota de su proyecto político no impide a ETA morir matando.

Es obligación de todo Gobierno intentar acabar con el terrorismo. Y un Gobierno democrático utilizará para ello todos los medios que la ley y la política le proporcionan. Si progresa en la lucha antiterrorista, es muy probable que en algún momento se encuentre ante la posibilidad de lograr un final dialogado. Puede intentar aprovechar esa oportunidad o desdeñarla y procurar la aniquilación de la banda. Sin duda ambas opciones son inciertas y ambas tienen un coste; ninguna es segura ni gratuita. El objetivo de ambas es la victoria de la democracia y del Estado de derecho; la cuestión es elegir la opción que ahorre más vidas y más sufrimiento de todos. Intuitivamente parece claro que el diálogo debería ser la primera opción.

Es posible que el contexto emocional de dolor y rabia tras un atentado pueda explicar ciertas afirmaciones sobre la estrategia que debemos seguir frente al terrorismo. Pero ni siquiera ese contexto emocional las justifica en un responsable político. Decirle a la gente que con los violentos no se dialoga es algo que desmiente cualquier asalto a una sucursal bancaria. La policía manda negociadores, no un tanque para volar la sucursal con criminales y rehenes dentro. No es propio de sistemas democráticos lo que hizo el presidente Putin con los terroristas chechenos en el colegio de Beslán y en el teatro Dubrovka. Y no es eficaz: el terrorismo continúa, y se hace más desesperado y brutal. Ni lo es la doctrina neoconservadora de Bush, que tanto gusta al PP, respecto al terrorismo fundamentalista islámico. Esa mezcla de silogismos simplistas, brutalidad tecnológica y retórica inflamada es peligrosa y contraproducente. No dudo de que la consigna «a por ellos» enardezca a algunos, y a lo mejor como himno de la selección podría valer. Pero, desde luego, no se puede decir que

en sí misma sea una estrategia novedosa y suficiente para acabar con el terrorismo.

Hay que tener muy poca fe en la democracia para creer que la democracia se prostituye o se debilita al hablar con los terroristas. No es la democracia la que traiciona su esencia dialogando con los terroristas. Es el terrorismo el que transforma su naturaleza al dialogar. El instrumento de la democracia es el diálogo, el de los terroristas la violencia, son ellos los que abandonan su campo al dialogar. Con el crimen de la T-4, los terroristas no sólo han puesto punto y final al diálogo, sino que se han arruinado como portadores de un proyecto político.

Los que dicen que ETA está ahora más fuerte que hace tres años, no explican cómo miden la fuerza de ETA. ¿Es que hace tres años ETA no podía poner una bomba y matar a dos personas? Ningún partido se atrevería a poner en su programa electoral que garantiza que ETA no matará durante su legislatura. Durante todo este tiempo los mecanismos del Estado de derecho no han dejado de actuar, la policía ha detenido a más terroristas y la fiscalía ha formulado el triple de acusaciones que durante la tregua de 1999. No se ha retirado ni un solo recurso legal o policial en la lucha contra ETA durante este tiempo. El diálogo no ha sustituido ni un solo recurso de la lucha contra el terrorismo, sino que se ha sumado a los ya existentes. ¿Alguien se atreve a decir que si no hubiera habido diálogo hoy habría menos muertos?

La verdadera razón de las críticas del PP no es que consideren que el presidente haya cometido un error explorando la vía del diálogo. Ellos mismos lo hicieron en el pasado, y lo harían en el futuro, como es natural. Sin complejos. Sin miedo a contradecirse, sin vergüenza alguna por cómo se han comportado en este proceso. Saben que no es un error poner todos los medios democráticos para ahorrar sufrimiento a los españoles.

La verdadera razón de las críticas del PP es que consideran que la política antiterrorista es un asunto que les da réditos electorales; un tema, además, sobre el que se arrogan el monopolio de una extraña legitimidad para hacer lo que les plazca en el Gobierno y en la oposición.

Muchas personas recordarán cómo, en los primeros ochenta, una parte de la derecha abucheaba a los ministros socialistas en los entierros de las víctimas de ETA. Más personas aún recordarán cómo Aznar afirmaba en 1996 que la manifestación contra el asesinato de Francisco Tomás y Valiente era una manifestación contra la política antiterrorista del Gobierno de Felipe González. El mismo Aznar que en 1999 llamaría, en una concesión retórica, Movimiento Vasco de Liberación a la banda terrorista. Y el mismo Aznar que más allá de la retórica acercó presos y permitió la vuelta del extranjero de miembros de ETA. Y la misma derecha que estos días se moviliza contra Zapatero con más rabia que contra la propia ETA. Quizá, además, por parecidas razones por las que insultaban al presidente Suárez cuando, al comienzo de la democracia, asistía a los entierros de las víctimas de ETA.

No es que Zapatero esté haciendo algo distinto de lo que hicieron los anteriores presidentes de la democracia, es que el PP está haciendo lo mismo que hizo siempre, lo mismo que hizo la otra vez para llegar al poder: hacer oposición en materia antiterrorista. Un comportamiento poco leal y un mal negocio. Sólo quienes no creen en la democracia pueden pensar que en España las bombas cambian los Gobiernos, o las políticas de los Gobiernos.

Tan ciegos están en su querencia que ni siquiera se han preguntado qué efectos ha podido tener su comportamiento a lo largo de estos meses en el desarrollo y desenlace del proceso. Porque una cosa es que sean una oposición irresponsable y otra muy distinta es que sean una oposición inocua. Lejos de mi intención culpar al PP de lo que sólo son culpables los viles asesinos de ETA, sólo pretendo que se sitúen frente al espejo deformante que nos presentan a los demás, para que comprendan por qué tampoco nosotros nos reconocemos en ese espejo. Por otra parte, no hacemos ningún favor a nadie dejando que sobre nuestro silencio se apilen acusaciones infundadas, juicios de intenciones y lisas y llanas mentiras.

Históricamente ha sido una desgracia para España tener una derecha tan nacionalista y tan poco patriota. Tan inflamada en la retórica y tan mezquina en los hechos, tan deprimida, que hasta le reprocha al presidente que cultive la esperanza. Y sin embargo, toda la historia de nuestra democracia sólo se explica porque los demócratas tenemos una esperanza a prueba de bomba.

José Andrés Torres Mora es diputado y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE.

FIN

El País publica hoy una información interesante, perdida en las páginas interiores por causa del atentado de ETA y sus consecuencias, y que no quiero perder para el archivo del blog. Ahí va:

Hasta mañana en la Plaza de Colón

«Por la paz, contra el terrorismo», aunque sea con casco

El próximo 23 de enero se cumplen dos años de la última manifestación contra el terrorismo a la que asistieron unidos líderes del PP y del PSOE.

A la vista de las porras que militantes del PP llevaban en sus manos, en busca de la cabeza del ministro socialista José Bono, no es de extrañar que ambos partidos no volvieran a ir juntos. El País publica hoy esta foto que no quiso ver el juez Hidalgo al dictar su estrafalaria sentencia (ya recurrida) contra varios policías.

Han tenido que pasar dos años y dos asesinatos de ETA para que se presente de nuevo la triste oportunidad de que los dos partidos más grandes de España puedan ir juntos a otra manifestación «Por la paz y contra el terrorismo».

Ninguno de los dos partidos debe perder esta oportunidad de ir juntos contra el terrorismo de ETA.

El próximo sábado, a las 18:00 horas, lo sabremos quienes vayamos a la Plaza de Colón de Madrid para ver si se juntan o no nuestros líderes en un asunto tan principal.

¿Cientos de miles o 120.000 contra Zapatero?

Ya de niño, con el cerebro medianamente lavado por los frailes, me impresionaron mucho estos versos cómicos de un romance (creo que anónimo) sobre una contradicción recionalmente irresoluble:

¿Cómo es posible que, siendo Dios infinitamente poderoso y, a la vez, infinitamente bueno, pueda permitir que ocurran tantas desgracias, tanto sufrimiento evitable, tanta hambre, desigualdad, tortura, injusticia, etc, sobre la Tierra?

Una de dos: o no es tan poderoso como dicen mis frailes o no es tan bueno.

La respuesta me la dió este sabio romance de cariz peligrosamente racionalista:

«… vinieron los sarracenos

y nos molieron a palos,

que Dios ayuda a los malos

cuando son más que los buenos…»

Quizás, por eso, buena parte de la COPE, El Mundo, el PP, los profesionales de la política que viven (y a menudo abusan) de las víctimas, etc., tienen tanto interés en sumar mucha gente en la calle a favor de sus pancartas políticas.

Deben creer, como el autor del romance, que si llegan algún día a ser muchos más que los otros, entonces tendrán a Dios de su lado.

Al final, va a resultar que ser bueno o malo va a depender de los votos.

Sin embargo, esta vez me ha parecido ver pocos curas y monjas y ningún obispo en esa quinta manifestación contra el diálogo de Zapatero con ETA , aprobado por los representantes de la mayoría de los españoles.

Ambos diarios difieren hoy en sus portadas en la cantidad de manifestantes -lo que ya es habitual- y también en el objetivo que pretendían los convocantes.

El País, abajo:

Más de 120.000 personas se manifiestan en Madrid contra el diálogo con ETA

Sumario:

La cúpula del PP se suma a la manifestación

El Mundo, arriba:

Una gran multitud pide por quinta vez a Zapatero que no se rinda

Sumario:

Cientos de miles de personas, incluída la plana mayor del PP, contra la negociación con ETA

Como vemos, en El Paísvan:

«contra el diálogo con ETA»

mientras en El Mundo van:

«contra la negociación con ETA

Por el famoso romance, ya sabemos que las palabras las carga el diablo o Dios, dependiendo del número de personas que las digan o, quizás, -¿por qué no?- de lectores que las lean?

Y si dependiera del número de lectores… (¡ay!), Dios estaría apoyando… a los 2,5 millones que leen cada día 20 minutos y no a los 1,2 millones escasos que leen cada día El Mundo. (Este argumento no me consuela nada, porque en la edición digital El Mundo aún nos gana con mucha ventaja. Claro que la lanzaron diez años antes que 20minutos.es) El tiempo lo dirá.

¿Será verdad que los obispos, que hace exactamente un año pedían más dinero al Estado (véase El País, 26-11-05), están ya satisfechos con lo que han sacado de nuestros bolsillos, gracias a la generosidad o cobardía del gobierno socialista?

Por lo que veo, los obispos ya no hacen tanto ruido… a la vista.

¿Será por dinero o por la genuflexión de Moratinos ante su colega en el Vaticano?

Aquí pasa algo.

Dos artículos recomendables de El País (Domingo).

Uno es éste análisis de Javier Pradera:

Guerra y dictadura

LOS INCIDENTES PRODUCIDOS en el Valle de los Caídos con ocasión de una misa por el 31º aniversario de la muerte de Franco, por un lado, y la petición suscrita por cerca de noventa organizaciones de izquierda para que el proyecto enviado por el Gobierno a las Cortes el pasado 8 de septiembre en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura sea retirado del Congreso, por otro, ponen de relieve que el debate intergeneracional sobre las siete décadas pasadas continúa vivo. La iniciativa tendrá una agitada travesía parlamentaria; mientras el PP anuncia su rechazo frontal, ERC e IU anuncian sendas enmiendas a la totalidad. Y si los medios de la derecha presentan el proyecto como un acto de revanchismo, un informe de Amnistía Internacional descalifica su articulado como una especie de ley de punto final o de amnistía encubierta.

El proyecto de ley del Gobierno que amplía derechos y establece medidas en pro de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo será impugnado en el Parlamento desde la derecha y desde la izquierda

La propuesta gubernamental elude el título previsto de ley de memoria histórica y adopta un rótulo descriptivo referido al reconocimiento y ampliación de derechos y al establecimiento de medidas «a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura». Se trata de una decisión razonada: la exposición de motivos aclara que no es tarea de las normas jurídicas «implantar una determinada memoria histórica» o «reconstruir una supuesta memoria colectiva». Una vez excluido el empleo de esos estereotipos, reificadores de experiencias personales y diversas, la propuesta gubernamental opta por amparar la recuperación de la memoria personal y familiar, que incluye el derecho a la reparación de las injusticias sufridas en forma de condenas, sanciones o violencias «cualquiera que fuere el bando o la zona en la que se encontraran quienes las padecieron». Los recuerdos mantienen una singularidad individual, irreductible a una fantasmal memoria histórica -colectiva y monolítica- cuya voz sería monopolizada por los portavoces que se arrogasen el privilegio de hablar en su nombre.

Pero la batalla de las palabras desempeña un papel en las guerras políticas: la kilométrica denominación del proyecto gubernamental facilitará el regreso a los debates parlamentarios y a la prensa de la expresión memoria histórica con que ERC bautizaba en febrero de 2006 -añadiendo republicana y antifascista- su proposición de ley, rechazada después por el Congreso. Navegando entre los improperios derechistas, por planear una supuesta revancha simbólica frente a los vencedores de la Guerra Civil, y las denuncias izquierdistas, por no declarar de modo expreso la ilegalidad de la dictadura, la exposición de motivos del proyecto de ley reivindica, sin embargo, su voluntad de dar continuidad al espíritu de concordia y de respeto al pluralismo que guió a la transición e inspiró a la Constitución.

Desde el punto de vista de la reconciliación nacional, es lógico que los grandes beneficiados de la ampliación de los derechos y de las medidas económicas mencionadas en la norma sean los represaliados, encarcelados y exiliados por haber servido a la Segunda República o por haber luchado contra el régimen de Franco cualquiera que fuese su alineamiento (o el de su familia) durante la guerra, sin olvidar a sus deudos ni a los familiares de los fallecidos. El proyecto indemniza igualmente a los herederos de los muertos por la democracia entre 1 de enero de 1968 y 6 de octubre de 1977.

El proyecto regula también una miscelánea de materias: desde la localización de los desaparecidos hasta la doble nacionalidad de los brigadistas, pasando por el Valle de los Caídos, el Archivo de Salamanca y la supresión de los escudos conmemorativos de la Guerra Civil en los edificios estatales. Junto al polémico terreno de las cuestiones simbólicas, el principal tema de discordia entre el Gobierno y sus aliados girará en torno a las sentencias dictadas por tribunales militares en juicios sumarísimos; el invento sustitutorio de la nulidad de esos fallos, una «declaración de reparación y reconocimiento personal» que concedería un consejo elegido por el Parlamento, carecería de efectos jurídicos o de cualquier otro tipo y omitiría el nombre de los verdugos, parece una broma de los Santos Inocentes.

Y el otro es de John Carlin sobre la lucha contra el sida y sobre la situación de la mujer en Africa . Aviso: es largo, pero vale la pena leerlo:

REPORTAJE LA GRAN PLAGA

El hombre que plantó cara al sida

Gay, ex prostituto y enfermo, Zackie Achmat se ha convertido en una leyenda en la lucha contra la pandemia

JOHN CARLIN

26/11/2006

Los padres de Zackie Achmat eran musulmanes conservadores. Cuando él tenía 14 años prendió fuego a su colegio, se fue de casa y se ganó la vida durante una época como prostituto homosexual. Ateo declarado, con ideas políticas forjadas a base de una intensa lectura de las obras de Marx, Lenin y Trotski, contrajo el sida a los 28 años y fundó el primer movimiento de su país defensor de los derechos de gays y lesbianas. Su padre se fue a la tumba odiándole; su madre nunca logró sobreponerse a la vergüenza. Sin embargo, hoy, el propio Nelson Mandela le ha calificado como un héroe nacional en el país más golpeado por el sida del mundo. Porque no existe ninguna otra persona en Suráfrica, ni seguramente en ningún otro país, que haya dedicado tanto tiempo y energía, que se haya entregado de forma tan desinteresada a la guerra contra el sida; que haya sacrificado tanto para ayudar a tantos.

Achmat es un emblema de la lucha global contra un virus que ha infectado a 40 millones de personas

900 personas mueren cada día en Suráfrica por sida, y otras 1.000 resultan infectadas

«El riesgo de difusión del sida es mayor en países en los que hay excesos sexuales pero no libertad sexual»

«El hijo de Mandela murió de sida, y él lo anunció al mundo para combatir el tabú del sexo y el sida»

La inmigración y la desigualdad entre sexos favorece la enfermedad en India, China y Rusia

«Si disminuye la violencia contra las mujeres, el resultado será una contención de la epidemia».

Achmat, nacido en 1962, despierta la misma admiración fuera de su país y es reconocido entre los activistas del sida como un emblema de la lucha global contra una enfermedad que hoy padecen 39,5 millones de personas, 4,3 millones más que a finales del 2005, según la ONU. Mañana mismo,

Achmat, que ha sido nominado para el Premio Nobel, hará una intervención ante el Banco Mundial en Washington en la que propondrá que combatir el sida no debe ser sólo prioridad para los países pobres más afectados -o incluso países grandes en peligro como China, India y Rusia -, sino que tiene que ser una responsabilidad compartida. Todos deben aportar apoyo político y económico, dirá, porque no hacerlo en un mundo interdependiente, de fronteras más y más porosas, impactará de manera imprevisible en la prosperidad y seguridad de todos.

Achmat, coincidiendo con el inminente Día Internacional del Sida, hizo un análisis para EL PAÍS de la situación actual. Destacó que, aunque el número de víctimas del virus no deja de crecer, hay motivos para el optimismo, principalmente debido a que los avances científicos se empiezan a aplicar por fin en África, donde viven tres cuartas partes de las víctimas, pero un millón de personas ya tiene acceso a los medicamentos antirretrovirales que hace tiempo son accesibles a todos en los países ricos.

Achmat lleva ocho años dirigiendo una organización llamada Campaña de Acción para el Tratamiento (en inglés, TAC), que se ha dedicado en gran medida a presionar a su Gobierno, a la industria farmacéutica y a la opinión internacional para que se acabe con la desigualdad en el acceso al tratamiento para el sida en países ricos y pobres. La TAC es al sida lo que el partido gobernante de su país, el Congreso Nacional Africano (ANC), del ex presidente Mandela, fue al apartheid. Y así como en los tiempos de lucha de Mandela, Suráfrica era símbolo mundial de la discriminación racial, hoy Suráfrica ofrece el ejemplo más deplorable de cómo reaccionar ante la epidemia.

Mandela declaró en una famosa ocasión que estaba dispuesto a dar la vida por su causa. Achmat ha estado todavía más cerca que Mandela de dar la suya. Durante años se negó a tomar la medicación antirretroviral que podía salvarle la vida porque los fármacos no estaban al alcance de los surafricanos pobres. Mandela le pidió personalmente en 2002 que cediera, pero hubo que esperar al año siguiente, cuando el Gobierno de Thabo Mbeki relajó su perversa postura contra el tratamiento antisida, para que Achmat -con la enfermedad plenamente desarrollada y al borde de la muerte- empezara a tomar las píldoras de Lázaro.

Desde entonces ha sufrido un ataque al corazón que volvió a ponerle al borde de la muerte. Sin embargo, durante la entrevista celebrada esta semana, irradiaba el optimismo y la buena salud de un hombre que ha visto sus esfuerzos recompensados, que ha ganado batallas contra su Gobierno y contra la industria farmacéutica internacional, ya que ha ayudado a dividir por 25 el precio de los fármacos antisida en Suráfrica desde que fundó la TAC, en 1998. Que las cosas parezcan estar cambiando, que el Gobierno surafricano esté sacando, por fin, la cabeza de debajo del ala, se debe más que nada al activismo de Achmat, que vivió buena parte de su adolescencia en la cárcel (incendiar su colegio fue uno de los muchos actos de protesta política y por el que estuvo nueve meses incomunicado cuando tenía 15 años) por su militancia en el ANC, que pasó los años ochenta en la clandestinidad en nombre del ANC y que ha dedicado los ocho últimos años de su vida a combatir la postura del Gobierno del ANC respecto al sida. Y está ganando.

Mbeki parece aferrarse todavía a la posición de «negar la evidencia» cuando asegura que el virus del sida no mata, que los fármacos antirretrovirales hacen más mal que bien y que la remolacha y el ajo son la mejor cura para la enfermedad. Pero la presión política en su país y fuera de él -en gran parte generada por la TAC- ha alcanzado su masa crítica, y tanto él como, sobre todo, los futuros aspirantes a la presidencia dentro de su propio partido se han visto obligados a cambiar de rumbo y sumarse a la ortodoxia internacional sobre la materia. Hay muestras de una revolución silenciosa en la política sobre el sida dentro del Gobierno de Mbeki, indicios de que se preparan medidas radicales para mejorar el acceso a tratamientos antirretrovirales y para que el Gobierno abandone su retórica confusa, engañosa, cuyas consecuencias muchos consideran criminales dentro y fuera de Suráfrica.

A pesar de que el número de personas infectadas de sida es sólo comparable al de India, un país con una población 25 veces mayor, el panorama nunca ha sido tan esperanzador para la campaña de la TAC. Tanta energía positiva desprende Achmat -lleva, como siempre que aparece en público, una camiseta negra con las palabras HIV-Positive estampadas en el pecho, en grandes letras blancas-, que incluso logra sacar algún consuelo de las abominables cifras del sida en Suráfrica, las peores en un continente al que se atribuyen dos tercios de los casos mundiales; un país en el que 900 personas mueren de la enfermedad y 1.000 resultan infectadas cada día; que alberga a 5,5 millones de los seropositivos de todo el mundo; en el que el sida ha acabado ya con 1,5 millones de vidas.

«Las víctimas del sida, sólo en Suráfrica, son mucho más numerosas que las de la guerra de Irak», explica Achmat, que habla del tema sin parar durante cuatro horas -primero en un restaurante, ante una cena baja en colesterol (por su corazón) y sin alcohol (por el sida), y luego en su casa hasta altas horas de la noche-, con buen humor, con lucidez y con una pasión inagotable. «Pero aquí hemos hecho tan mal las cosas, somos un ejemplo tan claro de cómo no actuar ante la epidemia, que ofrecemos una buena lección al mundo que todos los gobiernos deberían estudiar».

«La gran lección sobre cómo no hacer las cosas está aquí». Lo que Achmat recomienda es estudiar el caso de Brasil, el país en vías de desarrollo que ha afrontado la enfermedad de forma más admirable.

Suráfrica y Brasil se parecen en muchos aspectos: los dos países tienen inmensas desigualdades entre ricos y pobres, son prósperos y dinámicos en comparación con sus vecinos y, a principios de los noventa, estaban prácticamente en el mismo nivel de sida. Para explicar lo que ha sucedido desde entonces, qué radicalmente distintos han sido los métodos utilizados por los dos, Achmat recurre a un gráfico que ha incluido en la intervención programada para mañana ante el Banco Mundial. El gráfico muestra dos curvas; una es la incidencia de la muerte por cada 100.000 mujeres entre 15 y 64 años en Brasil, y otra la del mismo grupo en Suráfrica. La curva brasileña es la que se podría esperar en cualquier país normal: asciende lentamente y se hace más brusca cuando el grupo de edad supera los 50. La curva surafricana es tan pronunciada cuando las mujeres están en plena edad fértil como a los 60 años.

En general, el número de muertes entre los hombres y mujeres del grupo de edad de 30 a 34 en Suráfrica es más elevado que ningún otro. «Nosotros nos hemos equivocado en todo y Brasil ha acertado en todo: unos dirigentes que han sentado un claro ejemplo, haber sabido combinar la prevención con el tratamiento, invertir el dinero necesario, mostrar, como sociedad, una actitud saludable respecto al sexo. Lo que quiero decir es que a Brasil no le acompleja que sus habitantes practiquen mucho el sexo. A diferencia de Suráfrica, donde también hay mucho sexo pero se ve la hipocresía y el rechazo desde las alturas». Achmat lo explica con una fórmula: «Beatería pública y permisividad privada». Mientras que en Brasil, dice, la permisividad es tanto privada como pública. «El problema, el riesgo de difusión del sida, es mayor en los países en los que hay excesos sexuales pero no libertad sexual; en los que es tabú hablar de sexo, pero a las mujeres se las trata de manera abominable».

A Achmat, cuya militancia le ha ganado el odio de peligrosos radicales musulmanes en Suráfrica, le horroriza lo que considera la peligrosa insensatez de las religiones que no son capaces de abordar con honradez la cuestión del sexo. «Lo malo es que se confunde moralidad con sexo, se eleva el sexo a la categoría de máxima inmoralidad. Y todavía peor es cuando la gente es permisiva pero pretende que no lo es. Lo que ocurre, yo creo, es que luchamos cada día para tener una nueva Ilustración. Porque la Ilustración significa democracia, razón, ciencia, igualdad, respeto al individuo. En la guerra contra el sida debemos librar esa batalla cada día».

Para Achmat, el gran defensor de esa Ilustración de nuestros días ha sido Nelson Mandela. «¡Eso es ser un dirigente! Ningún otro político surafricano ha hablado más abiertamente ni con más prudencia sobre el sida. En 2003 apareció en el estrado, en una concentración de la TAC, con una de estas camisetas de HIV-Positive. ¿Sabe lo que significa eso en un hombre que se crió en los años veinte y treinta, en un hogar tradicional, rural, aristocrático, que estuvo 27 años en prisión y que, en muchos sentidos, se comporta como un caballero victoriano del siglo XIX? ¡Y luego su hijo muere de sida y él da una rueda de prensa para anunciarlo al mundo, precisamente para combatir el tabú del sexo y el sida! En cambio, aquí, en Suráfrica, mueren 1.000 personas al día y nuestros dirigentes actuales, ni una palabra».

Sin embargo, las cosas están cambiando en Suráfrica. «Ha habido una gran transformación, y el próximo presidente no tendrá más remedio que hacer que el sida sea una gran prioridad. En comparación con 1988, el año en el que se celebró el primer Día Internacional del Sida, hemos avanzado enormemente en cuestión de tratamientos, uso de condones, investigación, y -cosa muy importante- cada vez se es más consciente de que existe una relación entre desigualdad entre sexos y sida; que si se disminuye la violencia contra las mujeres y ellas adquieren más independencia económica, el resultado será una contención de la epidemia».

También se dedica mucho más dinero a combatir el sida. Pero no es suficiente, el 50% de lo que se necesita en todo el mundo, dice Achmat, que considera «obscena, escandalosamente obscena» la desproporción entre el gasto dedicado a la llamada guerra contra el terrorismo y el dedicado al peligro mucho más claro e inminente representado por el sida y otras enfermedades que siegan la vida de los pobres, como la malaria y la tuberculosis.

No obstante, Achmat termina las cuatro horas de conversación en un tono esperanzado, como corresponde a un momento en el que parece encontrarse en el umbral de una famosa victoria, la de haber contribuido a cambiar por completo las políticas sobre el sida que han hecho de Suráfrica un caso perdido y un ejemplo vergonzoso para el resto del mundo. «Creo que el movimiento creado en torno al sida, no sólo aquí, sino también en el resto de África, ha engendrado un grado de solidaridad social y motivación común que no se había visto ni siquiera hace 50 años, durante los movimientos africanos de independencia. Creo que sobre las cenizas del sida podemos construir unas sociedades más democráticas y fuertes, como ocurrió en Europa tras la II Guerra Mundial».

La gran injusticia -una de las más grotescas del mundo- es que una enfermedad que ya es sólo crónica y en gran medida asintomática en Europa y en Estados Unidos, sigue siendo mortal en África. El gran objetivo es que se deje de discriminar a los países pobres en materia de salud; que tanto en África como en otros continentes en los que existe la amenaza de que el sida adquiera dimensiones africanas se logre la igualdad.

Achmat sabe que la victoria está lejos, que la guerra será larga, que todavía existen grandes peligros y será preciso matar más dragones, pero él mismo ha resurgido de las cenizas. Es inteligente, ambicioso, astuto y dinámico, y después de haber logrado victorias en el campo de batalla del sida más duro de todos, el de Suráfrica, después de haber derrotado él mismo a la propia muerte, su fe de ateo le dice que, a pesar de tanto sufrimiento, todo es posible.

Aún hay salvación para China, India y Rusia

LOS GOBIERNOS de China, India y Rusia, tres países que Achmat considera al borde de una catástrofe sin precedentes por lo que respecta al sida, aún tienen tiempo de actuar. «Los conocimientos y los tratamientos médicos están mucho más avanzados que cuando empezó a extenderse la enfermedad en Suráfrica, hace 10 años, y los medicamentos son muchísimo más baratos». Los motivos de alarma en estos países no tienen que ver sólo con que los casos de sida estén aumentando. «Tienen en común con Suráfrica dos factores que favorecen la epidemia: vastos movimientos de mano de obra inmigrante y una terrible desigualdad entre los sexos», explica Achmat.

Los trabajadores que están lejos de sus familias no sólo tienden a mantener relaciones sexuales superficiales en los centros urbanos en los que trabajan, sino que, cuando vuelven a sus hogares rurales de vacaciones, contagian la enfermedad a sus esposas. Por eso es por lo que el VIH, además de extenderse por toda Suráfrica, ha causado «estragos», según Achmat, en países pobres y exportadores de mano de obra del sur del continente, como Malaui, Lesoto y Mozambique. «Si se piensa que, en los momentos de máxima afluencia, Suráfrica ha tenido 1,5 millones de trabajadores inmigrantes, y que en China hay 135 millones, que en su mayoría viven en grandes recintos urbanos, y muchos de los cuales son -un factor de riesgo más- mujeres en edad de tener una vida sexual activa, es fácil ver las posibilidades de catástrofe».

Por lo que respecta a India, no sólo existen también grandes migraciones internas, sino que las clases medias viven en un rechazo de la realidad que es peligrosamente retrógrado. «Las clases medias jóvenes y florecientes siguen pensando que el VIH es cuestión de los homosexuales y de las trabajadoras del sexo», dice, al tiempo que destaca que hace 15 años la gente pensaba lo mismo en Suráfrica, pero que hoy las mujeres jóvenes de su país tienen cuatro veces más posibilidades de resultar infectadas que los hombres. «Lo irónico es que India es el mayor productor mundial de fármacos para el tratamiento del sida y, sin embargo, la gente es muy ignorante sobre la enfermedad». Por ahora, India está empatada con Suráfrica en cuanto al número de infectados, alrededor de 5,5 millones cada una. «Dado que tienen más de 1.000 millones de personas, esa cifra es menos del 0,5% de la población. Imagínese si alguna vez llegara al 10%, como aquí… E imagínese si tuviéramos porcentajes semejantes en China, las consecuencias que eso tendría en países como Vietnam, Camboya, Birmania, tal como hemos visto con los vecinos de Suráfrica. Por no hablar de la sangría de recursos a medida que la demanda de tratamiento adquiera proporciones masivas».

Rusia, cuyas posibilidades de desastre también ha estudiado Achmat, posee además un enorme problema de consumo de drogas por vía intravenosa, que se suma a un machismo desenfrenado y a inmensas oleadas migratorias de trabajadores que van del campo a unas ciudades en plena expansión. «Está claro con qué fuerza se está propagando la enfermedad en Europa del Este», advierte Achmat, que empezó a predicar la catástrofe en su país a principios de los noventa y que trágicamente ha resultado tener razón.

«El gran temor es que esos países sigan los pasos de Suráfrica, así que más vale que confiemos en que lo ocurrido aquí les sirva de advertencia», dice Achmat. «Una de las mejores cosas que pueden hacer todos los países en peligro de sufrir una epidemia similar», según Achmat, «es estudiar con detalle el ejemplo de Suráfrica».

Un Plan Marshall contra el sida

Achmat explica el argumento que piensa plantear mañana en el Banco Mundial y en el que seguramente va a seguir insistiendo, todavía con más fuerza, en años venideros: que lo que se necesita ahora en esta África asolada por el sida es el equivalente al Plan Marshall en Europa. Y que tiene sentido económico crear un fondo de reconstrucción para levantar «sociedades más democráticas, más responsables, en las que estos horrores no vuelvan a producirse».

«Contamos con las herramientas básicas para iniciar un Plan Marshall en África. Tenemos a la gente de nuestro lado», asegura el activista surafricano, que ha trabajado más que nadie para concienciar a la población sobre el sida y movilizar a los ciudadanos para que luchen por sus derechos. «Lo que necesitamos ahora es la dirección y los recursos necesarios». Es decir, como explicará mañana en Washington, que los países ricos deben dar más dinero, que hay que gravar con impuestos especiales a las clases medias y ricas, que las grandes empresas tienen que pagar, que los científicos tienen que colaborar y no competir -como ahora- para hallar una vacuna contra el sida, y que los Gobiernos deben ofrecer incentivos para animarles a hacerlo. Y que todo esto lo deben hacer los países ricos no sólo por obligación moral, sino por lógica política y económica.

Partiendo de la premisa de que las enfermedades como el sida que devastan los países africanos contribuyen a la pobreza, eliminando a la gente joven, de cuya mano de obra depende el progreso, Achmat argumenta que pagar ahora representa ahorrar mucho más a medio y a largo plazo. En una época en la que la migración masiva de los países pobres a los ricos genera tantos problemas, unirse de manera decidida a la guerra contra el sida es, para los países ricos, una cuestión de proteger sus propios intereses.

¿Merece o no merece este hombre el Premio Nobel?