Muchos todavía seguimos pensando en lo que vivió la menor ecuatoriana agredida en el metro de Barcelona, lo relacionamos con vivencias personales que hemos tenido en España, y sentimos temor de volver a ser el blanco de una acción xenófoba, pero lo importante es superar eso y aprender a vivir sin miedo.
Mi experiencia personal fue enfrentarme a un vigilante de seguridad cuyos compañeros estaban maltratando a un compañero de trabajo, durante la cobertura de la votación de los ecuatorianos que eligieron a su actual presidente desde España, en octubre del 2006.
Todo empezó porque mi compañero y yo tardamos en salir del recinto electoral (el Palacio de Deportes de Madrid), porque estábamos sacando las últimas fotos. Los vigilantes se pusieron agresivos y se colocaron guantes negros para empujar a mi compañero fuera del lugar y ante su reclamo, cuatro guardias se ocuparon de someterlo a la fuerza.
Yo traté de hacer una foto de la agresión y entonces uno de los vigilantes trató de arrebatarme la cámara fotográfica –que pertenece al periódico para el cual trabajo-. Mi mente se programó para dialogar con este hombre y convencerlo de que estaba cometiendo un abuso, pero en cuestión de segundos estábamos envueltos en un griterío, mientras él tiraba de la cámara. Cuando me la quitó, yo lo seguí para pedirle que me devolviese la cámara del periódico, y él se paró y me dijo: “¿quieres la cámara? Y ante mi respuesta afirmativa la lanzó al suelo. Casi un año después vino un juicio por malos tratos y nosotros lo ganamos, pero mucho antes de esta sentencia ya habíamos ganado. La clave fue despertarse al siguiente día sin miedo, mirar a los ojos a todos los vigilantes de seguridad y dejar de generalizar, es decir, no todos están en contra mía. Otra de las claves es dejar de diferenciar entre ellos, los españoles, y nosotros, los extranjeros. Al final todos vivimos en el mismo lugar, desempeñamos un trabajo, pagamos impuestos, sufrimos los incrementos de precio en el supermercado y no llegamos a fin de mes. No somos dos bandos enfrentados. No sigamos pensando que va a llegar nuestro Sergi personal y aprendamos a vivir sin miedo.