No os voy a hacer sufrir, más que nada porque no sufrís, porque ya lo sabéis: Laura ha ganado Gran Hermano 12.
Y dicho esto, que es tan sorprendente como que te venga un tío con unas alitas en la espalda y te diga que estás embarazada de Dios, pasemos a resumir la final de Gran Hermano 12:
La cosa comenzó con un duro golpe para el que ha sido uno de mis grandes mitos, mi orgullo, mi estrella polar, mi guía: Marceliano fue al plató.
Y no sólo me decepcionó por claudicar e ir al plató, sino porque lo hizo sin violencia ni nada, sin su amiga la de los ojitos negros, sin unos cócteles molotov, sin un palo con clavo atravesado… Na, ni un triste escupitajo echó el señor.
Esta ha sido sin duda, la final de Gran Hermano con peor rollo de toda la historia. He visto funerales en los que el muerto estaba más alegre al salir de la capilla que éstos tres finalistas al salir de la casa. Pero claro, Gran Hermano contribuyó a que eso fuera así.
Resulta que nada más empezar la gala, sin avisarles ni nada, les pusieron a Marcelo y Laura el vídeo de su última bronca, a sólo tres días de la final. Ya sabéis, fue una discusión de esas en las que cada contendiente pretende hacer ver al otro de forma educada y argumentada, que su parecer es erróneo y que debe retractarse de las opiniones vertidas.
Vamos, que se pusieron de puta pa’rriba.
«Qué vergüenza», decía al verlo Marcelo. «Cómo me pasé», decía Laura. «No me gusta nada ver esto«, insistía Laura, como si no fuera ella la que salía berreando en el vídeo. «Que bochorno», espetaba Marcelo, como si nunca se hubiera tirado un pedo.
Milá dijo que la organización de Gran Hermano estuvo a punto de cancelar la final a raíz de esta bronca, pero no se lo cree ni ella. Y los fabricantes de armamento estuvieron a punto de ponerse a fabricar piruletas después de la segunda guerra mundial, no te digo…
Laura lloró al ver el vídeo, Marcelo lloró al ver el vídeo. Creo que es porque al bajar de la garganta sus respectivos huevos u ovarios (que se habían puesto de corbata al oír que se pudieron quedar sin la final) éstos tocaron los lacrimales, que se activaron (sí, sé que es difícil, pero los tocaron).
Y como en lugar de acabar la bronca acuchillándose en el patio de la casa, Marcelo y Laura acabaron haciendo las paces, pues esa misma organización que estuvo a punto de declarar desierto el premio decidió perdonarles y olvidar el asunto. ¡YUJU!
Y entonces, Marceliano llegó al plató. Milá le anunció como si fuera un concursante, pero como ella es así, aprovechó las primeras palabras que le dijo para echarle la bronca.
Aprovecho para decir que Marceliano me ha decepcionado. Yo quería ver a un hombre de las cavernas con un basto en la mano. Es más, quería ver a Marceliano con un par de ametralladoras liándose a tiros. Es más, quería ver a Marceliano vestido con lencería fina y contoneándose. Ninguna de mis fantasías se cumplió.
Ah, amigos, la vida a veces te regala un dulce entre las amarguras de la vida. En este valle de lágrimas encontramos algo con lo que descojonarnos: la cara de Marcelo al saber que se quedaba en tercera posición. ¡¡A LA CALLE MARCELO!! Y es que él, que se pensaba que era más querido que las pesetas, fue el menos votado.
Lo que no sabía Marcelo es que hay un extraño hongo llamado cerebro que ha estado acabando con las carpeteras, atacándolas y dotándolas de ese efecto secundario de tener cerebro llamado sentido común. Dios no quiera que nos pase a nosotros.
El caso es que sólo el 10,2% de los votos fueron para Marcelo. O sea, que le votó sólo su tía la poseída y su familia. Y es que sólo la gente de tu familia es capaz de ver como te pasas cinco meses tirándote pedos dentro de una casa y seguir queriéndote. Todavía hay científicos que piensan que Marcelo es un enviado de los extraterrestres y que sus ventosidades ocultan un código para poder viajar a otros planetas. También hay científicos que piensan que Marcelo es un cerdo.
Por fin, supimos que la ganadora de Gran Hermano 12, tras 144 días en la casa, es Laura. Desde ese momento, todas las agencias aeroespaciales del planeta han registrado un aumento del 10.000% de los contactos con OVNIS, ya que todas las razas de las galaxias cercanas se vinieron a la tierra a ver qué pasaba, pues oyeron el grito y estaban preocupados.
Además, en el plató de Gran Hermano, anoche se batió un récord Guiness. Un juez de ese prestigioso listado de sandeces estuvo allí para certificar que el vestido de Lydia era el más feo de la historia, por delante de los estilismos de Paco Clavel en su época más chunga.
Pusieron un vídeo resumen de este Gran Hermano que parecía un tráiler de una película para adultos. De hecho, están pensando en usarlo en las facultades de ginecología para enseñar el funcionamiento del aparato reproductor.
A Laura, al pasar por el pasillo de salida, flanqueado por fans histéricos de dudosa ocupación, casi se la llevan por delante con los achuchones, tirones y empellones que le pegaban. No sé si querían felicitarla o descuartizarla. Quizá querían felicitarla descuartizándola.
Maspedo llegó entonces al plató. La entrevista habría sido más interesante si Marcelo se hubiera pintado una carita en el culo y hubiera dejado que sus cuescos hablaran por él. Los besos que se dio Marcelo con los padres de Laura fueron igual de cálidos que un palito de merluza congelado.
Marcelo recordó con cariño su paso por Camboya y cómo contribuyó al desarrollo energético del país, colaborando a un aumento del 200% de su producción de gas. En ese país tienen ahora reservas de metano para ocho años. Y es que el culo de Marcelo, amigos, es mejor que cualquier ONG.
Pudimos ver el tradicional vídeo de Mercedes Milá diciendo groserías (y no como yo, que soy muy fino) en las pausas de publicidad de las galas. Entre sus afirmaciones destaca: «Soy muy puta, yo». Nada, nada, eso es lo que hay que hacer a partir de ahora en las entrevistas de trabajo: «Hola buenos días, tengo carrera, inglés nivel medio y soy muy puta yo».
Cabe destacar la bronca que se montó entre Marcelo, Terry y Patricia, en el que éstas le pusieron a parir y a las cuales Maspedo no supo qué responder.
Una rata planchada entró entonces en el plató, adornada con Yago, que iba debajo. La entrevista a Yago no existió (26,7% de los votos). Fue absolutamente ensombrecido por Marcelo, Chari, Rubén y Laura. Es más, en un momento dado, Milá le largó de la mesa de entrevistas y se quedó solo con los to(n)titos.
Pusieron un vídeo de Yago hablando de Silvia, su ex, que le ha defendido en el plató. Los tres se quedaron tiesos, Silvia, Yago y la rata atropellada. También pusieron un vídeo de Yago hablando de su otra ex, Yola Berrocal. Sólo extractaré esto de las palabras de Yago: «Yo sólo vi tetas». Tremendo observador, el amigo Yago.
Laura llegó al plató. Sus amigas, que podrían hacer de extras en Yo soy la Juani sin tener que caracterizarse, fueron a recibirla, así como sus padres y demás amigos/conocidos gorrones.
Lo primero que dijo la jodía fue: «están diciendo cosas feas de Marcelo fuera, dicen que es un falso conmigo, que ya veré los vídeos, pero yo no les hago caso». Pero sí, sí que lo hizo.
Laura ha sido la ganadora de Gran Hermano más tristona de la historia del concurso. Puso cara de vinagre nada más entrar y ya no se le quitó en toda la noche. Bueno, sí, cuando al oír los porcentajes les dijo a sus compañeros finalistas: «¡¡Os he fundido chicos!!». Así, en plan deportivo.
Nos pusieron un vídeo de Yago pasándolas canutas aguantando a la parejita. La CIA se ha interesado en eso como fórmula de tortura. Cogerían a los prisioneros y los pondrían a convivir en una casa con los to(n)titos. Los detenidos confesarían hasta haber provocado diluvio universal.
Por fin vimos al Samu. Es un poligonero como dios manda, con brazos como cuellos de toro y camisa tres tallas más pequeña. A Marcelo se le pusieron los huevos en órbita. En la estación espacial internacional aún se preguntan qué eran esos cometillas que vieron pasar.
Laura se justificó diciendo que le dijo muchas veces a Samu que no estaba enamorada y que discutían mucho. «Marcelo me ha tratado como una reina a pesar de las discusiones», dice Laura. Esta muchacha debe pensar que a las reinas se las trata como a las cacas. De hecho, según el concepto que Laura tiene de las reinas, Doña Sofía se pasa la vida comiéndole los pedos a Juan Carlos I.
Marcelo se reiteró: Tienen proyectos de vida diferentes, él no puede ofrecerle lo que ella quiere y menos en Málaga. Pero Laura no se ha enterado. «El te está diciendo clarísimo que no cuenta contigo», le aclaró Milá a Laura.
«No estoy preparado para una relación 100%», dijo Marcelo. Vamos, que se quiere tirar a todo lo que pille y pasa de que Laura sea un lastre.
Y con Ángel entregando a Laura el maletín de la pasta (que tenía toda la pinta de estar vacío) se acabó la duodécima edición de Gran Hermano.
Pero nada, no os pongáis tristes, que el jueves que viene comienza «El Reencuentro», con los personajes más peculiares de los realities de Telecinco. ¡¡¡Y LO SEGUIREMOS EN ESTE BLOG, COMO ESTÁ MANDADO!!!
En cualquier caso, mil gracias por haberme leído, por haberme animado e incluso por haberme puesto a parir.
Nos vemos el jueves.
GUS