Es horroroso.
Que la S.g.a.e se pase la vida jorobando con lo de la piratería y no diga nada de esto…
Hablo, queridos amigos, de la prueba semanal, en la que se tienen que pasar el día cantando, para aprenderse las letras de las canciones, que luego interpretarán sin el karaoke el último día.
Pero antes de meternos de lleno en el análisis de las puñaladas que los concursantes le dan a las canciones, nos ocuparemos del culebrón Indhira-Carol.

Lo he visto en GH 24
Indhira ha tirado la toalla, o al menos trama algo. Se pasa el día en chándal por la casa, con unas zapatillas rosas y comiendo como si le fuera la vida en ello. Mientras, Carol se pone para estar por el salón como el que se va de fiesta por la noche.
A Arturo se le van los ojillos y el otro día le tiró un pellizco a la morena… Teniendo en cuenta que como mínimo les quedan juntas otros diez días, ya se lo puede tomar con calma Indhira.
Y ahora, amigos y amigas, analicemos la manera de cantar de los concursantes:
GERARDO: Es como si en lugar de cantar estuviera intentando sacarse una espina de la garganta. Eso sí, el tío pone voz y cara de galán y alarga las «s» unos 15 segundos cada vez. A mi me recuerda al tapicero que pasa con la furgoneta por mi barrio: «El tapicero en su propio domicilio, se tapizan sillas, tresillos, descalzadoras…».
INDHIRA: Sale a cantar con las citadas zapatillas rosas de andar por casa. Oírla se parece mucho a escuchar como estrangulan a un gato. Pero el glamour que no falte, que para eso la ama España, y hace gestitos con el micrófono como Britney Spears, eso sí, en sus malos tiempos. El día menos pensado se rapa la cabeza.
ARTURO: Canta igual que hace el resto de las cosas: como un flipado. Parece un pastillero que se anima a cantar porque le están grabando los de Callejeros. Es una mezcla entre Julio Iglesias y Pocholo. Los demás le miraban e intentaban seguir el ritmo de la canción con la cabeza, pero no podían. No daba una el tío. No se ha cumplido lo de «Arturo, dos cantantes por un duro».

Lo he visto en GH 24
ÁNGEL: Es el que lo hace un poco mejor, aunque sólo sea porque se pasa la vida por la casa cantando. Eso sí, hoy ha salido con un gorro negro que parecía Darth Vader en un karaoke. El tío es el rey del falsete, como el lado oscuro de Bustamante.
LAURA: No importa cuál sea la canción ni la melodía, ella lo rapea todo y con el mismo tono. Esta mujer piensa que afinar es sacarle punta a un lápiz. Además, va tan deprisa que la letra se le acaba siempre antes que la canción. Hoy el cámara, que debe estar amargado, se ha arrancado a mover la cámara arriba y abajo. Parecían las trompetas del Apocalipsis y el terremoto final.
CAROL: Creo que esta muchacha sube a cantar bebida. Mucho. Es como una cantante de rancheras que fracasó en la clínica de desintoxicación. Creo que le ha llamado la CIA para que vaya a las cárceles secretas a torturar a los presos. A mi me la ponen y confieso hasta la muerte de la madre de Bambi.
SISCU: Parece que más que cantarte está pensando en partirte la cara, en plan me has mirado mal el La sostenido, te mato. De cada 4 estrofas, se pierde en una. Eso sí, para darle ritmo canta sin camiseta, pero con la mano libre metida en el pantalón (en el bolsillo).
SARAY: «La voy a hablar» dice antes de que empiece la canción, y eso hace. En el trabajo, cantando los números del bingo, no le debe ir mal, pero aquí… El caso es que no entona mal, pero le toca una canción en inglés y es como si cantara Marianico el Corto.
TATIANA: Se sube con unas pedazo de gafas de sol que acomplejarían hasta al Chaval de la peca. Creo que en el mundo de la canción hay un hueco para ese acento rusandaluz. Eso, si cuando canta no pareciera una sesión de espiritismo que ha salido mal y ha acabado con la médium cantando el Asturias Patria Querida.
CAROLINA: No sé cómo definirla. Canta como Michael Jackson, pero ahora. Es que más que cantar parece que está hablando por teléfono, cosa que no me extraña, teniendo en cuenta que se pone el micro en el hombro… Ha cantado la de «Dueeeeeleeeeeee, y dueeeeeeeeeeleeeeeeee». Con toda la razón, era como oír cantar a alguien en la consulta del dentista, mientras le pasan el torno por la encía.
TOSCANO: Es algo así como Carmen de Mairena constipada. Si le oyera Leonardo Dantés se arrancaría las orejas. El tío canta y es como si estuviera encargando una hamburguesa doble por el micro del Burguer. Creo que la máquina de karaoke ha pedido la baja por depresión.
PILARITA: Ay, Dios. Es como una Amy Winehouse que se hubiera caído en un tanque de agua oxigenada y tras el cambio de color de pelo se hubiera ido de juerga para salir después a cantar. Es como oír cantar misa, pero de la satánica. No se, como si la estuvieran estrangulando y hubiera decidido morir cantando. Si la oyen los músicos del Titanic hunden antes el barco.
En fin, que un desastre. Y además, ya os digo que no pasan la prueba, porque uno de los requisitos es que cantaran con entusiasmo…