Tranquilos todos: lo de las evacuaciones no va por lo de hacer de vientre, sino por lo de abandonar un lugar de forma precipitada. Pero empecemos por el principio:
La cosa comenzó con Milá mostrándonos un jardín secreto entre las dos casas, a lo Alicia en el país de las pirulillas, porque lo único que faltaba eran enanitos verdes montando en dragones del color del arco iris.
Después, en GH 12 decidieron ponerme de mala leche y le dedicaron un monográfico a Julia, esa mujer de la boca llena de mierda (según sus propias palabras y segun lo que sale por ella). En fin, para qué os voy a contar, bronca tras bronca con todos menos con Eduardo, que es su perrillo faldero.
Y fue al principio de la gala cuando vimos a Lydia bailando en un altillo (des)vestida con un trikini rojo y bailando con los brazos tiesos y las manos caídas a lo perrito pidiendo comida en la mesa. Qué estilo, señores, lo mismo la hacen coreógrafa de la Compañía Nacional de Danza.
Y entonces llegó lo de las evacuaciones. La voz del Súper se hizo oír en las dos casas, para decir, con una sirena chicharrera de fondo, que eso no era un simulacro y que tenían que hacer sus maletas lo más rápido posible, porque debían evacuar la casa. Movidón.
Los cutres de los frikis no sólo hicieron sus maletas, sino que hicieron un hatillo, porque arrasaron hasta con la comida de la nevera, todo metido en bolsas de basura, los jodíos.
Y entonces llegó la alegría de la noche:
¡¡¡JULIA A LA CALLE!!!
Y encima en plan humillación, porque se medía a la que ella llama el monstruo: Patricia. Ya os adelanto que Patricia tampoco es que me caiga bien, que parece que está fumada todo el día, pero vamos, saliendo Julia, alegrón de que se quedara.
Poco después comenzó la operación evacuación, que básicamente consistió en que todos los habitantes de Gran Hermano cambiaron de casa. O sea, que ahora los guays están en la moderna, la blanca, y los frikis han recuperado la casa del jacuzzi.
Llegó entonces una de las cosas más surrealistas que he visto en Gran Hermano. Como salvada de la expulsión, a Paticia le correspondía el honor de visitar el jardín secreto. En ese lugar, en el que te despiertas sin aviso y te da un síncope del miedo, entró la muchacha por una gatera, como Patricia en el país de las empanadillas, porque esta chica se empapa menos que un impermeable.
El caso es que allí se le puso a hablar un olivo, así, como quien no quiere la cosa, con una voz como si le hubieran rascado las cuerdas vocales con una lija del 5. El caso es que el árbol le dio a elegir a qué casa quería ir (sin saber ella que se habían cambiado todos). Y ahí comenzó un monólogo de Patricia que si está en la calle, le ponen una preciosa camisa blanca de esas que abrochan por detrás y se la llevan a un precioso sitio de paredes acolchadas.
Entre otras cosas, le preguntó al árbol si había visto la película de Pocahontas, a lo que el plantujo respondió: «Soy un árbol, no voy mucho al cine». Obvio: se descarga las pelis de Internet. Al final eligió irse a la casa blanca, o sea, con los mismos concursantes con los que ha estado esta semana.
Y todo esto, con unos calzoncillos de Rubén, con «olor a él» que le había dado de recado para que se los llevara a Chari, que no dudó en olisquearlos cuando se los entregó. Amigos, eso es romanticismo y lo demás son estupideces.
Más cosas: como en la casa del futuro ahora son uno más, uno de ellos debe ser el comodín, para igualarse en número con los de la otra casa a la hora de hacer la prueba. Eligieron a Jhota, que tiene los siguientes privilegios: No hace la prueba, no puede colaborar en las tareas de la casa, no puede ser nominado y puede, ATENCIÓN, elegir quién de sus compañeros puede pasar, 15 minutos al día, a la otra casa.
Al principio el retroreguetonero, muy solidario dijo que se quedaba ese privilegio para él, pero luego se lo pensó mejor y decidió que fuera Chari la que pudiera visitar la otra casa y ver así a su novio un ratín cada día. Mejor, así no tiene que mandarle calzoncillos con anchoa.
También pudimos ver una «jartá» de vídeos de Marcelo y Laura. Os resumo la historia: Marcelo estaba a pico y pala con Laura y cuando ésta comenzó a dudar de sus sentimientos (tiene novio fuera) Marcelo pasó de ella como de comer mierda, en plan chulo playas. Menudo idiota.
También nos pusieron los sonidos de la hora sin cámaras de Joaquín y Marta, que básicamente no fueron nada. Esa gente copula en el más estricto silencio. He visto más pasión en algunas iglesias. Madre mía, y encima Joaquín preguntándole a Marta: «¿Todo bien?», como si fuera un camarero que le estuviera sirviendo la mesa.
También pudimos ver los pasteleos de Chari y Rubén, que se quieren mucho en la distancia. La rubia (bueno, es un decir), que siempre se pone los vestidos de una talla menos, recibió una carta de Rubén en la que le pedía matrimonio y tener hijos. Ella, mientras lloraba dijo «¿Ya está?». ¿Qué quería, que le pidiera constituir una hipoteca juntos?
La entrevista con Julia fue bastante lamentable. Sólo deciros que al final Milá tuvo que decirle que salir de Gran Hermano era un fracaso no algo por lo que pavonearse.
Y entonces llegó la puñalada del tío más tonto y más creído de la galaxia. En las nominaciones Laura no nominó a Marcelo, a pesar de las broncas que tuvieron y de que él la llamó despechada y le dijo que estaba jodida porque él había pasado de ella. Pero él, ruin y traidor, después de haber estado babeando por ella como un cocodrilo hambriento, suplicándole y declarándole su amor, le cascó tres puntos en la nominación. ¿Quién es el despechado?
Al final, NOMINADOS: EDUARDO, LYDIA, TERRY Y CATHA.
La verdad, yo creo que se van o Catha o Lydia, porque las dos son como un mueble en la casa. ¿Qué pensáis vosotros?