Las revisiones del niño sano incluidas en el programa de atención infantil están destinadas a detectar lo antes posible situaciones que nos puedan dar pistas de que algo les pasa a nuestros pequeños pacientes, incluso antes de que sus padres nos cuenten algún síntoma o algo que hayan podido observar.
El reto para el pediatra es saber diferenciar qué cosas son normales cuando un niño es pequeño y que con el tiempo muy probablemente desaparecerán por sí solas de aquellas que realmente suponen un problema para la salud.
Tal es el caso de la fimosis de lo niños pequeños, ya que la consideramos normal durante los primeros años de vida, pero si no se soluciona por sí sola más allá de los 4 o 5 años, entonces tendremos que intervenir para intentar poner una solución a un problema futuro.
Por ello, es muy habitual que exploremos el pene y los genitales externos durante las revisiones del niño sano, para comprobar que todo va bien. Y en esas exploraciones muchas veces observamos adherencias entre el prepucio y el glande, incluso quistes de esmegma.
Hoy en el blog hablamos de ello para que entendáis en que consisten y qué actitud debemos seguir.
La anatomía del pene
Volvamos por un momento a las clases de instituto en las que se nos explicó cómo es el aparato genital masculino, ya que resulta clave para entender todo el post de hoy.
Como bien sabréis, el pene tiene tres partes bien diferenciadas: el cuerpo, el glande y el prepucio.
Este último es un repliegue de piel que recubre el glande y que en el adulto se debe poder retraer totalmente sin dolor en estado de erección, tanto de forma manual como cuando se tienen relaciones sexuales. Si no fuera el caso estaríamos ante lo que conocemos como fimosis.
Sin embargo, es habitual que la retracción del prepucio sea muy dificultosa cuando un niño es pequeño, de hecho, hasta el 90% de los recién nacidos tienen lo que conocemos como fimosis fisiológica.
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¿Es lo mismo tener adherencias que tener fimosis?
Como ya hemos explicado en más de una ocasión en este blog, que durante los primeros años de vida que un niño tenga fimosis es normal. Con el propio crecimiento del pene y las erecciones que suelen tener durante la infancia, la piel del prepucio gana en elasticidad por sí sola de tal forma que al alcanzar los 5 años de edad, la mayoría de niños pueden retraer el prepucio dejando el glande al descubierto sin esfuerzo.
Sin embargo, muchos de estos niños que no tienen fimosis tienen pegado el prepucio al glande en lo que conocemos como adherencias.
A los ojos de alguien que no las conoce, le parecerá que el niño puede tener fimosis, ya que al haber adherencias, sobre todo si están en la parte más distal del glande, eso impedirá la retracción total del prepucio.
A pesar de ello, las adherencias no son más que eso, ya que cuando se despeguen, el prepucio estará libre y permitirá su retracción. Con todo ello podemos afirmar que las adherencias no son lo mismo que tener fimosis.
Y es importante tener clara esta diferencia ya que, como dijimos al principio de la entrada, cuando vemos que una fimosis persiste más allá de los 4 o 5 años solemos pautar primero una crema con corticoides y si con eso no se soluciona, remitimos al niño al cirujano para que valore la situación y la posibilidad de realizar una circuncisión.
Por el contrario, la práctica totalidad de las adherencias se solucionan solas antes de la pubertad, por lo que no es necesario realizar ningún tipo de tratamiento. De hecho, no suelen responder al tratamiento con corticoides y despegarlas manualmente en consulta o en quirófano suele ser muy doloroso.
Por tanto, simplemente recomendaremos al niño que realice en la ducha una retracción suave con la idea de realizar una higiene de la zona.
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¿Y qué son los quistes de esmegma?
Debido a la imposibilidad de los niños con adherencias (y también de aquellos que tienen fimosis) de realizar una adecuada retracción del prepucio, las células de la piel que se van recambiando y la secreción grasa de esa zona se queda acumulada entre el glande y el propio prepucio.
En algunos casos esto puede ser muy llamativo y dar lugar a lo que se conoce como quistes de esmegma: pequeños bultos de color perlado o blanquecino que se observan por debajo del prepucio. No son dolorosos y, a diferencia de lo que muchas familias piensan, no son bolitas de pus.
Los quistes de esmegma pueden ser muy llamativos y mucha gente piensa que corresponden a una infección del pene, pero desde el punto de vista médico no requieren intervención. Con el tiempo, cuando las adherencias se liberen, desaparecerán, ya que podremos entonces realizar una buena higiene de la zona.
En resumen, la adherencias, a diferencia de la fimosis, son fisiológicas durante toda la infancia, por lo que al observarlas recomendaremos que el niño realice una retracción suave del prepucio e higiene local. Además, algunos de estos niños presentarán quistes de esmegma, que pese a tener un nombre y un aspecto muy llamativo, no constituyen una patología grave ni un motivo como para buscar atención médica.
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