Suele utilizarse el término ‘granuja’ para hacer referencia a aquellos individuos canallas o bribones, que se dedican a cometer pequeños engaños o delitos, siendo un vocablo utilizado, normalmente, con cierto carácter amable.
Etimológicamente proviene del latín ‘granŭlum’, el cual era el diminutivo de ‘granum’, cuyo significado era ‘grano’.
Curiosamente, el vocablo ‘granŭlum’, en su origen, hacía referencia a la uva que quedaba separada del racimo y, por analogía, con el tiempo se le dio esa denominación también a aquellos muchachos que se apartaban (separaban) del camino correcto y las normas de la comunidad para dedicarse a vagabundear y llevar una vida como pícaro y rufián.
El término granuja fue recogido por primera vez en el Diccionario de Autoridades de 1734 donde se le daba dos acepciones, pero ambas relacionadas con el grano de las frutas: ‘La uva desgranada y dividida de los racimos’ y ‘Se llama también el granillo interior de la uva y otras frutas, que es como su simiente’.
No fue hasta la edición del diccionario académico de 1884 cuando se incorporó la nueva acepción: ‘Conjunto de chiquillos vagabundos’, ‘Muchacho vagabundo, pilluelo’ y en la de 1925 cuando se le añadió la descripción de ‘Bribón, pícaro’, que a día de hoy todavía se le da al vocablo.
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