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¿Si la leche es blanca, por qué la mantequilla es de color amarillo?

¿Si la leche es blanca, por qué la mantequilla es de color amarillo?

Hay una famosa y antigua adivinanza que dice: “Es blanco como la leche y negro como el carbón; es dulce como la miel y agrio como el limón ¿qué es?…”

Pero no, el post de hoy no es para formular adivinanza alguna, simplemente la he utilizado en la intro del mismo a modo de ejemplo de cómo en muchas ocasiones utilizamos un epíteto (en este caso el color y sabor) para referirnos al algo.

Y es que, tal y como titulo el post, el característico color blanco de la leche no lo tienen otros productos derivados de ésta, como es la mantequilla o algunos quesos, los cuales de una manera natural adquieren un tono amarillento.

Pero la razón de que sea así no es a causa de algún colorante artificial que se le añade durante el proceso sino a un pigmento natural conocido como ‘beta-caroteno’ (β-caroteno) que se encuentra en la hierba que es ingerida por las vacas y que, durante el curioso proceso de digestión de estos rumiantes, acaba disuelto en la leche.

No es hasta el proceso de elaboración de los diferentes derivados lácteos (mantequilla, queso…) cuando el beta-caroteno libera su poder colorante que termina tiñéndolo de color amarillo (este pigmento también tiene la propiedad de teñir de naranja o rojizo y está presente en infinidad de frutas y verduras como las zanahorias, la calabaza, la frambuesa o el melón…).

 

Lee y descubre en este blog más posts con Curiosidades de ciencia

 

Post realizado a raíz de una consulta de Maribel Romero enviada a través del apartado de contacto.
Fuente de la imagen:  Dwayne Madden (Flickr)

¿Cómo se inventó la leche condensada?

A través del apartado de contacto, Eva Nube me envía un correo en el que me consulta sobre el origen de la leche condensada.

Como persona golosa que soy, he de reconocer que, para mí,  no hay mejor manera de endulzar un café que echándole un chorrito de leche condensada;  un manjar delicioso de color amarillento, ligeramente espeso y de sabor dulce.

Consiste en leche a la que se le ha extraído parcialmente el agua y añadido azúcar, lo cual permite su conservación envasada durante largo tiempo sin necesidad de refrigeración.

No hay que confundirla con la leche evaporada, ya que esta última no está edulcorada.

Fueron varias las investigaciones llevadas a cabo a lo largo del tiempo hasta llegar al producto tal y como lo conocemos actualmente. En el siglo XIX eran comunes las intoxicaciones alimentarias debido al consumo de leche, a causa de la contaminación durante el proceso de ordeñamiento y de los burdos medios de conservación; por ello se buscaba la manera de poder almacenarla durante más tiempo, sin riesgos para la salud y sin necesidad de refrigeración, manteniendo su sabor y cualidades alimentarias.

El científico francés Nicolás Appert realizó un experimento en 1822 evaporando el agua de la leche al baño maría y siete años después mejoró su procedimiento haciéndolo al vacio. Años más tarde, en 1835, el inglés William Newton consiguió preservar la leche calentándola a menor temperatura que la requerida por la esterilización y agregándole azúcar, que hacía la función de conservante.

Finalmente fue Gail Borden quien la patentó en 1856, fundando la New York Condensed Milk Company al año siguiente. Después de varios intentos, acabó encontrado el método definitivo inspirándose en una cápsula de evaporación que había visto utilizar a los Shakers para condensar zumo, aplicando dicha técnica a la leche pudo reducirla  sin quemarla ni llegar a cuajarla, como le había sucedido anteriormente en otros experimentos fallidos.

No fue hasta la Guerra Civil norteamericana que este producto comenzó a tener mayor difusión ya que fue de gran utilidad práctica para los soldados en el campo de batalla, convirtiéndose a partir de entonces en un gran éxito.