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Que luche otro por vosotros porque yo ya me he cansado

Por Maggie Ado

Me rindo, que os vaya bonito. Para mí se acabó luchar por un país más justo para las personas. Esas mismas personas han dicho con su voto (y no voto) que no quieren que nadie defienda sus derechos. Me doy por enterada: conmigo ya no contéis.

La marea blanca (EFE/Paco Campos).

La marea blanca (EFE/Paco Campos).

He llegado hasta aquí haciéndome preguntas de esta índole: ¿merece la pena luchar para gente capaz de votar a quien recorta sus derechos? ¿Sirve de algo salir a la calle para que luego los ciudadanos apoyen masivamente, de forma activa o pasiva, a quienes han recortado ese derecho? Pensaba que sí, que era mi deber como ser humano con un poco de vergüenza torera pero, desde hoy, me planto.

¿Que en España hay pobres energéticos hasta debajo de las piedras? Ya no me importa. Seguramente muchos de ellos se quedaron en sus casas el 26-J o votaron a los de siempre. Que ocho millones son muchos millones. ¿Que continúa el goteo de desahucios? Tampoco me importa: tengo casa y trabajo y como caliente todos los días, con aire acondicionado en verano y calefacción en invierno. Que luche otro por vosotros, que yo ya me he cansado. ¡Ahí os quedáis con vuestros contratos de dos días y vuestras listas de espera para quirófano!

Nunca más una sentada, nunca más una asamblea, una recogida de firmas o un Congreso rodeado. Se acabó el ciberactivismo y la madre que parió a los debates y a las mareas. No os merecéis que nadie se juegue un porrazo por vosotros porque, a la hora de verdad, habéis sido incapaces de remar a favor.

Os lo habéis pensado mejor sin ni siquiera dar una oportunidad a quienes están peleando por los derechos de la mayoría. Os echasteis atrás con excusas endebles como el tono de un candidato o una mención al oscuro pasado de los que un día fueron de izquierdas. ¿Tan frágil es vuestra ideología que se cae como un castillo de naipes porque una persona os caiga mal o alguien haga un desafortunado comentario? ¿Esa era toda la confianza que habíais depositado en un programa? ¿Tan pobres son vuestras creencias y valores? ¿De verdad vais por ahí diciendo que actuáis de acuerdo a vuestra ideología? En vuestro derecho estáis de votar o no votar a quienes os dé la gana -eso no hay ni que decirlo- pero con vuestra actitud ya no os merecéis que nadie luche por vosotros. ¿Cómo puede un pueblo castigar tan duramente a un partido que ni siquiera ha llegado a intentarlo y premiar, de manera tan contundente, a uno que se ha demostrado integralmente corrupto?

Stop desahucios (Europa Press).

Stop desahucios (Europa Press).

Esto ya no tiene remedio; han ganado los de siempre y estoy cansada de que siempre ganen los malos. Y vosotros que os retirasteis antes de tiempo y los que preferisteis absteneros sois, en parte, responsables de ello. Han vencido porque la gente que se autodenomina de izquierdas no ha estado a la altura y los malos contaban con ello. Sabían que el discurso del terror calaría a base a repetición. El miedo es el arma más poderosa que existe y los malos la saben manejar como nadie. La desidia y la falta de perspectiva han hecho el resto.

Así que era verdad eso de que el poder es cosa de la derecha… Es sólo que, para que no cante demasiado, de vez en cuando lo ceden, como el que alquila su casa. Pero que nadie se engañe, ellos siempre serán los propietarios. Cuando ganan los buenos es que, simplemente, estamos ante una anomalía consentida del sistema.

Una que es más inocente de lo que parece, sobrevaloraba a las personas. Jamás hubiera pensado que la gente pudiera ser manipulable hasta este punto, que acabaría echándose atrás en el último momento, temerosa y cobarde. O peor, desganada y frívola.

Algunos hablan de “pucherazo”. No lo creo. Un fraude electoral sería gravísimo pero aún lo es más que este no se haya dado. ¡Habéis permitido que el partido más corrupto de la historia de este país haya obtenido 137 escaños, señores! Vosotros solitos os habéis metido en este berenjenal. Avergonzaos, malditos.

 

El peligroso uso del móvil en conductores, motoristas, ciclistas y hasta peatones

Por Jordi S. Berenguer

Dos chicas mirando sus respectivos móviles (Gtres).

Dos chicas mirando sus respectivos móviles (Gtres).

Tráfico ya alertó en su momento del evidente peligro que supone manejar el móvil mientras se está conduciendo. Se tiene constancia de la facilidad de provocar un accidente por una distracción atendiendo llamadas o, lo que es peor, intentando marcar cifras o letras sin atender a la conducción, lo que puede resultar letal.

Los datos son alarmantes, como demuestra el incremento de siniestros en los últimos tiempos. Yo he llegado a presenciar cómo un motorista en plena carrera se dedicaba a teclear su móvil sin levantar la vista durante los segundos que empleaba en marcar un número o escribir un mensaje. También en algunos ciclistas es frecuente ese abuso, manejando el móvil mientras usan el espacio peatonal sin detener la marcha.

Mención aparte merece la falta de atención al tránsito rodado de muchos peatones que, absortos con el invento, incluso cruzan el semáforo en rojo sin apartar la vista de la pantallita, o deambulando por las calles sin detener su trayectoria en detrimento de los demás viandantes a los que obliga a ir sorteando a tanto urbanita con escasa urbanidad… y en plan zombi.

 

Amazonas: Se destruye un mundo por el egoísmo de unos pocos

Por José Carlos Hidalgo Romero

Imagen del Amazonas (Google).

Imagen del Amazonas (Archivo).

La hipocresía en la que se mueven nuestros gobiernos no tiene parangón. Preocupados, dicen, por el calentamiento global y el cambio climático, se les va la energía por la boca cuando se presenta un hecho sobre el que sin ningún género de dudas, se debe de actuar para evitar el progresivo deterioro y destrucción del pulmón verde de la Tierra.

Quinientos kilómetros de selva amazónica van a ser inundados por el gobierno brasileño para construir una presa hidroeléctrica y no somos capaces de reaccionar e impedir este disparate.
Con toda la propiedad del término, yo lo llamo «holocausto», porque es la destrucción de un mundo por el egoísmo de unos pocos. Pongámonos en marcha todos juntos para detener este delito medioambiental. El Amazonas, no es exclusivo de Brasil. Pertenece a toda la Humanidad.

El ciclismo no se promueve con impuestos a los ciclistas ni dejándolos en una cuneta destrozados

Dos ciclistas en Zaragoza. (RA)

Por Jorge de Lalama Seoane

El ciclismo no se promueve poniendo impuestos a los ciclistas, ni marcándolos a hierro, ni dejándolos en una cuneta destrozados.
Comprendo la incomodidad que le supone a muchos que una bicicleta pase por su lado pero los ciclistas sufrimos algo más que incomodidades como son los ataques de perros peligrosos sueltos en la ciudad o asilvestrados en el campo o arcenes reducidos sin mantenimiento llenos de cristales que hace que muchas veces tengas que salirte de ellos jugándote el físico y la vida.
Queda muy bien en la foto salir paseando en bicicleta por Madrid con cinco coches de escoltas guardándote las espaldas pero para el ciclista común la única forma segura de desplazarse es invadiendo la acera porque los autobuses te cierran el paso y los coches te golpean.
Salvemos al ciclista con carriles destinados para ellos como los que hay en la Casa de Campo [Madrid ] pues no sólo el aire que respiramos sería más sano sino que salvaríamos vidas.

No se hace nada contra el acoso escolar

Por José Ramón Serrano Jiménez

Tal vez seas uno de los que jugaban al desprecio cuando eras menor, y ahora te horroriza ver algo así. Podría que fueses un jugador neutral. No importa. Porque realmente los niños no tienen la culpa. Al menos, no toda.

Ellos son la última cadena de un eslabón, la mano ejecutora. Un reflejo de lo que se les enseña en casa. El acoso escolar no es algo aislado, no es una excepción; ocurre, y más de lo que pensamos. El problema es que no se hace nada. Y amarga pensar que esto que ha sucedido no incite a actuar, que no se mueva nadie.

Pelea entre varios chicos en el colegio (GTRES).

Pelea entre varios chicos en el colegio (GTRES).

Si desde el hogar no hay una buena educación, el niño se divertirá haciendo sufrir. Muchas veces es debido a la idea de querer ser el mejor, el más fuerte, y eso es porque se populariza el quedar por encima de alguien más débil. No importa si para ello hay que marginar, pegar o insultar al blanco elegido.

No es necesario esforzarse mucho para recibir maltrato. Una discapacidad, ser diferente, o simplemente no querer entrar en el juego de la fuerza. Y ojo, no hablo de peleas esporádicas o insultos «amigables», que son normales. Aquí hablo de arrinconar, intimidar y apalear a alguien de forma física o psicológica (que es más frecuente) día tras día. Hasta que ocurre que alguien no es lo bastante fuerte para soportarlo y se suicida.

Tampoco el sistema educativo tiene actualmente los mecanismos necesarios para paliar la situación. El profesor apenas interviene en el mundo de los muchachos, y cuando lo hace, suele ser para una regañina o un castigo al «cabecilla», que en realidad sólo empeora la situación. Lo mismo ocurre si lo cuentas a los familiares cercanos. No hay consecuencias. No se pone freno. Y por eso la víctima elige callarse e intentar afrontar sola la situación. Porque no queda otra.

Y esto sólo se arregla con educación en casa y con mecanismos de control eficaces, mejorando el ambiente escolar. Concienciar a los niños de que hacer esas cosas no te hace ser mejor, sino todo lo contrario. Que el gordo, el sordo o el «empollón» valen tanto como él, o más. Y que son como él.

 

 

 

El futuro del paro: los políticos deberían trabajar en vez de contarnos milongas

Por César Moya Villasante

Un grupo de parados haciendo cola en una oficina del INEM (EFE).

Un grupo de parados haciendo cola en una oficina del INEM (EFE).

Vemos que en Francia se toman medidas de emergencia ante el aumento del paro. Aquí nada se dice con el mismo problema todavía más grave, porque dicen que se está creando empleo. Bueno, ellos le llaman empleo.

Yo no llamo empleo a un trabajo que no te da ni para vivir con independencia. Pero hay un problema aún peor: la revolución tecnológica que reducirá el número de puestos de trabajo de las personas en proporciones elevadísimas.

Si ese es el futuro, alguien debería estar pensando que el sistema económico liberal ya no vale. Porque alguien deberá contarnos cómo se podrá vivir sin ingresos nacidos exclusivamente de nuestro trabajo. Los políticos, en este sentido, deberían alguna vez practicar su oficio en vez de estar contándonos milongas, que no es más un género musical argentino.

 

Podemos y su financiación: ser honrados y parecerlo

Por Toni Guerra

Varios diputados de Podemos en el Congreso (EFE).

Varios diputados de Podemos en el Congreso (EFE).

El que algunos políticos o partidos hayan sido financiados desde el exterior, en la actualidad o con anterioridad, no disminuye la gravedad de que Podemos pueda haber cometido el mismo delito. En el caso de Podemos -yo voté por ellos-, todavía lo veo peor.

Después de atacar a la casta por su corrupción, deberían no solo ser honrados, sino también parecerlo. De esta forma tendríamos más fe en su futura labor de Gobierno después de tanto ladrón y corrupto.

 

 

 

 

Sobre Podemos: todos los críticos son criticables

Por Manuel Delgado Iriarte

Pablo Iglesias tras su comparecencia para valorar los resultados electorales (EFE).

Pablo Iglesias tras su comparecencia para valorar los resultados electorales (EFE).

Los críticos son, somos, por supuesto, criticables. Todavía recuerdo con cierta vergüenza las exageradas críticas a Pilar Miró por regalar unos jerséis cuando era directora de TVE, aunque su altivez contribuyera a avivar el escándalo.

Hoy me parece muy bien que se investigue los orígenes extranjeros de los ingresos de algunos dirigentes de Podemos, pero esos críticos tendrían que resolver primero, por su importancia cuantitativa y sus repercusiones políticas, las cantidades que recibieron de fuera los partidos que nos han gobernado.

¿Recuerdan esos fariseos los de la paja y la viga en el ojo? Pues eso.

 

Villalobos, otra vez

Por Enrique.

Celia Villalobos en la sesión de tarde del vigésimo quinto debate del estado de la nación (EFE).

Celia Villalobos en el Congreso (EFE).

Abro el periódico, leo la composición de la nueva mesa del Congreso de los Diputados y me encuentro con que una de las vicepresidentas a propuesta del PP es ¡Celia Villalobos!

Vista la línea renovadora emprendida por ese partido (Maíllo, Maroto, Levy, Casado…), en un primer momento pensé que se trataba de un gazapo, pero seguí leyendo y comprobé que era cierto: han nombrado para el cargo a la misma que, en febrero de 2015, cuando presidía el debate sobre el estado de la nación en ausencia de Jesús Posada y mientras platicaba el mismísimo presidente del Gobierno, grabaron jugando con su tableta electrónica en lo más alto del estrado. ¿La habrán premiado por eso?

En aquellos momentos, su compañera Andrea Levy, hoy vicesecretaria general de Estudios y Programas del PP, dijo lo siguiente: «Que una señora tenga el privilegio de estar en un lugar donde se decide el futuro de la gente, y que te interese tanto aquello de lo que se habla como para hacer eso, a mí me da vergüenza ajena». Me pregunto qué pensará ahora.

Todas las empresas deberían potenciar la motivación laboral

Por María José Viz

Cuando tenemos que elegir qué camino profesional seguir, en plena adolescencia, vemos muy difícil acertar con el adecuado; en muchos casos, lo resolvemos casi echándolo a suertes. Estudiamos una Formación Profesional o una carrera, sin tener ni idea de si terminaremos los estudios y, de hacerlo, si trabajaremos en las salidas profesionales que estos ofrecen. No menos importante es no tener ni idea de si nos gustará el trabajo elegido.
Estudiantes universitarios en una biblioteca (EFE).

Estudiantes universitarios en una biblioteca (EFE).

Por todo ello, me resulta encantador ver cómo muchos –permítanme que me incluya-, por azares de la vida, estamos desempeñando profesiones para las que no nos habíamos preparado, en un primer momento, y que, ahora, sentimos como la verdadera vocación de nuestras vidas.

Por supuesto, no quiero obviar una realidad imperante hoy en día, opuesta a lo dicho anteriormente: muchos trabajadores no se sienten realizados. Influye el hecho de que abunden los contratos temporales; en esas condiciones es muy difícil “enamorarse” de un oficio.
Un escollo enorme para sentirse a gusto en un trabajo colectivo es que haya empleados vagos, cizañeros y malos compañeros, preocupados tan solo de disfrutar de las ventajas del puesto, olvidándose de que también existen obligaciones. Se podría decir que son las ovejas negras que, desgraciadamente, empañan el prestigio de cualquier empresa, pública o privada.
Quizás sea ese desencanto generalizado el que me haga fijarme más en las vocaciones, innatas o adquiridas, de otra parte de la población. Todas las empresas deberían potenciar la motivación laboral pues es básica, tanto para que el proyecto funcione, como para que el trabajador o trabajadora se levante, cada día, con ilusión renovada.