Entradas etiquetadas como ‘Greenpeace’

Orangután censurado: el anuncio contra el aceite de palma que no podrán ver los británicos

Un maravilloso anuncio navideño, en el que podía escucharse la voz de la actriz Emma Thompson y producido inicialmente por Greenpeace para una campaña, ha sido rechazado en el Reino Unido por ser “demasiado político” al no ajustarse a los estándares del Broadcast Code of Advertising Practice.

La Clearcast, entidad no gubernamental que debe aprobar previamente los contenidos publicitarios de algunos de los canales televisivos mayoritarios, como Sky, Channel 4, o ITV, consideró que incumplía las reglas de dicho código de conducta y que no podía ser emitido.

El anuncio, apoyado por la cadena de supermercados británica Iceland Foods, es un corto de animación que narra la historia de Rang-tan, un pequeño orangután que se cuela en la habitación de una niña huyendo del impacto del comercio del aceite de palma en Indonesia y Malasia. La salvaje deforestación presente en la zona ha puesto en grave peligro de extinción a la especie, muriendo 25 orangutanes al día, según denuncia la organización ecologista.

El vídeo había sido inicialmente creado por Greenpeace para concienciar a los consumidores sobre los productos que utilizan esta clase de aceite barato, como bollería o champús.

Iceland Foods decidió hacer suyo el mensaje del corto y pagar el espacio publicitario, con el objetivo de explicar al público británico por qué esta empresa había dejado de ofrecer productos con aceite de palma desde principios de este año, siendo la primera gran cadena comercial en dar este paso en Inglaterra. En pocas horas, tras alertar Iceland Foods en Twitter que no podrían emitirlo estas Navidades, el vídeo se ha viralizado consiguiendo millones de espectadores.

Aquí podéis ver la versión en español del vídeo original que produjo Greenpeace junto a la agencia Mother.

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Un pingüino visita Barcelona asustado por nuestras ansias de Omega 3

Este pingüino, que llegó de turismo a Barcelona, traía consigo un aviso. Uno de esos mensajes que son tachados de aburridos por los parroquianos del bar global.

 

 

El aviso es el siguiente: el ecosistema de la Antártida podría colapsarse si no actuamos de una vez. Para evitarlo Greenpeace ha desplegado una campaña de título épico o marcial: La marcha de los pingüinos. Reclama un espacio de protección de 1,8 millones de kilómetros cuadrados en este continente helado, que sería el santuario más grande de la Tierra. Quisieron llamar la atención mandando animales de papel por medio mundo. Su supervivencia es también la nuestra.

Nos importa, sin embargo, su futuro lo mismo que nos preocupa el deambular de un bosquimano sediento por el Kalahari. La Antártida no es la Atlántida, claro. Preferimos soñar con las catástrofes del pasado, cosas lejanas, anteriores a los romanos. Las amenazas de presente, y sobre todo las del futuro, son un verdadero coñazo.

«La Atlántida desapareció vaya usted a saber por qué, pero culpa nuestra no fue».

Frases como esta las escucho a diario en los bares. La parroquia sabe mucho de civilizaciones perdidas y poco de los polos actuales. “Al neandertal se lo cargaron los sapiens, los nuestros”, alega uno. Y entonces el bar estalla en un sonoro «¡a por ellos, oé! “¡En los polos no vive nadie, qué más dará!”, interviene otro. “Hombre, los inuit, en el Gran Norte”, respondo. “¿Pero esos tienen estudios o calefacción?”, alegan al contraataque. “Las hipotecas no existen en la Antártida, y solo por esto valdría la pena salvarla”, les contesto siguiendo con la lógica de su clara reducción al absurdo.

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