Amigos y amigas, humanos todos:
Lo de Gandía Shore fue… ¿Habéis visto alguna vez un documental sobre un psiquiátrico de máxima seguridad? Pues peor.
Veréis, yo, que he recorrido el mundo entero, de Mataluenga a Villanueva de la Sierra, que he conocido todas las culturas, que he estudiado el tiempo y el espacio, nunca vi nada como lo de anoche. Bueno, una vez un malasio borracho con una anguila eléctrica en la mano que… Pero no, nada que ver.
Voy a intentar, pobre de mi, resumiros lo que pudimos ver en los dos episodios emitidos (uno hoy y otro mañana) de ‘Gandía Shore’.
Antes de nada os diré que el 50% del vocabulario de esta gente se compone de tres palabras «¿vale?», «nano» y «¿eh?». De hecho, son capaces de componer mensajes complejos con esos tres elementos.
Lo primero que hicieron fue presentarse.
Labrador, bueno, yo no me fiaría de un tipo que está deseando copularse a sí mismo. Es más, que está deseando percutirse sus propios abdominales hasta dejárselos como un rallador de queso.
Ylenia, en fin, destacó de sí misma sus extensiones, sus uñas de palo y las pestañas postizas. O sea, que de sí misma destacó cosas compradas en una tienda de chinos.
Esteban, veamos, su filosofía de vida se puede resumir en dos de sus frases: «La que más buena esté, pues pinchármela» y «lo peor es la post corrida, el día después».
De Core no puedo destacar nada, excepto que se pone camisetas de Italia aunque no sabe situarla en un mapa.
Clavelito se define a sí mismo: «soy un tío que folla bastante«. Sí, eso es lo que más orgulloso le tiene. Sus estudios, sus máster y sus publicaciones en la American Journal of Medicine no son nada comparados con el hecho de que «folla bastante».
Cata es de esas chicas a las que nadie les ha dicho que no son el estereotipo de tía buena. Digamos que a mi me gustan las mujeres con muslos como jamones de cebón. Pues ella me gusta. Y hace «miau, miau». No sé por qué. Eso no me gusta.
Abraham. Parecía el único muchacho normal (es el único que tiene pelo), hasta que metió en su maleta un tanga plateado. A ver, que todos tenemos uno, pero tampoco es para sacarlo por la tele…
Arantxa: «Soy una choni con mucho glamour«, dijo. En Hollywood han pasado una circular a todos los actores para que dejen de usar la palabra glamour. Ya no mola.
Para rematar, la amiga Arantxa dice que cuando muera quiere que sus cenizas se esparzan en el Fabrik. Para quien no lo sepa es como el Teatro Real, con ópera todas las noches y tal.
Labrador, a su llegada a la casa no hizo más que mirarse a los espejos. Hay una palabra para eso: complejo. Si dan las doce y le veis salir corriendo dejando tras de sí un zapatito de cristal ya sabéis porqué comprueba su aspecto a cada minuto.
Abraham intentó convencer a Labrador de que es virgen, cosa que el machaquita de gimnasio se creyó y no sólo eso, sino que se propuso ser el desvirginator. Como Abraham no le lleve la prueba del pañuelo de alguna muchacha, es capaz de desvirgarlo él mismo.
Arantxa llegó a la casa y se puso a beber. Aún no ha parado. Y necesitaba líquido, porque en cuanto vio a los muchachos comenzó a… a ver cómo lo digo, a disminuir la sequedad de su muda. O sea, a concentrar efluvios del amor en la prenda que las doncellas nunca muestran. Vamos, que mojó la braga, nano.
Clavelito despertó el cachondeo de la casa. Le llamaron Florerito y Campanillo. Es lo más bonito que le llamaron.
Una cosa que me llamó la atención, yo que soy observador como un gato de escayola, es que la mayoría de ellos (de los tíos) llevaban unos cochazos de esos que dicen «eh, nena, mírame, tengo dinero y un pene pequeñito«.
En otro momento no pude dejar de pensar: imaginaos que les dicen a cualquiera de ellos que van a un programa de la tele y en lugar de meterles con sus congéneres, les meten con gente normal. Que risas ¿no?
Labrador recibió una cura de humildad, qué digo una cura, una operación a corazón abierto de humildad cuando Esteban se quitó la camiseta y sus abdominales pasaron a parecer cagarrutas de cabra alineadas.
Core es de esas mujeres que cree firmemente en la monogamia. «Yo tengo novio, en principio», dijo. Si yo fuera el novio iba pidiendo presupuesto para aumentar la altura de las puertas.
Los niños, los borrachos y Arantxa borracha siempre dicen la verdad y la muchacha lo hizo: «no van a salir de aquí con novio», profetizó (antes trabajaba en Howards factory, haciendo profecías).
Abraham decidió la primera noche ponerle el punto picantón a la cosa y se desplazó por la casa con un delantal como único atavío, o sea, que se le veía el culo, mira tú, ahora me pongo la mano en la boca y me ruborizo. Que malote, oye.
A juzgar por el testimonio de Core: «se le ve la pirula por detrás y todo«, el culo lampiño no era lo único que se veía. La pregunta es, ¿qué pretendía Abraham mostrando el bancal estando cerca el Labrador? Jo, que fino soy con las insinuaciones.
A Arantxa le moló también el casero, un italiano que les alquilará la casa a cambio de trabajo. Bueno, Arantxa una vez vio un topo atropellado en la autopista y le pareció sexy. Selectiva que es ella.
El caso es que para pagarse la casa debían trabajar en un chiringuito por las mañanas. Entraban a trabajar a las once de la mañana. «Es cruel, hacernos madrugar», dijo Arantxa. «¿Pero quién se despierta a las diez?», dijo Gata.
Si veis una marabunta de gente con antorchas y hoces, son los cinco millones de parados, que van a casa de estas dos chicas a explicarles un par de cosillas.
Y es que Arantxa, además de tener alcohol en sangre como para desinfectarse las heridas desde dentro, es muy educada. Por ejemplo, mordió un trozo de pizza y como no le gustó volvió a dejarlo en la bandeja. Le faltó escupir lo que había masticado en la cara de Abraham, para demostrar su descontento con el bouquet de la pizza.
Ver a Ylenia, que necesita seis bocatas a la hora para empezar a parecerse a un humano y dejar atrás su aspecto de bicho palo, defendió su ciudad a muerte en el jacuzzi. Lo que pasa es que no lo hizo muy bien. Digamos que el ayuntamiento de Benidorm está estudiando la forma de desempadronarla por las malas.
La primera noche acabó con Arantxa intentando limpiarle el candelabro a Abraham. Lo que pasa es que el chiquillo ya lo debía traer limpio de casa, porque le hizo una maniobra evasiva que si hubiera sido el timonel del titanic, el barco aún seguiría a flote.
«Le he hecho la cobra porque no me mola un ajo«, dijo el chaval expresando de forma poética que su concepción de la belleza no coincide con la cara de Arantxa.
Y hasta aquí el primer capítulo amigos.
Mañana mismo, el resumen del segundo, en el que Core le enseña a una chica de Gandía sus zapatos, confundiendo la garganta de la chica con los ojos y enseñar con apuñalar con el tacón. Vamos, que intentó tacoñonarla.