Quién fue… Héctor Castro, 'El Divino Manco'

Héctor Castro (WIKIPEDIA)

Héctor Castro (WIKIPEDIA)

Hace ya casi un año que os hablé de Robert Schlienz, aquel jugador que logró ganar un par de Bundesligas pese a haber sufrido varias heridas graves de guerra y un accidente que le costó el brazo. Decía en aquel artículo, erróneamente, que Schlienz era el único internacional con una discapacidad de este tipo. En los comentarios, el lector brodie me corregía con razón y puso sobre la mesa el nombre del protagonista de hoy, al que rindo homenaje: Héctor Castro.

Nacido de padres gallegos en Montevideo el 29 de noviembre de 1904, Héctor Castro se inició en el fútbol en las calles, como tantos grandes jugadores sudamericanos. Empezó a trabajar a los 10 años de edad, con tan mala suerte de que a los 13, sufrió un accidente laboral. Una sierra eléctrica le cortó el brazo derecho unos centímetros por debajo del codo.

En condiciones normales, ahí habrían acabado los sueños futbolísticos de Castro. Pero el joven Castro no se resignó y siguió adelante con su sueño de ser jugador: condiciones no le faltaban, pues era habilidoso, rápido, peleón, incordiante… Así, antes de cumplir los 17 años ya jugaba en el Club Atlético Lito. Sólo dos años le bastaron para que uno de los grandes del fútbol uruguayo, el Nacional, se fijara en él y lo contratara. Tenía 20 años.

En su primer año, Nacional ganó la Liga. Sus actuaciones le valieron una convocatoria con la selección uruguaya, con la que jugó en la Copa América de 1926 y en los Juegos Olímpicos de 1928. Cuatro años antes, los charrúas se habían colgado el oro. Castro se incorporaba a un equipo nacional que contaba ya con algunos de los legendarios jugadores que jugarían el primer Mundial, entre los que estaban el viejo conocido por los lectores José Leandro Andrade o el mítico José Nasazzi, el primer gran defensa sudamericano.

En la cita olímpica de 1928, Uruguay reeditó su medalla de oro. Pero lo mejor estaba por llegar. Uruguay acogía en 1930 el primer Mundial de la historia. Los anfitriones debutaban el 18 de julio de 1930 ante Perú. Era el primer partido mundialista de la historia de Uruguay y era el primer partido de la historia del Estadio Centenario de Montevideo. Gracias a un tanto en el minuto 65, Héctor Castro se convertía en el autor del primer gol mundialista de la historia de Uruguay y en el primer jugador en marcar en el Centenario.

Fue avanzando el torneo y llegó la final, que enfrentaba a Uruguay y a la Argentina de Guillermo Stábile. El once de los celestes pasaría a la historia: Ballesteros; Nasazzi (c), Mascheroni; Andrade, Fernández, Gestido; Dorado, Scarone, Castro, Cea e Iriarte. Abrió el marcador Dorado, empató Peucelle para Argentina y el ‘pichichi’ Stábile le daba la vuelta al marcador antes del descanso. En la reanudación, marcaron Cea (del que se dice fue el primer campeón del mundo español, ya que nació en la provincia de Pontevedra) e Iriarte y en el minuto 89, el joven manco Héctor Castro, de cabeza y a centro de Dorado, firmaba el definitivo 4-2. Castro había marcado el primer y el último gol de Uruguay en aquella inolvidable primera Copa del Mundo.

Castro se hizo muy famoso, no sólo por sus hazañas futbolísticas, sino por su discapacidad. En vez de considerarlo un hándicap, Castro hizo de su minusvalía una ventaja, usaba su brazo mutilado con destreza para ganar saltos y balones divididos, no dudando en usar el muñón para ‘golpear’ a los rivales. Por todo ello, en su país se le empezó a conocer con el sobrenombre de ‘El Divino Manco’.

Dos años después del Mundial, fichó por el Estudiantes argentino, para regresar una temporada después al Nacional, donde se retiró en 1936, tras haber ganado una Copa América y dos Ligas más. En total, jugó 25 partidos con la celeste y marcó la nada despreciable cifra de 18 goles.

Apenas unos años después de su retirada, en 1939, Castro se hizo con el puesto de entrenador de Nacional, cesando en 1943, tras ganar cuatro Ligas consecutivas. Permaneció unos años sin entrenar hasta que regresó en 1952, logrando de nuevo otra Liga. Y en 1959 consiguió ser seleccionador uruguayo, pero el 15 de septiembre de 1960, con 55 años de edad, un infarto de miocardio acababa con su vida, la de un chico de Montevideo al que una sierra mecánica no le impidió llegar a lo más alto en el mundo del fútbol.

Os dejo con un documental sobre el primer Mundial, remasterizado por FIFA. Merece la pena verlo:

Buen fin de semana.

4 comentarios

  1. Dice ser AreaEstudiantis

    Qué buena historia para terminar la semana!! feliz finde!!

    http://areaestudiantis.com

    21 febrero 2014 | 08:45

  2. Dice ser igesar75

    Yo ya conocía esta historia a través de diversos comentarios que han surgido en el blog (por ese de brodie fundamentalmente). Un ejemplo de superación y más en aquellos tiempos, donde a los que sufrían algún tipo de minusvalía se les veía casi como apestados (lo que comunmente se llamaba como «tullidos») y solían acabar todos en centros de caridad o viviendo de limosnas. O sea que la historia de hoy tiene doble valor, en lo futbolístico y más aún en la vida.

    La verdad es que era un tío listo, que te den un golpe con el muñón es como si te lo dieran con un puño y te pueden dejar k.o., y esto casi sin enterarse nadie. Listo para los estándares de aquella época, entiéndaseme, hoy en día posiblemente acabaría expulsado una gran cantidad de partidos o al menos «retratado» por la infinidad de cámaras que cubren cualquier partido televisado.

    21 febrero 2014 | 09:25

  3. Dice ser ruomalg

    La verdad es que aquella selección uruguaya que ganó el primer Mundial tenía grandes nombres, pero pocos con una historia tan interesante como la de Andrade. El de Castro es uno de esos ejemplos de superación que en este blog hemos visto con cuentagotas.

    Leí sobre los orígenes de Cea hace ya más de diez años, por lo que siempre consideré que fue el primer campeón del mundo nacido en España. Sin embargo los medios no se ponen todos de acuerdo sobre su lugar de nacimiento (más de uno lo sitúa en el barrio de Arroyo Seco de la capital uruguaya). La verdad, prefiero quedarme con la primera versión.

    Pues habemus sorteo de la fase de clasificación de la Eurocopa. Me alegra saber que la ampliación de plazas para la fase final no va a modificar el formato. Otra cosa digo, eso de que los conflictos diplomáticos condicionen un sorteo de una competición deportiva resulta un hecho bastante collejable. En lo que me respecta a mí, no habría montado un pollo por el hecho de que nos hubiera tocado visitar el peñón. Es una pena que a día de hoy no se pueda confiar en el saber estar de los políticos para evitar desplantes como el que le costó a España la descalificación en la primera Eurocopa y haya que recurrir a estas adulteraciones. Ah, y eso de que ninguna de las selecciones más fuertes pudiera ir al grupo de cinco por temas televisivos es para maldecir a todos los que han permitido que el mundo del fútbol se pusiera a bailar al son que toca la caja tonta.

    23 febrero 2014 | 15:12

  4. Dice ser CowboyZZ

    Coincido con Igesar que un golpe con el brazo manco tenia que ser muy duro para el rival. Aun asi supongo qu eno podria correr tan rapido como otros rivales.

    Estoy muy enfadado con lo de Jona. Sancionar con 2000 euros a un jugador de Jaén por llevar una camiseta con un mensaje escrito en favor de los ninos con cáncer. Luego se la han quitado por el lio que se montado. Y en cambio utilizar campos de fútbol y clubs por motivos politicos como se ha hecho muchas veces en la liga, no tiene sanción. Que verguenza.

    24 febrero 2014 | 02:35

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