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Colombia: no habrá paz sin las mujeres

Por Arantxa García Gangutia

“Hay evidencias cuantitativas en otros países de que cuando se introduce el concepto de género en una situación de postconflicto, las probabilidades de que los acuerdos sean sostenibles en el tiempo se multiplican” (Belén Sanz, Directora de ONU Mujeres en Colombia)

Manifestación en Colombia para exigir búsqueda de desaparecidos. EFE.

Manifestación en Colombia para exigir búsqueda de desaparecidos. EFE.

Desgraciadamente estamos muy acostumbradas a ver procesos de construcción de paz en los que las mujeres están prácticamente ausentes. ¿Cómo es posible construir una paz duradera dejando sin voz a más de la mitad de la población? Sus historias no pueden permanecer invisibles y así lo han entendido en las negociaciones de paz de Colombia: un 48% de las víctimas del conflicto armado son mujeres y un 52% de las casi 8 millones de personas desplazadas también son mujeres.

Se trata de la primera vez que en un proceso de paz se hace el esfuerzo para ver los impactos diferenciados entre hombres y mujeres. El resultado para muchas activistas por los derechos de las mujeres ha sido todo un ejemplo para cualquier proceso de construcción de paz y un hito para el feminismo latinoamericano.

El trabajo realizado por la subcomisión de género, en el que han participado de manera muy activa organizaciones como Sisma Mujer, ha contado con una representación muy diversa (tres delegaciones de expertas, lideresas regionales, excombatientes y activistas LGBT) y ha conseguido su objetivo: incluir en el Acuerdo de Paz un enfoque que velara por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBI en torno a aspectos tan importantes como la propiedad de la tierra, la reparación a las víctimas de violencia y el acceso a los órganos de decisión.

Cambiar el machismo, profundamente enraizado en la sociedad colombiana y exacerbado por un conflicto armado que ha durado más de 50 años, no es tarea fácil. Las organizaciones de la sociedad civil que luchan por los derechos de las mujeres tienen claro que queda mucho camino por recorrer tras la firma del Acuerdo de Paz, pero sobre el papel ya se han producido cambios significativos.

Los delitos sexuales no serán amnistiables

‘El daño que sufre tu alma nunca desaparece’ contaba la periodista y superviviente de violencia sexual en Colombia, Jineth Bedoya, que ha luchado en estos años para conseguir que la violencia sexual durante el conflicto armado no permaneciera impune. Una lucha que ha dado sus frutos: el Acuerdo de Paz incluye que los delitos de violencia sexual no sean amnistiables y la creación de un equipo de investigación especial para casos de violencia sexual  dentro de la Jurisdicción Especial para la Paz, y en la Comisión de Verdad.

Titularidad de la tierra para las mujeres: El Acuerdo de Paz incluye que la reforma rural reconozca el papel que desempeñan las mujeres en las zonas rurales y propone soluciones a un importante problema como es el de la titularidad de la tierra. Cuando sus maridos o compañeros han muerto o desaparecido, ellas no tienen acceso ni al título de propiedad, ni a un crédito que les permita explotarlas. También se propone que el Fondo de tierras prevea el acceso a la tierra de manera especial para las mujeres campesinas.

Acceso de las mujeres a espacios de participación

El Acuerdo de Paz también anuncia medidas para facilitar la participación política de las mujeres y la comunidad LGTBI en los distintos espacios de representación y toma de decisiones que se crearán para la puesta en marcha del Acuerdo. Aunque queda aún mucho por concretar y no se menciona de manera explícita la paridad, se trata de un primer paso muy importante.

Arantxa García Gangutia es periodista y trabaja en Comunicación e Incidencia en la ONG InspirAction

Alejandro Cárdenas Orozco, alias JJ, está en la calle

Por Belén de la Banda@bdelabanda
Es noticia de ayer en Colombia, pero yo acabo de recibirla con absoluta consternación. Once organizaciones colombianas han alertado de la liberación de Alejandro Cárdenas Orozco, alias JJ, por parte de la Fiscalía de su país. Esta persona que ahora está en la calle es una de las investigadas por su presunta implicación en un caso emblemático de violencia hacia las mujeres en Colombia, el de la periodista Jineth Bedoya, de quien ya hemos hablado otras veces en nuestro blog, y a quien desde hace años conozco y admiro. Porque ha sabido encauzar su  sufrimiento personal hacia una oportunidad de vida digna para millones de mujeres y niñas en Colombia. 
La periodista colombiana Jineth Bedoya. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

La periodista colombiana Jineth Bedoya. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón

El caso de Jineth es emblemático. Hace 15 años, debido a su labor como periodista, Jineth fue secuestrada, torturada y abusada. Su lucha, durante todos estos años, ha sido en parte una lucha en vano por encontrar justicia en el caso que le afecta personalmente. Las organizaciones que hoy denuncian la liberación de ‘JJ’, unidas en la campaña ‘Saquen mi cuerpo de la guerra’ han apoyado su búsqueda de verdad y justicia, con el acompañamiento de la Fundación para la Libertad de Prensa. Durante todo este tiempo, han sido testigos de la apatía y falta de voluntad de la Fiscalía por investigar el caso, de las dilaciones injustificadas y de la revictimización sicológica y física a la que ha sido sometida Jineth. Un ejemplo es que la periodista ha sido obligada a repetir 7 veces su declaración de los hechos, con la excusa de que ‘se había perdido el expediente’. La liberación de Alejandro Cárdenas Orozco, alías JJ, es un paso más, y muy grave, de revictimización.
Jineth no está sola. Por ella, las organizaciones de la campaña le recuerdan a la Fiscalía General de la Nación de Colombia y a todos los entes estatales implicados que tienen un compromiso en la investigación, juicio y sanción de los responsables de las graves violaciones a los derechos de Jineth Bedoya. Le recuerdan que la Corte Penal Internacional, el 2 de diciembre de 2014, manifestó su preocupación porque ‘a pesar de las dimensiones del fenómeno, el número de procedimientos relativos a violaciones y otras formas de violencia sexual cometidas en el conflicto armado sigue siendo limitado’.
La liberación de Alejandro Cárdenas Orozco, alias JJ, muestra que, además de limitada, la voluntad del Estado colombiano para perseguir esta clase de crímenes es nula. Con estos elevados niveles de impunidad, no existe ninguna garantía de no repetición, ni para Jineth ni para miles de mujeres víctimas en Colombia, y eso ocurre con la complicidad de la Fiscalía.Las organizaciones rechazan y repudian esta liberación como un hecho claro de impunidad y alertan sobre los próximos procesos de excarcelación de otros victimarios en el marco del proceso de justicia y paz. Esto conlleva riesgos para el cuerpo y la vida de las mujeres.Junto con todas estas organizaciones, todos los que conocemos a Jineth, la intensidad de su lucha y su enorme compromiso con el sufrimiento de las mujeres colombianas, le enviamos un enorme abrazo de profunda solidaridad y afecto. Por Jineth Bedoya, por su valiente lucha contra la impunidad, por el futuro de las mujeres y niñas de Colombia, se impone que las instituciones tomen el camino de la justicia.
Belén de la Banda es periodista y trabaja en el equipo de comunicación de Oxfam Intermón.