Mujeres y fronteras

Por Juliana (BeJack)
Cuando pensamos en esta columna (Mujeres y fronteras), lo hicimos desde el lugar de enunciación de las autoras que la sostendrían: dos mujeres, que se reconocen como mujeres, que se relacionan con su entorno desde su condición de mujeres, y que además están geográficamente ubicadas en una frontera política: Colombia-Venezuela (puntualmente, una ciudad del norte de Colombia: Cúcuta). Además, una de las columnistas se comprende a sí misma fuera de algunos condicionamientos heteronormativos, socialmente construidos, que establecen cómo debe ser el comportamiento de una “mujer de verdad”; y la otra se ubica desde una frontera sexual, a veces considerada tierra de nadie (la tercera letra, la bisexualidad).

En fin, pensar en esta columna fue pensar no sólo en el ser mujer, sexuadas como mujeres desde nacimiento, sino en ser mujer con todo lo que ello implica física, emocional y socialmente; ser mujer cuando se nace mujer, cuando uno se hace mujer, cuando se es mujer, aunque no se cumple con estereotipos construidos por la moral de turno. Ser mujer desde la autodefinición, desde la mirada de los demás, desde el diálogo con otros que aportan y reportan, que construyen y destruyen. Ser mujeres con todo lo que conlleva ser mujer para quienes así se definen, e incluso para aquellas personas que, pese a no considerarse mujeres, son percibidas por el mundo como tal.
La otra parte del nombre de la columna tiene su origen no solamente en el hecho de que las autoras estamos ubicadas geográficamente en una frontera, sino también en todas las fronteras, en todos los límites que nos ponemos los seres humanos en nuestra cotidianidad, en nuestro convivir con los otros. Fronteras sociales, fronteras políticas, fronteras económicas, fronteras sexuales, fronteras emocionales; líneas imaginarias que trazamos para distanciarnos de ese otro que consideramos ajeno a nosotros, con el que veces nos cuesta sentirnos identificados.
El lugar geográfico desde el que escribimos ha sido históricamente, en nuestro país, «la frontera» por excelencia. Los límites geográficos que comparten Colombia y Venezuela a menudo se han desdibujado en la cotidianidad por la similitud cultural de los habitantes de lado y lado, y por el intercambio comercial que ha alimentado a las economías de ambos territorios. Los conflictos de un lado siempre han afectado al otro, las bonanzas de un lado siempre han beneficiado al otro. Además, nuestra región en Colombia se caracteriza por una tradición bastante conservadora, una cultura que aún tiene estereotipos de género arraigados en la moral de principios del siglo pasado.
Desde todos los puntos, este es un espacio que consideramos merece ser leído desde múltiples perspectivas, no sólo por la riqueza social y cultural del contexto, sino también porque a menudo ha sido olvidado debido a su condición de periferia, y con esto nos referimos no sólo a la periferia geográfica de la región con respecto al resto del país, sino además a la posición en la que la mujer ha vivido durante tanto tiempo. ¿Qué implica ser un lado o del otro?, ¿cómo viven las mujeres los cambios sociales de su entorno?, ¿cuál ha sido el rol de la mujer en la frontera?, ¿qué es ser mujer en nuestro contexto sociocultural?
BeJack (Juliana Acero) es mujer, bisexual, feminista no feminista, cucuteña, colombiana. Literata, a veces docente, a veces escritora, a veces investigadora, siempre lectora. 

1 comentario

  1. Dice ser Marta Montoya

    Excelente artículo.
    Creo que, poco a poco, esos límites y fronteras están empezando a desaparecer pero aun queda mucho trabajo pendiente. Espero que, con el tiempo, todas podamos sentirnos igual de libres independientemente de la zona del mundo en que vivamos.

    27 febrero 2020 | 12:30

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