Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Rajoy echa a Gallardón. O viceversa

¿A qué diario pertenece este gran titular de portada con Rajoy de sujeto?

¿A qué diario pertenece este gran titular de portada con Gallardón de sujeto?

Hay titulares que no precisan comentario alguno. Apenas una sonrisa o una carcajada. Hoy es uno de ellos. Basta con mirar el sujeto y el verbo de cada gran titular para poder navegar con naturalidad sobre las incertidumbres que nos plantea la prensa de pago, con relación a las próximas elecciones generales. No podemos bajar la guardia.

La respuesta correcta, en el caso de que algún lector despistado no haya acertado, viene a continuación, mediante la comparación de las portadas de los dos principales diarios nacionales de pago de España.

El análisis comparativo de las fotos de portada lo resuelve un niño de primaria. El El Mundo (aquí no pasa nada), Rajoy y Gallardón (sin puñales a la vista) estrechan sus manos y esbozan una leve sonrisa cortesana, en presencia de un grueso y simpàtico empresario eléctrico.

El El País, Esperanza Aguirre (sonriente) y Gallardón (severo, quizás cabreado) se miran de reojo. Parece que se huelen con dos gatos antes de la pelea. Entre ambos, a lo lejos, Rajoy. Bajo la barbilla de Gallardón, está la cabeza de Ana Botella, esposa de Aznar y posible alcaldesa de Madrid si, como se dice hoy en la prensa, el alcalde tira la toalla tras las elecciones del 9 de marzo.

Tampoco hay que ser muy avispado para distinguir a qué diario pertenece cada editorial de hoy.

Cuando comencé a analizar las noticias (y no noticias) de estos dos diarios de pago, solía acompañar cada titular con el logotipo del diario al que pertenecían. Pronto consideré que el logo era una pista innecesaria. Saltaba a la vista quién era el dueño del titular, leyendo únicamente el sujeto y el verbo. Hoy tenemos una prueba demasiado clara de ello.

En este caso, resulta obvio. Sin embargo, hay titulares más sutiles y, por tanto, más peligrosos, ya que nos los podemos tragar, sin prevención alguna, si estamos con la guardia baja. Tal es el caso, por ejemplo, de este titular de portada que lleva El Mundo a una columna:

«Batacazo de la Bolsa…»

Se refiere naturalmente, en singular, a nuestra Bolsa, a la de España. Mala cosa para el Gobierno de turno.

En cambio, en la misma posición de portada, a una columna, arriba de salida, El País titula con lo mismo, pero la Bolsa en singular de Pedro Jota se convierte aquí, en plural, en «las Bolsas de todo el mundo» :

… hunde las Bolsas de todo el mundo

¿Prevaricación en la campaña contra el aborto? Felipe avisa

Esta mañana he oído al ex presidente Felipe González en la Ser, en una entrevista muy hábil e inteligente que le ha hecho Monserrat Domínguez. Me pareció que Felipe estaba en forma, incluso simpático, como en sus buenos tiempos antes de estropearse. Dijo muy claramente que, en la actual campaña forzada contra la ley del aborto, podría haber «prevaricación«. Y se mostró también partidario de una ley de plazos para el aborto.

Por su parte, el ministro de Sanidad, Bernat Soria, nos ha advertido de que la polémica sobre el aborto se plantea «con virulencia a dos meses de las elecciones».

Seguiré el caso con atención porque, cuando hay jueces y elecciones por medio, hay que usar la lupa. Hoy mismo, podemos ver con qué desproporción se informa sobre la campaña contra la ley del aborto (y el papel de los obispos) en los principales diarios de pago.

A veces, basta con cambiar el sujeto principal de la portada de un diario por el del otro para saber con quien nos jugamos los cuartos.

Encendido por la hipocresía de cierto clero asilvestrado, últimamente me he vuelto casi monotemático por lo que, desde hace algún tiempo, no hago analisis comparativo de los titulares de prensa, tal como prometí hace un par de años.

Me conviene, sin embargo, no perder aquellas buenas costumbres ya que la observación del uso y abuso de ciertos sujetos y verbos, hábilmente aderezados por sus complementos, siempre interesados, nos ofrecen ciertas claves de interpretación útiles para mantenernos en posición de alerta preventiva o, al menos, para provocarnos alguna sonrisa. Voy a ver las portadas de los diarios de pago.

Es sábado, antes de comer. Media familia está pintando. Mi hijo mayor se ha vuelto a Hollywood, después de pasar con nosostros las vacaciones más tristes de nuestra vida. Mi hija aún duerme y yo he dormido hoy, por primera vez, sin ansolíticos. Sólo con la ayuda de la melatonina, un inductor del sueño para vencer no el duelo sino los cambios horarios. Ya casi no me duele el pecho, aunque aún me cuesta respirar con normalidad, sin resoplidos ni suspiros inesperados.

La vuelta al trabajo, a ritmo normal, y la convivencia con los colegas y amigos me han venido muy bien. Casi me siento culpable por haber sobrevivido, tan ricamente, como si nada, a nuestra tragedia familiar prenavideña. Algún día (si es que me atrevo a desahogarme por escrito), trataré de compartir con los lectores del blog la experiencia tan dolorosa que estoy pasando en estos días, desde la muerte en accidente de mi hermana, mi cuñado y mi sobrina. Aún no tengo palabras. Quien lo sufrió, lo sabe.

Bueno, a lo que iba. Ahí están las portadas, nada inocentes, de El Mundo y El País.

¿Qué nos sugieren estos dos grandes titulares?

En principio, por la propia selección de temas, cada oveja con su pareja.

El Mundo sigue erre que erre con la presión del PP al Gobierno a favor de la ilegalización de ANV y El País se escandaliza con la «campaña» antiabortista, próxima al PP, contra el Gobierno.

Hasta ahí, nada sorprendente. Curiosamente, lo que merece cuatro columnas en primera página para El Mundo (la ilegalización de ANV) apenas merece un titular a una columnas en El País y, naturalmente con otro sujeto. El mérito, para El Mundo, lo tiene «La Justicia». En cambio, ese mismo honor corresponde en El País a «El fiscal«, más próximo al Gobierno de turno.

Y viceversa. Lo que merece cuatro columnas en El País La ofensiva antiabortista lleva…» ) ha ido a la papelera de la portada de El Mundo. Ni una línea en su primera página.

Nunca me ha gustado poner en la portada de los diarios que he dirigido el verbo «ultima», tan socorrido como engañoso.

¿Dónde está la noticia del día?

Ese titular «La Justicia ultima…» (o «está a punto de…») puede valer para hoy, para hace un mes o para dentro de otro mes.

Pero el experimento más constructivo que propongo hoy consiste en cambiar los sujetos de una portada a la otra. Por ejemplo:

«La Justicia lleva a decenas de mujeres…»

«La ofensiva del Gobierno ultima la ilegalización…»

Ha sonado la hora de comer.

Hasta luego.

Ya he comido. Y mucho: un cocido madrileño con todos sus tropezones.

Ahora, voy a ver las páginas interiores.

El Mundo:

El País:

Aunque no lleve ni una línea en portada, El Mundo sí se ha enterado de la persecución del aborto.

¿Quién tiene el honor de ocupar el puesto de sujeto?

Pues «un juez». Lo lleva, casi escondido, en página par con titular a dos columnas:

Un juez de Madrid llama a declarar a 27 mujeres que abortaron en Isadora

En su interior, El País amplía su información de portada a cuatro columnas con casi dos páginas más y tres grandes titulares.

¿Quién es en este diario el sujeto de la misma noticia?

Pues «La persecución del aborto…» y «Los obispos…»

Página 31:

La persecución del aborto lleva a 25 mujeres ante el juez

Sumario:

La campaña contra las clínicas abortistas se recrudece en Madrid

Página 32:

Los obispos desempolvan la batalla del aborto

Sumario:

El debate resurge a sólo dos meses de las elecciones

En el otro caso de la previsible ilegalización (también preelectoral, ¡qué pena!) de ANV , la información de portada sobre «La Justicia ultima…» de El Mundo, la lleva El Pais en su interior pero con otro sujeto. El mérito va aquí para la Guardia Civil, que depende directamente del Gobierno, y para la fiscalía, que casi también:

La Guardia Civil entrega a la fiscalía los últimos datos para ilegalizar a AVN y PCTV

Por un debate en internet

Hay otra noticia curiosa que ha ido a parar a la papelera de El País (no hay ni una linea, ni un verso, en todo el diario) y que, en cambio, El Mundo la lleva en su portada a tres columnas y con foto y, dentro, la amplía con dos hermosas páginas bajo este antetítulo:

Los símbolos del Estado

Se trata de la letra del himno nacional.

El diario Público también lleva esta noticia en su portada, pero lo hace a una columna y bajo este otro antetítulo:

Patrioterismo

Vivir para ver.

Dicen que Zapatero no se arruga frente al clero

Regreso a Madrid procedente de Almería (donde pasé unos días que, por dolorosos, yo no llamaría de vacaciones) y me encuentro con unas portadas de prensa sobre Zapatero y el clero algo sorprendentes. Lo primero que pienso es que «éste no es mi Zapatero, me lo han cambiado».

Me marché con un post titulado «¿Quién pone el cascabel a los obispos? Zapatero se arruga» y dejé de leer la prensa hasta ahora mismo. Y no me refería solamente al Excrementísimo Señor Obispo de Tenerife

¿Qué le habrán puesto los Reyes Magos a Zapatero para que, como dicen los diarios, «saque pecho«, «plante cara«, «culpe» y «discrepe«, defendiendo la legalidad constitucional, frente a las insidias pecaminosas de algunos obispos y cardenales jurásicos? Fíjense si serán pecaminosas las palabras antidemocráticas de los purpurados inquisidores Rouco y García-Gascó que hasta el bueno de Forges -que es un santo, se lo digo yo- ha mandado hoy a todos los obispos a su propio infierno. Y no le falta razón.

Dicen mis colegas que, fuera de cámaras y de microfonos, Zapatero no se arruga al topar con la Iglesia. ¿Sueño o realidad? ¡Qué maravilla!

Y dice Peridis en El País de hoy que, como los obispos sigan dando leña inconstitucional (o sea, meando fuera del tiesto), Zapatero podría atreverse, incluso, a mirar el Concordato. ¡Mirar el Concordato! No me lo acabo de creer. Volveré a restregarme los ojos y a leer la prensa de nuevo.

Al clero se le ve el plumero

Una vez más, debo reconocer que tengo debilidad por El Roto (antes OPS), uno de los mayores filósofos de nuestro tiempo.

Con qué agudeza y limpieza le ha visto el plumero al clero.

La verdad es que últimamente los obispos hacen pocos esfuerzos por disimular sus raíces fascistoides y no pierden ocasión para levantar el brazo y el palio en busca de algún dictadorzuelo que se preste al negocio.

La Iglesia católica no se acaba de resignar a vivir sin las canongías que le daba el dictador Francisco Franco, en pago por el apoyo episcopal sin condiciones que dieron a la sangrienta «cruzada» que siguió al golpe de Estado del general contra la legalidad democrática de la II República.

Creo recordar que fue el entonces obispo de Cartagena quien dijo:

«Benditos sean los cañones si en las brechas que ellos abren florece el Evangelio»

Así me gustan a mi los obispos. Sin hipocresía ni disimulo. Con su verdad fascista por delante. Estos obispos asilvestrados y feroces, de las manadas de Rouco (facha de toda la vida) y de García-Gascó (que fue un ilustre taranconiano hasta qeu se cambio de sotana), son un auténtico chollo para Zapatero y los demás socialistas. Le están poniendo las bolas como se las ponían a Fernando VII (¿o era a Carlos III?). Así, cualquiera hace carambola.

Ya puede temblar el PP, y despedirse de La Moncloa, si no manda callar pronto a sus cardenales.

Con estos príncipes cavernarios de la Iglesia en contra, cualquiera podría ganar las elecciones generales.

Que hablen los obispos, sí, que hablen, y que no se arrugue Zapatero. Separación Iglesia-Estado ¡ya!. Quiero para mi país lo mismo que disfrutan en el resto del mundo democrático civilizado.

Si la Iglesia carca se empeña , Zapatero podría ganar en marzo hasta por goleada, mal que le pese.

Eso, eso, que se le va el plumero a todo el clero.

Si el bueno del cardenal Tarancón levantara la cabeza…

Yo tuve el honor de conocerle.

—-

Rajoy celebra el día del orgullo ¿qué?

Siempre pensé que Rajoy, que había demostrado en ocasiones un buen sentido del humor, era un tipo listo. Por eso, después de haber visto/oído su patético dicurso institucional, al estilo seudofranquista, me resito pensar que haya sido idea suya. Aún quiero salvar su inteligencia de la trampa en la que los aznaristas (¿quién si no?) le han metido. ¿Habrá sido, quizás, idea finísima de Gallardón?

No me lo explico.

Con esta majestuosa aparición, llamándonos a demostrar el «orgullo español», Rajoy está quedando incapacitado, por ridículo, para gobernar el Reino de España .

Ignacio Escolar nos ha hecho sonreir hoy con la portada de Público:

Mensaje «institucional» sin precedentes del líder del PP

Se cree el Rey

(en YouTube)

En lugar de rezar por el Rey, yo creo que el descarado cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, debería dedicar su oraciones al alma turbia de su colega el sacerdote torturador, Christian von Wernich.

Por favor, no más oraciones para el Rey , por parte de estos sepulcros blanqueados dueños de la pecaminosa COPE. Mejor, menos insultos.

No puedo estar más en desacuerdo con este aprendiz de inquisidor que atribuye los crímenes de ETA a «la debilidad del Gobierno con los terroristas».

¿Será sinvergüenza este cardenal?

Pienso en unos versos proféticos (creo que de Quevedo):

«En tiempos de las bárbaras naciones

de las cruces colgaban los ladrones

y hoy en el siglo de la luces

del cuello del ladrón cuelgan las cruces»

Estoy bastante de acuerdo con lo que, esta vez, ha dicho José Blanco, el nº 2 del PSOE:

«Cuando la derecha se pone a gritar ¡España!, muchos españoles se estremecen».

En efecto, yo soy uno de ellos. A mi me da pánico. Y, desgraciadamente,sé muy bien por qué lo digo.

¿»Un partido de izquierda»… que «perjudicará al PP»? La gallina

El País despacha hoy la marcha de Rosa Díez del PSOE con un pequeño sumario a una columna.

El sujeto no es la socialista dimisionaria sino el PSOE:

El PSOE afirma que el nuevo partido de Rosa Díez perjudicará sobre todo al PP

La cobertura de El Mundo es muy distinta.

La noticia manda en la portada, arriba, con foto de Rosa Díez (mirando de reojo hacia la derecha: «patata, patata», decíamos en la tele) a tres columnas y con dos titulares:

Un partido de izquierda que mira de reojo a la derecha

Rosa Díez: «Me voy del PSOE para defender el socialismo en libertad»

Los portadistas de El País tampoco se han roto el cerebro a la hora de titular la gran foto de Rajoy con la que mandan en primera. Le tienen mirando por una cámara y el titular es también («patata, patata«) de «veo, veo»:

Rajoy: «Veo mi sucesión muy lejos»

Parece que el calentamiento global (por cierto: que agosto tan frío) les ha reducido el ingenio. Rosa Díez «mira de reojo» y Rajoy mira por la cámara y «ve» lejos su sucesión es un poco simplón e infantil.

A mi, al menos, nunca me gustó esa forma de titular una imagen. Es como esos cuadros donde aparece un gallo pintado y el nombre del cuadro es «Gallo».

La guerra del fútbol sigue alineando a El País a favor de Sogecable (son del mismo grupo, aunque no lo dicen) y en contra de Mediapro y de la Sexta.

El Mundo mantiene su línea en este asunto a favor de los competidores de PRISA.

Los indicadores de la coyuntura económica van estupendamente en El País.

La inflación resiste…

…y

…los tipos de interés llevan dos años subiendo

No hay nada en sus páginas que nos haga pensar en que se avecina una crisis económica o, con un nombre más técnico pero no menos temible, un «cambio de ciclo».

Sin embargo, El Mundo aprovecha varios indicadores económicos para armar cuatro páginas seguidas coronadas todas ellas por un cintillo común que las relaciona y que lleva por títuto «CAMBIO DE CICLO».

A fuerza de decirlo, hasta que algún día gane el PP las elecciones, Pedro Jota acabará acertando alguna vez con el anuncio aguafiestas del cambio de ciclo.

Los economistas apenas se atreven a hablar del cambio de ciclo -sólo de ligeros síntomas de enfriamiento-, pero El Mundo ya lo da por hecho y a cuatro páginas. Viene fuerte Pedro Jota.

La desaceleración del crecimiento del PIB en España ha sido de una décima en el úlitmo trimestre, y seguimos creciendo al 4%. Ojalá siga así (entre el 3 y el 4%) ya que es el más alto de la Unión Europea.

Navarra: El PSOE «pide» o «aborta»

Los verbos son habitualmente muy expresivos. Delatan el sesgo del autor de la portada. Estarán de acuerdo conmigo en que no es lo mismo «pedir» que «abortar«. Sin embargo, los complementos también juegan un papel relevante. En este caso, «a la desesperada» encubre una intención muy clara que complementa, en El País, al verbo «pedir«.

En el caso de El Mundo, hay un juicio de intenciones evidente: «por miedo a pagarlo en las generales«. Este es un titular digno de un comentario editorial o de una columna de opinión pero nunca de una información sobre hechos.

Es una pena que nos acostumbremos a esta mezcla nefasta de opinión e información, como la rana que muere en agua hirviendo porque la temperatura le fue subiendo muy poco a poco.

Ya que el periodismo atraviesa esta crisis fatal, es muy saludable estar en posición de alerta para distinguir hechos de opiniones.

Que no nos den gato por liebre.

Los obispos y los mártires tampoco son de este Mundo. Ni una línea en portada. Ni ayer sacó en portada a los curas pederastas de Estados Unidos ni hoy saca a los presuntos beatos o santos de la guerra civil.

El País, en cambio, no pierde de vista a los curas. Por si acaso.

Quién y por qué perderá en 2008

ANTONIO ESTELLA en El País 17/07/2007

Las elecciones las gana el partido que conecta mejor con la sociedad y que proyecta un modelo que, aunque no sea exactamente el que la gente tiene en la cabeza en un momento determinado, sí que lo quiere imitar. En ambas dimensiones, el contraste entre el Partido Popular y el Gobierno socialista es realmente significativo. Comenzando por el Partido Popular, parece claro que cada día que pasa este partido va perdiendo su capacidad de conectar con las preocupaciones de la mayor parte de la sociedad. Para empezar, la gente, al menos la gente que no es de extrema derecha, no se siente crispada. Ve que las cosas funcionan razonablemente bien y no encuentra demasiados motivos para estar instalada en el enfado permanente. Por ello, es incapaz de entender por qué el Partido Popular le dice que debe estar enfadada. Además, la gente no ve los riesgos apocalípticos de los que constantemente habla el PP. Incluso aunque a muchos ciudadanos no les gustó la operación del Estatut, todos han podido comprobar que España sigue intacta. La familia parece haber corrido una suerte similar: sigue como estaba, no se ha roto, ni se romperá. Por último, la gente no conecta con un partido que insulta permanentemente a las más altas instituciones del Estado. El PP no parece haber entendido que los españoles sienten que el presidente del Gobierno, sea del color político que sea, es su presidente. Por ello no ven con buenos ojos que se le tilde de subsecretario. Eso sí que les enfada, y mucho.

La capacidad del PP de proyectar un modelo de sociedad está, también, bastante tocada. En realidad no sabemos muy bien qué es lo que haría el PP si llegara a gobernar en 2008, porque este partido nunca habla de futuro, sólo de pasado. Sus líderes, Rajoy, Zaplana y Acebes, son los líderes del pasado. Su discurso es un discurso auto-justificativo de las decisiones del pasado, en particular, de una decisión: la de intervenir en la guerra de Irak. Y su insistencia en recordar que ellos lo hicieron mejor con ETA también nos remite al pasado.

Por mucho que algunos se empeñen en decir lo contrario, la estrategia del PP para hacerse con el poder es completamente irracional. Crispar solamente habría tenido sentido, como máximo, si en un momento determinado, una vez las filas del PP prietas, este partido hubiera girado hacia el centro. Este último debate del estado de la nación era la última oportunidad que tenía el PP para mandar a la sociedad una señal de moderación. Sin embargo, fue y será incapaz de hacerlo, porque el PP se encuentra psicológicamente enganchado a la droga de la venganza.

El Gobierno socialista ha desarrollado más ampliamente su capacidad de conectar con las preocupaciones de la sociedad. Después, sobre todo, de los últimos cuatro años de Aznar, la gente sentía una necesidad infinita de modernidad, de quitarse la caspa que le había caído encima durante ese periodo, de poder decir lo que quisiera, de liberarse, de salir del armario, y de varias cosas más. Cuando el Gobierno aprueba la ley de matrimonio homosexual no solamente se da cuenta a una reivindicación histórica de un colectivo determinado, sino que, además, nos hace sentir a todos que tenemos más libertad para elegir nuestra forma de vida de la manera que queramos. Cuando el Gobierno aprueba leyes de igualdad, no solamente cumple con una parte de su programa, sino que además hace que todos sintamos que vivimos en un país mejor. Cuando el Gobierno adopta medidas de conciliación entre la vida familiar y laboral no solamente persigue que todos tengamos un poco más de tiempo para dedicarlo a la familia, a los amigos o a lo que nos dé la gana, sino que además hace que nos sintamos mucho más protegidos en esta sociedad, en la que parece que todo gira en torno a la vida laboral. Muchos querían un cambio, y el Gobierno socialista ha sabido dárselo.

El modelo que intenta proyectar el Gobierno socialista es, por ahora, algo incierto, pero desde luego en esta dimensión también le saca distancia al Partido Popular. En el último debate del estado de la nación, el presidente repitió hasta diecinueve veces, ¡diecinueve!, la palabra «futuro». La parte más polémica de su discurso fue el anuncio que hizo el presidente de que cada familia recibirá una ayuda de 2.500 euros por cada hijo que nazca a partir de ahora. Sin embargo, y a pesar de las críticas que ha recibido, casi ninguna otra medida habría sido capaz de enlazar mejor con la idea de que, mientras que el PP solamente ve la realidad a través del espejo retrovisor, el Gobierno tiene puestas las luces largas: ¿qué mejor modelo que uno que apuesta con esperanza por la familia?

La capacidad de un actor político de conectar con la sociedad, y de proyectar un modelo determinado de cara al futuro, está en función de su capacidad de comunicación. Éste ha sido uno de los puntos más flacos del Gobierno socialista, como muchos analistas se han encargado de recordar. Zapatero dijo, cuando ganó las elecciones de 2004, que sabría escuchar a la sociedad. Parece que el presidente está empezando a cumplir su compromiso de pegar los oídos a lo que la gente está diciendo en este terreno, porque en las últimas semanas ha tomado toda una serie de iniciativas que permiten pensar que habrá rectificaciones en su forma de comunicar las medidas que adopta. Primero, el presidente ha decidido la creación de un Centro de Prensa en Moncloa. La medida llega algo tarde, pero más vale tarde que nunca. Segundo, el Gobierno está evitando el error de hacer que la gente «piense en elefantes». Por ejemplo, a pesar de que el PP ha calificado lo ocurrido a nuestras tropas en el Líbano de acto de guerra, el Gobierno no ha entrado en el juego de negarlo. Finalmente, está la medida de los 2.500 euros a la que he hecho alusión antes. A pesar de que la izquierda más timorata ha criticado la falta de oportunidad de hacer este anuncio en el debate del estado de la nación, el momento y el lugar no podían ser más adecuados. Si el Gobierno no aprovecha los pocos resquicios que le quedan para lanzar sus mensajes y medidas, ¿cómo se enterará una persona que ha tenido hoy un hijo de que tiene derecho a 2.500 euros?

Al Gobierno le faltaba querer dar la batalla por la comunicación; ahora parece que lo va a hacer. Esto, unido a su capacidad de conectar con la gente y de proyectar un modelo en el que la sociedad quiera sentirse reflejada, además de a la irracionalidad manifiesta en la que el PP está instalado, hará que este partido pierda en 2008.

Antonio Estella es profesor de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III de Madrid.

¡Parad las máquinas! La piscina de Pedro Jota, en portada

Sin comentarios. Lo siento. Esto me supera.

Ahora caigo… en la piscina, claro.

Hace poco me sorprendió muchísimo el tratamiento, a mi juicio, desorbitado que Pedro Jota dio en El Mundo al cambio de voto de un partido minoritario balear que antes apoyó al PP y ahora apoya al PSOE para gobernar las Islas Baleares.

Para El Mundo, Maria Antonia Munar pasó de la noche a la mañana de ser una santa a ser una presunta corrupta pecadora, de heroina a villana.

La portada de hoy me aclara muchas otras portadas:

«Cherchez la piscine…»

Oportuno artículo de Jordi Borja a favor de uso del humor en la vida política. Frente a la crispación interesada no hay nada mejor que el humor…propio.

La broma como resistencia política

JORDI BORJA en El País

06/07/2007

Hace 40 años exactamente Kundera publicaba su primera novela. En la Praga que anunciaba la primavera el libro obtuvo un éxito fulgurante, cada página era leída como una afirmación de libertad. Si la juvenil broma conducía al personaje a un irremediable descenso al infierno kafkiano de la Checoeslovaquia staliniana la lectura que se hizo en la anunciada primavera política fue de feliz celebración de la vida que renacía. La cara contrapuesta al absurdo cotidiano que mostraba el libro se estaba rompiendo en mil pedazos.

Unos meses después, cuando el Ejército soviético había invadido el país y restablecido el aberrante orden represivo, el libro se publicó en Europa. El éxito fue también inmediato pero distinto. La lectura que hicimos entonces fue explícitamente política, la denuncia de un socialismo que pretendía hacer felices a las gentes a pesar de ellos y que socializaba principalmente la infelicidad. La broma se había convertido en resistencia. El humor es probablemente el arma política cargada de futuro más firme, variable y duradera.

A principios del pasado mes de junio, en París, pude asistir al estreno de una obra insólita, La Verfügbar en los infiernos, subtitulada Una opereta-revista en Ravensbrück. La autora, Germaine Tillon, cumplía 90 años esos días. Prestigiosa etnóloga, resistente y sobreviviente del campo de concentración, presente en todos los combates importantes en defensa de los derechos humanos y de los pueblos, innovadora analista de la situación de la mujer en los países mediterráneos, fue una sorpresa descubrirla como autora de opereta. Y más sorprendente aún saber que la obra fue escrita en otoño de 1944 en el campo de concentración, cuando ella y sus compañeras temían con razón que la muerte les llegaría antes del fin de la guerra y de la esperada liberación por parte de los ejércitos anglo-americanos y rusos.

La obra hace reír y se ríe del campo, incluso de ellas mismas, las Verfügbar, las deportadas que se habían negado a trabajar para las empresas nazis y que estaban «disponibles» para realizar los trabajos más duros o desagradables del campo, sometidas al maltrato permanente y sin otro futuro que la muerte. «En el campo de concentración no se piensa en el futuro. Allí el futuro no existe», escribe su compañera Anise Postel-Vinay recordando su estado de ánimo en aquel triste otoño del 44.

Tillon escribe su obra, que recuerda al Brecht de Santa Juana en el matadero, con humor ácido y distanciado, destinado a levantar el ánimo de sus compañeras que participan en el proceso de producción de la obra (especialmente proporcionando músicas, casi siempre alegres, procedentes de las canciones populares de la época) y al mismo tiempo contemplan desde el exterior el campo, a los nazis y a su propia situación.

El producto final ofrece además una información y una denuncia del absurdo criminal y de la locura brutal que se concentra en el campo y en la relación de los nazis con las Verfügbar, definida por Tillon como el resultado de «la conjugación entre un gestapista macho y una resistente hembra». Pero este resultado aparecerá más tarde y para ello ante todo hay que vivir, resistir. La resistencia es para «sobrevivir, nuestra última acción de sabotaje». Por cierto es curioso constatar cómo términos que ahora se entienden con connotación negativa, como «sabotaje» o «terrorismo», en aquella época se consideran positivos. Recordemos el emotivo final de Esta tierra es mía, de Jean Renoir, en la que el modesto y miedoso maestro protagonista, que interpreta el genial Charles Laughton, termina su alegato ante los jueces colaboracionistas de la Francia ocupada con una rotunda defensa del «derecho al sabotaje».

Tillon nos dice algo más. La obra divierte para informar, para afirmar la fe en la capacidad de los hombres y mujeres de luchar por su dignidad, para mantener la esperanza en el futuro, para afirmar la vida. Y para ello el humor es un arma para sobrevivir, para resistir, para denunciar y para enfrentarse a la barbarie aunque la practiquen los Estados. Y con humor nos transmite «la memoria, sin ella no podemos imaginar el porvenir».

En España también hay humor frente a la política monopolizada por instituciones cuya representatividad está hoy cuestionada (véase la importancia de la abstención) pero es un humor que se sitúa entre la obscenidad y la ingenuidad, que contribuye a la pasividad ciudadana y a la debilidad de la democracia. Las recientes elecciones han significado un fracaso de la democracia. En Cataluña es una evidencia empírica. La abstención no sólo es importante en cantidad (más del 50% en Barcelona) también es significativa en cualidad. El análisis por barrio y las encuestas coinciden: los que menos votan son los sectores de bajos ingresos y los jóvenes. Es frecuente encontrar que la abstención en barrios populares es el doble o más que en barrios de rentas altas. Y que la abstención de los jóvenes triplica o cuadriplica la de las personas mayores. El fracaso de la democracia no es la abstención y el crecimiento significativo del voto en blanco (son síntomas) pues podría interpretarse que los que no votan es porque no necesitan políticas públicas. Pero no es así, no votan los sectores que sí las necesitan y aquellos que deberían tener esperanzas respecto al futuro.

La democracia no es un simple instrumental para crear y mantener instituciones representativas. Es un marco político-jurídico cuya legitimación y vocación es promover políticas, y por lo tanto valores y comportamientos, destinados a aumentar las libertades, a reducir las desigualdades y a reforzar los lazos solidarios. Pues bien, si la democracia está flacucha parece imponerse la crítica a los que contribuyen a ello y la resistencia de los que no quieren morir con ella. Y el humor podría ser importante.

En muchas partes de España, si nos atenemos a lo que muestran radios, televisiones y espectáculos, el humor político se confunde con la obscenidad, la descalificación grosera de los políticos, el lenguaje grosero, escatológico, pornográfico. En Catalunya triunfa un programa de humor, Polonia, que divierte mediante la caricatura amable de los políticos. Pero en ambos casos, nos gusten más o menos estos programas, ni los unos ni los otros son muy útiles a la democracia. La crítica a los partidos es fácil, se les pide mucho más de lo que pueden dar, y es cierto que podrían dar un poco más, pero como la abstención también ellos son más un síntoma que una causa.

La perversión de la democracia reside en otros centros de poder: las multinacionales, la banca, la cúpula de la Iglesia Católica, algunos personajes de los medios de comunicación, los que promueven el racismo y la xenofobia, los que difunden una retórica ultra securitaria, etc. Y, curiosamente, éstos raramente son objeto de la crítica mediante el humor.

Somos más ricos que antes, no mucho más educados, y en humor político me parece que hemos retrocedido respecto a otras épocas. Y ante el páramo del debate de ideas en serio, buena falta nos hace una buena dosis de humor inteligente, radical y sin temor a enfrentarse a los poderes fácticos.

Jordi Borja es urbanista. FIN

Mario Benedetti decía algo así (y cito de memoria):

«Un torturador que se suicida no se redime. Pero algo es algo»

«Zapatero ganó…», en ¡El Mundo!

Pensé que me había confundido de periódico. Sorpresas te da la vida…

A cuatro columnas, mandando, arriba:

Zapatero ganó el debate…

En el diario El Mundo. Vivir para ver.

El País mantiene su cultura corporativa:

El papel de Rajoy ante Zapatero decepciona…

Me ha sorprendido también que Roberto Carcía Calvo (por el PP) siga siendo miembro del Tribunal Constitucional. Debe ser muy mayor.

Recuerdo su nombre como gobernador civil de Almería cuando un joven estudiante fue muerto a tiros por la Guardia Civil mientras escribía la palabra «LIBERTAD» en un muro de la playa. No pudo terminarla. Le dispararon por la espalda y no hubo culpables.

Aquel gobernador franquista pidió ayer la dimisión de la presidenta del Tribunal Constitucional. Su petición fue rechazada por diez votos a dos.

¡Ah! en la columnita de El Mundo se da cuenta de la renuncia del juez que invocó a Dios en una sentencia. Menos mal, Me dan miedo estos talibanes metidos a juez. Estoy por creer que, por esta vez, le ha iluminado el mismísimo Espiritu Santo para que dimita. ¡Qué alivio!

—-

Y éste es un espléndido artículo del proferor Laporta bastante esclarecedor sobre el terrorismo, publicado el lunes en El País. Se me había escapado.

Cuando estaba en la Universidad quise investigar y escribir sobre la función de utilidad del terrorismo (¿a quiénes beneficia?). Me asustaron mis propias conclusiones y nunca publiqué nada sobre el asunto. Laporta explora aquí, con valentía y rigor, algunos aspectos de esa deplorable función de utilidad. No se lo pierdan.

Sobre la pervivencia del terror

FRANCISCO J. LAPORTA en El País 02/07/2007

Lamento no acabar de creerme dos de los tópicos más asentados del discurso antiterrorista. No creo que vayamos a «derrotar esa lacra», como se repite una y otra vez, ni creo tampoco que en las condiciones que estamos creando entre todos sea verdad aquello de que con los actos de terror nunca se gana nada. La realidad viene a desmentir ambos píos deseos. A lo mejor no es ocioso que intente explicar por qué. En su notable libro Calamidades, Ernesto Garzón Valdés presenta un acercamiento conceptual muy preciso a la noción de terrorismo. Extraigo de su amplia definición algunos de sus ingredientes decisivos: el terrorismo es el método de usar de modo imprevisible la violencia para provocar el temor generalizado con miras a influir en el comportamiento de terceros para obtener objetivos políticos. Acto de violencia, pues, temor generalizado y reacción de terceros. Repárese en que de los tres tan sólo el primero incumbe únicamente al terrorista. Los otros dos están mediados por nuestros comportamientos colectivos, y mi escepticismo descansa en que allá donde mire no acierto a ver ningún indicio de que estemos dispuestos a interrumpir esa mediación.

Para hacer el viaje desde el acto terrorista al temor generalizado de la población se necesita un viático imprescindible: la publicidad del acto. Hasta el punto de que hay autores que hablan del «oxígeno de la publicidad» como condición del terror. Vale la pena advertir que, a diferencia del terrorismo de Estado o la delincuencia común, que buscan ampararse en el secreto y la opacidad, el terrorismo político busca deliberadamente la publicidad; su acto mismo de terror pretende precisamente ser un acto publicitario. Sin ese oxígeno de la publicidad, por tanto, se debilitaría fatalmente como fenómeno político. Pues bien, nosotros estamos dispuestos, al parecer, a suministrarlo ilimitadamente. No hay nada relacionado con él a lo que no le demos inmediatamente una trascendencia mediática inusitada. Aun si con ello estamos poniendo una de las condiciones para su reproducción y perdurabilidad. Por supuesto que la naturaleza misma de nuestras sociedades como sociedades abiertas tiene que contar con la publicidad como elemento esencial, pero una cosa es eso y otra muy distinta hacer del terrorismo y sus actos un objeto prioritario del mensaje político. Esto es lo que, sin ir más lejos, está pasando hoy en España. Hemos entrado en una espiral viciosa que no hace sino realimentar el fenómeno terrorista que decimos querer derrotar. En la pasada campaña electoral, las cosas han llegado a un punto en que uno no sabría decir muy bien si, por paradoja, aquellos que se jactan de ser los más fieros enemigos del etarra no se hayan transformado en sus aliados más constantes. Los mensajes del Partido Popular, los informativos de la cadena episcopal, algunos diarios nacionales o los noticiarios de la cadena autonómica de Madrid parecen haber incorporado una obsesión malsana por subrayar hasta extremos inconcebibles una presencia del terrorismo que dista de tener esa realidad ni de merecer ese tiempo. Se han tornado así en una suerte de agentes artísticos o teatrales involuntarios de ETA, comisionados por lo que parece para otorgar a cualquier minucia que hagan sus miembros un papel de protagonismo en la escena política y social española. Que un sujeto insignificante y vil como De Juana Chaos haya sido premiado con el oscar de presencia mediática en los últimos meses es una de las hazañas más necias y dañinas de la práctica política de los partidos y los medios desde que empezó la transición. No hay más que asistir a su resurrección como héroe nacional después de esa insensata dosis de oxígeno que le han facilitado precisamente quienes más parecían odiarle.

De que con esos y otros estúpidos alardes publicitarios hemos pasado del acto aislado de terror al temor generalizado de la población, no cabe albergar ya duda alguna. Según datos fiables, que también se dedican a recordar, venga o no venga a

cuento, esos profesionales de la inquietud, los españoles han vuelto a considerar al terrorismo entre sus primeras preocupaciones. Que un ciudadano de este país tema un atentado más que, pongamos por caso, un accidente de tráfico o un cáncer de colon, es una de esas muestras de necedad colectiva que a veces exhiben los pueblos mal informados. Ser víctima de un acto terrorista es un suceso con una probabilidad estadística cercana a la nada. Pero claro, una cosa es el riesgo y otra la percepción que se tiene de él, y los hay empeñados en prestar al terror ese servicio inestimable que se ha llamado amplificación social del riesgo sin el que lo más probable es que acabara por ser un fenómeno marginal e inconsistente. Por las consecuencias de esa amplificación, naturalmente, nadie responde.

Y las consecuencias tienen una relación muy directa con ese otro tópico en el que antes decía que tampoco creo. Ese que afirma que con sus actos los terroristas nunca ganarán nada. Las condiciones que hemos puesto entre todos hacen esta aseveración falsa. Mencionaré solamente tres de esas ganancias. La primera, y la más evidente, la que recibe el propio terrorista al ver transformada su crueldad ocasional en un ingrediente del destino de un pueblo. Con sólo alterar la agenda política de una comunidad moderna, el terrorista ya ha conseguido una parte de lo que buscaba. Al ser vehiculada por los medios, su acción violenta acaba por tornar a un grupo insignificante en un actor del proceso político. Por disparatada que sea su causa, sólo por ser el actor de esa violencia ocasional que se amplifica insensatamente, se le incorpora a la trama de la comunidad. Hemos dado ya el primer paso en su favor. La segunda ganancia evidente es la que relaciona inversamente la libertad y el miedo. El temor generalizado determina que las sociedades abiertas basadas en la libertad se vayan cerrando sobre sí mismas paulatinamente. Y al hacerlo adquieren inadvertidamente los rasgos agresivos que sirven de pretexto al grupo que ejerce el terror. Esta retroalimentación está ya demasiado estudiada como para que pueda pillarnos por sorpresa. Cuanto más dura e irreflexiva es la reacción social del miedo, más parecida es la sociedad que lo segrega al enemigo que ha inventado el terrorismo. No hay ejemplo más exacto de lo que es una cultura amenazante e invasora que la amenaza armada y la invasión militar. La coalición militar que asaltó ilegalmente Irak ha dado a Al Qaeda exactamente lo que ésta quería. Todo un regalo para el terrorismo islámico, un rédito que ni por asomo pudiera haber imaginado ingresar.

Y hay que hablar, por último, de una ganancia triste y desalentadora. La que se puede obtener haciendo aspavientos sobre el terrorismo en el debate electoral. La ecuación es tan elemental como cínica. Si el pueblo está atemorizado, recurramos a su temor para inclinar su voto hacia nosotros. No poca de la compulsión mediática que padecemos descansa obscenamente en esa ecuación. Seguramente, también la estrategia política de nuestra inefable derecha. Y, deploro decirlo, alguna de las prácticas en que se han embarcado ciertos sectores de las propias víctimas. Más allá de la indignidad que supone acercar el ascua viva que para todos han de ser los muertos a la sardina electoral de cualquiera, está la paradoja perversa que se esconde tras esa indignidad. Si las víctimas producen votos, una manera posible de ganar votos es incrementar el número de víctimas o ignorar su situación. En esto, la lógica de ese tipo inmundo de pescador electoral no difiere gran cosa de la lógica propia del etarra. Ambos están en la empresa de utilizar a las víctimas para conseguir objetivos políticos en virtud de la reacción que la sociedad desarrolla ante el terror. Y cualquiera que sea el oscuro motivo que los empuja, parece probable que con sus comportamientos alienten la perdurabilidad del fenómeno mismo cuya derrota tendría que dar sentido a sus vidas.

La pervivencia del terrorismo no depende sólo de que haya actos de terror. En una sociedad compleja, bastante anómica y presidida por el incesante desarrollo de la tecnología, es seguramente imposible pensar que no se produzcan. Pero su dimensión social y política depende en gran medida de nuestra actitud individual y colectiva hacia ellos. Y no veo por ninguna parte que seamos conscientes de ello.

Francisco J. Laporta es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

FIN

Exclusivas «El Trabuco» contra Munar, en El Mundo

La pregunta me parece legítima, en un blog como éste:

¿Habría publicado El Mundo este reportaje contra María Antonia Munar si ésta hubiera dado sus votos al PP, y no al PSOE, para que gobernara Baleares?

María Antonia Munar era una santa para el diario El Mundo, mientras dió sus votos de Unió Mallorquina a Jaume Matas para que el PP gobernara las Islas Baleares.

Esta semana, la señora Munar decidió cambiar de aliado y apoyar con sus votos al líder del PSOE balear, Francesc Antich, con quien gobernará a partir de ahora. El ex presidente conservador balear, Jaume Matas, ha tirado la toalla, ha dejado la política y se ido a hacer las Américas.

Le ha faltado tiempo al ex periodista Pedro Jota Ramírez para tirar de nevera y disparar contra su antigua santa aliada a la que convierte en diablesa, «investigada por al menos dos casos de corrupción», «amante del lujo», que «desenfunda su cartera de piel» para pagar «como siempre en metálico». ¿Acaso no sabía nada de todo esto Pedro Jota cuando María Antonia Munar daba su apoyo al PP?

Es triste comprobar que, en cuanto da la vuelta la tortilla de los votos, los héroes se convierten en villanos, los santos en demonios y los puros en corruptos. Asombra también la eficacia, rapidez y capacidad que tiene El Mundo para investigar, en apenas un par de días, todos los detalles que definen, de pronto, a la ex santa aliada del PP como la suma de todos los males sin mezcla de bien alguno.

Pedro Jota, Pedro Jota, ¡Ay!, que se te ve el plumero…

Hoy se le nota demasiado el cartón a Pedro Jota, pero, en honor a la tradicicón profesional, no es el único que bebe en las turbias aguas de Exclusivas «El Trabuco«. Todos los periódicos tienen una nevera (o un congelador) más o menos repleto de cuentas pendientes… por si acaso.

Algunos días recomiendo leer los titulares de la prensa al revés. Suele ser una lectura más provechosa que la del BOE. Hoy es uno de ellos.

El Mundo destaca en portada, a cuatro columnas, una declaración de Rajoy según la cual:

«…si no gano, no me iré a casa»

Guardaré esta frase para cuando Rajoy pierda la próximas generales (si es que las pierde) y decida irse a su casa, empujado por la presión de los aspirantes Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón..

Navarra y el 11-M, a toda máquina

Me ha quedado un poco chungo el recorte de la primera de El Mundo porque le di la misma anchura en el Photoshop que a la noticia de El País y apenas se puede leer.

Fijémonos en los titulares.

El País utiliza el verbo «rematar» para dar por muerta la teoría de la conspiración que, auspiciada por el trío Pinocho, trata de responsabilizar a ETA por la matanza de 11-M.

El Mundo, convencido quizás de que la teoría conspiratoria ayudó a la victoria pírrica de PP en la municipales y autonómicas, sigue, erre que erre, alimentándola sin desmayo. Por eso, adjudica a la perito de los Tedax ese «cambia ahora» tan escasamente neutro.

Cuando un perito señala alguna duda que conviene a los intereses de la teoría conspiratoria, El Mundo le atribuye valor de portada a cinco columnas y la acepta como un dogma que va a misa.

Si, por el contrario, contradice su loquinaria versión exculaptoria de las mentiras de Aznar , en ese caso, pierde importancia tipográfica, considera que no dice la verdad y se pregunta por qué lo hará, con el fin de sembrar nuevas dudas sobre la presunta autoría islamista del 11-M.

Reconozco que tuve la falsa premonición de que, al concluir la campaña electoral, los apóstoles de las mentiras masivas del 11-M reducirían su agitación y propaganda. Me equivoqué.

Algunos fundamentalistas de la derecha habrán atribuido el pequeño triunfo electoral del PP (150.000 votos más que el PSOE) -que ellos llaman «histórico«- al estado de movilización permanente de sus militantes, gracias a la teoría conspiratoria de ETA en el 11-M, a que «España se rompe» y a que «Zapatero se rinde ante ETA».

Son mensajes sencillos, tan verosímiles como falsos, pero muy eficaces para personas que recurren más a la fe que a la razón y poco acostumbradas a desentrañar problemas complejos.

Ahí va un simpático articulo de Migel Angel Aguilar:

En el balcón de la victoria

MIGUEL ÁNGEL AGUILAR en El País 29/05/2007

La noche del domingo hubo balcón en Génova que debió improvisarse otra vez con mecano tubo sobre la fachada de la sede nacional del Partido Popular. Tenemos nuevas elecciones en puertas y convendría que se procediera desde ahora mismo a tramitar las oportunas licencias municipales que permitan dotar al edificio de un balcón permanente de manera que los líderes puedan corresponder cuantas veces sea necesario al entusiasmo siempre a punto de la militancia. Esta vez se ha desencadenado tras una diferencia a escala nacional de 155.991 votos más sobre los 7.758.093 que se han apuntado los candidatos del PSOE. La diferencia en términos porcentuales representa un 0,7% pero ha servido también para cantar victoria. Con menos motivo se apuntó Napoleón la victoria en el campo de Eylau. Además de que los resultados arrasadores en la ciudad y en la Comunidad de Madrid tampoco pueden minimizarse, como si no estuvieran apuntando otra dimensión del problema para el PSOE.

En la sede socialista de Ferraz los balcones son impracticables, como si fueran de atrezo, y nadie ha cuidado en las últimas ocasiones electorales de procurar una instalación análoga a la de sus competidores. Prefieren celebraciones más discretas, de interior, sin concentraciones al aire libre. Se diría que los del PSOE vienen de una tradición diferente. Sólo cuando la primera victoria en las generales del 28 de octubre de 1982 Felipe González y Alfonso Guerra se asomaron tímidamente a una ventana del Hotel Palace para recomendar enseguida a los incondicionales que se disolvieran y regresaran a casa. No tienen la cultura del balcón, un elemento que ha sido postergado en la arquitectura de la Villa y Corte a partir de Gutiérrez Soto, el impulsor de las terrazas que luego se cubren arbitrariamente, cada uno por su cuenta, con el consiguiente deterioro del aspecto exterior de las construcciones.

Aceptemos que si las grandes ocasiones parlamentarias se conocen por los chóferes, los triunfos electorales se distinguen por sus celebraciones. En todo caso, nada comparable al momento estelar de la salida al balcón, cuando la muchedumbre reclama impaciente la comparecencia de los líderes victoriosos. Hay que imaginar la situación previa, que transcurre en la habitación contigua, convertida en improvisado patio de cuadrillas momentos antes de que suenen los clarines y se abran las puertas para iniciar el paseíllo. Entonces debe disponerse quienes saldrán, el orden de aparición en escena y la posición en que quedarán expuestos. También quién ocupará el centro, los turnos de palabra y otros detalles de la animación corporal. Cuidado, porque pueden cundir los disgustos entre los que se consideren postergados sin posibilidad de asomarse, retenidos en las bambalinas. Algunos pisarán el balcón sin problemas de timidez pero otros necesitarán para hacerlo estimularse con alguna dosis de coñac salta parapetos.

La tradición del PP con los balcones se inauguró en Carabaña aquel Viernes Santo 7 de abril de 1996, dos semanas después de la primera victoria electoral de José María Aznar sucedida el 28 de marzo anterior. Allí estaban junto al líder, Ana Botella, Pedro José Ramírez y Rodrigo Rato. A todos ellos los echamos de menos la noche del pasado domingo en el balcón de Génova junto a Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz-Gallardón y Ángel Acebes. Porque nadie discutirá la colaboración extraordinaria de José en la campaña con intervenciones como la de Calatayud y otras a dúo con Ana confirmando el amor que se tiene el matrimonio ya cargado de nietos. Sabemos de la ingratitud de la política y dice Joan Manuel Serrat en su canción A quien corresponda «que a los viejos se les aparta / después de habernos servido bien». Pero tampoco, porque basta ver al ex para desmentir que el suyo sea un caso de ancianidad. Entonces, ¿por qué han prescindido del gran timonel que sigue marcando el rumbo en medio de navegación tan procelosa, sin temblor alguno en su pulso? Añadir a Rato hubiera dado un toque internacional y habría sido un reconocimiento a sus negros augurios sobre la economía española, cualquiera que sean los datos positivos que ofrezca. En resumen, ampliar el balcón y explicar de paso la ausencia del incombustible Zaplana.

FIN