Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Voy al «2 de Mayo» con el corazón «partío»

Ahora que puedo escribir como si fuera libre, diré que, habiendo estudiado Historia en los manuales franquistas de Bruño, aún tengo el corazón «partío» por las distintas versiones que, desde entonces, me han ido dando del 2 de mayo de 1808.

Ya nos lo advirtió el bueno de don Antonio Machado:

«Una de las dos España ha de helarte el corazón»

¿Quién se sublevó el 2 de mayo de 1808 contra el invasor francés y por qué?

Como en las portadas de los diarios (que son «el segundero de la Historia«), también cuando hablamos del 2 de Mayo de 1808 cada historiador, cada político, cada periodista o cada lector arrima el ascua a su sardina.

En este blog trato de acercarme a los titulares de la prensa con cierto espíritu crítico, naturalmemente, sesgado hacia el lado del que cojeo. Faltaría más.

Lo mismo me ocurre con los libros llamados respetuosamente de Historia. Hay interpretaciones de los hechos para todos los gustos. Incluso hay «hechos» y «no hechos«.

La Historia la escriben, desde luego, los vencedores. Con esa prevención debemos acercarnos a esta maravillosa versión censurada de la realidad antigua que llamamos Historia. Porque no hay una Historia sino muchas historias.

En este sentido, el discurso de exaltación nacionalista de la lideresa madrileña -perteneciente al Estado noble, pues es condesa de Murillo– me ha hecho cierta gracia. Mañana lo darán los diarios impresos (que suelen dan las noticias de ayer).

El diario Público la veía venir y hoy ha dedicado su portada a Esperanza Aguirre . Por lo que se ve, la dueña del 2 de Mayo tiene una peculiar idea de «nación«. Se parece más a la que nos impuso, por la fuerza de las botas, el dictador Francisco Franco (sólo superado, quizás, en sus felonías por el mismísimo rey felón Fernando VII) que a la que consagra hoy en democracia, por la fuerza de los votos, nuestro Tribunal Constitucional.

El Mundo, que últimamente no oculta su pasión por la condesa-lideresa, ha preferido mandar hoy en su portada con la idea de «nación» ligada, precisamente, al Tribunal Constitucional:

El Constitucional se inclina por aceptar que Cataluña se defina como nación

El segundo tema, a tres columnas, es sorprendente:

Compromisarios del PP piden «retomar la bandera de la regeneración democrática»

Desde luego, falta le hace al PP regenerarse democráticamente por dentro.

Pero, volviendo a la fiesta que celebramos hoy en Madrid, me cuesta asumirla como propia si aquella rebelión frustrada resultó que se hizo -como dicen algunos historiadores- con este grito terrorífico y frivolón:

«¡Vivan las cadenas!»

Un amigo me decía hoy que le recordaba otro grito: el del general franquista Millán Astray en pleno ardor guerrero:

«¡Viva la muerte!»

No me extraña que los grandes ilustrados de la España de las luces (y entre todos, el grandísimo Francisco de Goya) tuvieran también el corazón «partío» entre los ideales de «libertad, igualdad y fratenidad» de la Revoluciónon francesa, que decían defender las tropas napoleónicas, y la lucha contra un ejército invasor que siempre acaba cabreando a los nativos.

Imagino que en Irak debe haber hoy más de un demócrata sincero que tiene el corazón dividido, tan «partío» como lo fuera el de Goya, entre los ideales democráticos que Bush dice defender y las tropas norteamericanas que invaden su país y cabrean y humillan a sus compatriotas. Lo mismo les pasó en Vietnam. Y es que parece que los imperios no aprenden eso de que «la letra con sangre no entra» y que «sarna con gusto no pica»

El País, en cambio, hoy huye del 2 de mayo como del diablo, en su portada, y la dedica a tope a rejonear al PP. Parece que le ha cogido gusto a la crisis interna de Rajoy y Esperanza Aguirrel y sigue hurgando en ella:

Diputados del PP se ofrecieron a Zaplana para desbancar a Rajoy

Sin embargo, el lunes le dedicó una página noble al artículo de Antonio Elorza, que copio y pego al final de este post.

Y en páginas sólo de Madrid publica un bonito reportaje sobre la «gesta patriótica» y el «día sin curro». Como fuera de Madrid no puede leerse este suplemento, ragalaré al lector unos párrafos franquistas recogidos por Rebeca Carranco .

Legislación de la Enseñanza Media, dictada por Franco el 14 de abril de 1939. Sobre el 2 de Mayo decía:

«Se estudiará la gloriosa y españolísima guerra de la Independencia (…) con un sentido español, antiexótico, tradicional, católico y monárquico (…) No se debe olvidar que la Historia de España en esos primeros años, además debe sentirla (el alumno) como medio de sentir la patria»

Algo malo debía encerrar aquel 2 de mayo de 1808 si era algo tan bueno para la Dictadura de Franco

Por cierto, ¿quienes eran, dónde estaban y qué hicieron los generales, coroneles y comandantes de todo el Ejército español que traicionaron y dejaron morir a los capitanes Daoíz y Velarde?

¿Quienes eran, el 3 de Mayo, los héroes y quiénes, los traidores?

Me quedo con la costurera heróica Manuela Malasana (o ¿Malasagne?) y sus tijeras y con la Carmen de España y no la de Merimé. El romanticismo y el oportunismo político se encargaron, luego, de fantasear de lo lindo sobre la España de charanga y pandereta mientras la otra, la España de las luces, era perseguida y fusilada por el absolutismo y la Santa Inquisición.

Es un poco tarde. Mañana veremos lo que dicen de la fiesta de hoy, en sus portadas, «los segunderos de la historia«, con minúscula..

IGNACIO ESCOLAR

en Público (27/04/2008)

La historia la reescriben los que pagan las exposiciones. O, por lo menos, lo intentan en sus discursos inaugurales. Habla la mecenas, Esperanza Aguirre: «Si los españoles se rebelaron contra Napoleón fue precisamente porque ya tenían conciencia de que España era una nación, de que era una gran nación y por eso no podía soportar que nadie le impusiera su voluntad».

Visto así, con los ojos de la lideresa, la revuelta del 2 de mayo tiene mucho que ver con la peor cara de la nación romántica, con el lado más siniestro del patriotismo: el pueblo paga con sangre los errores de sus gobernantes.

Si damos por bueno el espíritu nacional de Aguirre, el 2 de mayo es la historia de una traición; de cómo cientos de desharrapados de Madrid entregaron su vida en defensa del rey felón que en ese mismo momento, mientras los soldados de Murat arcabuceaban a los madrileños, estaba negociando con Napoleón en Bayona cuánto valía su patria.

Fernando VII abdicó a cambio de un castillo y de una pensión anual de cuatro millones de reales, un acuerdo que el corso jamás cumplió. Napoleón, como Roma, tampocopagaba traidores.

Pero lo importante en aquella jornada no fue el rey sino el orgullo: el orgullo individual, no el orgullo patrio, que fue un invento posterior construido sobre la sangre de las víctimas.

De todos los falsos tópicos sobre el 2 de mayo el más recurrente y peligroso es aquel en el que cae Aguirre, que caricaturiza la revuelta como la respuesta de una nación unida en armas como un solo hombre, los irreductibles íberos que resisten ahora y siempre al invasor.

Lo explica bien el escritor Arturo Pérez-Reverte, comisario de la exposición estrella del bicentenario: «El cabreo, un cabreo muy español, fue el origen de todo.

Ese día la gente no se echó a la calle para luchar por la patria, por la independencia, sino porque estaba cabreada con unos extranjeros que actuaban con chulería, que no pagaban en las tabernas, que molestaban a sus mujeres».

«Nuestro Álamo»

Para Reverte, según una interesante entrevista publicada hace unos meses en La Vanguardia, la revuelta del 2 de mayo de 1808 «es nuestro Álamo».

«Un combate de gente desarmada, humilde, que se enfrenta al ejército más poderoso del mundo, que dará lugar a un movimiento que tiene consecuencias imprevisibles y gravísimas para Europa y para Napoleón.

Un ejercicio de heroísmo y coraje donde se adivina por vez primera el germen sutil de esas dos Españas: la oscura y reaccionaria y la que mira a la modernidad.

El drama terrible de la inteligencia, del lúcido, desde Moratín a Goya, que se pregunta dónde están los suyos; que se debate entre la modernidad que quiere para su país y el sentimiento que le une a los que

luchan en la calle».

Arturo Pérez-Reverte también afirma, y estoy de acuerdo con él, que pocas fechas de la historia de España han sido tan manipuladas desde entonces por los distintos regímenes, partidos e ideologías.

Por eso me sorprende ver al escritor en la misma foto que el político que con mayor descaro quiere hoy instrumentalizar el aniversario en su propio beneficio: Esperanza Aguirre Gil de Biedma, presidenta de la Comunidad de Madrid y condesa de Murillo.

Como recordó Gallardón el viernes, «en 1808 no se fusiló a ningún aristócrata».

Debate ideológico

A pesar del debate ideológico en el que tanto insiste, la tesis de Aguirre no es nueva. Bebe de la tradición franquista, que martilleó nuestro pasado para que todo encajase en una sola unidad de destino en lo universal.

Según defiende la presidenta de Madrid en un artículo que ayer publicó en El Mundo, «la única respuesta capaz de explicar aquella rebelión popular es aceptar que los españoles de 1808 tenían plena conciencia de que España era una realidad histórica en la que se sentían enraizados, a la que se sentían unidos y de la que se sentían dueños».

Cómo no, tras la doctrina siempre viene la moraleja y el artículo de Aguirre termina con ella: «Por eso hoy, 200 años después, cuando algunos quieren ignorar, esconder o negar la existencia de España como nación, recordar y honrar el ejemplo de los madrileños de 1808 es un deber ineludible».

Y arriba España, antes de que se rompa. Telemadrid ya prepara una serie sobre el 2 de mayo donde lo mismo nos cuentan que la revuelta fue para pedir primarias en el PP.

Esperanza Aguirre manipula el aniversario del 2 de mayo a su favor del mismo modo en que reinterpreta una de sus consecuencias directas: la Constitución de Cádiz, la primera constitución española digna de tal nombre (antes fue el Estatuto de Bayona, el intento de Napoleón por traer a España la revolución con bayoneta pero sin guillotina).

Aguirre, si puede, celebrará el aniversario liberal por todo lo alto. La fecha acompaña. La Pepa cumplirá dos siglos el lunes 19 de marzo de 2012. Si Zapatero apura su segunda legislatura hasta el final, este bicentenario será apenas unas semanas después de que se celebren las próximas elecciones generales.

La Pepa ya ha sido reivindicada por el PP, un partido que hoy se manifiesta en defensa de la Iglesia, en defensa de los caducos privilegios del antiguo régimen que aún quedan en España, pero que, en su último programa, dice asumir «la tradición del liberalismo español surgido de la Constitución de Cádiz».

Para Aguirre, el guiño liberal es doble e igual de desenfocado. Como si el neoliberalismo económico de Margaret Thatcher tuviese algo que ver con aquel artículo tan bello de la Constitución de 1812, ése que dice que «la Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios», incluidos los españoles del hemisferio sur a los que la seguridad privatizada apalea en el Metro de Madrid.

FIN

El Dos de Mayo y la nación

El vacío institucional provocado por la renuncia de los ‘poderes constituidos’ ante el invasor francés alumbró un proyecto de soberanía nacional en libertad. El enemigo es tanto la tiranía exterior como la interior

ANTONIO ELORZA en El País 28/04/2008

En Los emblemas de la razón, Jean Starobinski proporcionó una interpretación sugerente del cuadro de Goya sobre los fusilamientos del Tres de Mayo. En cuanto hombre de la Ilustración, y de acuerdo con la visión ya plasmada en los tapices, el pintor no siente estima alguna por la gente del pueblo, presentada desde el ángulo que prevalecerá hasta el holocausto, como masa anónima a punto de ser masacrada en un acto de barbarie, por añadidura racional en su forma de organización. Al rebaño informe de quienes van a ser fusilados, del cual surge únicamente el grito del hombre con la camisa blanca, se contrapone el orden del pelotón de fusilamiento napoleónico. La reacción del afrancesado cultural que es Goya anticipa la de su álter ego en el otro extremo de Europa, Pierre Bezujov en Guerra y paz. El esquema de El sueño de la razón se invierte: no son los seres monstruosos, símbolos de la reacción, quienes se adueñan de la escena cuando la razón duerme, sino una variante perversa de la razón lo que provoca el efecto destructor. Sólo queda el recurso de dar a conocer la trágica y aleccionadora escena, el conocimiento de esa realidad hecho posible por la luz que procede de la gran linterna que la ilumina. Una vez más encontramos una fórmula recurrente en Goya: lux ex tenebris.

No basta con expulsar a los franceses, hay que evitar el regreso al pasado y eso precisa una Constitución liberal

Antonio de Capmany en 1808: «De cada una de estas pequeñas naciones se compone la gran Nación»

En Los fusilamientos, la nación está ausente, y otro tanto sucede con la idea de libertad. Nos encontramos lejos de la imagen de otro fusilamiento célebre en la historia de nuestra pintura, el de Torrijos y sus compañeros, por Antonio Gisbert: la nobleza y determinación de sus semblantes, la unión de sus manos, expresa la confianza en el próximo advenimiento de la libertad política. Pero eso no significa que la jornada del Dos de Mayo se encuentre al margen de la entrada en escena del Estado-nación que viene a consagrar la Constitución de 1812. La resistencia al invasor hace inevitable la introducción del tema de la independencia, que aparece significativamente el 10 de mayo en el Diario de Madrid, periódico al servicio de los ocupantes que al parecer se encontraban dispuestos a garantizar «la integridad e independencia de la nación». En lo sucesivo ambos términos se encuentran indisolublemente unidos en la prensa y en los manifiestos patrióticos.

El 6 de junio de 1808, la Junta Suprema de Sevilla se dirige a Napoleón exigiéndole la restitución a España de Fernando VII con la familia real, y que «respete los derechos sagrados de la Nación, que ha violado, y su libertad, integridad e independencia». El luego escéptico José Blanco White escribe para el emperador con intención análoga: «Mira cual de la Patria en el regazo / su altivo amor de independencia crece». Las declaraciones en este sentido se suceden a partir de ese momento y en los meses centrales del año 1808, especialmente a partir de la victoria de Bailén, se ven envueltas en un esquema ideológico muy definido.

La lucha en curso tiene por objetivo la independencia, pero no basta acabar con la tiranía exterior, ya que el desastre de la ocupación francesa recuerda la previa existencia de una tiranía interior ejercida por una variante corrompida del absolutismo, «el despotismo ministerial». «Antes que Bonaparte enviase sus legiones a la España éramos esclavos de Godoy», advierte cierto doctor Mayo en su Política popular (agosto de 1808). La consecuencia es clara: no basta con expulsar a los franceses. Hay que evitar el regreso al pasado, y eso sólo puede alcanzarse mediante una Constitución que garantice la libertad política. Un notable, Juan Pérez Villamil, lo explica: «La nación española con esta gran turbación debe entrar en un nuevo ser político» mediante una Constitución que destierre «el monstruo del despotismo», de acuerdo con el principio de que «los reyes son para el pueblo y no el pueblo para los reyes». La reflexión ilustrada sobre el significado de la crisis conducía inequívocamente al liberalismo político.

En su Centinela contra franceses (1808), Antonio de Capmany da un paso más y, al reflejar el origen policéntrico de la insurrección, expresa la articulación entre unidad y pluralismo que la caracteriza y que sería recogida en la Constitución de 1978: «Cada provincia se esperezó y sacudió a su manera. ¿Qué sería ya de los españoles si no hubiera habido aragoneses, valencianos, murcianos, andaluces, asturianos, gallegos, etcétera? Cada uno de estos nombres inflama y envanece, y de estas pequeñas naciones se compone la masa de la gran Nación…».

En apariencia, este alumbramiento del constitucionalismo en un país atrasado como España no debiera haber sido posible. Me lo recordaba hace sólo semanas un especialista del tema, Jean-René Aymes, insistiendo en la interpretación desfavorable para el liberalismo que hace medio siglo difundiera «la escuela navarra». No es cuestión de insistir en la crítica de obras recientes muy celebradas que borran ese enlace entre levantamiento, independencia y búsqueda de la libertad. El caso recuerda lo que John K. Galbraith escribiera del abejorro en su American Capitalism: de acuerdo con la ley de Newton, por su corpachón no le tocaba volar, y sin embargo vuela. Obviamente, hay que buscar una explicación y ésta existe, lo mismo que para dar cuenta de la inseguridad que afecta a una parte de la élite ilustrada, puesta a optar entre su adhesión al modelo francés de modernización, reforzado en ocasiones por su procedencia, el despotismo ilustrado, frente a quienes aun lamiendo las propias cadenas, como Blanco White, optan por una causa nacional que además abre la perspectiva de forjar en lo político otra España. Eso sin contar con los que se ven forzados por la geografía de la guerra a cambiar de posición (Meléndez Valdés, Alcalá Galiano, Lista). Recordemos que en el propio cuadro de Goya donde en un medallón es conmemorado el Dos de Mayo, hubo antes la efigie de José Bonaparte.

El vacío institucional provocado por la renuncia de los «poderes constituidos» ante el invasor fue la oportunidad que hizo posible el protagonismo de la soberanía nacional y del proyecto de libertad. Pero si esto fue así, es porque en las minorías ilustradas, desde el reinado de Carlos III, había germinado el liberalismo, con un fuerte acento crítico frente a toda posibilidad de que llegara a puerto la política de reformas del despotismo ilustrado. Por supuesto, no existía un sujeto colectivo que entonces permitiera hablar de nación como titular de la soberanía. Sí existía, en cambio, una conciencia en las élites de identidad nacional que venía de muy atrás y que la voluntad de reforma acentúa, incluso en desconfiados como Forner. La experiencia negativa del reinado de Carlos IV, a pesar de la censura, mantendrá vivo el guadiana de las Luces.

Además, España no era una simple superestructura estatal por encima de las verdaderas naciones subyacentes, lo cual no impide que en el Antiguo Régimen se encuentren asimismo bases para los futuros nacionalismos periféricos (fuerismo vasco, insurrecciones catalanas). De entrada, ya a lo largo de la Reconquista, con Hispania como referente geográfico empapado de contenido político, el propio pluralismo de los reinos la consagraba como punto de convergencia. Entre los cuatro títulos de emperador usados por Alfonso VI, dos tienen un origen concreto, «emperador en Toledo» y el significativo «emperador de las dos religiones», y los otros dos apuntan a ese péndulo de lo unitario y lo plural: «emperador de toda España» y «emperador constituido sobre todas las naciones de España». Buen anuncio de un futuro, en el cual el concepto de España irá tomando densidad, acompañado de un claro reconocimiento desde el exterior, sobre todo cuando hay que designar al sujeto colectivo que experimenta la crisis de fines del siglo XVI. España es ya protagonista trágico personalizado en ese hito del teatro prenacional que es la Numancia de Cervantes, y objeto de preocupación esencial para quienes se sienten españoles, de los arbitristas y Quevedo al «descuido de España lloro, porque el descuido de España me duele», de Feijoo.

La nación española no es un proyecto frustrado que nace de un imperio a punto de perderse en las Cortes de Cádiz. El sobresalto de 1808 la convierte en nación política. Otra cosa es que a lo largo del siglo XIX la construcción del Estado-nación español sufra una sucesión de estrangulamientos que desemboca en su crisis.

Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política.

6 comentarios

  1. Dice ser Mado

    El apellido originario de Manolita Malasaña era «Malasagna». Su abuelo paterno era francés y probablemente, la familia era oriunda de Italia. La pobrecilla no fue una protagonista heroica de la jornada del 2 de mayo, sino una víctima de la indiscriminada represión francesa: fue fusilada porque llevaba consigo las tijeras propias de su oficio de bordadora.Es probable que Pérez Reverte tenga razón, y el alzamiento de la gente de Madrid fuese el producto del hartazgo. El 2 de mayo pertenecía a la gente de la calle, a quienes sufrían la impertinencia, la chulería y las humillaciones de un ejército ocupante que se decía amigo. Pese a lo que vino después, pese al infame Fernando VII y quienes le apoyaban, conviene recuperar el 2 de mayo como la celebración de aquellos que se hartaron de aguantar humillaciones; abandonados por sus dirigentes, terminaron poniéndolos en un brete, y fueron la chispa que llevó a aquel pueblo de vasallos a organizarse en juntas. La palabra «liberal», empleada en español en todos los idiomas, procede de ahí.Algo habrá que celebrar, digo yo. Al menos, yo lo celebré ayer con todas mis ganas. Si alguien se apropia de lo nuestro, será porque le dejemos…

    03 mayo 2008 | 10:36

  2. Dice ser El Empecinado

    Es divertido ver como los que se ponen más estupendos reivindincando la heroica lucha de la resistencia iraki (auténticos integristas islámicos medievales)contra los americanos, luego reivindican también (sin que les de la risa) a los partidarios del Emperador Napoleón I (Bonaparte) contra los guerrilleros españoles.Y es que para muchos progres «flower-power» el odio a lo que huela a España está por encima de la lógica, por encima del amor al islamismo e incluso ¡oh sorpresa! ¡por encima de la tirria a Estados Unidos!.Acabaramos.

    03 mayo 2008 | 13:03

  3. Dice ser Mask

    Don José Antonio, (que nombre más evocador), para que le quitasen a usted el 2 de Mayo la “lideresa” primero debería haber nacido en Madrid, y no en Almería.Que dicho día el pueblo de Madrid se alzara en armas contra el invasor, diciendo una u otra frase es indiferente, el hecho es que lo hicieron, y ese hecho histórico, probado y asumido, ni los afrancesados como usted pueden negarlo. Por supuesto que ningún aristócrata fue fusilado ese día, tampoco los afrancesados que preferían ver morir a sus compatriotas que luchar contra el invasor.Dudo mucho que un francés tanto de hoy en día como de hace doscientos años nos pueda hablar de libertad, igualdad y fraternidad…, más que nada porque hace 200 años lo imponían por la fuerza de las armas que no de la razón que decían poseer, y hoy en día tratan a los franceses de origen argelino por ejemplo, con tres generaciones establecidas en Francia como inmigrantes…, o le quitan la nacionalidad francesa por casarse con un homosexual. Eso es Francia caballero, no España.Pero en fin, yo se que haría el 2 de Mayo de 1808, por eso siento como una fiesta de todos, (por supuesto los madrileños), la defensa de la libertad, y de la nación…, porque es en esa sublevación y en las posteriores de todas las partes de España donde se lucha voluntariamente y por primera vez por España y la libertad…, pero lea bien, no por la República y luego por España como dicen los que cojean como bien dice de su misma pierna, si no por España y la libertad. Murieron muchos por algo sacrosanto, la patria y la libertad y nos forjamos en aquellos años como nación le guste o no, sabinos aranas y compayns aparte. Pero bueno, ya que adopta o parece que quiere adoptar dicha fiesta como suya, ahórrese el pensar si se lucho tanto por la patria como por ver al vecino humillado, medite si viendo al vecino humillado aún con esas no hubiera preferido ver a su pueblo sometido…, no bajo la bota franquista si no napoleónica…, no se, quizá a algunos les guste que le humillen según que hijo de puta, llámese Franco o Napoleón.

    03 mayo 2008 | 14:32

  4. Dice ser Erik

    Muy buena la analogía, estoy seguro que más de un irakí tiene el corazón partido entre defender los principios democráticos de Jefferson y querer expulsar al invasor. Igual sucede en otras partes del mundo, que queremos los valores democráticos de los gringos, pero sin que vengan a quitarnos lo nuestro. Por eso, cuidado cuando los americanos dicen que vienen en nombre de «freedom». Ya, tururú.

    03 mayo 2008 | 19:28

  5. Dice ser Videos

    Muy buenas las elecciones, son geniales!

    26 mayo 2008 | 22:44

  6. Dice ser Sinbarra

    Supongo que debe ser muy angustioso estar al frente de una empresa en quiebra y en la que tenéis que despedir a los gerentes de la pasta de la web y a los delegados periodísticos en Andalucía, Valencia y Zaragoza para reducir costes. Yo pensaba que los rumores eran inciertos, pero al ver que no actualizas ni tu ni Arsenio el blog he empezado a crermelo. Sería muy interesante que nos contaras desde dentro lo que supone llevar el día a día de una empresa que pierde dinero, el miedo a tener que despedir a los periodistas, las peleas internas entre publicidad por no vender ni un duro y eso. Mi respaldo, porque debe ser duro estar al frente de un barco que se hunde

    01 junio 2008 | 12:08

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