Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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¿Qué será de nosotros sin Losantos?

Sólo una noticia bomba como el relevo de Federico Jiménez Losantos en «La mañana» de la pecaminosa COPE podía despabilar y sacar a este blog del letargo fatal en el que había caído, por culpa de la crisis y de mi mala cabeza (y no precisamente en este orden).

Habrá quien quien se escandalice (y quizás no le falte razón) por la importancia que le doy a la caída en desgracia de este extraordinario predicador, que tanto ha hecho por el bien de España, destrozando al PP y dificultando su ascenso al poder.

Si yo fuera Zapatero estaría llamando ahora mismo al aprendiz de Torquemada, el cardenal Antonio Cañizares -a quien Losantos atribuye su exilio de maitines- para que reconsiderara su error y dejara al pico de oro de la extrema derecha en «La mañana» de la COPE.

Tanto Rajoy como Gallardón habrán caido en la vanidosa tentación de alegrarse por la gran lanzada con la que el mismísimo Vaticano Losantos dixit– ha descabalgado al locutor más mordaz, venenoso, incendiario, ingenioso y cínico de nuestro tiempo.

Sin embargo, deberían moderar sus muestras de alegría. El bicho aún dará mucha guerra, para deshonra de mi vieja y hermosa profesión. Por la misma razón, Esperanza Aguirre debería disimular su tristeza por la caída temporal de su adalid. No ha sido despedido sino trasladado desde el amancer a la medianoche; del despertar al dormitar.

A partir del 14 de abril -¡qué día tan señalado!-, los masoquistas ya no podremos recibir los merecidos latigazos que nos propinaba Losantos por atrevernos a sintonizarle en la COPE. Conectamos con su programa, creyendo que es de humor, y desconectamos despavoridos, al comprobar que se trata de un programa de terror. Tan sólo describe su realidad en términos de cielo y de infierno. Y lo hace magistralmente. Diabólicamente.

El fenómeno Losantos -como cualquier otro fenómeno religioso, deportivo o político- merece un análisis serio y detenido. Quizás un blog, escrito tan a vuelapluma, no sea el lugar adecuado. Precisa, a mi juicio, de una tesis doctoral.

¿Hay por ahí algún valiente doctorando que se atreva con tan descomunal proyecto de investigación?

Quien sí puede y debe alegrarse por el desplome de audiencia y salario sufrido por Losantos es el priopio Rey de España a quien el locutor no trataba con la merecida «humanidad«. Lo supimos tras la última cena real que produjo ciertas indecorosas filtraciones. Por algún deslenguado, conocimos el arriesgado e inmerecido apoyo que Esperanza Aguirre dió a su caballero Losantos en la mesa del Rey.

Debo reconocer que echaré de menos esos cinco minutos de horror que paso cada mañana conectado al veneno nacionalcatólico y fascistoide de Losantos.

Cuando mi cerebro está al límite, me paso entonces a la SER,donde mi corazón se llena del suero balsámico y dulzón de Francino.

Al cabo de otros cinco minutos de rigor –«equal time»– no lo puedo remediar y regreso, feliz, a mis orígenes:

¡Radiolé!

Sólo así puedo entrar, alegre y confiado, en la sede de 20 minutos y meterle mano a la crisis con cierto optimismo.

No se si podré cambiar mis hábitos: despertarme con el electroshock infernal de Losantos, adormecerme con la miel celestial de Francino para finalmente conducir, cantando y golpeando con mis dedos el volante, como si fuera un bongo o un yembé, al son de Radiolé.

¿Qué cadena y qué programa podré sintonizar, después del 14 de abril, para que me de un motivo diario por el que sobrevivir con dignidad para luchar contra el mal?

¿Qué será de nosotros sin Losantos?

¡No te vayas, Federico! Te necesitamos ahí, cada mañana, para que mantengas al PP asilvestrado muy lejos del poder; como sólo tú sabes hacerlo.

¿Nos definimos por lo que somos o por lo que no somos?

Recuerdo ahora la pregunta profunda -toda una tesis filosófica- que nos explicó, a su paso por Madrid, el viejo maestro italiano Norberto Bobbio, tras la caída del muro de Berlín:

«¿Qué será de nosotros sin los bárbaros?»

Y ahí van, por fin, la portadas -¡Ay!- de los dos primeros diarios de pago sobre el cambio de Gobierno:

«Estupor», en el titular de El Mundo.

«Eficaz», en el titular de El País

Nada nuevo bajo el Sol.

¡Alegraos y sosegaos!

Mañana comienzan unas breves vacaciones, Obama ha regado Europa de esperanza, el Euribor sigue cayendo, como el euro, la primavera tarda pero ha venido y, tras el gran desastre del 2008, ya no quedan tantos empleos por destruir. De hecho, se está desacelerando el ritmo de destrucción de empleo, algo imprescindible para que se empiece a recrear empleo.

Y además –last but not least– hay un nuevo Gobierno con mi paisano Chaves, templado y bonachón, y con otra vice económica que manda mucho. La conozco bien.

Ya se pueden echar a temblar todos los banqueros, incluido Botín. O los bancos comienzan a dar créditos o la Salgado les quita la licencia, que les dio la vida, como a los demás nos quitó el tabaco.

Me la imagino -mano de hierro en guante de seda- como a mi maestro y jefe, Fernando Abril Martorell, en la otra gran crisis, que nos alivió con los Pactos de la Moncloa) y poniendo firmes a los entonces «siete grandes» de la banca.

De los 150 bancos que había en España sólo 100 quedaron vivos. 50 bancos fueron abiertos en canal (yo estuve allí) y estaban infectados de células cancerígenas (autocréditos, autocarteristas, etc.) impropias de la segunda profesión más vieja del mundo.

La Salgado lo tiene más fácil que Abril Martorell. Para dar ejemplo, sólo tiene que poner firmes a los dos gigantes que se comieron a cinco de los grandes formando estas sopas de letras: BSCH y BBVA, o sea, Emilio Botín (¡qué gran apellido para un banquero!) y Francisco González (Miguel Sebastián no pudo con él y por eso hoy no es vice como la Salgado).

¡A por ellos, Elena!.

No no falles, como Zapatero.

El diablo está en el rock
Si no lo leo no lo creo

Desde luego, si no lo leo, no lo creo.

Pensé que la página de obituarios -no hay nada más serio que la muerte- se había transmutado hoy en la página de humor.

Lean, si no, lo que dicen El País y El Mundo sobre el exorcista oficial del Vaticano en el siglo XXI, recién fallecido.

Esta noticia -muy mala para el PP– no la verán el El Mundo de hoy. No se pierdan una reflexión tras mirar la foto del personaje.

Tampoco verán en El Mundo la crónica de la conferencia de Juan Luis Cebrián, el CEO de Prisa.

En justicia -quid pro quo- tampoco he visto munca una crónica sobre las coferencias de Pedro Jota Ramirez publicada en El País.

La noticia para quien la trabaja

«Cae el jefe» o «la policía destroza»
El Vaticano juega con fuego

Elmundobórico ataca de nuevo con ETA en el 11-M
El Vaticano invade nuestra soberanía

Por más vueltas que le doy, hoy no encuentro ningún parecido entre las portadas de los dos primeros diarios de pago de España. No coinciden ni en el precio. Sólo en la fecha. Naturalmetne, cada director es muy libre de servir el alimento editorial que sus lectores le reclaman, cuando deciden gastarse un euro de su bolsillo en comprar un diario y no el otro. O los dos a la vez, como hago yo, a causa de este vicio bloguero que tengo.

Muy oportunamente, y sin necesidad de mencionarlo, la portada completa de El Mundo llama hoy a sus lectores más entregados a manifestarse en contra de la sentencia del Tribunal Supremo que rebajó al sanguinario etarra De Juana Chaos la pena por un artículo. Nada que ver con sus terribles asesinatos por los que ya cumplió su condena.

Pedro Jota establece, por su cuenta y riesgo, relación directa de causa/efecto entre la huelga de hambre y la reducción de esa pena por el Supremo. Y lo da a tres columnas:

De Juana deja la huelga de hambre tras lograr la reducción de su pena

En la misma portada que critica tan sutílmente al Supremo celebra, a bombo y platillo, o sea con cuatro columnas, la decisión de la Audiencia sobre el extravagante «caso del ácido bórico» (matacucarachas, ¿lo recuerdan?) por el que una jueza conservadora, que el PP quiere colocar en el Consejo del Poder Judicial, insiste en estrujar los procedimientos para mantener cierta relación -hasta ahora loquinaria- entre ETA y el 11-M.

La portada entera de El Mundo se la llevan ETA/11-M y el etarra De Juana. De ambos asuntos, El País no da ni una sóla línea en su portada de hoy.

Por el contrario, El País dedica su portada al riesgo creciente español en Afganistán, al funeral por la soldado muerta allí por una mina y al polémico fallo del Constitucional a favor del Vaticano sobre los profesores de religión.

De estos tres asuntos, El Mundo no da ni una sóla línea en su portada. Los considera «no noticia«.

El más escandaloso de ellos es, a mi juicio, el que se refiere al fallo, dudosamente constitucional, del TC a favor de la soberanía del Estado Vaticano sobre el Estado Español.

Los obispos más extremistas de la COPE y el ala nacionalcatólica del Partido Popular están muy envalentonados, debido a la blandenguería demostrada por el Gobierno, presuntamente laico, del presidente Zapatero («perro ladrador, poco mordedor») en cuanto se topa con la Iglesia.

Quizás. por ello, los obispos están tirando tanto de la cuerda para ganar terreno, sin atender al alto riesgo que corren de romperla y de quedarse definitivamente sin un duro de nuestros impuestos.

La sentencia del Tribunal Constitucional obligará ahora a los partidos políticos laicos a incluir en sus programas electorales la derogación total e inmediata de los acuerdos vigentes entre el Estado español y el Vaticano. La decisión de los miembros católicos del TC a favor de los intereses del Vaticano no nos deja otra salida a quienes deseamos, fervientemente y en aras de la democracia, que la Iglesia esté respetuosamente, y de una vez por todas, separada del Estado, como ocurre en tantos países civilizados de Occidente.

¡Ya está bien!

Ahí va un artículo largo -aviso- pero muy interesante, del profesor Gil Calvo. Es uno de esos artículos que aún hacen imprescindible la compra de algunos diarios de pago.

La política del resentimiento

ENRIQUE GIL CALVO en El País

24/02/2007

En contra de lo que era lógico esperar, la estrategia de oposición radical que ejerce el Partido Popular (PP) contra el Gobierno de Zapatero se está intensificando al acercarse el ciclo electoral que cerrará la legislatura. Esto es sorprendente, pues lo razonable hubiera sido una secuencia de dos fases equilibradas: una etapa sostenida de oposición frontal, destinada a cohesionar a sus bases sociales y afianzar su fidelidad; y un último tramo, al acercarse las elecciones, de retorno al centro, a fin de buscar el voto moderado de las clases medias que deciden el resultado electoral.

Pues bien, a tres meses de las próximas elecciones locales, el PP sigue sin retomar su olvidado viaje al centro; y en lugar de moderarse, por el contrario extrema su populista radicalismo antisistema. ¿Cómo se explica esta táctica aparentemente irracional, que amenaza con resultar tan contraproducente para sus intereses electorales, según pronostican los sondeos demoscópicos?

La interpretación convencional la entiende como una estrategia nihilista y destructiva, que busca no atraer a los electores moderados sino, al revés, apartarlos de las urnas para que se abstengan y dejen de votar a su rival. Por eso el PP siembra la sospecha, el descrédito y la desconfianza en contra de Zapatero, a fin de que los tibios e indecisos dejen de apoyarle, le retiren su confianza y deserten de las urnas. Ahora bien, esta estrategia es arriesgada, pues si su oposición antisistema se radicaliza demasiado, el PP corre el peligro de despertar un latente voto de castigo o miedo contra sus propias siglas. Al fin y al cabo, si Zapatero gobierna no es porque ganase las pasadas elecciones sino porque las perdió el PP, dada la indignación ciudadana contra la ejecutoria última del Gobierno de Aznar. Y algo parecido podría ocurrirle también ahora al PP. Si extrema demasiado su oposición antisistema es posible que los ciudadanos indignados (o atemorizados por su radicalismo extremista) se precipiten a las urnas a fin de pararle los pies, evitando su ominoso retorno al Gobierno. De modo que, dado este riesgo, y si el PP fuera un calculador racional, para prevenirlo debería moderar su mensaje opositor. Y sin embargo no lo hace. Al revés, cada día se muestra más radical y fanático. ¿Cómo entender este enigma que parece irracional?

Una posible explicación es que los estrategas del PP hayan dado por superada la hipótesis expuesta al comienzo, según la cual son las clases medias moderadas las que deciden el resultado electoral, lo que exige ofrecerles programas políticos de corte centrista para tratar de atraerlas. Ahora bien, es posible que este silogismo ya no resulte aplicable en estos tiempos de acelerado cambio socioeconómico, caracterizado por la incertidumbre del empleo precario, la individualización (Beck), la modernidad líquida (Bauman) y el declive del capital social (Putnam). Hoy la estructura de clases se está desvertebrando de tal forma que ya no se puede decir que la nuestra sea una sociedad de clases medias. Por el contrario, según ciertos observadores, estamos asistiendo al fin de la clase media, que es la siguiente pieza a caer después de que la aburguesada clase obrera se hubiera desintegrado hace ya tiempo. Y ante este proceso de desclasamiento generalizado, deja de tener sentido una estrategia política de tipo centrista que se dirigía a una clase media que ahora mismo ya no existe, porque se está descomponiendo ante nuestra vista.

¿Y qué es lo que queda en su lugar? Un agregado disperso de fracciones de clase residuales que se parece demasiado a aquella pequeña burguesía del periodo de entreguerras, base social del fascismo, el nazismo y los demás movimientos populistas de corte radical. Lo cual explica muy bien el actual retorno de la nueva derecha integrista y reaccionaria que en EE UU está representada por los neocon (mesianismo imperial) y los teocon (fundamentalismo religioso); en Europa por el populismo xenófobo (Le Pen, Haider, Fortuyn, Vlaams Blok, etc), cuya música sociológica está detrás de la letra política del programa deSarkozy, y en España por la santa alianza (encarnada por la COPE) entre el catolicismo conservador (Abc) y el radicalismo pequeñoburgués (El Mundo), las dos sensibilidades ideológicas que hoy inspiran la cultura política del PP.

No obstante, por plausible que parezca este nuevo escenario sociológico, no acaba de explicar por completo la extremista radicalización del PP. Si sólo fuera por eso, Rajoy debería hablar como Sarkozy. Pero lejos de hacerlo así, el PP recurre a una retórica agresiva de hostilidad entre las dos Españas que no se corresponde con la realidad objetiva de nuestra estructura social. Para eso fabrica un enemigo interior al que acusa de balcanizar España (con su política autonómica) y de traicionar a los muertos (con su política antiterrorista).

¿Por qué se empeña el PP en recrear una imaginaria fractura civil, de dudosa verosimilitud y escasa rentabilidad en el mercado electoral? Aquí entramos en un terreno difícilmente analizable en términos objetivos y racionales que es el de las pasiones (Hirschman) o las emociones políticas (Elster), pues en esta dimensión psicosociológica es donde hay que buscar el sentido último de lo que cabe llamar la estrategia del resentimiento (o la política del despecho) que hoy anima al PP.

No sería la primera vez que ocurre algo parecido, pues para poder explicar la seducción del pueblo alemán por parte del nazismo también ha habido que recurrir a la política del resentimiento. Véase el reciente opúsculo de Philippe Burrin, un reputado historiador suizo experto en la «solución final» que dio a los judíos el nazismo: Resentimiento y apocalipsis (traducido por Katz Editores, Buenos Aires, 2006). Su autor sostiene que el exterminio masivo se adoptó como consecuencia del aprendizaje de la descivilización inducida por la política del resentimiento antijudío que desarrolló Hitler en su ascenso al poder. La fabricación de un enemigo inventado, el cosmopolitismo judío, al que se atribuía la doble derrota a traición (la célebre «puñalada por la espalda») sufrida por los alemanes ante el internacionalismo bolchevique y el universalismo liberal, fue una forma eficaz de nacionalizar al pueblo alemán creando una comunidad popular cohesionada por su odio al enemigo interior. Y cuando la guerra se dio por perdida, el resentimiento indujo a morir matando como hizo Sansón con los filisteos, mediante el exterminio preventivo de los judíos para hacerles pagar la futura derrota alemana por anticipado.

Pues bien, mutatis mutandis, y a otra escala de magnitud incomparable, esa misma retórica del resentimiento es la que hoy está desplegando el PP a fin de cohesionar a sus bases sociales, nacionalizándolas a través del odio a un enemigo interior fabricado para la ocasión: el presidente Zapatero, al que se atribuye la puñalada por la espalda sufrida por el PP entre el 11-M y el 14-M.

Es por puro despecho ante la derrota entonces sufrida que el PP ha designado a Zapatero como el enemigo interior, en tanto que beneficiario de aquella traición figurada al Gobierno del pueblo español. De ahí que, cegado por el resentimiento, el PP anteponga su ansia de venganza a cualquier cálculo electoral, estando dispuesto a perder las elecciones con tal de destruir a Zapatero, que es su forma de morir matando a la manera de Sansón. Y para ello siembra la fractura civil esperando contagiar el virus del resentimiento a sus seguidores para que aprendan a odiar al enemigo interior, formando contra él una comunidad cohesionada por el despecho. Lo malo es que al hacerlo así también se contagia el aprendizaje de la descivilización, derribando el civismo y las instituciones democráticas como hizo Sansón con el templo de los filisteos.

Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

Como hemos visto, El Mundo no dedica ni una línea en portada al caso de los profesores de religión, pero sí le dedica, en cambio, un editorial favorable a los dueños de la COPE y una información breve, en página interior, a dos columnas.

Por el contrario, El País se suelta el pelo con este asunto y le dedica las dos columnas de portada, más un editorial contra el poder de la Iglesia frente al del Estado y tres páginas completas de rica información sobre el escandaloso caso de los profesores de religión convertidos por el TC en catequistas, encargados de lavar el cerebro a nuestros hijos.

En mi opinión, la religión, cualquiera que sea, debe estar respetuosamente reservada al ámbito familiar y muy lejos de la escuela, en donde que debe primar siempre la razón y nunca la fe.

Creo que, en estos asuntos que parecen tan evidentes, caminamos peligrosamente hacia atrás. Si en temas de religión la oferta del PSOE quiere parecerse a la del PP van listos los socialistas. Muchos votantes preferirán optar por el original y no por la copia. O abstenerse, que es lo peor en estos momentos.

EDITORIAL de El País

¿Catequista o profesor?24/02/2007

¿Catequista o profesor? No queda claro si el enseñante de religión católica en la escuela pública tiene para el Tribunal Constitucional una condición u otra, de acuerdo con su decisión de reconocer a los obispos la facultad de designar a este tipo de profesorado, que sin embargo contrata y paga el Estado, y de exigirle no sólo el adecuado nivel académico, sino una conducta moral acorde al credo religioso cuyas enseñanzas imparte.

Para el Constitucional, los acuerdos suscritos entre España y el Vaticano en 1979 son en este punto plenamente compatibles con la Constitución española.

Las dudas sobre la constitucionalidad de tales acuerdos las planteó el Tribunal Superior de Justicia de Canarias en el caso de una profesora de religión católica despedida, tras 10 años de docencia, por haberse divorciado y mantener una relación afectiva con otro hombre. El Constitucional no entra a dilucidar si el despido de la profesora es o no constitucionalmente correcto, pero el hecho de admitir que la enseñanza de la religión católica en la escuela pública exige, más allá del cumplimiento de la ley, un determinado comportamiento personal en quien la imparte, suscita la natural inquietud sobre la idea que puedan tener los magistrados sobre la aconfesionalidad del Estado y la aplicación sin restricción alguna de los derechos fundamentales al conjunto de ciudadanos. La resolución del Constitucional, adoptada por unanimidad, tiene el aroma de otra época, en la que la separación entre la Iglesia y el Estado no tenía todavía unos contornos definidos.

La posición del Tribunal no suscitaría reticencias si la enseñanza de la religión católica se produjera en el ámbito propio de la Iglesia, como catequesis dirigida a sus fieles. Pero esa enseñanza se desarrolla en el sistema educativo público y con profesores legalmente contratados y pagados por el Estado. Si a estos enseñantes se les exige para el desempeño de su función, además de los requisitos generales de la ley, una conducta moral cuya inobservancia puede llevarles al despido, se estará admitiendo en el seno del sistema educativo un foco de confesionalismo incompatible con el actual Estado. Y que, además, coloca a este colectivo de enseñantes en una situación de discriminación inaceptable. El Constitucional se cuida de dar ese paso y recuerda que la designación por los obispos de los profesores de religión católica está sujeta al control jurisdiccional del Estado. Y también que tienen el amparo de la Constitución y de las leyes laborales. Pero la sentencia es poco clarificadora, facilitando que la Iglesia saque partido de esa confusión para seguir tomando posiciones en el sistema educativo público.

FIN

El Estado se somete a la Iglesia. ¡Nunca más!

Las relaciones entre la Iglesia católica y el Gobierno español parecen ir de maravilla (para la Iglesia, claro).

Así se desprende del besamanos y la posición genuflexa y solícita del ministro de Asuntos Exteriores ante su colega el cardenal Bertone, ministro de Exteriores vaticano, y que publica hoy El Mundo (pág. 14)sobre este titular:

Moratinos busca el apoyo del Vaticano

La postura del besamanos no puede más ridícula, tratándose de un miembro de un gobierno que presume de laico.

Y de las sonrisas complacientes de ambos, mejor no hablar.

Esta imagen tan obsequiosa de un ministro español ante un colega del gobierno de otro Estado (minúsculo, por cierto, y lógicamente el de menor tasa de natalidad del mundo) me ha recordado un vieja polémica repetida en Boston por mi familia política.

El debate nacional debió ser extraordinario, en vísperas de la primera visita del flamante presidente John F. Kennedy al Vaticano.

Kennedy, por su origen irlandés, era católico, pero presidía un Gobierno laico y representaba a un país con católicos, protestantes, judíos, musulmanes, ateos, etc.

¿Besaría Kennedy, el presidente del país más poderoso del mundo, la mano (o el anillo) del Papa, jefe de otro Estado?

¿Se presentaría Kennedy inclinado, genuflexo o sometido ante el Papa , como católico, o le saludaría de pie, estrechando su mano, como a cualquier otro colega jefe de Estado?

Hubo gran expectación. Kennedy se mantuvo firme (impasible el ademán) al estrechar la mano de su colega el Papa y no genuflexo ante su líder religioso.

Nuestro pobre Moratinos no debió conocer o recordar aquella gran polémica que sacudió a los Estados Unidos al rendirse, como lo ha hecho, ante su satisfechísmo colega vaticano.

¡Qué pasada!

¿Cómo no van a estar contentos los obispos de la COPE si el Gobierno de Zapatero les reconoce públicamente dinero y santidad?

Esta información de El Mundo sobre las enmiendas del Consejo Escolar al proyecto de real decreto del Gobierno sobre enseñanzas mínimas en la ESO, completa la imagen entregada y vencida de Moratinos ante la Iglesia .

Las enmiendas quieren sacar la religión fuera de clase y ampliar la asignatura «Educación para la Ciudadanía», pendiente en España desde hace siglos.

El periodista de El Mundo, muy en la línea de su director, que mezcla información con opinión, sin pudor ni distinción, nos dice que las propuestas del Consejo Escolar «tienen visos de caer en saco roto».

El titular, con tipografía propia de una información sobre hechos, tiene en cambio un contenido bastante opinativo y hasta en latín:

«Vade retro», Religión

Los datos quedan para el sumario:

El Consejo Escolar pide que la materia se dé fuera de clase y que Educación para la Ciudadanía cite a la familia homosexual

«Con la Iglesia hemos topado», amigo Zapatero. Ya estás fallando…

Atentos, porque la religión (cualquier religión) lleva más veneno dentro que la guerra de Irak.

Salir de Irak fue una broma comparado con salir del Vaticano.

Ahora estamos hablando de sacar la religión católica fuera del aula escolar, como hacen en otros países más avanzados en democracia y tolerancia que el nuestro. Dentro de muy poco tiempo el conlficto se agravará con la enseñanza en clase -de igual a igual en derechos- de la religión islámica, protestante, judía, etc. Esas demandas de trato igual ya están proliferando -y con razón- en estos momentos.

Mapas de la corrupción urbanística. Encuentre las diferencias
Artur Mas: ¿»tonto ante notario»?

Mapa de El Mundo:

Mapa de El País:

En las dos portadas de hoy manda la cuestión vasca. El El País, el Vaticano le echa una mano al proceso de paz iniciado por Zapatero, a dos columnas:

El Vaticano apoyó el proceso de paz tras la mediación del obispo Uriarte

En El Mundo, a cuatro columnas, aparece una “advertencia” al Gobierno para que no “relegalice” Batasuna:

Un informe advierte al Gobierno que Batasuna “no puede ser relegalizada”

Ambos ilustran su portada con foto de la turista española, acusada de contrabando de explosivos, que ha vuelto a casa después de su pesadilla mexicana.

Interesante entrevista de Juan Luis Cebrián (CEO de El País) a Steve Ballmer (CEO de Mocrosoft) titulada.

La democracia en la era digital

La he leído, boli en mano, y he subrayado ideas muy provocadoras para nuestro futuro digital.

Ahora voy a preparar el conejo al ajillo y, si tengo tiempo entre el almuerzo y el cine, pegaré aquí un resumen para quienes no tengan acceso al texto de El País.

El conejo al ajillo estuvo pasable, aunque se me fue la mano con el vinagre. («Otras veces te salió mejor», dijo mi hijo David). La peli, en cambio, («Hijos de los hombres«) fue entretenida. ¡Qué más se le puede pedir a un domingo otoñal y lluvioso!.

Ya no tengo tiempo para resumir la entrevista de Cebrián (que él llama «diálogo») con Ballmer sobre la era digital. Pero sí puedo pegar un trozo del artículo de Carmen Rigalt en la última página de El Mundo de hoy, con la esperanza de que se pueda leer:

Me ha gustado la reacción dura, contundente, de la colega Rigalt a la insensatez de Artur Mas sobre la catalanidad por puntos que comentamos ayer en el blog.

Creo que ayer no me expresé correctamente al criticar a Artur Mas («tonto ante notario», le llama Carmen Rigalt) y, quizás con razón, he recibido la reacción crítica y razonada de algunos comentaristas habituales -Imagina y Oscar, entre otros. Un escrito suele ser ingrato por incompleto y, cuando escribimos deprisa, se nos escapan muchos matices.

La Red nos ofrece espacio ilimitado, pero no es ilimitada la paciencia de los lectores. He tratado de añadir algunas matices a mi precipitado (y aún cabreado) comentario de ayer. Esta es mi respuesta de hoy:

Imagina y Oscar:

En mi opinión, las personas merecen todo el respeto del mundo. Las ideas, no.

También yo tengo amigos que profesan los ideales nacionalistas, o la fe católica, musulmana o judía… Les quiero y les respeto, pese a que pienso que algunas de sus ideas frenan el progreso de la humanidad, el avance de la civilización, y nos hacen ir hacia atrás provocando daños innecesarios y evitables.

No creo que los nacionalistas (catalanistas, españolistas, o lo que quieran añadir aquí) sean monstruos. Ya he dicho que hay muchos grados, y todos marcamos algo de nacionalismno en nuestro termómetro interior, sin llegar ser fanáticos. Quien esté libre de nacionalismo que tire la primera piedra.

Casi siempre entro a este trapo porque me preocupa la vertiente racista y fascista que suelen esconder algunos nacionalistas bajo su piel, y que sólo les brota cuando el miedo al otro (sea inmigrante o vecino) les excita. Creo que, con ideas excluyentes o de superioridad racial o cultural, están perdiendo oportunidades para mejorar nuestra existencia y su propia felicidad.

Puedo estar equivocado yo y ellos pueden estar en lo cierto. También puedo cambiar de opinión. No sería la primera vez. Sólo los fósiles no evolucionan. Pero, por ahora, pìenso que es una pena que los nacionalistas den más oportunidades a la fe que a la razón, a la emoción que al pensamiento, al corazón que al cerebro. Naturalmente, Oscar e Imagina, les respeto como personas. Pero no tengo el menor respeto por sus ideas tribales. Las considero erróneas aunque -como las religiones- les sean muy útiles para ir tirando, convenientemente anestesiados, por este perro mundo.

Los brotes recientes de nacionalismo por todo el mundo pueden estar animados, quizás, por el miedo a la pérdida de identidad a causa de la globalización. Pero detrás de los líderes nacionalistas veo generalmente un ansia de poder personal de sus líderes muy superior al amor a su tierra y a su pueblo.

Por eso, sinceramente pienso que las ideas nacionalistas (como las religiones) son una engañifa utilizada por los más ambiciosos de poder para conseguir sus objetivos. También respeto a las personas que creen en su religión, pero no respeto sus dogmas o creencias. Respeto total para las personas, respeto nulo para las ideas. Esta últimas son todas discutibles y las critico con total libertad, tal como espero y deseo que los demás hagan con las mías.

Tengo, a veces, la triste impresión de que avanzamos en la técnica pero no en la moral. Mejoran las máquinas, pero – con un palo, con un trabuco o una bomba nuclear- las intenciones del ser humano siguen siendo las mismas.

¿Acaso no se nos alejan últimamente los bellos, ya viejos y nunca realizados, ideales de la Ilustración y de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad?

Son ideales que nos suenan a anticuados y, sin embargo, nunca los hemos alcanzado.

Tengo miedo de comprobar que el mundo del siglo XXI es menos libre, más desigual y, desde, luego, menos fraternal y menos solidario que el del siglo pasado. La tendencia es lo que importa. Y hay cifras terroríficas. Miren tan sólo los datos de hambre, pobreza, esclavitud y muertes por enfermedades curables.

¿O será que, sencillamente, me voy haciendo mayor?

Saludos

JAMS

lo dijo JAMS · 22 Octubre 2006 | 09:51 PM

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